--- title: 'Cristo nuestra única esperanza' date: 2002-10-22 activity: 1 place: city: Machala state: country: EC duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes aquí en la República de Ecuador; es para mí una bendición grande estar con ustedes aquí en Machala (Machala), República de Ecuador, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también de mis niñas América y Yahannah Gabriela, la cual ya está comenzando a caminar. Para esta noche leemos en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, donde nos dice el gran Apóstol San Pablo: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,* *en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.* *El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.* *Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.* *Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;* *y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;* *por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,* *y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.* *Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado* *en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él;* *si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro.* *Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia;* *de la cual fui hecho ministro, según la administración de Dios que me fue dada para con vosotros, para que anuncie cumplidamente la palabra de Dios,* *el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos,* *a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,* *a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre;* *para lo cual también trabajo, luchando según la potencia de él, la cual actúa poderosamente en mí.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Tomamos el verso 27 de este capítulo 1 de Colosenses que dice: “*A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.”* “**CRISTO NUESTRA ÚNICA ESPERANZA.”** Cristo es nuestra única esperanza. **¿Por qué Cristo es nuestra única esperanza?** El ser humano luego de la caída en el Huerto del Edén perdió el derecho a la Vida eterna, y por consiguiente el ser humano vino a ser mortal, corruptible y temporal en su vida terrenal. El ser humano fue destituido de la gloria de Dios cuando pecó en el Huerto del Edén. San Pablo nos dice esto en Romanos, capítulo 3, verso 23, cuando nos dice: “*Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios.”* El ser humano fue destituido de la gloria de Dios cuando pecó y perdió el derecho a recibir el espíritu teofánico angelical de la sexta dimensión al nacer, y un cuerpo físico inmortal. Por lo tanto, todo ser humano que ha nacido después de Adán y Eva, ha nacido en un cuerpo mortal, corruptible y temporal, perdió el derecho a recibir un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión (o sea, un espíritu de la sexta dimensión), y perdió el derecho a recibir un cuerpo físico eterno. Y ha venido el ser humano a vivir en un nivel más bajo del que estaba cuando Adán y Eva estaban en la Tierra antes de pecar. El ser humano allí fue puesto a prueba, y en esa prueba en la cual él fue puesto, luego de la prueba, él subiría más alto, sería adoptado, y sería el ser humano igual a Jesucristo con un cuerpo glorificado; sería adoptado, y tendría entonces su cuerpo físico glorificado, y entonces sería eterno. Pero el ser humano si pecaba bajaría de su nivel en que estaba, bajaría a un nivel más bajo: al nivel de los animales. Por lo tanto el ser humano si pecaba, entonces de ahí en adelante vendría a tener un cuerpo animal. Por eso la ciencia dice que el ser humano es un ser animal. Pero no ha comprendido la ciencia todavía el misterio de porqué el ser humano es animal; es animal en su cuerpo físico, pues luego de la caída el ser humano vino a obtener un cuerpo mortal, corruptible y temporal y animal; y esto aunque para algunos suena un poco raro, es la verdad, porque la Biblia nos habla de esto. También recibió un espíritu del mundo, de la quinta dimensión, un espíritu animal también. Ahora, por eso ustedes pueden ver las guerras entre los seres humanos; y eso si no son guerras como las de los animales, entonces, si no es como las de los animales, es peor. Ahora, vean en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 42 en adelante, San Pablo nos dice: “*Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción.* *Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder.* *Se siembra cuerpo animal...”* ¿Ven que la Biblia lo dice? El gran Apóstol San Pablo lo dice: “Se siembre cuerpo animal.” Este cuerpo que tenemos es cuerpo animal. Por eso es que no podemos con este cuerpo vivir eternamente. Sigue diciendo: “*Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual...