--- title: 'La Puerta de Salvación' date: 2005-11-11 activity: 1 place: Lo Prado city: Santiago de Chile state: Región Metropolitana country: CL duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; y los que están a través de internet en diferentes naciones. ***Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos permita entender en esta noche Su Palabra. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Para esta ocasión leemos en San Juan, capítulo 10, verso 7; y en San Juan, capítulo 10, verso 9. Y dice Jesús: “*Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.”* Y en San Juan, capítulo 10, verso 9, dice: “*Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Para esta ocasión nuestro tema es: **“LA PUERTA DE SALVACIÓN.”** A través de los siglos y milenios se ha estado hablando de salvación para individuos y de salvación para naciones. Por ejemplo, en el tiempo del diluvio encontramos que Dios salvó a Noé y su familia, y por consiguiente hubo un medio de salvación dado por Dios, que fue el arca, y hubo una puerta para entrar a esa arca; y todos los que entraron por esa puerta cuando vino el diluvio fueron salvos, y por consiguiente entraron al nuevo mundo para reproducirse y ser poblado el planeta Tierra de todos aquellos que entraron por la puerta de salvación: la puerta del arca que fue mandada a hacer. Y ahora, también encontramos al pueblo hebreo en Egipto, y encontramos que los primogénitos del pueblo hebreo en la noche de la pascua que vino la muerte para todos los primogénitos en Egipto; los primogénitos de los hogares hebreos no murieron esa noche, ¿por qué? Porque ellos entraron por la puerta que tenía la sangre del cordero pascual aplicada en el dintel y los postes. Y por consiguiente cuando vino la Visita de Dios trayendo el juicio divino y trayendo la muerte a los egipcios, estaban seguros dentro de la casa, de los hogares hebreos, todos los primogénitos hebreos, porque habían entrado por la puerta que tenía la señal de la sangre aplicada en ella; y esa puerta, como la puerta del arca, tipifica al Mesías. Y ahora, encontramos que Cristo nos habla de la Puerta angosta en San Mateo, capítulo 7, versos 13 al 14, y nos dice: “*Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;* *porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.”* La Puerta que lleva a la Vida eterna es angosta, y la Puerta que lleva a la Vida eterna es la Puerta del Redil, que es Cristo nuestro Salvador; porque Cristo se identifica con la Puerta de las ovejas, y dice: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare, será salvo.” \[San Juan 10:9\] Por lo tanto, la Puerta de salvación es Cristo. Y todas estas puertas, como la puerta del arca, por la cual entraron aquellos que se salvaron del diluvio, y la puerta por la cual entraron los primogénitos del pueblo hebreo y estaban dentro del hogar que tenía esa puerta con la señal de la sangre; vean, fueron salvos, evitaron morir, fueron preservados esos primogénitos, la vida de ellos fue preservada, como también la vida de los que entraron por la puerta del arca. Y ahora, la vida de los que han de vivir eternamente es preservada, porque entran por la Puerta angosta, que es Cristo. El Redil es la Iglesia del Señor Jesucristo, y tiene una Puerta; y esa Puerta es Cristo. El Redil de la Iglesia de Jesucristo, es la Iglesia de Jesucristo, la Casa de Dios. Y ahora, San Pablo hablándonos de la Iglesia del Señor Jesucristo en Primera de Timoteo, capítulo 3, nos dice en el verso 15: “*Para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.* Y ahora, la Casa del Dios Viviente es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahora, la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, tiene una Puerta; así como el templo tiene una puerta, y la Iglesia de Jesucristo, que es la Casa de Dios es el Templo de Dios, el Templo Espiritual de Jesucristo, y tiene una Puerta por la cual toda persona necesita entrar, para así colocarse dentro de la Casa de Dios. Y esa Puerta ya hemos visto que es Cristo nuestro Salvador. Y por consiguiente toda persona que entra por esa Puerta estará seguro, y su vida, la vida de su alma será preservada en el Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. El llamado para entrar a la Casa de Dios, ha sido efectuado con la predicación del Evangelio de Cristo, a través de estos dos mil años que han transcurrido; y todavía continúa el llamado de Dios. Vean aquí en esta Parábola de San Lucas, capítulo 14, verso 16 al 24, nos habla de ese llamado y nos dice: “*Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos.* *Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.* *Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses.* *Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.* *Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Vé pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.* *Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar.* *Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.* *Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.”