--- title: 'Sentados en lugares celestiales' date: 2002-10-30 activity: 1 place: city: Arequipa state: Arequipa country: PE duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela. Para esta ocasión leemos en Efesios, capítulo 2, verso 4 en adelante, donde dice: “*Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,* *aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),* *y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,* *mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.* *Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;* *no por obras, para que nadie se gloríe.* *Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”* Que Dios bendiga nuestras almas con su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“SENTADOS EN LUGARES CELESTIALES.”** Cuando escuchamos de lugares celestiales con Cristo Jesús, toda persona desea estar sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús, y cada persona se pregunta: “¿Cómo puedo yo sentarme en lugares celestiales con Cristo Jesús nuestro Salvador?” Para poder la persona sentarse con Cristo en lugares celestiales, necesita reconocer que Jesucristo vino a la Tierra y murió en la Cruz del Calvario por cada persona que vive en la Tierra, tanto del pasado como del presente y del fututo, y que El tomó nuestros pecados y murió por nuestros pecados; pues El no tenía pecado de Sí mismo, por lo tanto no podía morir. Cristo decía: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.” El tomó nuestros pecados y entonces se hizo mortal y murió en la Cruz del Calvario por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también, para El darnos Vida eterna. “La paga del pecado es muerte,” dice San Pablo en Romanos, capítulo 6, verso 23. Igual que en el Génesis, Dios le dijo al ser humano (a Adán) que el día que comiere del árbol de ciencia del bien y del mal, ese día moriría, porque él al comer del árbol de ciencia del bien y del mal estaba pecando contra Dios. Y ahora, por cuanto la paga del pecado es la muerte, todo ser humano estaba condenado a la muerte eterna; pero Cristo tomó nuestros pecados, y quitó la muerte, y trajo a la luz la Vida eterna. Por lo tanto, ahora toda persona puede ser libre de sus pecados. Ya el pecado que cometió Adán y Eva, ese pecado ya Cristo lo quitó, pero ahora toda persona responde por sus propios pecados, no tiene que arrepentirse de los pecados de Adán y Eva, sino que cada persona se arrepiente de sus propios pecados, los confiesa a Cristo, pide perdón a Cristo y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Cristo le otorga el perdón de sus pecados, lo limpia con Su Sangre preciosa y queda la persona como si nunca en la vida hubiese pecado, y Cristo le da el bautismo del Espíritu Santo y la persona obtiene el nuevo nacimiento. Porque, ¿quiénes serán los que se sientan con Cristo en lugares celestiales? Los nacidos de nuevo. Cristo dijo a Nicodemo, en una ocasión en que Nicodemo, un maestro principal del pueblo hebreo en asuntos religiosos, dijo en esta visita que le hizo Nicodemo, veamos este pasaje del capítulo 3 de San Juan: “*Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.* *Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.* *Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.* *Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?* *Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.* *Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.* *No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”* Toda persona desea entrar al Reino de Dios, y toda persona para entrar al Reino de Dios necesita nacer de nuevo, nacer del agua y del Espíritu, lo cual se obtiene al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, y ahí la persona ha nacido de nuevo del agua y del Espíritu, y ha entrado a lugares celestiales con Cristo Jesús, y está sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro. Para que tengan un cuadro más claro de lo que ocurre cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, confiesa sus pecados a Cristo, arrepentido de sus pecados y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibe el Espíritu Santo, esto fue reflejado cuando el pueblo hebreo estaba cautivo en Egipto, toda persona que nacía de los hebreos allá en Egipto, nacía como un esclavo. Y toda persona que nace en este planeta Tierra luego de la caída del ser humano, nace como un esclavo del faraón, el diablo, y del imperio del faraón, el imperio del diablo, que