* Cuando los muertos en Cristo resuciten, no van a resucitar en el mismo cuerpo físico que tenían, porque morirían de nuevo, resucitarán en un cuerpo físico, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador: “*Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual.”* Y ahora, nosotros vivimos en este cuerpo animal que hemos recibido al nacer en esta Tierra, y vean ustedes lo que nos dice: “*Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente.”* Recuerden que el ser humano es alma viviente, el cuerpo físico es solamente la casa donde vive y a través de la cual se comunica en esta Tierra: “*Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán* (el cual ¿es quién? Jesucristo, el cual es el Segundo Adán, el postrer Adán)*; el postrer Adán, espíritu vivificante.* *Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.”* Y ahora, nosotros hemos obtenido al nacer en esta Tierra un cuerpo animal, mortal, corruptible y temporal, pero luego viene el cuerpo espiritual y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo. ¿Para quiénes? Para aquellos que reciben a Cristo como nuestro Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les da Su Espíritu Santo, y entonces nacen de nuevo, obtienen el nuevo nacimiento y nacen en el Reino de Cristo, nacen como hijos e hijas de Dios en el Reino de Cristo, y así obtienen el nuevo nacimiento, del cual le habló Cristo a Nicodemo cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios (o sea, no lo puede comprender).” Nicodemo siendo un hombre religioso estaba muy interesado en el Reino de Dios, y sobre todo en entrar al Reino de Dios; y le dice a Cristo: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo (porque ya Nicodemo ahí muestra que estaba avanzado en edad)... ¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?” *Respondió Jesús: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.* *Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del espíritu, espíritu es.* *No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”* (Nota - San Juan 3:3-7) Y tampoco nosotros nos maravillemos de que Cristo ha dicho: “Os es necesario nacer de nuevo, para poder (¿qué?) entrar al Reino de Dios (que es la Iglesia del Señor Jesucristo).” Y así como Nicodemo estaba interesado en entrar al Reino de Dios, cada uno de ustedes también está interesado en entrar al Reino de Dios. Y la forma de entrar al Reino de Dios es naciendo de nuevo, naciendo del agua y del Espíritu, lo cual se efectúa cuando la persona reconoce que es un pecador y recibe a Cristo como su Salvador, porque reconoce que Jesucristo es su única esperanza para salvar su alma. Porque el Hijo del Hombre vino ¿para qué?... en San Mateo, capítulo 18 dice para qué vino el Hijo del Hombre, capítulo 18, verso 11, dice: “*Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.”* El ser humano con su caída en el Huerto del Edén se perdió, la raza humana se perdió, cayó de la posición en que estaba; y en vez de subir a un nivel más alto, al nivel de Jesucristo, bajó al nivel animal; y por consiguiente, lo que recibe es un cuerpo mortal, corruptible y temporal, un cuerpo animal, para vivir una temporada aquí en la Tierra y hacer contacto con Cristo, la Vida eterna: la única esperanza que hay para el ser humano, para que el ser humano pueda ser salvo, para que el alma del ser humano pueda ser salva. El ser humano es cuerpo, espíritu y alma. Lo más importante del ser humano es su alma. Eso es lo que en realidad es el ser humano. Nosotros luchamos por las cosas del cuerpo, lo cual está bien; pero por lo más que tenemos que luchar es por las cosas del alma. Tenemos que luchar para que nuestra alma no se pierda. ¿Y cómo lo podemos hacer? ¿En qué podemos poner nuestra esperanza para la salvación de nuestra alma? Pues en Jesucristo nuestro Salvador, porque el Hijo del Hombre vino para salvar lo que se había perdido. Porque el Hijo del Hombre vino para buscar y salvar lo que se había perdido: al ser humano. Y ahora, veamos lo que nos dice en San Juan, capítulo 3, hablándonos ahí la Escritura, versos 12 en adelante. Dice: *“Si os he dicho...”* Está hablándole a Nicodemo: “*Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?* *Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.