--- title: 'La redención del alma' date: 2008-02-23 activity: 3 place: city: Rancharia state: São Paulo country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y los que estén a través del satélite Amazonas o de internet en estos momentos. A la familia humana le preocupan las palabras de Jesús dichas en una ocasión y registradas en el Evangelio según San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 27, y dicen de la siguiente manera: “*Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?* *Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Estas palabras de Jesús tienen que ser tomadas en serio por todo ser humano. Aquí nos habla del alma del ser humano, que es la parte más importante que cada persona tiene, pues el ser humano es alma, espíritu y cuerpo, así como es Dios; pues Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza: Padre, Hijo y Espíritu Santo, eso es Dios; y por consiguiente Dios tiene o en Dios hay una trinidad, y por consiguiente en el ser humano hay una trinidad: alma, espíritu y cuerpo. Lo más grande del ser humano es su alma, eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente, y por consiguiente la Escritura nos habla de la salvación del alma, y también nos dice: “El alma que pecare, morirá,” y eso significa que la persona dejará de existir. Y ahora, nos preocupa este pasaje que nos habla acerca del alma y nos dice: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” El alma tiene libre albedrío para creer o para dudar: para creer a Dios y Su Palabra o dudar en Dios y Su Palabra, y por consiguiente en el alma es manifestada la fe o la incredulidad. La persona tiene libre albedrío, Dios ha colocado delante del ser humano la vida y la muerte. Allá en el Huerto del Edén colocó el Árbol de la Vida el cual es Cristo, y colocó al árbol de ciencia del bien y del mal que traería la muerte al que comiera de ese árbol, el cual representa al diablo, que es el que trae la muerte al ser humano, porque el diablo vino para robar, para matar, para destruir al ser humano. En el Huerto del Edén Dios le había advertido a Adán acerca del árbol de ciencia del bien y del mal, y le dijo que no comiera de ese árbol, porque el día que de él comiera, ese día moriría. Adán y Eva pecaron y por consiguiente la sentencia de Dios fue hecha una realidad. Ahora, ¿cómo nos explicamos que cuando pecaron siguieron viviendo y Dios había dicho que morirían? Murieron ese día, perdieron la vida. Cuando una persona muere, perdió la vida que tiene en este planeta Tierra. Y Adán y Eva perdieron la Vida eterna, murieron, pero solamente les quedó vida temporal que se le acabó luego a Adán, cuando tenía unos 930 años. El ser humano por más que viva en este cuerpo físico, al final tiene que morir, porque es vida temporal la que hemos heredado de Adán y Eva; si ellos no pecaban su descendencia sería eterna, tendrían Vida eterna todos los hijos de Adán y Eva, todos los nietos, todos los bisnietos y así por el estilo, pero por cuanto pecaron perdieron la Vida eterna y solamente les quedó vida temporal. Y eso es lo que hemos heredado de Adán y Eva: vida temporal. Pero ahora se nos habla de la oportunidad de vivir eternamente. Por medio del nacimiento físico que hemos obtenido no tenemos derecho a vivir eternamente, solamente una cantidad corta, que en la actualidad vendría a ser una décima parte de lo que vivió Adán, actualmente de 70 a 100 años es lo que duran las personas, y de los 70 en adelante, con mucho trabajo. Y ahora, la Escritura nos habla de la oportunidad de obtener la Vida eterna por medio del Programa de redención, para lo cual se requiere un Redentor, un Salvador, una persona que reciba los pecados de las demás personas, porque la paga del pecado es muerte, la muerte vino por causa del pecado. Y ahora, para que la persona pueda vivir eternamente tiene que ser quitado el pecado de la persona, y todos los seres humanos por cuanto descienden de Adán y Eva, en lo natural están bajo condenación cuando llegan a la Tierra, están sin Vida eterna. Pero ahora, pensamos: “Queremos vivir eternamente,” la vida es muy corta y es muy buena, y por lo tanto, queremos vivir eternamente, ese es el anhelo del alma de todo ser humano, por eso es que comemos; si no comemos, morimos, por eso dormimos también, por eso nos alimentamos bien y por eso trabajamos también, no quiere decir que nos guste el trabajo, sino que para obtener dinero y comprar alimento necesitamos trabajar. Y ahora, el ser humano en su alma clama por algo que perdió, eso fue la Vida eterna; pero también se nos habla de un Redentor, de un Salvador, el cual en el Huerto del Edén fue llamado el Árbol de la Vida, ese es el Mesías Príncipe