--- title: 'Cristo intercede por nosotros' date: 2001-09-13 activity: 1 place: city: Belo Horizonte state: Minas Gerais country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América, quien también les envió saludos. También reciban saludos de nuestro amado hermano y amigo Miguel Bermúdez Marín, quien no pudo estar en este recorrido al Brasil, pues le tocó hacerse su chequeo, su revisión, sus exámenes de salud, el recatin (el recatin que dicen ustedes, eso mismo). Y salió bien, así que tenemos mucho Miguel para mucho tiempo; ya para el próximo viaje él estará con nosotros en el recorrido del Brasil, y lo veremos bien; salió bien en todos los exámenes y él está muy contento. Para esta noche leemos en Romanos, capítulo 8, versos 32 al 34, donde dice el Apóstol San Pablo: “*El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?* *¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.* *¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.”* Nuestro tema es: **“CRISTO INTERCEDE POR NOSOTROS.”** Por lo tanto nuestro Intercesor ante Dios, ¿quién es? Jesucristo nuestro Salvador. El es único Intercesor. Y ahora vamos a ver porqué Jesucristo es el único Intercesor, el único que intercede por nosotros ante Dios. Para poder comprender nuestro tema en esta ocasión, siendo que Jesucristo es nuestro Intercesor, el cual se ha sentado en el Trono de Dios, el cual entró al Lugar Santísimo, al Cielo mismo, para poder comprender todo eso tenemos que ir a través de la Escritura, porque todo lo que está en el Cielo y lo que sucede en el Cielo ha sido reflejado en la Tierra. Y ahora vamos a ver cómo todo esto que está sucediendo en el Cielo con Cristo intercediendo por nosotros, vamos a ver cómo fue reflejado en la Tierra. Cuando Dios le ordenó al Profeta Moisés construir un tabernáculo, le dio el diseño para la construcción de ese tabernáculo, se lo mostró en el Monte Sinaí, y le dijo que hiciera que construyera un tabernáculo para Dios, para Dios morar en El. Y le dijo cómo construirlo. Ese tabernáculo tendría atrio, tendría lugar santo y tendría lugar santísimo. El Atrio representa esta dimensión terrenal. El Lugar Santo representa el Paraíso, la sexta dimensión. Y el Lugar Santísimo representa la séptima dimensión, que es la dimensión de Dios. Y ahora, conforme al Templo Celestial de Dios, Dios le ordenó a Moisés construir un tabernáculo. Por lo tanto ese tabernáculo es tipo y figura del Templo Celestial. También a Salomón le fue dada la bendición de construir un templo para Dios allá en Jerusalén. Ese templo es tipo y figura del Templo Celestial. El Templo de Salomón ha sido estudiado por muchos sabios, y han descubierto que hay un misterio contenido en ese templo, como también en el tabernáculo que construyó Moisés. ¿Cuál es el misterio? El misterio es que es el tipo y figura del Templo que está en el Cielo, y por consiguiente es tipo y figura también de la Iglesia del Señor Jesucristo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo es el Templo Espiritual de Jesucristo. Y Cristo está construyendo un Templo Espiritual, el cual es Su Iglesia, y por consiguiente tiene Atrio, tiene Lugar Santo y tiene Lugar Santísimo. Y ahora, el misterio se encuentra ¿dónde? En la Iglesia del Señor Jesucristo. Ya no tenemos el tabernáculo que construyó Moisés, ni tenemos el templo que construyó el rey Salomón, pero tenemos un Nuevo Templo, el cual está construyendo Jesucristo nuestro Salvador, lo está construyendo con piedras vivas, con seres humanos, como nos dice San Pedro en su primera carta, capítulo 2, verso 4 en adelante, donde dice: “*Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa”* Jesucristo es la Piedra Angular que los edificadores, el sumo sacerdote y los miembros del concilio del sanedrín, que eran los miembros del concilio de la religión hebrea, esos eran los edificadores que desecharon la Piedra del Angulo, a Jesucristo nuestro Salvador. San Pedro se lo dice a ellos en el concilio de la religión hebrea cuando fue llevado ante ellos. Y ahora, sigue diciendo San Pedro: “*Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”* O sea, que todo es por medio de Jesucristo, porque Jesucristo es el Sumo Sacerdote, por lo tanto a través de Jesucristo y en el Nombre de Jesucristo lo hacemos todo para nuestro Dios. No acepta Dios nada que no sea en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial. Es como en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó el rey Salomón, Dios no