--- title: 'El Padre y Sus hijos' date: 1975-01-19 activity: 1 place: city: Ponce state: country: PR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Hebreos, capítulo 2 verso 14, nos dice: *"Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte, al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,* *y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.* *Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.* *Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a hacer misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere para expiar los pecados del pueblo.* *Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados."* Oremos al Señor: *Padre nuestro que estás en los Cielos, Dios eterno, he aquí en esta mañana ante Tu presencia estamos, y Te damos gracias Padre por Tus bendiciones, gracias por esta bendición de poder estar aquí congregados en esta mañana, Señor.* *Ahora, Dios eterno, Dios Santo, he aquí en Tus manos estamos, habla a nuestros corazones en esta mañana, y edifícanos a todos, ¡oh, Padre Celestial! En el Nombre eterno Tuyo, Te lo pido todo ¡oh, Padre Celestial! Amén, amén.* Vamos a ponerle como tema en esta mañana a la plática que tendremos, vamos a ponerle como tema: **"EL PADRE Y SUS HIJOS."** Yo creo que es un buen tema para hablar unas cuantas semanas, pero vamos a tocar solamente lo relacionado a los hijos de Dios. Si nosotros estudiásemos a través de toda la Biblia qué son los hijos de Dios, encontraríamos entonces lo que usted y yo somos; y cuando sabemos lo que son los hijos de Dios, eso es motivo para uno estar más que regocijados. Este no es un tiempo en que nosotros hemos venido a ser hijos de Dios, usted no ha venido a ser hijo de Dios porque usted ha recibido a Cristo como su Salvador, o porque ha recibido el mensaje de la hora. No, más bien usted ha recibido a Cristo, y ha recibido el mensaje de la hora porque era un hijo de Dios; pero el haberlo recibido no le hace a usted un hijo de Dios, sino que lo que hace es que testifica que usted era desde antes de la fundación del mundo, un hijo Dios. Ahora, fíjese como aquí el apóstol San Pablo nos dice: *"...por cuantos los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo..."* ¿para qué? Para podernos redimir, de otra manera la redención no hubiera podido venir, porque el pueblo de Dios, los hijos de Dios, no cayeron antes de estar en estos cuerpos, sino que los hijos de Dios cayeron en el pecado cuando vinieron a carne y sangre; o sea, cuando entraron a cuerpos humanos, ahí fue que los hijos de Dios cayeron; y eso lo encontramos allá en el Edén cuando Adán y Eva cayeron, ¿Eva cayó cuándo? ¿Y Adán cayó cuándo? Cuando estaban en cuerpos de carne y sangre, pero antes no habían caído. Entonces la medicina, para el remedio o la redención nuestra, tiene que ser aplicada en el mismo lugar donde caímos nosotros en nuestra manifestación en carne, pues ahí tenía que venir la redención también, en manifestación de carne y sangre; entonces vemos que Dios como espíritu, sin tomar un cuerpo de carne, y sabía que no podía redimir, porque los hijos de Dios en donde pecaron fue en estos cuerpos, entonces Dios tenía que descender, tomar cuerpo también, para entonces con la muerte de Su propio cuerpo redimirnos a nosotros, pagar el precio, y regresarnos nuevamente a nuestro lugar. Ahora, fíjese, nosotros leemos en la carta a los Romanos, en el capítulo 8, donde el apóstol Pablo explica sobre lo de los hijos de Dios; y también leemos, en el Evangelio según San Mateo, donde también el Señor mismo habla acerca de los hijos de Dios. Ahora, vamos a leer corridito estos versos para seguir adelante, y así pues tener un cuadro más amplio de lo que estamos hablando en esta mañana, porque queremos avanzar todo lo más que podamos en esta mañana. El Señor en una ocasión les habló una parábola a Sus discípulos, fue la parábola del trigo y la cizaña, entonces de la manera que Él la habló, fíjese, de la manera que Él la habló, pues nadie le entendió, aun Sus propios discípulos no entendían, pero el Señor si sabía lo que les estaba diciendo. Ahora, siempre, siempre, las parábolas bíblicas, y cualquier profeta de Dios que hable en forma parabólica, eso no es entendido, a menos que el mismo Señor le explique lo que quiere decir eso, porque siempre cuando hay cosas que Dios no quiere que todo el mundo sepa, sino que solamente los escogidos sepan, entonces Dios lo habla, porque tiene que ser hablado, lo habla en forma parabólica, y nadie más entiende. Entonces solamente cuando Dios se revela a Sus hijos, entonces sus hijos entienden eso que fue hablado en forma parabólica. Ahora, así fue la parábola del trigo y la cizaña, y los discípulos no entendieron el significado de aquella parábola, entonces le preguntaron al Señor acerca de esa parábola. Dice \[San Mateo 13:34\]: *"Todo esto habló Jesús por parábolas a las gentes, y sin parábolas no les hablaba;* *para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:* *Abriré en parábolas mi boca;* *Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.*" \[San Mateo 13:34-43\]. Cosas secretas, cosas ocultas que nadie sabía, cosas desde antes de Dios hacer los Cielos y la Tierra, las estrellas, cosas ocultas serían habladas en parábolas por el Señor. *"Entonces, despedida la gente..."* Fíjese, ahí en esas parábolas que el Señor les habló, ahí les habló la parábola del sembrador, le habló ahí, la parábola del trigo y la cizaña, y les habló muchas cosas muy importantes en las cuales tipificaban, o las cuales eran cosas que representaban cosas desde antes de la fundación del mundo que nadie sabía, pero que sí el Señor las sabía, y las habló en forma parabólica. Entonces fíjese, dice: *"Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa;* (debió de ser la casa de Mateo) *y acercandose a él sus discípulos, le dijeron: Explicanos la parábola de la cizaña del campo.* *Respondiendoles él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el hijo del hombre.* *El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.* *El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.* *De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.* *Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,* *y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.* *Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga."* Ve usted que los hijos del reino, ¿son quiénes? Los hijos de Dios, los hijos del malo, los hijos de este mundo, la cizaña son los hijos del diablo. Entonces vemos que sobre esta tierra, hay dos pueblos, hay dos clases de gentes, hay dos clases de hijos: los hijos de Dios y los hijos del diablo. Entonces vemos que los hijos de Dios han venido como dijo aquí San Pablo: "Han venido a participar de carne y sangre." \[Hebreos 2:14\]. O sea, han venido a tener cuerpo terrenales, cuerpos humanos, y han venido a esta Tierra, y cuando han llegado a esta Tierra, ¿qué ha sucedido? Se han encontrado con que todos los cuerpos humanos que pasan por esta Tierra, están contaminados con el pecado, porque la Tierra está contaminada con el pecado, y toda carne había sido afectada con el pecado, pero la medicina para el pecado también está hecha: y fue la muerte del Señor en la Cruz del Calvario. Así que, no importa las condiciones en que estén las cosas aquí, en la Tierra, no importa las condiciones que le rodeen a los cuerpos terrenales de carne y sangre, en lo cuales los hijos de Dios tienen que venir, vivir por algún tiempo, no importa la condición que le rodee, hay una medicina para esos cuerpos, cuerpos enfermos espiritualmente, pero está la Sangre de Cristo que los limpia de todo pecado. Entonces pasando a lo que dice el apóstol Pablo en Romanos, capítulo 8, \*verso 28, nos dice el apóstol San Pablo algo muy maravilloso, que cuando usted puede ver eso, usted se gozará siempre en el Señor, dice: *"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su proposito son llamados.* *Porque a los que antes conoció, también los predestinó"* (a los que, ¿qué? A los que antes conoció, ¿cuándo es antes? Antes de la fundación del mundo). *Porque a los que antes conoció, también predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.* *Y a los que predestinó, a éstos también llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.* *¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?*" ¿Desde cuándo Dios nos conoce a nosotros? Desde antes de la fundación del mundo, porque somos hijos de Dios, ¿y dónde estaban los hijos de Dios? ¿Dónde estábamos antes de venir a esta Tierra, a este mundo? Bueno, eso se le contesta muy fácilmente por la Palabra de Dios, y por la propia vida terrenal que usted tiene. ¿Dónde estaba ese cuerpo suyo que usted tiene antes de estar ahí, donde está ahora? ¿Y antes de estar como lo que usted ve que es actualmente? ¿Dónde estaba antes? Estaba en los lomos de su papá, en los genes de su papá, ese cuerpo suyo era uno de los genes de su papá, ¿y qué más podemos decir? Si antes de estar en los lomos de su padre, ¿dónde usted estaba? En los de su abuelo, y antes de haber estado ese cuerpo suyo en los lomos de su abuelo, ¿dónde estaba? En los de su bisabuelo; y antes de estar en los de su bisabuelo, en su tatarabuelo, ¿y antes de estar en su tatarabuelo? En su tatara, tatarabuelo, y por ahí sigue hasta que llega a lo último. ¿Y cuando llega a lo último qué pasa? Cuando llega a Adán... Bueno, ¿y antes de estar en Adán dónde estaba? En la Tierra, porque de ahí, de la Tierra, fue tomado el cuerpo de Adán. Así que, fíjese, a través de todos los lugares que ha ido pasando ese cuerpo que usted tiene ahora, ¿y usted piensa que ese cuerpo suyo es nuevecito? No, ese cuerpo suyo tiene la misma edad que tiene la Tierra, esa es la edad que tiene ese cuerpo suyo, lo que pasa que ahora fue que fue manifestado en carne y sangre, pero fíjese los viejos que somos; pero desde el momento que es manifestado a vida terrenal, en carne y sangre, entonces de ahí en adelante empieza a contarle el tiempo para estar cierto tiempo aquí, sobre la Tierra. Ahora, recuerde que este cuerpo que usted tiene, que tanto cuida, que tanto aprecia, que tanto ama, y que tanto alimenta, y que si no le da comida se muere, ese no es usted, eso solamente es su vestidura terrenal, eso es lo que dijo el apóstol San Pablo: "Así todos los hijos de Dios participaron de carne y sangre, así era necesario que el Señor (Dios), también participase de carne y sangre." El Señor tuvo que tener un cuerpo de carne y sangre, como si fuese un cuerpo terrenal, con sangre y carne, el cual fue creado por el mismo Señor para poderlo redimir. Ahora, fíjese, usted no se preocupe si es alto o bajito, feo, bonito, gordo o flaco, eso no tiene ninguna importancia para usted y para mí, para los hijos de Dios eso no tiene ninguna importancia, este cuerpo que actualmente nosotros tenemos, de ese cuerpo que usted puede imaginarse que es algo tan grande, la Biblia dice que "no heredará el Reino de los Cielos, carne ni sangre entrarán, no heredarán el reino de los Cielos." Así que, esto que nosotros actualmente tenemos, algún día tenemos que ser librados de este cuerpo, algún día tenemos que dejar este cuerpo terrenal para entrar a un cuerpo celestial, cuando nosotros somos librados de este cuerpo, ¿sabe cuándo? Cuando morimos. Por eso el apóstol San Pablo sabiendo lo que era la muerte, decía: "Quisiera mejor partir del cuerpo, y estar presente a Dios." \[Segunda de Corintios 5:6-8\]. ¿Por qué? Porque él sabía que cuando dejase este cuerpo al morir tomaba otro cuerpo, un cuerpo celestial, un cuerpo de la Palabra, un cuerpo de la sexta dimensión; y no solamente nos quedaremos en el cuerpo de la sexta dimensión, sino que son tres cuerpos: un cuerpo terrenal; un cuerpo de la Palabra, o sea, el de la sexta dimensión, un cuerpo celestial; y el cuerpo glorificado. Ahora, podemos ver que los hijos de Dios han venido viajando, fijese, ¿los hijos de Dios dónde estaban? En Dios, porque cada hijo es parte de su padre, y antes de un hijo ser manifestado aquí en la Tierra, al hablar de un cuerpo humano, ese cuerpo humano es el hijo de su papá; pero el que está dentro de usted, ese que está dentro de usted es diferente. Ahora, vamos a dejar eso quieto, lo que es hijo de su papá es este cuerpo terrenal, porque *este* fue el que ellos engendraron; por eso el Señor no le podía decir a María: madre, ni a José: padre, porque aquel cuerpo no había sido engendrado por ellos, sino creado por Dios, por eso usted encuentra en la Biblia que en ningún momento el Señor le decía madre, sino que le decía 'mujer.' Bueno, ahora veamos, los hijos de Dios han venido viajando por ahí para acá, y ellos estaban en Dios antes de la fundación del mundo, porque cada hijo es parte de su padre. Cuando usted ve al hijo, usted está viendo al padre. Ustedes recuerden que el Señor decía: "El que ha visto al hijo, ha visto al padre." \[San Juan 14:9\] Bueno, ahora vamos a hablar de esto acá, en lo natural. Cuando usted ve mis hijos, mis hijas, usted me está viendo a mí, porque ellos son parte mía; entonces encontramos que los hijos de Dios son una parte de Dios, y todos juntos somos los hijos de Dios. Ahora, veamos, en el plan de Dios está el tener una familia, en el plan de Dios está Él estar en diferentes cuerpos, en Su plan, en Su Programa, viene siendo es Sí mismo Padre, pues entonces en Sí mismo sería Hijo. Los hijos proceden o salen del padre, Dios siendo Padre, entonces los hijos de Dios estaban en Dios, son una parte de Dios. Luego encontramos que los hijos de Dios vinieron a esta Tierra, al venir a esta Tierra entraron en cuerpos de carne, al entrar en cuerpos de carne, entonces nos vemos los unos a los otros, y podemos confraternizar el uno con el