--- title: 'Y aún hay lugar' date: 2007-05-27 activity: 1 place: city: Goiânia state: Goiás country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes y los que están en diferentes naciones a través del satélite Amazonas o de internet. Para esta ocasión leemos en San Lucas, capítulo 14, versos 16 al 24, la parábola de la gran cena. Estas son las palabras de Jesús donde dice: “*Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.* *Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.* *Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.* *Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses.* *Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.* *Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.* *Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.* *Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.* *Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.”* Tomamos el verso 22, donde el Siervo (el Espíritu Santo), dice a Dios, el Padre de Familia: “*Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.”* “**Y AÚN HAY LUGAR.”** Esta parábola nos habla de una gran cena, de la cual también en San Mateo, capítulo 22, verso 1 al 14, nos habla y dice que es una cena que el padre de familia ha preparado. Dice capítulo 22 de San Mateo, verso 1 en adelante: “*Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo:* *El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo* (es una fiesta de boda para el Hijo de Dios, fiesta que el Padre ha preparado, y dice)*: y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir.”* Y ahora, los convidados encontramos que son el pueblo hebreo que fue convidado para esta gran Cena de las Bodas del Cordero, de las Bodas del Hijo de Dios en el Cielo, de la cual nos habla Apocalipsis, capítulo 19, verso 7 en adelante: “*Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.* *Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.* *Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.”* Los que son convidados, llamados, a la Cena de las Bodas del Cordero, son bienaventurados: son bienaventurados todos los convidados, los llamados que responden ese llamado, que es la invitación más grande que se ha hecho desde el Cielo de parte del Padre Celestial a través de Su Siervo el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto. Y ahora, todos los que estarán en este grupo de convidados que han aceptado la invitación, son aquellos que han estado escuchando esa invitación que es la predicación del Evangelio de Cristo para todos los seres humanos, para venir a formar parte de la Familia de Dios, de la Casa de Dios. Es una fiesta familiar. Recuerden que la recepción es algo familiar: se invitan a todos los familiares y algunas veces algunos amigos también, algunas amistades. Y ahora, esta Fiesta será en el Cielo, es la Fiesta llamada: “La Cena de las Bodas del Cordero.” Son bienaventurados los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero. En el capítulo 14, de San Lucas, lo cual leímos al principio, nos dice que los que habían sido invitados que representan los judíos (o a los hebreos), no quisieron aceptar la invitación y pusieron muchas excusas, muchos pretextos; le buscaron muchos defectos a esa invitación y al Hijo de Dios para el cual sería la fiesta. Y le dieron más importancia, más valor, a los negocios, la compra de una hacienda, la compra de bueyes, y aun unas bodas o matrimonio terrenal, cuando hay unas bodas en el Cielo que es más importante que una boda terrenal; porque esa boda celestial es del Hijo de Dios. Y ser invitado, ser convidado a esa Fiesta de las Bodas del Cordero con Su Iglesia, es el privilegio más grande que una persona puede tener: ser un convidado, un invitado. Y ahora, el Siervo le notifica a su Señor; en palabras más claras, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto que libertó al pueblo hebreo a través del profeta Moisés y que es Cristo en Su cuerpo angelical, ese es el Cristo que dijo que antes que Abraham fuese, Él era (en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58). Ese es el Siervo, el instrumento de Dios, el Ungido de Dios con la presencia de Dios en él, porque es el cuerpo angelical de Dios. Es llamado: “El Ángel del Pacto” o “Ángel de Jehová.” Ese es un cuerpo angelical. Un cuerpo angelical es llamado también: “espíritu,” o sea, un espíritu es un cuerpo pero de otra dimensión. Y ahora, el Ángel del Pacto es el Espíritu Santo, un cuerpo de otra dimensión, llamado: “El Ángel de Jehová” o “Ángel de Dios,” o “Ángel del Pacto.” Por eso cuando la profecía de Malaquías, capítulo 3, verso 1, nos habla de la Venida del Señor, de la Venida del Mesías, nos dice que Él enviará delante de Él Su mensajero, el cual preparará el camino delante de Él. Ese mensajero fue Juan el Bautista, que