--- title: 'El Amigo de Dios' date: 2005-05-27 activity: 1 place: city: Palmira state: Valle del Cauca country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual leemos en la carta de Santiago, capítulo 2, versos 21 al 26, donde dice: “*¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?* *¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?* *Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.* *Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe.* *Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?* *Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Tomamos el verso 23 de este mismo capítulo 2 de Santiago, para tomar de ahí nuestro tema, dice: “*Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios.”* Nuestro tema es: **“EL AMIGO DE DIOS.”** En el Antiguo Testamento también el Profeta Isaías, señala que Abraham es llamado “amigo de Dios,” Isaías, capítulo 41, verso 8 en adelante, 8 al 13, dice: “*Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo.”* Y ahora, la descendencia de Abraham el amigo de Dios, es el pueblo escogido de Dios; y por consiguiente cada descendencia de Abraham, cada descendiente de Abraham es descendiente del amigo de Dios. En Hebreos, capítulo 2 nos dice, verso 11 en adelante de Hebreos, capítulo 2, dice San Pablo: “*Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,* *diciendo:* *Anunciaré a mis hermanos tu nombre,* *En medio de la congregación te alabaré.* *Y otra vez:* *Yo confiaré en él.* *Y de nuevo:* *He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.* *Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,* *y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.* *Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.* *Por lo cual...”* Ahora vean, no socorrió a los Ángeles, sino que socorrió ¿a quién? A la descendencia de Abraham. Por eso es que en San Mateo, capítulo 1 dice el Ángel que le apareció a José, el cual es el mismo Ángel que apareció a Zacarías y a la virgen María, aunque aquí no está identificado por Su Nombre, pero dice en el capítulo 1, verso 18 al 21, dice: “*El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.* *José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.* *Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.* *Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”* Y ahora, el que nacería a través de la virgen salvaría a Su pueblo de sus pecados, salvaría a la descendencia de Abraham, ¿de qué? De sus pecados; no socorrió a los Ángeles sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Y ahora, la descendencia de Abraham se ha extendido por el mundo entero, por medio de todos esos cautiverios en los cuales los hebreos han sido llevados a otras naciones, y otros hebreos que han huido de Israel en diferentes tiempos y se han establecido en otras naciones. La descendencia de Abraham, la simiente de Abraham está extendida por el mundo entero. Y ahora, el Mesías Príncipe con Su muerte redimiría a toda esta descendencia de Abraham, salvaría a toda esa descendencia de Abraham. Y ahora, encontramos que a través del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el Sacrificio fue hecho perfecto. En el Antiguo Testamento los sacrificios que efectuaban eran tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Pero cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario fue hecho el Sacrificio perfecto y ya los sacrificios de animalitos cesaron; conforme a la profecía de Daniel, capítulo 9, el sacrificio sería quitado, luego que el Mesías moriría a la mitad de la semana número setenta. Por consiguiente al morir el Mesías a la mitad de la semana número setenta, el sacrificio ya (que se efectuaba en medio del pueblo hebreo) ya terminaría, y terminó. Ya encontramos que el pueblo hebreo no tiene sacrificios; el sacrificio de la expiación por los pecados que se efectuaba el día diez del mes séptimo de cada año, conforme a Levítico, capítulo 26, versos 26 al 29. Pero hay un Sacrificio de Expiación por el pecado de hebreos y de gentiles, hay un Sacrificio de Expiación por los pecados del ser humano: es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el Sacrificio perfecto por el amigo de Dios y los hijos del amigo de Dios. Y por consiguiente los hijos del amigo de Dios, los descendientes del amigo de Dios, son amigos de Dios, son la familia amiga de Dios. Y hay una familia terrenal y también una familia celestial: la familia terrenal es el pueblo hebreo, y la familia celestial es la Iglesia de Señor Jesucristo; en donde un número muy alto, quizás el cincuenta, setenta, ochenta, noventa o noventa y nueve por ciento, son simiente descendientes de Abraham; aunque eso vamos a dejarlo para cuando ya estemos transformados. Aún puede ser hasta el ciento por ciento de los que forman la Iglesia de Jesucristo, descendientes de Abraham según la carne también, pueden tener sangre hebrea todos los creyentes en Cristo de todas las