--- title: 'Ya amaneció' date: 2009-05-17 activity: 1 place: city: Goiânia state: Goiás country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, y los que están a través del satélite Amazonas en el Canal WSS. También a todos los ministros presentes y los que están también en otras naciones. Un saludo muy especial también para el reverendo Miguel Bermúdez Marín, y también para el doctor Salomón Cunha y la doctora Kélita Machado, que se encuentran en Israel, allá en Jerusalén. Para esta ocasión leemos en el libro del Génesis, capítulo 32, versos 21 al 32, donde tenemos una historia muy hermosa de la vida de Jacob, dice: “*Pasó, pues, el presente delante de él; y él durmió aquella noche en el campamento.* *Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc.* *Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía.* *Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.* *Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.* *Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.* *Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.* *Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.* *Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.* *Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.* *Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.* *Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo.”* **Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.** Nuestro tema es: “YA AMANECIÓ.” Pues esto es lo que dice este pasaje, verso 31: “*Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol...”* “**YA AMANECIÓ,”** ya salió el sol cuando pasó Peniel. Jacob es el padre de las doce tribus de Israel, a través de sus hijos que Dios le dio. Ahora, este hombre, Jacob, que recibió como bendición un nombre nuevo, el nombre de Israel, encontramos que él había luchado por la bendición de la primogenitura aun desde el vientre de su madre. Había luchado con su hermano Esaú, pero nació primero Esaú y luego nació Jacob, o sea, estaban en el mismo vientre. Y ahora Jacob continúa luchando por la bendición de la primogenitura y le compra la primogenitura a su hermano Esaú, un día en que Esaú venía del campo y tenía mucha hambre. Como nos pasa algunas veces a nosotros que llegamos a la casa con mucha hambre y no nos da tiempo a cocinar, sino que buscamos lo que hay ya listo y comemos para matar el hambre. Así le pasó a Esaú. Y Jacob tenía un guiso, o guisado o potaje muy hermoso, y eso le aumentó el hambre a Esaú. Y le pidió de comer a Jacob. Y Jacob le dijo: “Yo te daré pero si me vendes la primogenitura.” Y Esaú dice: “¿Para qué me sirve la primogenitura si yo voy a morir?” Y se la vendió. Y ese negocio quedó registrado en la presencia de Dios. Esaú no apreció, no amó la bendición de la primogenitura, no apreció el ser primogénito. Y pensó que solamente el beneficio era temporero, y si moría antes de heredar a su padre, si moría de hambre o por alguna enfermedad, ¿de qué le servía la primogenitura? Y por el plato de comida le vendió a Jacob la primogenitura. Ese es el negocio más grande que un hebreo, que un judío ha hecho en este mundo: comprar algo que no se podía tocar, intangible, pero que era real ante la presencia de Dios y estaba sujeta a las leyes de Dios. Eso desagradó a Dios: el que Esaú vendiera esa bendición de la primogenitura, menospreciándola; pero amó a Jacob, el cual amaba la bendición de la primogenitura. Aun desde el vientre de la madre dice Dios que a Jacob amó y a Esaú aborreció. Ya Dios sabía lo que iba a suceder. Dice la Escritura que Dios le dijo a Rebeca cuando estaba embarazada, que dos pueblos estaban luchando en su vientre. Y esa es la lucha que se ha mantenido en el Medio Oriente y esa es la lucha que ha permanecido por miles de años; dos pueblos luchando en el vientre, porque en Esaú y en Jacob están representados dos pueblos. Por lo tanto, ellos son la semilla que se va a reproducir en dos pueblos importantes. Ahora, encontramos que más adelante llega el tiempo de Isaac morir, ya estaba ciego y muy anciano, y le dice Isaac a su hijo Esaú: “Vé al campo, al bosque, y caza algún animalito, preparas un guiso, un guisado, me lo traes para yo comer y luego bendecirte.” Lo iba a bendecir con la bendición correspondiente a la primogenitura. Es la primera bendición que se echa a los hijos cuando ya el padre de familia le quedaba poco tiempo de vida en la Tierra. Al primero que le echara la bendición tendría la bendición de la primogenitura, pero Rebeca escuchó todo y como Isaac amaba a Esaú pero Rebeca amaba a Jacob, siempre buscamos la bendición para el que nosotros amamos. A nuestros amados queremos que vengan las bendiciones de Dios. Y ahora ella le cuenta a Jacob todo lo que había pasado, y le dice a Jacob: “Busca un cabrito tierno y lo vamos a preparar como le gusta a tu papá, y lo vas a llevar a él para que lo coma y luego te bendiga.” Se estaba luchando por la bendición de la primogenitura. Si quedaba bendecido Esaú primero, ¿qué significaba eso? Que el Pacto de Dios sería con Esaú, el Pacto que Dios hizo con Abraham, y luego todo el territorio que Dios le había dado a Abraham como heredad, lo iba a heredar Esaú; y luego el Reino de Dios en la Tierra sería con la descendencia de Esaú, la capital sería Jerusalén, la capital para ese Reino, de la descendencia de Esaú, y