--- title: 'El Día de salvación' date: 2007-10-29 activity: 1 place: city: state: Rondônia country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y los que están a través del satélite Amazonas y también a través de internet en diferentes naciones. ***Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes, y que Cristo les use grandemente en Su obra en este tiempo final. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Para esta ocasión leemos un pasaje del Antiguo Testamento, que luego fue usado por San Pablo en el Nuevo Testamento, en donde abrió ampliamente el significado de ese pasaje bíblico. En el capítulo 49 de Isaías, leemos verso 5 en adelante, dice: “*Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza);* *dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra.* *Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las naciones, al siervo de los tiranos: Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió.* *Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades;* *para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Mostraos. En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos.* *No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas.* *en camino todos mis montes, y mis calzadas serán levantadas.* *He aquí éstos vendrán de lejos; y he aquí éstos del norte y del occidente, y éstos de la tierra de Sinim.* *Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia.”* Tomamos el verso 8 que dice: “*En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades.”* “**EL DÍA DE SALVACIÓN.”** El día de salvación tendrá por Pacto a esta persona que fue representada en Isaías, o sea, tendrá por Pacto al Mesías Príncipe que vendría y establecería el nuevo Pacto, y colocaría la Sangre del nuevo Pacto que sería Su propia Sangre que Él derramaría en Su muerte, para así todos ser cubiertos con la Sangre del nuevo Pacto y entrar a la Vida eterna. San Pablo explicando ese pasaje en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, dice: “*Porque dice:* *En tiempo aceptable te he oído,* *Y en día de salvación te he socorrido.* *He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”* Y ahora, el día de salvación es la Dispensación de la Gracia, no es un día de 24 horas, es la Dispensación de la Gracia, que es el tiempo para la Iglesia del Señor Jesucristo que sería formado por judíos y gentiles, en donde Dios tendría Su pueblo bajo el nuevo Pacto que Él prometió en Jeremías, capítulo 31, versos 31 al 36. Y eso es un pacto de paz del cual Cristo habló cuando dijo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da.” (San Juan, capítulo 14, verso 27). Y ahora, todo ser humano bajo este nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del nuevo Pacto que es la Sangre de Cristo, recibe la salvación y Vida eterna en este ciclo divino llamado el día de salvación, de salvación para toda persona que escucha el Evangelio de Cristo y lo recibe como su único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” Así es como pasamos de muerte a Vida eterna, a través de Jesucristo al escuchar la predicación de Su Evangelio, nacer la fe de Cristo en nuestra alma, creer en Él de todo corazón y dar testimonio público de nuestra fe en Cristo, recibiéndolo como nuestro único y suficiente Salvador, y así entramos al nuevo Pacto, así recibimos a Cristo, somos bautizados en agua en Su Nombre, Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en nosotros el nuevo nacimiento. Y así hemos nacido del Agua y del Espíritu, de la predicación del Evangelio de Cristo y del Espíritu Santo, y así hemos entrado al Reino de Dios, que es el Reino de Cristo que está en la esfera espiritual, y por consiguiente hemos entrado a formar parte de la Iglesia de Jesucristo que es el Cuerpo Místico de Cristo. Es en la Iglesia de Jesucristo que Él produce el nuevo nacimiento por medio de Su Espíritu Santo. Cristo es el Esposo y la Iglesia es Su Esposa, para tener hijos e hijas de Dios por medio del nuevo nacimiento producido por el Espíritu Santo. Cristo es el Segundo Adán y la Iglesia es la Segunda Eva, para tener hijos e hijas de Dios, y esos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y donde fue dicho: “Vosotros no sois mi pueblo,” ahora es dicho: “Vosotros sois hijos e hijas de Dios,” ahí serán llamados hijos e hijas de Dios. Eso está en Oseas, capítulo 1, versos 5 al 11, y de eso es que habla San Pablo en el capítulo 9 de Romanos, cuando dice en el capítulo 9, versos 25 al 26: “*Como también en Oseas dice:* *Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,* *Y a la no amada, amada.