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title: 'Ocupados de nuestra salvacion'
date: 2002-02-09
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city: Santiago de Cali
state: Valle del Cauca
country: CO
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Muy buenos días amables amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes hoy domingo 9 de febrero del año 2002, para compartir con ustedes en esta ocasión unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual leemos en Filipenses, capítulo 2, verso 12 al 16, donde San Pablo dice:
“Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor,
porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Haced todo sin murmuraciones y contiendas,
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;
asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado”.
Nos llama la atención las palabras del verso 12: “… ocupaos de vuestra salvación con temor y temblor”.
“OCUPADOS DE NUESTRA SALVACIÓN”.
Eso es lo que San Pablo dice que nosotros hagamos, como lo dijo a la Iglesia de Filipenses; por lo tanto, ocupados de vuestra salvación.
¿Por qué es tan importante cada individuo ocuparse de su salvación? El Señor Jesucristo dijo en una ocasión, en San Mateo 16, verso… capítulo 16 de San Mateo, verso 26 en adelante:
“Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Ahora, Cristo aquí nos muestra que de nada le sirve a un ser humano convertirse en una persona rica en esta Tierra y perder su alma, ¿de qué le vale?, ¿de qué le sirve al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? De nada le habrá servido haber vivido en este planeta Tierra, porque el vivir en este planeta Tierra tiene un propósito divino: es que la persona se ocupe de su salvación con temor y temblor.
Cristo también en el Evangelio según San Mateo, capítulo 6, nos dice en el verso 33:
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
¿Qué es lo que el ser humano tiene que buscar primero? El Reino de Dios y Su Justicia. Por lo tanto, toda persona tiene una misión en esta Tierra, la cual debe comprender, y es la de buscar el Reino de Dios y Su Justicia, y para eso tiene que ocuparse de su salvación con temor y temblor.
También en el capítulo 6, verso 33, Cristo enseñando a orar a Sus discípulos dice, capítulo 6, verso 10 (corrijo), enseñando a orar a Sus discípulos, entre las cosas que Él les enseñó a pedir a Dios, dice:
“Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”.
Ahora, se requiere que toda persona se ocupe de su salvación con temor y temblor. ¿Por qué es necesario? Porque el ser humano cuando pecó en el Huerto del Edén murió, aunque físicamente no se ve que murió allí, la muerte entró a la raza humana y el ser humano vino a ser mortal. Así entró la muerte a la raza humana: por causa del pecado.
Ahora, en el alma de todo ser humano está el deseo de vivir eternamente y permanecer joven para toda la eternidad. Si hay una promesa de vida eterna, pues hay un deseo en el alma de todo ser humano de vivir eternamente.
¿Y cómo podemos vivir eternamente? Cristo tiene el Programa: Así como la muerte entró a la raza humana por medio de Adán, por medio de Cristo, el segundo Adán entró la vida eterna para todo ser humano.
Ahora, el ser humano al nacer en esta Tierra por medio de sus padres terrenales, nace en y como miembro de una raza caída descendiente de Adán, y por consiguiente nace en una raza mortal, corruptible y temporal; por lo tanto, no puede vivir eternamente la persona.
Por eso por más que estudie, por más que trabaje y por más riquezas que obtenga en la Tierra, no puede mantenerse vivo para siempre el ser humano, porque ha nacido en una raza mortal, temporal, por eso se va poniendo viejo y luego muere, y algunos mueren antes por algún accidente o alguna enfermedad.
Pero, ¿qué podemos hacer para vivir eternamente? Hay una sola forma de vida eterna, y es Jesucristo nuestro Salvador. Él dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí”. Por lo tanto, nadie busque la vida eterna, la inmortalidad, a menos que sea a través de Jesucristo, nadie busque el llegar Dios a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador.
Él es el que sacó a la luz la vida eterna, para que toda persona que desea en su alma vivir eternamente, tenga la oportunidad de obtener la vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador.
¿Y cómo vamos a hacer? Cristo dijo a Nicodemo en el capítulo 3, verso 1 en adelante, en aquella conversación que tuvieron, ahí Cristo da la clave de cómo entrar al Reino de Dios para tener vida eterna. Dice el capítulo 3 de San Juan, verso 1 en adelante:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (o sea, no lo puede entender acá en su alma, en su corazón).
