--- title: 'La Llave de Dios' date: 2001-08-03 activity: 1 place: city: Playa del Carmen state: Quintana Roo country: MX duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes aquí en Playa del Carmen, de Quintana Roo, de la República Mexicana; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en San Mateo, capítulo 16, versos 13 en adelante (13 al 20), donde dice: “*Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?* *Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.* *El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?* *Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.* *Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.* *Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.* *Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.* *Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: **“LA LLAVE DE DIOS.”** La Llave de Dios del Reino de los Cielos, y también tenemos la Llave de Dios del Reino de Dios, del Reino de David; si nos da tiempo veremos esa Llave también. Encontramos que para el tiempo de Jesús solamente Pedro y los discípulos tenían el conocimiento de quién era Jesús, también Lázaro, Marta y María también, ellos sabían que Jesús era el Mesías, el Rey de Israel; pero ellos no tenían la revelación divina de Jesucristo como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo. Por eso ellos esperaban que de un momento a otro Cristo tomara el Trono y combatiera a Roma y libertara al pueblo hebreo del yugo romano, por eso - y fuera restaurado así el Reino de David, y el Trono de David gobernara sobre el pueblo hebreo. Por eso luego de Cristo multiplicar los panes y los peces en una ocasión, viendo que querían tomarlo para coronarlo como Rey (como el Rey), viendo que querían tomarlo para coronarlo como el Rey de Israel, se fue de en medio de ellos y se fue al monte a orar, y mandó a Sus discípulos que se fueran en la barca hasta el otro lado del Mar de Galilea, y no pudieron arrebatarlo, tomarlo, para proclamarlo el Rey y coronarlo. Luego una tempestad grande se levantó en el Mar de Galilea y por poco destruye la barca de los Apóstoles, de los discípulos, y la barca de los Apóstoles representa la Iglesia del Señor Jesucristo pasando por diferentes etapas de tempestades durante toda su historia. Pero Cristo, vean ustedes, al final apareció andando sobre el mar y calmó la tempestad. Vean ustedes, encontramos que entró a la barca, ellos creían que era un espíritu y estaban muy nerviosos, pero entró a la barca y calmó la tempestad. Encontramos que para este tiempo final el Angel del Pacto que desciende del Cielo en Apocalipsis 10, es Cristo, y lo encontramos con un pie: el pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra. Viene para calmar la tempestad que azota a la Iglesia en este tiempo final, y libertarla así de las fuerzas del enemigo, y que haya paz para la Iglesia del Señor Jesucristo; resucitará a los muertos creyentes en El a nosotros nos transformará, y entonces se acabaron las luchas, se acabaron los problemas, quedó sosegada la tempestad para la Iglesia del Señor Jesucristo. Eso sucederá cuando Cristo nos transforme a nosotros los que vivimos, luego de resucitar a los muertos Cristo. Ahora, en lo espiritual ya nos ha dado paz y ya nos ha libertado y ya ha calmado las tempestades, pero falta la parte física, la cual tiene que ser cumplida. Ahora, encontramos que aunque los discípulos del Señor Jesucristo sabían que Jesús era el Mesías, no tenían la revelación divina de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención que El llevaría a cabo muriendo en la Cruz del Calvario. Pero Juan el Bautista lo presentó en esa forma, diciendo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Estaba tipificado en el cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó en la víspera de la pascua allá en Egipto, antes de su salida de Egipto; y estaba tipificado Cristo también en el macho cabrío de la expiación, para quitar el pecado y reconciliarnos con Dios. Pero ellos aunque sabían y creían que Jesús era el Mesías, el Rey de Israel, ellos con todo y eso no tenían la revelación divina del misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para lo cual El vino, y no tenían la revelación del misterio de la Dispensación de la Gracia; ellos estaban esperando la Dispensación del Reino cuando todavía no había llegado, no se había cumplido la Dispensación de la Gracia. Entre la Dispensación de la Ley y la Dispensación del Reino hay una dispensación, que es la Dispensación de la Gracia; y esa revelación no la tenían los discípulos. Pero vean ustedes, Dios le dio, Cristo le dio las llaves del Reino de los Cielos a Pedro, al Pedro tener la revelación de que Cristo era el Mesías, el Cristo, el Hijo de Dios. Y ahora, le va a tocar a Pedro abrir la puerta del Reino de los Cielos, en el tiempo señalado por Dios, luego que Cristo haya realizado Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, haya sido sacrificado, haya muerto, haya sido sepultado, y haya resucitado, y haya ascendido al Cielo y se haya sentado en el Trono de Dios en el Cielo, y haya enviado Su Espíritu Santo sobre los creyentes en El, los cuales fueron ciento veinte, los primeros que recibieron el Espíritu Santo, y por consiguiente fueron los primeros que obtuvieron el nuevo nacimiento y obtuvieron el cuerpo angelical, cuerpo teofánico de la sexta dimensión, el cual puede ser manifestado en forma de luz, o puede ser manifestado en la forma de un hombre de otra dimensión. Encontramos que el Angel de Jehová en el Antiguo Testamento se manifestaba en la forma de Luz, la Columna de Fuego; pero en algunas ocasiones de esa Columna de Fuego y en esa Columna de Fuego estaba un hombre, el cual llegó a aparecer a diferentes personajes bíblicos: como a Manoa, a Josué también le apareció como el Príncipe de los ejércitos celestiales en el capítulo 5 de Josué; y en Jueces, capítulo 13, pues le apareció a Manoa y a su esposa; y a Moisés le apareció también en otras ocasiones, y le había aparecido también a Abraham como Melquisedec, y le había aparecido también a Abraham como *Elohím*. Ahora, este Angel del Pacto o Angel de Jehová es nuestro amado Señor Jesucristo, el cual antes de tener Su cuerpo de carne tenía Su cuerpo angelical, Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Y ahora, podemos ver que el Angel de Jehová se hizo hombre, se hizo carne, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario como Cordero de Dios. Ese misterio no lo comprendían los Apóstoles, pues vean ustedes, cuando Cristo les habla acerca de que tiene que subir a Jerusalén y ser tomado