--- title: 'El día de la redención' date: 2007-11-22 activity: 1 place: city: Villavicencio state: Meta country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y los que están también a través del satélite Amazonas o de internet en diferentes naciones; es un privilegio y bendición grande estar nuevamente en Villavicencio, compartiendo con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios, que es la Palabra más importante que podemos escuchar: la Palabra de Dios. Dijo el Señor Jesucristo en San Lucas, capítulo 21, en este sermón profético, versos 25 en adelante: “*Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;* *desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.* *Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.* *Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.* *También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.* *Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.* *Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.* *De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.* *El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: **“EL DÍA DE LA REDENCIÓN.”** Siendo que Cristo nos dice que cuando nosotros por nosotros mismos veamos que suceden estas cosas, o sea, estas señales en el Cielo y en la Tierra, Él dice: “Ustedes cuando estas cosas comienzan a suceder (o sea, desde el comienzo), cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestras cabezas porque vuestra redención está cerca.” La redención del cuerpo, que será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos, inmortales y glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, el cual está tan joven como cuando subió al Cielo, así será el cuerpo que recibirán los muertos en Cristo cuando resuciten. Y los que estamos vivos y permanezcamos hasta ese momento, creyentes en Cristo, seremos transformados y entonces ya no tendremos un cuerpo mortal como el que tenemos, no tendremos un cuerpo corruptible, un cuerpo que se pone viejo y muere, sino un cuerpo nuevo, eterno, inmortal y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo, y en ese cuerpo todos seremos jóvenes, jóvenes para toda la eternidad. Eso es la redención del cuerpo de la cual nos habla Jesús y San Pablo en diferentes ocasiones, nos dice San Pablo en el capítulo 8 de Romanos, que la Creación, toda la naturaleza está con gemidos, gimiendo, o sea, con dolores de parto hasta ahora, esperando la manifestación de los hijos de Dios; o sea, esa manifestación en cuerpos eternos y glorificados. Así como cuando se casa una pareja, los padres de esos que se han casado, están esperando la manifestación de los hijos de esa pareja, porque esos son los nietos que ellos van a tener. Y algunas veces los padres de esa pareja les preguntan: “¿Cuándo vienen los hijos?” O sea, cuándo van a ser manifestados los hijos que serán los nietos de ellos. Y ahora, esta manifestación de los hijos e hijas de Dios como hijos e hijas de Dios, porque cuando hemos nacido aquí en la Tierra, hemos nacido como hijos de nuestros padres terrenales, pero en la resurrección y transformación de los vivos, será como hijos e hijas de Dios en cuerpos eternos. Ahora, ese programa de redención o ese plan de redención, tiene todo bien ordenado; así como apareció Adán, el primer hijo de Dios que aparece en la Tierra en un cuerpo físico, y después, ¿cuál fue el segundo hijo de Dios que apareció en la Tierra con un cuerpo físico, pero con Vida eterna como apareció Adán? Jesús. Y ahora, encontramos que antes de Adán aparecer en la Tierra en un cuerpo físico, apareció en otra dimensión, por eso cuando Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” Primero nos dice el orden que tuvo para esto suceder. Recuerden que Dios tiene todo bien ordenado aunque para algunas personas no sea comprensible. Veamos aquí, capítulo 1 primero, verso 26 en adelante, dice (del Génesis): “*Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.”* ¿Y qué significa: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.”? Esto es la imagen: el cuerpo angelical, y la semejanza es el cuerpo físico que iba a recibir el hombre que Dios crearía. Sigue diciendo: “*Y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.