--- title: 'La Iglesia del Dios Viviente' date: 2001-12-16 activity: 1 place: city: Bogotá D.C. state: Cundinamarca country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través de Internet; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual quiero leer en Primera de Timoteo, capítulo 3, versos 14 al 16, donde dice el Apóstol San Pablo: “*Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte,* *para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.* *E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:* *Dios fue manifestado en carne,* *Justificado en el Espíritu,* *Visto de los ángeles,* *Predicado a los gentiles,* *Creído en el mundo,* *Recibido arriba en gloria.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: **“LA IGLESIA DEL DIOS VIVIENTE.”** La Iglesia del Señor Jesucristo es un misterio muy grande, el cual en el Antiguo Testamento no estaba abierto, pero sí estaba reflejado en el pueblo hebreo; y cuando llegó el tiempo para manifestarse el misterio de la Iglesia del Señor Jesucristo, todo lo que había sucedido en medio del pueblo hebreo: Dios libertando al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, y llevándolos por el desierto, y luego colocándolos en la tierra prometida de Israel, todo eso estaba reflejando las cosas que iban a suceder en la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso el pueblo hebreo es la Iglesia de Dios del Antiguo Testamento compuesta por los siervos de Dios; y la Iglesia de Dios del Nuevo Testamento es la Iglesia del Señor Jesucristo, compuesta por los hijos e hijas de Dios redimidos por la Sangre de Cristo, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por eso encontramos que en el pueblo hebreo se reflejó también el Sacrificio de Cristo, se reflejó tanto en el cordero pascual que fue sacrificado la víspera de la pascua allá en Egipto antes del pueblo hebreo salir libre, y luego también fue reflejado el Sacrificio de Cristo en el macho cabrío de la expiación. Ahora, por cuanto el pueblo hebreo tipifica la Iglesia del Señor Jesucristo, encontramos que tenía todo en tipos y figuras de lo que sería en el Nuevo Testamento en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahora, podemos ver porqué aquellos tipos y figuras no podían hacer perfecto al ser humano: porque solamente eran tipos y figuras, y cada año tenían que estar llevando a cabo esos sacrificios, porque era algo temporal en lo que llegaba lo que es perfecto; y cuando llegó lo que es perfecto: Jesucristo nuestro Salvador, realizó Jesucristo como Cordero de Dios el Sacrificio perfecto, y ya no se requieren los sacrificios de animalitos porque ya el Cordero de Dios fue Sacrificado. El es nuestra Pascua en el Nuevo Testamento, en la Iglesia del Dios Viviente. Ahora, la Iglesia del Dios Viviente no tiene tipos y figuras, sino la realidad, porque la Iglesia del Dios Viviente en el Nuevo Testamento está compuesta por los hijos e hijas de Dios, no por los siervos, sino por los hijos e hijas de Dios, entre los cuales hay hebreos y hay gentiles también. Por lo tanto, no se requiere que la persona sea o gentil o hebrea para pertenecer a la Iglesia del Señor Jesucristo, lo que se requiere es que tenga su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y entonces Dios en el tiempo en que esa persona vive, lo llama y lo coloca en Su Iglesia, que es Su Templo Espiritual. La Iglesia del Señor Jesucristo es la Familia de Dios, los hijos e hijas de Dios, y lo que ha estado sucediendo de etapa en etapa ha sido la Obra de Redención, Cristo la llevó a cabo en la Cruz del Calvario y reconcilió al ser humano con Dios, pero se va materializando en cada ser humano a medida que recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibe el Espíritu Santo, y así obtiene el nuevo nacimiento, y obtiene el cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión y ha nacido un hijo o una hija de Dios en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, ha nacido en la Familia de Dios por medio del nuevo nacimiento un hijo o una hija de Dios. Por eso es que hemos venido a este planeta Tierra a vivir en estos cuerpos mortales, pero somos almas vivientes viviendo en estos cuerpos mortales para entrar en el Programa de Redención, y ser reconciliados con Dios y ser restaurados a la Vida eterna. Ahora, vean ustedes cómo somos colocados en el Reino de Dios. Vean en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice el Apóstol San Pablo: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.”* Vean, hay una herencia: la herencia de los santos en luz. ¿Por qué hay una herencia, la herencia de los santos en luz? Porque así como en una familia hay una herencia, la herencia para los hijos es todo lo que tienen los padres, heredan hasta las deudas que tienen, lo cual nadie quiere; pero también heredan las cosas buenas que dejan los padres. Ahora, hay una herencia: la herencia de Dios, la cual es para los hijos e hijas de Dios, en los cuales Jesucristo es nuestro Hermano Mayor; por lo tanto El es el que se encarga de que esta herencia sea dada, otorgada a todos los hijos de Dios, que es a quienes pertenece la herencia de Dios. Por eso San Pablo en Romanos, capítulo 8 nos dice que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro (eso está en el capítulo 8, verso 14 en adelante), y a todo lo que Cristo es Heredero, porque es nuestro Hermano mayor, somos también nosotros herederos; o sea, que nosotros no heredamos con otra persona sino con Jesucristo, porque El es nuestro Hermano Mayor, y por eso El nos coloca en Su Reino y es el Reino de Dios el que heredará toda la herencia divina. Para la persona ser un heredero de Dios que heredará todas las cosas con Cristo, tiene que estar ¿dónde? En el Reino de Dios; por lo tanto la persona tiene que haber recibido a Cristo como su Salvador, haber lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, haber sido bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo en agua y haber recibido Su Espíritu Santo, y así tiene la persona las primicias del espíritu, tiene el bautismo del Espíritu Santo, y está sellado con Vida eterna y está sellado para el día de la redención, para el día en que Jesucristo resucitará a los muertos