preso, ser juzgado, condenado y crucificado, Pedro le dice: “Tal cosa no te acontezca a ti. ¡Ten piedad de ti!” Cristo le dice: “Apártate de mí Satanás, no puedes comprender las cosas que son de Dios, apártate de mí.” Pedro quería impedir que Cristo muriera, y en la muerte de Cristo estaba la victoria para todos nosotros, porque El al morir estaba tomando nuestros pecados allá en Getsemaní y estaba haciéndose mortal, y cuando fue a la Cruz El se hizo mortal, porque la paga del pecado es muerte; y al tener nuestros pecados, vean ustedes, se hizo mortal para que nosotros podamos obtener la inmortalidad. Y ahora, Cristo dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.” Así que El no iba a morir porque era pecador, sino porque El ponía Su vida por nosotros, para luego para tomarla, para luego resucitar, y para poner Su vida tuvo que tomar nuestros pecados, llevar nuestros pecados. Y miren ustedes: si usted tiene una deuda en el banco o en algún lugar, y viene un hermano suyo, un hermano mayor suyo y toma esa deuda y la salda, ¿cuánto queda a deber usted? Nada, está saldada. Y eso es lo que hizo nuestro amado Señor Jesucristo, nuestro Hermano Mayor: tomó nuestra deuda, tomó nuestros pecados y pagó el precio por nuestros pecados, pagó el precio por nuestra Redención para que quedara saldo todo, y nos restauró a Dios, pagó el precio de nuestra salvación, de nuestra Redención, pagó el precio de nuestra restauración a Dios y por consiguiente a la Vida eterna. Por lo tanto, Cristo, nuestro amado Salvador, llevó nuestros pecados, la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, El nos reconcilió con Dios por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, por medio de Su Sangre nos reconcilió con Dios. Como hacía el sumo sacerdote allá en el templo el día 10 del mes séptimo, que sacrificaba el macho cabrío de la expiación por Jehová, y entraba al lugar santísimo con la sangre del macho cabrío, esparcía sobre el propiciatorio siete veces frente a la parte Este del propiciatorio, y reconciliaba al pueblo hebreo con Dios; por eso ese era un día muy importante para el pueblo hebreo, y se llama también *el día del perdón.* Y ahora, el Día del Perdón en el Nuevo Testamento ya no es el día 10 del mes séptimo, porque ya hemos cambiado de la Dispensación de la Ley a la Dispensación de la Gracia. Ahora, vean ustedes, en la Dispensación de la Ley en el capítulo 23, verso 26 en adelante, dice \[Nota - Levítico 23:26\]: “*También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.* *Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.* *Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* Ahora, vean ustedes lo estricto que era este Día de la Expiación, era un día para afligirse cada persona por sus pecados, confesarlos a Dios y obtener el perdón de sus pecados, y ser así reconciliados con Dios en ese año. El próximo año tenían que hacer lo mismo el mismo día 10 del mes séptimo, si no lo hacían ¿qué sucedía? La persona era cortada del pueblo de Dios. Durante ese año, por cuanto no estaba reconciliada con Dios, las bendiciones de Dios no podían venir a esa persona y por consiguiente perdía el derecho a vivir ese nuevo año. O sea, que del *día de la expiación* en adelante esa persona estaba sin derecho a continuar viviendo, por lo tanto durante ese año en algún momento moría esa persona, podía morir ese mismo día o podía morir algún otro día, Dios lo cortaba del pueblo. Ahora, encontramos que el Día de la Expiación ahora comenzó cuando Cristo estuvo en la Tierra, y tuvo Su etapa en la Tierra y murió en la Cruz del Calvario. Cristo siendo también el Sacerdote Melquisedec del Templo Celestial, vean, Su propio cuerpo lo colocó en Sacrificio vivo por todos nosotros y luego que murió, esa Sangre es la Sangre de la Expiación, tipificada en la sangre del macho cabrío por Jehová, de Levítico, capítulo 16, y Levítico, capítulo 23, versos 27 en adelante. Y ahora, así como el sumo sacerdote tomaba la sangre del macho cabrío, la llevaba dentro del lugar santísimo y esparcía sobre el propiciatorio siete veces, Cristo cuando resucitó, ascendió al Cielo victorioso y llevó Su propia Sangre al Templo Celestial. No tenía que entrar al templo terrenal, sino al Templo Celestial allá en el Cielo; y ha estado en el Lugar Santísimo con Su Sangre haciendo Intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y por consiguiente esa persona pertenece al Israel Celestial, porque nuestra ciudadanía no está aquí en la Tierra, sino en el Cielo. La ciudadanía terrenal que tenemos es la que corresponde a nuestro cuerpo de carne, pero la que corresponde a nuestra alma está ¿dónde? En el Cielo. Somos ciudadanos de la Ciudad de nuestro Dios; por eso obtenemos el nuevo nacimiento al recibir a Cristo como nuestro Salvador, y somos restaurados a la Vida eterna, somos perdonados. Ya El llevó a cabo el Sacrificio, pero se materializa en la persona cuando recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en Su Nombre y Cristo le da Su Espíritu Santo, y obtiene el nuevo nacimiento y obtiene un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, y así nace en el Reino de los Cielos, nace en la sexta dimensión como un miembro de la Iglesia de Jesucristo. La Iglesia aunque está aquí en la Tierra pertenece a otra dimensión; los cuerpos angelicales de los miembros de la Iglesia pertenecen a la sexta dimensión, y las almas de esas personas pertenecen a la séptima dimensión. Y pronto obtendremos el cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, y así saldremos de esta dimensión terrenal, y entonces tendremos la clase de cuerpo más importante y glorioso, que es el cuerpo glorificado con el cual Cristo se sentó en el Trono de Dios, para poder reinar sobre los Cielos y la Tierra. Por eso El es el Rey de reyes y Señor de señores, Rey en la séptima dimensión: Rey-Dios, Rey en la sexta dimensión: Rey-teofanía, y Rey-Jesús para el Reino Milenial. Y ahora, encontramos que El está haciendo la Obra de Intercesión en el Cielo, hasta que haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por lo tanto, Cristo está reconciliando con Dios y por consiguiente consigo mismo a todo miembro del Israel Celestial, a toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que al venir a la Tierra vendrá a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo. Por eso es que a través de la predicación del Evangelio se le da a conocer a la humanidad que Cristo murió por todos nosotros, que Cristo es nuestra Expiación y también el Cordero Pascual, para liberar a los Primogénitos de Dios del Cielo, librarlos de la muerte; así