--- title: 'La parábola del Sembrador' date: 2005-05-24 activity: 3 place: city: Ibarra state: Imbabura country: EC duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos aquí presentes en Ibarra, Provincia de Imbabura, República del Ecuador; y también muy buenas noches a todos los que están a través de internet o del satélite en otras naciones escuchando y viendo esta actividad. ***Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Para esta ocasión la lectura que tenemos es en San Mateo, capítulo \*13, versos 9 en adelante, donde dice: “*El que tiene oídos para oír, oiga.* *Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?* *El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.* *Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.* *Por eso les hablo por parábolas : porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.”* Y ahora, aquí en la parábola que vamos a ver, recuerden que Él habló en parábolas, y en estas parábolas están escondidos los misterios del Reino de Dios. Ahora, pasamos capítulo 13, verso 18, donde Él da una explicación de la parábola del sembrador. Dice: “*Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:* *Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.* *Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;* *pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.* *El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.* *Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: **“LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR.”** La cual la podemos definir como: “La predicación del Evangelio de Cristo y los seres humanos, o el ser humano.” La predicación del Evangelio de Cristo en medio de la raza humana, ordenada esta predicación por Cristo en San Mateo y en San Marcos. En San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dice: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Siendo que en esta parábola Cristo dice que la buena semilla es la Palabra, la simiente es la Palabra, encontramos que aquí el sembrador, el cual salió a sembrar, sembró la Palabra; y esto es Cristo en Espíritu Santo en medio de la raza humana, pues Él dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” Eso está en San Mateo, capítulo 28, versos 16 al 20. Y ahora, es Cristo, el Sembrador, en Espíritu Santo en medio de la raza humana desde el Día de Pentecostés en adelante; así como estuvo con Sus discípulos sembrando la Palabra en el corazón, en el alma de las personas. Y ahora, el Sembrador es Cristo, el Hijo del Hombre en Espíritu Santo, del Día de Pentecostés en adelante; antes del Día de Pentecostés era Cristo en carne humana en medio del pueblo hebreo, y la buena Palabra es el Evangelio de Cristo, la Palabra del Reino; y la tierra, el terreno donde es sembrada la Palabra es el alma de los seres humanos. Por eso dice que el que fue sembrado o la que fue sembrada en el terreno señalado como junto al camino, dice: “*Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado* (en su corazón)*.”* Por lo tanto, la predicación del Evangelio de Cristo es la Palabra del Reino, que es predicada en el mundo entero; y cuando la persona escucha, esa Palabra llega *acá* al alma, porque esa es la Palabra de Dios para el alma del ser humano, y por consiguiente también es el Alimento Espiritual para el alma del ser humano. “*Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios,”* dijo Cristo en San Mateo, capítulo 4, verso 4; y también está dicho en San Lucas, capítulo 4, verso 4; y en Deuteronomio, capítulo 8, verso 1 al 9. Y ahora, ya tenemos la definición de lo que es la simiente: esa buena semilla que es sembrada *aquí* es la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo; y hemos también visto lo que es el terreno donde se siembra la Palabra: es el alma de los seres humano. Y el alma de los seres humanos está representada en terrenos: unos son terrenos llenos de piedras, otro es terreno junto al camino, otro es terreno lleno de espinos, y otro es buen terreno. Ahora, dice que el que fue sembrado junto al camino, o sea, el terreno junto al camino, es aquel que oye la Palabra, el Evangelio de Cristo y no entiende. Y ahora, aquí en lo que Él explicó, acá cuando dio la parábola sin explicación, dice Cristo... dice capítulo 13, verso 3 en adelante: “*Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.* *Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.”