edades, porque la descendencia de Abraham se extendió por el mundo entero. Ahora, eso lo vamos a dejar quietecito, tenemos esa Escritura que dice que Dios socorrió, no a los Ángeles, sino a la descendencia de Abraham, la simiente de Abraham. Ahora, lo importante es que la persona cuando reciba a Cristo como su único y suficiente Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, la persona obtiene el nuevo nacimiento, Dios ha enviado el Espíritu de Jesucristo a la persona, porque esa persona es un hijo o una hija de Dios, es una simiente de Dios y por consiguiente es también un miembro de la familia de Dios, que es la familia de los amigos de Dios. Y es por consiguiente cada creyente en Cristo un amigo de Dios, como lo es el padre de la fe: Abraham. Ahora, veamos aquí en Gálatas, capítulo 3, donde el Apóstol Pablo nos habla en el capítulo 3, verso 6 al 9: “*Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.* *Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.”* Por lo tanto, los que son de la fe de Cristo son hijos de Abraham, y por consiguiente siendo hijos de Abraham, el amigo de Dios, pues todos estos hijos de Abraham son amigos de Dios. Es como cuando en una familia hay un amigo, se dice: “El amigo de la familia es fulano de tal, el amigo principal de la familia es fulano de tal.” Por lo tanto, el padre de la familia y la madre pueden decir: “Él es nuestro amigo.” Y los hijos pueden decir: “Él es nuestro amigo.” Por lo tanto, todos los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, son amigos de Dios. Y ahora, veamos lo que Cristo dice al respecto, para ver si realmente somos o no somos amigos de Dios, San Juan, capítulo 15, versos 13 en adelante, dice: “*Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.* *Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.”* Y ahora, aquí Cristo llama amigos a los creyentes en Él que hacen como Cristo ordena que se haga, dice: “*Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.”* Y ahora, así como Abraham es llamado “amigo de Dios,” todos los creyentes en Cristo son llamados por Jesucristo: “Sus amigos;” y por consiguiente estos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente esa es la familia de Dios y son los amigos de Jesucristo y por consiguiente los amigos de Dios. Estos son los que hacen lo que Cristo ha ordenado. Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dijo a Sus Apóstoles, luego de estar ya resucitado, dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, y cree en Cristo y da testimonio público de su fe en Cristo recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo arrepentido de sus pecados, y Cristo lo recibe, lo perdona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento. Dios envía el Espíritu Santo sobre la persona, por cuanto es un hijo de Dios. De eso fue que nos habló San Pablo en Gálatas, capítulo 4, verso 1 al 6: “*Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;* *sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.* *Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.* *Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,* *para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.* *Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!* *Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”* Y ahora, por cuanto somos hijos de Dios, Dios envió el Espíritu de Jesucristo Su Hijo, el cual ha producido el nuevo nacimiento, y ahora estamos en la Familia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Familia de la fe, la Familia de los amigos de Dios por medio de Jesucristo. Por eso son los amigos de Jesucristo, de los cuales Cristo dijo: “No os llamaré siervos, sino amigos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor;” al amigo, el amigo le cuenta pues todas las cosas: “Os he llamado amigos,” dice nuestro amado Salvador Jesucristo. Vean: “*Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer.”* San Juan, capítulo 15, verso 15. Y ahora, hemos visto que Abraham es llamado “el amigo de Dios,” y todos los creyentes en Cristo son llamados amigos de nuestro amado Señor Jesucristo y por consiguiente amigos de Dios. Esto es para todos aquellos que han recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentidos de sus pecados, y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido el nuevo nacimiento en ellos, han nacido de nuevo, han nacido del Agua y del Espíritu, y por consiguiente han nacido como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Cristo dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,” dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3, versos 1 al 6 de San Juan. Y ahora, nacemos como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios en la Iglesia del Señor Jesucristo; pero en nuestra alma somos hijos de Dios antes de venir a este planeta Tierra, hijos e hijas de Dios desde antes de la fundación del mundo en cuanto a nuestra alma. Y