luego el Mesías Príncipe sería descendiente de Esaú. O sea, que lo estaba en juego en esa bendición de la primogenitura era una herencia muy grande, y no solamente la herencia de ese territorio, sino que el Mesías Príncipe es el heredero del mundo entero. Por consiguiente la descendencia de Esaú sería la que gobernaría el mundo entero, encabezada esa descendencia por el Mesías, el Rey de parte de Dios. O sea, que el dominio mundial que tendrá el Reino de Dios en la Tierra está envuelto o envuelta, ese dominio está envuelto en la bendición de la primogenitura. Y ahora, Rebeca prepara todo con Jacob y le dice: “Si hay algún problema, yo afronto la responsabilidad.” O sea, si hay alguna maldición, si te descubren, que venga sobre mí, así que estate tranquilo, hijo.” Y ahora, preparan todo, le coloca en sus brazos piel con lana del cabrito, porque Esaú era muy velludo y Jacob no tenía vellos; y luego el olor de la ropa, pues le coloca la ropa de Esaú y resuelve ese problema. El olfato ya estaba resuelto, el tacto también estaba resuelto; el audio era lo que no se podía resolver, porque la voz de Jacob era diferente a la de Esaú, pero tenía dos a favor y una en contra. Luego va, le lleva la comida, su padre come, y luego va a echar la bendición. Y le dice: “Hijo mío, acércate (porque él decía, los brazos son los brazos de mi hijo Esaú, pero la voz es la voz de Jacob), acércate hijo mío para besarte.” Lo abraza, lo besa, y el olor de la ropa es la de Esaú, así que él podía pensar: “Aunque la voz es la de Jacob puedo tener algún problema en el oído que no esté oyendo bien.” Y allí lo bendijo con la bendición de la primogenitura. Luego, llegó más adelante (después que se fue Jacob), llegó Esaú, pero Jacob ya le da las noticias a su madre: “Mamá, todo salió bien.” Ella de seguro estaba mirando y oyendo, o sea que fue una fiesta en la cocina. Pero luego viene Esaú y de seguro ellos están mirando y escuchando a ver lo que pasa. Y cuando Esaú le dice: “Padre he regresado, aquí traigo la comida, el guiso para que comas y me bendigas.” Y su padre Isaac le dice: “¿Quién eres tú?” –“Yo soy tu hijo Esaú.” Y ahora, se estremeció Isaac y le dice: “¿Quién fue el que vino primero que tú, me trajo comida, comí y lo bendije? Yo lo bendije y será bendito.” O sea que la bendición no podía ser cancelada. Y le dice: “Yo le he puesto como señor sobre ti.” O sea, que Esaú vendría a servirle a Jacob. Pero ya eso estaba de antemano hablado, donde dice que el mayor serviría al menor. Así fue establecido desde el vientre de la madre de Jacob y Esaú. Por lo tanto, vean ustedes, como Dios lo habló, así tiene que ser. Mírenlo aquí en el capítulo 25 del Génesis, verso 19 en adelante, dice: “*Estos son los descendientes de Isaac hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac,* *y era Isaac de cuarenta años cuando tomó por mujer a Rebeca, hija de Betuel arameo de Padan-aram, hermana de Labán arameo.* *Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer.* *Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová;* *y le respondió Jehová:* *Dos naciones hay en tu seno,* *Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;* *El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,* *Y el mayor servirá al menor.”* O sea, que la bendición iba a ser para el que naciera segundo, o sea, que de alguna forma luego iba a ser, más adelante, el que tendría la bendición de la primogenitura. Dice la Escritura que Esaú cuando vio, cuando se dio cuenta que su hermano Jacob había sido bendecido primero que él, comprendió lo que eso significaba. Ahora, el heredero de la bendición de la primogenitura era su hermano, ¿para qué hizo un mal negocio Esaú? Las personas que menosprecian la bendición de Dios están haciendo el negocio peor que un ser humano puede hacer: están vendiendo la bendición de la Vida eterna, están menospreciando la Vida eterna, y por consiguiente, después se tienen que atener a las consecuencias. Pero Jacob, representando a la persona espiritual para el cual primero es Dios, encontramos que hizo el mejor negocio: recibir la bendición de la primogenitura. Ahora, Esaú dice que cuando muera su padre Isaac va a matar a su hermano Jacob, y lo escuchó su madre, y se lo hace saber a su hijo; y después habla con Isaac y preparan todo para que se vaya a la familia de Rebeca, a Padan-aram, allá en territorio gentil, para que allá viva y luego se case. Así lo hizo Jacob por mandato de su padre y de su madre, y Dios era con él, lo acompañó. Le apareció en sueños y le mostró una escalera donde ángeles subían y bajaban por ella, y en la parte alta estaba Dios que le habló y se identificó con Jacob, y le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham.” Y ahora, le dice que no lo va a dejar, no lo va abandonar hasta que cumpla todo lo que le ha prometido. Y así es para cada uno de ustedes también: Dios no lo va a abandonar a usted hasta que Él cumpla todo lo que Él ha prometido para usted y para mí, por lo tanto Él está cuidándonos, Él está guiando nuestras vidas, Él está bendiciéndonos en el alma y en todos los sentidos. Ahora, Jacob vive uno 20 años en Padan-aram, y después el Ángel le dice que regrese a la tierra donde él se crió y donde él vivió, donde él nació. Regresa, pero por el camino, lo cual le llevó mucho tiempo, quizás pudo ser