* *Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”* Y ahora, ¿qué pasó con la semejanza? Dice: “Y creó Dios al hombre a Su imagen, a imagen de Dios lo creó.” Y ahora veamos, esto sucedió en otra dimensión donde Dios colocó a Adán en un cuerpo angelical, y luego en el capítulo 2, versos 7 en adelante, dice (del Génesis): “*Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.”* Aquí es donde le da la semejanza física creando del polvo de la tierra un cuerpo físico; ese es el orden para venir los hijos de Dios manifestados en la Tierra como hijos de Dios. Luego el segundo hombre que vino en esa forma fue Jesús, Dios creó en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula y así fue formado el cuerpo de Jesús: por creación divina. Pero antes de aparecer en la Tierra en un cuerpo físico, ¿dónde estaba Jesús? Él dice en el capítulo 8, versos 56 al 58 de San Juan: “*Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.* *Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?* *Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”* Se identifica ahí como el Yo Soy que le había aparecido a Abraham y le dijo: “Yo Soy,” cuando Moisés preguntó por el Nombre de Aquel que le estaba hablando, y era Dios el que le estaba hablando, pero la Escritura dice que le apareció el Ángel de Dios, el Ángel de Jehová a Moisés y le habló, y le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” ¿Y cómo puede ser que el Ángel diga que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? ¿Y cómo puede Jesús decir que: “Antes que Abraham fuese, antes que Abraham fuese, Yo soy.”? Es que Jesucristo antes de tener el cuerpo físico tenía el cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, y por esa causa cuando es anunciada la Venida del Mesías en Malaquías, capítulo 3, es dicho: “He aquí yo envío mi Mensajero delante de mí, el cual preparará el camino.” Vamos a ver cómo lo dice aquí en Malaquías, capítulo 3 para que veamos este misterio. Malaquías, capítulo 3, dice: “*He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor.”* Envía Su Mensajero, el cual fue Juan el Bautista, el cual vino anunciando que después de él vendría uno mayor que él, y luego dice: “*Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis.”* ¿Quién vendría? El Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, y está el templo físico de piedra, pero está el templo humano de carne llamado Jesús. Recuerden que cuando Jesús estuvo frente al templo, dijo: “Destruyan este templo y en tres días yo lo levantaré.” Le dicen: “En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y ahora tú dices que en tres días lo vas a levantar?” Pero Él no hablaba del templo de piedra sino que Él hablaba de Su cuerpo. Eso está en San Juan, capítulo 2, verso 18 en adelante. Y ahora, vean: “*Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros.”* El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, vendría a Su templo, vendría a Su templo humano, Su cuerpo, la semejanza física; y por esa causa en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice: “*En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.* *Este era en el principio con Dios.* *Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.* *En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.* *La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.* *Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.* *Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.* *No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz.”* ¿Y quién era la luz que vendría? Aquél que dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, mas tendrá la luz de la vida.” Si Él es la luz y es el Ángel del Pacto y aparecía en esa forma de luz, todos los creyentes en Cristo van a tener la luz de la vida, por consiguiente van a tener un cuerpo angelical como el cuerpo angelical de Jesucristo: “*Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.* *En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.* *A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron* (o sea, al pueblo hebreo vino, Su pueblo, y Su pueblo no le conoció)*.