creyentes en El en cuerpos eternos y nos transformará a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta que Cristo resucite a los muertos creyentes en El. ¿Y cuándo ocurrirá esto? Cuando entre hasta el último escogido de Dios a la Casa de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo. Cualquier persona podrá decir: “Yo deseo que sea ya.” ¿Pero qué si el que falta es su papá o su mamá? ¿Verdad que no diría así? “Que esperen un poquito hasta que entre mi papá o mi mamá, o mis hermanos y hermanas.” Por lo tanto, llevemos el Mensaje a nuestros familiares, porque quien sabe si entre nuestros propios familiares están los últimos escogidos que faltan por entrar. Por eso siempre que una persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en Su Nombre en agua y recibe el Espíritu Santo, comienza a ser un misionero, comienza a evangelizar, ¿y dónde comienza? En su casa, con su familia (con su familia), sus familiares más cercanos, y luego se extiende a los vecinos, y así, y se extiende a toda su comunidad y a toda su nación. Como dijo Cristo a Sus discípulos: “Vayan a predicar este evangelio por todo el mundo, pero comenzando (¿dónde?) en Jerusalén,” pues allí estaban esperando el Espíritu Santo, tenían que esperar el Espíritu Santo y comenzar allí mismo la predicación del evangelio, comenzar a evangelizar. Ahora, Cristo está añadiendo a Su Iglesia todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, los llama en el tiempo que a cada uno le toca vivir. Por eso la Iglesia del Señor Jesucristo pasa por diferentes etapas: pasó por la etapa en medio del pueblo hebreo en el tiempo allá de los Apóstoles, y luego pasó a la etapa entre los gentiles en el tiempo de San Pablo, y también de algunos Apóstoles, y Dios fue llamando de entre los gentiles también un pueblo para Su Nombre. Con los gentiles Dios trata con individuos. Y del pueblo del cual Dios dijo que no era Su pueblo, del pueblo de los gentiles, ahora Dios está llamando y juntando personas para ser Su pueblo, el pueblo de Dios celestial en el Nuevo Testamento, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, son los redimidos por la Sangre de Cristo escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y han estado apareciendo entre los gentiles y también algunos entre los hebreos. Cuando el pueblo hebreo rechazó a Cristo, la Piedra que los edificadores desecharon, dice Cristo que el Reino de Dios sería quitado de en medio del pueblo hebreo. Vean, en el capítulo 21 de San Mateo, versos 42 en adelante, dice: “*Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:* *La piedra que desecharon los edificadores,* *Ha venido a ser cabeza del ángulo.* *El Señor ha hecho esto,* *Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?* *Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.* *Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.”* Ahora, sobre... el que cayere sobre esta piedra, sobre Cristo, el que cayere rendido a Cristo arrepentido de sus pecados, será quebrantado en su alma arrepentido de sus pecados y recibirá el perdón de sus pecados; pero sobre quien esta piedra cayere le desmenuzará; y esta Piedra caerá sobre los pies de hierro y de barro cocido de la estatua que vio el rey Nabucodonosor y se la interpretó el Profeta Daniel en el capítulo 2,versos 35 al 45 del libro de Daniel. Así es para el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, y así es para todo ser humano que no se haya arrepentido de sus pecados y no haya recibido a Cristo como su Salvador: vendrá el juicio divino de la gran tribulación y desmenuzará no solamente a los pies de hierro y de barro cocido, que es el reino del anticristo, sino que también a todos los que no se han arrepentido de sus pecados, y no han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y no han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y no han recibido el Espíritu Santo, sobre ellos caerá la Piedra no cortada de manos y los desmenuzará. En Malaquías, capítulo 4, verso 1, nos dice lo que sucederá con todas las personas que han rechazado a Cristo como su Salvador. Dice, capítulo 4,verso 1 en adelante: “*Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama.”* ¿Pero qué de los que temen el Nombre del Señor que han recibido a Cristo como su Salvador? “*Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.* *Hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo la planta de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de los ejércitos.”* ¿Y por qué serán ceniza debajo de la planta de nuestros pies? Porque cuando comience el Reino Milenial caminaremos sobre esta Tierra y los malos estarán convertidos en cenizas, porque durante la gran tribulación el fuego atómico, volcánico, y todo fuego que va a desatarse en ese tiempo quemará a los malos. Así ese será el futuro de los que no reciben a Cristo como su Salvador. “*Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.* *He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.* *El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”* Dios herirá la Tierra con maldición en el tiempo de la gran tribulación, pero antes Elías tiene que venir para convertir el corazón de los padres a los hijos y de los hijos a los padres; el corazón de los padres a los hijos lo convirtió Juan el Bautista con el ministerio de Elías en su tercera manifestación, convirtiendo el corazón de los creyentes bajo la Ley, a la fe cristiana. Y luego Elías en su cuarta manifestación, el cual fue el Rvdo. William Branham, convirtió el corazón de los hijos de Dios a la fe de los padres los Apóstoles. Y luego Elías en su quinta manifestación viene para la restauración de todas las cosas, porque todos los hijos e hijas de Dios serán restaurados a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída. Por eso es que en el libro de los Hechos, capítulo 3, versos 18 en adelante, dice: “*Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer* (o sea, que Su ungido, Su Mesías, había de padecer. Cristo, Mesías y Ungido es lo mismo)*.