otro, y podemos adorar y servir a Dios en esta dimensión, y hacer todas las cosas que corresponden en esta Tierra, hacerlas para el Reino de Dios. Entonces, vemos que los hijos de Dios cuando vinieron a tomar el primer cuerpo, el primer cuerpo que tomaron fue el cuerpo terrenal de carne y sangre, luego el segundo cuerpo que toman es el cuerpo de la Palabra, el cuerpo teofánico, el cuerpo de la sexta dimensión, y ese lo tomamos cuando morimos; si no llegamos a morir, entonces ocurrirá algo que pasaremos directamente al cuerpo glorificado. Ahora, fíjese, empezamos con el cuerpo terrenal, luego el segundo en el cuerpo de la sexta dimensión, cuerpo teofánico donde también se habla, donde también se ve, donde también se siente amor genuino, pero que no hay sentimientos malos, ni deseos carnales, solamente allí lo que hay es celestial; entonces en ese cuerpo también tenemos un físico, también tenemos pelo. Ahora, lo único que pasa en ese otro cuerpo, es que si usted aquí no tiene pelo porque se le cayó, cuando entre en el otro, allí tiene; o sea, a aquel que no se le cayó el pelo, la cosa ya es diferente; aquel es un cuerpo que ni siquiera tiene necesidad de comer, no tiene necesidad porque es un cuerpo superior a éste. Pero los hijos de Dios empiezan por este cuerpo, luego pasan al otro, si es que tienen que morir en esta Tierra, entonces, ¿la muerte para ellos viene a ser qué? Una puerta abierta para entrar a otra dimensión. Muchas personas le tienen mucho miedo a la muerte porque es que no saben hacia donde van, y es que tampoco tienen un cuerpo en la otra dimensión esperándolos para entrar a ellos; pero los hijos de Dios no tienen ese problema, los hijos de Dios son hijos de Dios desde antes de la fundación del mundo, y al ser hijos de Dios desde antes de la fundación del mundo, ellos sí entrarán a otro cuerpo luego de morir; luego de dejar éste entrarán a otro cuerpo, y después que termine el tiempo de estar en ese otro cuerpo, luego pasarán a otro superior, que es el cuerpo glorificado igual al que tiene el Señor Jesucristo. Ahora, ustedes noten bien lo siguiente: no es *éste* el que Dios le tiene predestinado, no este cacho de carne y sangre que viene predestinado, sino que es la simiente la que viene predestinada. Fíjese, usted es simiente de su padre terrenal, o sea, ese cuerpo terrenal es simiente de su padre terrenal, ¿verdad? Entonces lo que está dentro de usted, la simiente de Dios, ése es el que es hijo de Dios, porque la simiente de su papá, eso es lo que es el hijo de su papá. Yo no soy hijo del papá suyo, ¿por qué? Yo no soy simiente del papá suyo, hablando en lo terrenal; entonces lo que es simiente de Dios no es de este cuerpo, lo que es simiente de Dios es lo que está ahí dentro de su corazón, y eso es lo que es un hijo de Dios, la simiente de Dios. Entonces vemos que los hijos de Dios no son un trozo de carne, sino que los hijos es Dios la simiente de Dios, y la simiente de Dios es una parte de Dios, entonces cuando usted como hijo de Dios sabe lo que es, entonces usted sabe que es parte de Dios. Pero eso vamos a dejarlo quietecito porque es bastante profundo. Pero fíjese: en una familia grande, encontramos que todos se llaman... Su nombre es el mismo nombre, y el papá que es el que lleva la simiente; si es Rivera, todos ahí son Rivera, esa es la familia Rivera, éste es Rivera aunque sea chiquitito, y el otro es Rivera aunque sea grande; todos son Rivera porque son de la misma simiente. Y en el plano espiritual, todos son Palabra porque son simiente de Dios, porque son la Palabra de Dios expresada en esta hora en que estamos viviendo, ¿sabe quién es usted? Simiente, la Palabra de Dios expresada para esta hora, ¿y en el principio era qué? La Palabra, ¿y la Palabra era quién? Dios, y la Palabra se hizo carne; usted es la Palabra hecha carne en esta hora también, así como el Señor Jesucristo, ¿quién es? La Palabra hecha carne, todos los hijos de Dios cuando vienen aquí a la Tierra, y son manifestados en carne, ellos son la Palabra de Dios en carne humana. Ahora, encontramos que hay cositas ahí un poquito profundas, las cuales algún día tocaremos y hablaremos con más detalles, porque el Señor nos está llevando hacía adelante para que sepamos quiénes somos, y la hora que estamos viviendo en el plan de Dios. Ahora, viendo aquí, como dice el profeta en este mensaje titulado: *"El futuro hogar de el novio celestial y la novia terrenal,"* predicado en el año 1964 (agosto '64), el profeta dice: *"Ahí está su Santa Convocación, no tiene nada que ver con el asunto literal, está más allá de eso. ¡Es en el Reino de Dios con Vida eterna, con los predestinados que nunca comenzaron! Nunca empezaron en ningún día. ¡Usted no fue salvo en día alguno! Siempre fuiste salvo* (pero cuando uno sabe de eso, no hay diablo que le pueda meter miedo a uno). *Jesús sólo viene a redimir eso."* El Señor Jesucristo a lo que Él vino fue a redimir a los hijos de Dios, a los predestinados, Él no vino a hacer hijos de Dios, ya los hijos de Dios estaban desde antes de la fundación del mundo, lo único que haya pasado era que no estaban manifiestos en carne humana, pero ellos estaban en Dios; así como usted ha estado en su papá. Entonces, sigue diciendo: *"Jesús sólo viene a redimir eso, pero desde el principio fuiste salvo..."* Fíjese, desde antes de la fundación del mundo, ya usted era salvo en el plan y Programa de Dios, dice la Biblia que el Señor fue crucificado antes de la fundación del mundo, en el plan y Programa de Dios; y luego, allá, hace dos mil años aproximadamente, entonces vimos la crucifixión, la muerte del Señor en carne humana allí, pero ya en la mente de Dios y Programa de Dios, ya eso estaba desde antes de la fundación del mundo, ya todo eso estaba hecho en la mente de Dios, que es infinita; y usted estaba también allí; y desde antes de la fundación del mundo, el Señor viendo que usted y yo habríamos de venir a carne humana, a través de carne humana a vivir en este cuerpo de carne humana, y ver que de aquí, de esta carne humana, esto estaría contaminado, y estaría tocado por el pecado. Entonces cuando Él en Su plan y Programa antes de la fundación del mundo vio todo, entonces allá, ¿también hizo qué? Redimir. Estuvo en el programa de la redención desde antes de la fundación del mundo; y acá lo que nosotros estamos haciendo cuando estamos así en carne humana es: aceptando ya lo que Dios ha hecho desde antes de la fundación del mundo. Aquí lo que estamos viendo es el plan de Dios desarrollado, y cada cosa cayendo en su lugar, si usted no está en el plan de Dios desde antes de la fundación del mundo, si usted no estaba en Dios como simiente de Dios, acá cuando el plan completo se desarrolla, usted no puede estar tampoco en el plan de Dios. Es como cuando un arquitecto prepara un plano, y al preparar ese plano, y en ese plano no