ahora, encontramos que por esa causa es que Cristo vino y murió por todos nosotros en la Cruz del Calvario. Para redimir una cosa, para poder ser redimida tiene que primero estar en las manos de Dios, en las manos del dueño original, tiene que haber tenido un dueño, y el dueño puede redimir por medio de uno de sus hijos; puede redimir. Es como cuando se empeña alguna prenda en una casa de empeño, y luego si pasa el tiempo establecido en el contrato, ya esa prenda no puede ser redimida, no la puede ir a sacar, no puede ir a pagar lo que tenía que pagar, lo que estaba asignado, para recibirla de nuevo, no puede redimirla. Y ahora, todos los hijos e hijas de Dios estaban en Dios. Con el pecado todos los hijos e hijas de Dios cayeron en la casa de empeño, el reino de las tinieblas, y por consiguiente cayeron en las manos del maligno, cautivos en el reino de las tinieblas. Pero hubo en el Programa Divino un plan: el plan de Redención para redimir a todos los hijos e hijas de Dios, que estaban en Dios eternamente, las almas de ellos estaban en Dios, porque de Dios es que viene todo hijo e hija de Dios, así como Cristo dijo que vino de Dios y regresaba a Dios. Ahora, encontramos que esos son los redimibles por los cuales Cristo murió en la Cruz del Calvario, Cristo dijo también en San Mateo, capítulo 15, verso 13 de la siguiente manera, y es un pasaje muy importante, dice: “*Pero respondiendo él* (Jesús)*, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada.”* Ahora, toda planta que no sembró el Padre, pues por cuanto esto se refiere a seres humanos, son personas que no pueden ser redimidas, sino que van a ser destruidas, están representados también en la cizaña. Pero toda planta que plantó el Padre Celestial es la buena semilla, la buena simiente representada en el trigo. Pero la mala simiente representada en la cizaña la plantó el diablo. Y ahora, los que pueden ser redimidos son los representados en el trigo, pueden volver a Dios por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; por eso llamamos a Jesús: nuestro Redentor, el que nos restaura a la Vida eterna y nos reconcilia con Dios el Padre, para volver a la eternidad, al lado de nuestro Padre Celestial. Por lo tanto, las palabras de Cristo en San Mateo, capítulo 26 (26 al 29), dicen: “*Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo.* *Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;* *porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”* Por muchos es derramada, por todos los hijos e hijas de Dios, todas esas almas de Dios que estaban eternamente en Dios; así como puede usted ver una semilla de aguacate, de mango o de trigo, y usted que conoce de la agricultura puede decir: “Ahí en esta semilla que tengo, tengo un árbol (si es de aguacate la semilla), tengo un árbol de aguacate con muchos aguacates.” O si es de mango: “Tengo un árbol de mango con muchos mangos, y muchos árboles de mango también, porque esta semilla puede reproducirse no solamente en más mangos, sino también en más árboles de mango.” Y así también es con la semilla de trigo y con las demás semillas. Y Cristo se identifica como la semilla de trigo, cuando dice en San Juan, capítulo 12, verso 24: “*Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”* El grano de trigo, ahí tipifica a Cristo, y así como en un grano de trigo hay una planta de trigo y hay muchos granos de trigo potencialmente; si se siembra entonces se ve el fruto; si no se siembra permanece ahí potencialmente. Pero la única forma para manifestarse lo que está en ese grano de trigo, es siendo sembrado y muriendo ese grano de trigo, y naciendo en la forma de una planta de trigo, y ahí se reproduce en muchos granos de trigo. Y Jesucristo es el Grano de Trigo, el Hijo de Dios, el cual tenía que morir para poderse reproducir en muchos hijos e hijas de Dios; y por causa de la muerte de Cristo, luego el Día de Pentecostés nació la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Planta de Trigo producto de Cristo el Grano de Trigo. Y en la Iglesia del Señor Jesucristo han estado naciendo millones de hijos e hijas de Dios, esos son los Granos de Trigo, en la reproducción de Cristo el Grano de Trigo a través de Su manifestación en la Planta de Trigo: Su Iglesia. ¿Y qué nacen en la Iglesia de Jesucristo? Cuando obtienen el nuevo nacimiento lo que nacen son hijos e hijas de Dios, hijos e hijas de Dios producto de Cristo el Hijo de Dios a través de Su Iglesia, la Planta de Trigo. Tan simple como eso. Y ésa es la Familia de Dios y esos son los amigos de Dios. Cuando la persona oye la predicación del Evangelio de Cristo y nace la fe de Cristo en su alma, y da testimonio público de su fe en Cristo, recibiendo a Cristo como Salvador, y pide perdón a Cristo por sus pecados y es bautizado en agua en Su Nombre, Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace como un hijo o como una hija de Dios en el Reino de Dios, ha