--- title: 'El Reino y las naciones' date: 2009-05-27 activity: 1 place: city: Barranquilla state: Atlántico country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarles y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes. **Que Cristo les bendiga y les use grandemente en este tiempo en toda la Obra del Señor, en Su Cuerpo Místico de creyentes. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.** Para esta ocasión, leemos un pasaje que es muy conocido por todos, el cual se encuentra en San Mateo, capítulo 25, versos 31 al 46. Esto nos habla del juicio que el Mesías Príncipe hará sobre las naciones luego de terminada la etapa en donde ya entrarán unas naciones al Reino de Cristo y otras no entrarán. Dice: “*Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria...”* Para adelantarles, el Trono de gloria del Señor aquí en la Tierra, es el Trono de David, al cual Él es heredero conforme a la promesa divina dada a Abraham y a Jacob, a David y a todos estos hombres de Dios. Y fue dada también por el Ángel Gabriel a la virgen María, del verso 30 al 36 \[San Lucas 1\]. Sigue diciendo: “*...y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.* *Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.* *Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.* *Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;* *estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.* *Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?* *¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?* *¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?* *Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”* O sea, por cuanto lo hicisteis a uno de los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo que van a estar allí con Cristo en Su Reino como Reyes y Sacerdotes y Jueces; porque los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles, dice el apóstol Pablo en Primera de Corintios, capítulo 6, verso 2 en adelante. Así que ese juicio es del que habla San Pablo también: “*Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”* O sea, que el infierno, el fuego eterno, el infierno está preparado para el diablo y sus ángeles; eso es lo que dice el mismo Cristo aquí, y eso está basado en Escrituras también del Antiguo Testamento: “*Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;* *fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.* *Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?* *Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.* *E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”* Eso es lo que está establecido para todas las naciones: la bendición o la maldición, el Reino de Cristo o el lago de fuego. Ahora, nuestro tema es: **“EL REINO Y LAS NACIONES.”** A través de ese pasaje bíblico, profético, dado por Cristo, el conocedor perfecto de estos misterios divinos, pues Él mismo fue el que los habló estando en carne humana, el cual también los había hablado estando en cuerpo angelical; habló a través de los profetas como nos dice la Escritura en Zacarías, capítulo 7, en donde nos muestra (en Zacarías, capítulo 7) que el que hablaba por medio de los profetas era el mismo Dios, a través de Su Espíritu; y el Espíritu es el Ángel del Pacto, porque un espíritu es un cuerpo angelical. Dice el capítulo 7 de Zacarías, verso 11 al 12: “*Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;* *y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”* Cuando las personas no escuchan la Voz de Dios por medio de Su Espíritu Santo a través de los profetas que Él envía a Su pueblo, tanto al pueblo hebreo como a la Iglesia del Señor Jesucristo, el pueblo no está escuchando la Voz de Dios por medio de Su Espíritu, el cual para hablar a las personas tiene que usar un velo de carne, el cual es un profeta mensajero para cada tiempo, para cada edad del Programa Divino, tanto de la Dispensación de la Ley como de la Dispensación de la Gracia; y así también será para la Dispensación del Reino. La única diferencia que va a haber entre la Dispensación de la Ley, de la Gracia y del Reino, será que en la Dispensación de la Ley tuvo muchos profetas, hasta que se hizo carne en toda Su Plenitud el Verbo, la Palabra, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, y eso fue Emanuel, Dios con nosotros, conforme a Isaías, capítulo 7, verso 14. Pero antes de hacerse carne en toda Su plenitud en el Mesías Príncipe, tuvo muchos velos de carne temporeros, hasta que llegó a crear uno en el vientre de una virgen llamada María, a la cual le dijo que tendría un niño y le pondría por nombre Jesús, y Dios le daría el Trono de David, Su Padre. Es en ese Trono de David donde el Mesías Príncipe se sentará para traer este juicio que ya el mismo Jesucristo mencionó