* Y ahora, en la Casa en donde son colocados todos los que van a estar en la gran Cena, esa Casa es la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo. Y con la predicación del Evangelio de Cristo, conforme ordenó Cristo en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16, cuando dijo: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Todos los que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y creen en Cristo como su único y suficiente Salvador, y son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, produce en ellos el nuevo nacimiento y nacen a una vida nueva, a la Vida eterna en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, que es el Reino de Dios. Y por consiguiente esos son los que han aceptado la invitación para estar en la Cena de las Bodas del Cordero, que se efectuará en el Cielo, y que será la Fiesta más importante que se haya realizado en el Cielo; donde estarán los Ángeles de Dios y donde estarán los hombres de Dios del pasado, desde Adán en adelante. Por lo tanto, ahí estarán también los grandes profetas de Dios, los patriarcas y todos esos hombres de Dios, y todos los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Pero todos aquellos que no han aceptado la invitación, que no han recibido el Evangelio y no han recibido a Cristo como Salvador, no podrán estar en esa gran Cena de las Bodas del Cordero, porque no han entrado a la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, a través de la Puerta, que es nuestro amado Señor Jesucristo. Y ahora, han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá y de la predicación del Evangelio de Cristo hacia acá, y el Siervo que es el Espíritu Santo, el cual ha estado buscando a todas las personas para que entren a la Casa de Dios, y queden así dentro de la Casa de Dios, y sean los invitados a la Cena de las Bodas del Cordero, ahora (para este tiempo final luego de las siete etapas o edades de la Iglesia), dice al Padre de familia: “Se ha hecho como mandaste y todavía hay lugar.” \[San Lucas 14:22\] ¿Y dónde hay lugar en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, luego de las siete edades? Pues en la Edad de la Piedra Angular, que corresponde al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo. Ese es el Lugar más importante, y ese es el Lugar donde están siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios de este tiempo final; ese es el lugar que quedaba todavía sin ser lleno; y ahora está siendo lleno de convidados que están aceptando la invitación del Padre de Familia, dada por el Espíritu Santo a través del Mensajero correspondiente a nuestro tiempo, y de todos los obreros que junto a ese Mensajero, llevan ese Mensaje de invitación a la Casa de Dios y a la Cena de las Bodas del Cordero. Todos tienen que entrar por la Puerta, que es Cristo. El que no cree y no entra por esa Puerta, no será salvo. Cristo dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare, será salvo.” Por lo tanto, esas personas que entran por esa Puerta, por Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, serán las personas que vivirán en el Reino Milenial y luego en la eternidad; esas son las personas que también están invitadas y han recibido la invitación y la han aceptado, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, a la Casa de nuestro Padre Celestial. Y esa gran Fiesta durará tres años y medio; mientras la humanidad estará pasando por los juicios de la gran tribulación aquí en la Tierra, en el Cielo estarán los convidados a la Cena de las Bodas del Cordero, que han entrado por la Puerta, que es Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Vean, algún día esa Puerta va a ser cerrada, algún día se cerrará la Puerta de la Dispensación de la Gracia, se cerrará la Puerta de la Casa de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo; y luego las personas que desearán entrar, ya no podrán entrar. De eso fue que Cristo habló en San Mateo, capítulo 25, verso 10 al 13 dice (hablando de las diez vírgenes: cinco prudentes y cinco fatuas), dice: “*Pero mientras ellas iban a comprar,* (o sea, a comprar aceite, las vírgenes insensatas) *vino el esposo* (o sea, se cumplió la Segunda Venida de Cristo)*; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.”* Aquí tenemos la profecía bíblica dada por Jesucristo que esta Puerta va a ser cerrada en algún momento: cuando hayan entrado las vírgenes prudentes con Cristo, el Esposo. “*Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él , respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.* *Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.”* Por lo tanto, es necesario que toda persona entre por esa puerta, antes que sea cerrada esa Puerta. Y ahora, en San Lucas, capítulo 13, nos habla también de esta Puerta, y nos dice capítulo 13, verso 22 al 27, de San Lucas: “*Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén. Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.* *Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.”* Aquí nuevamente Cristo nos habla de esa Puerta y nos dice que va a ser cerrada. Pero mientras no ha sido cerrada nos dice Cristo: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta.” Cada persona está llamada a entrar por la Puerta angosta, que es Cristo, para entrar ¿dónde? A la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo; y por consiguiente entrar al Reino de Dios, y asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno; y estar así convidado y haber aceptado la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero, y por consiguiente ser una persona privilegiada, una persona bienaventurada que ha aceptado la invitación a la Cena de las Bodas del Cordero. Vean aquí, en Apocalipsis, capítulo 19, nos dice verso 7 en adelante: “*Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.* *Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.* *Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero.”