es el reino de las tinieblas. Y Dios había prometido a Abraham, que la simiente de Abraham habitaría en una tierra extraña y sería esclava allí por cuatrocientos años, pero Dios luego los libertaría con mano fuerte; y la nación la cual había cautivado al pueblo hebreo, descendiente de Abraham, Dios castigaría a esa nación; y esa nación vino a ser la nación egipcia con su faraón. Y dice Dios: “Y en la cuarta generación volverán acá,” volverían en la cuarta generación a la tierra de Israel, a la tierra donde estaba Abraham, la cual Dios le juro que le daría a la descendencia de Abraham. Ahora, cuando Dios descendió en una llama de fuego, en una zarza, en un árbol y le apareció a Moisés allá en el desierto del Sinaí y le habló, le dijo Dios que había escuchado el clamor de Su pueblo, el pueblo hebreo, y había descendido para libertarlos, y envió al Profeta Moisés, a través del cual Dios se manifestó y libertó al pueblo hebreo. Este Ángel de Jehová que le apareció a Moisés es nada menos que Jesucristo en Su cuerpo angelical, en quien estaba, está y estará Dios en toda Su plenitud; por eso le dijo el Ángel de Jehová a Moisés en el capítulo 3 del Éxodo, vamos a leerlo para que tengan el cuadro claro, dice capítulo 3, verso 1 en adelante del Éxodo: “*Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.* *Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.* *Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.* *Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.* *Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es.* *Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.”* Y ahora, el Ángel de Jehová le dice a Moisés: “Yo Soy el Dios de tu padre (o sea, el Dios de Amram, el padre de Moisés), y de Abraham, de Isaac y de Jacob. **¿Y cómo puede ser que el Ángel de Jehová sea el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob?** Porque el Ángel de Jehová es Cristo en Su cuerpo angelical, y en el Ángel de Jehová está Dios en toda Su plenitud manifestado. Por lo tanto, Dios está ahí en Su cuerpo angelical, que es Cristo en Su cuerpo angelical teofánico llamado el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento. Por eso Cristo en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58 podía decir: “*Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.* *Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?* *Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”* **¿Cómo era Cristo antes de Abraham?** Pues Cristo era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, a través del cual Dios obró todas las cosas, por medio del Ángel de Jehová que es Cristo en Su cuerpo angelical, llamado también en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante: “el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas”. Vean ustedes, por medio de Cristo en Su cuerpo angelical, Dios manifestado en Cristo en Su cuerpo angelical en toda Su plenitud creó los Cielos y la Tierra, toda la obra divina ha sido realizada a través de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso podemos ver que el personaje más grande que ha pisado este Planeta Tierra, el hombre más grande que ha pisado este planeta Tierra se llama: Señor Jesucristo. Vean, San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice: “*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,* *en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”* **¿Por medio de quién Dios hizo el Universo?** Por medio de Su Hijo Jesucristo. **¿Y quién es el heredero de toda la creación, del universo completo?** Jesucristo nuestro Salvador. Ninguna persona tiene nada, todo le pertenece al Señor Jesucristo que es el heredero de los Cielos y de la Tierra como Hijo de Dios, el Título de Hijo de Dios lo constituye el heredero de los Cielos y de la Tierra. “*El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia...”* **¿Quién es la imagen de Dios?** Jesucristo en Su cuerpo angelical “*... y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo...”