* Y esas aves que vinieron y la comieron tipifica ¿qué? Acá en la explicación dice: “*Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.”* Y ahora, las aves que dijo Cristo que venían y se comían lo que fue sembrado junto al camino, es el diablo que arranca la Palabra que fue sembrada en el corazón de la persona. Escuchó la predicación del Evangelio de Cristo, vino *acá* al alma la Palabra y la persona luego dice: “Yo no entiendo nada de eso.” Y el diablo arranca esa Palabra que fue sembrada *acá* en el alma, ¿y qué pasó? Se quedó sin el Evangelio de Cristo, no recibió a Cristo como su único y suficiente Salvador. Por eso cuando se llevan actividades públicas o iglesias en donde se predica el Evangelio de Cristo, no todos reciben a Cristo como su único y suficiente Salvador; pero la Palabra del Reino la escucharon y llegó *acá* al alma, supieron que era la Palabra de Dios pero no entendieron, no comprendieron ese Programa de Salvación y Vida eterna, no comprendieron el misterio de la Primera Venida de Cristo para morir por nosotros en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados; y no comprendieron que eran pecadores y necesitaban un Redentor, el cual muriera y Su Sacrificio fuera el Sacrificio de Expiación por sus pecados, y con la Sangre de ese Sacrificio fueran limpios de todo pecado. No entendieron nada de eso y luego vino el diablo y arrancó, sacó de ahí del corazón lo que había sido sembrado, lo que había escuchado y había llegado *acá* al alma de las personas. Hemos visto que hay diferentes clases de seres humanos que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, y aquí Cristo define a cuatro clases de oyentes, a cuatro clases de seres que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo: Unos, los que fueron sembrados junto al camino, ese terreno hemos visto que no va a producir fruto, no va a recibir a Cristo y no va a obtener la bendición de Dios. Vamos a ver lo importante que es recibir la bendición del Evangelio de Cristo; miren aquí, en Hebreos, capítulo 6 San Pablo identificando los seres humanos como terreno, dice en el capítulo 6 de Hebreos, versos 7 al 8: “*Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios;* *pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada.”* Y aquí está hablando de seres humanos tipificados en terrenos; unos son terrenos que lo que producen es espinos, y no producen buenas plantaciones; y ese terreno juntamente con todo lo que ha producido, que son espinos y cosas así, mala simiente, está cerca a ser maldecida esa tierra, y ser quemada. Eso es lo que sucederá a todas las personas que no son buen terreno para la simiente, la semilla de la Palabra del Reino, del Evangelio de Cristo. Por eso Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Esa persona será condenada, será maldecida con la maldición de Dios en el juicio divino, y será quemada en el lago de fuego que es la segunda muerte. Y ahora, por eso es que San Pablo tipifica a las personas con tierra buena o tierra mala, terreno bueno o terreno malo. Lo mismo que Cristo hizo aquí en esta parábola. Ahora, Cristo identifica aquí cuatro clases de personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo. Esta fue la primera, la clase de personas representadas junto al camino. Luego el verso 20 nos habla de otra clase de personas, de otra clase de terreno. Recuerden que estos terrenos, o este terreno es el alma de la persona, la persona *acá* en lo profundo de su ser que es su alma. El ser humano es trino: es cuerpo, espíritu y alma. La Palabra es predicada, entra por el cuerpo por los oídos, pasa al espíritu por el entendimiento y el razonamiento y todas estas partes, pasa adentro, por el pensamiento de la persona pasa adentro, llega al alma y ahí la persona por cuanto tiene el sentido del libre albedrío para creer o para dudar, o cree o duda la Palabra de Dios. Y ahora, veamos aquí el verso 20: “*Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;* *pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.”