aceptaba nada en el lugar santísimo, que no fuera por medio del sumo sacerdote; aun los hijos de Aarón, el sumo sacerdote en el capítulo 10 de Levítico, y luego en el capítulo 16 también Dios habla de lo mismo: Dos hijos de Aarón, sobrinos de Moisés, los cuales eran sacerdotes, pero ninguno de ellos era sumo sacerdote, el sumo sacerdote era Aarón, el padre de ellos. Estos dos hijos de Aarón, sacerdotes, entraron al lugar santísimo con fuego extraño y Dios los quemó, salió fuego del lugar santísimo y los quemó; porque Dios es fuego consumidor. Y ahora, ¿qué sucedió allí? Que entraron al lugar santísimo, sin ser el sumo sacerdote entraron con fuego extraño, y Dios no aceptada nada, a menos que fuera por medio del sumo sacerdote o de Moisés, porque Moisés tenía el sumo sacerdocio; cuando pidió un ayudante y Dios se lo concedió, pasó a Aarón esa bendición. Moisés fue el que dedicó el templo a Dios, el tabernáculo. Ahora, Dios le dijo a Aarón que ni siquiera lloraran la muerte de esos hijos de Aarón. Era duro decirle Moisés a su hermano Aarón: “No vas a hacer luto por tus hijos. Ni siquiera vas a afligir tu alma.” Vamos a ver todo lo que le dijo Dios por medio del Profeta Moisés a Aarón, y esto fue por entrar al lugar santísimo sin ser ordenados con el ministerio de sumo sacerdote, y entraron también en un tiempo que no tenían que entrar. Capítulo 10 de Levítico, verso 1 en adelante, dice: “*Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó.* *Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.* *Entonces dijo Moisés a Aarón: Esto es lo que habló Jehová, diciendo: En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado. Y Aarón calló.* *Y llamó Moisés a Misael y a Elzafán, hijos de Uziel tío de Aarón, y les dijo: Acercaos y sacad a vuestros hermanos de delante del santuario, fuera del campamento.* *Y ellos se acercaron y los sacaron con sus túnicas fuera del campamento, como dijo Moisés.* *Entonces Moisés dijo a Aarón, y a Eleazar e Itamar sus hijos: No descubráis vuestras cabezas, ni rasguéis vuestros vestidos en señal de duelo, para que no muráis, ni se levante la ira sobre toda la congregación; pero vuestros hermanos, toda la casa de Israel, sí lamentarán por el incendio que Jehová ha hecho.* *Ni saldréis de la puerta del tabernáculo de reunión, porque moriréis.”* Ahora, vean ustedes, no podían hacer duelo por ellos, o sea, no podían estar de luto, ni podían ir para enterrar, Aarón y sus hijos no podían ir para enterrar a los otros hijos de Aarón, esos dos hijos que habían ido a ofrecer incienso, fuego extraño, y habían sido quemados por la presencia de Dios. Y ahora, Aarón y sus otros hijos no podían ir al funeral de esos hijos de Aarón que habían muerto, porque morirían Aarón y los otros hijos también, porque la unción del aceite estaba sobre Aarón y sus otros hijos. Ahora, vean ustedes cómo sucedió allá: se metieron al lugar santísimo donde no tenían que meterse, y se pusieron a ministrar donde no tenían que ministrar, y llevaron fuego extraño. Ahora, Dios le dice a Moisés: “*...por cuanto el aceite de la unción de Jehová está sobre vosotros. Y ellos hicieron conforme al dicho de Moisés.* *Y Jehová habló a Aarón, diciendo:* *Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni sidra cuando entréis en el tabernáculo de reunión, para que no muráis; estatuto perpetuo será para vuestras generaciones,* *para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio,* *y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehová les ha dicho por medio de Moisés.”* Ahora, podemos ver que ellos tomaron fuego extraño, fuego que no era del fuego que había caído sobre el altar cuando Dios recibió el tabernáculo, al Moisés dedicarlo a Dios. Y ahora, ese fuego de Dios tenía que permanecer en el templo, en el tabernáculo, pero ellos tomaron otro fuego y entraron al lugar santísimo y ofrecieron incienso quemado, y una nube subió, como hacía el sumo sacerdote; pero el fuego era fuego extraño, no era el fuego de Dios que había caído cuando Moisés dedicó el templo a Dios. Ese fuego lo mantenía el pueblo hebreo, los sacerdotes, dentro del tabernáculo, tenía que permanecer; con ese fuego es que las lámparas del candelabro fueron encendidas también. Ahora, vean ustedes lo celoso que es Dios con Su Templo y en Su Templo. Y ahora, encontramos que el lugar santísimo del tabernáculo que Moisés construyó, representa el Trono de Dios, el Lugar Santísimo del Cielo. El arca del pacto con el propiciatorio, el