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.
Y ahora para entrar al Reino de Dios, Cristo dice que se requiere nacer de nuevo, nacer del agua y del Espíritu.
“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo (no es para uno maravillarse, sino para uno ocuparse de la salvación)”.
Ahora, aquí está el secreto de cómo el ser humano puede obtener la inmortalidad y vida eterna, y así habrá salvado su alma de ser echado al lago de fuego, donde serán destruidas las personas que sean echadas allí, los cuales serán echados en alma, en espíritu y cuerpo.
El ser humano es un ser trino: tiene alma, tiene espíritu y tiene cuerpo. ¿Qué es lo más importante del ser humano? Su alma, porque eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente.
El espíritu de la persona es un cuerpo de otra dimensión; y el cuerpo físico que tiene la persona, pues es un cuerpo de esta dimensión terrenal.
Y ahora, se requiere que el ser humano nazca de nuevo, porque su nacimiento natural que ha tenido ha sido en medio de la raza caída, descendiente de Adán, y por consiguiente la persona ha venido a ser un ser mortal, corruptible y temporal.
Pero estamos aquí en la Tierra por la gracia de Dios para un propósito divino: para ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor. Con temor y temblor, porque de esto depende de que la persona no sea echada en el lago de fuego, que es la segunda muerte; de esto depende que la persona pueda vivir eternamente en el Reino de Cristo.
Por lo tanto, lo más importante para la persona es ocuparse de su salvación con temor y temblor, porque no hay nada más importante para la persona que la vida eterna, no hay nada más importante.
Si la persona no tiene vida eterna de nada le sirve haber estudiado mucho, porque cuando se muere todo se acabó para la persona, no importa que se haya convertido en una persona rica materialmente, cuando muere no se puede llevar sus riquezas.
Por lo tanto, lo más importante es la vida eterna, porque cuando muere su cuerpo físico, la persona sigue viviendo en el Reino de Cristo, sigue viviendo en el Paraíso; y cuando Cristo complete Su Iglesia con los escogidos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida Cordero, que son enviados de siglo en siglo y de edad en edad a la Tierra, para que escuchen la Voz de Cristo a través de Su Espíritu Santo y reciban a Cristo como su Salvador, y así se ocupen de su salvación con temor y temblor.
Toda persona escrita en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, aún antes de recibir a Cristo, tiene en su alma, en su corazón una pregunta, y la pregunta es: “¿De dónde yo he venido? ¿Qué hago aquí en la Tierra? ¿Y hacia dónde voy después de esta vida terrenal?”. Y la persona siente una angustia en su alma, eso es angustia existencial.
Pero, esa angustia se va cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador personal, porque entonces comprende entiende, ve el Reino de Dios y entonces puede ver que ha venido de Dios su alma y ha venido a esta Tierra para escuchar la Voz de Cristo y recibir a Cristo como Su Salvador, obtener el perdón de sus pecados, ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo bautizarlo con Espíritu Santo y fuego y así obtener el nuevo nacimiento, del cual Cristo le habló a Nicodemo y le dijo que era indispensable para poder entrar al Reino de Dios.
Y ahora, la persona creyente en Cristo sabe por qué está en este planeta Tierra pasando por esta etapa terrenal: es para ocuparse de su salvación con temor y temblor, la salvación del alma.
Ahora la persona, cuando ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y ha recibido el Espíritu Santo, la persona ha nacido del agua y del Espíritu, ha nacido en el Reino de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, porque el Reino de Dios está aquí en la Tierra en una forma espiritual, pero va a estar también en una forma literal, una forma física en el Reino Milenial de Cristo.
Primero el Reino de Dios viene en forma espiritual y luego, para el Reino Milenial de Cristo estará en forma física también. Ahora está en forma espiritual el Reino de Dios en la Tierra, en el alma de todos los creyentes en Cristo, y ahí Cristo está sentado en el trono de nuestra alma, de nuestro corazón reinando, gobernando nuestras vidas. Él es el Rey de nuestra alma y gobierna nuestro espíritu y nuestro cuerpo también. Y así también es para la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes.