* Esas son las personas que escuchan la predicación de la Palabra, llega *acá* al alma la Palabra, saben que es la Palabra de Dios, que es la Verdad, reciben a Cristo como Salvador; pero cuando llega el tiempo de la aflicción, llega el momento en que en su casa le dicen: “Ahora, tú te has metido a la religión,” y comienzan algunas veces a burlarse en algunos momentos, a tirarle indirectas, por molestarlo algunas veces; y va pasando por diferentes etapas de prueba; porque la persona tiene que ser probada si creyó de todo corazón y es la persona buena tierra. Por lo tanto, la persona al pasar por esos momentos de prueba, aunque recibió la Palabra con gozo, algunos tropiezan, dicen: “Pero yo he recibido a Cristo, y ahora en mi hogar o en mi trabajo en vez de ponerse contenta la gente porque recibí a Cristo, ahora se burlan de mí, me tiran indirectas y no me tratan como antes me trataban.” Y dicen: “Yo no voy a seguir en esto.” Tropiezan, ¿y qué hacen? Se van, ya dejan de ir a la Iglesia, ya dejan de servir a Cristo, ¿por qué? Porque les sucedió lo que dice Cristo en esta parábola, le sucedió que vino a ser un terreno, un terreno que no es bueno, representado con un terreno lleno de piedras, pedregales. Luego viene la segunda clase de personas. Ahora vean, cuando usted ve que sucede esto con algunas personas, usted no vaya a hacer lo mismo, usted permanezca firme sirviendo a Cristo. Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo y seguir a Cristo todos los días de nuestra vida. Los que se apartan pierden la bendición de la Vida eterna. Luego viene el tercer tipo de terreno, verso 22 en adelante, dice: “*El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.”* Estas son las personas que dicen que están siempre muy ocupadas, recibieron a Cristo, oyeron la predicación del Evangelio de Cristo, lo recibieron; pero después dicen: “No tengo tiempo para ir a la Iglesia, no tengo tiempo para los asuntos espirituales, no tengo tiempo para ésto, tengo que ir a hacer ésto, tengo ésto otro que hacer, tengo mis negocios, tengo que atenderlos.” Está como los que fueron invitados a la cena de boda, y cuando llegó el tiempo de ir, estaban excusándose porque no podían ir, porque uno tenía que irse a su trabajo, el otro tenía que ir a probar unas yuntas de bueyes, el otro tenía que casarse, se había casado y tenía que irse de luna de miel. Cada cual tenía sus excusas. Y eso es lo que hacen este tipo de personas, siempre poniendo excusas: “No tengo tiempo para las cosas de Dios, estoy muy ocupado, tengo mis negocios. ¿Y quién me va a atender los negocios?” Siempre buscan una excusa. Pero vean, no es otra cosa, sino que son el terreno lleno de los engaños y riquezas, lo cual son el terreno llenos de espinas. Y ese terreno lleno de espinas es un terreno muy malo. Los espinos, vean, crecieron, le crecen las riquezas y entonces tienen más afán, ganan mucho y ya para el otro mes quieren ganar más, y se les olvidan las cosas de Dios, dicen: “No tengo tiempo para las cosas de Dios, mi negocio ha estado creciendo mucho y ahora no tengo ni tiempo para ir a la iglesia.” Pero Cristo preguntó en una ocasión en San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28: “*Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?* *Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras* (según sus obras).” Por lo tanto, aquí Cristo nos da una revelación grande: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” El ser humano, les dije que es cuerpo, espíritu y alma, y lo más importante del ser humano es su alma, porque eso es lo que es el ser humano: alma viviente, y vive en un cuerpo de carne y tiene un espíritu que es un cuerpo también de otra dimensión. Pero lo que es la persona, es alma viviente, y lo que se salva o se pierde es el alma; y es *acá* en el alma que la persona recibe o rechaza la Palabra de Dios, ahí es en el alma donde la persona cree o no cree en Cristo. Por eso la Escritura dice: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida.” Cuando se nos habla del corazón, se nos está hablando del alma. Por lo tanto, la persona tiene que entender que lo más importante es su alma, y que Cristo es el único que puede salvar su alma, el único que puede salvarlo del infierno y de la segunda muerte, o sea, salvarlo de ir al infierno y luego de ser echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte donde las personas serán quemadas y dejarán de existir, serán echadas en cuerpo, espíritu y alma. Pero Cristo es el único que nos puede salvar de la segunda muerte; por lo tanto, tenemos que comprender que todos necesitamos un Salvador, y es dado a conocer a través del Evangelio de Cristo, la Palabra del Reino, el misterio de la Primera Venida de Cristo el Salvador del mundo, el cual vino para buscar y salvar lo que se había perdido, y darnos la Vida eterna. Ahora, ya hemos visto tres clases de personas, y de esas tres clases de personas ninguno entrará a la Vida eterna. Por lo tanto, nunca deseen ser de esas tres clases de personas representadas en esas tres clases de terrenos. Ahora veamos, el que fue sembrado entre espinos, vean, esas espinas crecen, que son los afanes, el afán y el engaño de las riquezas, y ahogan la Palabra y se hace infructuosa la Palabra en ellos, no produce fruto. Pero ahora, esas personas nunca obtienen el nuevo nacimiento, no nacen del nuevo del Agua y del Espíritu, no reciben el Espíritu de Cristo. Ahora, el verso 23 dice, y aquí está la buena parte para los creyentes en Cristo: “*Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.”