vino anunciando que después de él vendría uno mayor que él: el Mesías, el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo; por lo tanto vendría como Cordero para ser el Sacrificio de Expiación por todos nuestros pecados. Él tomó nuestros pecados y por consiguiente se hizo pecado por nosotros. Dios cargó en Él el pecado de todos nosotros; y por lo tanto tenía que morir, porque la paga del pecado es muerte. Él tenía que morir en lugar nuestro para que nosotros podamos vivir eternamente. Y ahora, el Siervo del Padre de Familia, del Padre Celestial, del rey que prepara una Fiesta de Boda para Su Hijo, el Siervo, es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, a través del cual Dios obró, obra y obrará eternamente. Él luego tendría un cuerpo de carne en donde Dios con Su cuerpo angelical habitaría y eso sería la plenitud de la divinidad morando corporalmente, o sea, morando en un cuerpo de carne llamado: “Jesús.” El es el Verbo que era con Dios y era Dios, o sea Él es el Verbo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que era con Dios, y era Dios porque era Dios morando en ese cuerpo angelical. Ese es el misterio de Dios el Padre y del Ángel del Pacto, que es Cristo en Su cuerpo angelical. Y ahora, el Siervo notifica al Padre... recuerde que el Padre de Familia, que es Dios, es mayor que el Siervo. El mismo Cristo hablando del Padre dijo: “El Padre mayor es que yo.” Y ahora, el Padre de Familia, el Rey de los Cielos y la Tierra, al escuchar la noticia de que los que habían sido convidados no quisieron ir a la cena, enojado el Padre le dice al Siervo: “Ve por los caminos, ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.” Bajo la predicación del Evangelio de Cristo, de lo cual Cristo dijo: “Id por todo el mundo, y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Tan simple como eso es la situación para todo ser humano: o salvación o condenación. Y ahora, el Siervo, que es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, desde el Día de Pentecostés en adelante, comienza a llamar para la Cena de las Bodas del Cordero, comienza a traer dentro de la Familia de Dios (que es la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales son la Familia de la fe), comienza a traer seres humanos a los cuales el Siervo, el Espíritu Santo, usando diferentes predicadores, como los Apóstoles en medio de Israel, y en medio de los gentiles y los diferentes mensajeros de cada edad de la Iglesia (los siete mensajeros desde San Pablo hasta el reverendo William Branham), comienza a llamar y a traer dentro de la Iglesia, que es la reunión de los convidados, comienza a traer pobres, mancos, cojos y ciegos. Por eso ustedes encuentran que la Escritura dice: “Y a los pobres es anunciado el Evangelio.” Por eso también ustedes encuentran que se predicaba el Evangelio y eran también sanados los enfermos y eso ha continuado en todo el tiempo, porque la sanidad divina fue dada para todos los seres humanos en la Cruz del Calvario. Todo ser humano tiene derecho a la sanidad divina: está disponible, solamente tiene que extender la mano de la fe y tomarla. Le corresponde a cada persona tomarla, a Dios le corresponde darla, y ya Él la dio en la Cruz del Calvario, ya Él llevó nuestros pecados y por Su llaga fuimos nosotros sanados. Él llevó nuestras enfermedades. Por lo tanto, le toca a la persona reclamar lo que le corresponde: la sanidad de su alma y la sanidad del cuerpo también. Es un asunto de fe, de fe en lo que ya está dicho y ha sido hecho por Cristo en la Cruz del Calvario. Y ahora, luego que transcurre el tiempo, luego el Siervo regresa y dice: “Se ha hecho como tú mandaste.” Eso es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto reportando que el trabajo que Él ordenó hacer, que el Padre ordenó hacer, se hizo, se hizo durante las diferentes etapas de la Iglesia: en el tiempo de los Apóstoles en medio del pueblo hebreo y luego entre los gentiles, comenzando con San Pablo entre los gentiles, y luego continuando con cada uno de los Ángeles mensajeros correspondientes a cada edad de la Iglesia. Ya el trabajo para las siete edades de la Iglesia entre los gentiles, se ha hecho, y luego el Siervo, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, dice al Padre: “Se ha hecho como mandaste, y todavía hay lugar.” Y ahora, ¿dónde va Él a colocar más convidados, más invitados? No los puede colocar en la primera edad, ni en la segunda, ni en la tercera, ni en la cuarta, ni en la quinta, ni en la sexta, ni en la séptima, tiene que tener un lugar especial: en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, en la Familia de Dios, en el Templo de Dios, en la Casa de Dios dónde colocar esas personas: ese lugar es la Edad de la Piedra Angular. Todavía hay lugar. ¿Cuál es el lugar? La