algunos años; pero cuando está llegando sabe, recibe las noticias que su hermano Esaú viene de camino con unas 400 personas, y todos armados. Por lo cual Jacob pensó que había llegado su final, que su hermano Esaú venía para matarlo como él había dicho. Ahora, en este camino, en este tramo del camino, le salen al encuentro Ángeles de Dios, o sea, un ejército celestial. Y Jacob le llama a ese lugar “Mahanaim,” que significa: “dos campamentos,” o sea, el campamento celestial de ángeles, y el campamento terrenal, o sea, el campamento de Jacob que iba con su familia y sus siervos y todo su ganado, o sea, que se estaba mudando. En aquellos tiempos una mudanza era difícil, y mudarse de un país a otro, más difícil todavía; en la trayectoria de una mudanza podía perder todo, hasta la vida, porque habían bandidos también en ese tiempo, había ladrones. Por lo tanto, era un peligro una mudanza como esa. Pero Abraham también había hecho esa mudanza de Ur de los Caldeos a Padan-aram, con su padre y su tío y con Lot. Y después de Padan-aram, más adelante viajó al territorio de Canaán, territorio que Dios le dijo que fuera y le mostraría el lugar, el territorio que Dios le daría, la tierra que Dios le daría. Y por cuanto la tierra, el planeta Tierra completo es de Dios, Dios le puede dar a una persona el terreno que quiera. Es como un dueño de una hacienda le puede dar un pedazo de terreno a quien él quiera; y si en ese pedazo de terreno hay otras personas, las puede sacar de ahí y colocar a otras personas en ese lugar porque el dueño tiene esa autoridad. Y más, si esas otras personas están en ese terreno ilegalmente, puede por ley sacarlos de ese lugar y colocar a quien él desee. “De Dios es la Tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan.” Por lo tanto, Dios puede hacer lo que Él desee, todo le pertenece a Dios. Por eso es que ninguna persona puede decir: “Yo quiero nacer en *tal* fecha, en *tal* siglo, en *tal* año, y a *tal* hora y en *tal* país. Ninguno de ustedes escogió nacer y vivir donde ustedes viven, fue Dios el que nos ha colocado en este planeta Tierra. Ninguno de ustedes decidió el color de su piel tampoco, fue Dios, y a Dios le gustó que usted sea del color que usted es, como en un jardín hay flores de diferentes colores. Y este planeta Tierra la familia humana es un jardín: somos flores del jardín de Dios. Este planeta Tierra pertenece a Dios y Dios ha dicho que Él va a colocar Su Reino en la Tierra, por lo tanto Él sabe dónde va a poner la capital, y ya sabemos que la capital será en Jerusalén. El Reino de Dios estuvo en la Tierra en dos ocasiones: en el tiempo de Adán y en el tiempo del rey Saúl, David y Salomón, hasta que luego el reino fue quitado. El Reino de Dios volverá a ser establecido en la Tierra, por eso Jesucristo dijo que orando pidamos la venida del Reino de Dios: “Venga tu Reino, hágase tu voluntad como en el cielo, también en la tierra.” (San Mateo, capítulo 6, verso 10). Ahora, sabemos que será el Mesías Príncipe el que establecerá el Reino de Dios. Ahora, en el tiempo de Jacob quizás ellos no comprendían todas estas cosas, pero todo eso estaba en la bendición de la primogenitura. Ahora, Jacob está de regreso a su tierra, pero sabe que viene su hermano con un grupo grande de personas, de hombres armados. Y ahora Jacob siente miedo, siente miedo Jacob de ser borrado de la tierra con toda su familia y todas sus propiedades. Y ahora Jacob comienza a enviar presentes a través de diferentes siervos, enviar presentes a su hermano porque el presente apacigua la ira, y que lo digan los niños: cuando saben que han hecho algo que no agrada a sus padres vienen con dulcecitos y regalitos a los padres, y darle a masajitos a los padres y besitos para apaciguar la ira de sus padres. Y Jacob sabía esas cosas. Y ahora le envía a su hermano presentes de todo lo que él tenía: de ovejas y demás cosas, envía unos cuántos, unos primero y después de cierto lapso de tiempo envía otro, y después, más luego envía otro con ovejas y muchos animales de presente, un presente para su hermano, para ir bajando la ira que tenía su hermano. Y ahora, su hermano con 400 hombres luego comienzan a ver todas esas cosas y ya el ambiente va mejorando para Jacob; pero Jacob no se presentaba, él se quedó a lo último; colocó a sus siervos al frente con rebaños, después colocó a las siervas con sus hijos, después colocó a Lea con sus hijos, y después colocó por último a Raquel con su hijo José, el otro (Benjamín) no había nacido. Y luego él se quedó solito; o sea, que usó de mucha astucia. Si matan a los que van primero, los otros pueden escapar; y si matan a todos, el último puede escapar también. ¿Pero qué sucede? Tiene un encuentro con el mismo Ángel de Dios, con un hombre de otra dimensión, y sabe que es un ser divino. Y lo agarra, ya de seguro recordaba que lo había visto en otras ocasiones, sabía que era el Ángel de Dios, y no lo suelta. Así es como tenemos que hacer nosotros. Siempre los momentos más difíciles es que el ser humano más se agarra de Dios, porque es la única esperanza, y para Jacob esa era la única esperanza: un hombre, pero ese hombre era el Ángel de Dios, el único que lo podía bendecir, el único que podía resolver su problema. Y no lo suelta, y el Ángel le dice: “¡Suéltame que raya el alba!” Y Jacob le