propiciatorio es la tapa del arca del pacto, es de oro y tiene dos querubines de oro, y en medio de esos dos querubines de oro Dios estaba en la columna de Fuego. Todo eso es tipo y figura del Cielo, donde está Dios en el Lugar Santísimo sentado en Su Trono. El propiciatorio sobre el arca del pacto, representa el Trono de Dios en la Tierra, tipificando el Trono Celestial de Dios. Por eso cuando se acercaron esos dos hijos de Aarón frente al trono de Dios representado en la Tierra, con fuego extraño, fuego salió de Dios y los consumió; porque Dios es fuego consumidor. Ahora, podemos ver el tipo y figura en el tabernáculo de Moisés y templo de Salomón, el tipo y figura del Templo Celestial. Y ahora, así como era el sumo sacerdote el que podía entrar al lugar santísimo, y era el día diez del mes séptimo de cada año, y entraba con la sangre del sacrificio del macho cabrío, el cual era sacrificado por Jehová. En el capítulo 16, verso 1 en adelante de Levítico, dice: “*Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron.* *Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.”* ¿Dónde estaba Dios en el tabernáculo que construyó Moisés? En el lugar santísimo sobre el propiciatorio, porque ése lugar representa el Lugar Santísimo del Templo Celestial, y el propiciatorio representa el Trono de Dios en el Cielo, por eso Dios aceptaba los sacrificios que en ese templo se realizaban, y aceptaba la sangre de la expiación del macho cabrío que era sacrificado por Jehová. Y todo eso está hablando de que vendrá un tiempo en que en el Templo Celestial entrará el Sumo Sacerdote, Melquisedec, Jesucristo, con la Sangre de un Sacrificio perfecto. Y para ser un Sacrificio perfecto tuvo que Melquisedec, Cristo, el Angel del Pacto, el Dios creador de los Cielos y de la Tierra, hacerse carne, hacerse hombre para colocar en sacrificio vivo Su cuerpo de carne. Cuando Juan el bautista estaba predicando y decía que después de él vendría otro hombre, vendría un varón del cual él no era digno de desatar la correa de su calzado, cuando vio a Jesús dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo; éste es aquél del cual yo dije que después de mí vendría un varón del cual yo no era digno de desatar la correa de su calzado, El es primero que yo.” Y nació después de Juan. Cristo dijo en otra ocasión, en San Juan, capítulo 8, versos 56 al 58: “Abraham vuestro padre deseo ver mi día; lo vio, y se gozó.” Le dicen: “No tienes aún cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Cristo dijo: “Antes que Abraham fuese, yo soy.” ¿Cómo era Jesucristo antes que Abraham? Jesucristo era en Su cuerpo angelical, llamado en el Antiguo Testamento el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, donde está el Nombre de Dios. “*He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino...”* Exodo, capítulo 23, y lo vamos a leer ahí, dice: “*He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado* (ese es Jesucristo en Su cuerpo angelical)*.* *Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”* Y ahora, hemos visto quién es y cómo era Jesucristo antes que Abraham: era el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, antes que Abraham y después de Abraham también. En el tiempo de Moisés también es el Angel de Jehová, el Angel del Pacto. Ahora, podemos ver que aquél Melquisedec que le apareció a Abraham es Jesucristo en Su cuerpo angelical, como Sumo Sacerdote y Rey de Jerusalén, Rey de Paz y Rey de Justicia, porque Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores, y también El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, Sacerdote del Dios Altísimo, Sumo Sacerdote. De ese Orden Celestial es que nosotros somos Sacerdotes también, porque El nos ha limpiado con Su Sangre de todo pecado, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos con Cristo por mil años (el Reino Milenial de Cristo). Estaremos en ese Reino como Reyes y Sacerdotes, y Jueces también. Apocalipsis, capítulo 1, verso 4 al 9, y Apocalipsis, capítulo 5, verso 8 al 10, nos dice que El nos limpiado con Su Sangre, y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y que reinaremos con Cristo por mil años. También en Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 al 6, da testimonio de que seremos Reyes y Sacerdotes y reinaremos con Cristo en ese Reino Milenial. Ahora, podemos ver que el orden sacerdotal de Aarón, que es el orden sacerdotal levítico es solamente el tipo y figura del Orden Sacerdotal Celestial