* O sea, por medio de Su cuerpo físico efectuó la purificación de nuestros pecados al morir y derramar Su Sangre por nosotros, con la cual nos ha limpiado de todo pecado: “*...se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”* O sea, se sentó en el Trono Celestial de Dios. Y es la primera ocasión y única ocasión en que un hombre con un cuerpo físico pero glorificado se ha sentado en el Trono Celestial de Dios. Y por cuanto se sentó en el Trono de Dios todo poder le fue dado en el Cielo y en la Tierra, y El es el dueño, el heredero de los Cielos y de la Tierra, y en El está Dios en toda Su plenitud. La plenitud de la divinidad está ¿en quién? En Jesucristo nuestro Salvador. Por eso El decía: “El Padre que mora en mí, El hace las obras.” Y también El dijo en una ocasión: “El espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido.” Por lo tanto, Padre, Hijo y Espíritu Santo está todo en la persona de Jesucristo. Eso es la plenitud de la Divinidad en Jesucristo nuestro Salvador. Si no estuviera el Padre o el Espíritu Santo en Jesús, entonces no estaría la plenitud de la Divinidad en Jesucristo; pero por cuanto está en Jesucristo la plenitud de la Divinidad, está el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Todo lo encontramos manifestado en la persona de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso, Jesucristo es la persona más grande que ha pisado este planeta Tierra. Y ahora, vimos que por medio de Jesucristo Dios creó los Cielos y la Tierra, por medio de Jesucristo es que Dios ha hecho todas la cosas, y El es el heredero de toda la Creación. En la persona de Jesucristo tenemos a Dios en cuerpo: el cuerpo físico de Jesús; en Espíritu y en alma, pues Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza. Por consiguiente, siendo que el ser humano es alma, que es lo que en realidad es la persona, eso es lo más grande que hay en usted, porque eso es lo que es usted en realidad, alma viviente, pero tiene dos casas en las cuales vive: una casa espiritual que es llamada el espíritu de la persona, y una casa física tangible de carne, llamada el cuerpo físico, por consiguiente usted es alma, espíritu y cuerpo. Y si el ser humano fue hecho a imagen y semejanza de Dios y es alma, espíritu y cuerpo, pues Dios es alma, espíritu y cuerpo; y en Jesucristo tenemos a Dios en alma, espíritu y cuerpo. El cuerpo físico de Jesús es el cuerpo físico de Dios, el cuerpo angelical de Jesucristo llamado el Ángel de Jehová, es el espíritu de Dios y el alma de Dios manifestado en Cristo, el Padre en Cristo es el alma de Dios. Ahora, podemos ver que en Jesucristo estaba el Padre (ahí está Dios en alma); estaba el Espíritu Santo (ahí está el cuerpo angelical de Dios, el Ángel de Jehová), y estaba el cuerpo de carne (el cuerpo físico de Dios, que es el cuerpo de Jesucristo). Por lo tanto, en Jesucristo estaba la plenitud de la divinidad morando en medio de la raza humana, en la Primera Venida de Cristo. Por eso es que cuando Cristo dice en una ocasión: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Eso está por ahí por San Juan, capítulo 14, leemos desde el verso 6 en adelante. San Juan, capítulo 14, verso 6 en adelante, dice: “*Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”* Por lo tanto, ninguna persona puede llegar a lugares celestiales sin Cristo, porque Cristo es el que lo coloca a usted en lugares celestiales. “*Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.* *Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.* *Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?* *¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.”* **¿Dónde estaba morando el Padre?** En Jesucristo. Por lo tanto, en Jesucristo siendo la morada del Padre visitando la raza humana, encontramos en Jesucristo las obras de Dios siendo realizadas, porque nadie podía hacer aquellas obras que Jesús hacía si Dios no estaba con El, y Dios estaba con El y en El realizando todas aquellas maravillas correspondientes a aquel tiempo. Ahora, hemos visto quién es nuestro amado Señor Jesucristo. También San Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, nos dice: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz* (los santos en luz son todos los hijos e hijas de Dios, y tienen una herencia)*,* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”* ¿Ven? Como libertó al pueblo hebreo y los llevó a la tierra prometida y los estableció en la tierra prometida, ahora en los espiritual encontramos que Dios nos ha libertado de las tinieblas, del reino de las tinieblas, del reino del diablo, y nos ha colocado en el Reino de Su Hijo Jesucristo. ¿Ven? Hemos sido trasladados de un reino espiritual: del reino espiritual del diablo, del reino de las tinieblas, del cual el diablo es el príncipe de ese reino, y ahora Cristo nos ha colocado en el Su Reino y nos ha colocado en lugares celestiales, nos sacó de lugares infernales del reino de las tinieblas del diablo, y nos colocó en lugares celestiales en y con Cristo Jesús Señor nuestro. Y ahora, toda persona que lo recibe como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Su Espíritu Santo y Fuego, esa persona ha obtenido el nuevo nacimiento, y ha sido sacada del reino de las tinieblas y ha sido colocada en el Reino de Cristo, ha sido colocada en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro. **¿Ven la forma sencilla en que somos sacados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Cristo?