* *Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,* *y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;* *a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”* Y ahora, vean ustedes que la Segunda Venida de Cristo es para el tiempo de la restauración de todas las cosas. Y ahora, antes de eso está el lapso de tiempo en donde la Misericordia de Dios está extendida para que todo aquél que reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo, sea bautizado en Su Nombre, reciba el Espíritu Santo y reciba Vida eterna, y confirme así su lugar en la Vida eterna, para que pueda vivir por toda la eternidad en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Ahora, Cristo ha estado sacando del reino de las tinieblas a todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y los ha estado colocando en el Reino de Dios con Vida eterna. Cuando la persona ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu Santo tiene Vida eterna, ha sido restaurado a la Vida eterna. Ahora, físicamente todavía no hemos sido restaurados a la Vida eterna, pero vamos a ser restaurados físicamente también a la Vida eterna, cuando Cristo resucite a los muertos en Cristo en cuerpos eternos y a nosotros nos transforme y nos dé un cuerpo eterno y glorificado como el Suyo, entonces estaremos restaurados a la Vida eterna, y así estaremos restaurados a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída, y estaremos vestidos con la vestidura de inmortalidad: el cuerpo nuevo, eterno, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, de lo cual habló San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, cuando dijo: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos.”* Aunque según la carne somos ciudadanos cada uno del país, de la nación en que nació, por medio del nuevo nacimiento, vean ustedes, somos ciudadanos del Cielo, nuestra ciudadanía está en el Cielo, nuestro nombre está en la Nueva Jerusalén, en el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos en la diestra de Dios, y que el Cordero toma en Apocalipsis, capítulo 5, lo abre, y luego en Apocalipsis, capítulo 6 abre los primeros seis sellos, y luego en Apocalipsis, capítulo 8 abre el Séptimo Sello, y luego Apocalipsis, capítulo 10 viene con ese Librito abierto y lo trae a la Tierra y se lo entrega a un hombre para que se lo coma, ¿para qué? Para que puedan ser restaurados, tanto ese hombre que se come ese librito como todos los hijos e hijas de Dios del Cuerpo Místico de Cristo, o sea, de la Iglesia del Señor Jesucristo, tanto los que partieron como los que estamos vivos. Por eso Cristo trae en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante el Libro de los Siete Sellos abierto, y luego se lo entrega a un hombre para que se lo coma. El Librito que antes ninguna persona podía mirar, ni abrir, ni leer en el Cielo, ahora Cristo lo toma, lo abre en el Cielo, porque era el único que podía tomar ese Libro y abrirlo, y ahora lo trae a la Tierra y se lo entrega a un hombre para que se lo coma, para que se haga carne en él ese Título de Propiedad, el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Libro de los Siete Sellos, donde están escritos nuestros nombres, y para que pueda venir la restauración a la Vida eterna física de todos los hijos e hijas de Dios. Todos los miembros de la Iglesia del Dios Viviente serán restaurados físicamente a la Vida eterna. Ahora vean, ese Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos es el Libro que Adán tuvo pero que cuando pecó Adán y Eva, fue tomado por Dios ese Libro y ha permanecido en la diestra de Dios, pero ahí están escritos todos los nombres de todos los hijos e hijas de Dios, los nombres de todas las personas que vendrían a nacer en el Reino de Dios. Ahora, encontramos que Jesucristo nuestro Salvador ha estado llevando a cabo la Obra de la restauración de todos los hijos e hijas de Dios, de todas esas almas de Dios escritas allí, sus nombres escritos allí en el Libro de los Sellos, que es el Libro de la Vida del Cordero. Ahora vean lo que está prometido aquí, dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra* (o sea, transformará este cuerpo)*...”* En estos cuerpos mortales es que hemos estado viviendo en una forma humillante en este planeta Tierra, y vean cómo han humillado a los hijos e hijas de Dios a través de todos los siglos, ¿por qué? Porque han estado ellos y nosotros en un cuerpo de carne mortal, corruptible y temporal; pero cuando ya Cristo nos dé el nuevo cuerpo, ya no estaremos en el cuerpo de la humillación, de humillación, sino en un cuerpo de gloria, y nadie podrá humillar a un hijo o a una hija de Dios. “*El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Con ese poder con el cual creó todas las cosas y con el cual tiene sujetas todas las cosas a Sí mismo, es que El nos transformará, ese mismo poder fue usado para Su resurrección también. Por lo tanto, toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, en el Libro de los Siete Sellos, pasa por este planeta Tierra, su alma pasa por este planeta Tierra, obtiene un cuerpo de carne, mortal, corruptible y temporal, y obtiene un espíritu del mundo, y por eso se requiere el nuevo nacimiento, se requiere nacer de nuevo como un hijo o una hija de Dios; porque al nacer de nuestros padres no nacemos como hijos e hijas de Dios, nacemos como hijos de nuestros padres terrenales, y por consiguiente como descendientes de Adán. Pero ahora, tenemos que nacer como hijos e hijas de Dios viniendo a través de Jesucristo nuestro Salvador, el Hijo de Dios, que es el Segundo Adán. Algunas personas dicen o piensan: “Nuestro amado Señor Jesucristo nunca se casó y nunca tuvo hijos.” ¿Pero saben ustedes una cosa? Jesucristo es la persona que más hijos tiene, todos los creyentes en El nacidos de nuevo son hijos de Dios a través de Jesucristo, son los hijos de Jesucristo. En uno de los Salmos habla el Espíritu Santo a través del salmista algo muy importante y luego San Pablo hace referencia a eso en Hebreos, capítulo 2, verso 9 en adelante, dice: “*Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos.* *Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten...”* ¿Por quién son todas las cosas, porqué causa, cuál es la causa? Cristo. Por causa de Cristo son todas las cosas. ¿Y cómo subsisten todas las cosas? Por medio de Jesucristo. “*...que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria...”