dice: “No te voy a soltar si no me bendices, el trato para soltarte es que me bendigas, no te dejaré si no me bendices,” o sea: “Aquí vamos a pasar toda esta madrugada,” ya estaba rayando el alba, y durante la noche ya él estaba luchando con el Ángel. Así que si no lo bendecía, iban a pasar todo el día también. Y el Ángel tenía que irse, tenía que reportarse en el lugar celestial. Y ahora el Ángel le está diciendo: “Déjame, porque raya el alba,” o sea, ya estaba rayando el amanecer; no se veía el sol todavía, pero ya se ve la claridad por el Este, la claridad que produce el sol, o sea que ya el sol estaba por salir y ya el resplandor del sol se está viendo, está rayando el alba y de seguro el lucero de la mañana ya se estaba viendo muy grande. Pero Jacob no tenía otra salida, no quería enfrentarse con su hermano. Y con la bendición del Ángel no se va a enfrentar con su hermano, Jacob no se va a enfrentar con su hermano. El Ángel le pregunta: “¿Cuál es tu nombre?” El Ángel lo sabía, pero hay cosas que Dios sabe de usted, pero usted se las tiene que decir a Dios. Dios sabe cuáles son sus problemas, pero usted se los tiene que contar a Dios. Dios sabe cuáles son nuestras necesidades, pero nosotros tenemos que pedirle a Dios contándole nuestras necesidades. Y ahora Jacob le dice cuál es su nombre, le dice: “Jacob.” Y el Ángel le dice: “No se dirá más tu nombre Jacob sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.” Jacob luchó con Esaú para obtener la bendición de la primogenitura y le ganó esa batalla (dos batallas); y luego luchó con su suegro y ganó también. Ganó muchas ovejas, ganó las dos hijas de su suegro y sus siervas, y ganó muchos hijos para formar las tribus que formarían luego la nación o pueblo de Israel; pueblo de Jacob, pueblo de Israel. Y ahora, ya con la bendición otorgada por el Ángel, Jacob le puede decir al Ángel o hacerle una pregunta: “Ahora ¿cuál es tu Nombre?” Es normal que le hiciera esa pregunta porque cuando alguien le pregunta a usted: ¿Cuál es tu nombre? Usted le dice su nombre y usted le pregunta: ¿Y el tuyo cuál es? Un intercambio de nombre, pero el Ángel le dice: “¿Por qué preguntas por mi nombre?” Toda persona ha deseado conocer el Nombre de Dios, y el Nombre de Dios siempre ha estado en el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto. Dice \[Génesis 32:29-30\]: “*Y lo bendijo allí.* *Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.”* Peniel significa: “el rostro de Dios.” Al ver al Ángel estaba viendo el rostro de Dios, y por consiguiente estaba viendo ¿a quién? A Dios vestido de un cuerpo angelical. ¿Y saben ustedes una cosa? Ese es el Mesías en Su cuerpo angelical. Por eso Jesús podía decir: “*Antes que Abraham fuese yo soy.”* (San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58). ¿Cómo era Cristo antes de Abraham? Era el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios, ese ser angelical, ese hombre de otra dimensión a través del cual Dios creó todas las cosas hablando a través de Él. Y ahora, cuando pasó aquel lugar de Peniel, dice la Escritura que le salió el sol. Y ahora, le salió el sol a Jacob... o ya no Jacob sino Israel, por lo tanto Jacob no se va a enfrentar con Esaú sino que será Israel: un príncipe con Dios, uno con la bendición del Ángel, que es la bendición de Dios. Y ahora, luego de pasar Peniel, o sea, luego de ver a Dios cara a cara, luego de ver el rostro visible de Dios que es el Ángel del Pacto, ver el rostro del Ángel del Pacto, entonces al salir de ese territorio (de Peniel), entonces le salió el sol; esto es un hecho histórico en la vida de Jacob, el cual es el primogénito de Dios. Por eso cuando Dios fue a libertar al pueblo hebreo en Egipto en el capítulo 4 del Éxodo, Dios le dice a Moisés que Jacob es Su primogénito, Su hijo, eso está en el capítulo 4 del Éxodo, verso 22. Y le dice a Moisés que le diga a faraón, que Jacob es Su hijo, Su primogénito, dice: “*Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo* (Israel es mi hijo)*, mi primogénito.”* Y ahora, Dios lo llama “Su hijo primogénito.” El pueblo hebreo como nación, como pueblo es el primogénito de Dios de entre todas las naciones. Por eso es que el Reino del Mesías será establecido con capital en Jerusalén, Jerusalén es la capital del Reino del Mesías, del Reino de Dios que será restaurado en la Tierra. Ahora, esta experiencia de Jacob es muy importante no solamente en la parte histórica, sino en la parte profética. Ahora vean, por la línea de Jacob vino Saúl el primer rey de Israel, y también vino David y Salomón. Como también los profetas vinieron en el Antiguo Testamento como descendientes de Jacob o de Israel. Y también encontramos que por esa línea han venido bendiciones para muchas naciones. El Reino de David fue confirmado, y por consiguiente, la dinastía de David es la heredera al Trono de David y por consiguiente al Trono terrenal de Dios, y a Jerusalén como capital. La dinastía de David es la heredera al Reino de David. Por eso el Ángel Gabriel cuando le apareció a la virgen María le dice que va a tener, va a concebir y va a tener un niño y le dice que le ponga por nombre Jesús; y también le dice que Dios le dará el Trono de David Su padre, y reinará sobre la casa de Israel, el pueblo de Israel para siempre; y Su Reino no va a tener fin. Ese será el