Ahora, vean ustedes, el creyente en Cristo, al recibirlo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y ser bautizado en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo, ha obtenido el nuevo nacimiento y ha obtenido una transformación interior, por consiguiente ha obtenido una resurrección, ha nacido en el Reino de Cristo, ha sido resucitado en un nuevo Reino, porque la raza descendiente de Adán es una raza muerta, no tiene vida eterna, sino que lo que tiene es la muerte; y por eso la vida en estos cuerpos físicos es tan corta, porque no hay vida eterna en el cuerpo físico del ser humano.
Ahora, primero recibimos una resurrección espiritual.
“… si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.
Segunda de Corintios, capítulo 5, verso 17. Y también San Pablo nos enseña que hemos resucitado con Cristo; por lo tanto, por cuanto hemos resucitado con Cristo, Él nos enseña que busquemos entonces las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la Diestra de Dios, o sea que, busquemos las cosas del Reino de Dios.
Y ahora, cuando la persona ha recibido a Cristo, ha sido bautizada en agua en Su Nombre y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y fuego, la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios que es la Iglesia del Señor Jesucristo, ha nacido como un hijo o una hija de Dios; por lo tanto, ahora, está viviendo una nueva vida espiritual en un nuevo Reino; ya no está en el reino de las tinieblas, sino que está en el Reino de Luz: la Iglesia del Señor Jesucristo, y ahí la persona es un descendiente del segundo Adán, que es Cristo nuestro Salvador.
Y ahora, todos los creyentes en Cristo son descendientes de Cristo, el segundo Adán, por medio del nuevo nacimiento, pertenecen a una nueva generación.
Recuerden, en los días de Jesús Cristo habló de aquellos que estaban en contra de Él, y les dijo: “Generación de víboras”, les dijo serpientes. También cuando querían que Él hiciera señales, Él dijo: “La generación perversa y adúltera demanda señal; pero señal no les será dada, sino la señal de Jonás. Como estuvo Jonás en el vientre de un pez, así por tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la Tierra” \[San Mateo 12:34-41\].
Ahora vean, Cristo a aquella generación le llamó una generación perversa, una generación adúltera y le llamó también una generación de serpientes, porque la generación humana, la raza humana descendiente de Adán, es una generación pecaminosa o pecadora que viene como producto del pecado cometido en el Huerto del Edén.
Y esa generación de seres humanos dejará de ser, por eso aparece una generación con seres humanos, termina y comienza otra generación con seres humanos, porque la generación de la raza humana en su condición caída es pasajera, es temporal.
Pero ahora, Dios está creando una nueva raza, y por consiguiente esa nueva raza es descendiente del segundo Adán, Jesucristo nuestro Salvador, y esa es la generación que permanecerá para toda la eternidad, porque recibe vida eterna espiritual al recibir a Cristo como Su Salvador y luego recibirá la vida eterna física, que será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y eternos, y la transformación de nosotros los que vivimos, donde obtendremos un cuerpo físico, eterno, inmortal e incorruptible y glorificado.
Y entonces estará en pie una nueva generación con vida eterna, todos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo, iguales en cuanto al cuerpo físico que será eterno y glorificado; no en cuanto a que todos vamos a tener el cabello del mismo color de Jesucristo, los ojos del mismo color y la nariz en la misma forma y el cuerpo en la misma forma y del mismo tamaño, no, porque ya eso sería otra cosa.
Las personas tendrán el color de su piel, de su cabello y de los ojos, que Cristo ha determinado para cada persona desde antes de la fundación del mundo; y será un cuerpo perfecto, el cual cuando usted lo vea en el espejo no lo encontrará ninguna falta, todo estará perfecto en ese nuevo cuerpo.
No importa que en este cuerpo mortal que tenemos tengamos algunos defectos, en el nuevo que Él nos dará no habrá ningún defecto, no tendrá muerte, aquel cuerpo será eterno, glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso es tan importante ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor.
Cristo es el único que tiene y le otorga a los que lo reciben, le otorga vida eterna. Ninguna otra persona puede ofrecerles a ustedes vida eterna, solamente Jesucristo nuestro Salvador.