* El plan de Dios es que Jesucristo lleve muchos hijos a la gloria, el plan de Dios es que todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero vengan a ser a imagen y semejanza de Jesucristo, tengan un cuerpo glorificado, y así sean inmortales físicamente con un cuerpo que nunca se pondrá viejo y nunca se enfermará, por lo tanto nunca morirá. Y Jesucristo es el que tiene la misión de llevar muchos hijos a la gloria, llevar muchos hijos a ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, llevar muchos hijos a ser inmortales con cuerpos glorificados. “*...que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.* *Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos* (o sea, el que santifica, que es Cristo, y los que son santificados, los miembros de la Iglesia de Jesucristo, todos son de uno: de Dios) *por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos.”* Jesucristo, el Hombre más importante de los Cielos y de la Tierra, el Rey del Universo, no se avergüenza de llamarnos hermanos; y hay personas que creen en Jesucristo y se avergüenzan de llamarle hermano a un creyente en Cristo; sin embargo el más grande de nuestros hermanos no se avergüenza de llamarnos hermanos a nosotros, aunque estamos todavía en un cuerpo mortal. Pero ustedes tampoco se avergüenzan de llamarle hermanos a los creyentes en Cristo. “*...diciendo:* *Anunciaré a mis hermanos tu nombre,* *En medio de la congregación te alabaré.* *Y otra vez:* *Yo confiaré en él.* *Y de nuevo:* *He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.”* Todos los hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, han sido dados a Cristo, y por medio de Cristo es que son manifestados en este planeta Tierra como creyentes en Cristo, y reciben el nuevo nacimiento y nacen como hijos e hijas de Dios, y vienen a ser hijos del Segundo Adán; por lo tanto son hijos de Dios por medio del Segundo Adán: Jesucristo nuestro Salvador, y esto es por creación divina, y estos hijos nacen en la Iglesia del Señor Jesucristo. Para eso Dios le dio una Iglesia a Cristo, como le dio también a Adán una compañera (Eva); y por eso es que también los jóvenes se enamoran y se casan: para reproducirse y tener hijos e hijas en su hogar, y trabajar también en la Obra de Cristo y guiarlos en el Camino de Dios. “*Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,* *y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre* (sujetos a servidumbre como el pueblo hebreo en Egipto sujeto a servidumbre)*.”* Y ahora, Cristo produce el Segundo Exodo, así como produjo el Primer Exodo con el pueblo hebreo, porque fue el mismo Cristo, el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, el que libertó al pueblo hebreo usando al Profeta Moisés, y fue Cristo el Angel del Pacto a través de Su manifestación en su cuerpo de carne el que ha libertado al Israel celestial, a los hijos e hijas de Dios. “*Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.* *Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.* *Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.”* Y ahora, Cristo es nuestro Libertador, el mismo que libertó al pueblo hebreo por medio del Profeta Moisés, Cristo, el Angel del Pacto por medio de Su cuerpo de carne, nos ha libertado, y se materializa esa liberación cuando la persona Lo recibe como su Salvador, queda libre y es colocado en el Reino de Cristo. Vean, el pasaje que habíamos comenzado a leer y nos detuvimos para buscar otros lugares: en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, donde dice: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”* Nos libertó de la potestad de las tinieblas, nos libertó del reino de las tinieblas, del reino del maligno, del reino del diablo, y nos trasladó como hizo con el pueblo hebreo: los libertó del reino de las tinieblas del faraón egipcio y los llevó por el desierto rumbo a la tierra prometida, y los colocó en la tierra prometida. Y ahora, Cristo nos ha libertado y nos ha colocado en Su Reino, en el Reino de Cristo estamos con Vida eterna. El dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me ha enviado tiene Vida eterna, y no vendrá a condenación (o sea, no tendrá que ir al juicio final, al juicio para ser juzgado y condenado, mas pasó de muerte ¿a qué? A vida, a Vida eterna), más pasó de muerte a vida.” Eso está en San Juan, capítulo 5, verso 24. Y ahora, Cristo nuestro Salvador es nuestro Libertador, nuestro Salvador, y se ha realizado esa liberación en nosotros; por eso hemos sido colocados en el Reino de Cristo en Su Iglesia, y en la Iglesia del Dios Viviente estamos con Vida eterna; así como en las casas de los hebreos, en la víspera de la pascua, colocaron la sangre del cordero pascual en el dintel y los postes de las puertas, para la preservación de la vida de los primogénitos que estaban en esos hogares de esas familias hebreas. Y ahora, en la Casa del Dios viviente está colocada la Sangre del Cordero pascual en la Puerta, y Cristo es la Puerta, y la Sangre de Cristo es la Sangre del Cordero pascual; por lo tanto todas las personas que están dentro de la Iglesia del Dios Viviente, que es la Casa de Dios, son pues los Primogénitos de Dios, y están a salvo, están a salvo, están con Vida eterna, están ahí para la preservación de la Vida eterna para ellos. Y ahora, Cristo de etapa en etapa, de edad en edad ha estado formando Su Iglesia, la Iglesia del Dios viviente que es el Templo de Dios del Nuevo Testamento, ya no está el tabernáculo que construyó Moisés ni tampoco está el templo que construyó el rey Salomón; por lo tanto no hay templo terrenal que pueda ser identificado como el Templo de Dios. Ahora, cualquier persona puede decir: “Nosotros tenemos un templo.” Pues miren, para hacer un templo de piedra o madera y ser un Templo de Dios identificado, donde Dios mora, tiene que tener todo lo que tenía el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón; y no hay ninguno así, y tampoco Dios ha demandado que se haga uno así. Pero Dios ha requerido que se construya un Templo. Y ahora, cualquier persona puede decir: “Yo voy a construir el templo.” David quiso construir un templo y le fue dicho: “Tú no vas a construir el templo, porque has derramado mucha sangre