Edad de la Piedra Angular en el Cuerpo Místico de Cristo, en el Templo Espiritual de Cristo. Ahí es donde surge el llamado del Espíritu Santo en este tiempo final, para entrar a formar parte de los convidados a la Cena de las Bodas del Cordero, a esa gran fiesta que el Rey ha preparado para Su hijo, para Jesucristo, el Hijo de Dios. Y ahora, el llamado es con la gran Voz de Trompeta del Evangelio de Cristo, del Evangelio de la Gracia y del Evangelio del Reino. Es una gran Voz de Trompeta, la gran Voz de Trompeta del año del jubileo: del año del jubileo de la Dispensación de la Gracia y del año del jubileo de la Dispensación del Reino. Por eso a ese llamado responderán gentiles y judíos. Y ahora, nos encontramos en un tiempo en que todavía hay lugar, y esas personas que responderán a ese llamado, tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el libro de la Vida, y el Siervo, el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo los llama por su nombre, porque Él conoce los nombres de los que están escritos en Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. En una ocasión en que Jesús mandó a predicar y a echar fuera demonios a setenta de Sus discípulos, ellos luego regresaron muy gozosos, diciéndole a Jesús: “Aun los espíritus se nos sujetan en Tu Nombre.” O sea, obedecen lo que ellos le decían en el Nombre del Señor Jesucristo, les ordenaban salir de las personas, y obedecían. Y Jesús les dice: “No os gocéis de que los espíritus se os sujetan en mi Nombre, sino gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.” \[San Lucas 10:20\] Ese es el motivo más grande de gozo: saber que nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por lo tanto, esta gran Fiesta de la gran Cena para todos los que serían recogidos o llamados, por medio de la Voz del Espíritu Santo en la predicación del Evangelio de Cristo, serían bienaventurados. Esos son los que estarán en la Cena de las Bodas del Cordero con las vestiduras de boda, que es el cuerpo angelical eterno y el cuerpo físico glorificado; y así tendremos las dos porciones: tendremos las primicias del Espíritu y luego tendremos la plenitud al recibir el cuerpo nuevo y eterno, y entonces tendremos Vida eterna espiritual y Vida eterna física también, y entonces seremos inmortales físicamente en el nuevo cuerpo que hemos de tener, y jóvenes para toda la eternidad. Eso es para los convidados a la Cena de las Bodas del Cordero, que aceptarían esa invitación de todo corazón y vendrían a formar parte de la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, y que es la Familia, por consiguiente, de Cristo, y por consiguiente la Familia del Hijo de David. Él dijo: “¿Quién es mi madre? ¿Y quiénes son mis hermanos?” Él dijo: “Los que oyen la Palabra de Dios.” \[San Mateo 12:48-50\] También la Escritura dice en Hebreos, capítulo 2, que Él llevará muchos hijos a la gloria, o sea, muchos hijos e hijas de Dios. Por lo tanto, Él será el que llevará a la perfección, y por consiguiente, a la glorificación de todos los hijos de Dios. Él no se avergüenza de llamarlos: “Hermanos.” Y Él dice: “Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré.” Eso está en el capítulo 2 de Hebreos. Y ahora, todas estas personas que han entrado a la Casa de Dios son los que han aceptado la invitación, algunos judíos, o sea, algunos del reino del Sur y otros del reino del Norte y de todos los pueblos de entre los gentiles. Y ahora, estamos en el tiempo que solamente queda un lugar donde pueden ser colocados los invitados, los convidados de este tiempo final, y por consiguiente estará siendo escuchado el llamado para entrar a ese lugar que queda en el Cuerpo Místico de Cristo, para ahí nacer del Agua y del Espíritu en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, y venir a ser parte de los convidados que aceptaron la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Cena de las Bodas del Hijo de Dios, del Rey de los Cielos y la Tierra. Cristo está en el Cielo como Sumo Sacerdote haciendo intecesión de edad en edad por cada persona que sería llamada y entraría a formar parte de los convidados a la Cena de las Bodas del Cordero, los cuales entrarían a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo. Dios moraba en medio del pueblo hebreo, por esa causa era llamada: “La Iglesia del Antiguo Testamento,” “Los sacados del mundo,” “Los sacados de Egipto.” Luego encontramos a la Iglesia del Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento como el pueblo de Dios. De judíos y gentiles, Dios ha estado haciendo o creando un pueblo para Su Nombre. De los dos pueblos: hebreos y gentiles, ha estado creando un pueblo para Su Nombre, de los dos haciendo un nuevo hombre y por consiguiente un nuevo pueblo. Es una obra de creación bajo el Programa de