* *Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,* *para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* Todo aquel que cree en Cristo no se pierde, sino que tiene Vida eterna. Todo aquel que no cree, pues está perdido, no tiene Vida eterna; porque no tiene la esperanza de vivir eternamente con Cristo nuestro Salvador. Si no tiene la única esperanza del ser humano, que es Jesucristo, el ser humano está perdido; por consiguiente, la persona que no recibe a Cristo como su Salvador, será juzgada en el juicio final, será condenada y será echada al lago de fuego, que es la segunda muerte; porque no tuvo la única esperanza que hay para el ser humano, que es Jesucristo: esa es la única esperanza para usted y para mí, para que nuestra alma pueda obtener el perdón de nuestros pecados y pueda ser salva y vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Toda persona desea vivir eternamente, y toda persona desea vivir con Cristo en Su Reino; pues miren lo sencillo que es: es teniendo a Cristo como su única esperanza, recibiéndolo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, siendo bautizado en agua en Su Nombre y recibiendo el Espíritu Santo que Cristo le dará; y así obtiene la persona el nuevo nacimiento, así nace de nuevo. ¿Y nace dónde? En el Reino de Dios, ha nacido en el Reino de Dios, ha entrado al Reino de Dios; así como por medio del nacimiento físico que obtuvimos aquí en la Tierra, a través de nuestros padres terrenales, nacimos en esta Tierra; y por consiguiente nacimos en el Reino de las tinieblas, del maligno, que es el que ha estado gobernando este planeta Tierra, y por consiguiente a la raza humana, desde que la raza humana cayó allá en el Huerto del Edén. Ahora, es por medio del nacimiento que la persona nace en un reino. Por medio del nacimiento natural, a través de nuestros padres terrenales, nacimos en el reino de las tinieblas, aquí en este planeta Tierra; donde el príncipe de las tinieblas y príncipe de esta Tierra ha estado gobernando a la raza humana, y la ha tenido esclavizada como el faraón tuvo esclavizado al pueblo hebreo allá en Egipto. Pero así como Dios vino en Moisés y libertó al pueblo hebreo, Dios vino en Cristo y libertó al ser humano. Y ahora, la única esperanza para el ser humano es Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, encontramos que Cristo nos ha libertado. Y esa liberación se materializa en la persona cuando la persona lo recibe como su Salvador; y así los pecados de la persona son perdonados y son limpiados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Cristo está en el Cielo con Su cuerpo físico glorificado, como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre, la propia Sangre de Cristo, del Sacrificio que Cristo efectuó en la Cruz del Calvario; así como lo hacía el sumo sacerdote en el Antiguo Testamento, el cual sacrificaba el macho cabrío de la expiación el día diez del mes séptimo. Y llevaba la Sangre del macho cabrío de la expiación, la llevaba al lugar santísimo; y esparcía con su dedo sobre el propiciatorio siete veces. Y luego que terminaba sus labores en el lugar santísimo, luego salía; y ya quedaba el pueblo perdonado y reconciliado con Dios. Pero los que no se habían arrepentido en ese día y no habían clamado a Dios por Misericordia, no habían pedido perdón a Dios, arrepentidos en sus almas por haber pecado contra Dios, los que no se afligían en sus almas (por haber pecado contra Dios) en ese día, y pedían perdón a Dios, los que no lo hacían así, ¿qué pasaba con ellos? No quedaban perdonados; y por consiguiente serían cortados del pueblo de Dios durante ese año de ahí en adelante, por alguna plaga, enfermedad o alguna cosa, morirían durante ese año, porque no quedaban reconciliados con Dios. Y ahora, desde la muerte de Cristo en adelante comenzó el tiempo de reconciliación con Dios para todo ser humano: no solamente para los hebreos, sino para los gentiles también. Por lo tanto, comenzó el día de la expiación donde Dios extiende Su amor, Su misericordia y Su perdón para todo ser humano, para que todo ser humano sea reconciliado con Dios, para que todo ser humano arrepentido de sus pecados reciba a Cristo como su Salvador. Y eso es lo mismo reconociendo el sacrificio que era hecho el día de la expiación: el sacrificio del macho cabrío, y reconozca la Sangre de Cristo tipificada en la sangre del macho cabrío. Y ahora, todo aquello que en el Antiguo Testamento se realizaba era tipo y figura de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Y si allá era tan importante, más importante es con Cristo nuestro Salvador. Por lo tanto, toda persona que recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo y es bautizado en agua en Su Nombre, Cristo le da el bautismo del Espíritu Santo; y