Reino de Dios en la Tierra para el reino milenial y luego para toda la eternidad. Ahora, encontramos que ese día que le amaneció a Jacob fue un día diferente a todos los demás días, porque había visto el rostro de Dios al ver el Ángel del Pacto en el cual estaba Dios, y el cual es el cuerpo angelical de Dios. Y ese es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto. Y ahora, cuando hubo visto a Dios cara a cara, luego de esa experiencia caminó hacia adelante y le salió el sol, le salió el sol de un nuevo día en la vida de Jacob: un nuevo día diferente a todos los demás, en donde ya no tenía miedo, ya era otro hombre, ya era Israel. Y ahora, se encuentra con su hermano Esaú y las cosas fueron diferentes. Todo esto en la línea profética nos habla para este tiempo final de un encuentro de Israel con el Ángel de Dios, el Ángel del Pacto. Israel tiene mucho miedo, y no lo niega, tiene muchos problemas. Ya con 61 años de establecido el Estado de Israel, durante todos estos años ha logrado obtener riquezas, ha logrado tener tecnología de punta (o sea, tecnología muy avanzada), ha logrado ser de los países de primer mundo en tan poco tiempo, pero una cosa no ha logrado: la paz, y sin paz no hay felicidad, y tampoco hay seguridad. Ahora, Jacob se encuentra, o Israel se encuentra como se encontraba Jacob: sin paz, con miedo. Esaú está a la vista de Jacob, y le tiene mucho miedo. Ahora, para este tiempo final, nos encontramos en la madrugada, todavía no ha salido el sol para Jacob (o sea, para Israel), pero está en la última vigilia. Estamos muy cerca de la gran tribulación, de la apretura de Jacob. Estamos en un tiempo en que la manifestación final de Dios en medio de la raza humana... digo la manifestación final porque después en el Reino del Mesías estará diaria la manifestación de Dios; pero la manifestación final en estos tiempos de los días postreros o del Día Postrero, y cuando Israel vea esa manifestación de Dios estará viendo exactamente lo que vio Jacob: estará viendo a Dios cara a cara, el Ángel del Pacto estará presente en el cual Dios estará; y así como en el Antiguo Testamento encontramos a Dios en Su Ángel, el Ángel del Pacto manifestándose en diferentes profetas, y cuando las personas veían a esos profetas, estaban viendo el rostro físico de Dios que tendría temporeramente en lo que llegaba el cuerpo permanente de Dios que Él glorificaría y sentaría en Su Trono celestial. Y cuando transcurrieron esos siglos y esas etapas del Antiguo Testamento a través de los cuales Dios por medio de Su Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, les hablaba a través de los profetas, o sea, se velaba en carne humana temporalmente, las personas estaban viendo a Dios a través de un hombre, como también encontramos a Jacob que vio a Dios a través de ese hombre pero de otra dimensión, el cual es el Ángel del Pacto. Y también Manoa en el capítulo 13 de Jueces, vio a Dios cara a cara cuando vio al Ángel de Dios, al Ángel del Pacto. Pero ahora las personas, encontramos que veían a Dios cara a cara cuando veían un profeta en el cual Dios se estaba manifestándose, ese era un velo temporero de Dios. Luego cuando nace Jesús, está Dios con Su cuerpo angelical, que es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, dentro del velo de carne llamado Jesús. Y ahora a través de Jesús está Dios en toda Su plenitud: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo reunido en la persona de Jesucristo. Por eso Él decía: “Antes de Abraham, Yo Soy.” También Él decía: “El Padre y Yo una cosa somos.”Y también...eso es San Juan, capítulo 10, verso 30, y San Juan, capítulo 14, verso 6 en adelante nos dice: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices, Felipe, muéstranos al Padre y nos basta? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Estaba viendo el velo de carne que el Padre tenía. Luego que murió, resucitó glorificado y se sentó en el Trono de Dios, allí ha permanecido, está como Rey sentado en el Trono celestial, y está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia sangre por los seres humanos. Ahora, han transcurrido dos mil años de la primera Venida de Cristo a la Tierra, pero en Espíritu Santo Él ha estado en medio de Su Iglesia, pues Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” ¿Cómo estaría? En Espíritu Santo porque Su cuerpo físico que está glorificado está en el Cielo, en el Trono de Dios. Pero Su cuerpo angelical que es el Espíritu Santo, Él ha estado en medio de Su Iglesia desde el Día de Pentecostés, en el cual vino y ha habitado en medio de Su Iglesia, y ha estado llevando a cabo la Obra del Nuevo Testamento, del nuevo Pacto. Y las personas cuando han estado viendo por ejemplo a San Pedro, en el cual estaba Cristo en Espíritu Santo, pues estaban viendo a Dios velado en el apóstol Pedro; y así en otros apóstoles, y así en San Pablo. Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí.” Era Cristo en San Pablo, así como lo fue en San Pedro también. Así también en los diferentes mensajeros de las diferentes edades de la Iglesia, hasta llegar al séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia entre los gentiles, en el cual también vimos a Dios en Espíritu Santo velado y revelado en medio de Su Iglesia; así ha sido la revelación de Jesucristo en medio de Su Iglesia. Y para el Día Postrero podemos mirar y ver que la etapa en que vivió Juan el Bautista: séptima etapa o edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley, corresponde a la séptima edad o etapa de la Iglesia gentil, en medio de los gentiles. Allá hubo un precursor preparando el camino al que vendría después de él, el cual sería el Mensajero para la edad que le seguía a la de Juan el Bautista; esa próxima etapa sería la Edad de la Piedra Angular, por esa causa el que vendría sería la Piedra Angular, la piedra que los edificadores iban a rechazar. Cristo, el Mesías, el Ángel del Pacto, es la Piedra Angular. Se vestiría de un velo de carne el cual fue Jesús y a través de Él llevaría a cabo la obra correspondiente a esa edad de la Piedra Angular allá. Ahora, para este tiempo final Dios envió el precursor de la segunda Venida de Cristo, el cual con su mensaje precursó la segunda Venida de Cristo. En su mensaje está todo lo relacionado a la segunda Venida de Cristo, y el cumplimiento de ella será conforme a como ha sido precursado, conforme a como le ha sido preparado el camino. No se puede salir la Venida del Señor para el Día Postrero de lo que ya fue profetizado. Por lo tanto, habrá una Edad de Piedra Angular para que venga la Piedra no cortada de manos, para que el Señor venga: el Ángel del Pacto, Dios en Su cuerpo angelical, Dios en Espíritu Santo venga a Su Iglesia para bendecirla; y luego también bendecir al pueblo hebreo, bendecir a Israel. Israel va a verlo viniendo por Su Iglesia y va a decir: “Éste es el que estamos esperando nosotros.” Él viene por Su Iglesia Novia para llevarla a la Cena de las Bodas del Cordero, viene para darle la fe para ser transformada y raptada. Pero Israel va a ver esa manifestación, se va a agarrar, va a ver la posibilidad de agarrarse de ese Ángel y no lo va a querer soltar hasta que lo bendiga. Y ahí estará, ahí estarán los dos Olivos, Moisés y Elías. Lo que es la séptima trompeta para Israel: Moisés y Elías, es el séptimo Sello para la Iglesia del Señor, o sea, la Venida del Señor. La séptima trompeta y el séptimo Sello, vean, son Moisés y Elías, los dos Olivos, y el Señor, porque Él viene con Sus Ángeles; así fue prometido: el Hijo del Hombre viniendo con Sus Ángeles. Todo eso es un misterio, pero estará manifestado en medio de la Iglesia Novia del Señor y el pueblo hebreo va a ver eso. Van a ver entonces todos una relación, una relación en el ministerio final que habrá en medio de la Iglesia Novia del Señor, van a ver esa relación con el pueblo hebreo y eso será en este tiempo final. Por lo cual tengamos nuestros ojos bien abiertos, ellos lo van a reconocer. Pero lo importante será que la Iglesia Novia lo reconozca porque ella es la que va a ser transformada; y la Iglesia Novia lo va a reconocer, lo va a reconocer primero y después lo reconocerá el pueblo hebreo. Israel lo va a reconocer. Recuerden que cuando se habla de Hijo del Hombre, se habla de un profeta. Y ahora, Israel cree a los profetas y está esperando un profeta, porque Malaquías 4, verso 1 al 6, dice que Dios va a enviar a Elías antes que venga el día grande y terrible del Señor, o sea, antes que venga la gran tribulación. Israel está esperando un nuevo día, un nuevo día milenial, un nuevo día dispensacional, para lo cual tiene que haber un mensaje, un nuevo mensaje dispensacional que será el Evangelio del Reino. Y tendrá que haber un nuevo día dispensacional: la Dispensación del Reino, y tiene que haber un nuevo día milenial: séptimo milenio. Y tiene que haber un nuevo día de edad: la Edad de la Piedra Angular; tiene que haber un nuevo día de año: el año del jubileo, y tiene que haber un nuevo día: día octavo, y cuando se habla de un día octavo usted busca en los días de la semana y no existe un día octavo, pero cuando usted quiere llevarlo a que aparezca el día octavo usted se encontrará que el día octavo es el domingo. Lo cual nos indica regresar al principio, a como era antes de terminar esa semana, como era en el primer día; y así será, será el regreso a como era en el Huerto del Edén, a como era en el reino del rey David y Salomón, porque será para la restauración del Reino de Dios en la Tierra y el Reino de Dios en la Tierra es el Reino de David, y el Trono de Dios en la Tierra es el trono de David. Ahora, ¿será cierto que Israel tiene la promesa que habrá un nuevo día para ellos, que habrá un nuevo amanecer? Vamos a ver si la Escritura lo dice. Malaquías, capítulo 4, verso 2, dice: “*Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación...”* Si va a salir el sol, el sol sale en la mañana. Por lo tanto, es el nacimiento de un nuevo día para Israel, nuevo día milenial, nuevo día dispensacional, la Dispensación del Reino naciendo para Israel. El sol es el Mesías, la Venida del Mesías, como también la estrella de la mañana es el Mesías Príncipe. También dice el verso 5: “*He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible.”* Está esperando un nuevo amanecer y está esperando a un hombre, a Elías, está esperando un profeta. Y ahora, veamos en Oseas, capítulo 6, verso 1 al 3: “*Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.* *Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él.* *Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová; como el alba está dispuesta su salida...”