entrado al Reino de Dios, es un hijo o una hija de Dios manifestado en la Iglesia del Señor Jesucristo, como un hijo o una hija de Dios. En el tipo y figura, pues como un Grano de Trigo en la Planta de Trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente la Vida de Cristo, el Grano de Trigo, que es el Espíritu Santo, está en cada uno de esos Granos de Trigo, en cada uno de esos hijos e hijas de Dios. Yo escuché la predicación del Evangelio de Cristo, nació la fe de Cristo en mi alma, creí en Cristo de todo corazón, dí testimonio público de mi fe en Cristo recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador, fui bautizado en agua en Su Nombre arrepentido de mis pecados, y Él me perdonó y con Su Sangre me limpió de todo pecado, y me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mi el nuevo nacimiento, y nací en la Planta de Trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo como un Grano de Trigo, como un hijo de Dios. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Si hay alguna persona que en esta noche está aquí presente, o a través de internet o del satélite en las diferentes naciones que están conectadas con esta actividad, que no han recibido a Cristo como Salvador, que no ha sido manifestado todavía como un Grano de Trigo, como un hijo o una hija de Dios en la Iglesia de Jesucristo, puede en esta noche venir a los Pies de Cristo, si al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, si nació la fe de Cristo en su alma, y cree en Cristo de todo corazón, porque la fe viene por el oír, porque la fe es un don de Dios, viene por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia. Ya usted está creyendo de todo corazón en Cristo, creyendo en la Primera Venida de Cristo, creyendo en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados; y ahora tiene la oportunidad de dar el tercer paso: “Pero con la boca se confiesa para salvación.” Ahora, tiene la oportunidad, privilegio y derecho a dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador, y siendo bautizado en agua en Su Nombre, para que Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y sea un hijo o una hija de Dios manifestado en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Planta de Trigo como un Grano de Trigo, como un hijo o una hija de Dios. Para lo cual daremos unos minutos para que usted pueda venir a los pies de Cristo, dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea usted bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y nazca como un hijo o una hija de Dios, y sea manifestado en la Iglesia de Jesucristo como un amigo o una amiga de Jesucristo nuestro Salvador. Ya pueden venir a los Pies de Cristo, aquí pueden continuar viniendo en la Ciudad de Palmira, República de Colombia, y también en las demás naciones donde ustedes se encuentran escuchando la predicación del Evangelio de Cristo en esta ocasión. Pueden también en las demás naciones venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba, les perdone, con Su Sangre les limpie de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, nazcan como hijos e hijas de Dios, y por consiguiente como amigos o amigas de Dios, nazcan así en el Reino de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, y sean parte de la Familia de Dios y por consiguiente hijos e hijas de Abraham. Pueden continuar viniendo aquí en Palmira, República de Colombia los que están presentes para dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, los que no lo habían hecho, para que Cristo les reciba en Su Reino, y también los que están a través de internet en las demás naciones. Recuerden que Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia y fue llamado “amigo de Dios.” Y ustedes han escuchado la predicación de la Palabra, han escuchado la Voz de Dios y han creído a Dios, han creído a Su Palabra, y ahora están viniendo a los Pies de Cristo, y serán contados como amigos de Dios, como amigos de Jesucristo nuestro Salvador. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir, pues Dios tiene mucho pueblo aquí en la Ciudad de Palmira, República de Colombia, y también Dios tiene mucho pueblo en las demás naciones que están escuchando en estos momentos la predicación del Evangelio de Cristo. Ya la fe de Cristo ha nacido en vuestros corazones, y ya han creído en Cristo de todo corazón, creen en la Primera Venida de Cristo, creen en la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por vuestros pecados; y ahora, les ha tocado la bendición, privilegio y oportunidad de dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los aquí presentes y los que están a través de internet en las demás naciones. Los niños también de diez años en adelante pueden venir a los Pies de Cristo, pues Cristo tiene mucho pueblo y muchos niños en esta Ciudad de Palmira, República de Colombia, y también en toda la América Latina y el Caribe, y en todas las demás naciones. Por lo