estaba que hubiera *tal* cosa en *tal* lugar, cuando el plano es desarrollado, usted no podrá esperar que haya *tal* cosa en *tal* lugar, si no estaba en el plano cuando fue hecho el original. Pero una construcción, ¿qué es una construcción? Una construcción no es otra cosa sino el desarrollo de un plano; y cuando ese plano es desarrollado, es materializado, entonces vemos todo lo que estaba en el plano, lo vemos acá materializado. Ahora, también todo lo que fue puesto en el plano de Dios desde antes de la fundación del mundo. Ahora, lo que nosotros estamos viendo es la materialización de ese plano; y nosotros estamos viviendo en la última parte de ese plano, la última parte de ese plano, usted con Dios, como todos nosotros. Entonces usted sabe que el Señor muestra Su pueblo, Sus hijos en forma de pirámide; entonces ese pueblo en forma de pirámide va siendo desarrollado, y cuando llegue el tiempo final, llegue el tiempo de los últimos escogidos estar manifiestos aquí en la Tierra, y tomar su posición en el plano de Dios, ¿qué vienen a hacer ellos? Ellos viene a ser la parte de arriba de ese plano, la \*punta (como decimos nosotros); pero que en este caso, la \*punta (como decimos nosotros) de un edificio, del edificio de Dios, no en forma así plana, como se hacen los edificios de aquí de la Tierra, sino que es *así* de forma de Piedra Angular; y usted como hijo de Dios, y yo como hijo de Dios somos parte de esa Piedra Angular, éste es el grupo más importante de todos los grupos de los hijos de Dios a través de todas las edades, porque éste es el grupo de la Piedra Angular como hijos de Dios. Entonces, vemos que los hijos de Dios, no son hijos de Dios cuando aceptan al Señor Jesucristo como su Salvador, más bien aceptamos al Señor como nuestro Salvador porque somos hijos de Dios desde antes de la fundación del mundo, y reconocemos el don de redención; y al reconocerlo lo aceptamos, porque es el plan para los santos, es el plan de regreso nuevamente a Dios, es el plan de reconciliación. Y cuando todo el plan sea concluido, y todo esté completo, entonces veremos nuevamente al Señor cara a cara, dice que le conoceremos como somos conocidos por Él. Ahora, fíjese, para que le conozcamos, mire también el plan de Dios; y usted espera, y todos los hijos de Dios esperan conocer a Dios cara a cara, esto quiere decir algo muy importante para nosotros, pero verlo como realmente Él es, los únicos que conocerán a Dios como es realmente son los hijos de Dios. Entonces nadie jamás a visto a Dios, porque Dios es espíritu, pero algún día lo conoceremos como Él es, algún día lo veremos como Él es también. Ahora, fíjese, para verlo como Él es en Su dimensión (porque Dios está en la séptima dimensión), entonces Dios viene, desciende, se hace carne, y entonces primero lo vemos y lo conocemos en carne humana; que nadie esté esperando ver a Dios como Él es, y conocerlo como Él es, si primero no lo ve y lo conoce como Él ha venido a ser en medio nuestro, en carne humana; entonces llega y se hace carne en medio de Sus hijos que están en carne humana, y ahí se manifiesta, y ahí es que reconocen que ese es su Padre celestial, ellos reconocen que ese es Dios metido en un cuerpo de carne, así como Sus hijos también están metidos en un cuerpo de carne. Luego, si pasamos a la sexta dimensión, conoceríamos a Dios también allí, en un cuerpo de la sexta dimensión; porque Dios también, Él tomó un cuerpo de esta dimensión, y luego también en la sexta dimensión, y luego tiene un cuerpo glorificado también; así que, vemos, fíjese: Melquisedec, ese era un cuerpo de la Palabra, era un cuerpo teofánico, un cuerpo de la sexta dimensión. Ahora, también está el cuerpo de la séptima dimensión, que es el cuerpo glorificado; y también nosotros tendremos un cuerpo glorificado como el cuerpo que Él tiene, un cuerpo de la séptima dimensión, que todavía dice que seremos como Él es, y dice que tendremos un cuerpo semejante al de Él, igual al de Él. Fíjese que Él vino a buscarnos a nosotros, a redimirnos, entonces vino y tomó un cuerpo como el que nosotros teníamos, y ahora nosotros hemos de tener un cuerpo como el que Él tiene, un cuerpo glorificado. Recuerde que son tres cuerpos: el cuerpo terrenal... El apóstol Pablo dice: "Hay cuerpos terrenales, cuerpo animal (ese es el cuerpo de menos valor), de los hijos de Dios, por el cual los hijos de Dios han de pasar. El cuerpo terrenal, es el cuerpo de menos valor, porque *éste* es del polvo de la tierra, *esto* es tierra; *éste* de cualquier cosita ya tiene catarro, de cualquier cosita ya tiene calentura \[fiebre\], de tantas horas, cuatro o cinco horas que pasan ya tiene hambre, de siete u ocho horas que pasen ya tiene sueño. Pero sin embargo, Dios quiso que viniéramos a este cuerpo, y que le sirviéramos a Él en este cuerpo, incluso que viniéramos aquí para ser tentados; y Dios prueba que somos hijos de Dios, aun con todas las flaquezas que tiene este cuerpo, pero ese cuerpo no es usted, usted está ahí dentro; y aunque nuestro cuerpo terrenal tiene muchas flaquezas y debilidades, en todo sentido, somos fuertes en Dios; no la carne, la carne toda es débil, la carne es toda débil en todos los sentidos: débiles en necesidades terrenales, débiles porque también pasamos por diferentes tentaciones. Eso es lo que es el cuerpo, eso es lo que es este cuerpo físico que usted tanto cuida y tanto aprecia. Este es el enemigo número uno suyo, este cuerpo suyo es el que le dice a usted , cuando llega el tiempo de buscar a Dios, este cuerpo le dice: "Estoy cansado," y no quiere esa bendición, no es usted, es el cuerpecito ese suyo, porque ese es el enemigo número uno suyo. Ese es el que le dice: "¡Ay, Dios!" Ese el cuerpecito que tanto problema le da a los hijos de Dios. Pero por la gracia de Dios somos más que vencedores; este cuerpo pues, no va a entrar al Reino de Dios, ni carne ni sangre entrará allí. Así que, si este cuerpecito de carne y sangre no va a entrar para allá, sepa entonces, que no esté dándole el gusto. Los que no son hijos de Dios, ellos hacen, y hacen cosas, y para ellos esto es igual que nada, ¿por qué? Porque ellos son incrédulos, y ese es el pecado, incredulidad es el único pecado, luego las cosas que hacen en este cuerpo terrenal, esos son los frutos del pecado que está dentro de su corazón; ellos pecan en el corazón, y ahí es que está la incredulidad, que es el pecado; y luego los frutos del pecado son manifestados a través de su cuerpo terrenal. Ahora, vemos que al saber que somos hijos de Dios, entonces tenemos que por obligación saber que tenemos un enemigo, que él estará siempre tentando a los hijos de Dios, y tratará de engañar si es posible aun a los hijos de Dios. Ahora, usted sabiendo quién es usted, entonces usted sabe cómo caminar en esta Tierra, usted sabe cómo hacerle frente a la situación en esta Tierra, y