que estaba en aquel tiempo en Su cuerpo angelical, y que en todo el Antiguo Testamento estaba en Su cuerpo angelical y era llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Dios, el Ángel de Jehová. Conforme a la traducción del Nombre de Dios, de ciertas traducciones o versiones, es llamado el Ángel de Jehová, el cual la aparecía a diferentes Profetas, fue el mismo que le apareció a Adán en diferentes ocasiones. En ese Ángel estaba Dios, porque ese Ángel es el cuerpo angelical de Dios, el cuerpo teofánico de Dios, ese Ángel es Cristo en el Antiguo Testamento, a través del cual Dios creó todas las cosas. Recordamos las palabras de Jesús en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58 cuando dijo a los judíos: “Abraham vuestro padre deseó ver mi día, y lo vio.” Y Él dice: “Y se gozó.” Le dicen: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Una persona de nuestro tiempo decir que era antes de Moisés, para muchas personas significaría que esa persona está loca, porque cualquier persona puede decir: “Tú tienes un acta de nacimiento y ahí dice la fecha en que naciste, ¿cómo tú vas a decir que eres antes que Moisés?” Así podían decir de Jesús, le dicen: “No tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Pensaban que estaba loco, pero no estaba loco. Él les dice de nuevo: “Antes que Abra­ham fuese, yo soy.” ¿Y cómo Jesucristo era antes que Abraham? Era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, ese Ángel que aparecía a diferentes hombres de Dios y les decía como Moisés: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,” era Dios dentro de aquel cuerpo angelical, ese cuerpo angelical era Cristo, era ese cuerpo teofánico o angelical, en ese cuerpo Jesús era antes que Abraham, era antes también que Adán. Ese es Jesucristo en Su cuerpo angelical. Pero en Su cuerpo de carne no era antes que Abraham, era del tiempo de Juan el Bautista y de los apóstoles, pues nació Su cuerpo de carne en Belén de Judea, ese era el templo humano o físico de Dios en la Tierra. Y ahora, estamos conociendo quién es Jesucristo: es la persona más importante que ha pisado este planeta Tierra, pisó este planeta Tierra no solamente en Su cuerpo físico sino que en Su cuerpo angelical caminó por este planeta Tierra antes de existir los seres humanos; es llamado el Verbo de Dios, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho; o sea, que toda la creación fue hecha por Él, en palabras más claras, Dios a través de ese cuerpo angelical que es Cristo en Su cuerpo teofánico. Todo fue hecho por Él y para Él, Él es el heredero de toda la creación. Vamos a ver aquí para que podamos comprender quién es Jesucristo y entonces le demos el valor correcto a sus palabras. San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3 dice hablando de Cristo: “*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,* *en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo* (quién es el heredero de toda la Creación? Jesucristo el Hijo de Dios)*, y por quien asimismo hizo el universo* (¿por medio de quién hizo el Universo? Por medio de Su Hijo Jesucristo, ¿y para quién? Para Jesucristo)*;* *El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia...”* ¿Quién es la imagen de Dios? Jesucristo. Jesucristo en Su cuerpo angelical, y la semejanza física de Dios es Jesucristo en Su cuerpo de carne, cuerpo que ya fue glorificado al resucitar victorioso. Sigue diciendo: “*... y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder* (Cristo dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra.” Por lo tanto, por la Palabra de Su poder son sustentadas todas las cosas. Usted y yo continuamos viviendo por la Palabra de Su poder)*; habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”* Él está sentado en el Trono de Dios en el Cielo, y por eso tiene toda autoridad en el Cielo y la Tierra. Todas las cosas que Dios hizo, que está haciendo y que hará en el futuro, son a través de Jesucristo, Dios a través de Jesucristo ha estado haciendo todas las cosas; aun la Salvación, la Redención, porque Dios es nuestro Redentor, pero ha llevado a cabo nuestra Redención por medio de Jesucristo en la Cruz del Calvario. Y ahora, la redención del alma tiene dos partes muy importantes: la parte espiritual en donde la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma y lo recibe como único y suficiente Salvador, y arrepentido de sus pecados pide perdón a Cristo, es bautizado en agua en Su Nombre, y luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona entra al Reino de Dios, ha nacido de nuevo del Agua y del Espíritu; o sea, de la Palabra de Dios y del Espíritu de Dios, ha nacido de nuevo y por consiguiente ha entrado