* Son bienaventurados los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero, los cuales han aceptado la invitación, y han entrado por la Puerta, que es Cristo, a la Casa de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo, al Reino de Dios. Y así han asegurado su lugar en el Reino de Dios y por consiguiente la Vida eterna, y han asegurado que van a estar en la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. Ya tienen la invitación, han recibido la invitación, y tienen la vestidura de boda, que es el Espíritu Santo, y por consiguiente han nacido de nuevo, y les falta solamente el vestido físico, que será el cuerpo, nuevo, eterno, inmortal y glorificado; y así estaremos vestidos espiritualmente y físicamente con el vestido de Boda, para ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; para ir con el Esposo: Jesucristo, a la Cena de las Bodas del Cordero. Yo escuché la invitación y entré por la Puerta, que es Cristo, al Redil de Cristo, el Buen Pastor, a la Iglesia del Señor Jesucristo, al Reino de Dios; y por consiguiente tengo la invitación; y yo iré con Cristo, el Esposo, a la Cena de las Bodas del Cordero, que será la Recepción de las Bodas de Cristo con Su Iglesia. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también; porque hemos escuchado la invitación: la predicación del Evangelio de Cristo, y hemos respondido a esa invitación; y hemos entrado a la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, donde Él coloca a todos los convidados que responden a ese llamamiento. Y la Casa en las etapas pasadas se llenó, cada etapa se llenó con convidados. Y ahora solamente queda un lugar, que corresponde a la etapa del Lugar Santísimo, que es la Edad de la Piedra Angular, en el Templo espiritual de Cristo, que se está llenando. Y de un momento a otro entrará el último, y entonces se habrá llenado esa parte de ese Templo Espiritual de la Casa de Dios, y se cerrará la Puerta; ya nadie más podrá entrar. Recuerden que a una boda que es muy importante, solamente van los que tienen la invitación. Así que para la Cena de las Bodas del Cordero allá en el Cielo, solamente irán aquellos que tienen la invitación y tienen la vestidura de Boda; que son los que han entrado por la puerta a la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, y la Puerta es Jesucristo, donde está la Sangre de Cristo aplicada y donde está el Espíritu de Cristo, y donde el Espíritu de Cristo es aplicado al alma de la persona, y el Espíritu de Cristo es la Vida de la Sangre. Por lo tanto, la señal para la persona es el Espíritu Santo. Y ahora, la Puerta de Salvación, hemos visto que es Jesucristo. Él dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare, será salvo.” Y ahora, si alguno no ha entrado por esa Puerta al Redil del Señor, a la Casa de Dios, a la Iglesia de Jesucristo, al Templo espiritual de Cristo, lo puede hacer en esta ocasión y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted en nuevo nacimiento; y así usted entre a la Casa de Dios, el Templo de Dios, el Reino de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, y quede ahí asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Vamos a dar unos minutos en lo que vienen las personas que no han entrado a la Casa de Dios, que no han entrado por la Puerta, que es Cristo, que no han recibido la salvación, porque no han entrado por la Puerta de Salvación, que es Cristo; para que en esta noche entren y aseguren su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Cristo dijo en San Juan, capítulo 10, verso 9: “Yo Soy la puerta, el que por mí entrare, será salvo.” La salvación se obtiene a través de Cristo, entrando por esa Puerta a la Casa de Dios, al Reino de Dios. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo las personas que faltan por venir, pues todos desean vivir eternamente. La humanidad tiene angustia, angustia existencial, porque no sabe de dónde ha venido, no sabe porqué está aquí en la Tierra y no sabe hacia dónde va cuando muera físicamente. Pero cuando la persona entra por la Puerta que es Cristo, la Puerta de Salvación, ya se le va la angustia existencial, porque ya sabe de dónde vino, porqué está aquí en la Tierra: está aquí para recibir a Cristo como Salvador y ser rociado con la Sangre de Cristo y ser limpio de todo pecado, ser bautizado en agua en Su Nombre y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento y así entrar al Reino de Dios, y así tener salvación y Vida eterna. Vean aquí en San Juan, capítulo 3, verso 33 en adelante, dice: “*El que recibe su testimonio, éste atestigua que Dios es veraz. Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida.* *El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano.* *El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”* Y ahora, el que rehúsa a creer en el Hijo, no verá la Vida eterna, sino que la ira de Dios está sobre él; será juzgado, condenado y echado en el lago de fuego. Pero el que cree en el Hijo de Dios, tiene ¿qué? Vida eterna; el que cree en Cristo el Hijo de Dios recibe la Vida eterna. San Juan, capítulo 3, verso 16, dice: “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* ¿Cómo podemos obtener la Vida eterna? Creyendo en Cristo. No hay otra forma. Para eso es que Dios nos ha dado a Su Hijo, lo envió a la Tierra para morir por nosotros en la Cruz del Calvario, para llevar nuestros pecados y por nuestros pecados morir para que nosotros podamos vivir eternamente. Por lo tanto, Él murió por mí, para darme salvación y Vida eterna, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también. En San Lucas, capítulo 19, verso 10, dice: “*Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”* O sea, que vino a buscarme a mí y a salvarme a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. También nos dice en San Juan, capítulo 3, verso 16, lo leo de nuevo, dice: “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna* (para eso es que Dios nos dio a Su Hijo)*.”