** Por eso es que Cristo ordenó a Sus discípulos ir por todo el mundo predicando el Evangelio. Y vean lo que dice en San Marcos, capítulo 16, versos 15 en adelante, dice: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Todo ser humano que viene a vivir a este Planeta Tierra, necesita comprender que está aquí por un propósito divino; no es el propósito humano que una persona tenga por el cual está aquí, sino el propósito de Dios. Y toda persona necesita comprender cuál es el propósito de Dios por el cual El lo ha enviado a usted a vivir en este planeta Tierra: es para que usted reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y reciba el Espíritu Santo, y así obtenga el nuevo nacimiento y entre al Reino de Dios y sea sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro. ¿Ven? Por eso se requiere ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y usted obtendrá el nuevo nacimiento y entrará así al Reino de Dios, al Reino de Cristo, y estará sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro. Ahora, sabiendo que Jesucristo es el Príncipe del Reino de Luz y el heredero de toda la Creación, vean, cuando lo recibimos vean a quién estamos recibiendo: estamos recibiendo a aquel a través del cual Dios creó todas las cosas y en el cual Dios estuvo, está y estará en toda Su plenitud manifestado; y el único Reino que permanecerá eternamente es el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. En las diferentes naciones cuando hay una guerra, y se sabe que va a ser destruida una nación por medio de bombas llevadas en aviones, y también con cohetes dirigidos, enviados también desde barcos y desde diferentes puntos terrestres, cualquier persona que sabe que esa nación va a ser destruida totalmente, ¿se queda en esa nación? Sale huyendo y se va a otra nación, escapa así por su vida. Como cuando Dios fue a destruir a Sodoma y Gomorra, Dios envió a Sus Arcángeles Gabriel y Miguel a Sodoma y Gomorra para que fueran a donde Lot, y Lot fue sacado de Sodoma, si se quedaba en Sodoma era destruido con Sodoma. Ahora, los que no comprendieron la importancia de salir de Sodoma y de Gomorra, creyeron que Lot estaba burlándose de ellos cuando les decía que Sodoma y Gomorra iban a ser destruidos, ellos pensaban que esa ciudad no podía ser destruida. Pero Lot les decía: “Dios va a destruir esta ciudad.” Pero ellos no creyeron. Y los incrédulos siempre pagan las consecuencias de su incredulidad, porque la paga del pecado de la incredulidad es muerte. **¿Qué pasó a los antediluvianos que no creyeron el Mensaje de Noé, cuando les decía que Dios iba a destruir con un diluvio la raza humana?** Pues no conocieron, no entendieron porque no creyeron. El que no entiende es porque no cree, primero la persona escucha y cree y luego va comprendiendo todo lo que ha creído, porque lo que ha creído es la Palabra de Dios. Y ahora, el mundo antediluviano que no creyó a Noé, pereció cuando vino el diluvio; y luego encontramos que cuando Jesús murió, fue al infierno, fue al lugar donde estaban esas personas, las cuales estaban en sus cuerpos espirituales, porque el cuerpo de carne ya había muerto en el diluvio. Cuando la persona muere físicamente, lo que muere es solamente la casa terrenal, el cuerpo físico; pero la persona que es alma viviente sigue viviendo en el otro cuerpo, que es un cuerpo espiritual llamado el espíritu de la persona, que es parecido al cuerpo físico que la persona tiene en la Tierra. Por lo tanto, la vida no se acaba cuando la persona muere físicamente. Pero la persona que no cree la Palabra de Dios para el tiempo en que le ha tocado vivir, vean ustedes a dónde van, vean donde fueron los que no creyeron a Noé y su mensaje, el cual era el Mensaje de Dios para aquel tiempo. Donde estos que no creyeron fueron cuando murieron, ahí van todos los que no creen la Palabra de Dios para el tiempo en que están viviendo. En Primera de Pedro, capítulo 3 verso 18 en