* *Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;* *los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”* O sea, que los hijos e hijas de Dios por medio del nacimiento natural no nacen como hijos o hijas de Dios, sino por medio del nuevo nacimiento, por consiguiente nacen de Dios: del Agua y del Espíritu, de la predicación del Evangelio de Cristo y del Espíritu de Cristo, así se produce el nuevo nacimiento en todos aquellos que reciben a Cristo como único y suficiente Salvador. Y ahora vean, y sigue diciendo: “*Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”* Y ahora, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas, se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo y por consiguiente en medio de la raza humana, de la familia humana, era Emanuel: Dios con nosotros, como dice Isaías, capítulo 7, verso 14, Dios con nosotros vestido de un cuerpo de carne que era Su templo humano llamado Jesús; era nada menos que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de Israel hecho hombre, hecho carne en medio de la nación hebrea como había sido prometido, era por consiguiente la manifestación de Dios más grande que se llevó a cabo en medio de la raza humana. Allí teníamos a Dios como Padre manifestado en el cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto dentro del cuerpo de carne llamado Jesús, ahí está la Trinidad divina; así como el hombre, el ser humano es trino: alma, espíritu y cuerpo, Dios también es trino, porque Dios hizo al ser humano a Su imagen y a Su semejanza. Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Ahí tenemos la manifestación más grande de Dios en la persona de Jesús, ahí tenemos la trinidad a la vista de los seres humanos: Padre, Hijo y Espíritu Santo, por eso Jesús decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Por lo tanto, era Dios con Su cuerpo angelical llamado el Ángel del Pacto dentro de un cuerpo de carne llamado Jesús, era Dios en y con Su imagen, Su cuerpo angelical dentro de Su semejanza física, el cuerpo de carne llamado Jesús. La Escritura dice: “A Dios nadie le vio jamás.” Pero dice también la Escritura que muchos vieron a Dios y hablaron con Dios, y decían: “Vamos a morir porque hemos visto a Dios.” Y aun Dios le dijo a Moisés: “No me verá hombre y vivirá.” Pero, ¿cómo entender cuando Moisés y también Jacob en una ocasión dijo: “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma.”? Luego el Padre de Sansón y la madre de Sansón vieron al Ángel del Pacto, al Ángel de Jehová, y cuando se dieron cuenta que era el Ángel de Jehová porque subió por la llama de fuego del sacrificio que habían ofrecido a Dios, se dieron cuenta que era el Ángel de Jehová y dijeron: “Hemos de morir,” Manoa le dijo a su esposa: “Hemos de morir porque hemos visto a Dios.” Y luego en San Juan, capítulo 1, verso 18, dice: “A Dios nadie le vio jamás, el unigénito hijo que está en el seno del Padre, Él le declaró (o sea, Él le ha dado a conocer).” Dios se daba a conocer a través de Jesucristo en Su cuerpo angelical, aquel cuerpo angelical llamado el Ángel de Jehová es Jesucristo en ese cuerpo angelical, esa es la imagen del Dios invisible, a través de esa imagen es que Dios se manifestaba. Y luego cuando se hizo carne, cuando se vistió de carne creando un cuerpo de carne, ya eso es la semejanza física de Dios parecida al cuerpo físico de los seres humanos, pero sin pecado, para morir. Ahora, vean una obra tan grande como crear un cuerpo, Dios crearse un cuerpo físico con Vida eterna y estar en Su Programa para darlo en Expiación por el pecado del ser humano, eso es inconcebible a la mente del ser humano, porque si usted tiene un cuerpo eterno, usted no va a estar dispuesto a morir para que otros se beneficien, pero Dios estuvo dispuesto a que Su cuerpo físico, Su semejanza física muriera, y ese sería el Sacrificio de Expiación por el pecado del ser humano. Dios cargó en Jesucristo el pecado de todos nosotros, Él llevó nuestros pecados y nos dejó sin pecados a nosotros y por consiguiente así nos libertó. Y ahora, Él murió para que nosotros podamos vivir eternamente, para que nosotros podamos ser como Él, con cuerpos angelicales y cuerpos físicos y glorificados como el de Jesucristo, Cristo murió para ese propósito y luego resucitó glorificado. Y ahora, en el Programa de redención está que el ser humano luego de aparecer en la Tierra, por lo cual viene en un cuerpo mortal, corruptible y temporal, tenga la oportunidad de hacer contacto con la Vida eterna a través de Jesucristo para obtener la redención, entrar al Programa de redención naciendo en otra dimensión, la dimensión de Cristo, esa sexta dimensión, obteniendo así por consiguiente el cuerpo angelical, y luego en la resurrección obtener el cuerpo físico glorificado, y entonces estará manifestado no solamente espiritualmente como un hijo o una hija