esto es con la Palabra de Dios. Al saber estas cosas, esto a nosotros lo que hace es que nos estimula, nos da estímulo. Mire, quiere que le diga una cosa: recuerde, al nosotros saber estas cosas, esto no es motivo para nosotros pecar, y hacer lo que nos da la gana, esto es motivo más bien, para buscar más al Señor, y estar sirviéndole, cada día más cerca del Señor, sabiendo que no somos de aquí de la Tierra, sabiendo que somos eternos, sabiendo que somos hijos de Dios desde antes de la fundación del mundo. Siempre hemos sido hijos de Dios, y que hubo una interrupción en medio de la familia de Dios, y el Señor vino en carne humana para arreglarla, y la arregló, y ya pronto nuevamente estaremos en plena eternidad en todos los sentidos. Ahora, en el sentido terrenal, el cuerpo que tenemos no es eterno, pero ya pronto el cuerpo que habremos de tener será eterno. Ahora, ya potencialmente ese cuerpo es eterno, ¿por qué? Porque tiene la Palabra usted ahí dentro, manifiesta para esta hora. Ahora, lo único que le falta es un cambio, una transformación a ese cuerpo, porque con este cuerpo no va a llegar a ningún sitio. Entonces Dios viene y trae una transformación, entonces es que seremos en cuerpos glorificados, y al tener el cuerpo glorificado, ya este cuerpo es de carne, pero ya por dentro somos eternos, somos eternos por dentro, porque ya hubo un cambio, una transformación por dentro. Ahora, fíjese: el ser humano es cuerpo, espíritu y alma. El cuerpo terrenal es cambiado, de los hijos de Dios; sufrirá tres cambios: cuerpo terrenal, cuerpo de la Palabra (que es el cuerpo teofánico), cuerpo de la sexta dimensión (donde están nuestros hermanos que parten), y luego el cuerpo glorificado. Oiga, ¡qué muchos cuerpos el Señor tiene para nosotros! Bueno, Él dijo: *"En la casa de mi Padre muchas moradas hay."* \[San Juan 14:2\]. En la casa de mi Padre hay cuerpos terrenales, hay cuerpos celestiales, hay cuerpos angelicales, hay muchas moradas, en la casa de mi Padre, en la economía de mi Padre, hay muchos cuerpos donde los hijos de Dios pueden vivir; pero empezamos a vivir por el primer cuerpo, por el terrenal, empezamos a vivir en la primer casa, luego el Señor nos pasa a la otra casa, y luego a la tercera, porque Dios se perfecciona en tres, ¿y Dios nos perfecciona a nosotros en cuánto? En tres. El tercer cuerpo ese es el perfecto totalmente, y el eterno, por supuesto el cuerpo de la Palabra, de la sexta dimensión, pues no ve muerte, no tienen necesidad de comer, es eterno también, hasta que llega el otro, o sea, que ese cuerpo puede seguir viviendo, y viviendo, hasta que llegue el otro, o sea, que no se le acaba, aquel cuerpo no se le acaba hasta que llegue el otro; ahora *éste* en cualquier momento se puede ir, pero ya tenemos el otro. Ahora, estas cosas son cosas que al nosotros saberlas nos estimulan, nos regocijan en la Palabra de Dios, en saber quienes somos nosotros, y que hacemos aquí metidos. Usted piensa alguna vez de tanto problema aquí, tanta lucha: "Yo no quisiera vivir más aquí en la Tierra." ¿Sabe por qué usted piensa así? Eso es esa simiente de Dios que está ahí dentro clamando. Y cuando un abismo clama, hay otro que le responde. Usted no desearía estar más aquí, porque aunque nadie le dijese a usted que hay otro lugar para los hijos de Dios, ahí dentro de *eso*, esa simiente, que es la Palabra, ahí está y sabe que hay otro lugar: por eso es que clama por salir de este lugar, de esta Tierra, y de este cuerpo. Ahora, por eso no estamos apegados aquí a la Tierra, la gente se apegan aquí a la Tierra, a las cosas de la Tierra, al cuerpo terrenal; pero los hijos de Dios, para ellos lo mismo es vivir que morir. Eso es lo que el apóstol San Pablo siempre decía: "Lo mismo era vivir que morir, porque para mí el vivir, ¿es qué? Cristo." \[Filipenses 1:21\]. Cristo es la Palabra, Cristo es Dios, "para mí el morir es Cristo, para mí el vivir es Cristo, y el morir..." Sin embargo, la gente del mundo, ellos se preocupan mucho: "¡Ay, me muero, me muero! Para ellos, ¿morir es qué? Es perdida, para ellos el morir es muerte, ¿por qué? Porque ya perdieron la única oportunidad que tenían, y al perderla ya no hay más oportunidad. Pero para los hijos de Dios, el morir para los hijos de Dios, el morir es ganancia, ¿por qué? Porque si este garapacho \[cuerpo\] de carne que tanto problemas nos da, si entramos a otro, pues no tenemos ningún problema; ahora, ¿no es ganancia esto? Salimos de uno que siempre nos está pidiendo comida, sueños, y muchas cosas más, ropas. Mire gastamos más en nuestro cuerpo que lo que vale este cuerpo, este cuerpo valía unos ochenta o noventa centavos \[dólares\] por allá, hace muchos años atrás, pero ya en el año '69 subió a dos cincuenta, o dos sesenta, y ya en esta fecha en que estamos, en esta década del setenta, vale cinco sesenta nada más. Ese cuerpo suyo, si lo fuese a vender para convertirlo en lo que es, este cuerpo es: calcio, petróleo, si fueran a tomar los cuerpos de las gente, para sacar el petróleo que tiene; mire un barril de petróleo vale más que usted, un barril de petróleo vale más que usted. Así que, mire usted lo que usted posee. Ahora, fíjese, siendo un cuerpo de esta condición, de esta naturaleza, con todo y eso, trabajamos, ganamos dinero, y la mayor parte del dinero, ¿en qué lo invertimos? En este cuerpo, comprando casa, carro, ropa, comida, y un montón de cosas más, el 90 o 95%, 99% casi del dinero que nos ganamos, ¿para quién es? Para este cuerpo terrenal; saque usted cuenta, y usted se dará cuenta de eso. Bueno, vamos a ver: el 10% menos el 90%, el 90% de usted, hasta lo que usted quiera, si lo quiere usar todo para este cuerpo lo usa. Dios ha dicho, el diez, eso no lo toque, el 10%, eso no lo toque, eso lo usarás no para las cosas terrenales, no para el cuerpo terrenal, y después de ese noventa que te sobra, sí quieres usar más para las cosas espirituales, y no para el cuerpo terrenal, estás libre para usar todo lo que quieras en las cosas espirituales. Usted sabe que cuando obramos, ofrendamos para la obra del Señor, eso no es para este cuerpo terrenal, cuando estamos ofrendando para la imprenta, eso no es para este cuerpo terrenal, eso es para este hijo de Dios que está *acá* dentro, ¿por qué? Porque lo que damos después nos lo mandan para atrás; algunas veces damos una o dos hojas de papel, que es un billete de cinco, de diez, de lo que sea, y luego nos mandan un montón de hojas, pero un montón de hojas con la Palabra de Dios ahí impresa para alimentar esto que está *acá* adentro; o sea, que cuando estamos haciendo algo para la Obra del Señor, ¿lo que estamos haciendo es qué? Haciendo todo lo que podemos hacer, ¿para qué? Para el alimento espiritual. Pero nos mandan en esa forma, y no nos están cobrando nada, sino que solamente lo que hacemos es ayudando para que nos manden más. ¿Estos