* Como el alba, como la mañana, ¿ven? Un nuevo día va a nacer para el pueblo hebreo, para los judíos. “*...y vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra.”* Ahora vean, después de dos días, después de dos mil años, en el tercer día, tercer milenio de Cristo hacia acá ya han transcurrido dos días, dos mil años. Y ahora, el tercer día milenial será el día que amanecerá para Israel. Ahí le sale el sol a Israel, luego que haya visto a Dios cara a cara en Su manifestación final en medio del Cristianismo, en medio de la Iglesia en donde lo verán, en medio de la Iglesia Novia del Señor. Y van a decir: “Éste es el que estamos esperando.” Ahora, esta experiencia de Jacob en su aspecto profético, vean a dónde nos lleva, y todo esto para Israel poder obtener la bendición de la primogenitura y recibir el Reino de Dios, obtener el Reino de Dios, y desde ahí Dios a través del Mesías Príncipe gobernar sobre todo el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Eso es lo que está en Isaías, capítulo 9, verso 6 en adelante: “*Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.* *Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto* (o sea, que será una obra de Dios)*.”* En el Reino del Mesías la paz no tendrá límites, sobre el Trono de David y sobre Su Reino, porque Su Reino será mundial, gobernará sobre todas las naciones, y por consiguiente habrá paz en todo el Reino del Mesías, en todas las naciones habrá paz. Por eso las armas de guerras serán convertidas en herramientas de trabajo para el progreso de las familias terrenales, para beneficio de la familia humana. Es en el Reino del Mesías donde habrá paz verdadera, donde tendrá Israel y todas las naciones la paz de Dios. Fuera de ese Programa divino ya establecido en la Palabra profética, los seres humanos pueden luchar por la paz y conseguir algo que no está mal, porque aunque sea temporero, queremos la paz en lo que llega la paz permanente, la paz de Dios que dará a través del Mesías Príncipe. Por lo tanto, luchar por la paz es un buen trabajo. Ahora, ¿qué está haciendo usted por la paz permanente? ¿Qué está haciendo usted para que venga pronto esa paz permanente? Para lo cual tiene que venir el Reino del Mesías. Eso es un Proyecto divino en el cual habrá millones de personas que estarán trabajando para que venga el Reino del Mesías y se establezca en la Tierra, y el Trono de David y Reino de David sea una realidad para Israel y para todas las naciones. Mientras llega ese nuevo amanecer para Israel, en medio de los gentiles todavía está siendo llamado hasta el último de los escogidos de Dios de la Iglesia Novia del Señor Jesucristo. Cuando se complete ese número ya Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él, y a los vivos los transformará y los llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. Mientras tanto se trabaja en la evangelización, en la obra misionera para que se complete la Iglesia del Señor. El pueblo hebreo va a tener un nuevo amanecer. Para la Iglesia del Señor Jesucristo su nuevo amanecer es el nuevo amanecer de una nueva edad: la Edad de la Piedra Angular, el nuevo amanecer de una nueva dispensación; y luego cuando seamos transformados eso será también un nuevo amanecer, un nuevo amanecer en cuerpos eternos y glorificados. Para el nuevo amanecer tiene que salir el sol que representa a Cristo, Cristo es el Sol de Justicia. Por lo tanto, los que estarán viendo primeramente lo que vio Jacob, vio a Dios cara a cara cuando vio a Dios en el Ángel del Pacto, con el cual luchó Jacob por la bendición de la primogenitura. Primero el pueblo estará viendo a Dios, a Cristo manifestado, y luego estará viendo el Sol de Justicia: Cristo surgiendo en un nuevo día dispensacional y en una nueva edad, la Edad de la Piedra Angular. Todo eso es prometido para la Iglesia del Señor Jesucristo y luego para el pueblo hebreo que va a ver la Venida del Mesías. El pueblo hebreo está esperando al Mesías, está esperando a un hombre, y también la Iglesia está esperando a un hombre, todos están esperando al Mesías, al deseado de todas las naciones, el que traerá la paz para todas las naciones, la prosperidad, la felicidad, la armonía entre individuos como entre naciones. Y entonces podremos decir: “YA AMANECIÓ.” Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador lo puede hacer en estos momentos y estaremos orando por usted, para lo cual puede pasar acá al frente para orar por usted. En las demás naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaremos haciendo. Los niños de 10 años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Todos los que se encuentran allá en Venezuela, en Colombia, en Ecuador, en Perú, en Bolivia, en Paraguay, en Chile, en Uruguay, en Argentina y también los que se encuentran en la República Mexicana, también en Guatemala, en Panamá, en El Salvador, en Nicaragua, en Honduras, en Costa Rica, en Puerto Rico, en República Dominicana, y en todas las islas del Caribe, y también en Norteamérica; también en las demás naciones pueden continuar viniendo también a los Pies de Cristo para que Cristo les reciba en Su Reino y les bendiga y les dé la Vida eterna. La bendición más grande es la Vida eterna. Todos queremos vivir eternamente. Nosotros sabemos que vivir en estos cuerpos es muy bueno, y si vivir en estos cuerpos