de Dios; porque la persona cuando recibe a Cristo y confiesa a Cristo sus pecados y arrepentido de sus pecados luego es bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, la persona ha obtenido el nuevo nacimiento y por consiguiente al nacer, se obtiene un cuerpo; porque cuando nuestros padres han dicho: “Nos nació un hijo o una hija en la familia.” Si alguien aparece y dice: “¿Y dónde está el hijo o la hija?” Hay que mostrar un cuerpo, una persona que ha nacido; si no puede mostrar un bebé, entonces fue mentira. Y ahora, en el nuevo nacimiento la persona obtiene el cuerpo angelical que le correspondía, pero por causa de la caída no lo pudo obtener cuando nació en la Tierra y obtuvo un cuerpo espiritual del mundo, o sea, del reino de las tinieblas, pero ahora con el nuevo nacimiento obtiene un cuerpo angelical de la dimensión de Cristo, un cuerpo angelical del Reino de Dios y así comienza en el programa de la redención. Ya espiritualmente por consiguiente ha obtenido la redención espiritual, ya ha entrado al Reino de Cristo, recuerden que Cristo dijo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Nacer del Agua es nacer del Evangelio de Cristo, de la predicación del Evangelio de Cristo en donde nace la fe de Cristo en el alma de la persona, y con el corazón cree y con la boca confiesa a Cristo como Salvador para salvación. Y ahora, la persona ha entrado al programa de redención y se encuentra dentro del Reino de Dios que está en la esfera espiritual, y por consiguiente puede decir como decían en aquella ocasión en la casa de Juan Marcos, los que estaban allí reunidos cuando Pedro fue libertado de la cárcel aquella noche y tocó a la puerta, y fue una joven llamada Rode a abrir la puerta, y cuando ve y escucha que es Pedro, no abre la puerta de gozo, y regresa donde estaban las demás personas en la casa, y dice: “Es Pedro el que está tocando la puerta.” Eso está en el libro de los Hechos. Y le dicen: “¡Rode, estás loca, es su Ángel!” Es que cada creyente en Cristo nacido de nuevo tiene su Ángel, el Ángel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen y los defiende, ese Ángel es su cuerpo angelical, como el Ángel de Jesús que Él dice que era antes de Abraham, es el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová que aparecía en el Antiguo Testamento, Su cuerpo angelical, es llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, el que vendría, vendría el Señor y el Ángel del Pacto. Padre, Hijo y Espíritu Santo: eso sería la Venida del Mesías en medio del pueblo hebreo, Emanuel, Dios con nosotros, Dios hecho carne; y en la misma forma son hechos carne todos los hijos e hijas de Dios. Y ahora, estamos en estos cuerpos mortales, pero ya todos los creyentes en Cristo han recibido su cuerpo angelical, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, y les falta por consiguiente el cuerpo físico glorificado; ya la redención espiritual la han obtenido, y ahora les falta la redención del cuerpo, la redención física en donde volveremos a ser eternos, seremos eternos físicamente en cuerpos eternos y glorificados, y todo eso será a la final trompeta. Hay un Programa de redención para el ser humano regresar a la Vida eterna, para que nuestras almas regresen a la Vida eterna y por consiguiente al Reino de Dios, y la persona clave para nuestro regreso, así como el Ángel del Pacto fue la persona clave manifestado en Moisés para el regreso, la redención de Israel, ser sacados de Egipto y llevados a la tierra prometida, la persona clave sigue siendo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová que es Cristo en Su cuerpo angelical. Y cuando se hizo carne, allí estaba la persona clave para efectuar esa redención, llevar a cabo ese Programa, pagar el precio de la redención y así comenzar el regreso de los hijos e hijas de Dios al Reino de Dios. Millones de personas, de almas elegidas de Dios venidos del Cielo, de la dimensión de Dios, han estado entrando a ese programa de redención, ese plan de redención a medida que se ha estado predicando el Evangelio de Cristo en todas las naciones. Para eso fue que Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* El que no crea, pues no vivirá eternamente, se conformó con una vida temporera y que se le terminaría y no sabía en qué tiempo se le iba a terminar esa vida terrenal, si solamente lo que tiene es vida terrenal y no obtuvo la Vida