libros quiénes son los que los están haciendo? Usted y yo. Ahora, quiénes lo están imprimiendo, son allá, nuestros hermanos de allá, los que están a cargo de las máquinas, ellos lo que hacen es imprimir, pero en si lo otro, lo están haciendo aquellos que están ofrendando voluntariamente para el Reino de Dios, para que esa Palabra pueda venir en forma de letra, podamos leerla, y comérnosla, y alimentar a ese hijo de Dios, a esa simiente de Dios que está aquí dentro, ¿para qué? Para que crezca espiritualmente. Entonces, como hijo de Dios tenemos que crecer, ¿hasta llegar a dónde? A la estatura de un varón perfecto, a la estatura de Cristo Jesús. Hemos visto que el primer hijo de Dios, que estuvo aquí, en la Tierra manifiesto en carne, llegó a la perfección, nuestro Señor Jesucristo. Luego vimos a otro más que llegó a la perfección, ¿quién? Nuestro amado hermano Branham, y luego actualmente estamos viendo otro grupo, ya no uno, sino un grupo de hijos de Dios que llegarán a la perfección, y ese es usted, y ese soy yo, y ellos somos todos nosotros. ¿Y qué es lo que se necesita para crecer? En lo material para que su cuerpo crezca, ¿lo que necesita es qué? Comida, alimento, todas las vitaminas que necesita ese cuerpo, no le puede dar más de una, y de otra no, sino de todas las que necesita; y para crecer espiritualmente el profeta dice: *"Uno que está creciendo, necesita comer,"* y un hijo de Dios, que ha nacido en esta Tierra, entonces necesita, ¿necesita qué? Necesita crecer, para crecer: *"No sólo de pan vivirá el hombre."* El pan terrenal es bueno para su cuerpo terrenal, pero para usted como hijo de Dios, como simiente de Dios, entonces el alimento que necesita es la Palabra de Dios, porque es el pan de vida: "*No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios."* \[San Lucas 4:4\]. Usted espiritualmente, para crecer y vivir lo que necesita es el alimento espiritual, usted no sabe lo que usted hace cuando usted no va, o no viene a un culto, usted lo que está haciendo es lo mismo que hace en lo material, cuando usted deja de comer un día, ¿qué es lo que hace? Destruyendo su cuerpo, debilitando su cuerpo, y al otro día se encuentra todo débil, y si deja un mes sin comer, entonces se encuentra más débil; y si deja un año, ¿dónde estará usted? Bueno, estará en el cementerio, porque no puede pasar de cierta cantidad de días sin comer sin que se muera, espiritualmente, si no come espiritualmente, se debilita, y se sigue debilitando uno hasta que se muere. Pero los hijos de Dios conocen cuál es su alimento, y saben cuál alimento espiritual, maná del Cielo en abundancia para todos los hijos de Dios, y el Señor ha despertado un hambre muy grande, muy tremenda espiritualmente, en medio de los hijos de Dios. Las demás gentes tienen hambre, y el Señor dijo: "He aquí viene el día que enviaré hambre sobre la Tierra." Y no hambre de trigo, no hambre de comida literal, sino hambre de oír Palabra de Dios; y sed no de agua literal: "Y ellos irán errantes de mar a mar, y no la encontrarán." \[Amós 8:11\]. Pero hay un pueblo, que sí tiene hambre, y que sí ha encontrado ese pan espiritual, ese manantial y esa agua de Vida eterna. Recuerdan ustedes el mensaje: *"El pan de Vida eterna y el agua de Vida eterna,"* este pan de Vida eterna, y esa agua de Vida eterna, es la que están buscando toda la gente en todas las religiones, pero como no está en su religión, no la pueden beber; y ellos no pueden, ni les dejan salir fuera para que la vayan a buscar y beberla; entonces esa agua solamente está reservada, y ese pan reservado, para los hijos de Dios. El Señor en una ocasión, a una mujer, la mujer sirofenicia que hizo ciertas cosas, entonces el Señor le dijo: *"No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlos a los perrillos."* \[San Mateo 15:26\]. Este es el Pan de los hijos, y es para los hijos, este pan es para comerlo: "El que come de este pan y bebe de esta agua, tiene Vida eterna, y nunca tendrá sed jamás." Por lo tanto, sabiendo dónde estamos, quiénes somos, entonces esto es motivo para estar más que contentos, ¿cómo usted sabe que es un hijo de Dios? Esa es la pregunta que siempre todo el mundo se hace. Bueno, uno sabe que es un hijo de Dios, ¿cómo? Cuando oye la Palabra de Dios, ahí es que usted sabe quién es usted; cuando usted oye la Palabra de Dios y la acepta, eso le muestra que es un hijo de Dios, cuando usted oye la Palabra de Dios como es realmente y la rechaza, eso demuestra que no es ningún hijo de Dios. Mire usted dónde se encuentran los que rechazan la Palabra de Dios para esta hora, ¿cuál es la Palabra de Dios para esta hora? En el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios y la Palabra era Dios, y la Palabra se hizo carne. En este tiempo la Palabra la hemos tenido hecha carne, Malaquías 4:5, Lucas 17:30, y todas esas escrituras, ¿qué son? La Palabra hecha carne, Dios manifestado en carne humana en este tiempo, y hasta sabemos el nombre de la Palabra hecha carne en este tiempo, cuando usted lo rechaza como la Palabra hecha carne en este tiempo, ¿usted está rechazando a quién? Al Padre Celestial, ¿por qué? Porque es el mismo Dios, la Palabra hecha carne, usted no está rechazando un hombre, usted vio un cuerpo, pero eso era solamente el velo de carne (la casa terrenal) pero el que estaba dentro era Dios. Ahora, cuando alguien lo rechaza, eso le muestra lo que es, eso le muestra que no es un hijo porque un hijo no puede rechazar a su padre; cuando su padre se hace carne como somos carne ¿cómo le vamos a rechazar? La carne no es Dios; la carne, aquel cuerpo de carne que conocimos con el nombre de Jesús, aquel cuerpo no era Dios, sino el que estaba dentro de aquel cuerpo, porque Dios no puede morir, aquel cuerpo murió; Dios no puede morir porque Dios es espíritu, y Dios estaba dentro de aquel velo de carne, como ha estado dentro del velo de carne que Él tomó en este tiempo para estar en toda Su plenitud. Ahora, ni allá no fue rechazado por los hijos, ni acá tampoco; y a todos los que le recibieron allá como acá, ¿qué fue? ¿Dio potestad de qué? De ser hecho hijos de Dios, de ser colocados en la posición de lo que ellos son, hijos de Dios. Ellos siempre han sido hijos de Dios pero estaban fuera de lugar, estaban fuera de la posición de hijos de Dios, estaban fuera de la familia, pero le es dada potestad de ser colocados nuevamente en la posición original de hijos de Dios, con todos los derechos de hijos de Dios. Y ahora, ya estamos listos para ser adoptados, ¿qué quiere decir eso? Estamos listos ya, en este tiempo para tomar la gobernación de todo lo que pertenece a Dios, o sea, ya estamos listos para reinar con Cristo en lo literal también, ya por ahí dentro de pocos años ya está el milenio donde estaremos reinando como reyes. Mire no se preocupe usted ni por ser alcalde en este tiempo, que usted