la persona obtiene el nuevo nacimiento, y la persona obtiene un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión. Y luego, en el Día Postrero, cuando Cristo termine de completar Su Iglesia, Cristo se levantará del Trono del Padre y tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, y resucitará a los muertos creyentes en El, y a nosotros nos transformará: y entonces todos tendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado. Vean, aquí nos habla San Pablo en Filipenses, capítulo 3 verso 20 al 21, diciendo: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”* Esta es la ciudadanía nuestra, de nuestro nuevo nacimiento, del nacimiento que hemos obtenido por medio de Cristo; y este nacimiento es del Cielo, por lo tanto nuestra ciudadanía es celestial, nuestra ciudadanía del nuevo nacimiento. Así como nuestra ciudadanía terrenal, por medio del nacimiento físico que obtuvimos a través de nuestros padres, es terrenal; y es de la nación en la cual hemos nacido. Pero por medio del nuevo nacimiento, ahora tenemos una ciudadanía celestial, somos ciudadanos celestiales: nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”* ¿Ven? El va a transformar el cuerpo de la humillación nuestra. El cuerpo de la humillación nuestra es este cuerpo mortal, corruptible y temporal, este cuerpo animal. En este cuerpo es que hemos aparecido siendo hijos de Dios, hemos aparecido humillados como seres terrenales en cuerpos animales. “*...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo* (de Su gloria) *de la gloria suya.”* Para que sea semejante a Su cuerpo glorificado, para que tengamos un cuerpo celestial, un cuerpo glorificado, un cuerpo eterno, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador y podamos vivir físicamente por toda la eternidad. Ahora, todo esto está señalado para la Segunda Venida de Cristo, para cuando El complete Su Iglesia; entonces El va a resucitar a los muertos creyentes en El, en cuerpos glorificados y eternos; y nos va a transformar a nosotros los que tenemos a Cristo como nuestra única esperanza. Y ahora, continuamos leyendo aquí en San Juan, capítulo 3, verso 14, dice: “*Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,* *para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* Este tipo y figura de la serpiente de bronce en el desierto, que Moisés levantó en aquel tiempo, cuando por causa del pecado del pueblo hebreo vinieron serpientes venenosas y mordían a los hebreos. Y una persona mordida por una serpiente venenosa está condenada ¿a qué? A la muerte. Y Dios le dijo a Moisés: “Levanta una serpiente de bronce en el desierto en una vara. Y todo aquel que sea mordido por serpientes venenosas, y mire esa serpiente de bronce, no morirá.” ¿Qué sucedía? Era anulado, cancelado, el veneno y el efecto del veneno; por lo tanto era anulada la muerte para esas personas que miraban con una mirada de fe a esa serpiente de bronce; porque la serpiente de bronce tipifica el pecado ya juzgado. Por lo tanto, el pecado ya estaba juzgado en esa serpiente de bronce; porque esa serpiente de bronce tipifica a Jesucristo, en quien el pecado del ser humano sería juzgado, condenado y derramado el juicio de Dios sobre Cristo. Cristo murió por nuestros pecados, nuestros pecados causaron la muerte de Cristo: el juicio divino vino sobre Cristo a causa de nuestros pecados, porque la paga del pecado es muerte; por eso vino como paga del pecado nuestro, sobre Cristo que tomó nuestros pecados, vino la muerte sobre Cristo para que nosotros podamos vivir eternamente. Si El murió por nuestros pecados, ya nosotros no tenemos que morir. Ahora podemos nosotros tener Vida eterna. Pero este cuerpo que tenemos no tiene (físicamente)Vida eterna; porque es mortal, corruptible y temporal; pero ya El nos ha dado Vida eterna espiritual, y nos ha dado el nuevo nacimiento y nos ha dado un cuerpo angelical de la sexta dimensión. Y nos dará un cuerpo físico con Vida eterna, un cuerpo glorificado, cuando complete Su Iglesia. Y entonces resucitará a todos los muertos creyentes en El, de edades pasadas y de los nuestros que han partido, en cuerpos glorificados; y a nosotros nos transformará; y entonces todos tendremos Vida eterna física como Jesucristo nuestro Salvador. “Por cuanto yo vivo, vosotros también viviréis,” dijo Cristo nuestro Salvador. Y ahora, la Vida eterna es por causa de Cristo, por eso Cristo es nuestra única esperanza. Ahora, en el tiempo de Moisés los que miraban a la serpiente de bronce, los cuales habían sido mordidos por serpientes venenosas, y estaban condenados a la muerte, ponían