--- title: 'La Meta de Dios' date: 2001-09-26 activity: 1 place: city: Valparaíso state: Región de Valparaíso country: CL duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de mi niña América, quien me recordó que les diera saludos a los niños, y también a todos los hermanos. Para esta ocasión leemos en Romanos, capítulo 8, versos 28 en adelante, donde dice: “*Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.* *Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.* *Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.* *¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“LA META DE DIOS.”** El Dios creador de los Cielos y de la Tierra tiene una meta muy, pero que muy, importante, la cual ha estado en El eternamente. El en Su mente tuvo tener una creación, El en Su mente tuvo tener hijos, El en Su mente tuvo tener también un cuerpo angelical y un cuerpo físico glorificado. Por lo tanto, conforme a la intención del corazón de Dios, El lleva a cabo la creación. Y ahora, en la parte de la creación divina encontramos que lo más importante es Jesucristo y Su Iglesia, es más importante que todas las demás cosas pertenecientes a la creación de Dios, o sea, que ese es el tope de la creación divina. Por eso es que Cristo con Su Iglesia gobernará toda la creación en el Reino Milenial. Ahora, El estando sobre el Trono del Padre El está gobernando toda la creación. Pero en este planeta Tierra El colocará Su Trono, o sea, el Trono de David será restaurado por Cristo, el cual es el heredero al Trono de David, se sentará sobre el Trono de David y con Cristo estará en ese Reino Milenial Su Iglesia; cada miembro de la Iglesia de Jesucristo estará como Reyes y Sacerdotes y Jueces en ese Reino. Y Cristo gobernará con Su Iglesia durante el Reino Milenial sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y luego por toda la eternidad. Ahora, la meta, el propósito de Dios, es (vean aquí lo dice): “*Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”* Esa es la meta de Dios: que seamos conforme a la imagen de Su Hijo, y que Jesucristo, el Hijo de Dios, sea el Primogénito entre muchos hermanos. Y en el Reino Milenial estaremos aquí en la Tierra, y eso será Dios en Cristo con Su Familia, todos los hijos e hijas de Dios, o sea, Dios en medio de Su Familia, de Sus hijos. Y la Familia de Dios son los hijos e hijas de Dios. Por lo tanto en el Reino Milenial habrá en la Tierra una bendición muy grande, estarán en esta Tierra los hijos e hijas de Dios, todos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. El Programa Divino de toda la creación es reunir en Cristo todas las cosas, y Cristo ser el primero, el Primogénito y la cabeza de toda la creación; siendo la cabeza es el gobernante, el Rey de toda la creación, es por consiguiente Jesucristo el Heredero de Dios, y nosotros somos coherederos con Jesucristo nuestro Salvador, porque somos hijos de Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, por medio del nuevo nacimiento que Cristo ha producido en cada creyente en El. Ahora, la Familia de Dios conforme a la meta divina ha estado siendo colocada en un Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia, por consiguiente por las mismas etapas que Dios pasa, pasa la Iglesia de Jesucristo y pasa cada creyente en Cristo; por las mismas etapas que Dios en Cristo pasa, pasa cada creyente, y pasa la Iglesia del Señor Jesucristo, y también el planeta Tierra. Ahora, encontramos que Dios lo primero que trajo a existencia, lo primero que fue visto de Dios, fue Su cuerpo angelical. ¿De dónde salió? De Dios. Dice San Pablo en la carta a los Hebreos, de la siguiente manera, para que tengan el cuadro claro, capítulo 1 de Hebreos, verso 1 en adelante donde nos dice San Pablo: “*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,* *en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;* *el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia* (¿Quién es la imagen de Dios? Jesucristo. ¿Y el resplandor de Su Gloria? Jesucristo)*, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo...”* Vean, Dios por medio de Cristo ¿realizó qué? realizó la purificación de nuestros pecados, ¿y qué más hizo? Se sentó a la diestra de la majestad en las alturas, se sentó en el Trono de Dios luego de hacer la Obra de la Purificación, haber efectuado la purificación de nuestros pecados, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas. “*...hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos.* *Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás:* *Mi Hijo eres tú,* *Yo te he engendrado hoy,* *y otra vez:* *Yo seré a él Padre,* *Y él me será a mi hijo?* *Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:* *Adórenle todos los ángeles de Dios.* *Ciertamente de los ángeles dice:* *El que hace a sus ángeles espíritus,* *Y a sus ministros llama de fuego.* *Mas del Hijo dice:* *Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo;* *Cetro de equidad es el cetro de tu reino.”* Aquí, vean ustedes cómo San Pablo nos habla de Jesucristo nuestro Salvador, como el Primogénito y el Unigénito del Padre, y nos muestra que es el resplandor de Su gloria y la imagen misma de Su sustancia, y quien sustenta todas las cosas, y quien llevó a cabo la Obra de la purificación de nuestros pecados; por medio de Sí mismo Jesucristo llevó a cabo esa Obra y luego ascendió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios. Cristo ya había dicho también en San Mateo 26, versos 64, que El se sentaría a la diestra de Dios en el Cielo: “*Jesús le dijo* (le dijo al sumo sacerdote)*: Tú lo has dicho ; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”* Ahora, podemos ver que en la meta de Dios una de las cosas importantes, la más importante es Dios tener un cuerpo angelical, el cual ya tiene, y tener un cuerpo físico glorificado, el cual ya tiene también, y tener hijos e hijas iguales a Su Hijo Jesucristo, y por consiguiente iguales a Dios, porque Dios está en Jesucristo en toda Su plenitud. Y El quiere tener hijos e hijas iguales a Jesucristo, y por consiguiente a imagen y semejanza de Dios. La imagen y semejanza de Dios es Jesucristo nuestro Salvador, Su imagen es el cuerpo angelical de Jesucristo, llamado el Angel del Pacto o Angel de Jehová en el Antiguo Testamento, y Su semejanza física es el cuerpo de carne de Jesucristo, el cual luego que murió y resucitó y ascendió al Cielo, lo encontramos ya glorificado; por lo tanto ya el cuerpo físico de Jesús es un cuerpo glorificado, y por consiguiente jovencito, y por consiguiente inmortal. Por eso Cristo en Apocalipsis dice: “Yo Soy el que vivo y estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos (o sea, por toda la eternidad).” Y ahora, el propósito divino, la meta divina, es tener más hijos iguales a Su Hijo Jesucristo. Por eso Cristo en San Juan, capítulo 12, verso 24, dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva (o sea, muchos granos de trigo).” Y si el Hijo del Hombre, Jesucristo, siendo el Grano de trigo es el Hijo de Dios, ¿qué va a producir Jesucristo al morir y luego nacer la Iglesia de Jesucristo, que es la planta de trigo, el producto que viene de parte de Cristo? Va esa planta de trigo a producir granos de trigo, hijos e hijas de Dios, los hijos del Reino, los cuales estarán ¿dónde? En la planta de trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo. Y así es como Jesucristo estará reproduciéndose de etapa en etapa, de edad en edad, en hijos e hijas de Dios. Para Jesucristo Su Iglesia es lo que era Eva para Adán, Dios le dio a Adán una compañera para reproducirse, y ahora al Segundo Adán, que es Jesucristo, Dios le dio una compañera, la cual es Su Iglesia, la Iglesia del Señor Jesucristo para reproducirse en hijos e hijas de Dios. Y ahora, esa es la meta de Dios: tener hijos e hijas a Su imagen y a Su semejanza. Ya con esto que hemos hablado ya hemos visto cuál es la meta de Dios. Por lo tanto, para realizar Su propósito, llegar a esta meta, El tiene un Programa; como al casarse una pareja, vean, esa pareja antes cuando no eran novios, en ellos estaba el tener hijos y ellos vieron que hay un Programa divino establecido para tener hijos: y eso es casarse, y para casarse pues tenían que enamorarse, y entonces ellos vieron el programa para poder obtener esas bendiciones y así formar una familia, tener una familia; pero eso ya está dentro del corazón del joven y de la joven. Ahora, así también estaba en Dios ese deseo divino. Y luego cuando Dios se hace carne ese deseo divino está en Jesucristo. Es por medio de Jesucristo que Dios llevará a cabo toda la meta, o sea, llevará todo el Programa a cabo por medio de Jesucristo, y llegará a Su meta. Ahora, así como toma tiempo para un joven y una joven llegar a tener una familia, vean, primero tienen que nacer, tienen que ser bebés, tienen que ir creciendo. Pero miren, en las mujeres por ejemplo, desde niñitas está ese deseo, ustedes pueden ver que juegan con muñecas, y le dicen: “Esta es mi nena más chiquita, ésta es mi nena más grande, y éste es el varoncito.” Y así por el