Ahora, ¿qué será de aquellas personas que no se ocupan de su salvación con temor y temblor cuando les ha tocado vivir en este planeta Tierra? Lamentablemente esas personas han perdido la oportunidad de obtener el perdón de sus pecados, de ser lavados con la Sangre de Cristo y ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y así nacer en el Reino de Dios, por consiguiente, no confirmaron su nombre y su lugar en el Reino de Dios; por consiguiente, cuando el Reino de Dios físicamente sea establecido aquí en la Tierra, ahí no estarán esas personas.
Pero toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha sido bautizado en agua en Su Nombre y ha recibido el Espíritu Santo, ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo, el Reino de Dios que está en esa forma espiritual, y por consiguiente esa persona tiene vida eterna, esa persona no perecerá jamás, su alma volverá a vivir en este planeta Tierra en un nuevo cuerpo físico, inmortal, incorruptible y glorificado.
Por eso es tan importante ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor, sabiendo que Jesucristo es la única esperanza de vida eterna, es la única esperanza de gloria, para venir a ser iguales a Cristo, a Su imagen y a Su semejanza, para obtener la gloria de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora hemos visto lo importante que es ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor.
Ahora las personas que se han ocupado de su salvación con temor y temblor, son aquellas que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y fuego, esas personas han tenido el nuevo nacimiento, han nacido en la Iglesia del Señor Jesucristo y perseveran en la Iglesia del Señor Jesucristo sirviendo a Dios de todo corazón, en espíritu y en verdad.
Y ahora, podemos ver que esas son las personas que vivirán eternamente con Cristo en el Reino de Dios, podemos ver la forma de obtener la vida eterna y vivir con Cristo en Su Reino: recibiendo a Cristo como nuestro Salvador y así estar ocupados en nuestra salvación.
No hay otra persona que le pueda dar a usted salvación y vida eterna, el único es nuestro amado Señor Jesucristo. Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
Ahora, toda persona está llamada a recibir a Cristo como su Salvador para vivir eternamente en el Reino de Cristo. El apóstol Pablo en Efesios, capítulo 5, verso 14, dice:
“Despiértate, tú que duermes,
Y levántate de los muertos,
Y te alumbrará Cristo”.
La raza humana es una raza descendiente de Adán y Eva, caída, por consiguiente, es una raza sin vida eterna, es una raza muerta a la vida eterna. Por consiguiente, todo ser humano al escuchar la predicación del Evangelio, está escuchando el llamado a despertar de entre los muertos, para que así que Cristo le dé vida eterna.
También, espiritualmente la persona cuando escucha la predicación del Evangelio está llamada a despertar de entre todos los sistemas humanos para tener un despertamiento espiritual y tener una vida espiritual unida a Cristo nuestro Salvador.
En el tiempo de Jesús, Cristo llamó “sepulcros blanqueados” \[San Mateo 23:27\] a muchos líderes y personas religiosas de su tiempo que tenían la religión de una forma equivocada, y no reconocían el cumplimiento de lo que Dios había prometido para aquel tiempo, que era la venida de Juan el Bautista y la Venida de Cristo, el Mesías. Esas personas estaban muertas espiritualmente y también sus grupos, sus sectas religiosas eran sepulcros blanqueados también.
Por lo tanto, los que escucharon a Cristo y siguieron a Cristo resucitaron, se levantaron de en medio de los grupos religiosos, de las sectas religiosas de los fariseos y de los saduceos, porque esos grupos religiosos o sectas religiosas se habían convertido en sepulcros blanqueados, llenos de huesos secos, llenos de personas muertas y secas espiritualmente.
Es como en la profecía de Ezequiel, capítulo 37, donde Dios hablando por el profeta Ezequiel señala un campo de huesos secos, y le dice al profeta Ezequiel que todos esos huesos secos en ese campo es la casa de Israel. Y le pregunta al profeta: “¿Vivirán estos huesos?”, el profeta le dice a Dios: “Señor, tú lo sabes”, y Dios le dice al profeta Ezequiel que profetice.
Por lo tanto, por medio de la Palabra profética va a ocurrir una resurrección de esos huesos secos y de ese campo de muertos que tipifica la casa de Israel; por lo tanto, esa resurrección será por medio de la Palabra de Dios siendo hablada por un hombre, por un profeta.