en este pasaje que hemos leído. Para la Dispensación de la Gracia hemos visto cómo el Espíritu Santo luego de estar en Cristo, cuando murió, resucitó y ascendió al Cielo, vino el Día de Pentecostés el Espíritu Santo, y eso era el cumplimiento de lo que Cristo dijo: que enviaría Su Espíritu Santo sobre los creyentes; y también Él había dicho: “Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra.” Y les mandó a predicar el Evangelio a todas las naciones y hacer discípulos en todas las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es SEÑOR JESUCRISTO. Y ahora, por eso encontramos que los discípulos luego bautizaban en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y por esa causa fue que también Cristo había dicho en... esto fue San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20. Y Cristo en San Juan, capítulo 5, verso 43, dijo: “Yo he venido en nombre de mi Padre.” Cristo vino en Nombre de Su Padre, en Él estaba el Nombre del Padre. Y ahora, encontramos que luego en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 31 en adelante, nos dice que Dios ha hecho a Jesús, Señor y Cristo. Y ahí encontramos que la causa por la cual le llamamos a Jesús, Señor Jesucristo, es porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo, por cuanto en Él moró la Plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y Padre, Hijo y Espíritu Santo, tiene un Nombre: Señor Jesucristo. Ahora, todo este misterio ha estado en Cristo y pasó a la Iglesia del Señor Jesucristo, el conocimiento de todo ese misterio divino que estaba velado en la persona de Jesucristo, por lo cual Cristo decía: “Yo y el Padre una cosa somos.” Y decía que Él las cosas que Él hacía, no las hacía de Sí mismo, sino que el Padre que moraba en Él, era el que hacía las Obras. Y Él no hablaba nada de Sí mismo, sino lo que escuchaba el Padre hablar. En palabras más claras, el Padre que moraba en Él, por medio del Espíritu pasaba a Jesús todo lo que Jesús tenía que hablar; digamos que es como si usted tuviera un audífono en el oído y escucha a alguien hablándole para que usted vaya repitiendo lo que tiene que hablar. Él escuchaba al Padre hablar, o sea, que todo lo que estaba en el Padre pasaba a Jesús a través del Espíritu Santo, y tenía las visiones de parte del Padre, a través del Espíritu Santo; así obraba Dios por medio del Espíritu Santo en la persona de Cristo, y por eso cuando Jesucristo estaba hablando, estaba predicando, era Dios por medio de Su Espíritu Santo, por medio del Ángel del Pacto en la persona de Jesús, pues esa fue la promesa que Dios hizo con relación a la Venida del Mesías. En Malaquías, capítulo 3, está en donde nos dice que vendrá a Su Templo el Señor, o sea, el Padre, y el Ángel del Pacto que es el cuerpo angelical de Dios, o sea, el Espíritu Santo; porque el espíritu o un espíritu es un cuerpo de otra dimensión; y si viene de parte de Dios, es un cuerpo angelical del Cielo, de la dimensión de la Palabra, de la dimensión de la teofanía, de la dimensión de los ángeles. Vean, Malaquías, capítulo 3, verso 1, nos habla del precursor de la primera Venida de Cristo y también del precursado, que fue Jesús, y dice esta profecía: “*He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí...”* Ese fue Juan el Bautista, luego Cristo identifica a Juan como ese mensajero, “él es aquel Elías que habría de venir,” también así lo dice; porque Juan fue la tercera manifestación del ministerio de Elías operado por el Espíritu Santo. Sigue diciendo: “*...y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis* (o sea, a Dios el Padre, al Dios de Israel) *y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros.”* El Ángel que le aparecía a Abraham, a Isaac, a Jacob, con el cual Jacob luchó en el capítulo 32, versos 24 al 32 del Génesis. El Ángel que le apareció a Gedeón también en el libro de los Jueces, y también le apareció a Manoa y a su esposa, y le prometió que tendrían un hijo y le pondrían por nombre Sansón. Ese Ángel de Dios, Ángel del Pacto, vendría, o sea, que Dios el Padre vendría en Su cuerpo angelical en el que Juan estaría precursando, el que nacería a través de la virgen, para lo cual le apareció el Ángel Gabriel en San Lucas, capítulo 1, versos 26 al 36, y le dio la noticia de que ella era muy favorecida, que el Señor era con ella y que era bienaventurada entre todas las mujeres. Sería la primer mujer que traería un niño a nacimiento sin tener relaciones con un hombre, sería por Obra divina, y ese sería el Mesías Príncipe, sería un cuerpo por creación divina; sería entonces por consiguiente, la Sangre del que lo creó, la Sangre de Dios. ¿Para qué? Para la redención del ser humano para que en el tiempo señalado por Dios, en el tiempo para efectuarse la Expiación