tanto, pueden continuar viniendo también los niños de diez años en adelante a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino también. Cristo dijo: “Dejad a los niños venir a mi, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, para los bebés también, para los infantes también, y para los jóvenes también, y para los adultos también, y para los ancianos también. Cristo tiene lugar en Su Reino para todos los seres humanos que escuchan la predicación de Su Evangelio, y nace la fe de Cristo en sus almas y dan testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él te está llamando porque tu nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y te está llamando para darte la salvación y Vida eterna, te está llamando para darte el perdón de tus pecados y limpiarte con Su Sangre de todo pecado, para que puedas ser bautizado en agua en Su Nombre, en donde te identificas con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección, y pueda Cristo entonces bautizarte con Espíritu Santo y Fuego y producir en ti el nuevo nacimiento, y así tu nacer en el Reino de Cristo como un hijo o una hija de Dios, y por consiguiente también como un amigo o una amiga de Dios, como nuestro padre de la fe: Abraham. Todavía vienen más personas, porque Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Palmira, y en la ciudades cercanas y en toda la República de Colombia; por lo tanto, el Reino de Cristo se está llenando de colombianos en esta ocasión, y también de personas de otras naciones que están escuchando en esta noche la predicación el Evangelio de Cristo, y están recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Ustedes que están en otras naciones pueden continuar viniendo a los pies de Cristo también. Todavía vienen más personas porque Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad, muchos hijos e hijas de Dios, muchas almas de Dios escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Usted está aquí presente escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque su nombre está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y Cristo le ha traído hasta aquí para que escuche la predicación de Su Evangelio y nazca la fe de Cristo en su alma, y usted crea en Cristo de todo corazón, y lo reciba como su único y suficiente Salvador. El propósito de usted estar aquí, es un propósito divino: para que nazca la fe de Cristo en su alma y crea en Cristo de todo corazón, para que obtenga la salvación y Vida eterna. Vean, el Apóstol Pablo y Pedro nos hablan del propósito de nuestra existencia; veamos lo que nos dice San Pedro, en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 2 cuando nos dice que hemos sido elegidos, dice: “*Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo.”* Para eso hemos sido elegidos por Dios: para obedecer la predicación del Evangelio de Cristo y ser rociados con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y por consiguiente ser limpiados de todo pecado. Vean, Cristo nuestro Salvador vino a la Tierra y murió por nosotros; pero la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario no fue un accidente ni fue una desgracia, eso ya estaba preordenado, eso estaba ya predestinado por Dios desde antes de la fundación del mundo. Dice en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante: “*Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,* *sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,* *ya destinado desde antes de la fundación del mundo.”* ¿Desde cuándo Cristo estaba destinado para venir a la Tierra como el Cordero de Dios y morir en la Cruz del Calvario? Desde antes de la fundación del mundo; estaba destinado para morir por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también, para con Su muerte, Su Sacrificio limpiarnos de todo pecado. Él murió en mi lugar. ¿Y en lugar de quién más? En lugar de cada uno de ustedes: “*Pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”* Pero manifestado, o sea, estaba ya predestinado desde antes de la fundación del mundo la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, pero fue manifestado, cumplido ese propósito divino cuando apareció en la Tierra en medio del pueblo hebreo: “*Pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”* Manifestado en los postreros tiempos; los postreros tiempos son los días postreros. “Un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4, el cual es un Salmo del Profeta Moisés. Y ahora, los postreros días delante de Dios para los seres humanos son los milenios postreros, y son: el quinto milenio, sexto milenio, y séptimo milenio. Cuando Cristo estuvo aquí en la Tierra y ya tenía de tres a siete años de edad, comenzó el quinto milenio que es el primero de los días postreros delante de Dios, y murió ya dentro del día quinto delante de Dios. El quinto milenio es el primero de los tres días postreros delante de Dios, y ya han transcurrido (de los tres días postreros) los