como la sangre del cordero pascual sobre el dintel y los postes de los hogares hebreos allá cuando vivían en Egipto, los libró de la muerte que vino sobre los primogénitos en la noche de la pascua; ellos tenían la señal de la sangre aplicada en la puerta de sus hogares, y tenían al cordero pascual dentro asado y se lo estaban comiendo. Y Cristo en el Nuevo Testamento en el capítulo 6 de San Juan nos dice: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí.” Y ahora, se requiere que la persona tenga la señal de la Sangre aplicada en su alma, y eso es el bautismo del Espíritu Santo, porque el Espíritu Santo es la vida de la Sangre de Jesús, porque en la Sangre está la vida, la Vida es el Espíritu. Y ahora, encontramos que eso es lo que nos asegura que la muerte espiritual no nos matará, ni la muerte física que vendrá en el lago de fuego; porque ya hemos pasado de muerte a vida, y ya no tendremos que ir al juicio final para ser juzgados, sino que estaremos en el juicio final con Cristo, para juzgar al mundo entero y aun a los ángeles. Ahora, este misterio de todo este Programa de Redención, que fue tipificado en el Antiguo Testamento en *el día de la expiación* y en *el día de la pascua*, no lo comprendían los Apóstoles; pero ahora por cuanto Pedro tenía las llaves, Pedro abriría la puerta en algún momento. Y ahora, sobre la roca de la revelación divina de quién es Jesucristo, sería edificada la Iglesia del Señor Jesucristo; y de etapa en etapa la Iglesia del Señor Jesucristo estaría edificada sobre la revelación de Jesucristo para cada etapa, para cada edad. Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo está bien fundada, edificada sobre la roca de la revelación, por lo tanto ella tiene la revelación en cada edad, la revelación de Jesucristo para cada edad, la cual viene cuando el Espíritu Santo se manifiesta por medio del Mensajero de cada edad. Ahora, cuando el Día de Pentecostés Pedro predica su primer Mensaje en el capítulo 2 del libro de los Hechos, allí Pedro está tomando la llave de la revelación divina para abrir la puerta; y la Puerta es Cristo, para abrir la Puerta, a Cristo, el misterio de la Primera Venida de Cristo como nuestro Sacrificio por el pecado. Y ahora vean, en el libro de los Hechos, capítulo 2, la forma en que Pedro expresa esta revelación divina. Capítulo 2, verso 14 en adelante del libro de los Hechos, dice: “*Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.* *Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.* *Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:* *Y en los postreros días, dice Dios,* *Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,* *Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;* *Vuestros jóvenes verán visiones,* *Y vuestros ancianos soñarán sueños;* *Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días* *Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.* *Y daré prodigios arriba en el cielo,* *Y señales abajo en la tierra,* *Sangre y fuego y vapor de humo;* *El sol se convertirá en tinieblas,* *Y la luna en sangre,* *Antes que venga el día del Señor,* *Grande y manifiesto* (está aquí citando a Malaquías, capítulo 4, verso 1 al 6)*;* *Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”* Y cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo arrepentido de sus pecados, está afligiendo su alma, como era ordenado para que cada persona hiciera *el día de la expiación* de Levítico, capítulo 23, verso 25 en adelante. “*Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;* *a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole* (por mano de inicuos, o sea, por mano de los romanos fue que fue crucificado, porque fue entregado a los romanos. Dice)*;* *al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.”* Y comienza a narrar la revelación que tuvo el rey David. Luego, verso... continuemos aquí: “*Porque David dice de él:* *Veía al Señor siempre delante de mí;* *Porque está a mi diestra, no seré conmovido.* *Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua,* *Y aun mi carne descansará en esperanza;* *Porque no dejarás mi alma en el Hades* (o sea, en el infierno)*,* *Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.* *Me hiciste conocer los caminos de la vida;* *Me llenarás de gozo con tu presencia.* *Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy.* *Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,* *viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.* *A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.* *Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.* *Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:* *Dijo el Señor a mi Señor:* *Siéntate a mi diestra,* *Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.* *Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.* *Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Aquí podemos ver cómo San Pedro teniendo las Llaves, la revelación de Cristo y Su Obra de Redención como el Sacrificio por el pecado, llevando nuestros pecados, abre la Puerta de la Dispensación de la Gracia, abre la Puerta, que es Cristo, la revelación de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y comienzan a entrar por esa puerta, luego de haber entrado ciento viente personas habiendo nacido de nuevo. Porque se entra a la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en Su Nombre y recibiendo Su Espíritu Santo, y así se nace en la Casa de Dios, se obtiene el nuevo nacimiento y es la persona un miembro así de la Familia de Dios, nacido en la Casa de Dios. Y ahora, son bautizados estas personas que fueron como tres mil personas, luego del Mensaje de San Pedro, porque le abrió la puerta a los hebreos en aquella ocasión, con la revelación, la Llave de la revelación divina le abrió la Puerta de la Gracia, le abrió la Puerta, que es Cristo, para que entraran por Cristo al Reino de los Cielos. Cada puerta tiene una llave, y el que tiene esa llave es el único que puede abrir la puerta. Y ahora, encontramos que la puerta también sería abierta a los gentiles, y Pedro por cuanto tenía las Llaves, abrió la puerta a los gentiles en la casa de Cornelio, y recibieron a Cristo como su Salvador y recibieron también el Espíritu Santo, también fueron bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo. Ahora, podemos ver cómo Pedro abrió la Puerta a los hebreos y también a los gentiles. Y luego ya con la Puerta abierta del Reino de los Cielos para hebreos y gentiles, luego Dios envió a San Pablo, el cual ya vino con las puertas abiertas para hebreos y gentiles, y predicó a los hebreos y también predicó a los gentiles; y entraron por esa Puerta, que es Cristo, al Reino de los Cielos miles de personas o millones en aquellos tiempos, y han continuado entrando de edad en edad. Y los últimos que entrarían por esa Puerta son los escogidos del Día Postrero de la Edad de la Piedra Angular, y luego será cerrada esa Puerta. Esa es la Puerta de la cual habla la Escritura, vean, en San Mateo, capítulo 7, es la Puerta y también el Camino. Dice capítulo 7, verso 13 al 14 de San Mateo, dice: “*Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;* *porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”* Y el Camino es Cristo y la Puerta es Cristo, Cristo dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” ¿Dónde está eso escrito? En San Juan, capítulo 14, verso 6. Y también Cristo dijo en San Juan, capítulo 11, versos 25 al 27, dijo: *“Yo soy la resurrección y la vida.”