sobre la tierra, tu hijo será el que lo construirá.” Y le dio el nombre que le pondrían al hijo que tendría. Y Salomón, el hijo de David, tipifica a Cristo como Hijo de David, y es Cristo, el Hijo de David, el señalado por Dios para la construcción del Nuevo Templo; y el Nuevo Templo es un Templo compuesto por seres humanos que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en su Nombre y han recibido Su Espíritu Santo; esas personas pertenecen al Templo de Dios y como individuos también son templo de Dios, porque el Espíritu de Dios mora en ellos; y el lugar... y por consiguiente tiene atrio, lugar santo y lugar santísimo; el atrio que es el cuerpo físico, el lugar santo es el espíritu de la persona y el lugar santísimo es el alma. Asimismo es Dios, porque Dios hizo al ser humano a Su imagen y a Su semejanza; cuando tengamos el nuevo cuerpo entonces tendremos el atrio eterno: el cuerpo eterno que hemos de recibir de parte de Cristo. Ahora, si el ser humano es cuerpo, espíritu y alma, Dios es cuerpo, espíritu y alma; el Cuerpo de Dios físico, que es el Atrio de Dios, es el cuerpo de Jesús; el Lugar Santo es el Espíritu y el Lugar Santísimo es Dios mismo. Ahora, Dios es alma y por consiguiente El y en El está el Lugar Santísimo que es Dios mismo, y el Lugar Santísimo en nosotros es lo que en realidad somos nosotros: alma viviente. Por eso el Espíritu Santo viene a morar en el ser humano y entra al alma de la persona, porque ese es el Lugar Santísimo para Dios morar en la persona; como moró sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio en el tabernáculo que construyó Moisés allá en el Lugar Santísimo, donde estaba el arca del pacto y el propiciatorio sobre el arca del pacto, allí moró Dios, y luego en el templo que construyó Salomón también, entró Dios y pasó al Lugar Santísimo y moró sobre el arca del pacto dentro del Lugar Santísimo. Ese es el lugar para la Venida de Dios, y para el Día Postrero, el lugar para la Venida del Señor en Su Segunda Venida viniendo a Su Casa, a Su Templo, es el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual, de Su Iglesia, de la Iglesia del Dios viviente. Y por cuanto Cristo ha estado construyendo ese Templo, vean ustedes, encontramos que el Atrio corresponde al tiempo de Adán hasta Jesús, y el Lugar Santo corresponde al tiempo de los Apóstoles hasta el séptimo Angel Mensajero, y el Lugar Santísimo es nuestro tiempo, corresponde al tiempo de la Iglesia de este tiempo final; y cada parte del Templo de Dios, del Dios Viviente, ha estado siendo construido con seres humanos y en los territorios correspondientes a esa etapa de la construcción. Las siete edades han sido construidas y corresponden al Lugar Santo, han sido construidas con piedras vivas, seres humanos que han recibido a Cristo como su Salvador; también el tiempo de los Apóstoles corresponde al Lugar Santo, luego que ellos recibieron el Espíritu Santo, y vean ustedes, comenzó en la tierra de Israel, allá en Jerusalén, y luego pasó a los gentiles, a Asia Menor. La primera edad de la Iglesia entre los gentiles fue en Asia Menor, la segunda fue allá en Europa, la tercera, la cuarta, la quinta y la sexta también en diferentes territorios europeos; y con piedras vivas, seres humanos creyentes en Cristo, se formaron esas edades correspondientes al territorio europeo, de ahí se extendió el Mensaje para otras naciones también. Y luego la séptima edad de la Iglesia se cumplió Norteamérica y de ahí se extendía el Mensaje para otros lugares también. En cada uno de esos territorios Dios envió un Angel Mensajero con el Mensaje correspondiente a cada edad, y el Espíritu Santo estuvo en esos Angeles Mensajeros construyendo Su Templo Espiritual, el Templo de Dios, y llamó, juntó y selló en Su Reino las personas que forman esas partes del Templo Espiritual de Cristo. Y ahora, todo lo que Cristo ha estado construyendo en cuanto a la Iglesia del Dios viviente, ya está reflejado en el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés y el templo que construyó el rey Salomón. Pero en la Iglesia del Señor Jesucristo ya no son cosas de metal, ni de barro, ni piedras literales, sino piedras vivas, seres humanos que son piedras vivas, como Cristo es la Piedra que los edificadores desecharon, la cual para Dios es preciosa, también los creyentes en Cristo son piedras vivas y son preciosos para Dios, y son los que componen la Iglesia del Dios Viviente, la Familia del Dios viviente, donde mora Dios en Espíritu Santo y se manifiesta de edad en edad; por eso El glorificará la Casa de Su gloria, como dice el Profeta Isaías, en el capítulo 60, verso 7. Dice: “*Y glorificaré la casa de mi gloria.”* Por eso todos vamos a ser glorificados, la Iglesia del Señor Jesucristo será glorificada; esa es la Iglesia del Dios viviente en el Nuevo Testamento, y está compuesta por los que han sido libertados del reino de las tinieblas y han sido colocados en el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios. “*En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”* Esta es una partecita aquí de Colosenses, capítulo 1, verso 14, que no lo habíamos leído, pero que está en el pasaje que habíamos citado: “*El es la imagen del Dios invisible* (¿ve? La imagen del Dios invisible es Jesucristo)*, el primogénito de toda creación.”