de Melquisedec. Y ahora, miren ustedes una cosa muy importante: Jesucristo siendo el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, no vino como un descendiente de Leví, por consiguiente no vino como un sacerdote del orden levítico; porque el Orden de Melquisedec no es el orden levítico. El orden levítico sacerdotal es el tipo y figura del Orden Sacerdotal Celestial de Melquisedec. Y ahora, el Sumo Sacerdote Celestial en la Tierra fue condenado por el sumo sacerdote terrenal del orden de Leví. Pero ese orden terrenal va a ser quitado, ya está quitado delante de Dios. Pero todavía siguen pensando que ese orden sacerdotal está vigente, pero no está vigente, ya terminó su tiempo, no tienen ni templo, ni tienen sacrificio por el pecado, no tienen el sacrificio del macho cabrío de la expiación del día diez. Y si realizaban ese sacrificio, ¿dónde está el templo? ¿Dónde lo van a realizar? ¿Dónde está el lugar santísimo donde van a llevar la sangre? No tienen nada de eso. Por lo tanto ese orden sacerdotal llegó a su final. En el capítulo 7 de Hebreos, verso 11 al 12, u 11 en adelante, dice: “*Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?* *Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.”* Hubo un cambio de sacerdocio: del sacerdocio levítico al Sacerdocio de Melquisedec, y todavía el pueblo hebreo no lo sabe. Ya el orden levítico no está en función, aunque haya sacerdotes del orden de Leví, no están en función, ya no hay un tabernáculo terrenal, el de Moisés ya no está ni el de Salomón tampoco; por lo tanto la Columna de Fuego, Dios en la Luz de la *Shekinah,* no está en ningún templo terrenal. Por lo tanto, el orden levítico no tiene nada para hacer, en cuanto a las cosas que antes hacía en el Antiguo Testamento. Se ha llevado a cabo un cambio de dispensación, y en ese cambio de dispensación se ha llevado acabo un cambio de Ley. Y ahora la Ley Cristo la está escribiendo en el corazón de los seres humanos que Lo reciben como su Salvador. Por medio de Su Espíritu Santo escribe en nuestras almas Sus leyes divinas, y lleva a cabo la circuncisión de cada persona, no en la carne sino en el corazón; esa es la circuncisión que vale delante de Dios, de la cual Dios habló en el Antiguo Testamento, y dijo: “Circuncidaos vuestros corazones.” Por medio del bautismo del Espíritu Santo queda la persona circuncidada en su corazón, en su alma, esa es la circuncisión de Dios en el Nuevo Testamento. Y ahora, la circuncisión física o incircuncisión no es nada, no vale nada, no tiene ningún valor delante de Dios, porque hubo un cambio de dispensación, hubo un cambio de ley, de la Ley, y hubo un cambio de sacerdocio también; y ahora está el Sacerdocio Celestial, el Sacerdocio de Melquisedec, de Jesucristo, el cual es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial. Dios no está obrando en un templo terrenal o en templos terrenales, no está obrando en el de Moisés ni el de Salomón, ni siquiera está. Pero Dios está obrando en un Templo: en el Templo Celestial, donde está ministrando el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, el cual es Jesucristo nuestro Salvador. Y así como el sumo sacerdote en el templo terrenal de Salomón y el tabernáculo que construyó Moisés, entraba el día diez del mes séptimo con la sangre de la expiación del macho cabrío que era por Jehová, y allí esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio, se paraba en la parte Este del propiciatorio, o sea, que su espalda quedaba hacia la parte Este, pero el sumo sacerdote quedaba mirando hacia el Oeste, porque el lugar santísimo estaba al Oeste, y el propiciatorio sobre el arca del pacto estaba en el Oeste, y el Oeste en el templo es el lugar santísimo. Por lo tanto Moisés y luego el sumo sacerdote Aarón cada año espacia sangre sobre el propiciatorio, y llevaba a cabo toda la labor de ese día en el lugar santísimo, entraba y salía unas cuantas veces, y cuando terminaba sus funciones en el lugar santísimo, ya eso era de tarde, estaba ya muy cansado el sumo sacerdote, porque el sumo sacerdote tenía que hacer todas las labores de ese día: realizar el sacrificio, lo cual es tipo y figura de Jesucristo como el Sumo Sacerdote, realizando El mismo el Sacrificio por el pecado, muriendo en la Cruz del Calvario. Y luego el sumo sacerdote tomaba la sangre de ese sacrificio y la llevaba al lugar santísimo, por eso Cristo tuvo que ascender al Cielo victorioso y llevar Su propia Sangre al Lugar Santísimo del templo Celestial, presentarla allí por todos nosotros. Ahora, vamos a ver este misterio en Levítico, capítulo 23, versos 26 al 32: “*También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.”