Así va a ser en este tiempo final con el pueblo hebreo, cuando Dios por medio de Su Espíritu Santo en la manifestación de los ministerios de los Dos Olivos, de Moisés y Elías conforme a Apocalipsis 11, los manifieste en el Ángel de Apocalipsis, capítulo 7, el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo para llamar y juntar 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.
Eso será una resurrección para el pueblo hebreo por medio de la Palabra profética, la Palabra de Dios en la boca de un hombre: el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, el Ángel que viene con el Espíritu Santo en él manifestado en el Día Postrero, que es el Ángel del Señor Jesucristo.
Y si va a producir una resurrección espiritual y una resurrección como nación con el pueblo hebreo, en donde resucitarán como nación 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu de las tribus de Israel, también esa misma Palabra profética en la boca del Ángel del Señor Jesucristo en medio de la Iglesia el Señor Jesucristo, producirá en este tiempo final una resurrección espiritual para los últimos escogidos de Dios que estarán en la Tierra, y luego vendrá una resurrección física también; y esa Voz será la Gran Voz de Trompeta prometida para este tiempo final.
La misma Voz que llamó a Lázaro de la tumba, de aquella cueva donde estaba sepultado y ya tenía cuatro días de sepultado, de muerto. Esa misma Voz de Cristo es la Gran Voz de Trompeta prometida para sonar y llamar y producir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Por eso San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 12 al 17 y Primera de Corintios, capítulo 15, nos habla de esa Gran Voz de Trompeta. Capítulo 15 de Primera de Corintios, San Pablo dice, verso 49 en adelante, dice:
“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial”.
O sea que, vamos a ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, con un cuerpo angelical teofánico como el de Cristo, y con un cuerpo físico glorificado como el de nuestro amado Señor Jesucristo.
“Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios…”.
Con estos cuerpos físicos, mortales, corruptibles, no podemos entrar al Reino Milenial de Cristo para ser allí reyes y sacerdotes, tiene que ser con un nuevo cuerpo físico, glorificado, igual al cuerpo físico glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.
“… ni la corrupción hereda la incorrupción”.
O sea que, no podemos ser incorruptibles físicamente, no podemos permanecer sin ponernos viejos y sin morir en estos cuerpos mortales, porque es un cuerpo temporal que Dios nos ha permitido tener. Pero el cuerpo físico que tenemos no tiene vida eterna, lo que tiene es vida temporal.
Por eso no puede heredar el cuerpo físico y permanecer este cuerpo físico de carne, no puede permanecer por toda la eternidad, tiene que ser un nuevo cuerpo que Él nos dé, igual a Su cuerpo glorificado, y entonces seremos jóvenes para toda la eternidad, representando de 18 a 21 años de edad, o sea que, estaremos en la flor de la juventud cuando Él nos transforme a nosotros los que vivimos, y resucite a los muertos creyentes en Él que han partido en edades pasadas, y algunos de los nuestros también que han partido. Sigue diciendo San Pablo:
“He aquí, os digo un misterio (vean, es un misterio del Reino de Dios): No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados (todos vamos a tener esa transformación y vamos a ser personas con un cuerpo nuevo, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, nuestro Salvador ¿Cuándo? Dice),
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.
¿Cuándo ocurrirá esto? A la Final Trompeta. Estará tocando la Trompeta Final y la Final Trompeta, es la Séptima Trompeta de Apocalipsis, capítulo 11, y esa Séptima Trompeta la suenan los Dos Olivos de Apocalipsis 11, que es el Ángel de Apocalipsis, 7, que viene con el Sello del Dios vivo, el cual es el Ángel del Señor Jesucristo, enviado para manifestar a Sus siervos todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Y ahora, sabemos que es para el tiempo en que esté sonando la Trompeta Final, en el tiempo en que esté siendo predicado el Mensaje Final de Dios, y todos sabemos que el Mensaje Final de Dios es el Mensaje de los Dos Olivos de Apocalipsis 11, es el Mensaje de Moisés y Elías.
Ese es el Mensaje con el cual serán llamados los 144.000 hebreos, pero primero son llamados y juntados los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final, en la etapa de la Edad de Oro de la Iglesia, que es la Edad Eterna de la Iglesia, la Edad de la Piedra Angular.