* Ahora, la imagen es el cuerpo angelical, la semejanza física es el cuerpo de carne; y nosotros estamos siendo hechos a imagen y semejanza de Dios; primero recibimos la imagen de Dios, que es el cuerpo angelical, para así todos tener un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Dios, llamado el Angel de Jehová; por eso Cristo dice que son como los Angeles los creyentes en Cristo, hablando de los creyentes en Cristo representados en aquellos niños que El mostró allí. También dice: “Sus Angeles ven el rostro de mi padre cada día,” o sea, nuestros cuerpos angelicales; como también los niños y los bebés estando ellos en esa etapa de inocencia ven los Angeles de Dios también: “*El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”* El Primogénito de toda creación, o sea, que el primero de toda la creación y de toda creación es Jesucristo nuestro Salvador, El es la Cabeza de toda la creación, el primero; el primero es la Cabeza, y El es la cabeza de la Iglesia también, que es una nueva creación que Dios está realizando, una nueva raza con Vida eterna de la cual Jesucristo es el primero, y El también es el Unigénito de Dios. Cuando se habla de unigénito y de primogénito, ahí hay como una contradicción, si la misma persona es primogénito y es unigénito, porque primogénito significa ¿qué? El primero de la familia, y cuando se dice que es el unigénito, se dice que es el único de la familia, y Jesucristo dice que tiene más hermanos. El señala que tiene más hermanos. Por eso dice: “Anunciaré a mis hermanos Tu Nombre.” Y en San Mateo, capítulo 25, en esta parábola del juicio de las naciones en el verso 40, dice: “*Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”* Todos los creyentes en Cristo son los hermanos más pequeños de Cristo, porque Cristo es nuestro Hermano Mayor; por lo tanto El es el Primogénito de toda creación, El es el Primogénito de la Iglesia del Dios Viviente, en El moró la plenitud de la divinidad. ¿Qué significa esto? Que Dios moró en El en toda Su plenitud, en Jesús estaba Dios como Padre, y en Jesús estaba el Espíritu Santo, por lo tanto El podía decir: “El Padre y Yo una cosa somos.” Así como usted puede decir: “Mi cuerpo o mi alma, mi espíritu y mi cuerpo somos una misma cosa.” Eso lo hace a usted una persona en un cuerpo físico viviendo en este planeta Tierra. Ahora, Cristo nuestro Salvador teniendo toda la plenitud de Dios, vean Dios estaba en El en toda Su plenitud. Por eso El decía: “El padre y yo una cosa somos.” Eso está en San Juan, capítulo 10, verso 30, y en San Juan, capítulo 14, verso 6 en adelante... verso 1 en adelante, dice: “*No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.* *En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.* *Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.* *Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.* *Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?* *Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.* *Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.”* Estaban viendo al Padre allí ¿por qué? Porque en Jesús moraba y mora toda la plenitud de Dios, toda la divinidad mora en Jesús. “*Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.* *Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?* *¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.* *Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.”* Y ahora, el Padre era el que hacía las obras y el padre era el que hablaba a través de la boca de Jesucristo. Así como su alma, el alma suya es la que obra, hace las obras y habla a través de su cuerpo físico; así Dios, alma viviente, morando en Jesús en toda su plenitud, la divinidad en Jesús hablaba a través de Jesús y obraba a través de Jesús. Así como cada uno de ustedes y yo también, que somos alma viviente, nuestra alma obra a través de nuestro cuerpo y habla a través de nuestro cuerpo. Por eso Jesús dijo que del corazón salen los buenos y también los malos pensamientos, y del tesoro del corazón es que habla la boca. ¿Ven? Es del tesoro que usted tiene en su alma que habla su boca, es su alma hablando a través del cuerpo que Dios le ha permitido tener, y para hablar su alma no habla directa o directamente por el cuerpo físico, sino que lo que va a hablar su alma pasa por su espíritu, su cuerpo espiritual, y de ahí pasa al cuerpo de carne. Ese es el orden divino. Así fue también en Jesús: de Dios, el Padre, pasaba al cuerpo angelical de Jesucristo, el Angel de Jehová, y del Angel de Jehová pasaba al cuerpo de carne. Encontramos también que el Nombre de Dios ¿dónde estaba? En el Angel de Jehová, y después en el velo de carne donde moraba el Angel de Jehová que es el cuerpo angelical de Dios y Dios como alma viviente. Por lo tanto, en Jesús estaba el Padre y el Espíritu Santo, ahí estaban manifestados en ese cuerpo de carne. Es un misterio grande, pero vean es sencillo, porque el mismo misterio de Dios es el mismo misterio que está en cada ser humano. Si el ser humano comprende qué es cuerpo, espíritu y alma, y que lo más importante es su alma, que es lo que en realidad es la persona, entonces puede comprender el misterio que estaba en Cristo. El misterio que estaba en Cristo era la divinidad en toda Su plenitud, Dios manifestado en carne, Dios hecho hombre en medio de la raza humana, para visitar la raza humana y llevar a cabo Su Programa de Redención y morir en la Cruz del Calvario Su cuerpo de carne. El cuerpo de carne que murió en la Cruz del Calvario llamado Jesús es el cuerpo de Dios, el cuerpo físico de Dios, pero Dios no murió, Dios en Su cuerpo angelical no murió, y Dios como alma tampoco murió, pero su cuerpo de carne sí murió, pero Dios lo resucitó. Cristo en Su cuerpo angelical bajó al infierno, pues Cristo tomó nuestros pecados y luego al bajar al infierno allá los dejó, se los llevó al dueño original, que es el diablo, no podía resucitar con nuestros pecados ¿por qué? Porque no se podía presentar al Padre con nuestros pecados porque sería rechazado, pero llevó lejos nuestros pecados y resucitó justificado, como si nunca hubiese tenido pecados, no los de El sino nuestros pecados, pues la Escritura dice que Dios fue manifestado en carne, es el pasaje con el cual comenzamos, donde dice: “*E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:* *Dios fue manifestado en carne,* *Justificado en el Espíritu,* *Visto de los ángeles,* *Predicado a los gentiles,* *Creído en el mundo,* *Recibido arriba en gloria.”* Dios en Su manifestación, vean ustedes, lo encontramos en estas etapas por las cuales pasó, y cuando resucitó, resucitó justificado, como si nunca hubiese tenido nuestros pecados; y resucitó glorificado Su cuerpo y ascendió al Cielo; por eso es que también nosotros vamos a ser glorificados: porque Cristo fue glorificado. En San Juan, capítulo 7 cuando Cristo habla del bautismo del Espíritu Santo, vean lo que es dicho aquí, capítulo 7, verso 37 al 39, dice: “*En el último y gran día de la fiesta* (esta fue *la fiesta de los tabernáculos,* en el último y gran día de la fiesta de los tabernáculos fue que esto sucedió)*...