* Y ahora, en Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, 10 al 13, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* Toda persona quiere vivir eternamente. ¿Dónde puede encontrar la Vida eterna? Porque todos queremos la Vida eterna: Esta Vida está en Su Hijo, el Hijo de Dios. Toda persona que quiere conseguir la Vida eterna viene a Jesucristo recibiéndolo como su único y suficiente Salvador. Los que no quieren vivir eternamente, no vienen a Cristo. Eso lo dijo Cristo en San Juan, capítulo 5, verso 40, cuando dijo... para los que no querían venir a Él, les dice: “*...y no queréis venir a mí para que tengáis vida.”* ¿Ven? Los que no querían venir a Cristo, pues no querían tener Vida eterna. Y ahora, continuando aquí, dice: “*...y esta vida esta en Su hijo* (o sea, la Vida eterna está en Jesucristo)*.”* Venimos a Jesucristo para que Él nos dé la Vida eterna. “El que tiene al Hijo, tiene la Vida.” O sea, el que tiene a Cristo *acá* en su alma, porque lo recibió como salvador, tiene la Vida eterna, ha asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Ahora, el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la Vida, no tiene la Vida eterna, lo que tiene es una vida temporal que se le va a terminar, y no sabe cuándo se le va a terminar; porque no puede decir la persona: la vida se termina a los 70 años ó a los 80 años ó a los 90 años, porque toda persona puede ver que mueren ancianos, pero también mueren personas adultas de 40 ó 50 años, y también mueren jóvenes de 18 a 25 años, y también mueren niños y también mueren bebés. Por lo tanto, nadie tiene un seguro de vida terrenal que le asegure que va a vivir 70 ó 90 años. Por lo tanto, nadie sabe cuándo va a morir físicamente su cuerpo físico; porque lo que muere es el cuerpo físico, pero la persona sigue viviendo en alma y espíritu en otra dimensión. Si no era un creyente en Cristo, no puede esperar llegar al Cielo, lamentablemente va a otra dimensión llamada: “La quinta dimensión,” a la cual fue el hombre rico, y la cual es definida como el infierno, donde no está Dios y donde no hay consuelo para las personas. Y nadie quiere llegar a ese lugar. Por lo tanto, tiene que mientras vive en la Tierra preparar todo para no ir al infierno, sino ir al Cielo, al Paraíso, que es la sexta dimensión, donde van exclusivamente los creyentes en Cristo. Por lo tanto, tenemos que asegurar nuestro futuro con Jesucristo nuestro Salvador. Jesucristo está tan joven como cuando resucitó y ascendió al Cielo; y queremos también nosotros ser jóvenes eternamente y vivir con Él en Su Reino eterno. Y ha prometido para los creyentes en Él resucitarlos (si mueren), resucitarlos en cuerpos glorificados y eternos; y si permanecen vivos hasta ese momento, los transformará; y entonces seremos inmortales físicamente con cuerpos jóvenes y eternos como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, esa es la clase de cuerpo que nosotros queremos y el único que tiene la exclusividad de la Vida eterna es Jesucristo, para darnos Vida eterna espiritual y Vida eterna física también. Por lo tanto, todos necesitamos a Jesucristo, para poder vivir eternamente. Sigue diciendo: “*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”* ¿Qué tienen los creyentes en Cristo? Vida eterna, han asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. “*...y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* Y ahora, conscientes del motivo de vuestra existencia aquí en la Tierra, conscientes de que ustedes han venido a este planeta Tierra para hacer contacto con Cristo, la Vida eterna, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador, para que Él les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, como nos dice aquí en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2, dice: “*Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”* ¿Ven? Para eso hemos sido elegidos y hemos sido colocados en este planeta Tierra: para ser rociados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y ser limpios de todo pecado, y ser bautizados en agua en Su Nombre, y Él bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego, y producir en nosotros el nuevo nacimiento. Por lo tanto, desde antes de la fundación del mundo Dios lo vio a usted, y por consiguiente el nombre suyo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y por esa causa ustedes están en esta noche aquí presentes, escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, la invitación para ir a la Casa de Dios, entrar por la Puerta angosta, que es Cristo; y por consiguiente entrar al Reino de Dios, a la Iglesia de Jesucristo, y asegurar vuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Ustedes que están a través de internet o del satélite, también ustedes están allá escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y el Espíritu de Dios les ha traído para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, para llamarlos y colocarlos en la Casa de Dios, para que entren por consiguiente