Redención. Dios está creando una nueva raza por medio del Espíritu Santo en medio de la raza humana, está creando una raza con Vida eterna, de la cual Jesucristo es la cabeza, el primero; y todos seremos a Su imagen y semejanza. En medio de la raza humana ha estado ocurriendo el milagro más grande de creación: la creación de una nueva raza. Algunos han tomado el cristianismo solamente desde el punto de vista religioso, pero algunos no han visto el punto de vista espiritual y físico de la creación de una nueva raza con Vida eterna, de la cual Jesucristo es el segundo Adán y por consiguiente la cabeza de esa nueva raza, a la cual pertenecen todos aquellos que aceptarían el llamado, la invitación del Padre, el Rey de los Cielos y la Tierra, a través del Siervo, el Espíritu Santo, por medio de la predicación del Evangelio de Cristo. El Mensaje del Evangelio de Cristo es llamado: “El Evangelio de la paz,” “El Evangelio de salvación.” Y por consiguiente es el llamado a la Cena de las Bodas del Cordero. Cristo no puede salir del Trono del Padre donde está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su Sangre por todos aquellos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Hasta que sea redimido hasta el último que está escrito allí, Cristo no puede salir del Trono del Padre: tiene que permanecer como Sumo Sacerdote allí. Ahí está la explicación de porqué han transcurrido tantos años (unos dos mil años, dos milenios), en donde se ha estado predicando el Evangelio de Cristo y también se ha estado anunciando que Él vendrá nuevamente. Algunos quizás pensaron: “Ya no vendrá.” Otros se han peguntado: “¿Y por qué será que no ha regresado?” Porque Él no puede regresar, hasta que Él haya redimido hasta el último escogido escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, para que así entre al Reino de Cristo, venga a formar parte de la Iglesia de Jesucristo. La predicación del Evangelio de Cristo llega hasta el corazón de toda persona que está escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y ese es el llamado del Padre a través del Espíritu Santo, el Siervo, para traerlos a la Casa de Dios, la Casa que es la Familia de Dios. “Como Moisés fue fiel en toda la Casa de Dios, Jesucristo como Hijo es fiel en toda la Casa de Dios, la cual Casa somos nosotros,” dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 1 al 6. Y ahora, hemos visto que la Familia de Dios, la descendencia de Dios, son los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, pertenecen a una Familia celestial, son descendientes de Dios. Como Jesucristo ha venido de Dios, cada hijo de Dios ha venido de Dios. Por eso es que llamamos a Dios: “Padre nuestro.” Y ahora, está naciendo el grupo Benjamín de la Familia de Dios, el último grupo que corresponde a la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Y ahora, estamos en el tiempo en que de un momento a otro el Evangelio pasará de los gentiles a los judíos. Eso está muy cerca. Cuando ustedes vean a los judíos buscando alimento, eso será como los hermanos de José buscando alimento para no perecer de hambre, y también como cuando Jacob se agarró del Ángel de Dios, de Jehová. Eso era Jacob agarrándose del Ángel del Pacto, de Cristo en Su cuerpo angelical, en el cual estaba Dios. Por eso Jacob, luego que recibió la bendición, le pregunta por el nombre y Él le dice: “¿Por qué preguntas por mi nombre, el cual es oculto o admirable?” Y lo bendijo allí. \[Génesis 32:29-30\] Y Jacob luego dice que llamó el lugar: “Peniel.” Capítulo 32 del Génesis, verso 24, en adelante, dice: “*Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.* *Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.* *Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.”* Vean, Jacob estaba interesado en la bendición de Dios. Así es como se busca a Dios: agarrándose bien de Dios y buscando la bendición de Dios. No es por ir a la Iglesia sino por buscar la bendición de Dios, por estar bien agarrados de Dios. Y cuando escuchan la predicación del Evangelio de Cristo vienen las bendiciones de Dios siendo habladas. La fe crece porque la fe viene por el oír la Palabra. Usted se fija en una persona que deja de asistir a las actividades, deja de asistir a la predicación del Evangelio de Cristo y su fe va decayendo. Para que la fe siga creciendo, la persona tiene que continuar escuchando la Palabra de Dios. Esa es la forma en que nace la fe y crece la fe. “Auméntanos la fe,” le dicen los discípulos a Cristo. \[San Lucas 17:5\] ¿Cómo se aumenta la fe? Escuchando la Palabra de Dios, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios. La fe crece, así como nosotros nacimos pequeños, pero a medida que hemos estado comiendo, hemos estado creciendo; y a medida que la persona se come la Palabra, su fe va creciendo. “*No te dejaré, si no me bendices.”