adelante, dice: “*Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;* *en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,* *los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”* Y ahora, el Señor Jesucristo tuvo que ir al infierno cuando murió, ¿por qué? Por causa de nuestros pecados que El llevó; El tomó nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros, por lo tanto tenía que morir e ir al infierno, por eso fue al infierno y allá se encontró con todos los incrédulos del tiempo de Noé que no creyeron y fueron destruidos por el diluvio. Y les predicó, les habló de que habían sido incrédulos al Mensaje de Noé, por lo cual perecieron en el diluvio, y luego se encontraban en alma y espíritu en el infierno que es la quinta dimensión, en donde van todos los incrédulos, todos los que no creen la Palabra de Dios. El infierno, que es la quinta dimensión, es una dimensión que viene a ser una cárcel para las personas que mueren sin Cristo, no pueden salir de ese lugar, siguen viviendo, allí ni se come tampoco, ni se trabaja, pero no pueden salir de allí, están en una cárcel, una dimensión que viene a ser una cárcel para ellos en lo que llega el día del juicio final, donde van a ser convocados, van a ser resucitados y llevados al juicio final para ser juzgados y condenados y echados en el lago de fuego, que es la segunda muerte. Ahí ya en el lago de fuego, que es la segunda muerte, sí van a morir en cuerpo, en espíritu y en alma, van a dejar de existir, van a ser quemados en cuerpo, espíritu y alma, y dejarán de existir, serán aniquilados por ser incrédulos a Dios y Su Palabra. Ese el lugar para todos los incrédulos, es un lugar al cual nadie quiere ir, porque nadie quiere ir a lugares infernales, nadie quiere ir a donde está el diablo, pues el diablo va a ser echado en el lago de fuego también. Y nadie quiere hacerle compañía al diablo allí en el lago de fuego, todos queremos estar con Cristo en lugares celestiales, viviendo en el Reino de Cristo por toda la eternidad, lo cual Cristo ha hecho posible para ustedes y para mí, y nos da a conocer la forma para obtener la salvación de nuestra alma, y ser sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro, y vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Si usted muere luego de haber recibido a Cristo como su Salvador, haber lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y haber sido bautizado en Su Nombre en agua y haber recibido Su Espíritu Santo, si usted muere no tiene ningún problema, usted es una nueva criatura y pertenece a un nuevo Reino: el Reino de Cristo, el Reino de lu; y por consiguiente, si usted muere, usted va a vivir en el cuerpo espiritual teofánico que Cristo le ha dado, va a vivir usted al Paraíso, que es la sexta dimensión, donde no se cansan allí, no tienen que trabajar tampoco, ni tienen que dormir porque allí no hay noche, ni tienen que comer tampoco porque el cuerpo espiritual no come, no necesita comida. Y permanecen allí en el Paraíso, donde están todos los santos que ya han partido y donde están disfrutando las bendiciones de Dios, y esperan allí hasta que Cristo complete Su Iglesia, Cristo complete Su Reino, cuando lo complete con el último escogido, cuando entre al Reino de Cristo, cuando reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo y sea bautizado en agua en Su Nombre y reciba el Espíritu Santo, ya ese último escogido habrá nacido de nuevo, habrá entrado al Reino de Cristo y se habrá completado el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Y entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, donde El está con Su Sangre haciendo intercesión como Sumo Sacerdote por todas las personas que lo reciben, luego El se levantará del Trono del Padre y tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, reclamará todo lo que El ha redimido con Su Sangre preciosa, reclamará todos los que ya han partido creyentes en El, los resucitará en cuerpos nuevos y eternos, cuerpos glorificados y jóvenes que representarán de 18 a 21 años de edad, donde ya no tendrán más problemas como los tuvieron en el cuerpo físico, en el cuerpo de carne. Y luego los que estamos vivos veremos a los muertos en Cristo cuando resuciten, y nosotros seremos transformados y entonces tendremos el nuevo cuerpo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, para eso es la Segunda Venida de Cristo. El en Su Segunda Venida nos dará