su única esperanza ¿en quién? En la serpiente de bronce. Era la única esperanza que tenían. ¿Y aquella serpiente de bronce por qué era la única esperanza? Porque tipificaba a Jesucristo muriendo en la Cruz del Calvario, que es la única esperanza para el ser humano. No hay otra esperanza para el ser humano. Por lo tanto, el que da una mirada de fe a Cristo crucificado, reconociendo que la muerte de Cristo en Su Primera Venida fue para llevar nuestros pecados y darnos Vida eterna, y lo recibe como su Salvador con esa mirada de fe a Cristo, esa persona su condena de muerte es anulada. ¿Y por qué el ser humano está condenado a la muerte? Porque así como al pueblo hebreo los mordían las serpientes venenosas y quedaban condenados a la muerte, las personas mordidas por serpientes venenosas, en el Huerto del Edén la serpiente antigua, el diablo, Satanás, a través de la serpiente mordió la raza humana y colocó el veneno del pecado. Y el veneno del pecado trae la muerte, porque la paga del pecado es muerte; así como el resultado de una mordida de una serpiente venenosa a una persona ¿cuál es el resultado? La muerte. Y ahora, el ser humano solamente tiene una forma para que sea anulada la sentencia, la condena de la muerte, y es dando una mirada de fe a Cristo: eso anula el efecto del pecado, eso anula la condenación de muerte, y anula el veneno del pecado, porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado. Y vean, en Apocalipsis, capítulo 12, verso 11 en adelante, dice: “*Y ellos le han vencido* (¿a quién? Al diablo)*... Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte.”* Y ahora, a la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, hay un grupo de seres humanos que lo han vencido por medio de la Sangre de Cristo y el testimonio de ellos, el testimonio de que son creyentes en Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario. Y ahora, por medio de la Sangre de Cristo vencemos al diablo, y a la mordida del diablo, y a este veneno que el diablo colocó en la Raza humana, vencemos al diablo por medio de la Sangre de Cristo; y queda anulado el efecto de la muerte, y queda anulado el veneno del diablo, el veneno del pecado; y así somos libertados de la muerte; como eran libertados de la muerte las personas que eran mordidas por serpientes venenosas, cuando miraban a la serpiente de bronce quedaban libres, libres del veneno de la serpiente, y por consiguiente quedaban libres de la muerte. Así es con Cristo nuestro Salvador, tipificado en la serpiente de bronce que fue levantada en el desierto, y Cristo fue levantado en la Cruz del Calvario: *“Porque de tal manera amó Dios al mundo...”* Estoy leyendo en San Juan, capítulo 3, verso 16 en adelante: “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.* *Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.* *El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”* Y ahora, para todo ser humano todo el asunto de su vida gira alrededor de creer o no creer, y gira alrededor de ser condenado o ser salvo. Si no cree, ya ha sido condenado, como una persona que era mordida por una serpiente venenosa en el tiempo de Moisés allá en el desierto, si no miraba a la serpiente de bronce, pues esa persona ya estaba condenada, porque desde que la serpiente le mordió y colocó el veneno en la persona, ya estaba condenada a muerte. Antes de tener la oportunidad de mirar, ya estaba condenada a muerte; pero podía salir de esa condenación (muerte) mirando a la serpiente de bronce. Ahora, el que no cree, ya ha sido condenado, porque está bajo condenación por causa del pecado. Pero cuando mira a Cristo, representado en la serpiente de bronce, es libertado: sus pecados son perdonados, y la Sangre de Cristo lo limpia de todo pecado; y por consiguiente quita el veneno del pecado; y si quita el veneno del pecado, pues quita luego el resultado del pecado, que es la muerte; y por consiguiente la persona entonces tiene Vida eterna. Ahora, encontramos también en Romanos, capítulo 5 donde San Pablo nos dice del verso 8 en adelante, dice: “*Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.* *Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.* *Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.