estilo, porque ese deseo está dentro del corazón. Ahora, encontramos también en los niños que está ese deseo, y por eso usted los ve con carritos y con martillos y cosas, ¿por qué? Porque cuando se casen y tengan hijos tienen que trabajar para sostener la familia. Ahora, podemos ver este sinnúmero de cosas que se ven ya en las personas desde niños, desde niños ya ellos desean algún día tener hijos, así por el estilo. Y luego llegan a una edad en donde pueden lograr todo eso, y deben hacerlo de acuerdo a las leyes divinas. Todo debe ser en la forma correcta conforme al Programa establecido por Dios. Ahora vean, a Dios le ha tomado —vamos a decir— miles de años, desde que colocó el ser humano en la Tierra; pero antes de eso millones y billones de años, cuando Dios creó el Universo, y antes de eso no sabemos en números de años, porque eso siempre estuvo en Dios eternamente; como cuando la persona nace, en el hombre están sus hijos, en sus lomos, como estaba Isaac, Jacob, Leví, y toda la descendencia hebrea, ¿estaba en los lomos de quién? De Abraham. Y ahora, en Dios eternamente ha estado esta meta, y vean ustedes, ha tomado tiempo, pero algún día veremos plenamente que Dios habrá llegado a Su meta. Pero vean ustedes una cosa muy importante: ya Dios llegó a Su meta cuando El lo pensó, ya eso es una realidad para Dios. Es como cuando una persona va a construir una casa y tiene el dinero y el plano, y ya sabe lo que va a construir, ya es una realidad para él, ahora le falta trabajar para convertir eso que es realidad dentro de él, convertirlo en una realidad tangible. Ahora, si Dios no tuviera el poder para hacer lo que El pensó hacer, entonces no era una realidad en Dios. Pero El tiene todo el poder para hacer lo que El pensó. Así que la meta de Dios, vean ustedes, se cumplirá. Ya se cumplió en el primero: en Jesucristo, y ya cuando se tiene el primero... es como cuando usted quiere tener un campo de trigo, y cosechar muchos sacos de trigo para colocarlos en el granero, pues miren, ¿qué necesita tener la persona? Un grano de trigo, un grano de trigo que llegue a madurez, un grano de trigo que sea sembrado, y de ése vendrán todos los demás granos de trigo. Porque puede decir: “Yo deseo tener un millón de granos de trigo, o cien millones de granos de trigo, ¿y cómo lo voy a lograr si lo que tengo es un grano de trigo? Pues eso es lo que usted necesita: un grano de trigo con vida, lo siembra, nace una planta de trigo y pasa por el proceso que debe pasar, y todos esos granos de trigo los recoge y usted dice: “Pero yo quería cien millones de grano y esta planta de trigo lo que me ha dado solamente son —vamos a decir— cien mil granos de trigo.” Bueno, siembre esos cien mil granos de trigo y verá en la próxima cosecha cómo habrá más granos de trigo, y siembre esa misma cantidad de nuevo y verá que se va multiplicando cada día más. Y así ha sido en la Iglesia del Señor Jesucristo. Vean cómo de etapa en etapa la Iglesia de Jesucristo se ha ido multiplicando hasta llegar a nuestro tiempo. Y ahora la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, es la planta de trigo, en donde ha estado la Vida de Cristo en el Programa de reproducción, para llegar a la meta de Dios, llegar Dios a tener hijos a Su imagen y a Su semejanza, o sea, tener hijos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo. Y ahora para este tiempo final nacen en la planta de trigo los últimos que serán manifestados como granos de trigo, porque llegarán a madurez y serán adoptados. En edades pasadas no llegaron a madurez, por eso no fueron adoptados; pero en lo espiritual sí se llegó a madurez cuando las personas recibieron a Cristo como su Salvador, lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo, y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibieron el Espíritu Santo; esas personas llegaron a madurez espiritualmente hablando, y fueron adoptadas espiritualmente recibiendo un cuerpo teofánico angelical. Esas son las primicias del Espíritu, el Sello del Dios vivo, con el cual hemos sido sellados para el Día de la Redención, conforme a Efesios, capítulo 4, verso 30. El Día de la Redención es el Día en donde Cristo nos dará un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, resucitará a los muertos creyentes en El en cuerpos eternos y glorificados, y a nosotros nos transformará. Esa es la Redención del cuerpo. Y ahora, cuando tengamos la Redención del cuerpo, o sea, la transformación nuestra, el cuerpo nuevo, entonces seremos a Su semejanza física, un cuerpo físico glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo, y así Dios habrá llegado a Su meta de tener hijos a Su imagen y a Su semejanza; siendo que la imagen de Dios es Cristo en Su Cuerpo angelical, y la semejanza de Dios es Cristo en Su cuerpo físico glorificado, seremos todos iguales a Jesucristo nuestro Salvador, con cuerpos teofánicos angelicales de la sexta dimensión y con cuerpos físicos glorificados. Y así Dios habrá llegado a Su meta de tener hijos iguales a Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente a imagen y semejanza de Dios. Y nosotros pues habremos llegado a nuestra meta, porque al recibir a Cristo como nuestro salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre en agua y recibir Su Espíritu Santo, tenemos una meta, y es ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. Cada creyente tiene que tener esa meta clara en su corazón, en su alma, y en su mente también. El creyente no puede pensar que viene a la Iglesia porque le gusta cantar, aunque eso es importante, porque esa es una de las formas de adorar a Dios, y ninguna persona que no adora a Dios podrá estar en el Reino de Dios; pero no viene en sí porque le gusta cantar sino porque hay una meta en su alma, pero viene para adorar porque tiene que adorar a Dios, y viene para orar a Dios, porque a Dios es que oramos en el Nombre de Jesucristo, y viene para escuchar Su Palabra, la Voz de Dios por medio de Cristo, Cristo en Espíritu Santo revelándose en el tiempo que le toca vivir a la persona a través del Mensajero de Su tiempo, y viene porque sabe que Jesucristo en Espíritu está ¿dónde? En Su Iglesia. Por lo tanto, viene para estar de fiesta con Jesucristo en esa actividad, es un momento de fiesta espiritual la que tenemos cuando nos reunimos todos para glorificar a Dios, cantar a Su Nombre y escuchar Su Palabra. Y ahora, así perseveramos nosotros hasta que lleguemos a la meta, ¿y después? Pues continuaremos cantándole a Dios, glorificando Su Nombre y sirviéndole todos los días de nuestra vida. Ahora, trabajar en Su Obra es un privilegio que El nos da, y nosotros trabajamos en Su Obra con toda nuestra alma. Aprovechemos bien ese privilegio. El pueblo hebreo recibió la promesa de una tierra, esa promesa la recibió Abraham, le fue confirmada también a Isaac, a Jacob y a los patriarcas, y a todo el pueblo hebreo cuando estaban en Egipto, y luego salieron rumbo a la tierra prometida en el Exodo, y tuvieron que luchar por el camino, y luego para obtener la promesa tuvieron también que luchar; o sea, que aunque Dios les había dado esa promesa, ellos tuvieron que trabajar; tuvieron que trabajar, luchar, esforzarse para conquistar la promesa, conquistar esos territorios que estaban habitados. Y ahora, nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro. Todo el trabajo que nosotros hacemos en la Obra de Cristo es una labor en donde estamos conquistando lo que hemos de recibir como galardones en el Reino de Cristo. Cristo repartirá galardones, no a los vagos, sino a los que han trabajado en la Obra de Cristo. “Porque vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Dice San Pablo ¿en dónde? En Primera de Corintios... vamos a ver si es ahí que lo dice... Primera de Corintios, capítulo 15 (vamos a ver si ahí lo dice), verso 58, dice: “*Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre.”* Cada persona como individuo tiene que estar creciendo en el Señor siempre, y la Iglesia del Señor Jesucristo tiene que estar creciendo siempre en el Señor, creciendo en todos los sentidos, creciendo en conocimiento y creciendo en trabajo y creciendo en número también; por eso trabajamos en la Obra llevando el Mensaje para que la Iglesia vaya creciendo en número también. “*...sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”* En San Mateo, capítulo 16, verso 27, dice: “*Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”* Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12, dice: “*He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”* El recompensará a cada creyente según sea Su Obra, o sea, que unos van a recibir más que otros, según sea Su Obra. Toda persona ha deseado tener muchas comodidades, muchas facilidades, en palabras más claras, toda persona ha deseado ser rica, unos para tener muchas facilidades, y otros para hacer más en la Obra de Cristo; esas personas, pues tienen una meta, y es Cristo. Ahora, este es el tiempo de uno poner el fundamento para tener grandes riquezas y una posición importante en el Reino venidero de Cristo, el Reino Milenial de Cristo. “Porque vuestro trabajo en el Señor no es en vano.” Por lo tanto todo lo que hagamos contará cuando Cristo reparta los galardones. Ahora, nosotros trabajamos por amor a Cristo, pero El dice que va a recompensar a cada uno según sea Su Obra. Por lo tanto, vuestro trabajo en el Señor no será en vano. Y si alguno dice. “Yo no estoy interesado en los galardones.” Pues entonces que me los pasen a mí. Así que, Cristo es el que dice que va a recompensar. Ahora, ¿qué si Cristo hubiera dicho: ‘Yo no estoy interesado en sentarme en el Trono del Padre.’