eterna, pues no puede vivir eternamente. Pero el creyente en Cristo nacido de nuevo, no solamente tiene la vida terrenal que es temporal, sino que también tiene la Vida eterna, cuando se acabe la temporal, la vida temporal, tiene la Vida eterna y por consiguiente va al Paraíso, a la sexta dimensión, la dimensión de los ángeles, y allí no se cansan, no trabajan, no comen, no se enferman, no duermen, es la dimensión de los ángeles, pero esperan allí la resurrección en cuerpos eternos que vendría a ser lo que hizo Dios con Adán cuando le dio el cuerpo físico del polvo de la tierra, y lo que hizo Dios cuando le dio o cuando se creó un cuerpo de carne en el vientre de la virgen María. Eso será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y la transformación de nosotros los que vivimos, ¿ven? Del polvo de la tierra, pero el polvo de la tierra está en una forma más avanzada, en forma de carne, y los que murieron regresaron al polvo, pero vendrán de nuevo pero en cuerpos eternos y glorificados. Esa es la esperanza de los creyentes en Cristo porque así está prometido; y cuando veamos estas señales que Cristo enumeró, cuando veamos que comienzan a suceder esas señales, dice: “Levantad vuestras cabezas porque vuestra redención está cerca,” o sea, la parte física, nuestra transformación y la resurrección de los muertos creyentes en Cristo. Hemos estado viendo estas señales suceder, y por consiguiente nuestra redención está cerca, y por consiguiente la orden de Cristo es levantar nuestras cabezas al Cielo, a Dios, a las cosas de Dios, al Programa Divino, para así estar preparados para nuestra transformación. Y si alguno se va antes, pues para la resurrección, porque la preparación para la resurrección ¿saben cuándo se hace? Cuando la persona está viviendo aquí en la Tierra, se prepara para si muere luego pueda resucitar en la resurrección de todos los creyentes en Cristo y obtener así por consiguiente, la semejanza física, como la semejanza física de Dios es el cuerpo físico de Jesucristo, el cual ya fue glorificado. Y ahora, recuerden que Cristo orando decía en diferentes ocasiones: “Padre glorifica Tu hijo.” ¿Ven? Y ahora, nosotros decimos: “Padre glorifícame.” Eso es: “Transfórmame y dáme el cuerpo eterno y glorificado que Tú has prometido.” Dios va a glorificar Su Iglesia, o sea, va a darle cuerpos eternos, cuerpos glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo, eso es una promesa para los creyentes en Cristo. Y por consiguiente toda persona que ha de ser glorificado, será un creyente en Cristo. Vean, el salmista dice en el Salmo 17, verso 15: “*En cuanto a mí...”* En cuanto a él, se refiere, y este es un Salmo del rey David: “*En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia;* *Estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.”* Él está hablando de la resurrección, y por consiguiente todo creyente en Cristo que ha muerto, va ha quedar satisfecho cuando despierte a la semejanza física de Dios, que será resucitar en un cuerpo glorificado, igual al cuerpo físico glorificado de Jesucristo que es la semejanza de Dios, esa es la semejanza de Dios: el cuerpo físico de Jesucristo, el cual ya está glorificado. El mismo camino lo siguen todos los creyentes en Cristo, es un plan, un programa, el Programa de la redención para volver a eternidad como hijos e hijas de Dios y por consiguiente como la Familia de Dios, porque cuando se dice: “Los hijos,” se refiere a la Familia, los hijos e hijas de Dios. Si Dios es eterno, los hijos de Dios son eternos también, y tienen que ser restaurados, redimidos, restaurados a la Vida eterna en el Reino eterno de Dios que es el Reino de Cristo, el cual está en la esfera espiritual. Y así el que recibe a Cristo como Salvador, y arrepentido de sus pecados pide perdón a Cristo por sus pecados, y lava sus pecados en la Sangre de Cristo y es bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, ha obtenido la redención espiritual, ha entrado al Reino de Dios, ha obtenido el nuevo nacimiento y por consiguiente ha entrado a la redención en la esfera espiritual. Y ya la otra vendrá para todas esas personas. ¿Quiénes serán transformados en el Día Postrero? ¿Quiénes serán resucitados en cuerpos glorificados? Todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que han muerto en el tiempo que les tocó vivir en la Tierra, y los que queden vivos creyentes en Cristo nacidos de nuevo, esos serán los que serán transformados. Por eso es tan importante recibir a Cristo como único y suficiente Salvador, para entrar al Programa, al plan de la redención. Todos queremos vivir eternamente y hay un plan, un Programa divino para que podamos vivir eternamente, es el Programa de la redención llevado a cabo por nuestro amado Señor Jesucristo, Él pagó el precio de nuestra redención, Él pagó el precio para nuestro regreso a la Casa de nuestro Padre celestial, Él pagó el precio para nuestro regreso a la Vida eterna. Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” Por lo tanto, nadie puede llegar a Dios, regresar a Dios y por consiguiente a la Vida eterna, a menos que sea a través de Jesucristo. No hay otra forma. Yo ya escuché la predicación de Su Evangelio y nació la fe de Cristo en mi alma y lo recibí como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también, y por consiguiente escuchamos la Voz del buen Pastor que es Jesucristo, el cual dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil, las cuales también debo traer, y oirán mi Voz, y habrá un rebaño y un pastor.” (San Juan, capítulo 10, versos 14 al 17). El Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, el buen Pastor es Jesucristo, y las ovejas ¿quiénes son? Todos nosotros. Por lo tanto, han entrado o hemos entrado al Redil del buen Pastor, Jesucristo, y por consiguiente al Reino de Jesucristo el hijo de Dios, por lo cual hemos recibido la Vida eterna. Recuerden también que Él dijo en San Juan, capítulo 10, versos 27 en adelante: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo las conozco así como el Padre me conoce, y yo les doy Vida eterna.” Vamos a ver cómo lo dice Cristo aquí en este pasaje para que lo tengamos tal y como Él lo dijo. Dice capítulo 10, verso 27 en adelante: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.* *Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.* *Yo y el Padre uno somos.”* Y ahora, estas personas llamadas las ovejas que el Padre le ha dado para que les dé Vida eterna, son seres humanos, personas, almas de Dios que han venido de Dios a esta Tierra en cuerpos mortales, para que escuchen la predicación del Evangelio de Cristo, nazca la fe de Cristo en su alma y crean en Cristo y lo reciban como único y suficiente Salvador y obtengan la Vida eterna. Tan simple como eso. Así de simple es el plan, el Programa de la redención para el ser humano. Y el día de la redención en la esfera espiritual es la Dispensación de la Gracia, y el día para la redención física es la Dispensación del Reino, en ese entrelace de la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia se efectuará la redención del cuerpo, que será nuestra transformación para los que estamos vivos y la resurrección para los muertos en Cristo, en cuerpos eternos y glorificados. Y por consiguiente es para nuestro tiempo en el cual hemos estado viendo todas estas señales, o sea, que en este séptimo milenio que ya tiene siete años que comenzó conforme al calendario gregoriano, es el día para la redención física de todos los creyentes en Cristo. Y por consiguiente, tenemos que tener nuestras cabezas levantadas al Cielo, a Cristo, esperando nuestra transformación, escuchando la Voz del Cielo, la Palabra de Dios y siendo preparados para nuestra transformación. Yo estoy esperando mi transformación cada día, y en alguno de los días obtendré la transformación. Cualquier persona puede decir: “Bueno, ¿y si muere?” Pues entonces obtendré la resurrección en cuerpo glorificado, que es también la redención del cuerpo resucitando en un cuerpo glorificado. Por lo tanto, permanezcamos vivos o que muera nuestro cuerpo, no hay ningún problema, obtendremos la redención del cuerpo, obtendremos esa transformación si estamos vivos o la resurrección si muere nuestro cuerpo físico, pero hemos de obtener un nuevo cuerpo, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, para lo cual se predica el Evangelio de Cristo y Cristo nos da la Vida eterna: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” Es para obtener la Vida eterna que se predica el Evangelio y recibimos a Cristo como único y suficiente Salvador, yo escuché Su Voz, Su Evangelio, lo recibí y Él me ha dado Vida eterna. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo por consiguiente no tiene Vida eterna, porque la Escritura dice: “El que tiene al Hijo, tiene la vida (o sea, la Vida eterna), el que no tiene al Hijo, no tiene la vida,” tiene vida temporal pero no tiene la Vida eterna. Eso está en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 al 13. Y ahora, para obtener la Vida eterna es que se predica el Evangelio de Cristo y se le da la oportunidad a las personas que reciban a Cristo como único y suficiente Salvador, ya ustedes han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo en esta ocasión y ha nacido la fe de Cristo en vuestra alma, están creyendo en Cristo de todo corazón, y ahora tienen la oportunidad de dar testimonio público de vuestra fe en Cristo recibiéndolo como único y suficiente Salvador, los que todavía no lo han recibido. Para lo cual pueden pasar al frente y yo estaré orando por ustedes en esta ocasión. Vamos a dar unos minutos mientras vienen acá al frente las personas que todavía no habían recibido a Cristo como Salvador, para que Cristo les reciba y les dé la Vida eterna. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. El ser humano en esta Tierra tiene que hacer muchas decisiones, y entre ellas muchas importantes, pero ¿saben ustedes una cosa? Que solamente hay una decisión que es la más importante de todas, y es la decisión que le coloca a usted en la Vida eterna, y esa es recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra decisión que lo coloque a usted en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” San Juan, capítulo 5, verso 24. ¿Ven? Es un asunto de Vida eterna creer, escuchar el Evangelio de Cristo y creer y recibirlo como único y suficiente Salvador. No hay nada más importante para el ser humano que la vida. La persona puede tener mucho dinero, muchas propiedades, pero lo más importante es la vida; si pierde la vida, no importa cuántas riquezas tenía en la Tierra; y si la vida física es la más importante (hablando físicamente) cuánto más la Vida eterna. La Vida eterna, la vida que nunca se acabará, esa es la que tenemos que asegurar, y el único que nos puede asegurar esa Vida eterna es una sola persona, y Su Nombre es Señor Jesucristo. No hay otro que nos pueda asegurar el futuro eterno en el Reino de Dios, solamente hay UNO, y es Jesucristo. Una persona no puede ir a la farmacia o al supermercado y pedir un blanqueador para bañarse y limpiarse de todo pecado, porque solamente hay uno y no lo venden en la farmacia, el único blanqueador que limpia de todo pecado al ser humano es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, no hay otro blanqueador: para eso fue que Él murió en la Cruz del Calvario. Por eso en la última cena Cristo dijo dando el pan a Sus discípulos: “Comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido.” Y luego tomando la copa dio a beber a Sus discípulos y les dice: “Tomad, esta es la Sangre del Nuevo Pacto que por vosotros o que por muchos es derramada. Esta es mi Sangre del Nuevo Pacto,” dice Cristo. En el pan representó Su Cuerpo y en el vino representó Su Sangre, eso está en San Mateo, capítulo 26, versos 26 al 29, y San Lucas, capítulo 22, versos 20 al 26. Cristo derramó Su Sangre en la Cruz del Calvario por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también, no podemos perder los beneficios de la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario y Su Sangre derramada allí por mí. ¿Y por quién más? Por ustedes también. Todo fue el Programa Divino de redención en favor de nosotros, Jesucristo tenía que morir para darnos Vida eterna, Jesucristo tenía que morir para llevar a cabo la redención, Él tenía que morir para así pagar el precio de nuestra redención. Yo no lo podía pagar. ¿Y quién de ustedes podía pagarlo? Ninguno, solamente hubo UNO, y ese fue mi hermano mayor, y el hermano mayor ¿de quién más? De cada uno de ustedes también, nuestro Hermano Mayor que se llama Señor Jesucristo, Él pagó el precio de nuestra redención. Todavía hay más personas que necesitan esa bendición de la redención para tener así la Vida eterna, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Vamos a estar puestos en pie. También los que están en otras naciones pueden venir a los Pies de Jesucristo nuestro Salvador. Recuerden que tenemos que asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si todavía en otras naciones faltan algunos por venir a los Pies de Cristo, pueden venir, y también los niños de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Vamos ya a