por el pecado del ser humano, ese cuerpo de carne muriera y fuera así efectuada la Expiación por el pecado del ser humano. Por eso la Escritura dice que Él es nuestra Expiación, y también nos dice que Él tomó nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros y por consiguiente se hizo mortal; porque la causa de la muerte es el pecado, por eso Cristo cuando todavía no había tomado nuestros pecados, lo cual lo hizo en el Getsemaní para hacerse mortal y morir como la Expiación por nuestros pecados, en el capítulo 10, de San Juan, nos dice: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar.” O sea, que Él iba a morir por nosotros, para lo cual tenía que tomar nuestros pecados, y después iba a resucitar, iba a tomar la vida nuevamente. ¿Y qué de los pecados? Los dejó allá en el infierno, se los dejó al diablo que es el originador del pecado, y salió, resucitó justificado, o sea, sin pecados; porque los que tomó fue para llevarlos allá, los quitó de nosotros para redimirnos a todos nosotros, remitió nuestros pecados al origen y originador. Como cuando usted envía o alguien le envía una carta a usted lleva su nombre, pero en otra *esquinita* está nombre y dirección del que envía esa carta: el remitente; y si usted no la recibe, entonces se la devuelven a la persona que la envió. Por lo tanto, Cristo al tomar nuestros pecados remitió, envió de regreso los pecados nuestros al que trajo o envió a la raza humana el pecado: al diablo. Y ahora, nosotros estamos viviendo en un tiempo muy glorioso, en donde podemos pasar a través de la historia bíblica y ver las promesas que hubo para cada tiempo y cómo se cumplieron las correspondientes a aquellos tiempos de la Dispensación de la Ley, Dispensación de la Gracia, hemos visto cómo Dios en Espíritu Santo en el cuerpo angelical ha estado en medio de Su Iglesia por estos dos mil años que han transcurrido en el cumplimiento de lo que Cristo dijo: “Y yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Él ha estado en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, o sea, en cuerpo angelical; pero Su cuerpo físico glorificado está sentado en el Trono de Dios en el Cielo. Por eso es que Él en el capítulo 26, verso 64, cuando el sumo sacerdote le pregunta: “¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Dios viviente? Si tú lo eres, dínoslo ya.” Él dice de la siguiente manera, vamos a tenerlo tal y como Él lo dijo, para que tengan el pasaje claro de lo que Cristo dijo en esa ocasión, verso 64 \[San Mateo\]: “*Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.”* Y ahora, vean ustedes, Cristo luego de morir, ser sepultado y resucitar glorificado, luego estuvo cuarenta días con Sus discípulos, apareciéndole en no menos de ocho ocasiones y hablándoles acerca del Reino de Dios. Luego subió al Cielo, y ha estado en el Cielo como Sumo Sacerdote sentado en el Trono de Dios, y convirtió el Trono de Dios en un Trono de Intercesión. Por eso cuando la persona se acerca a Cristo, se está acercando al Trono de Dios celestial, en donde Cristo está como Sumo Sacerdote, como Intercesor ante el Padre. Y esa es una bendición muy grande que ha sido dada a la raza humana en la Dispensación y para la Dispensación de la Gracia; durante este tiempo de dos mil años y lo que falte de la Dispensación de la Gracia, Cristo en Espíritu Santo ha estado usando velos de carne: los apóstoles, los diferentes ángeles mensajeros de cada edad (como usaba los profetas); y para el Día Postrero ese mismo Espíritu Santo estará haciendo el cambio de dispensación y trayendo el mensaje para una nueva dispensación: la Dispensación del Reino. Y ahí en ese tiempo estarán las dos dispensaciones manifestadas a la misma vez, y por consiguiente el mensaje de ambas dispensaciones: el mensaje del Evangelio de la Gracia y el mensaje del Evangelio del Reino, estarán a la misma vez viniendo al pueblo; y eso será la Lluvia Tardía que es el mensaje del Evangelio del Reino, y la Lluvia Temprana que es el mensaje del Evangelio de la Gracia viniendo al pueblo. El mensaje del Evangelio de la Gracia, el mensaje de la Lluvia Temprana para llamar los últimos escogidos que faltan para completar la Iglesia del Señor Jesucristo, mientras hay Sangre, la Sangre de Cristo en el Cielo en el Trono de Dios, haciendo intercesión Cristo con esa Sangre por los que faltan de venir a Sus Pies, los que faltan que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Cuando se complete ese número, entonces Cristo ha terminado Su labor de Intercesor y sale de ese rol, de ese ministerio de Intercesor y se convierte en Rey, en el León de la Tribu de Judá, toma el Título de Propiedad de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, que está sellado con siete Sellos y que