un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado. En Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21 San Pablo hablándonos de esto, dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”* Cuando usted nació en la Tierra vino a ser un ciudadano de la nación, del país donde usted nació, y su nombre fue registrado en la nación donde usted nació, y por consiguiente usted es un ciudadano terrenal de una nación terrenal, pero cuando usted ha nacido de nuevo, usted es ciudadano celestial porque usted ha nacido del Cielo. El nuevo nacimiento es del Cielo, por consiguiente usted es un ciudadano celestial; y el espíritu que Cristo le ha dado es celestial, y pronto nos dará un cuerpo celestial también, un cuerpo glorificado igual a Su cuerpo glorificado, aquí lo dice, dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”* ¿Ven? El va a transformar el cuerpo de la humillación nuestra, este cuerpo de carne que es el cuerpo donde vivimos una vida de humillación, una vida llena de problemas y de necesidades; pero El nos va a dar un cuerpo como Su cuerpo glorificado, un cuerpo de gloria, y entonces en ese nuevo cuerpo no sufriremos más, sino que gozaremos con Cristo todas las bendiciones celestiales, y viviremos con Cristo en Su Reino por el milenio y por toda la eternidad. **¿Con qué poder El nos va a dar ese nuevo cuerpo? ¿Con qué poder El va a transformar nuestro cuerpo?**: “*Por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Toda la creación está sujeta a Cristo; con ese poder con el cual Cristo ha sujetado a Sí mismo todas las cosas, El va a transformar nuestros cuerpos y va a resucitar a los muertos en Cristo en cuerpos glorificados. Ahora, podemos ver la importancia de estar sentados con Cristo en Su Reino, estar sentados con Cristo en lugares celestiales, para lo cual las personas escuchan la predicación del Evangelio y escuchan el llamado, la invitación que se les hace para que reciban a Cristo como su Salvador, confesando sus pecados a Cristo y laven sus pecados en la Sangre de Cristo, sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y reciban el Espíritu Santo, y así sean colocados en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro, y así estén sentados con Cristo Jesús en lugares celestiales. Por medio del nuevo nacimiento, al nacer de nuevo ya usted es una persona celestial, es del Cielo, y nuestra ciudadanía es del Cielo, de donde Cristo vendrá para resucitar a los muertos creyentes en El y para transformarnos a nosotros los que vivimos, y entonces habrá una nueva raza con Vida eterna, con cuerpos físicos eternos, que será la raza que gobernará el planeta Tierra completo con nuestro amado Señor Jesucristo, porque esas son las personas que han sido sentadas en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro. Por eso es que todo ser humano necesita recibir a Cristo como su Salvador. La Primera Venida de Cristo tuvo un propósito: ¿Cuál fue el propósito de la Venida del Señor? ¿Fue sanar los enfermos, fue resucitar aquellos muertos que resucitó? No. El propósito principal que Cristo tuvo en venir fue buscar y salvar lo que se había perdido, para lo cual tuvo que morir por todos nosotros, fue salvar nuestra alma. Por eso El murió en la Cruz del Calvario, para eso El vino a la Tierra: para morir por todos nosotros, para así que nosotros podamos vivir eternamente en lugares celestiales con El, con Cristo nuestro Salvador. Nuestra vida está escondida en Cristo. “Nadie viene al Padre, sino por mí,” dijo Jesucristo. Sin Cristo ninguna persona puede ir al Padre Celestial, ni siquiera para orar, porque para orar hay que ir a Dios, al Padre, en el Nombre del Señor Jesucristo y pedir todo en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, las palabras de Cristo cuando dijo: “Sin mí nada podéis hacer.” Eso es una verdad que toda persona necesita reconocer, para que así sepa que solamente hay una persona que realmente nosotros necesitamos, y ese es Jesucristo. Ningún ser humano puede decir que no necesita a Jesucristo, aunque lo diga, realmente depende de Jesucristo. Si Cristo no moría en la Cruz del Calvario, no estaríamos nosotros aquí. Cristo dijo en San Juan, capítulo 12, verso 24: “*De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo.”