* Y ahora, la buena tierra es el que oye la predicación del Evangelio de Cristo, nace la fe de Cristo en su alma, da testimonio público de su fe en Cristo, lo recibe como su único y suficiente Salvador, y arrepentidos de sus pecados viene a los Pies de Cristo, y le pide perdón a Cristo por sus pecados, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y se produce el fruto del nuevo nacimiento en la persona. Esa persona sigue a Cristo todos los días de su vida, esa persona *acá* en su alma es la buena tierra, donde fue sembrada la Palabra de Dios y produjo el fruto del nuevo nacimiento, y luego esa persona sigue dando fruto como un cristiano, como un creyente en Cristo, siguen viéndose en él los frutos del Espíritu Santo, el cual produce a través de la persona esos frutos. Por lo tanto, esa es la buena tierra, que son las personas *acá* en su alma que oyen la Palabra, la entienden, creen, reciben a Cristo, son bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en ellos el nuevo nacimiento, y siguen a Cristo todos los días de su vida. Vean, de esto también nos habló Cristo en San Juan, capítulo 10, verso 27, comparando, a la buena tierra la comparó con las ovejas que el Padre le dio. Dice: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.* *Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.* *Yo y el Padre uno somos.”* Y ahora, ahí claramente tipifica a la buena tierra, Él lo está tipificando en las ovejas que el Padre le dio, esas son las que obtienen la salvación y Vida eterna, oyen la Voz de Cristo, el Evangelio de Cristo, lo creen de todo corazón, creen en Cristo de todo corazón y reciben a Cristo como su Salvador, y obtienen la Vida eterna, esa es la buena tierra representada en las ovejas que el Padre le dio a Cristo para que les dé Vida eterna. En San Juan, capítulo 10, verso 14 en adelante Cristo dice: “*Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,* *así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.* *También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.* *Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar.* *Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.”* Y ahora, estas ovejas que el Padre le dio son las que escucharán la Voz de Cristo, que es el Evangelio de Jesucristo siendo predicado por los enviados de Dios, en los cuales el Espíritu Santo estaría manifestado, y estaría hablando el Espíritu Santo a través de esas personas; por eso escucharán la Voz de Cristo, escucharán la Voz de Cristo en Espíritu Santo hablando el Evangelio de la Gracia a través de diferentes predicadores, de diferentes Mensajeros. También en San Juan, capítulo 11, versos 51 al 52 dice aquí, que esto fue lo que dijo el sumo sacerdote. Dice: “*Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;* *y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.”* Los hijos e hijas de Dios que estaban dispersos por el mundo entero, serían congregados en UNO: en Cristo, en el Cuerpo Místico de Cristo, que es Su Iglesia; y Cristo tenía que morir para podernos congregar en UNO. Cristo tenía que morir para poder salvar todos esos hijos e hijas de Dios: “*Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”* San Lucas, capítulo 19, verso 10. Ahora, podemos ver claramente el cuadro de la parábola del sembrador. “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Y así es como la parábola del sembrador se ha estado cumpliendo desde que Cristo vino en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia. Cuando Él estaba en la Tierra se estaba cumpliendo, y cuando vino el Espíritu Santo el Día de Pentecostés, y ha permanecido el Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, se ha estado cumpliendo esa parábola del sembrador. Y ahora, la buena pregunta es: ¿Qué es usted en esta parábola: la tierra junto al camino, la tierra de pedregales, la