? Pues si ése era el propósito: sentarse en el Trono del Padre, esa era la meta de Dios. Ahora, la meta de Dios es que todos seamos iguales a Jesucristo. Y ese es un galardón, una bendición grande que El tiene para todos nosotros. Ahora, para recibir esta bendición tan grande, la persona ha sido predestinada. Todo esto es conforme al propósito de Dios. Y los que son llamados conforme al propósito de Dios son aquellas personas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, están ahí escritas con ese propósito divino: que seamos conforme a la imagen de Su Hijo, Jesucristo, para que El sea el Primogénito entre muchos hermanos, o sea, para que El sea nuestro Hermano mayor. Aunque todos vamos a ser jovencitos, pero no importa, el será siempre nuestro Hermano mayor. El es el principio de la creación de Dios, dice Apocalipsis, capítulo 3, verso 14. Por lo tanto, siendo Cristo el Primogénito de la creación de Dios, de esta nueva creación con Vida eterna, de esta nueva raza con Vida eterna, nosotros lo reconocemos como nuestro Hermano mayor. Y así como el Hermano mayor cuida a sus hermanos menores, Cristo nos cuida a nosotros. En Colosenses, capítulo (y Filipenses, vean)... Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz* (o sea, que los santos en luz tienen una herencia de parte de Dios)*;* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo,* *en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.* *El es la imagen del Dios invisible* (¿ven que Jesucristo es la imagen del Dios invisible?)*, el primogénito de toda creación.”* El es primero que los Cielos y la Tierra, El es primero que todas las galaxias, y por medio de El, de Jesucristo en Su cuerpo angelical, fue que Dios creó todas las cosas. Por eso El es también el Heredero de toda la creación. “*Porque en él fueron creadas todas las cosas* (¿ven? En el fueron creadas todas las cosas. De Jesucristo salió a existencia todo, porque Dios por medio de Jesucristo estuvo hablando esa Palabra creadora)*, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles.”* Ahora, en cuanto a la creación, vean, primero viene en la forma invisible, o sea, no tangible, a las personas de esta dimensión, y luego son materializadas y son tangibles. Por eso dice: “*...las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”* ¿Por medio de quién fue creado todo? Por medio de Jesucristo. ¿Y para quién? Para Jesucristo. “*Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;* *y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;* *por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,* *y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.* *Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado* *en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.”* Aquí podemos ver que hemos sido reconciliados por medio de Jesucristo, hemos sido reconciliados con Dios, para poder llegar a la meta de Dios nosotros, y Dios llegar a Su meta. Y la meta de Dios es que seamos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. Conforme a como dice en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, donde dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Con ese poder con el cual puede sujetar a Sí mismo todas las cosas, El transformará nuestros cuerpos, y nos dará un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual a Su cuerpo glorificado, y así la meta de Dios llegará a feliz cumplimiento, y nosotros llegaremos a nuestra meta, que es la meta de Dios, a ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador; y así se habrá cumplido la meta de Dios, que es ser conforme, ser hechos conforme a la imagen y semejanza de Su Hijo, Jesucristo nuestro Salvador. Esa es la meta de Dios: tener hijos iguales a Jesucristo nuestro Salvador. De toda la creación lo más importante es Cristo y Su Iglesia, y todas las demás cosas estarán sujetas para toda la eternidad a Jesucristo y a Su Iglesia, porque la corona de la meta divina de toda la creación