* Por lo tanto, vean, vamos a leerlo aquí para que lo tengan claro. Capítulo 11 de San Juan, dice, capítulo 11, verso 25 en adelante, dice: “*Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá* (porque será ¿qué? Resucitado, y aún está viviendo todo creyente que ha partido, porque está viviendo en el Paraíso en su cuerpo angelical, cuerpo teofánico)*.* *Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?* *Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”* Y así como Marta lo creyó, creyó todo esto que Cristo dijo que El era la resurrección y la vida, y el que cree en El aunque esté muerto vivirá; y todo aquel que vive y cree en El no morirá eternamente. Todo esto Marta lo creyó; y ahora también nosotros lo creemos. Por lo tanto, si alguno de nosotros parte no hay ningún problema, sigue viviendo en el cuerpo angelical teofánico, y será resucitado en el Día Postrero, que es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá o Tercer Milenio de Cristo hacia acá, será resucitado en un cuerpo eterno, inmortal y glorificado, un nuevo cuerpo. Y los que estamos vivos si permanecemos vivos hasta ese momento, seremos transformados y tendremos el cuerpo glorificado. Ahora, Pedro abrió la Puerta del Reino de los Cielos, Pedro abrió la puerta de la Dispensación de la Gracia, Pedro abrió la Puerta de la Primera Venida de Cristo, y reveló el misterio contenido en la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios en Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para que entraran por esa puerta y recibieran el perdón de sus pecados, y fueran bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo y recibieran el Espíritu Santo, y obtuvieran el nuevo nacimiento y obtuvieran el cuerpo angelical. Y ahora, para el Día Postrero hemos visto al mirar la historia de la Iglesia, que millones de seres humanos han entrado por esa puerta al recibir a Cristo como su Salvador, y han nacido en el Reino de los Cielos, la Iglesia del Señor Jesucristo. Nadie puede entrar al Reino de los Cielos si no es por la Puerta, el cual es Cristo, y El es esa Puerta angosta. En San Lucas, capítulo 13, nos habla también de la Puerta angosta y del Camino angosto, y dice capítulo 13, verso 22 en adelante de San Lucas: “*Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.* *Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:* *Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.* *Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”* Y ahora, aquí podemos ver que esa puerta será cerrada algún día, y esto será cuando haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios, hasta que hayan entrado todas las vírgenes prudentes a la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, hasta que hayan entrado, hasta que hayan obtenido el nuevo nacimiento los últimos escogidos de Dios, que son los escogidos del Día Postrero de la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Y ahora, en San Mateo \*25, verso 10 en adelante para no leer mucho, 10 al 13 de San Mateo 25, dice: “*Pero mientras ellas iban a comprar* (o sea, mientras las vírgenes insensatas iban a comprar aceite)*, vino el esposo* (eso es la Venida del Señor)*; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.”* ¿Ven? Cuando entran las últimas vírgenes prudentes a la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, por la Puerta, que es Cristo, la Puerta es cerrada, y así se cierra la Dispensación de la Gracia; pero una nueva dispensación se ha estado entrelazando con la Dispensación de la Gracia, y esa dispensación tiene también una Puerta. La Puerta siempre ha sido Cristo, nuestro Salvador. “*Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!* *Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.* *Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”* La Venida del Esposo es la Venida del Hijo del Hombre, y entran con el Hijo del Hombre en Su Venida, las vírgenes prudentes, ¿a dónde entran? A la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo; y luego la Puerta será cerrada, ya no entrará nadie más a la Iglesia del Señor Jesucristo porque ya se habrá completado la Familia de Dios en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, ya Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo, habrá hecho Su intercesión hasta por el último de los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y ahora, la Puerta que Pedro abrió será cerrada conforme a las profecías en la parábola de las diez vírgenes y también en esta otra parábola... en la parábola de las diez vírgenes de San Mateo 25, versos 1 al 13, y en la parábola de la puerta y del camino, del camino estrecho y de la puerta angosta de San Mateo, capítulo 7, verso 13 al 14, y San Lucas, capítulo 13, versos 22 en adelante. Vean ustedes, ahí en el verso 25 dice que cuando el Padre de Familia se haya levantado y cerrado la Puerta, entonces van a comenzar a decir que quieren entrar, van a pedir una oportunidad: “*Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”* Por lo tanto esa Puerta no se abrirá más, para los gentiles no habrá más oportunidad después que esa Puerta esté cerrada, no habrá más oportunidad de salvación, no habrá más oportunidad para que de entre los gentiles entren al Cuerpo Místico de Cristo, no habrá más oportunidad para arrepentimiento y para ser lavados con la Sangre de Cristo, ni para recibir el Don del Espíritu Santo. Ya se habrá cerrado esa Puerta en la Casa de Dios, por lo tanto nadie más entrará a la Casa de Dios, ya habrán terminado las edades y habrá entrado hasta el último escogido en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, luego le tocará a los hebreos (ciento cuarenta y cuatro mil hebreos) la oportunidad, luego el Evangelio pasa a los