* Si El no tomaba nuestros pecados y moría por nosotros, nosotros no estaríamos aquí pero El sí, El estaría en la Tierra caminando de un lugar a otro pero solitario, y ese no es el plan de Dios. El plan de Dios no es que Cristo esté solitario en este planeta Tierra, sino que Jesucristo esté con todos nosotros en lugares celestiales. Por lo tanto, Cristo murió por nosotros para que así El pudiera tener muchos hijos e hijas de Dios. “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” o sea, muchos granos de trigo. Y Cristo es el grano de trigo que fue sembrado en tierra, por lo tanto muchos hijos e hijas de Dios iguales a Jesucristo con Vida eterna, y sentados en lugares celestiales con Cristo nuestro Salvador. “**SENTADOS EN LUGARES CELESTIALES CON CRISTO.”** Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión. Y ahora, hemos visto la forma para ser sentados en lugares celestiales con Cristo nuestro Salvador. Y ahora, veamos el primer Mensaje que Pedro predicó el Día de Pentecostés, en el capítulo 2, terminando ya su mensaje. Capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 36 en adelante, dice: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.* *Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Ese fue el llamado del Espíritu Santo a través de San Pedro: venir arrepentidos a los pies de Cristo y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les dará el bautismo del Espíritu Santo (dijo San Pedro); porque para ellos, para los hijos y para los que están lejos y para todos los que nuestro Dios llamare, para todos es el bautismo del Espíritu Santo. Y ahora, siendo que el reino de las tinieblas va a ser destruido, toda persona tiene que escapar del reino de las tinieblas y ser colocado en el Reino de Cristo, el Reino de luz, ser colocados en lugares celestiales en Cristo Jesús, en el Reino de Cristo, el cual no será destruido en ningún momento. Por lo tanto, Pedro les dice: “Sed salvos de esta perversa generación,” o sea, escapen por su vida, y así son sacados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y son sentados en lugares celestiales en Cristo Jesús Señor nuestro. Por lo tanto, el llamado que fue hecho allá, ha continuado por todos estos dos mil años aproximadamente que han transcurrido de Cristo hacia acá. Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y ha recibido el Espíritu Santo, ha nacido de nuevo y está sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro, tiene Vida eterna. Pero toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador todavía, no tiene Vida eterna y no está sentado en lugares celestiales con Cristo Jesús, está en el Reino de las tinieblas, que es el Reino del diablo, del maligno. Por lo tanto necesita salir de ese reino del maligno que va a ser destruido por Cristo. Por lo tanto, todos están llamados a salir del reino de las tinieblas y venir al Reino de Cristo para estar sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús Señor nuestro, y así tener la salvación del alma y la Vida eterna. Por lo tanto, todas las personas que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador, pueden hacerlo en esta noche para que Cristo los salve, lave sus pecados con Su Sangre preciosa y los coloque en lugares celestiales con El, con Cristo, y así queden en el Reino de Cristo nuestro Salvador con Vida eterna. Todas las personas que en esta noche estarán recibiendo a Cristo como su Salvador, estarán recibiendo la Misericordia de Jesucristo y la salvación y Vida eterna; por lo tanto podrán levantar sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes, para que Cristo extienda Su Amor y Misericordia hacia ustedes, perdone sus pecados, le limpie con Su Sangre preciosa, sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y reciban el Don del Espíritu Santo y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan del agua y del Espíritu, y así entren al Reino de Dios, al Reino de Jesucristo nuestro Salvador y queden sentados en lugares celestiales en Cristo Jesús Señor nuestro. Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todas las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, y también las personas que en alguna ocasión estaban en el camino de Cristo y se apartaron, pueden ser reconciliadas también con Cristo en esta ocasión, levantarán sus manos y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín orará por ustedes también. Y todos los niños de trece años en adelante, pueden también levantar sus manos para recibir a Cristo como su Salvador. El Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por todos ustedes. Que Dios les bendiga, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. “**SENTADOS EN LUGARES CELESTIALES.”**