* Los creyentes en Cristo no sueltan a Cristo sino que se mantienen agarrados de Cristo, hasta que reciban hasta la bendición del nuevo cuerpo. Jacob necesitaba un cambio y en ese cambio su nombre sería cambiado. Tenemos la promesa también de un cambio de nombre. El mismo Cristo dice que Él tiene un Nombre Nuevo; y también Él fue glorificado, recibió un cambio en Su cuerpo, fue glorificado. Y todos nosotros también necesitamos un cambio de cuerpo, una transformación, un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo. Esa es la clase de cuerpo que Él ha prometido para nosotros. Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21; y Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 58; y Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 12 al 17, dan testimonio de esa promesa. Y en Romanos, capítulo 8, versos 14 al 29, también da testimonio de esa promesa de la adopción de hijos o como hijos e hijas de Dios, que serán la redención del cuerpo, en donde obtendremos el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado; y entonces todas las promesas físicas del Reino de Dios como ser Reyes literalmente y Sacerdotes literalmente y Jueces literalmente en el Reino de Cristo, que será el Reino Milenial y que será el Reino de David restaurado, lo cual será el Reino de Dios en la Tierra. Ahí tendremos las bendiciones físicas en ese Reino de Cristo. Y ahora, ¿qué estamos esperando? Que se complete el número de los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, se complete, ¿dónde? En la Iglesia de Jesucristo, en la etapa correspondiente a nuestro tiempo, que es la Edad de la Piedra Angular. El lugar, del cual el Siervo dijo: “Y aún hay lugar; se hizo como mandaste y aún hay lugar.” Se ha hecho como Dios mandó para las diferentes edades de la Iglesia entre los gentiles, y aún hay lugar, sabiendo que la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo es un Templo Espiritual donde Dios moraría, y Dios mora en ese Templo Espiritual, en Espíritu Santo. Encontramos que ese Templo durante la Dispensación de la Gracia ha estado manifestado en la etapa del Lugar Santo. Por eso está el candelabro con sus siete lámparas encendidas, son las siete edades con sus sietes mensajeros encendidos con el fuego del Espíritu Santo alumbrando en cada etapa de la Iglesia. Ese ha sido el lugar donde han estado siendo juntados los convidados a la Cena de las Bodas del Cordero durante la Dispensación de la Gracia. Pero ahora todavía hay lugar, ¿dónde? En el Lugar Santísimo de ese Templo Espiritual, un Templo que Él está construyendo con seres humanos; y por consiguiente es el Lugar de morada de Dios en Espíritu Santo. Cristo dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” \[San Mateo 28:20\] ¿Cómo estaría? En Espíritu Santo. Esa es la forma en que Dios ha estado morando en medio de Su Iglesia a través del Espíritu de Cristo. Así fue en medio del pueblo hebreo. Dios mora en medio del pueblo hebreo en Espíritu Santo (o sea, en el Ángel del Pacto), y hablaba a través de los profetas y el pueblo escuchaba la Voz de Dios por medio del Ángel del Pacto, que es el Espíritu Santo, usando un velo de carne. Así es también en medio de la Iglesia de Jesucristo; como fue en la Iglesia del Antiguo Testamento, el pueblo hebreo, es en la Iglesia del Nuevo Testamento compuesta por judíos y gentiles, o hebreos y gentiles. Para este tiempo final estamos viviendo en la etapa paralela a la del día de Jesucristo, de dos mil años atrás. ¿Y qué significa todo esto? Que así como el Ángel del Pacto en que estaba Dios, el Ángel del Pacto, que es el Verbo que era con Dios, la teofanía, cuerpo teofánico angelical que estaba con Dios, luego más adelante se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, habitó en medio de la Iglesia del Antiguo Testamento, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Por eso Juan el Bautista, que era el Mensajero de la séptima etapa de la Iglesia hebrea, anunció que después de él vendría uno mayor. Él estaba anunciando que vendría el Ángel del Pacto, vendría en carne humana, el Verbo se haría carne y habitaría en medio del pueblo, y entonces el que habitaba en cuerpo angelical, en Espíritu Santo en medio del pueblo hebreo, luego habitaría también con un cuerpo físico tangible, visible, y que podrían escucharlo hablar. El mismo que hablaba a través de los Profetas, luego estaría con Su propio cuerpo hablándole al pueblo, pero Él vendría para llevar a cabo el Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano, por lo tanto no sería comprendido, no sería entendida Su Venida por los líderes religiosos de aquel tiempo. El Sumo Sacerdote y el Concilio del Sanedrín compuesto por setenta sabios, líderes religiosos encabezados