hebreos. Por lo tanto, se abre la Puerta de la Dispensación del Reino para entrar al Reino de Cristo que será establecido en la Tierra, entrar a la Dispensación del Reino. Y así como para entrar a la Dispensación de la Gracia y entrar a la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, y entrar así al Reino de los Cielos, se ha predicado el Evangelio de la Gracia que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo; para la entrada a la Dispensación del Reino de los hebreos, vean ustedes, la Llave, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, la tendrá una persona. ¿Y cómo vino el Evangelio de los hebreos a los gentiles, y cómo fue? Por medio de Pedro y Pablo. “Así el Evangelio regresará a los judíos.” Dice el Rvdo. William Branham. Por lo tanto, Pedro para traer el Evangelio de los hebreos a los gentiles, le abrió la Puerta a los gentiles en la casa de Cornelio, con la Llave de la revelación divina de la Primera Venida de Cristo le abrió la Puerta, que es Cristo, para que entraran a la Dispensación de la Gracia. Con la predicación del Evangelio de la Gracia que contiene la revelación de la Primera Venida de Cristo, se abre la Puerta a los hebreos y a los gentiles, y se abre la Puerta para que entren hebreos y gentiles al Cuerpo Místico de Cristo; y por un mismo espíritu (el Espíritu Santo) entran a un sólo cuerpo (el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia de Jesucristo) hebreos y gentiles, y de ambos pueblos: hebreos, hebreo, pueblo hebreo y pueblo gentil, Dios hace un solo pueblo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Israel Celestial. Y ahora, vamos a ver lo que dice el Rvdo. William Branham con relación al pueblo hebreo entrando al Reino. En la página 351 del libro de *“Los Sellos,”* dice: “*En este sexto Sello es cuando Israel recibe el Mensaje del Reino por medio de los profetas de Apocalipsis once* (los cuales son ¿quiénes? Los Dos Olivos y los Dos Candeleros, los cuales son los ministerios de Moisés y Elías)*. Recuerden: Israel es una nación, un pueblo; ellos son los siervos de Dios. Y cuando Israel dé el paso de entrada al Reino, eso tendrá un carácter nacional. En Israel, durante la Edad del Reino.”* ¿Ven? Es durante la Edad del Reino, por lo tanto tiene que abrirse la Dispensación del Reino y tiene que abrirse la Puerta a la Dispensación del Reino, que es Cristo la Puerta en Su Segunda Venida. Tiene que abrirse el misterio de la Segunda Venida de Cristo, para que puedan entrar por esa Puerta los escogidos de Dios de entre los gentiles y los escogidos de Dios del pueblo hebreo. Para Pedro traer el Evangelio a los gentiles, abrirle la puerta a los gentiles para que entraran, tuvo que el Evangelio estar ¿dónde? Entre los hebreos primero. Y para los gentiles llevarle el Evangelio del Reino a los hebreos, tiene que estar primero entre los gentiles, en la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, y por consiguiente tienen que estar los ministerios que van a llevarle el Evangelio a los gentiles. Los ministerios de Pedro y Pablo son tipo y figura de los ministerios de los Dos Olivos, de los ministerios de Moisés y Elías llevándole el Evangelio a los hebreos. Por lo tanto estará primero entre los gentiles el Evangelio del Reino entrelazándose con el Evangelio de la Gracia, y por consiguiente la Dispensación del Reino estará entrelazándose con la Dispensación de la Gracia, para lo cual estarán los ministerios de Moisés y Elías manifestados en el Angel del Señor Jesucristo, el que viene con el Sello del Dios Vivo. Y ahora, vean ustedes sigue diciendo: “*Y cuando Israel dé el paso de entrada al Reino, eso tendrá un carácter nacional. En Israel, durante la Edad del Reino, será cuando el Hijo de David se sentará sobre el trono de David.”* Y ahora, cuando el Reino es establecido sobre la Tierra durante el tiempo del Milenio, y ahora el milenio, el Séptimo Milenio comenzó este año, aunque todavía Cristo no se ha sentado sobre el Trono de David, pero corresponde hacerlo en este nuevo milenio que ha comenzado, y en este primer siglo de este nuevo milenio. Sigue diciendo más abajo en esa misma página 351 del libro de *“Los Sellos:”* “*Entonces estos dos profetas o mensajeros, de Apocalipsis capítulo once, predicarán a los judíos: ‘El Reino está a la mano.’ Porque el Reino de los Cielos será establecido.”* Por lo tanto, se establecerá el Reino de Dios en la Tierra, y el Trono del Reino de Dios en la Tierra es el Trono de David, por eso Cristo es el Heredero al Trono de David, conforme a las palabras del Arcángel Gabriel en el capítulo 1, verso 31 al 36 de San Lucas, cuando le habló a la virgen María y le dijo que tendría un hijo y sería Hijo del Altísimo, y que Dios le daría el Trono de David Su Padre, y se sentaría sobre ese Trono y reinaría sobre Israel para siempre. Ahora, vean ustedes, para aquel tiempo Cristo no podía tomar el Trono, por eso evadió las ocasiones en que quisieron tomarlo para sentarlo como Rey en el Trono, es que El primero tenía que hacer la Obra de Intercesión como Cordero de Dios, porque de otra forma sería un reino que no tendrían Vida eterna los escogidos de Dios. Y por cuanto con Cristo va a reinar Su Iglesia, el Israel Celestial, tenían primero que pasar por esta Tierra durante la Dispensación de la Gracia en carne humana, para hacer contacto con Cristo, la Vida eterna, y entrar al Reino de los Cielos y ser confirmados en la Vida eterna, y ser confirmados sus lugares para el glorioso Reino Milenial. Toda persona que vive en la Tierra y está en el Cuerpo Místico de Cristo, sepa que la posición que va ocupar en el Reino Milenial de Cristo será de acuerdo a la posición que haya ocupado aquí en el Cuerpo Místico de Cristo. O sea, que una persona que no ha hecho nada en la Iglesia de Jesucristo; si es un escogido, y vamos a pensar que sea un escogido, porque si no ha hecho nada pues no tiene cara de escogido, pero vamos a pensar que haya hecho muy poco, no va esperar tener una posición más grande que la posición que tendrán los que han luchado y han trabajado en la Obra de Cristo por Amor a Cristo. Nosotros trabajamos en la Obra de Cristo por Amor a Cristo. No trabajar en la Obra de Cristo es no tener Amor a Cristo; es como los hijos que no ayudan a los padres, eso es poco amor para los padres; y los padres que no ayudan a sus hijos, eso es poco amor para sus hijos; y la esposa que no ayuda a su esposo, eso es muy poco amor para su esposo; y el esposo que no le da la mano, no ayuda a su esposa, es poco amor para su esposa también. Ahora, podemos ver que vamos a tener grandes bendiciones en el Reino