es el Libro de la Vida del Cordero, donde están nuestros nombres, todos los nombres de los que serían redimidos, lo toma en el Cielo y lo abre y lo trae a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10. Ahí tenemos a Cristo, el Ángel del Pacto en Su cuerpo angelical, trayéndolo a la Tierra a Su Iglesia, y se lo entregará al mensajero que Él tenga en Su Iglesia para ese tiempo; y por medio de ese mensajero al cual le dará ese Título de Propiedad, el Libro de la Vida del Cordero, el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, al cual se lo dará y él se lo comerá, y luego le es dicho que es dulce... le es dicho: “Será dulce en tu boca, pero en tu vientre será amargo.” O sea, que por ese Libro, ese Título de Propiedad que se comerá y luego estará profetizando sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, vendrán momentos amargos, difíciles como sucedió con Cristo: que pasó momentos muy difíciles que ningún otro hombre podía resistir. Ahora, esa será la manifestación final de Cristo, tanto en medio de Su Iglesia como en medio del pueblo hebreo. ¿Y por qué será la manifestación final? Porque luego por medio de ese ministerio y esa persona, cuando también luego esté glorificada, y Su Iglesia, la Iglesia esté glorificada también, luego en el Reino milenial será la misma persona por la cual Cristo continuará obrando. No estará cambiando como en las edades de un mensajero a otro. Como Dios, vean, tuvo diferentes mensajeros, pero cuando llegó el momento en que se hizo carne en Cristo, Ése es el Mensajero del Cielo: Cristo. ¿Ven? No ha cambiado. En el Cielo Cristo, Jesucristo es el Mensajero que está sentado en el Trono de Dios. Pero, ahora la promesa es, al que abre la puerta Cristo dice... vamos a leerlo para que tengamos el cuadro claro, Apocalipsis, capítulo 3: “*He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta...”* ¿Qué voz? La Voz del Espíritu Santo, la Voz de Cristo que está en medio de Su Iglesia en Espíritu en el cuerpo angelical. “*...si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.* *Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.* *El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”* Es la Voz del Espíritu Santo, de Cristo el Ángel del Pacto, y haciendo una promesa a una persona que estará en el tiempo final, abrirá la puerta, la puerta suya y la puerta de su edad para que Cristo entre, pues Cristo en la edad de Laodicea, aparece al final de la edad de Laodicea fuera de esa edad séptima de la iglesia, tocando la puerta. Pero ahora, se abre la puerta de la Dispensación del Reino en la Edad de la Piedra Angular, se abre la puerta en la Edad de la Piedra Angular, y la puerta es Cristo; la puerta en la Dispensación de la Gracia y para cada edad fue Cristo siendo revelado, dado a conocer en la Iglesia, y por consiguiente siendo dada a conocer la primera Venida de Cristo y la Obra de Redención que Él efectuó en la Cruz del Calvario para redimir al ser humano, para que todo ser humano tenga la oportunidad de tener y usar delante de Dios el Sacrificio de Expiación por sus pecados, para obtener la Salvación y Vida eterna. “Porque el Hijo del Hombre vino (¿a qué?) Vino para buscar y salvar lo que se había perdido.” (San Lucas, capítulo 19, verso 10, y San Mateo, capítulo 18, versos 11 al 14), y también dice: “Porque no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeñitos.” Las personas que están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero nunca se perderán, aunque van a tener muchos problemas a través de los tiempos, de las edades en que aparezcan en la Tierra, esas son las ovejas del Señor, esas son las que oyen la Voz de Cristo y esas son las que vienen a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, conocido también como la Iglesia Novia del Señor Jesucristo, esos son los que obtienen el nuevo nacimiento, nacen de nuevo y por consiguiente nacen en el Reino de Cristo y nacen a la Vida eterna. Ahora, en este Reino de Cristo Él va a traer el juicio para todas las naciones; por eso dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” Porque el Hijo del Hombre ¿cómo va a venir? En Su gloria, va a venir en el Reino, en Su Reino, el Reino de David, y viene con Sus Ángeles. Cuando es efectuada la introducción de la segunda Venida de Cristo, es hecha con Sus Ángeles, y por consiguiente estarán en medio de la Iglesia y después en medio del pueblo hebreo los ministerios de Elías, de Moisés y de Jesús, porque la séptima Trompeta que son los dos Olivos: Moisés y Elías, que aparecen también en Zacarías, capítulo 4, versos 1 al 14, y capítulo 11, verso 3 en adelante de Apocalipsis, esos ministerios de Moisés y Elías estarán siendo manifestados, el de Elías por quinta vez y el de Moisés por