* El día diez del mes séptimo es día de expiación, es tiempo de santa convocación, y de afligir las almas todos los seres humanos del pueblo hebreo, y ofrecer a Dios ofrenda encendida. “*Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios* (para hacer expiación y ser reconciliados delante de Dios)*.* *Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* En lo que se realizaba en ese día está el tipo y figura de lo que sucedería en una nueva dispensación, en donde Cristo llevaría a cabo el Sacrificio por el pecado. Cristo está representado en el macho cabrío por Jehová para ser sacrificado, y Cristo también es el Sumo Sacerdote. Por eso El mismo tenía que venir a la Tierra, para ofrecer Su propio cuerpo como el Macho Cabrío de la Expiación. Por eso cuando Juan lo vio dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Y ahora, encontramos que en este sacrificio del día diez del mes séptimo, *el día de la expiación* era para el pueblo obtener el perdón de sus pecados y ser reconciliados con Dios; eran reconciliados con Dios cada año cada persona del pueblo hebreo, y la nación hebrea como nación, tipo y figura de la reconciliación del Israel Celestial, de cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. El pueblo hebreo por ser un pueblo terrenal tenía un templo terrenal y tenía un sumo sacerdote terrenal, y sacerdotes terrenales y un sacrificio terrenal. Pero los hijos de Dios por cuanto son celestiales, tienen un Sumo Sacerdote Celestial y un Orden Sacerdotal Celestial, y un Templo Celestial, el Templo Celestial de Dios, y tienen un Sacrificio Celestial, el Sacrificio de Cristo realizado en la Cruz del Calvario. Un Ser Celestial, Jesucristo nuestro Salvador, entregó Su cuerpo en Sacrificio vivo por todos nosotros. Y ahora, con el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario se lleva a cabo el Sacrificio del Macho Cabrío de la Expiación, o sea, se cumple el sacrificio que el día diez del mes séptimo se realizaba, y eso se realizaba en el atrio, el sacrificio de ese macho cabrío de la expiación; por eso Cristo tuvo que venir a esta dimensión terrenal, que es el Atrio, para ser sacrificado. Y así como la sangre del macho cabrío de la expiación era tomada por el sumo sacerdote, y llevada al lugar santísimo para hacer expiación por el pueblo hebreo como nación y por cada persona del pueblo hebreo como individuo, Jesucristo al ascender al Cielo ha llevado Su propia Sangre de Su propio Sacrificio y la ha presentado ante el Trono de Dios, ante el Propiciatorio Celestial; entró al Lugar Santísimo y ha estado haciendo Intercesión por todos nosotros, como lo hacía el sumo sacerdote en el templo o tabernáculo que construyó Moisés. Y ahora, el sumo sacerdote terrenal cuando terminaba sus labores en el lugar santísimo, donde entraba y salía unas cuantas veces durante el día, durante ese día, realizando sus funciones, cuando ya salía por última vez quedaba reconciliado el pueblo hebreo como nación. Y cada persona que había afligido su alma, o sea, que había afligido su alma por haber pecado ante Dios durante todo ese año, sus pecados quedaban perdonados y quedaba reconciliada con Dios la persona. Pero las personas que no se arrepentían de sus pecados, no se afligían en sus almas por haber pecado y no pedían el perdón de sus pecados, y no guardaban esa fiesta de la expiación, los que no guardaban esa fiesta de la expiación, no quedaban reconciliados, y por consiguiente el juicio divino caía sobre ellos, y durante ese año esas personas morían. Ahora, encontramos que en el Nuevo Testamento tenemos el Día de la Expiación desde que Cristo fue sacrificado, y ha sido un tiempo de Gracia de Cristo hacia acá, en donde por medio de la predicación del Evangelio se llama a toda persona a arrepentirse de sus pecados, recibiendo a Cristo como su Salvador, el Macho Cabrío de la Expiación o Cordero de Dios, para obtener la persona el perdón de sus pecados, para así ser reconciliada con Dios. Cristo está en el Trono del Padre, que es el Lugar Santísimo, haciendo intercesión por cada persona que recibe a Cristo como su Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo, y así esa persona obtiene el derecho a vivir eternamente, el juicio divino no puede caer sobre la persona, esa persona ha sido