al Reino de Dios, Reino que está en la esfera espiritual; la persona ha recibido un cuerpo espiritual, un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Cristo llamado: “el Ángel del Pacto.” Y ahora, el cuerpo angelical de cada creyente en Cristo es llamado el Ángel de la persona. Por eso cuando el apóstol Pedro estuvo preso y al otro día lo iban a matar, durante la noche lo libertó el Ángel del Señor, y luego él fue a la casa donde estaban orando por él (la casa de Juan Marcos) y tocó la puerta, y vino una joven llamada Rode a abrir la puerta, y al escuchar que era Pedro, de gozo no abrió la puerta y regresó a los que estaban en la casa y les dijo: “Es Pedro el que está llamando.” Ellos le dicen a Rode: “¡Rode, estás loca!” Y le dicen: “No es Pedro, es su ángel.” Ellos tenían conocimiento de que cada persona creyente en Cristo tiene un ángel, ese es Su cuerpo angelical que le es otorgado por Cristo, cuando la persona recibe a Cristo, es bautizada en agua en Su Nombre y recibe Su Espíritu Santo, así la persona ha nacido en el Reino de Dios; así como cada uno de nosotros al nacer en esta Tierra recibimos un cuerpo físico. Para venir a esta Tierra tuvimos que recibir un cuerpo físico y un espíritu del mundo, pero para entrar al Reino de Dios tenemos que nacer en el Reino de Dios del Agua y del Espíritu. Cristo dijo a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.” Así como entramos a este reino terrenal naciendo, para entrar al Reino de Dios tenemos que nacer de nuevo, nacer conforme al orden del Reino de Dios, del Agua y del Espíritu, del Evangelio de Cristo, la Palabra de Dios, y Su Espíritu Santo. No hay otra forma para entrar al Reino de Dios. El que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios, no puede obtener la redención de su alma y por consiguiente no puede ser restaurado a la Vida eterna. El que entra al Reino de Dios, entra a la Vida eterna; cuando entramos a este reino terrenal al nacer, entramos a la vida temporera o temporal, pero cuando entramos al Reino de Dios hemos entrado a la Vida eterna, y por cuanto tiene dos partes la redención del alma, en la primera parte obtenemos el cuerpo angelical y entramos así al Reino en la esfera espiritual. Y la segunda parte de la Redención será cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, glorificados, inmortales, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, y entonces físicamente estarán restaurados a la Vida eterna en el Reino eterno de Dios. Pero en lo espiritual ya los creyentes en Cristo fueron restaurados al Reino de Dios y tienen Vida eterna en Su alma; su alma tiene Vida eterna y tienen un cuerpo eterno angelical; pero para vivir en esta Tierra necesitamos la parte física también, la redención del cuerpo de la cual nos habla el apóstol Pablo en Romanos, capítulo 8, versos 21 al 23, dice: “*Porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.* *Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;* *y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”* La adopción física como hijos e hijas de Dios en un cuerpo eterno, inmortal, glorificado y físico que Él le dará a todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo. Para los muertos creyentes en Cristo de tiempos pasados y algunos de nuestro tiempo, la promesa es que en el Día Postrero serán resucitados inmortales, glorificados como nos dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 51 en adelante: “*He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos* (o sea, que no todos vamos a morir, va a quedar un grupo en la Tierra que no verá muerte física)*; pero todos seremos transformados.”* O sea, vendrá una glorificación para que todos los creyentes en Cristo tengan un cuerpo eterno, inmortal, glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo. Ahora dice cuándo va a ser: “*En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados* (o sea, los muertos en Cristo resucitados en cuerpos glorificados y los que estemos vivos seremos transformados)*.* *Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.”