* *Y en el lugar donde se les dijo:* *Vosotros no sois pueblo mío,* *Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”* Y ahora, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo son los hijos del Dios Viviente, que han estado siendo llamados desde el Día de Pentecostés en adelante, y han venido a formar la Iglesia del Señor Jesucristo, y de entre los gentiles Dios ha estado llamando un pueblo para Su Nombre, eso es lo que nos dice Santiago (o Jacobo) en el libro de los Hechos, capítulo 15, versos 13 al 19. Por eso Dios envió a Pedro a la casa de Cornelio y cerró la puerta para los gentiles, porque Dios llamaría de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre, en medio de los gentiles estaban los descendientes de las diez tribus del reino del Norte, y por consiguiente la Iglesia de Jesucristo tendría en su seno millones de descendientes de las tribus del Norte, llamado el reino de Israel y llamado también la casa de Israel. Cristo dijo: “Id a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” O sea, los descendientes de esas tribus perdidas del reino del Norte compuesto por diez tribus, cuando el Reino de David fue dividido en el tiempo de Roboam, el hijo de Salomón, y de ahí en adelante encontramos que esas diez tribus desaparecieron de la vista de las personas y por consiguiente le llaman: “las tribus perdidas de Israel.” ¿Pero usted cree que a Dios se le pierde algo? A Dios no se le pierde nada, fue dicho que Dios establecería un nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá, y luego cuando habla más adelante dice: “Estableceré ese nuevo Pacto,” vamos a ver cómo lo dice, capítulo 31, versos 31 en adelante de Jeremías: “*He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá* (o sea, con el reino del Norte y con el reino del Sur, reino de Israel llamado también reino de Efraín, y el reino del Sur llamado el reino de Judá). *No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto* (o sea, no como el pacto que hizo en el Monte Sinaí con el pueblo hebreo)*; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.”* O sea, que el pacto del Monte Sinaí fue el pacto de la unión del pueblo hebreo con Dios; así como un ministro recibe una pareja de novios para casarlos, y lee ante ellos y ante el público todo lo relacionado al matrimonio, y luego los declara marido y mujer. Allí fue un pacto matrimonial de Dios con el pueblo hebreo, así como se hace un pacto matrimonial de un hombre con una mujer cuando se casan; por eso Él dice: “Yo fui un marido.” Él dice que fue un marido para ellos. Por eso en otros lugares dice que fue un Esposo: “*Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días* (la casa de Israel son las diez tribus del reino del Norte)*, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.* *Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.”* Millones de descendientes de las casa de Israel, o sea, del reino del Norte llamado el reino de Israel o reino de Efraín, han estado entrando al nuevo Pacto, ellos fueron desarraigados de su tierra y desaparecieron (aparentemente), fueron esparcidos en todas las naciones. Y por esa causa encontramos que millones de descendientes hebreos han estado entrando al nuevo Pacto, recibiendo a Cristo como único y suficiente Salvador, y también gentiles han estado entrando; los descendientes de las diez tribus por cuanto desaparecieron, fueron asimilados, aparecen como gentiles también. Pero Dios sabe quién es descendiente hebreo, quién es descendiente de Abraham. Por eso ese amor por Israel que tiene el cristianismo: porque hay millones de descendientes de Israel, de Jacob, que han venido por las diez tribus que fueron desarraigadas, desterradas y fueron enviadas entre los gentiles. Para el tiempo final Dios los va a reunir de nuevo en su tierra, habrá también un remanente de diez tribus y también de dos tribus, ciento cuarenta y cuatro mil en total que serán los escogidos de las doce tribus de Israel. Pero en medio del cristianismo han entrado al nuevo Pacto millones de descendientes de Jacob o de Israel. Y ahora, estamos en el tiempo final donde han estado entrando los últimos escogidos escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, entre ellos muchos descendientes de Abraham y también descendientes de Jacob o Israel, y también gentiles, porque todavía estamos en la Dispensación de la Gracia, todavía Cristo está en el Trono de Intercesión en el Cielo del Templo celestial y por consiguiente todavía estamos en el día de salvación. Este es el día de salvación, el día de la Dispensación de la Gracia, y ya tenemos dos mil años en el día de la salvación de Cristo hacia acá, del Sacrificio de Cristo hacia acá. Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, el Evangelio de la salvación, nació la fe de Cristo en mi alma, porque la fe viene por el oír. “Y con el corazón se cree para justicia pero con la boca se confiesa para salvación,” dice San Pablo en Romanos, capítulo 10. Y por consiguiente al nacer la fe de Cristo en mi alma, dí testimonio público de mi fe en Cristo recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también que ha recibido a Cristo como Salvador. Si hay alguno que todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, recuerde, todavía estamos en el día de la salvación, en donde usted puede obtener la misericordia divina y por consiguiente el perdón de vuestros pecados, ser limpio de todo pecado con la Sangre de Cristo y ser bautizado en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu de Cristo y obtener el nuevo nacimiento y así entrar al Reino de Dios y tener Vida eterna. Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” (San Juan, capítulo 10, verso 27 al 30). Recibimos a Cristo para obtener la Vida eterna, no es para meternos en una religión y decir que somos religiosos, es para entrar al Reino de Dios y tener la Vida eterna, y por consiguiente nuestro futuro asegurado con Cristo por toda la eternidad en Su Reino eterno. Sin Cristo usted está perdido, usted no tiene esperanza de vivir eternamente, Cristo dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna, y yo le resucitaré en el Día Postrero.” Cristo ha prometido resucitar a todos los creyentes en Él que han muerto físicamente, es para esas personas la primera resurrección, y para los que permanecen vivos siendo creyentes en Cristo nacidos de nuevo y llegue el momento de la resurrección, no hay ningún problema, serán transformados y tendrán el cuerpo eterno, y entrarán físicamente a la Vida eterna, tendrán un cuerpo como el cuerpo glorificado de Jesucristo y joven para toda la eternidad. Todavía estamos en el día de salvación. Si usted todavía no ha recibido a Cristo como Salvador, al escuchar la Palabra, el Evangelio de Cristo, ha nacido la fe de Cristo en vuestra alma, Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Ahora, usted ha escuchado y tiene la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador, para lo cual pueden pasar al frente y yo estaré orando por ustedes en esta noche para que Cristo les reciba en Su Reino glorioso. Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad y los está llamando, si oyes hoy Su Voz, no endurezcas vuestro corazón; Él está llamando para darle Vida eterna. “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen, y yo les doy Vida eterna.” Es Vida eterna lo que recibimos al recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” (San Juan, capítulo 14, verso 6). Para recibir la Vida eterna hay que venir al que es la Vida eterna que es Jesucristo, nadie le puede dar a usted la Vida eterna, excepto una sola persona, y Su Nombre es Señor Jesucristo. Todavía vienen más personas para estar a los Pies de Cristo recibiéndole como único y suficiente Salvador. Él es nuestra única esperanza de Vida eterna, no hay otra forma de obtener la Vida eterna y por consiguiente entrar al Reino eterno de Dios. En las demás naciones que están a través del satélite Amazonas o de internet, pueden también continuar viniendo a los Pies de Cristo, para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndole como único y suficiente Salvador. Los que se encuentran en Puerto Rico, en Venezuela, en Colombia, en Ecuador, en Perú, en Bolivia, en Paraguay, en Chile, en Argentina, en Uruguay, en todo el Brasil, también en todo el Caribe, también en Norteamérica, también en el Canadá, en Japón, en África, y en todas las demás naciones; pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba y queden cubiertos con la Sangre del nuevo Pacto y por consiguiente queden dentro del nuevo Pacto con Vida eterna. Lo más importante para todo ser humano es la Vida eterna. No hay otra cosa más importante. Si la vida terrenal es importante, cuánto más la Vida eterna, la vida temporal o física que tenemos la dio Dios a través de nuestros padres terrenales, pero la Vida eterna la da Dios a través de Jesucristo. El que tiene al Hijo, tiene la Vida eterna, o sea, el que tiene a Jesucristo, porque la Vida eterna está en Jesucristo y es Jesucristo, Él nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo el Hijo de Dios. Para eso es que lo recibimos como Salvador: para obtener la Vida eterna y vivir en Su Reino por toda la eternidad. Cuando nuestra vida terrenal termine, luego Él nos dará el cuerpo eterno y viviremos con Él en Su Reino eterno, esa es una promesa para los creyentes en Cristo. Él dijo a Marta la hermana de Lázaro cuando fue a resucitar a Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida, y el que cree en mí aunque esté muerto vivirá. El que vive y cree en mí, aunque esté muerto vivirá.” Eso dijo Jesucristo cuando fue a resucitar a Lázaro, y mostró, resucitando a Lázaro, que Él resucitará a todos los creyentes en Él que hayan muerto, y a los que estén vivos los transformará, Él tiene el poder para hacerlo, allí lo demostró; y en muchas otras ocasiones demostró que Él tiene el poder para resucitar a los muertos creyentes en Él y para transformar los vivos que estén en ese tiempo cuando ocurra la resurrección. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo en las diferentes naciones y también los que están aquí presentes. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta ocasión. Si falta alguno por venir, puede pasar al frente para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Algunas veces hay personas tímidas y les da vergüenza recibir a Cristo porque piensan que lo van a ver las demás personas venir a Cristo. Cristo no se avergonzó de usted para morir en la Cruz del Calvario por usted y por mí. No nos podemos avergonzar de Cristo. Él dijo: “El que se avergonzare de mí, yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en los Cielos.” (San Mateo, capítulo 10, versos 32 al 33). Y también dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre que están en el Cielo o en los Cielos.” Es día o tiempo de salvación, estamos en el fin del tiempo, estamos ya finalizando el día de salvación, pero todavía hay oportunidad de obtener la salvación y Vida eterna. El nombre de ustedes está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, por esa causa ustedes han estado escuchando la predicación del Evangelio de Cristo. Dios por medio de Su Espíritu les guió para estar escuchando la predicación de salvación, el Evangelio de Jesucristo, el Evangelio de nuestra salvación. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir, puede venir, tanto de los que están aquí presentes como de los que están en otras naciones, vamos ya a orar por todos. Si hay niños de diez años en adelante, también pueden recibir a Cristo como Salvador, pues Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo, todos los que están presentes y los que están en otras naciones, todavía vienen más personas de camino para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Es que Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad, y en ciudades cercanas en todo el Brasil y en todos los países, y los está llamando en este tiempo final. Con nuestros ojos cerrados los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración; nuestros ojos cerrados, también los que están en otras naciones y han venido a los Pies de Cristo, repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por mis pecados y por los de todo ser humano; reconozco que soy un pecador y necesito un Salvador.*** ***Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador. Me entrego a Ti, me rindo a Ti en alma, espíritu y cuerpo, sálvame Señor, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino, quiero nacer a la Vida eterna, quiero vivir Contigo por toda la eternidad, Señor, sálvame, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, perdonó vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma. Él dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Tan simple como eso. Ahora, ustedes me dirán: “Escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma y lo recibí como mi Salvador, ahora quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible en el Nombre del Señor. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Cuando Pedro predicó el Día de Pentecostés en el capítulo 2 del libro de los Hechos, todos los que creyeron preguntaron: “¿Qué haremos?” Pedro les dijo: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo, porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, para los que están cerca y para los que están lejos.” Y fueron bautizados aquel día como tres mil personas, y fueron añadidos a la Iglesia en ese día como tres mil personas. Eso está en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 36 en adelante hasta el 48. Y ahora me preguntarán: “¿Qué haremos?” Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo, fue lo que Pedro dijo y eso sigue así, todavía está escrito ahí en la Biblia. Ustedes me dirán: “¿Cuándo me pueden bautizar? Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor lo más pronto posible, ¿cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre de Jesucristo en estos momentos. **Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, a ustedes que están aquí presentes y los que están en otras naciones que han recibido a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador en estos momentos. Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.** El bautismo en agua es tipológico pero es un mandamiento del Señor. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; cuando la persona recibe a Cristo como Salvador, muere al mundo. Cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, tipológicamente está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando a una nueva vida: a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. **Que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego luego que sean bautizados en agua en Su Nombre. Y nos continuaremos viendo por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador.** Dejo al Reverendo Leví, para que les indique hacia dónde dirigirse para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, como bautizaban los Apóstoles en aquellos días. Que Dios les bendiga, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. “**EL DÍA DE SALVACIÓN.”**