segunda vez, aunque si contamos por segunda vez en el tiempo de Jesús, entonces sería por tercera vez el ministerio de Jesús. Y esos dos ministerios (el de Moisés), sería por segunda vez en Jesús, y en el Día Postrero por tercera vez en el ángel mensajero del Señor Jesucristo para el Día Postrero; por eso el pueblo hebreo está esperando un hombre, un profeta, y lleva muchos años, miles de años esperándolo, aparece en Malaquías, capítulo 4: “He aquí, yo envío al profeta Elías, antes que venga el día del Señor grande y terrible, no sea que yo venga y con destrucción hiera a la tierra.” Así que, antes de la gran tribulación, Elías en su quinta manifestación estará en la Tierra, y también el ministerio de Moisés, los dos Olivos, esos ministerios estarán en un hombre en la Tierra y el ministerio de Jesús también; son tres ministerios poderosos que han sido manifestados, los cuales estarán nuevamente en la Tierra. Y lo que es la séptima Trompeta: Moisés y Elías para los judíos, lo es el séptimo Sello: la Venida del Señor para la Iglesia del Señor Jesucristo; ese es el misterio más grande de toda Biblia; y no fue revelado en edades pasadas ni en dispensaciones pasadas, porque fue guardado para el Día Postrero, para el pueblo del Señor que estaría viviendo, que necesitaría conocer ese misterio del séptimo Sello, el misterio de la Venida del Señor con Sus Ángeles, para obtener la fe para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Ahora, en ese tiempo es que físicamente entraremos al Reino de Cristo, durante la Dispensación de la Gracia todos los que han creído en Cristo, han entrado en la esfera espiritual del Reino de Cristo. En el Día Postrero entran en la esfera espiritual y luego en la esfera física también, porque cuando tengamos el nuevo cuerpo glorificado, ya ese es un cuerpo para el Reino del Mesías; por eso estaremos como Jesús: que estuvo unos cuarenta días en la Tierra ya glorificado y luego subió al Cielo, así estaremos nosotros también, estrenando el nuevo cuerpo unos treinta o cuarenta días, y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. La Venida y estadía de Cristo en Su Iglesia, vean ustedes, desde el Día de Pentecostés ha estado en cuerpo angelical, en Espíritu Santo, y ha estado encarnado parcialmente y en una porción correspondiente a cada edad en el mensajero de cada edad; pero en el Día Postrero el Espíritu Santo se hará carne en toda Su Plenitud, y entonces nos estará hablando todo lo que nosotros necesitamos conocer para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Y después de la Cena de las Bodas del Cordero regresaremos con Cristo al final de la gran tribulación para el comienzo, el establecimiento del Reino del Mesías, del Reino de Cristo en la Tierra, donde habrá un grupo de naciones que entrará a ese Reino; pero habrá otro grupo de naciones que no entrará a ese Reino. Y Cristo, el Mesías Príncipe sentado sobre el Trono de David, será el que juzgará, y en Su juicio estará la decisión de qué naciones entrarán al Reino de Cristo y qué naciones no entrarán. El impacto del Reino de Cristo, del Reino del Mesías, del Reino de Dios en la Tierra será tan grande que impactará al mundo entero, a todas las naciones, y luego todos los que entren a ese Reino, las naciones con su gente, tendrán las bendiciones más grandes: tendrán la verdad, la justicia, la paz, el amor y la felicidad, que es la meta que tiene Dios para la raza humana en Su Reino. Y ya las guerras se habrán terminado, pues el que produce las guerras es el diablo, y estará atado por mil años; mil años de paz porque el enemigo de la paz, que es el diablo, estará encerrado en el infierno, estará encerrado allá en el pozo del abismo, merecedor de ese lugar; y le daremos gracias a Cristo por colocarlo en el lugar que el diablo, que Satanás se merece. ¿Y saben ustedes una cosa? Lo va a colocar con el instrumento que el diablo tenga en ese tiempo, que será el anticristo; o sea, que va a colocar todo el reino del anticristo, de la bestia, lo va a colocar en ese lugar, en ese pozo del abismo, esa dimensión de donde no podrá salir ni engañar a la gente, o sea, que la manifestación de la quinta dimensión, del infierno, ya no estará sobre la Tierra, ya el diablo, Satanás a través de los instrumentos que tenía en los tiempos pasados, ya no podrá tener instrumentos en el Reino milenial. Ya el diablo estará encerrado y no habrá nadie en ese Reino del Mesías que sea instrumento de Satanás, o sea, no podrá meterse ese espíritu maligno dentro de alguna persona para hacerle la guerra a Cristo. Cristo, el Rey, el Mesías Príncipe gobernará sobre todas las naciones, y la paz se extenderá desde Jerusalén por todo el Medio Oriente y a todas las naciones, será un Reino mundial, un