Ahora, siempre que se anuncia el sonido de una trompeta, alguien tiene que sonar esa trompeta, y los escogidos del Día Postrero que van a ser transformados estarán escuchando esa Trompeta Final, que es la misma Voz de Cristo que llamó a Lázaro de entre los muertos, allá en la cueva donde había sido sepultado Lázaro, el amigo de Jesús y hermano de Marta y María.
Esa misma Voz fue la que Juan escuchó en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11 en el Día del Señor, de la cual dijo Juan el apóstol en el libro de Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega, quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de nuestro amado Señor Jesucristo en el Día del Señor, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, también encontramos que esa misma Voz hablando, dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Esa es la misma Voz de Cristo, la misma Gran Voz de Trompeta llamando a Su Iglesia, a Sus escogidos a subir más arriba de las siete edades de la Iglesia.
¿Y a dónde vamos a subir? Vamos a subir a la Edad de la Piedra Angular, para escuchar la misma Voz que estuvo en las siete edades de la Iglesia, hablando a través de los siete ángeles mensajeros, ahora en este tiempo final, hay que subir más arriba de las siete edades de la Iglesia, hay que subir a la Edad de la Piedra Angular, donde estará Cristo en Espíritu Santo hablándonos estas cosas que deben suceder pronto.
¿Y cómo va a estar hablándonos estas cosas que deben suceder pronto, pues ya no tiene ninguno de los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia? En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 está la respuesta de cómo y a través de quién vamos a escuchar la Voz de Cristo dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién dice que ha enviado? A Su Ángel, ¿para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto. ¿Cómo entonces vamos a escuchar la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta en este tiempo final luego las siete etapas o edades de la Iglesia? Es a través del Ángel del Señor Jesucristo.
El reverendo William Branham cuando habló de este Ángel dijo, que ese Ángel es un profeta, él dijo: “Ese es un espíritu de profeta, el cual le dio a Juan el apóstol la revelación del Apocalipsis” \[Los Sellos, página 301\], y si es un espíritu de profeta, tiene que venir a la Tierra en un cuerpo de carne y estar en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Y en ese Ángel estará la Voz de Cristo, la Voz de Cristo en Espíritu Santo hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto.
Este Ángel hablará ungido por el Espíritu Santo todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, las cuales le reveló a Juan el apóstol en el libro de Apocalipsis, en estos símbolos del Apocalipsis.
Por lo tanto, todo lo que estará dándonos a conocer en ese tiempo ya está aquí en estos símbolos del Apocalipsis, y también está en las palabras de Jesús y de Sus apóstoles, como San Pablo y San Pedro, y también en las palabras habladas por el Espíritu Santo a través de los profetas del Antiguo Testamento.
Pero Cristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero estará abriéndonos todas estas Escrituras y por consiguiente todos estos símbolos apocalípticos, y así nos estará mostrando todas las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Y Cristo hablando por medio de ese Ángel Mensajero, el cual es un profeta dispensacional, el profeta de la séptima dispensación, de la Dispensación del Reino, entonces estará hablando con Gran Voz de Trompeta, con un Mensaje dispensacional, y eso será la lluvia tardía cayendo sobre la Iglesia del Señor Jesucristo y luego sobre el pueblo hebreo.
Y por cuanto también estará hablándonos de Cristo y del Sacrificio de Cristo, estará por consiguiente cayendo también sobre los escogidos del Día Postrero la lluvia temprana; la lluvia temprana del Evangelio de la Gracia que revela el misterio de la Primera Venida de Cristo, y la lluvia tardía es la predicación del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores.
Y la predicación del Evangelio por el Espíritu Santo en el Ángel del Señor Jesucristo es la Gran Voz de Trompeta prometida para estar sonando, y nosotros estar escuchando esa Gran Voz de Trompeta y obteniendo el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, también Cristo habla diciendo:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿Quién es el enviado del Señor Jesucristo para dar testimonio de estas cosas en las iglesias? El Ángel del Señor Jesucristo, ese es el Ángel Mensajero de Cristo para Su Iglesia para este tiempo final, a través del cual Cristo estará hablándole a Su Iglesia con esa Gran Voz de Trompeta, y estará revelándonos todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Pero ese Ángel no es el Señor Jesucristo, es el instrumento de Jesucristo a través del cual Cristo en Espíritu Santo estará manifestado en medio de Su Iglesia, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, así como Cristo estuvo en cada ángel mensajero hablándole a Su Iglesia las cosas que Él quería darle a conocer a Su Iglesia de edad en edad.