* Y luego ya no nos pondremos viejos, en el nuevo cuerpo, seremos jóvenes para toda la eternidad, y así entraremos físicamente al Reino físico del Mesías, de Cristo, Reino que va a ser establecido en este planeta Tierra, y reinaremos con Cristo como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces, en palabras más claras, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo serán su gabinete en ese Reino: “*Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”* Y desaparecerá la muerte para todos los creyentes en Cristo cuando ya tengan el cuerpo eterno, inmortal y glorificado, y esa es la segunda parte de la redención para el alma de todos los hijos de Dios, ya estamos esperando esa segunda parte, no queremos ponernos viejos, no queremos llegar a ese momento en que tenemos que dejar este planeta, queremos ser transformados para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Estamos anhelando la redención de nuestro cuerpo, nuestra transformación, y los muertos en Cristo están en el paraíso porque su cuerpo físico terminó su tiempo en la Tierra y ellos están esperando la resurrección en cuerpos eternos. Cristo dijo las siguientes palabras para los creyentes en Él (hemos visto quién es Cristo y por consiguiente ahora podemos apreciar más sus palabras), cuando fue a resucitar a Lázaro en el capítulo 11 de San Juan, le dice a Marta, verso 21 en adelante: “*Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.* *Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.* *Jesús le dijo: Tu hermano resucitará* (esa es una promesa para todos los creyentes en Cristo)*.* *Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero* (la promesa es que todos los muertos en Cristo, todos los creyentes en Cristo, van a resucitar en el Día Postrero, ya Él lo había enseñado en el capítulo 6 de San Juan)*.* *Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá* (¿quiénes son los que vivirán? Los que creen en Cristo)*.* *Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente* (o sea, que aunque muera su cuerpo físico, en el Día Postrero Cristo lo va a resucitar, lo va a resucitar en un cuerpo inmortal, en un cuerpo eterno y joven para toda la eternidad)*.”* Le pregunta Cristo: “*¿Crees esto?”* Ella le dice: “*Le dijo: Sí, Señor.”* Ella lo creyó y dio testimonio de que lo creía, y le dice: “*...yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”* Y ahora, hemos visto la promesa del mismo Cristo para todos los que creen en Él, serán resucitados en cuerpos eternos; la muerte para el creyente en Cristo no es para siempre, hay una resurrección para el Día Postrero prometida por el mismo Cristo y está registrada en la Escritura. El Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia, y en algún día del séptimo milenio Cristo resucitará a todos los creyentes en Él que han muerto, y a los que estén vivos los transformará; esa es la promesa dada por Cristo para todos los que creyentes en Él, y está garantizada esa promesa. Por lo tanto, la redención del alma es lo más importante para la familia humana, y esa Redención solamente la puede obtener el ser humano a través de Cristo, Él es el Camino al Padre, Él es la Vida eterna, Él es la Verdad, Él es la Resurrección. Por lo tanto, todos necesitamos a Cristo, Él murió por todos para que todos tengan la oportunidad de obtener la Vida eterna, de obtener la redención del alma por medio de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, nacer la fe de Cristo en su alma y dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador. Yo escuché la predicación de Su Evangelio, nació la fe de Cristo en mi alma y lo recibí como mi Salvador, y fui bautizado en agua en Su Nombre y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento, y ahora tengo la primera parte de la redención de mi alma. Ya entré la Reino de Cristo que está en la esfera espiritual, ya mi alma tiene Vida eterna y tiene un cuerpo angelical el cual Él también otorga a cada uno que lo recibe como su Salvador, y estoy esperando la segunda parte de la Redención, la Redención del cuerpo. San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30 dijo: “*Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”* O sea, para el día en que Cristo resucitará a los muertos creyentes en Él y transformará a los creyentes en Él que estén vivos en ese tiempo. De esa redención del cuerpo es que Cristo habla en San Lucas, capítulo 21, verso 27 al 28, cuando dice: “*Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.* *Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.”* O sea, está cerca la redención de nuestros cuerpos, que será la transformación para los vivos para tener un cuerpo eterno, y la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos. Las señales mencionadas en este pasaje han estado siendo vistas por los seres humanos, por consiguiente nuestra redención, la segunda parte de la redención, la redención del cuerpo está cerca, será la adopción como hijos e hijas de Dios. Por lo tanto, levantad vuestras cabezas al Cielo, a Dios, al Programa de Dios, a las cosas de Dios, porque nuestra redención está cerca, la segunda parte de la redención para nuestra alma, que será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos y la transformación de los que estarán vivos en ese momento que ocurrirá la resurrección. “**LA REDENCIÓN DEL ALMA.”