* *En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.* *El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.* *Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”* ¿Ven? Tenía que ser glorificado. Y cuando la persona es glorificada, la persona está adoptada. Y ahora, encontramos que por esa causa fue que cuando resucitó en uno de los evangelios y apareció a las hermanas mujeres que allí fueron a buscar al Señor, al cuerpo del Señor y prepararlo, ellas quisieron abrasarlo, abrasar Sus pies, y El les dijo: “No me toquen, no me toquen porque todavía, todavía no he subido al Padre.” Pero luego más adelante en otro momento permitió que tocaran Sus pies y lo adoraran, ¿por qué? Porque ya había subido al Padre y había regresado, había sido aceptado por Dios, y por eso luego dice en otra ocasión: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Ahora, por cuanto Cristo Jesús fue glorificado, nosotros también seremos glorificados; a todo lo que Cristo es Heredero somos también nosotros herederos, porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, somos herederos de la herencia de los santos en luz, la herencia divina, somos herederos a la Vida eterna, somos herederos a un cuerpo glorificado, somos herederos a un cuerpo angelical teofánico, somos herederos a este planeta Tierra completo, somos herederos al Reino venidero, el Reino de Dios que será establecido en la Tierra, somos herederos al Reino de David y por consiguiente siendo que Cristo es el Heredero, pues entonces somos coherederos con El. Así como la esposa es coheredera con el esposo, así también la Iglesia del Dios viviente es coheredera con Jesucristo nuestro Salvador. Ser un miembro de la Iglesia del Dios Viviente es el privilegio más grande que una persona puede tener, eso identifica a esa persona como un hijo o una hija de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero (que es el Libro de los Siete Sellos) desde antes de la fundación del mundo, por lo tanto desde antes de la fundación del mundo Dios lo conocía a usted y a mí. En Primera de Pedro vean ustedes lo que dice... algo, lo cual es muy importante aquí, dice Primera de Pedro, capítulo 3, verso 9, dice: “*No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.”* Somos herederos de toda bendición divina. Y en Primera de Pedro, capítulo 1, versos 18 en adelante, nos dice San Pedro la forma que hemos sido rescatados, rescatados del reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Cristo. Dice: “*Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,* *sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación* (con la Sangre de Cristo hemos sido rescatados nosotros)*, ya destinado desde antes de la fundación del mundo...”* ¿Ven? Desde antes de la fundación del mundo fue destinado Cristo como el Cordero de Dios para morir por cada uno de ustedes y por mí también, y derramar Su Sangre y con Su Sangre redimirnos, limpiarnos de todo pecado. “*...ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros* (y de mí también)*.”* Vean, desde antes de la fundación del mundo ya estaba Jesús ordenado, predestinado como Cordero de Dios para morir en la Cruz del Calvario; y si El fue predestinado para morir tenía que tener motivo por lo cual morir: El murió por todos nosotros, por lo tanto nosotros estábamos en Dios eternamente, y en la Mente de Dios, el pensamiento divino todos nosotros estábamos. Nosotros estábamos en el Alma de Dios y de ahí fue que vinimos. Ahora, podemos ver cómo todos esos atributos que estaban en Dios serían redimidos por Jesucristo, el Cordero de Dios, destinado para ese propósito desde antes de la fundación del mundo, para así venir a formar parte de la Iglesia del Dios viviente. La Iglesia del Dios viviente es la Familia de Dios, la Familia Celestial de Dios, compuesta por los hijos e hijas de Dios. Efesios, capítulo 2, versos 19 en adelante, dice: “*Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”* Toda persona cuando niño, pues deseó ser hijo de un rey; y ahora descubrimos que somos hijos de un Rey: el Rey de los Cielos y de la Tierra, miembros de la Familia de Dios, hijos de Dios, el Rey de los Cielos y de la Tierra. “*Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,* *en quien todo el edificio* (o sea, toda la Iglesia del Dios viviente tipificada en un templo, en un edificio, tipificado en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón)*... en quien todo el edificio, bien coordinado* (¿ven? Hay que trabajar en forma coordinada, para que quede bien coordinado ese Templo)*, va creciendo para ser un templo santo en el Señor...”* De edad en edad vean ustedes va creciendo a medida que van siendo llamados y juntados los escogidos de Dios en cada edad, va creciendo; como en cada hogar a medida que van teniendo hijos va creciendo ¿qué? La familia. Y la Familia de Dios, la Casa del Dios viviente, la Iglesia del Dios viviente, va creciendo a medida que van naciendo en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, van naciendo hijos e hijas de Dios por medio del nuevo nacimiento. Y ahora, la Casa de Dios, la Familia de Dios está grande, gigante, todos los santos de las edades pasadas que forman esa Casa de Dios, más los santos de este tiempo final, de la Edad de la Piedra Angular; y pronto se completará la Iglesia del Dios viviente, la Casa de Dios, la Familia del Dios Creador de los Cielos y de la Tierra. Dios sabía y estaba en Su Programa cuántos hijos e hijas El tendría, cuántos hijos e hijas El tendría, los cuales vendrían a formar la Iglesia del Dios viviente, la Familia de Dios viviente. Sigue diciendo: “*En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”* Es para Dios morar en Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes y morar en cada miembro de Su Iglesia como individuo, Dios morar en Espíritu Santo en cada persona, lo cual ocurre cuando recibimos el Espíritu Santo y mora en nuestra alma, en nuestro corazón; y cuando tengamos el cuerpo eterno físico y glorificado Dios entonces morará en toda Su plenitud en cada uno de ustedes y en mí también, en cada miembro de la Iglesia del Dios Viviente, y en la Iglesia del Dios Viviente El morará en toda Su plenitud. Así que, en la Iglesia del Dios Viviente como Cuerpo