Recuerden que Cristo dijo que sería el Espíritu Santo el que enseñaría a Su Iglesia, y por consiguiente a cada creyente en Cristo le enseñaría todas las cosas. San Juan, capítulo 14, verso 26, dice Cristo:
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.
Es el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, enseñándole a Su Iglesia todas las cosas y recordándole todas las cosas que Cristo habló.
Y Él ha estado en medio de Su Iglesia manifestado en Espíritu Santo a través de los apóstoles y de los siete ángeles mensajeros, dando a conocer las cosas que Cristo enseñó, y también dando a conocer otras cosas que Cristo dijo que daría a conocer a Su Iglesia, y enseñándole a Su Iglesia todas las cosas.
Y para este tiempo final, continuará Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, con esa Gran Voz de Trompeta, enseñándonos todas las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final, y así abriéndonos las Escrituras y abriéndonos el entendimiento para poder comprender, y así entender todas las cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Y así todos estar escuchando la Gran Voz de Trompeta que Juan escuchó en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11 como una Gran Voz de Trompeta en el Día del Señor, y en Apocalipsis 4 la escuchó llamándolo a subir más arriba, para revelarle las cosas que iban a suceder después de las que ya habían sucedido en las siete edades.
Y ahora, nosotros tenemos el privilegio de vivir en el tiempo en donde la misma Voz que Juan el apóstol escuchó, estaríamos escuchándola nosotros en este tiempo final.
Es la misma Voz que escuchó Lázaro en el sepulcro también, es la Voz de la resurrección, la Voz de Cristo, es la Voz de Arcángel. Por eso es que, para este tiempo final ha sido prometida la Gran Voz de Trompeta, la Voz de Arcángel, la Trompeta de Dios, eso es la Voz de Cristo, Cristo hablándole a Su Iglesia en este tiempo final por medio de Su Ángel Mensajero y dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, para que estemos ocupados de nuestra salvación con temor y temblor.
Por lo tanto, ocupaos de vuestra salvación, ¿cómo? Con temor y temblor como nos dice San Pablo, porque ya estamos en el tiempo final, en donde de un momento a otro es llamado hasta el último escogido de Dios y entre al Cuerpo Místico de Cristo.
Y cuando eso suceda, se habrá completado la Iglesia de Jesucristo y Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y vendrá y resucitará a los muertos creyentes en Él y a nosotros nos transformará, y entonces todo seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.
Tenemos que tener un claro entendimiento de para qué es la Segunda Venida de Cristo, tenemos que saber para qué estamos esperando la Segunda Venida de Cristo.
San Pablo dijo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, para qué es la Segunda Venida de Cristo. La Primera fue como Cordero para morir en la Cruz del Calvario y redimirnos, la Segunda es como León de la tribu de Judá, y vamos a ver para qué dice San Pablo que será Su Segunda Venida. Capítulo 3, verso 20 al 21 de Filipenses, dice San Pablo:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;
el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra…”.
¿Para qué es la Segunda Venida de Cristo? Para transformar el cuerpo que nosotros tenemos de carne, transformarlo, hacerlo un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, para eso es la Segunda Venida de Cristo; y entonces sí podremos ir con Él en el rapto o arrebatamiento de la Iglesia al Cielo, a la Cena de las Bodas del Cordero. Con este cuerpo de carne que tenemos no podemos ser arrebatados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, necesitamos un nuevo cuerpo.
“… el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
Él tiene el poder con el cual transformar nuestro cuerpo. Por lo tanto, en Su Segunda Venida, Él con esa Voz de Trompeta llamará y juntará Sus escogidos, y luego cuando esté completado el grupo de Sus escogidos, Su Iglesia, entonces resucitará a los muertos creyentes en Él y a nosotros nos transformará y luego seremos inmortales, iguales a Jesucristo nuestro Salvador y entonces veremos que valió la pena ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor.