reconciliada con Dios, por lo tanto la bendición de Dios estará sobre esa persona, esa persona no se puede perder, porque esa persona ha afligido su alma por sus pecados, y ha recibido a Cristo como su Salvador y ha entrado al Día de la Expiación, y ha sido reconciliada con Dios. Así ha estado sucediendo de edad en edad. Y mientras falte alguna persona del Israel Celestial, alguna persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, mientras falte alguna persona sin ser reconciliada perteneciente al Israel Celestial, Jesucristo tiene que permanecer en el Cielo, en el Lugar de Intercesión en el Trono del Padre en el Lugar Santísimo haciendo Intercesión, Su labor no puede terminar, hasta que haya reconciliado a todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y el Libro de la Vida del Cordero es el libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5. Por eso ese libro es tan importante en el Cielo. Y ahora, esa es la causa por la cual Cristo no ha salido del Trono de Intercesión. De edad en edad Cristo ha estado haciendo Intercesión por cada persona que tiene su nombre en el Cielo, escrito en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, en el libro de los Siete Sellos. De etapa en etapa El ha estado confirmando, confirmándole Su Nuevo Pacto a Su Iglesia en cada etapa o edad por la cual la Iglesia ha estado pasando. Cristo en Espíritu Santo ha estado en el Angel Mensajero correspondiente a cada edad, confirmándole Su Pacto, el Nuevo Pacto, y colocando bajo la Sangre del Nuevo Pacto a cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y en este tiempo final Cristo está confirmándole a Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular Su Pacto, el Nuevo Pacto, y colocando bajo el Nuevo Pacto a todos los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y colocándolos bajo la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Toda persona que ha vivido en este planeta Tierra y no ha afligido su alma por sus pecados y no ha recibido a Cristo como su Salvador, ha perdido la bendición de ser reconciliado con Dios, y por consiguiente ha perdido la oportunidad de Vida eterna, ha perdido la oportunidad de vivir eternamente en el Reino de Jesucristo, ¿por qué? Porque no afligió su alma y no recibió a Cristo como su Salvador, y por consiguiente no fue reconciliado con Dios. Es lamentable el futuro de esa persona. Pero los que han recibido a Cristo como su Salvador en edades pasadas y en nuestro tiempo, la Edad de la Piedra Angular, hemos sido lavados con la Sangre de Cristo, y Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha reconciliado Jesucristo con Dios. Hemos sido reconciliados con Dios por medio de Jesucristo y Su Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario. Y ahora, tenemos la garantía de Vida eterna, ya tenemos Vida eterna al haber recibido a Cristo como nuestro Salvador, haber lavado nuestros pecados en Su Sangre, haber sido bautizados en Su Nombre y haber recibido Su Espíritu Santo, así hemos recibido el nuevo nacimiento y hemos obtenido un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, igual al cuerpo angelical de Jesucristo, que es el Angel del Pacto o Angel de Jehová. Y ahora, cada escogido de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo tiene un Angel guardián, es su cuerpo angelical, su cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Y así hemos entrado al Programa Divino de la reconciliación del ser humano con Dios, y por consiguiente hemos entrado al Programa de creación divina, donde Dios está creando una Nueva Raza con Vida eterna. Nos da un cuerpo angelical eterno y nos dará un cuerpo físico también eterno, inmortal, incorruptible y glorificado y jovencito para toda la eternidad. Ya la muerte habrá desaparecido para nosotros, porque ese cuerpo es un cuerpo perfecto creado por Dios para todos nosotros, el que Dios predestinó para cada uno de ustedes y para mí también, para vivir eternamente en Su Reino. Todo esto está dentro del Programa de Cristo, Programa de Redención. Y El en la actualidad en Su Programa de Redención está en el Cielo en el Trono del Padre intercediendo por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Pero algún día se completará el número de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, algún día se habrá completado con el último escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Pero mientras no haya llegado al Cuerpo Místico de Cristo, mientras no haya