es que haya personas a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. Y esa será la Familia más importante del Universo completo, del mundo visible y del mundo invisible. No habrá nada más importante que Dios y Su familia. Eso es lo más importante en la meta de Dios. Así que siendo nosotros parte de esa meta divina estamos agradecidos a Dios por habernos escogido desde antes de la fundación del mundo, haber colocado nuestros nombres en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo y habernos llamado por el Evangelio, y habernos colocado en Su Cuerpo Místico de creyentes. Es ahí en el Cuerpo Místico de creyentes donde Dios está llevando a cabo la Obra divina que nos llevará al cumplimiento de la meta divina. Fuera de la Iglesia del Señor Jesucristo no se puede llegar a la meta de ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Por lo tanto conscientes de cuál es la meta de Dios, que sea nuestra meta la misma meta de Dios: llegar a ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, y así seremos jovencitos para toda la eternidad, y seremos en el Reino de Cristo Reyes, Reyes del Orden de Melquisedec, Sacerdotes del Orden de Melquisedec, y Jueces del Orden de Melquisedec también. Y ese Orden triple será el que estará gobernando en todos los aspectos de la vida del ser humano aquí en la Tierra, y en todo el Universo, y en el mundo visible y en el mundo invisible también. Por lo tanto, adelante en la meta de Dios. Cristo nos ayudará porque El nos predestinó, nos eligió, nos escogió, y El nos conoció desde antes de la creación, estábamos en El. Y ahora, el Programa que nos lleva a la meta de Dios es el Programa que El está llevando a cabo dentro de Su Iglesia, por eso nos ha llamado conforme a Su propósito, nos ha llamado por medio del Evangelio y nos ha colocado en Su Cuerpo Místico de creyentes, ahí hemos nacido como hijos e hijas de Dios y hemos recibido la imagen de Dios, que es Jesucristo en Su cuerpo teofánico angelical. Hemos recibido un cuerpo angelical, y pronto recibiremos la semejanza de Dios, que es Jesucristo en Su cuerpo físico glorificado, recibiremos un cuerpo físico, glorificado interdimensional, y entonces estaremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador; y así Dios habrá llegado a Su meta: de tener hijos a imagen y semejanza de Jesucristo, y nosotros habremos llegado a nuestra meta, que es ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. Dios no se ha desanimado nunca de lo que El determinó hacer, Su meta ha permanecido firme y clara ante El, y ningún escogido de Dios se puede desanimar. Siga adelante todos los días de su vida, porque va a llegar a la meta de Dios, que es ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. Y aunque las personas creyentes en Cristo de etapas pasadas hayan muerto físicamente, con todo y eso llegarán a la meta de Dios, porque esa ha sido la meta de ellos también: llegar a ser iguales a Jesucristo nuestro Salvador, y por eso Cristo los resucitará en cuerpos físicos glorificados, y habrán entonces llegado a la meta de ellos que era la meta de Dios: ser a imagen y semejanza de Jesucristo. Y nosotros los que vivimos cuando seamos transformados habremos llegado a la meta nuestra, que es ser iguales a Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente habremos llegado a la meta de Dios, y Dios habrá llegado a Su meta de tener hijos a Su imagen y a Su semejanza. Conscientes de cuál es la meta de Dios, caminemos hacia adelante en el Cuerpo Místico de Cristo trabajando en Su Obra, glorificando el Nombre del Señor, y recibiendo la Palabra revelada para nuestro tiempo, alrededor de la cual se materializará lo que Dios ha prometido para nosotros, se materializará la meta de Dios. “**LA META DE DIOS.”** Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: **“LA META DE DIOS.”** Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo nuevamente con ustedes a nuestro amigo y hermano, el Rvdo. Tirzo Ramiro Girón Pinzón para finalizar nuestra parte en esta ocasión. Y adelante en vuestra meta. ¿Cuál es la meta de ustedes? Ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador. Esa es mi meta, ¿y de quién más? \[Nota - La congregación responde: “¡Amén!”\] De cada uno de ustedes. ¿Y de quién más? De Dios. Así que conscientes de la meta de Dios, continuemos adelante en el Cuerpo Místico de Cristo nuestro Salvador. Bueno, ya tenemos al Rvdo. Tirzo Ramiro Girón Pinzón por aquí, que Dios les continúe bendiciendo a todos y les guarde a todos. “**LA META DE DIOS.”**