Milenial, pero tenemos que luchar aquí en la Tierra para que la bendición de cada uno de nosotros sea grande en el Reino de los Cielos. El dijo: “Haced tesoros (¿dónde?), haceos tesoros (¿dónde?) en el Reino de los Cielos.” Y si una persona hace tesoros en algún lugar ¿qué hace? Pues está haciendo muchas riquezas en ese lugar; si los tiene en el banco sus tesoros, pues tiene muchas riquezas almacenadas en el banco; si las tiene en propiedades, es rico en muchas propiedades; y si las tiene en el Reino de los Cielos, es rico en el Reino de los Cielos, y cuando sea establecido el Reino de Dios en la Tierra, será una persona rica en ese Reino, será un Rey rico. ¿Ven? Habrá diferentes posiciones, recuerden las parábolas dadas por Cristo de los talentos y de las minas también: al que tenía cinco minas y ganó más, le fueron - o cinco talentos y ganó más, le fueron dados, o le fue dado el talento de aquél que no hizo nada. ¿Ven que el que no hace nada es un vago y no tiene amor para su Señor?, y le fue quitado el talento y le fue dado al que tenía más, porque el que tenía más trabajó más; y al que mucho tiene, más le será dado. Así es en el Reino de Cristo. Y ahora, encontramos que para ese glorioso Reino de Cristo hay grandes bendiciones disponibles ¿para quiénes? Para todos nosotros. Ya las bendiciones para los santos de edades pasadas, ya ellos las ganaron, ¿cómo que las ganaron? Por lo que lucharon y trabajaron aquí en la Tierra; pero ahora nos ha tocado a nosotros luchar para tener un tesoro grande en el Cielo. Eso es así como yo les digo a ustedes. Así que, ¿quiénes son los que quieren tener grandes tesoros en el Cielo? Pues aquí estamos, por lo tanto: ¡A trabajar se ha dicho! Que hay mucho trabajo en el Reino de los Cielos, en la Iglesia del Señor Jesucristo en nuestra edad, y vuestro trabajo en el Señor no es en vano, eso lo dice San Pablo en el capítulo 15 ¿de qué? De Primera de Corintios. Capítulo 15 de Primera de Corintios, verso 58, dice: “*Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”* ¿Ven que nuestro trabajo no es en vano? ¿Por qué no es en vano? Vamos a ver, que lo diga el mismo Cristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12, dice: “*He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”* ¿Ven? Usted no va a recibir recompensas si no ha hecho nada; las recompensas serán de acuerdo a las obras que cada persona haya realizado. La salvación, pues la tienen todas las personas que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y son bautizados en Su Nombre y reciben el Espíritu Santo; pero luego los galardones que El dará será por las obras que los creyentes hayan realizado en la Iglesia del Señor Jesucristo y en favor de la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente en favor de nuestro amado Señor Jesucristo, porque así hemos estado trabajando brazo a brazo con nuestro amado Señor Jesucristo en el tiempo que nos ha tocado vivir. En San Mateo, capítulo 16, verso 26 en adelante, también Cristo dice: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? Porque... ¿y qué recompensa dará el hombre por su alma?” No hay recompensa que pueda dar, no puede comprar la salvación de su alma, ya Cristo la compró para todos nosotros, y es la única forma de obtener salvación: por medio de Cristo, nuestro Salvador. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí.” Dijo Cristo en San Juan, capítulo 14, verso 6. Y ahora, continuando con San Mateo 16:26 al 28, sigue diciendo Cristo: “*Porque el Hijo del Hombre vendrá* (y esa es la promesa de Su venida, pero vamos a ver cómo El dice que vendrá el Hijo del Hombre: porque el Hijo del Hombre vendrá)*...* *Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”* Y aquí tenemos los Angeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de Moisés y Elías, a los cuales El envía en San Mateo 24, verso 31, cuando dice: “*Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”* Y ahora, tenemos la promesa de la Venida de los Angeles del Hijo del Hombre, para llamar y juntar los escogidos de Dios en este tiempo final, esos son los Angeles del Hijo del Hombre para el Día Postrero, que estarán trabajando en la cosecha en donde se estará llevando a cabo la Obra de Dios para este tiempo final. El campo es el mundo, y en el mundo y en el cristianismo hay trigo pero hay cizaña también. Por lo tanto los Angeles del Hijo del Hombre tendrán una labor muy importante en este tiempo final, los Angeles del Hijo del Hombre: los Dos Olivos, Moisés y Elías, estarán trabajando en este tiempo final. Luego también tenemos los otros Angeles de Cristo, que son los Angeles Mensajeros de las siete edades o etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo. Para las recompensas que van a ser repartidas, esos Angeles Mensajeros de cada edad estarán presentes, por lo tanto cada Angel Mensajero reconocerá su grupo y a cada persona que pertenece a su grupo; así también será para nuestro tiempo, y eso será Cristo reconociendo las vírgenes prudentes. Las vírgenes fatuas serán aquéllas que Cristo no reconocerá como parte Suya, porque no tenían aceite en sus lámparas, no tenían el Espíritu Santo, no obtuvieron el nuevo nacimiento. ¿Ven? Por lo tanto no fueron parte del Cuerpo Místico de Cristo, de los nacidos de nuevo, no fueron parte de la Iglesia Novia del Señor Jesucristo. Ahora, encontramos que para este tiempo final es que se realiza un entrelace dispensacional: de la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia, en donde la Llave también es la revelación: la revelación de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Y esa es la revelación que tendrá el que recibe una Llave, porque hay una llave para cada puerta. Para la Dispensación de la Gracia hay una Puerta y hay una Llave: la Puerta es Cristo en Su Primera Venida y la Llave es la revelación de la Primera Venida de Cristo, la cual la tuvo San Pedro. Y ahora, hay una nueva dispensación que está siendo entrelazada en este tiempo final con la Dispensación de la Gracia, y por consiguiente hay una Puerta, la Puerta es Cristo en Su Segunda Venida y la Llave es la revelación de la Segunda Venida de Cristo; esa es la revelación que tendrá un hombre en el Día Postrero, y ése será el hombre que tendrá los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías, para darle esa revelación divina a la Iglesia de Señor Jesucristo, y luego darle esa revelación divina al pueblo hebreo. Así como Pedro la dio al pueblo hebreo primero y después la pasó a los gentiles, ahora por cuanto ellos rechazaron la Primera Venida de Cristo, allá los hebreos bajo la Ley, pero fue abierta