tierra de espinos, o la buena tierra? La buena tierra, donde la Palabra ha sido sembrada y ha producido el fruto. “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16). Y ahora, ya la Palabra del Reino, el Evangelio de Cristo yo lo escuché, fue sembrada esa Palabra *acá*, yo creí de todo corazón y recibí a Cristo como mi único y suficiente Salvador, nació esa Palabra, esa simiente de la Palabra de Dios y produjo fruto, creí en Cristo, lo recibí como mi Salvador, fuí bautizado en agua en Su Nombre, y Él me bautizó con Espíritu Santo y Fuego y produjo en mí el nuevo nacimiento. El fruto de la Palabra producida es hijos e hijas de Dios. ¿Y en quién más ha sucedido eso? En cada uno de ustedes también; por lo tanto, ustedes son identificados como la buena tierra, que son los que escuchan la Palabra del Reino, la entienden y llevan fruto a ciento, a sesenta y a treinta por uno. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, y al escuchar la Palabra del Reino, del Evangelio de Cristo en esta noche, y llegar a lo profundo de su alma, nació la fe de Cristo en su alma y está creyendo en Cristo como su único y suficiente Salvador, cree en Su Primera Venida y en Su muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de Expiación por sus pecados, ha llegado el momento en que usted tiene la oportunidad de dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndole como su único y suficiente Salvador, para lo cual tenemos unos minutos para que usted pueda venir a los Pies de Cristo, y recibirlo como vuestro único y suficiente Salvador dando testimonio público de vuestra fe en Cristo. Y yo estaré orando por usted para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y pueda ser bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así nazca usted en el Reino de Cristo, nazca a la Vida eterna como un hijo o una hija de Dios, y sea usted la buena tierra que escuchó la Palabra del Reino, la entendió y recibió a Cristo como su único y suficiente Salvador. Vamos a dar unos minutos para que puedan ustedes venir a los Pies de Cristo en estos momentos; ya pueden venir y yo oraré por cada uno de ustedes en esta noche, para que Cristo les reciba en Su Reino. También los que están en otras naciones a través de internet o del satélite, también pueden venir a los Pies de Cristo en estos momentos, para que Cristo le reciba en Su Reino. Sea usted la buena tierra que ha escuchado y ha entendido la Palabra del Reino, ha entendido que Cristo vino a la Tierra para buscar y salvar lo que se había perdido, para buscar seres humanos, darles la salvación y Vida eterna y por consiguiente colocarlos en el Reino de Dios. Cristo dijo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6: “*De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”* Y todos queremos entrar al Reino de Dios para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, por lo tanto, escuchamos la Palabra del Reino, creemos en Cristo, entendemos Su Palabra y lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Es un asunto de Vida eterna creer en Cristo y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador: “*El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Nadie quiere ser condenado, nadie quiere ser condenado y echado en el lago de fuego que es la segunda muerte, todos queremos vivir eternamente con Cristo, y ya Cristo ha establecido la forma en que podemos obtener la Vida eterna. Cristo tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Ibarra, en la República del Ecuador, y los está llamando para darles la salvación y Vida eterna. San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7, dice: “*Si oyereis hoy su voz,* *No endurezcáis vuestros corazones.”* Tenemos que tener nuestro corazón abierto a la Palabra de Dios, a la Palabra de Cristo, al Evangelio de Cristo, y creer en Cristo de todo corazón. Todavía pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir; y los niños de diez años en adelante también pueden venir a los Pies de Cristo, pues ya tienen conocimiento del bien y del mal y por consiguiente, pueden venir a los Pies de Cristo, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Los que están en otras naciones también pueden venir a los Pies de Cristo, para que queden incluidos en esta oración que estaré haciendo dentro de algunos minutos. Por lo tanto, los que están en otras naciones pueden también continuar viniendo a los Pies de nuestro amado Señor Jesucristo. Es un asunto de Vida