primeros dos días postreros delante de Dios, que son el quinto milenio y sexto milenio, y ya estamos en el séptimo milenio de Adán hacia acá, ya estamos por consiguiente en el tercero de los días postreros. De Cristo hacia acá ya han transcurrido dos mil años, que son dos días delante de Dios, y estamos ya en el Día Postrero, en el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá. Por consiguiente de los tres milenios postreros ya estamos en el último, ya estamos en el año 2005; por lo tanto, llevamos ya cinco años dentro del séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia aca. De los tres milenios postreros, que son los tres días postreros delante de Dios, ya estamos en el último, ya comenzó el Día Postrero; y para el Día Postrero Dios tiene grandes bendiciones, y para el Día Postrero Dios está llamando y juntando Sus escogidos que faltan de ser juntados en la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Redil del Señor, el Redil de las ovejas del Buen Pastor. Y está llamando esas ovejas, esas personas en este tiempo final. Por lo tanto, “si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,” nos dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7 y Hebreos, capítulo 4, verso 7 también; y también nos dice en Efesios, capítulo 5, verso 14: “*Despiértate, tú que duermes,* *Y levántate de los muertos,* *Y te alumbrará Cristo.”* Por lo tanto, levántate de en medio de una raza que murió a la Vida eterna, levántate, despierta a la realidad, despierta a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno; y así naces como un amigo o una amiga de Dios. Como el padre de la fe, Abraham, fue llamado “amigo de Dios,” también somos llamados amigos de Dios todos los creyentes en Cristo que hemos recibido a Cristo, hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento, hemos nacido como hijos e hijas de Dios en Su Reino eterno. Todavía veo que vienen caminando más personas, los que faltan por venir; pueden venir, Cristo les está llamando en esta noche para darles Vida eterna. También en las demás naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues Cristo ya les ha llamado, y ahora les toca a ustedes responder al llamado de Cristo, recibiendo a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Porque la fe viene por el oír, y ya ustedes escucharon la Palabra del Evangelio de Cristo, y con el corazón se cree para justicia, y ya ustedes están creyendo en Cristo porque nació la fe de Cristo en vuestra alma, en vuestro corazón. Y ahora, les ha tocado la bendición, privilegio y oportunidad de dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, y yo oraré por ustedes para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Pueden continuar viniendo los aquí presentes en la actividad de Palmira, República de Colombia, y los que están a través de internet o del satélite en las demás naciones. Allá en Puerto Rico, en República Dominicana, en diferentes naciones del Caribe, en el Brasil, en México, en Argentina, en Paraguay, en Uruguay, en Chile, en Bolivia, en el Perú, en Ecuador, en toda la República de Colombia, y también en los diferentes países de Centroamérica, y también los que están allá en Norteamérica, los que están también allá en el Japón, también allá en el África, y también en las demás naciones, pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Ya estamos listos para orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si alguno tuvo timidez y no tuvo valor para pasar al frente porque es tímido y pensó que lo iban a estar viendo, y se avergonzó de que lo vieran pasar al frente para recibir a Cristo. Recuerden, Cristo dijo: “El que se avergonzare de mi, Yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en el Cielo.” Por lo tanto, no nos podemos avergonzar de Cristo, por lo tanto, levántese, diga: “Yo he escuchado la Palabra de Cristo, el Evangelio, ha nacido la fe de Cristo en mi alma, y creo en Cristo de todo corazón, y paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo, recibiendo a Cristo como mi único y suficiente Salvador.” Y Cristo le confesará delante del Padre Celestial y le dará la entrada a Su Reino eterno. Vamos a estar todos puestos en pie. Si todavía falta alguna persona por venir a los Pies de Cristo, puede venir, todavía hay lugar en el Reino de Cristo para usted. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y yo las conozco (y dice) y me siguen.” Por lo tanto, vean ustedes aquí en San Juan, San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante, dice: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.”