* *Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”* Y ahora, por medio de Jesucristo hemos recibido la reconciliación con Dios, como sucedía cuando se sacrificaba el macho cabrío de la expiación, el día diez del mes séptimo de cada año, conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 en adelante. Y ahora, aquello que en el Antiguo Testamento, en medio del pueblo hebreo, era un tipo y figura, y era aceptado por Dios temporalmente, ahora todo eso se ha cumplido en Jesucristo nuestro Salvador. Ahora, ninguna persona puede tener su esperanza en un sacrificio de un animalito como se hacía allá en medio del pueblo hebreo, no se puede tener la esperanza en sacrificar un cordero pascual ni un macho cabrío de expiación, como en el Antiguo Testamento se efectuaba, porque ya Cristo es nuestro Cordero pascual que ya ha sido sacrificado, y Cristo también es el macho cabrío de la expiación en el Nuevo Testamento. Por lo tanto, no ponemos nuestra esperanza en los tipos y figuras, sino en la realidad: que es Jesucristo nuestro Salvador, el Cordero de Dios, como dijo Juan el Bautista cuando presentó a Cristo diciendo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Con Su Sacrificio en la Cruz del Calvario El quitó el pecado del mundo, y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado. Y ahora, para el ser humano solamente hay una esperanza, y Jesucristo es la esperanza de gloria para el ser humano. No hay otra esperanza para el alma del ser humano, no hay otra esperanza para el ser humano obtener el perdón de sus pecados y recibir la salvación de su alma. No hay otra esperanza para el ser humano, para el ser humano esperar vivir eternamente en el Reino de Dios, solamente la esperanza está en nuestro amado Señor Jesucristo; por lo cual proclamamos que no hay otro Nombre dado a los hombres en quien podamos ser salvos, sino en el Nombre del Señor Jesucristo. En el libro de los Hechos, capítulo 4, verso \*11 es que nos dice San Pedro: “*Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.* *Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”* Por lo tanto, la salvación el ser humano solamente la puede encontrar en Jesucristo nuestro Salvador, El es nuestra única esperanza. En el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 34 en adelante, dice: “*Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:* *Dijo el Señor a mi Señor:* *Siéntate a mi diestra,* *Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.* *Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.* *Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Y aquí pregunta el pueblo a los Apóstoles: “¿Qué haremos?” Pedro les dice: *”Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa.”* Es para toda persona que recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo le dará el bautismo del Espíritu Santo. Porque es para esas personas que reciben a Cristo, la promesa del bautismo del Espíritu Santo, para la persona obtener el nuevo nacimiento, y así nacer en el Reino de Cristo nuestro Salvador, y así recibir la salvación de su alma, que es lo más importante para el ser humano. ¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? De nada le habrá servido a la persona haber vivido en esta Tierra, y haber tenido esa oportunidad tan hermosa de recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibir el Espíritu Santo, y así obtener la salvación y Vida eterna. Esa es la forma en que se materializa en la persona la salvación y Vida eterna de parte de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso Cristo es nuestra única esperanza, El es nuestra única esperanza para el perdón de nuestros pecados, El es nuestra única esperanza para el bautismo del Espíritu Santo, El es nuestra única esperanza para nuestro nuevo nacimiento, El es nuestra única esperanza para la salvación de nuestra alma, El es nuestra única esperanza para vivir eternamente en el Reino de Dios. No hay otra persona que pueda ser nuestra única esperanza, solamente un hombre: Jesucristo el Hijo de Dios. Si en algún lugar aparece una persona diciendo que tiene el secreto para aumentar la vida del ser humano por cien años o quinientos años, y que él tiene el medicamento para aplicarlo a las personas, esa persona en su oficina o en su hogar no tendría tiempo ni para comer, por tantas miles de personas que estarían en fila para recibir ese medicamento, no importa lo que le cobre el médico o la persona dueña de su medicamento. Si le aumentan quinientos años, la persona daría todo el dinero que tenga, ¿por qué? Porque luego en quinientos años más va a recuperar todo el dinero que pagó por añadirle esos quinientos años. Pero ahora, hay un hombre que yo conozco, el cual dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” El dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” También El dijo... estas citas es el capítulo 5, verso 24 de San Juan (la última cita que les dí), la anterior está en San Juan, capítulo 14, verso 6. Y en el capítulo 6, versos 39 en adelante, Cristo dice: “*Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.