nacido en la Tierra y no haya nacido en la Iglesia de Jesucristo, Cristo tiene que permanecer en el Cielo haciendo Intercesión por todos nosotros. Y aun cuando una persona creyente comete algún error, alguna falta o algún pecado, tenemos delante de Dios un Abogado: Jesucristo nuestro Salvador, El es nuestro Intercesor, que intercede por nosotros; por lo tanto confesamos a El nuestras faltas, nuestros errores, nuestros pecados, y El con Su Sangre nos limpia de todo pecado. La Sangre de Jesucristo está las 24 horas del día disponible para cada uno de ustedes y para mí también, ¿para qué? Para que mantengamos nuestras vestiduras limpias, blancas delante de Dios. Es con la Sangre de Cristo que las vestiduras son lavadas, emblanquecidas. No hay otra cosa que pueda emblanquecer nuestras vestiduras. Ahora, podemos ver el porqué Jesucristo todavía no ha salido del Trono del Padre. Cuando El haya hecho Intercesión hasta por el último de los escogidos de Dios, entonces se levantará del Trono de Intercesión, como lo hacía el sumo sacerdote cuando terminaba en ese día la labor de interceder por el pueblo con el sacrificio y la sangre del macho cabrío. Luego cuando salía el sumo sacerdote el pueblo se gozaba, cuando ya salía en la tarde, porque ya había quedado reconciliado todo el pueblo hebreo como nación, y cada persona que había afligido su alma por sus pecados. Estamos viviendo en el Día de la Expiación, en donde Cristo está haciendo Intercesión en el Cielo, pero El terminará pronto Su labor en el Cielo, y se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo, y entonces hará la Obra de Reclamo, en donde resucitará los muertos en Cristo y a nosotros nos transformará. El es el heredero a toda la creación, por lo tanto en Su Obra de Reclamo El reclamará toda la creación, incluyéndonos a todos nosotros. El reclamará también Su Trono, o sea, el Trono de David. En la Obra de Reclamo es donde viene todo este misterio a ser cumplido, donde El reclama a cada miembro de Su Iglesia que partió, y a los que vivimos también nos reclamará y nos restaurará físicamente a la Vida eterna, y entonces seremos inmortales físicamente también. Pero eso corresponde a la bendición de la Obra de Reclamo, mientras tanto El está haciendo Intercesión por todo hijo de Dios o hija de Dios que viene a este planeta Tierra. Luego vendrá la Obra de Reclamo, vendrán las bendiciones para los que estarán reconciliados con Dios que ya partieron, y para los que viven en este tiempo y permanezcan vivos hasta que Cristo se levante del Trono del Padre y haga Su Obra de Reclamo. En la Obra de Reclamo es que viene la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y el Reclamo del Trono de David, para sentarse Cristo en el Trono de David, y establecer Su Reino en este planeta Tierra, y cumplirse la oración que Cristo enseñó, cuando dijo, enseñando a Sus discípulos a orar: “Venga Tu Reino, hágase Tu voluntad como en el Cielo aquí en la Tierra.” Durante el Reino Milenial el Reino de Dios estará establecido en la Tierra, y será la voluntad de Dios como en el Cielo aquí también en la Tierra. El Reino de Cristo es la representación del Reino Celestial; por lo tanto el Reino Celestial estará establecido en la Tierra en ese glorioso Reino Milenial de Cristo. Por lo tanto toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero depende primero de la Intercesión de Cristo, para poder ser reconciliado con Dios; y para ser transformado luego que haya sido reconciliado, depende de que Cristo se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad y haga Su Obra de Reclamo, y reclame a todos los que han sido reconciliados con Dios por Jesucristo nuestro Salvador. Ahora, podemos ver la importancia de recibir a Cristo como nuestro Salvador. No es un asunto de la persona meterse a una secta religiosa o a alguna religión, es un asunto de Vida eterna para la persona, es un asunto de ser reconciliado con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador. Fuera de eso no hay Vida eterna para ninguna persona. Ahora, podemos ver la importancia de recibir a Cristo como nuestro Salvador, porque El es nuestro Intercesor. “**CRISTO INTERCEDE POR NOSOTROS.”