El propósito, la meta es ser inmortales, iguales a Jesucristo nuestro Salvador. Eso es lo que Cristo otorga a todos los creyentes en Él: vida eterna espiritual y vida eterna física cuando nos transforme y nos dé el nuevo cuerpo.
Así que podemos ver que vale la pena ocuparnos de nuestra salvación con temor y temblor. No hay esperanzas fuera de Cristo para el ser humano, la esperanza de vivir eternamente está en Jesucristo nuestro Salvador, sin Cristo ninguna persona podrá vivir eternamente, así que “OCUPAOS DE VUESTRA SALVACIÓN”.
Para los que ya han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y han recibido el Espíritu Santo, les quiero decir que ustedes tienen vida eterna y no vendrán a condenación, más han pasado de muerte a vida.
Los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador no tienen vida eterna, lo que tienen es una vida temporal que la pueden perder en algún accidente o por causa de alguna enfermedad o por causa de la edad avanzada, o sea, de la vejez, y por consiguiente, esas personas al no tener vida eterna, porque no han recibido a Cristo como su Salvador, no tienen promesa de que vivirán eternamente en el Reino de Cristo; lo que está señalado es que serán juzgados por Cristo en el juicio del Trono blanco, serán condenados y echados al lago de fuego que es la segunda muerte, donde dejarán de existir en alma, en espíritu y en cuerpo. Esto es por no haber recibido a Cristo como su Salvador.
Pero, ¿qué pueden hacer los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador y no tienen vida eterna? Pues recibir a Cristo como su Salvador, arrepentidos de sus pecados y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautizará con Espíritu Santo y fuego, y así obtendrán el nuevo nacimiento y así estarán justificados ante Dios como si nunca en la vida hubiesen pecado, y así estarán en el Reino de Cristo con vida eterna.
Y cuando terminen los reinos de esta Tierra, los reinos de este mundo, el Reino de Cristo físicamente será establecido en la Tierra y Cristo estará como Rey sobre el Trono de David y nosotros estaremos con Él como reyes y sacerdotes en Su Reino. ¿Ven? Esto es así para todos los que se han ocupado de su salvación con temor y temblor.
Por lo tanto, los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador pueden hacerlo en esta ocasión levantando sus manos, para recibir a Cristo como su Salvador, para que Cristo perdone sus pecados, los limpie con su Sangre de todo pecado y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para que así Cristo los bautice con Espíritu Santo y fuego, y tengan así vida eterna, y puedan vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dijo:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.
¿Qué desea usted: ser condenado o ser salvo? El que creyere y fuere bautizado será salvo; por lo tanto, está es la oportunidad para los que todavía no han recibido a Cristo, lo reciban en esta ocasión, arrepentido de sus pecados y sean lavados por la Sangre de Cristo de todo pecado y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque el que creyere y fuere bautizado será salvo, y eso es lo que todo ser humano desea: ser salvo para vivir eternamente con Cristo en Su Reino.
Así que esta es la oportunidad para todos los que en esta ocasión desean recibir a Cristo como su Salvador, desean vivir eternamente.
Pueden levantar sus manos y nuestro hermano, el reverendo Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes, para que Cristo les reciba, perdone sus pecados y sean bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautice con Espíritu Santo y fuego, y así estén como parte del Cuerpo Místico de Cristo y sean parte del grupo que está ocupado de su salvación con temor y temblor.
“OCUPAOS DE VUESTRA SALVACIÓN”.
Ha sido para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de nuestro tema: “OCUPAOS DE VUESTRA SALVACIÓN”.
¿Cuántos se han ocupado de vuestra salvación? Todos nosotros, por lo tanto, tenemos vida eterna, ese es el fruto, el resultado de y para todos aquellos que se ocupan de su salvación: es la vida eterna.
Y en esta noche o en esta tarde, ¿cuántos están esperando un nuevo cuerpo físico y glorificado? Todos nosotros, ¿por qué? Porque nos estamos ocupando de nuestra salvación. Continúen ocupándose de su salvación con temor y temblor, y yo también.
Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios y pronto Cristo resucite a los muertos creyentes en Él y a nosotros los que vivimos nos transforme, y nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes, y dejo con nosotros nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín para orar por todos los que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín.
“OCUPADOS DE NUESTRA SALVACIÓN”.