Místico de creyentes, cuando ya todos estemos transformados, Cristo estará con nosotros y entre nosotros, nos llevará a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, y así estará con nosotros Dios en toda Su plenitud con Su cuerpo glorificado, morando, viviendo en medio de Su Iglesia; y cuando estemos en el Reino Milenial en la Tierra, El estará con nosotros también, será Dios en toda Su plenitud en medio de Su Iglesia, y desde Su Iglesia, Su Templo Espiritual, El se manifestará en ese Reino Milenial. La Iglesia del Dios viviente es lo más grande que hay en este planeta Tierra, en donde está el Espíritu de Dios, es ahí en Su Iglesia donde está. Por lo tanto la Segunda Venida de Cristo será a Su Templo, Su Iglesia; y la plenitud de Dios para nosotros como individuos será a todos los que son templo de Dios como individuos. Ahora, podemos ver la importancia de la Iglesia del Dios viviente: es lo más grande que Dios tiene en la Tierra y esa es la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual se encuentra en este tiempo en la etapa de Oro, que es la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Y Cristo está construyendo esa parte del Templo de Dios, está construyendo el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual; y el territorio al cual corresponde esta etapa es la América Latina y el Caribe, pues el lugar santísimo del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó Salomón estaba ¿dónde? En el Oeste. Por lo tanto la construcción del Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo tiene que estar en el Oeste, y corresponde a la América Latina y el Caribe que está en el Oeste, porque en la parte Norte ya se cumplió la séptima etapa o séptima edad de la Iglesia, la cual corresponde al Lugar Santo. Y ahora, le ha tocado a los latinoamericanos y caribeños la parte del Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Jesucristo, o sea, de la Iglesia del Dios Viviente; con piedras vivas latinoamericanas y caribeñas Cristo está construyendo el Lugar Santísimo del Templo del Dios Viviente, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y de este territorio se extiende el Mensaje para otras naciones, pueblos y lenguas. Y ahora, hemos visto: el misterio de la Iglesia del Dios Viviente, que es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y las personas que pertenecen a la Iglesia del Dios Viviente son las personas más privilegiadas y más bienaventuradas que han existido en el planeta Tierra, porque son las personas que son llamadas en las Escrituras los hijos e hijas del Dios Viviente, en la Iglesia del Dios viviente Y ahora, pasamos a San Juan, Primera de San Juan, capítulo 3, verso 1 al 2, donde dice: “*Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.* *Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser...”* O sea, aún no se ha manifestado nuestra transformación, aún no se ha manifestado el cuerpo glorificado que hemos de tener y todo lo que conlleva tener un cuerpo glorificado: conlleva la posición de Reyes y de Sacerdotes en el Reino de Cristo. “*Pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es* (seremos semejantes a El, o sea, tendremos un cuerpo a Su semejanza, un cuerpo glorificado, y por consiguiente le veremos a El en Su cuerpo glorificado)*.* *Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.”* Ahora, podemos ver porqué clamamos a Cristo para que El obre en nuestra vida y nos ayude en todo, y nos perfeccione, nos santifique y nos guíe: porque deseamos ser conforme a como El desea que nosotros seamos; y todos queremos ser como Jesucristo nuestro Salvador, y El ha dicho que vamos a ser como El: a Su imagen y a Su semejanza, porque somos miembros de la Iglesia del Dios Viviente. Son los miembros de la Iglesia del Dios Viviente los que tienen esa promesa, por lo tanto somos personas bienaventuradas y también agradecidas a Dios por habernos predestinado desde antes de la fundación del mundo para ser los miembros de la Iglesia del Dios Viviente. “**LA IGLESIA DEL DIOS VIVIENTE.”** Hemos visto: el misterio de la Iglesia del Dios Viviente, y por consiguiente hemos visto el misterio de nuestra vida. Viendo el misterio de la Iglesia del Dios Viviente vemos el misterio de nuestra vida ahí dentro de la Iglesia del Dios Viviente. Hemos venido a este planeta Tierra a vivir para formar parte de la Iglesia del Dios Viviente, ser miembros de la Iglesia del Dios Viviente, para eso hemos nacido en este planeta Tierra, ése es el propósito divino para cada uno de ustedes y para mí también. “**LA IGLESIA DEL DIOS VIVIENTE.”** ***Que las bendiciones del Señor Jesucristo sean sobre la Iglesia del Dios Viviente y sobre cada miembro de la Iglesia del Dios Viviente; y pronto se complete la Iglesia del Dios Viviente y Cristo se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo y reclame todo lo que El ha redimido con Su Sangre preciosa, resucite a los muertos creyentes en El y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Muchas gracias por vuestra amable atención amados hermanos y amigos, miembros de la Iglesia del Dios Viviente. Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión; y oren mucho por mí para el Mensaje de la tarde o de la noche. Ustedes no sabían que yo iba a estar en la noche, y tenemos una actividad, pero ustedes no podrán estar porque es en Calí, allá es la próxima actividad, por lo tanto oren por mí para que Dios me ayude para la próxima actividad. Pero podrán luego escucharla en los videos y las cintas magnetofónicas, y también leerla en los folletos cuando salga. Oren mucho por mí porque el tema de esta noche todavía no lo tenemos ¿Miguel verdad? Pero Dios nos va a dar el tema para la actividad de esta noche. Así que, para todos los hermanos allá en Calí, los cuales deben de estar escuchando en esta ocasión: estaré allá con ustedes en la actividad de esta tarde o de esta noche, en la cual esperamos grandes bendiciones de Jesucristo para la Iglesia del Dios Viviente, para la Casa del Dios Viviente. Bueno, que Dios les continué bendiciendo a todos, que Dios les guarde y nuevamente con ustedes nuestro amigo y hermano, el misionero y Rvdo. Miguel Bermúdez Marín. “**LA IGLESIA DEL DIOS VIVIENTE.”**