es un rey, que va a estar buscando cosas acá que ni valen la pena. Allá usted es rey, actualmente, espiritualmente, usted es un rey, y hemos sido hechos Reyes y Sacerdotes con el Señor. Ahora, somos reyes reinando, reinando sobre el pecado, sobre el diablo, y sobre esta carne. Sea un rey, reine sobre ella, gobiérnela, no lo que ella quiera, sino lo que usted como hijo de Dios sabe que es lo correcto. Gobiérnela por la Palabra, no deje que su carne le gobierne a usted, recuerde que usted no es ese trozo de carne, usted es el que está dentro; no deje que lo de afuera lo gobierne a usted, gobierne usted ese trozo de carne, ese cuerpo, que es de bendición si usted sabe gobernarlo, pero le es de mucho problema si usted no lo mantiene en la Palabra. Ahora, sabiendo quienes somos, viendo lo que somos, viendo cuál es el plan del Señor para con nosotros, entonces vivamos, caminemos como hijos de Dios, actuemos como hijos de Dios en este tiempo, ¿y qué podemos hacer en este tiempo? Podemos sembrar, y cosecharemos en el otro cuerpo, podemos hacer el máximo que podamos hacer en esta vida, para alimentarnos con la Palabra del Señor, y llegar a la perfección; y lo que usted sufra o haga en esta Tierra no es de comparar con las bendiciones que Dios tiene para nosotros, no es de comparar. Por lo tanto, sabiendo en el tiempo en que estamos, entonces yo creo que es algo que nos estimula. ¿Sabe lo que el profeta dijo que es el vino? El vino es el estímulo, vino en la Biblia tipifica estímulo, aceite en la Biblia tipifica Espíritu Santo; pero vino tipifica estímulo; y ese vino es producido cuando la Palabra es revelada a usted, cuando usted oye la revelación de la Palabra, entonces el vino es manifestado en su vida, el estímulo es manifestado, entonces siempre tenemos que estar bien estimulados; y para estar bien estimulados, siempre tenemos que estar escuchando la Palabra revelada para nosotros, la Palabra de la hora, la cual Dios ha manifestado en este tiempo final. Es una hora muy importante en la que estamos. Yo creo que en esta mañana el Señor nos ha permitido, oír estas otras cositas que son partes de aquellas, y ver quiénes somos nosotros, y ver cual ha sido nuestra posición como hijos de Dios, frente a la Palabra de Dios de esta hora. Estas son cosas que nos estimulan a nosotros, nos dan ánimo para seguir adelante. Y el profeta dice: *"La novia, los escogidos, ellos estarían dispuestos a pasar por la gran tribulación."* ¿Estaría usted dispuesto o no estaría dispuesto? Yo estaría dispuesto a pasar y a dar mi vida ahí en la tribulación, con lo que ya uno sabe... Mire con lo que ya uno sabe, con lo que ya Dios ha revelado, con lo que ya tenemos... y eso que nos falta todavía el Señor darnos más, pero ya con lo que tenemos, mire: usted no sabe hasta dónde usted llegaría con lo que usted tiene, con lo que usted sabe. El pueblo del Señor con lo que ya tiene... mire: la tribulación para nosotros, eso no sería tan fuerte, en el sentido de que ya estamos agarrados de la Palabra, sabemos lo que viene, y estaríamos dispuestos a pasar por lo que tengamos que pasar. Ya usted sabe que por lo que tendría que pasar es por la muerte, para entrar al otro cuerpo. Y Pablo dijo: *"Para mí el morir es ganancia."* Entonces lo escogidos estarían dispuestos a pasar por la tribulación. Pero el profeta dice: *"No hay necesidad de que pasen,"* en la tribulación, se pasa para ser purgados, para ser purificados, y la Novia ya fue purificada, los escogidos ya fueron purificados en la Sangre de Cristo. Así que, no tienen necesidad, no hay motivo, hay ni una mancha en ellos. Las fatuas pasan porque rechazaron, los ciento cuarenta y cuatro mil pasan y los judíos pasan porque ellos rechazaron también. Pero los escogidos no han rechazado. Por lo tanto, cuando usted puede ver que usted no ha rechazado, sino que con sus brazos abiertos usted ha recibido lo que Dios ha hecho en este tiempo, usted ha recibido la revelación de Dios manifestado en carne, Su Nombre eterno manifestado en carne hoy, y todas estas cosas, ahora usted sabe lo que usted recibió. Para muchas personas quizás haber creído en Dios manifestado en carne hoy, como fue manifestado en carne en tiempos pasados, y creer en el Nombre eterno de Dios manifestado en carne hoy, y reconocer que ese es el Nombre nuevo del cual el Señor Jesucristo habla, para muchos, para los que no pudieron recibirlo, ¿qué fue eso? "Una herejía, es un fanatismo creer en esas cosas." Ellos no saben lo que rechazaron, ellos no saben que han estado rechazando al mismo Dios manifestado en carne, ellos no saben que han estado rechazando el mismo Nombre glorioso y eterno que ellos reclaman, que sirven, y que esperan que el Señor revele; y cuando lo ha revelado, lo han rechazado, ¿por qué? Porque no vino de la manera que ellos deseaban que viniera, ¿por qué? Eso muestra quienes eran. Ahora, sépase bien, sépase siempre bien, que una persona es identificada de quién es ella cuando oye la Palabra en la forma correcta. ¿Sabe lo que le quiere decir esto? Y que esto para nosotros es un alivio, y es motivo de fe de que Dios hará algo con aquellos que lo han oído directamente de labios de alguien que sepa de qué está hablando estas cosas; esto es un alivio para nosotros. ¡Oh! No importa que algunos hayan rechazado por los comentarios, o por lo que otros que no han creído le han contado, Dios todavía está mirando eso, esos nombres no son borrados. Ahí los únicos culpables son los que han oído la verdad como es, la han oído y la han rechazado, y después se han puesto a hablar en contra. Ya eso es otra cosa, porque ya ellos se identificaron, como lo que eran, y se identificaron como que no eran hijos de Dios; si hubieran sido hubieran aceptado la Palabra. Ahora, el que no la oído directamente de labios de uno que la predique como es y sepa lo que está hablando, ya esos todavía tienen oportunidad, todavía tienen oportunidad, y aun yo les digo: aun hasta podrían haber personas que son de los escogidos, pero que no le han permitido escuchar la verdad como es, y lo que le han hecho es decirles muchas mentiras para que no puedan creer. Pero mire, no hay hijo de Dios, no hay hijo de Dios que no venga a la Palabra, todos vienen a la Palabra, tarde o temprano; y el diablo tratará si es posible, tratará de engañar aun a los escogidos en esa forma, y en muchas otras formas: evitando que escuchen la Palabra como es, pero tarde o temprano escucharán; y cuando la escuchan, ahí se identifican. - "¡Esto yo lo creo! ¡Esa es la verdad!" Está diciendo lo que es, ¿por qué? Porque la Palabra es la simiente, la Palabra es Dios, ¿y esa simiente que esta ahí en el corazón qué es? La simiente de Dios, la Palabra de Dios; y cuando esa Palabra que está ahí, se tropieza con esa Palabra hablada, ¿qué hace? ¡Amén! ¡Esa es la verdad! ¿Por qué? Identifica que esa es la verdad, porque eso que está *acá* adentro también es la verdad; y la verdad no le puede decir mentira a la verdad. ¡Oh, bendito el Señor para siempre! Ahora, recuerden bien que simiente no persigue... **simiente no persigue a simiente. Simiente no persigue a simiente.