** Hemos visto a Cristo intercediendo por nosotros los que vivimos en este tiempo, como también vimos a Cristo intercediendo en edades pasadas por los que vivieron en esas edades, los cuales tenían sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y ahora, por cuanto ustedes tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y yo también, El está intercediendo por todos nosotros. El intercedió por cada uno de ustedes, cuando usted Lo recibió como su Salvador, y sigue intercediendo por nosotros cuando cometemos errores, faltas o pecados, o cuando le hacemos peticiones a Dios. El es nuestro Intercesor. Sin el **Sí** de Jesucristo no hay petición contestada favorablemente para nosotros. El pide al Padre por nosotros. El intercede por nosotros. Esto lo podemos ver en los hogares cuando los hijos quieren pedirle a su padre algo, pero los hijos, o algún hijo dice: “Pero si yo voy donde mi papá, no me va a conceder lo que yo quiero.” Van a donde la mamá y le dicen: “Mira yo necesito tal cosa y deseo que tú le pidas a papá dinero para comprar esto que yo necesito.” La mamá va y le dice: “Necesito que le des dinero a mi hijo o a mi hija para que compre tal cosa, ella necesita tal cosa y ella tiene esta petición, me la ha hecho a mí para que yo te la haga a ti.” Y ahora, toda petición que nosotros tenemos para Dios la colocamos en las manos de Jesucristo, y El obtiene de parte de Dios, de parte del Padre, lo que nosotros le pedimos a El. ¿Ven lo sencillo que es? Es tan sencillo que hasta los niños lo pueden entender, porque los niños hacen sus peticiones a sus padres, usando a la mamá, porque ella conoce mejor al padre de los niños. Ahora, podemos ver que Cristo intercede por nosotros. Vean, como nosotros buscamos a nuestras madres para que intercedan por nosotros ante nuestro Padre, ahora Cristo es el que intercede por nosotros ante nuestro Padre Celestial. “**CRISTO INTERCEDE POR NOSOTROS.”** El es nuestro Abogado. Y si alguno ha pecado, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Hijo de Dios. Ahora, podemos ver este misterio de Cristo intercediendo por todos nosotros. “**CRISTO INTERCEDE POR NOSOTROS.”** Por lo tanto, no se quede atascado en la vida, nunca se aparte del Camino de Dios. Los niños cuando están ya gateando, luego se paran y ya las piernas se les ponen fuertecitas, y como ven a las demás personas caminando, ellos piensan: “Si papá y mi mamá caminan y mis hermanos mayores caminan, yo también puedo caminar.” Comienzan a caminar, se caen. ¿Pero porque se caen dicen ellos: ‘Yo no puedo caminar, yo nunca caminaré, yo nací para estar gateando.’? No, ellos no se conforman con estar gateando, se caen y vuelven y se levantan. Y así es en lo espiritual: usted nació para vivir eternamente, para caminar con Cristo en Su Reino, para ser igual a nuestro hermano mayor, a Jesucristo. POR LO TANTO NO IMPORTA CUÁNTAS CAÍDAS USTED TENGA, LEVÁNTESE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR, PIDA PERDÓN A CRISTO Y SIGA HACIA ADELANTE; Y ALGÚN DÍA CAMINAREMOS PERFECTOS EN CUERPOS PERFECTOS Y ETERNOS COMO JESUCRISTO NUESTRO SALVADOR, Y SEREMOS ASÍ A IMAGEN Y SEMEJANZA DE JESUCRISTO, NUESTRO HERMANO MAYOR, SEREMOS IGUALES A SU IMAGEN Y A SU SEMEJANZA CON CUERPOS GLORIFICADOS Y ETERNOS. Y YA ENTONCES NO HABRÁ MÁS CAÍDAS, NO HABRÁ MÁS PROBLEMAS, TODO HABRÁ TERMINADO, Y TODO SERÁ ETERNO PARA CADA UNO DE USTEDES Y PARA MÍ TAMBIÉN. Mientras tanto Cristo está intercediendo por nosotros. Recuerde que tenemos un Intercesor, un Sumo Sacerdote en el Cielo: Jesucristo nuestro Salvador. “**CRISTO INTERCEDE POR NOSOTROS.”** Recuerde eso todos los días de su vida, y no se desanime, siga hacia adelante en su vida cristiana. ***Que las bendiciones de Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, nuestro Intercesor, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en la Iglesia de Jesucristo, y pronto se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo y haga Su Obra de Reclamo, y resucite a los muertos en Cristo y a nosotros nos transforme, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre Celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes, fue para mí una privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de Cristo intercediendo por nosotros, porque Cristo intercede por nosotros. Dejo nuevamente al Rvdo. Tirzo Ramiro Girón Pinzón para finalizar nuestra parte en esta ocasión, mientras escuchamos y cantamos el cántico que nos habla de Jesucristo, el Hombre que nos transformó. El Hombre que nos transformó interiormente es el mismo Hombre que nos transformará exteriormente y nos dará un cuerpo glorificado, ¿por qué? Porque El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial que intercede por todos nosotros. “**CRISTO INTERCEDE POR NOSOTROS.”**