por la Puerta, que es Cristo, entren a la Casa de Dios. También los que están en otras naciones, pueden venir a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si hay alguno que falta por venir, puede venir. Usted no puede ser tímido, no puede avergonzarse de Cristo, pues Cristo no se avergonzó de usted, para Él morir por usted en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, no sea tímido, porque para recibir a Cristo y obtener la Vida eterna, no puede la persona ser tímida. Cristo dijo: “El que se avergonzare de mí, delante de los hombres, Yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en los Cielos.” También dijo para los que no se avergüenzan de Él, dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.” Si lo confesamos públicamente a Cristo como nuestro Salvador, Él nos confiesa delante de nuestro Padre Celestial. Si lo negamos delante de la gente, Él nos negará delante de nuestro Padre Celestial. Por lo tanto, no queremos que Cristo nos niegue delante del Padre Celestial, queremos que nos confiese como creyentes en Él, en Cristo; creyentes en Él que lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador, y que hemos aceptado Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. Si falta alguno por venir todavía, puede venir. Y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo. “**LA PUERTA DE SALVACIÓN.”** Hemos visto que esa Puerta es Jesucristo. Él mismo dijo: “Yo Soy la Puerta, el que por mí entrare, será salvo.” Vamos ya a orar, vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, los que están aquí presentes que han venido a los Pies de Cristo para recibirlo como único y suficiente Salvador, para entregar su vida a Cristo en alma, espíritu y cuerpo, y también los que en otras naciones han venido a los Pies de Cristo, han pasado al frente para recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, nuestros ojos cerrados, repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio; ha nacido Tu fe en mi corazón; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu Nombre como el único Nombre de Salvación bajo el Cielo para todo ser humano. Creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el único Sacrificio de Expiación por mis pecados. Reconozco que soy pecador y necesito un Salvador.*** ***Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo públicamente como mi único y suficiente Salvador.*** ***Señor Jesucristo, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado; y bautízame con Espíritu Santo y Fuego, y sea producido en mí el nuevo nacimiento, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.*** ***Señor Jesucristo, quiero vivir eternamente; reconozco que Tú eres la Puerta de Salvación, y Te he recibido como mi único y suficiente Salvador, porque quiero entrar a Tu Reino eterno, y Tú eres la Puerta de ese Reino.*** ***Señor Jesucristo, en Tus Manos encomiendo mi alma, salva mi alma. Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo a Cristo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Y ahora que Cristo les ha recibido en Su Reino, porque ustedes lo han reconocido como la Puerta y han entrado por esa Puerta. Cristo dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura, el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere será condenado.” Ustedes me dirán: “Yo he creído en Cristo de todo corazón y lo he recibido como mi único y suficiente Salvador, y ahora quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, quiero cumplir el mandato de Cristo completo, y quiero identificarme con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección en el bautismo.” Porque en el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección; la persona cuando recibe a Cristo como Salvador muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, la persona tipológicamente, está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales, la persona tipológicamente está resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en su Reino eterno. Y así se ha identificado en el bautismo en agua la persona con Jesucristo, en Su muerte, sepultura y resurrección. Con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, usted se ha identificado al ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, ustedes me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos. ***Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** ***Y a vuestros familiares, Cristo los traiga a Sus Pies, y les dé la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Y ahora, pregunto al Reverendo Carlos Figueroa si hay agua: Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ministros también que les bautizarán? Hay ministros también que les bautizarán, están vestidos de blanco. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales. ¿Hay también vestidores de ropa, o sea, lugar donde colocarse las ropas bautismales? También hay lugar. ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán a llegar a los vestidores, y también cuidarán de vuestras ropas, para que ustedes puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ***Y que Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Y ahora, continúen pasando ustedes una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Que Dios les bendiga y les guarde, y pasen todos muy buenas noches. Con nosotros nuevamente el Reverendo Carlos Figueroa, para indicarles hacia dónde caminar para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga a todos. “**LA PUERTA DE SALVACIÓN.”**