** La Palabra, el mensaje, la revelación, es la simiente de Dios, es la Palabra de Dios, y cualquier hijo de Dios que es simiente de Dios no puede perseguir esa Palabra; si usted en alguna ocasión se tropieza con que hay personas persiguiendo esa Palabra que es la simiente de Dios: simiente no persigue simiente, si esa persona es simiente de Dios no puede perseguir esa Palabra, no puede hablar mal de ella. Ahora, si esto que hay *acá* no es simiente de Dios, perseguirá siempre la simiente de Dios. ¡Oh! Eso nos quiere decir muchísimo. Algún día veremos qué es lo que nos quiere decir eso, algún día veremos qué es lo que nos quiere decir el profeta ahí, con que 'simiente no persigue simiente.' Ya tenemos algo adelantadito ahí, ¿verdad? Simiente no persigue simiente. La Palabra es la simiente, la Palabra hablada la Palabra escrita, todo lo que sea la Palabra de Dios es la simiente de Dios, y un hijo de Dios es la simiente de Dios también. Ahora, uno que no sea un hijo de Dios, todo lo que sea Palabra genuina de Dios, la perseguirá, y aceptará cualquier otra cosa que no sea Palabra, cualquier cosa que esté ligada con la Palabra, eso lo acepta, ¿por qué? Porque no es simiente de Dios, sino que es una liga, una perversión, y lo único que puede hacer y aceptar son perversiones. Pero simiente no acepta perversiones. Agarre eso bien también: simiente de Dios no va con que le vengan con la mitad de la verdad, y la mitad que no sea la verdad. Simiente de Dios, recibe, oye, y sigue la Palabra 100%, no un 90%, ni un 75%. Entonces, bueno, si les sigo hablando de eso voy a decir cosas que todavía las he estado guardando, que no las he querido decir. Hay cosas todavía que el Señor nos tiene para decirnos, y yo mismo he tenido muchísimas luchas conmigo mismo para hablar muchas cosas. Algunas veces uno no tiene mensaje para predicar, el domingo pasado yo no sabía sobre que iba a predicar, aun este domingo, lo que tengo es algunas notitas ahí que pude hacer, y vi anoche el Señor por dónde me estaba guiando, y me dejó ver lo del culto pasado todo lo que nos dio, y ahora cómo entrar en este domingo en estas cositas para identificar a los hijos de Dios, y para que cada hijo de Dios, se identifique como hijo de Dios. Cada uno de los hijos de Dios, se identifican como hijos de Dios frente a la Palabra, cuando le dicen: ¡Amén! A la Palabra, eso solamente lo puede decir un hijo de Dios. Y ahora, pues yo he tenido mucha lucha conmigo mismo, en el sentido que algunas veces me he encontrado sin mensaje para traerles a ustedes. Ustedes piensan que uno siempre tiene para el mensaje para predicar, si usted supiera, el mejor que sabe es usted, usted viene aquí se sienta, ora al Señor, y entra en el espíritu, Dios le habla; pero el que viene a predicar tiene que irse delante del Señor, y algunas veces está la semana completa y no tiene nada; y si no es por la misericordia de Dios, cuando se para en el púlpito, sino es por la misericordia de Dios, no puede hablar nada. Ahora, también, he tenido la lucha de que algunas veces, como el domingo no tenía que predicar, y aun para este domingo, si no llega a ser por el Señor que anoche me dio algunas cositas, y no es que uno no se ocupe de buscar al Señor para que el Señor le dé. Yo creo que es de los días, o de las semanas que más he estado ocupado buscando al Señor, buscando Su Palabra y estudiando Su Palabra, yo creo que ha sido esta semana. Me he leído unos cuantos mensajes, en español, y otros en inglés. Pero así pasa, muchas veces uno puede leer muchísimo y eso no quiere decir que ya tiene todo; y algunas veces pasa que lo que uno va recibiendo es para otro mensaje que el Señor tiene preparado, y para el del momento uno no encuentra que hablar; y algunas veces yo me he sentido hasta un poquito tentado a decir lo que está para otro tiempo, cuando uno se encuentra sin nada; y teniendo un mensaje ya listo en el corazón que Dios le ha dado para predicarlo para cierto tiempo, uno le da: "Bueno sino tengo otro voy a predicar eso." Eso es una tentación muy grande uno saber que es para cierto tiempo, y no tener nada de momento, y tener un mensaje ahí, y no poderlo predicar, que solamente lo que uno puede hacer es pellizcar así, de ese mensaje darle pellizquitos, y darle migajitas en lo que llega. Bueno, todas estas cosas pasan, y yo he estado leyendo, y he observado que al hermano Branham en muchas ocasiones le pasaba eso. Decía: *"Yo no sé ni que voy a predicar en esta mañana, o sea, Dios no me ha dado nada."* Entonces uno puede ver que eso no es que uno busque o no busque al Señor, sino que el Señor permite que uno pase por esas etapas, y que uno se dé cuenta que uno no sirve para nada, que si no es por el Señor, uno no puede ni predicar. Y entonces uno ve en muchas ocasiones que sin nada uno se para, y ahí mismo el Señor viene y habla, y eso era que el Señor quería dar, mostrarle a uno que uno no es nada, que uno no está echándoselas, y diciendo: "Si no es por mí, pues..." ¡No! Si no es por el Señor. Si no es por el Señor estuviéramos muriéndonos de hambre espiritualmente. ¡Todos! Quién nos ha estado alimentando es el Señor, y le damos la gloria al Señor por lo que Él ha estado haciendo en todos los días de nuestra vida. Bueno, vamos a estar puestos en pie en esta mañana. No vamos a seguir adelante, yo creo que con esto que hemos hablado en esta mañana, yo creo que es suficiente; y podemos decir en esta mañana, como decía el apóstol San Pablo: *"¿Quién nos apartará del amor de Dios, que es en Cristo Jesús?"* Al uno saber lo que uno es. Pablo decía: "Ni hambre, ni persecución, ni cuchillo aunque me maten; ni cuchillo, ni hambre, ni prueba, ni persecuciones, ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ninguna criatura, nadie le podrá apartar del amor de Dios, que en Cristo Jesús, Señor nuestro." Nadie nos podrá apartar. ¿Usted cree que el Señor va a permitir que usted como hijo de Dios se pierda? No, se podrá llevar muchos tropezones, si se los busca; ¿pero perderse? Perderse no. Por eso que muchas veces lloramos amargamente, como lloró Pedro, y entonces nos cuesta lágrimas de amarguras, ¿por qué? Porque es que no nos podemos perder: "¡Soy de acá!" Saber que usted no se puede perder, usted está seguro: "Nadie las arrebata de mis manos," dijo el Señor. \[San Juan 10:28\]. Mire usted sabe quién es, eso es motivo para estar más que agradecido, más que contento en el Señor. Bueno, vamos a cantar ese corito: "Yo le amo," yo creo que ese corito: "Yo le amo" es un corito muy especial para nosotros y también de lo que somos, del amor nuestro hacia el Señor.