eterna escuchar la Palabra de Cristo, el Evangelio de Cristo, y creer en Cristo de todo corazón; es para recibir la Vida eterna que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo los que faltan por venir, y los que están en otras naciones también pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo. Todos queremos la Vida eterna, y hemos visto cómo obtener la Vida eterna: a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Y Cristo dijo en San Juan, capítulo 5, verso 24: “*El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”* Por lo tanto, usted que ha escuchado la Palabra de Cristo y ha creído *acá* en su alma, ahora ha llegado el glorioso momento de dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, para que Cristo le reciba en Su Reino y le dé la Vida eterna. La fe viene por el oír, el oír ¿qué? La Palabra de Dios, y con el corazón, con el alma se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación; o sea, que la persona no puede recibir la salvación hasta que no confiesa públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador. Vean, aquí en San Mateo, capítulo 10, verso 32 al 33 las palabras de Cristo: “*A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos.”* Cristo confiesa delante del Padre Celestial a toda persona que lo confiesa públicamente delante de los seres humanos, lo confiesa como su único y suficiente Salvador, y entonces Cristo lo confiesa delante del Padre Celestial como un creyente en Cristo que lo recibió públicamente como su único y suficiente Salvador, y entonces el Padre Celestial le da la entrada a Su Reino eterno. “*Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”* Cualquier persona que niegue a Cristo, que no dé testimonio público de su fe en Cristo, que no recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, Cristo lo negará delante de Su Padre Celestial, y por consiguiente la persona no podrá entrar a la Vida eterna, no podrá vivir eternamente. Por lo tanto, es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. También Cristo habló en San Marcos, capítulo 8, verso 38: “*Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.”* No queremos que Cristo se avergüence de nosotros; queremos más bien que Cristo nos confiese públicamente delante de Dios y delante de Sus Ángeles, como creyentes en Él. También en San Juan, capítulo 3 dice de la siguiente manera, capítulo 3, verso 36 de San Juan. Dice: “*El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él.”* No queremos la ira de Dios sobre nosotros, queremos la bendición de Dios sobre nosotros. El que rehúsa creer en el Hijo de Dios, en Jesucristo, no verá la Vida eterna, la ira de Dios está sobre la persona y por consiguiente será juzgada, condenada y echada en el lago de fuego, que es la segunda muerte. Pero el que cree tiene Vida eterna, y eso es lo que nosotros queremos: la Vida eterna, porque queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. En Su Reino eterno vamos a vivir con un cuerpo nuevo, eterno, inmortal y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y ese cuerpo es joven para toda la eternidad. Por lo tanto, todos decimos: “Ese es el cuerpo que yo deseo tener, y esa es la vida que yo quiero tener: la Vida eterna.” Y ya sabemos que está en Jesucristo la Vida eterna. “*Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en Su Hijo* (en Jesucristo)*.”* Por eso venimos a Cristo: para que nos dé la Vida eterna. De esto fue que habló Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante. Es Vida eterna lo que queremos, y ya sabemos dónde está la Vida eterna: en Jesucristo. Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6: “*Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”* Por lo tanto, no podemos llegar a Dios, a menos que sea a través de Jesucristo; no podemos llegar al Reino de Dios a menos que sea a través de Jesucristo. También está establecido que todos los creyentes en Cristo vivirán eternamente con Cristo en Su Reino, y tendrán una posición importante en el Reino de Cristo, de Reyes, Sacerdotes y Jueces. El único Reino que nos garantiza una posición importante. El reino terrenal en que vivimos no nos ofrece, no nos garantiza ninguna posición importante; pero el Reino de Cristo sí, Él con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes y reinaremos sobre la Tierra con Él, reinaremos mil años y después por toda la eternidad. En la parábola del sembrador hemos visto las cuatro clases de terrenos; y