es tan bueno, ¿cómo será en un cuerpo eterno, un cuerpo inmortal, un cuerpo glorificado y joven para toda la eternidad? Y eso es lo que Cristo tiene para todos los creyentes en Él. Él quiere que nosotros seamos como Él: eternos con cuerpos glorificados, cuerpos jóvenes. Cuando lo veamos lo vamos a ver tan joven como cuando subió al Cielo, Él no se pone viejo; así va a ser también para todos los creyentes en Cristo en los cuerpos glorificados que Él va a darle a todos los creyentes en Él. Tenemos en la pantalla algunos lugares, Venezuela, aquí la tenemos en la pantalla, y tenemos también otras naciones que están conectadas con esta transmisión, que Dios bendiga allá a Miguel y su esposa y a su niñita que va a ser bautizada hoy. Que Dios la bendiga grandemente y también que la use grandemente en Su Reino en este tiempo final. Si tienen otro país, de México o algún... ¿qué país? Aquí tenemos a Villahermosa, República Mexicana. Que Dios les bendiga a todos ustedes allá en Villahermosa, y a todos los que están en las demás naciones. Dios ya ha hablado directamente al alma, al corazón de cada persona que ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y ahora cada persona da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador. Lo más importante es la Vida eterna, y El único que nos puede asegurar la Vida eterna es Jesucristo. Él es el único que nos puede dar la Vida eterna. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguno por venir puede venir. Estamos esperando que lleguen los últimos que faltan por llegar. Recuerden que Dios tiene mucho pueblo, muchos hijos en esta ciudad, y en toda la República del Brasil, y en todas las naciones, y los está llamando en este tiempo final. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo... todavía en Venezuela están viniendo a los Pies de Cristo, vamos a esperar unos segundos en lo que llegan todos. Es que Dios tiene mucho pueblo en todas las naciones y los está llamando en este tiempo final. Así como ustedes han venido a los Pies de Cristo, quieren vivir eternamente, hay millones en todas las naciones que quieren también vivir eternamente. Cuando estén ya listos en Venezuela y demás naciones nos pueden avisar. Todavía siguen viniendo más personas a los Pies de Cristo porque todos queremos vivir eternamente, y la Vida eterna será en cuerpos jóvenes y glorificados como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Como Rey tendremos al Mesías Príncipe que traerá la paz para toda la humanidad. Todavía continúan viniendo más personas a los Pies de Cristo en diferentes naciones y por eso estamos esperando un momentito en lo que se completa el número de los que están viniendo a los Pies de Cristo. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazones, Él te está llamando porque tú eres un hijo o una hija de Dios, una oveja del Señor. Y Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen, y Yo las conozco; y Yo les doy Vida eterna.” Ya vamos a orar por todos los que han venido a los Pies de Cristo, todos puestos en pie, todas las naciones, y con nuestras manos levantadas al Cielo, los que han venido a los Pies de Cristo y todos los presentes, y en las demás naciones con nuestros ojos cerrados y los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti, creo en Tu primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por nuestros pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.*** ***Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Sálvame Señor, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mí el nuevo nacimiento. Sálvame Señor, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes le han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Ahora ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible, ¿cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestra alma. Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.** El bautismo en agua es un mandamiento del Señor. Aun el mismo Señor Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, y también los apóstoles de Cristo fueron bautizados por Juan el Bautista; y si Cristo fue bautizado, necesitó ser bautizado, cuánto más nosotros. El día de pentecostés todas las personas que escucharon el Evangelio predicado por Pedro, a través del cual el Espíritu Santo habló, fueron bautizados todos los que creyeron que fueron como tres mil personas, fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo; y así ha sido a través de la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo hasta este tiempo final. Ahora, el agua no quita los pecados, es la Sangre del Señor Jesucristo la que nos limpia de todo pecado. El bautismo en agua es un mandamiento del Señor Jesucristo para todos los creyentes en Él. En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan sencillo como eso. Conociendo el significado del bautismo en agua bien pueden ser bautizados. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.** Continúen pasando todos una tarde feliz, llena de las bendiciones de Cristo nuestro Salvador. Dejo al ministro Josué Cunha para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y en cada nación, en cada país, dejo al ministro correspondiente para hacer en la misma forma. Que Dios les bendiga y les guarde y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. “**YA AMANECIÓ.”**