* ¿Qué le da Cristo a las personas que escuchan Su Voz y vienen a Él y lo reciben y lo siguen? Les da Vida eterna, y eso es lo que nosotros queremos: la Vida eterna; y la Vida eterna Dios la colocó en Jesucristo: “Dios nos ha dado Vida eterna; y esta vida está en Su Hijo Jesucristo.” ¿Para qué venimos a los Pies de Cristo? Para que Él nos dé la Vida eterna. No hay otro lugar ni otra persona que nos pueda dar la Vida eterna, solamente hay una Persona, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Por lo tanto, así como yo vine a los Pies de Cristo para que me diera la Vida eterna, ustedes han venido en esta noche a los Pies de Cristo para que Cristo les dé la Vida eterna. Si falta alguna persona por venir aquí en Palmira, República de Colombia o en alguna nación que está a través de internet en estos momentos escuchando, puede venir si todavía no ha venido a los Pies de Cristo. Pueden pasar al frente también en los demás países, en las demás naciones los que faltan por pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta alguno puede venir para que quede incluido en esta oración. Vamos ya a orar, vamos a levantar nuestras manos a Cristo al Cielo, todos los que están aquí presentes y los que están a través de internet o del satélite; y los que han venido a los Pies de Cristo en estos momentos, repitan conmigo esta oración. Nuestras manos levantadas a Cristo, al Cielo, y nuestros ojos cerrados. Repitan conmigo: ***Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio; ha nacido Tu fe en mi alma, en mi corazón, creo en Ti de todo corazón, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados. Reconozco que soy pecador y reconozco que necesito un Salvador, y reconozco que Tú eres mi Salvador, y reconozco que Tu Sacrificio es el Sacrificio de Expiación por mis pecados.*** ***Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, entrego a Ti todo mi ser, me entrego a Ti en Tus manos en alma, espíritu y cuerpo.*** ***Señor Jesucristo, salva mi alma Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento; quiero nacer en Tu Reino eterno para vivir Contigo por toda la eternidad.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Te lo ruego Señor Jesucristo. En Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Y todos con nuestras manos levantadas a Cristo al Cielo, decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo. Ustedes me dirán: “Yo he creído en Cristo de todo corazón.” Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Ustedes me dirán: “Ya he creído en Cristo de todo corazón, quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, quiero cumplir el mandato de Cristo completo, Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible.” Y ustedes preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo, bien pueden ser bautizados en agua en estos mismos momentos. ***Y que Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé la salvación y Vida eterna también, para que estén con ustedes en el Reino de Cristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como Salvador muere al mundo; y cuando el ministro sumerge en las aguas bautismales a la persona, lo está tipológicamente sepultando, está sepultando al viejo hombre. Y cuando lo levanta de las aguas bautismales, está resucitando la persona a una nueva vida, a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y está siendo tipificado también la muerte de Cristo, la sepultura de Cristo, y la resurrección de Cristo. Todo esto está siendo tipificado cuando la persona recibe a Cristo y luego es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos mismos momentos, los que están aquí presentes y los que están también en otras naciones en estos momentos escuchando. Ahora, pregunto al ministro aquí presente si hay agua: Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Hay vestidores de ropas, o sea dónde cambiarse de ropas y colocarse las ropas bautismales? También hay vestidores de ropa, lugar donde colocarse las ropas bautismales. ¿Hay personas que les ayudarán también? Hay personas que les ayudarán y también cuidarán de vuestras ropas. ¿Y hay ministros que les bautizarán? También hay ministros que les bautizarán, o sea, bautistas que les bautizarán en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos mismos momentos, ustedes que están aquí presentes y los que están a través de internet o del satélite en diferentes naciones. Todos pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo: “*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Estas son las palabras de nuestro amado Señor Jesucristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16. Ahora, dejo al Reverendo aquí presente (juntamente con el Reverendo Miguel Bermúdez Marín) aquí al Reverendo Jairo Loaiza para continuar, e indicarles ya hacia dónde caminar las damas y hacia dónde caminar los caballeros, para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Como se hacía en los tiempos de Jesucristo y los Apóstoles: todos los que escuchaban y creían, eran bautizados en agua inmediatamente. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en estos momentos. Dejo inmediatamente al Reverendo Jairo Loaiza para indicarles hacia dónde caminar. Dios les bendiga y les guarde a todos. “**EL AMIGO DE DIOS.”**