ahora, aquí yo estoy viendo la buena tierra que ha escuchado la Palabra de Dios y ha entendido, y está aquí dando testimonio público de su fe en Cristo. Todavía si falta alguna persona por venir, puede venir para que quede incluida en esta oración que estaré haciendo. Ustedes están en esta actividad porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y el Espíritu de Dios les ha traído hasta aquí, para escuchar y colocar ahí en el alma la simiente de la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, para que nazca la fe de Cristo en vuestra alma y crean en Cristo de todo corazón, y den testimonio público de vuestra fe en Cristo, recibiéndole como vuestro único y suficiente Salvador, para Cristo darles la Vida eterna. También los que están en otras naciones pueden continuar viniendo a los Pies de Cristo, pues los nombres de ustedes también están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida, y por esa causa ustedes están en las diferentes naciones escuchando en estos momentos la predicación del Evangelio de Cristo. Pueden continuar viniendo los que están aquí presentes en Ibarra, República del Ecuador, y los que están en las diferentes naciones escuchando en estos momentos. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si falta todavía alguna persona puede venir. Vamos a estar puestos en pie. Algunas veces hay personas que son un poco tímidas y se avergüenzan de pasar al frente para recibir a Cristo; pero no podemos avergonzarnos de Cristo, Él dijo: “El que se avergonzare de mí, Yo me avergonzaré de él delante de mi Padre que está en los Cielos.” Y no queremos que Cristo se avergüence de nosotros delante de nuestro Padre Celestial. Por lo tanto, si hay alguna persona que era tímido, eche a un lado la timidez. Cristo no fue tímido para morir por nosotros en la Cruz del Calvario; por lo tanto, no sea usted tímido para recibir a Cristo. Diga: “Yo quiero vivir eternamente, yo he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en mi alma, entendí y creí de todo corazón, creo en Cristo de todo corazón, me levanto, paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo y lo recibo como mi único y suficiente Salvador.” Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo en esta noche. Si todavía falta alguno, puede venir para que Cristo le reciba en Su Reino. Recuerden que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. No nos podemos avergonzar de Cristo porque Él se avergonzaría de nosotros y entonces no nos daría la Vida eterna. “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* (San Juan, capítulo 3, verso 16). Es para darnos la Vida eterna que Cristo murió en la Cruz del Calvario; y para nosotros recibir la Vida eterna, pues venimos a Cristo y lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Ya vamos a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Si hay alguno todavía que escuchó y nació la fe de Cristo en su alma y creyó en Cristo de todo corazón, Cristo le ha llamado en esta noche. Si has escuchado la Voz de Cristo, no endurezcas tu corazón, Él te ha llamado porque tu nombre está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y te ha llamado para darte la salvación y Vida eterna; eres una oveja de Dios dada a Jesucristo para que te dé la Vida eterna. Todavía si falta alguno puede venir para que quede incluido en esta oración que estaré haciendo. Ya la fe de Cristo nació en tu alma, y ahora la decisión más importante de tu vida es una sola, la cual te coloca en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno: es la decisión de recibir a Cristo como tu único y suficiente Salvador. Cristo te ha dejado la parte más sencilla para tú hacer: la de recibirlo como tu único y suficiente Salvador; pero la Obra de Redención la hizo Cristo en la Cruz del Calvario muriendo por mí. ¿Y por quién más? Por ti en la Cruz del Calvario. Esa era la parte difícil. Ahora, la parte más sencilla es escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, creer y recibirlo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos perdone y con Su Sangre nos limpie de todo pecado, y seamos bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en nosotros el nuevo nacimiento, y así nos dé la Vida eterna, y así es como entramos a Su Reino eterno. Si falta todavía alguna persona, no se detenga, venga a los Pies de Cristo, pues Él le ha llamado en esta ocasión, ha sido el llamado de Cristo directamente a vuestra alma; y usted sabe