orar. Algunas veces hay personas que son un poco tímidas y algunas tímidas por completo, y les da timidez o vergüenza de que lo vean venir a los Pies de Cristo. Jesucristo es el Rey de los Cielos y de la Tierra, Rey de reyes y Señor de señores, y lo que tiene que darnos a nosotros al venir a los Pies de Cristo es gozo, orgullo, satisfacción de poder venir a los Pies de Cristo y rendir nuestras vidas a Cristo, y pedirle perdón a Cristo por nuestros errores, nuestras faltas, nuestros pecados y pedirle que nos perdone y con Su Sangre nos limpie de todo pecado. Él es el único que lo puede hacer. Por lo tanto, no podemos ser tímidos ni avergonzarnos de Él, Él no se avergonzó de nosotros para morir por nosotros en la Cruz del Calvario. Ya vamos a orar, vamos a levantar nuestras manos a Cristo, al Cielo. Los que están en otras naciones también, y los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración, todos con nuestros ojos cerrados: ***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano; reconozco que soy pecador y necesito un Redentor, un Salvador.*** ***Señor, reconozco que Tú tienes el Programa de la redención, reconozco que soy pecador y necesito un Redentor y reconozco que solamente Tu Sangre me puede limpiar de todo pecado.*** ***Señor, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me rindo a Ti, me entrego a Ti en alma, espíritu y cuerpo, Te ruego perdones mis pecados y con Tu Sangre me limpies de todo pecado y me bautíces con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Señor, sálvame Te lo ruego, en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo, a Cristo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Ya Cristo les ha recibido porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma. Ustedes me preguntarán: “¿Cuándo nos pueden bautizar?, pues Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Pueden ser bautizados en agua en la misma forma que ustedes desean: lo más pronto posible, por lo cual le pregunto al ministro si hay agua, hay ropas bautismales. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados, hay agua, hay bautisterio, hay ropas bautismales y ministros que les bautizarán. **Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.** En el tiempo de los apóstoles encontramos este pasaje del capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 36 en adelante, que fue cuando San Pedro predicó su primer mensaje ya lleno del Espíritu Santo, y por consiguiente ya nacido de nuevo. Dice aquí, capítulo 2, verso 36 en adelante del libro de los Hechos: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios ha hecho a Jesús **Señor** y **Cristo**: “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* ¿Ven? Los que creyeron fueron bautizados, eran como tres mil personas, fueron bautizados y fueron añadidos aquel día como tres mil personas, como tres mil personas fueron bautizadas aquel día y fueron añadidas a la Iglesia del Señor Jesucristo, fueron añadidas al Redil del Señor. Y por eso pueden decir: “El Señor es mi Pastor, Jesucristo es mi Pastor.” Toda persona que está en el Redil del Señor puede decir: “El Señor Jesucristo es mi Pastor.” Él mismo dijo: “Yo soy el Buen Pastor.” Por lo tanto, tenemos a Jesucristo, el Príncipe de los pastores, el principal. Y ahora, bien pueden ser bautizados. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.** El bautismo es tipológico pero fue ordenado por Jesucristo, en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte (o sea, en la muerte de Cristo), sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales está siendo tipológicamente sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Tan simple como eso. Es importante conocer el significado del bautismo en agua, para que así la persona comprenda que es tipológico y que el agua no le quita los pecados, es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Pero en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados ustedes que están presentes y recibieron a Cristo, y los que están en otras naciones a través del satélite Amazonas o de internet. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.** Muchas gracias por vuestra amable atención, y pasen todos muy buenas noches. Dejo al ministro correspondiente aquí en Villavicencio, y luego también en cada nación al ministro correspondiente. Dios les bendiga y les guarde a todos. “**EL DÍA DE LA REDENCIÓN.”**