* *Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”* La Vida eterna solamente la tiene Cristo, y la da, la otorga, al que lo recibe como su Salvador; por lo tanto la única esperanza de Vida eterna está en un hombre: Jesucristo nuestro Salvador. La resurrección en cuerpos glorificados está en un hombre: Jesucristo nuestro Salvador. El dice: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero.” Por lo tanto, la esperanza para los muertos en Cristo que ya han partido está ¿en quién? En Jesucristo, que dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero.” Y si alguno de los nuestros de este tiempo muere, ¿en quién usted tiene la esperanza para ser resucitado en un cuerpo glorificado? En Jesucristo nuestro Salvador; y si continuamos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten, ¿en quién usted tiene la esperanza para ser transformado? En Jesucristo nuestro salvador, porque Cristo es nuestra única esperanza. Por lo tanto, siendo que Cristo es nuestra única esperanza, “el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado,” dice Jesucristo nuestro Salvador en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16. Dice: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Y ahora, toda persona que quiere ser salvo cree en Jesucristo como su Salvador, lo recibe como su Salvador, arrepentido de sus pecados, y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego; y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y ha sido salvada por Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, siendo que Cristo es nuestra única esperanza para salvación y Vida eterna, en esta ocasión, ¿dónde están los que ya tienen salvación y Vida eterna? Esto es porque ustedes han recibido a Cristo como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego. Pero los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador, no tienen a Cristo en sus almas; y por consiguiente no tienen Vida eterna, están perdidos. En Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* La Vida eterna está ¿en quién? En el Hijo de Dios, Jesucristo. “*El que tiene al Hijo, tiene la vida* (o sea, tiene la Vida eterna)*; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida* (o sea, no tiene Vida eterna, está perdido)*.* *Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tienen Vida eterna. Tenemos Vida eterna porque tenemos al Hijo de Dios en nuestras almas, en nuestros corazones, porque lo hemos recibido en nuestro corazón y hemos sido bautizados en agua en Su Nombre. Y ahora, los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador para recibir el perdón de sus pecados y ser lavados con la Sangre de Cristo, y ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu Santo, y obtener el nuevo nacimiento, y obtener Vida eterna, en esta noche lo pueden hacer levantando sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, para que Cristo extienda Su Misericordia sobre ustedes, perdone sus pecados, los limpie con Su Sangre preciosa y salve vuestra alma, para que así tengan ustedes Vida eterna. Así es como Cristo nos da Vida eterna, y así es como obtenemos el nuevo nacimiento, y entramos al Reino de Dios. Todos los que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, en esta ocasión tendrán al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín orando por ustedes para que Cristo perdone vuestros pecados, les limpie con Su Sangre preciosa, y sean ustedes bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Su Espíritu Santo, y ustedes obtengan el nuevo nacimiento, y obtengan salvación y Vida eterna. Cristo es el hombre que ha estado ofreciendo salvación y Vida eterna gratuitamente para todo ser humano; por eso millones de seres humanos han estado recibiendo a Cristo como su Salvador, en este lapso de tiempo de dos mil años aproximadamente de Cristo hacia acá. Y en este tiempo los últimos que recibirán a Cristo como su Salvador son los que viven en este tiempo final. Por lo tanto tienen la oportunidad de hacerlo en esta noche los que todavía no lo han recibido como nuestro Salvador. ***Que las bendiciones de Cristo, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y añada en esta noche muchas personas a Su Iglesia, Su Reino, dándoles salvación y Vida eterna. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por las personas que levantarán sus manos en esta ocasión. Dios les bendiga, y pasen todos muy buenas noches. “**CRISTO NUESTRA ÚNICA ESPERANZA.”**