que Cristo le habló a su alma y le llamó, y le ha llamado en esta ocasión, a ustedes que están aquí presentes y a ustedes que están a través de internet que no habían recibido a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Esta es la noche más importante de vuestra vida. Vamos ya a orar por las personas que han venido a los Pies de Cristo. Vamos a levantar nuestras manos al Cielo a Cristo, y repitan conmigo esta oración que estaré haciendo por ustedes, con nuestros ojos cerrados también los que están en otras naciones. ***Señor Jesucristo, vengo a Ti habiendo escuchado la predicación de Tu Evangelio, ha nacido Tu fe en mi alma, creo en Ti, creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.*** ***Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y reconozco que necesito un Salvador. Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador.*** ***Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego, perdona mis pecados y con Tu Sangre límpiame de todo pecado, y bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre, y sea producido en mí el nuevo nacimiento. Quiero nacer a la Vida eterna en Tu Reino eterno, quiero vivir Contigo por toda la eternidad.*** ***Señor Jesucristo, en Tus Manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo. Te lo ruego en Tu Nombre Eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Y con nuestras manos levantadas al Cielo, todos decimos: **¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! ¡La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado! Amén y amén.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, porque ustedes escucharon la predicación del Evangelio de Cristo y nació la fe de Cristo en vuestra alma, y creyeron en Cristo de todo corazón y lo recibieron como vuestro único y suficiente Salvador, dando así testimonio público de vuestra fe en Cristo. Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”* Ustedes me preguntarán: “¿Cuándo me pueden bautizar en agua en el Nombre del Señor Jesucristo? Quiero ser bautizado en agua lo más pronto posible, pues Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Quiero ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo lo más pronto posible. ¿Cuándo me pueden bautizar?” Es la pregunta desde lo profundo de vuestra alma. Por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador dando testimonio público de vuestra fe en Cristo, bien pueden ser bautizados en agua en este mismo momento. Para lo cual pregunto al Reverendo Carlos Oliva si hay agua. Puede venir aquí al micrófono: ¿Si hay agua? Hay bautisterios *aquí*. ¿Hay ropas bautismales también? También hay ropas bautismales. ¿Hay también ministros que les bautizarán en agua? También hay ministros que les bautizarán en agua. ¿Hay también personas que les ayudarán para llegar al lugar donde están los vestidores para colocarse las ropas bautismales? También hay lugar, hay personas que les cuidarán vuestras ropas en lo que ustedes serán bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ***Y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. En el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén.*** ***Y a vuestros familiares Cristo los traiga a Sus Pies y les dé también la salvación y Vida eterna, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Cristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Y ahora, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Ha sido para mí un privilegio grande y bendición grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: **“LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR.”** Y en esta ocasión ustedes se han identificado como la buena tierra, donde la Palabra de Cristo ha sido sembrada para llevar mucho fruto. Que Dios les bendiga y les guarde, y nos continuaremos viendo en estos cuerpos físicos, y también cuando tengamos el nuevo cuerpo nos veremos por toda la eternidad en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Y ustedes me dirán: “La decisión más grande que yo hice en mi vida, fue aquella decisión que hice cuando usted predicó y yo recibí a Cristo como mi único y suficiente Salvador, y fui bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.” ***Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.*** Muchas gracias por vuestra amable atención, y con nosotros el Reverendo Carlos Oliva para indicarles hacia dónde caminar y ser bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo. “**LA PARÁBOLA DEL SEMBRADOR.”**