siempre esa Puerta para los hebreos, y entraron hebreos y luego gentiles por esa Puerta, ahora la Puerta de la Segunda Venida de Cristo es abierta entre los gentiles en la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, y entran por esa Puerta gentiles y luego entrarán hebreos también; es abierta con la Llave de la revelación divina. La Llave nos muestra que es Cristo el que dará comienzo al Reino Milenial, es Cristo el que dará comienzo al Milenio, al Séptimo Milenio, y es Cristo el que abre esa Puerta, así como la abrió por medio de San Pedro, el Espíritu Santo en San Pedro abrió esa Puerta porque le fue dada la Llave, la revelación a Pedro. Y ahora, la revelación de la Segunda Venida de Cristo, de esa Puerta en Su Segunda Venida, la tendrá un hombre, el cual tendrá el ministerio de Moisés y Elías, el ministerio de los Dos Olivos para abrir esa Puerta a la Iglesia del Señor Jesucristo en este Día Postrero, la Puerta del Reino de Dios, para entrar por esa Puerta, ser transformados y luego ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y luego regresar a la Tierra para reinar con Cristo en el Milenio. Para poder estar en el Reino Milenial la persona tiene que haber entrado por la Puerta de la Segunda Venida de Cristo, como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, tiene que haber entrado por esa Puerta, que así como Pedro la abrió allá, la abre el que tiene el ministerio de los Dos Olivos: de Moisés y Elías; y ése es el que tiene para el Día Postrero la Llave, la revelación, tiene la Llave de David para la restauración del Reino de David y restauración del Reino de Dios en medio del pueblo hebreo, para ser restaurado el Trono de David. Ahora, podemos ver porqué no se pudo sentar Cristo en Su Segunda Venida en el Trono de David: porque eso es para este tiempo final, y dice también Cristo: “*Al que venciere yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre Su Trono.”* (Apocalipsis, capítulo 3, verso 21) Así que, así como Cristo se sentó en el Trono del Padre al vencer y ascender al Cielo victorioso en cuerpo glorificado, ahora Cristo le dará así al Vencedor del Día Postrero, al cual El le da la llave de David, la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el Rey de reyes y Señor de señores, como el Hijo del Hombre e Hijo de David. Y ahora, ése con esa Llave es el que abre, y en él estará Cristo en Espíritu Santo, por lo tanto será Cristo, el Espíritu Santo, el que estará abriendo esa Puerta, la revelación de la Segunda Venida de Cristo, estará abriendo ese misterio de la Segunda Venida de Cristo con la revelación de la Segunda Venida de Cristo, para entrar a la Dispensación del Reino y ahí confirmar nuestro lugar para ese Reino Milenial de Cristo. Ahora, hemos visto: **“LA LLAVE DE DIOS.”** La Llave de Dios del Reino de los Cielos, y la Llave de Dios del Reino de Dios que será establecido en este planeta Tierra en el Reino Milenial de Cristo. Así como un hombre la tuvo allá: San Pedro, otro hombre la tendrá acá. Y ahora, ése hombre será el Angel del Señor Jesucristo, porque es el último Angel Mensajero que quedaría en la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final; los otros Angeles Mensajeros ya se fueron, por lo tanto, ése será el que tendrá la Llave del Reino de Dios para abrir la Puerta de la Dispensación del Reino, y la Puerta es la Segunda Venida de Cristo. Nadie más podrá abrir el misterio de la Segunda Venida de Cristo, nadie más podrá abrir la Puerta de la Segunda Venida de Cristo para entrar a la Dispensación del Reino, sino el que tenga la Llave de David, la Llave del Reino de Dios para ser restaurado el Reino de Dios en la Tierra. Cristo dijo orando, enseñándole a Sus discípulos, entre las cosas que les dijo enseñándoles a orar, dijo: “Venga Tu Reino, hagase Tu voluntad como en el Cielo aquí en la Tierra.” Y ahora, se tiene que abrir esa Puerta para que entren por esa Puerta y se establezca el Reino de Dios en la Tierra, y se haga la voluntad en la Tierra así como en el Cielo, se haga la voluntad ¿de quién? De Dios. Y ahora, ya tenemos un cuadro más claro del misterio de la Llave de Dios, de la Llave de Dios del Reino de los Cielos, de la Iglesia del Señor Jesucristo. La Puerta es Cristo en Su Primera Venida como Cordero de Dios en Su Obra de Redención, esa es la Puerta del Reino de los Cielos, esa es la Puerta por la cual entran a la Iglesia las personas, entran por Cristo y nacen así en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahora, la Puerta para entrar al Reino Milenial de Cristo es la Segunda Venida de Cristo; y la Puerta para obtener la fe para ser transformados y raptados es la Puerta de la Segunda Venida de Cristo. Ninguna persona que permanezca viva y que no tenga esta revelación de la Segunda Venida de Cristo, no podrá ser transformada en el Día Postrero, porque la Segunda Venida de Cristo es para nuestra transformación. En Efesios, capítulo 3, o vamos a ver Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos* (¿ven que somos ciudadanos celestiales de la Nueva Jerusalén?)*, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”* ¿Ven? ¿Qué va a hacer? Va a transformar nuestro cuerpo, va a darnos un cuerpo glorificado, inmortal, incorruptible y eterno, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, nuestro Salvador, y jovencito ¿para cuánto tiempo? Para toda la eternidad, representará de 18 a 21 años de edad. “*...el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”* ¿Para que sea semejante a cuál cuerpo? Al cuerpo de Su gloria, para que sea a semejanza de Su cuerpo glorificado, por lo tanto será un cuerpo glorificado el que nosotros recibiremos de parte de Cristo; y ese es el cuerpo que Dios predestinó desde antes de la fundación del mundo para cada uno de ustedes y para mí también, y para todo creyente en Cristo nacido de nuevo escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. “*...por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Con ese poder será que El transformará nuestro cuerpo en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado. Y ahora, ¿cuántos están esperando ese cuerpo nuevo? Pues todos nosotros. Y ahora, sabemos que el Reino de los Cielos fue abierto el Día de Pentecostés, la Puerta fue abierta por la revelación, la Llave que Dios le dio a Pedro, Cristo le dio esa Llave, esa revelación a Pedro, por lo tanto pudo abrir el misterio de la Primera Venida de Cristo, la Puerta que es Cristo. Y para el Día Postrero la Puerta de la Segunda Venida de Cristo para la Dispensación del Reino, solamente la podrá abrir ¿quién? El que tendrá la Llave de David, por