por el sumo sacerdote que venía a ser el número setenta y uno. Tampoco fue comprendido por los fariseos y tampoco por los saduceos (los saduceos eran los sacerdotes y los fariseos venían a ser los rabinos). Y ahora, encontramos que tenía que ser en esa forma, porque si lo llegaban a reconocer y a recibir, el Reino de Dios tenía que ser establecido en aquellos días en la Tierra físicamente, pero sería un reino de mortales. Y el Reino que Cristo establecerá en la Tierra, será eterno, no tendrá fin, será un Reino que traerá la paz para Israel y por consiguiente para Jerusalén, y hará honor al nombre: “Jerusalén,” trayendo la paz para Jerusalén; y sentándose sobre el Trono de David, el Príncipe de paz, que es el único que puede traer la paz a Jerusalén, a todo Israel y a toda la humanidad. Fuera del Príncipe de paz estableciendo Su Reino en la Tierra, no hay forma en que Israel y la humanidad reciban la paz imperecedera o eterna, podrán recibir la paz temporal o temporera. El Apóstol Pablo dice que “cuando digan: paz y seguridad, entonces vendrá destrucción repentina.” \[Primera de Tesalonicenses 5:3\] O sea, que se va a obtener una paz temporal, pero eso es bueno, en lo que llega la perfecta es bueno. Pero terminará con destrucción. Pero cuando sea establecida la paz imperecedera en el Reino del Mesías, esa permanecerá. La paz se extenderá de Jerusalén, todo Israel, y toda la humanidad (a toda la humanidad). De ahí saldrá la paz. Todas las naciones estarán siendo gobernadas por la corona del Mesías, o sea, que estarán bajo la corona del Mesías. Por eso es llamado: “Un imperio,” y es un imperio mundial, con capital en Israel, y la capital será Jerusalén y todo el territorio de Israel será el Distrito Federal. Ahí van a estar también los convidados a la Cena de las Bodas del Cordero que habrán recibido, que habrán aceptado la invitación. Pero antes de eso irán a la gran fiesta en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial, iremos en cuerpos glorificados, juntamente con los santos de la Iglesia de Jesucristo de todas las edades, que serán resucitados en cuerpos eternos para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, a la fiesta más grande, más importante que se haya llevado a cabo en el Cielo. Por lo tanto, será la fiesta más importante de todo el Universo, del Universo físico y del Universo espiritual. Será una fiesta preparada por el Padre, por Dios, por el Rey de los Cielos y de la Tierra, y Él la prepara bien. Ahí veremos a los Ángeles trabajando en esa gran fiesta, y allí estaremos como invitados. Por lo tanto, hay lugar. Aún hay lugar en el Reino de Cristo, en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, para entrar como convidados para la Cena de las Bodas del Cordero. Todavía hay lugar para redención, para obtener la salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso todavía se predica el Evangelio de Cristo, el Evangelio de nuestra Salvación, el Evangelio de la paz, porque todavía hay lugar en el Reino de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, en la Casa de Dios, para entrar, y por consiguiente poder ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Al final, cuando se haya completado la Iglesia, Cristo saldrá del Trono de intercesión y se convertirá en el León de la Tribu de Judá, en el Rey de reyes y Señor de señores, en el Hijo de David, para reclamar Su Reino, Su Trono, y todos los que Él ha redimido con Su Sangre; y reclamar el planeta Tierra completo, porque Él es el heredero, no solamente de la Tierra sino también de los Cielos, Él es el heredero de toda la creación, la cual Dios realizó a través de Cristo y para Cristo. Por lo tanto, toda persona que en este tiempo escucha la predicación del Evangelio de Cristo, está escuchando la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón. El llamado es para bendición y Vida eterna. El Siervo dijo: “Y todavía hay lugar.” Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, acepté Su invitación y entré a formar parte de la Familia de Dios, y entré al lugar que todavía hay para recibir a todos los hijos e hijas de Dios de este tiempo final. ¿Y quién más escuchó el llamado y lo aceptó y entró? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que todavía no lo ha recibido como Salvador y por consiguiente no ha aceptado el llamado a la Cena de las Bodas del Cordero, puede hacerlo en estos momentos y yo estaré orando por usted. El Siervo, el Espíritu Santo, dijo al Padre: “Se ha hecho como mandaste, y todavía hay lugar.” Todavía hay lugar en la Casa de Dios para entrar a formar parte de la Familia de Dios, para entrar a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, para lo cual la invitación ha sido hecha. Pueden venir a los Pies de Cristo y estaré orando por ustedes en esta ocasión para que Cristo les reciba en el lugar que todavía tiene espacio para ustedes. Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo. Por cuanto todavía hay lugar en el Reino de Cristo, se continúa evangelizando, se continúa predicando el Evangelio de Cristo, el Evangelio de la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero, para que se llene la Casa de Dios. Cuando entre el último hijo de Dios a la Casa de Dios, se habrá llenado la Casa de Dios y entonces la Puerta será cerrada conforme a San Lucas, capítulo 13, versos 25 al 27. Pero todavía la Puerta está abierta para entrar a la Casa de Dios. Cristo dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare, será salvo.” \[San Juan 10:9\] Cristo es la Puerta para entrar a la Casa de Dios, al lugar en donde todavía hay espacio para entrar, entramos por la Puerta, que es Cristo. Él es la Puerta de Su Casa, de Su Iglesia y de la Dispensación de la Gracia. Él es la Puerta angosta y el Camino angosto, pero es la Puerta y el Camino que nos lleva a la Vida eterna. Él dijo: “Esforzaos a entrar por la Puerta.” \[San Lucas 13:24\] Todavía hay lugar en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, para entrar y formar parte de ella, y obtener así la salvación y Vida eterna. \[San Juan 3:16\] “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* Es Vida eterna creer en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. En las demás naciones que están conectadas con el satélite Amazonas o por internet, pueden continuar viniendo también a los Pies de Cristo para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir, puede venir. Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, es la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo, hablándonos por medio del Evangelio y así llamándonos para entrar a la Cena de las Bodas del Cordero, para entrar a la Casa de Dios. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno por venir, puede venir; y en las demás naciones también; ya vamos a orar, vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo; y los que han venido a los Pies de Cristo repitan conmigo esta oración. Con nuestros ojos cerrados. También los que están en otras naciones repitan conmigo esta oración, los que han venido a los Pies de Cristo: ***Señor Jesucristo, escuché la predicación de Tu Evangelio y nació Tu fe en mi corazón. Señor, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre bajo el Cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos; creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por mis pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Redentor, necesito un Salvador.*** ***Señor, Te recibo como mi único y suficiente Redentor, como mi único y suficiente Salvador. Sálvame, Señor, Te lo ruego; perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer en Tu Reino a la Vida eterna. En Tus manos me encomiendo en alma, espíritu y cuerpo. Me rindo a Ti, sálvame, Señor, Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso. Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestro corazón, en vuestra alma, y lo han recibido de todo corazón. Ahora ustedes me dirán: “Quiero ser bautizado en agua en Su Nombre, pues Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” La pregunta es: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos. **Y que Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.** Ustedes que están en otras naciones también pueden ser bautizados en agua en estos momentos. **Y que Cristo también les bautice a ustedes con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento.** Y ahora, pregunto al reverendo Josué Cunha si hay agua: ¿Hay agua? ¿Hay bautisterio? ¿Hay ropas bautismales? También hay ropas bautismales. ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán, ministros que les bautizarán, y personas que les ayudarán a llegar a los vestidores de ropa, y por consiguiente cuidarán de sus ropas mientras ustedes son bautizados. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en estos momentos, los que están aquí presentes y los que están también en otras naciones, donde también hay bautisterios, hay ministros que les bautizarán, hay ropas bautismales y personas que les ayudarán. **Y que Cristo, a ustedes también, les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y nos continuaremos viendo en el Reino de Cristo por toda la eternidad.** Continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador. Muchas gracias, y con ustedes el reverendo Josué Cunha para indicarles hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, que es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por eso bautizaban los Apóstoles en el Nombre del Señor Jesucristo: porque ése es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**Y AÚN HAY LUGAR.”**