** Hemos visto la fase espiritual y hemos visto la fase o parte física; la espiritual es primero, y después viene la parte física que será cuando obtengamos la inmortalidad física al recibir el cuerpo eterno y glorificado. Ya yo lo recibí como mi Salvador, he recibido la primera parte de la redención y ahora me falta la segunda parte: la transformación de mi cuerpo, para tener un cuerpo joven, eterno, inmortal, glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si alguno todavía no ha recibido a Cristo, pues no tiene la primera parte de la redención y por consiguiente no tiene esperanza de recibir la segunda parte, pero en esta ocasión usted ha escuchado el Evangelio de Cristo y ha nacido la fe de Cristo en vuestra alma, por consiguiente está creyendo en Cristo, y ahora tiene derecho a dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para lo cual puede pasar al frente y yo estaré orando por usted en estos momentos, para que Cristo le reciba en Su Reino. Vamos a dar unos minutos para que los que no han recibido a Cristo lo puedan hacer en estos momentos, pues lo más importante es la redención del alma, la salvación del alma para que podamos vivir en el Reino de Cristo por toda la eternidad. No hay otra cosa más importante para el ser humano, la salvación del alma es lo más importante. ¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? De nada le habrá servido vivir en esta Tierra como un ser humano, porque dejará de existir si no recibió a Cristo como Salvador. Pero si ha recibido a Cristo vivirá eternamente con Cristo en Su Reino en un cuerpo eterno y glorificado. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su glorioso Reino y les dé la salvación del alma; primero la parte espiritual y luego la parte física en la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de los vivos. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir a los Pies de Cristo, puede venir. Recuerde que lo más importante es la Vida eterna, si esta vida terrenal es importante, cuánto más la Vida eterna, si esta vida terrenal es buena, cuánto más la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Ya vamos a orar. Si falta alguno por venir a los Pies de Cristo, puede venir. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo. Con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración que estaré haciendo por ustedes. ***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos. Doy testimonio público de mi fe en Ti reconociendo que soy pecador y que necesito un Salvador, y me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo.*** ***Señor, salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer en la Vida eterna, quiero vivir Contigo por toda la eternidad. Señor, salva mi alma. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon el Evangelio de Cristo y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, Él dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16). Ahora, ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio, creí y lo recibí como mi Salvador, y ahora quiero ser bautizado en agua en Su Nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestro corazón. Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados lo más pronto posible, y se identificarán en el bautismo en agua con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. El bautismo en agua no quita los pecados, es tipológico, cuando la persona cree en Cristo y lo recibe como Salvador, muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, está siendo sepultado tipológicamente; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Es importante conocer lo que es el bautismo en agua, lo que significa el bautismo en agua. En el bautismo en agua nos identificamos con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, pues la meta es que obtengan el nuevo nacimiento y por consiguiente nazcan en el Reino de Cristo, entren al Reino de Cristo.** Y ahora, pregunto al ministro aquí, si hay bautisterio, hay agua: hay agua, hay bautisterio. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales también y ministros que les bautizarán; por lo tanto, bien pueden ser bautizados. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el glorioso Reino de Jesucristo nuestro Salvador.** Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de la redención del alma, las dos partes importantes de la redención: la parte espiritual y la parte física. Y ahora, hemos visto también que hay un Redentor, y Su Nombre es Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde, y dejo con ustedes al reverendo Cándido para continuar. Dios les bendiga y les guarde a todos. “**LA REDENCIÓN DEL ALMA.”**