lo tanto abrirá la Puerta para el Reino de David, que será restaurado en la Tierra, y ése es el Angel del Señor Jesucristo prometido en la Escritura en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, donde dice: “*Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”* Y Apocalipsis 22, verso 6, dice: “*Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”* El Dios de los espíritus de los Profetas, vean ustedes, porque todos los espíritus de los Profetas, los cuerpos angelicales, cuerpos teofánicos de los Profetas ¿son de quién? De Dios. “*...el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”* Las cosas que deben suceder pronto en la Dispensación del Reino y en este entrelace dispensacional, son reveladas por el Espíritu Santo a través de Su Angel Mensajero, a través del Angel del Señor Jesucristo, que es el último Profeta enviado por Cristo a Su Iglesia, el cual es un Profeta dispensacional. El Rvdo. William Branham hablando de este Angel del Señor Jesucristo dijo: “Este es un espíritu de Profeta, el cual le dio a Juan la revelación del Apocalipsis.” Y Dios ha estado enviando los espíritus de Profetas de etapa en etapa, y por eso cada vez que aparece un Profeta de Dios enviado por Dios a la Tierra, apareció un espíritu de Profeta en carne humana manifestado, para traer un Mensaje de parte de Dios. Y el último de los Profetas es el Angel del Señor Jesucristo, ése es el último de los Profetas y es un Profeta dispensacional, y ése es el que viene con el Sello del Dios Vivo en Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante; y es el que viene con los ministerios de los Dos Olivos en Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante; y es el que sella los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos en el capítulo 7 de Apocalipsis y capítulo 14, verso 1 en adelante del Apocalipsis, porque ése es el que tiene la Llave de David, la cual Cristo le da en este tiempo final. ¿Pero de qué Llave de David estamos hablando? Vamos a ver, Cristo dijo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16: “*Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”* El es la Raíz y el Linaje de David, por lo tanto El es el que tiene la Llave de David, y El la da ¿a quién? A quien El quiera darla, El envía Su Angel y a ése es que le da la Llave, porque El reflejará todo esto: Raíz y Linaje de David y Estrella resplandeciente de la Mañana, lo reflejará a través de aquél que El envía, el cual dice que es Su Angel. “*Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”* Apocalipsis, capítulo 2 también, verso 28, dice: “*...y le daré la estrella de la mañana.”* ¿Ven que le va a dar al Vencedor la Estrella de la Mañana? Y Cristo es la Estrella de la Mañana, y Cristo es la Raíz y el Linaje de David, por lo tanto todo esto va a estar manifestado por el Espíritu Santo, por Cristo en Espíritu Santo en el Angel del Señor Jesucristo. En Apocalipsis, capítulo 3, verso 7, dice: “*Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:”* Ahí lo tienen, es Cristo el que tiene la Llave de David; El también tenía la Llave del Reino de los Cielos, es la Llave del Reino de los Cielos, ¿y la dio a quién? A Pedro, pero no le dio la Llave de David; por eso Pedro no pudo convertir el pueblo hebreo a Cristo, ni San Pablo tampoco, ni ninguno de los siete Angeles Mensajeros. Pero habrá uno que tendrá la Llave de David, por lo tanto podrá abrir el Reino de David para ser restaurado el Reino de David, y ser restaurado el Trono de David y ser restaurado el Reino de Dios en la Tierra, porque ése vendrá con la Llave de David, y ése es el Vencedor del Día Postrero, el Angel del Señor Jesucristo. Y ése es el que así como Pedro y Pablo trajeron el Evangelio a los gentiles, ese Angel Mensajero con los ministerios de Moisés y Elías y con la Llave de David, abrirá la Puerta de la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, abrirá esa Puerta al pueblo hebreo y ellos entrarán por esa Puerta al Reino de Dios, a la Dispensación del Reino, para el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. Y la Iglesia del Señor Jesucristo, por cuanto va a estar en el Reino Milenial, pues tiene que entrar también por esa Puerta: la Puerta de la Segunda Venida de Cristo. Sin entrar por esa Puerta de la Segunda Venida de Cristo no habrá transformación para ninguna persona, ni habrá nada con relación a estar en el Reino Milenial de Cristo, en ese glorioso Reino que Cristo establecerá en este planeta Tierra. Así que, podemos ver este gran misterio del Reino de los Cielos y del Reino de Dios. Hemos visto que estos misterios están: el del Reino de los Cielos en la Dispensación de la Gracia, y el del Reino de Dios para ser establecido en la Tierra, están en la Dispensación del Reino. Y todo depende de la Llave para abrir la Puerta de la Dispensación de la Gracia, y para abrir la Puerta de la Dispensación del Reino también se necesita la Llave. La Llave abre la Puerta de la Dispensación del Reino, abriendo el misterio de la Primera Venida de Cristo Pedro allá el Día de Pentecostés. Y la Puerta del Reino de Dios para ser establecido en la Tierra, que es el misterio de la Segunda Venida de Cristo, se abre en este tiempo final en la Dispensación del Reino, para que el pueblo hebreo dé su paso de entrada al Reino, tiene que estar entonces abierta la Puerta del Reino de Dios, de ese Reino de David, para ser restaurado en la Tierra. Ahora, hemos visto el misterio de la Llave: la Llave del Reino de los Cielos y la Llave de David, o Reino de David, o Reino de Dios para ser establecido en la Tierra. “**LA LLAVE DE DIOS.”** Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: **“LA LLAVE DE DIOS.”** Dejo nuevamente con ustedes al Rvdo. y misionero Miguel Bermúdez Marín, para finalizar nuestra parte en esta ocasión, y así dándole gracias a Cristo, finalizar nuestra parte y nuestra visita a ustedes en esta ocasión. ***Que Dios me los continúe bendiciendo a todos, me los guarde, y les use grandemente en Su Reino, para que tengan grandes galardones en el Reino de Cristo, en el Reino Milenial; y siga añadiendo a Su Iglesia los que faltan, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en Su Iglesia, Su Reino, y pronto Cristo se levante del Trono del Padre, resucite a los muertos creyentes en El y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Muchas gracias por vuestra amable atención, y con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión, mientras cantamos el cántico que nos habla de Jesús, el Hombre que nos transformó. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**LA LLAVE DE DIOS.”**