Imperio, el Imperio más grande que haya tenido la raza humana, y ahí yo voy a estar, ¿y quién más? Cada uno de ustedes también. Recuerden que los que oyen la Palabra del Señor y la entienden son los hijos del Reino. Y yo escuché la Palabra del Señor, la entendí, la recibí y recibí a Cristo como Salvador. ¿Y quién más? Por lo tanto, ustedes son o somos todos los hijos del Reino, el trigo del cual Cristo dijo que el trigo son los hijos del Reino, del Reino de Dios, del Reino del Mesías. Por eso estaremos allí como Reyes y Sacerdotes y jueces; por lo tanto en ese juicio vamos a estar juzgando con Cristo a todas las personas que serán juzgadas, o sea, a las naciones, pero también estaremos juzgando en ese Reino, al final de ese Reino, a todos los seres humanos; porque somos el gabinete del poder judicial de Cristo, el Juez Supremo, que Dios ha puesto como Juez de los vivos y de los muertos. Y dice la Escritura que también juzgaremos a los ángeles; porque los Santos que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, son los Santos que juzgarán también a los ángeles. Ahora, podemos ver el impacto que tendrá la Venida y establecimiento del Reino del Mesías en la Tierra sobre las naciones; pero no hay porqué preocuparse del impacto que va a tener, porque nos ha tocado la parte buena en ese Reino, la parte de la realeza con Cristo, la parte o posición más alta de ese Reino, ahí yo voy a estar con Cristo como Rey también. ¿Y quiénes más van a estar como Reyes y Sacerdotes? Cada uno de ustedes también, eso es un Programa Divino que estaba en la mente de Dios eternamente y se ha estado desarrollando. Y cuando despertemos en el cuerpo eterno y glorioso, ya ahí estaremos vestidos como Reyes, glorificados, vestidura de la realeza, cuerpos glorificados. Así que, esperamos con alegría que llegue ese momento de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, para entrar físicamente al Reino del Mesías, entrar a esa etapa de los cuerpos glorificados y eternos, para ser a imagen y semejanza total de Cristo nuestro Salvador. Ya yo escuché la Voz de Cristo, lo recibí como mi Salvador, fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si falta alguno por venir a los Pies de Cristo para que Él produzca en usted el nuevo nacimiento, puede venir a los Pies de Cristo en estos momentos y estaremos orando por usted, para que Cristo lo coloque en Su Reino, lo reciba, lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en Su Nombre y Él lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento. Puede venir al frente y estaremos orando por usted. Los que están en otras naciones a través del satélite Amazonas en el canal WSS o por internet, también pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino. Recibir a Cristo es recibir a la persona más importante del Cielo y de la Tierra, es recibir al Rey de reyes y Señor de señores. Los niños de diez años en adelante, también pueden venir a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los cielos.” Cristo tiene mucho pueblo, muchos hijos aquí en esta ciudad de Barranquilla, y los está llamando, porque sus nombres están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, y Él vino para redimir a todas esas personas, todos esos nombres que serían manifestados aquí en la Tierra en carne humana. Por lo tanto, usted para Cristo es una persona muy especial, porque su nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero; y para nosotros Cristo es la persona más especial, es nuestro hermano mayor que vino para redimirnos, para sacarnos del reino de las tinieblas y colocarnos en el Reino de Dios, ese Reino de Dios es el Reino que hereda Cristo. Es un privilegio muy grande recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y es la única forma en que podemos obtener el perdón de los pecados, ser limpios de todo pecado con Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, para así obtener el nuevo nacimiento. Por cuanto sois hijos, Dios envió Su Espíritu a vuestros corazones, el Espíritu de Su Hijo, ¿para qué? Para producir así el nuevo nacimiento, nacer como hijos e hijas de Dios. El nacimiento que hemos tenido a través de nuestros padres, no ha sido como hijos e hijas de Dios, ha sido como hijos de nuestros padres terrenales; por eso fue un nacimiento terrenal y es registrado aquí en la Tierra en la oficina de gobierno que tiene cada país para el registro de nacimientos de niños. Pero el nuevo nacimiento no es terrenal, es del Cielo, y por eso nuestros nombres están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero. Tenemos ciudadanía celestial. Dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”* O sea, para que seas un cuerpo glorificado, para eso es la transformación, eso está en Filipenses, capítulo 3, versos 20 al 21. Y ahora, la doble ciudadanía más importante que una persona puede tener, es la ciudadanía del Cielo, pues lo coloca como un ciudadano de la Jerusalén celestial y por consiguiente un ciudadano con Vida eterna; porque la Vida en el Reino de Cristo es eterna. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si en las diferentes naciones que están conectados en estos momentos con esta transmisión, falta alguno por venir, puede venir a los Pies de Cristo; y si de los que están aquí presentes falta alguno por venir a los Pies de Cristo, puede pasar acá al frente. Recibir a Cristo como Salvador es la garantía de la Vida eterna, Cristo es nuestra garantía de Vida eterna; “Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Su Hijo.” Eso está en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13. Vamos a ver con los que están en las cámaras si en las diferentes naciones están listos para orar. Nosotros hemos venido a este planeta Tierra con y para un propósito divino: para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, obedecer al Evangelio recibiendo a Cristo como Salvador y ser bautizados en agua en Su Nombre, recibir Su Espíritu y obtener la Vida eterna; eso está en Primera de Juan, capítulo 1. Y ahora, vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo, los cuales están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida, y por consiguiente quieren vivir eternamente. No podemos perder la oportunidad de obtener la Vida eterna mientras vivimos en estos cuerpos mortales, y eso es recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, los que están presentes y los que están en otras naciones y en otras ciudades, y con nuestros ojos cerrados todos repitan conmigo esta oración que haré por ustedes los que han venido a los Pies de Cristo. Todos los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo: ***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón; creo en Ti con toda mi alma, creo en Tu primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador, un Redentor. Doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.*** ***Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado, y me bautices con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente en Tu Reino Contigo. Sálvame Señor. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Me preguntarán ustedes: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Pues Cristo dijo: *“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* (San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16). Cristo fue bautizado por Juan el Bautista y también los apóstoles de Cristo fueron bautizados por Juan el Bautista, y cuando Jesús fue a Juan, entró a las aguas del Jordán para que Juan lo bautizara, Juan le dice: “Yo tengo necesidad de ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí para que yo te bautice?” Jesús le dice: “Deja, conviene que cumplamos toda justicia.” Y si Cristo necesitó ser bautizado en agua, cuánto más nosotros para cumplir toda justicia. El agua no quita los pecados, es la Sangre de Cristo la que nos limpia de todo pecado, pero el bautismo en agua es un mandamiento del Señor que hasta el mismo Cristo obedeció y los apóstoles también, y todos los que recibieron el mensaje de Cristo también fueron bautizados. Cuando Cristo predicaba, los apóstoles bautizaban a todos los que creían, y el Día de Pentecostés bautizaron unos tres mil que creyeron y fueron también llenos del Espíritu Santo; y se añadieron ¿a dónde? A Su Iglesia, que es el Redil del Señor, el Redil de las ovejas y Cristo es el buen Pastor, y las ovejas son ¿quiénes? Nosotros. Y ahora, en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo; y cuando la persona es sumergida en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultada; y luego cuando es levantada de las aguas bautismales, está levantándose, resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso es el misterio y la ordenanza del bautismo en agua, ordenada por Cristo nuestro Salvador. Por lo tanto, bien pueden identificarse con Cristo en el bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.** Continúen pasando todos, una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo. Dejo al ministro aquí presente, para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Hay ropas bautismales, hay bautisterio también, hay agua y ministros que les bautizarán y personas también que les ayudarán para conducirles a los vestidores y también sus ropas ser guardadas mientras ustedes son bautizados en agua con las ropas bautismales que les van a ser provistas en los vestidores. Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador, con el cual vamos a vivir eternamente en Su Reino. “**EL REINO Y LAS NACIONES.”**