--- title: 'Siguiendo el ejemplo del Maestro' date: 2004-10-14 activity: 1 place: city: Porto Velho state: Rondônia country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amigos y hermanos presentes aquí en Porto Velho, en Rondônia; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para esta ocasión leemos la Escritura en San Juan, capítulo 13, versos 13 al 17, cuando Jesús tomó la última cena con Sus discípulos y luego lavó los pies de Sus discípulos y los secó con una toalla. Dice así San Juan, capítulo 13, versos 13 al 17: “*Vosotros me llamáis Maestro, y Señor; y decís bien, porque lo soy.* *Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.* *Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.* *De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.* *Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“SIGUIENDO EL EJEMPLO DEL MAESTRO.”** Nuestro Maestro es nuestro amado Señor Jesucristo, y luego que Él estuvo en la Tierra en carne humana, luego murió, fue sepultado, y luego resucitó de entre los muertos al tercer día, glorificado; por eso no lo conocían Sus discípulos, porque había resucitado glorificado. Cuando un creyente en Cristo o los creyentes en Cristo que han muerto físicamente, cuando resuciten, resucitarán en cuerpos glorificados y jóvenes que representarán de 18 a 21 años de edad. Y si algún familiar de ustedes murió y tenía de 70 a 90 años, ya era un anciano o una anciana, pero siendo un creyente en Cristo murió en esperanza de volver a vivir en un cuerpo nuevo y glorificado; y cuando sea resucitado, usted no espera a un ancianito o a una ancianita, usted espera que él regrese en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal y joven y glorificado para toda la eternidad. Así es también para todos nosotros cuando seamos transformados, como fue con nuestro amado Señor Jesucristo: Él fue glorificado. Por eso Jesucristo dijo, orando: “Padre, glorifica a Tu Hijo.” Y fue glorificado cuando resucitó glorificado. Por lo tanto, vean aquí en el capítulo 17 de San Juan, verso 1, dice: “*Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti.”* Al llegar al final de Su ministerio, Él pidió ser glorificado; y la Iglesia del Señor Jesucristo al llegar al final de Su ministerio pide la glorificación. Y cada creyente en Cristo también pide ser glorificado en este tiempo final; y habrá un grupo de escogidos en el Cuerpo Místico de Cristo que no verán muerte, sino que serán transformados, y así estarán glorificados con un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo nuestro Salvador. En esa clase de cuerpo volveremos a ser jóvenes, pero en un cuerpo eterno, en un cuerpo inmortal, en un cuerpo que nunca más se pondrá viejo, que ni siquiera le dará una gripe; esa es la clase de cuerpo que Jesucristo tiene, y esa es la clase de cuerpo que yo voy a tener. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también; porque la promesa no es solamente para mí, es para cada uno de ustedes también; porque es para todos los que siguen el ejemplo del Maestro, Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, siguiendo el ejemplo de Jesucristo nuestro Salvador, el cual llegó a la glorificación, también nosotros llegaremos a la glorificación, siguiendo el ejemplo del Maestro, Jesucristo nuestro Señor y Salvador. Encontramos que la meta divina es que todos lleguemos a ser eternos físicamente también, que todos lleguemos a ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, y así seamos eternos y jóvenes para siempre, y así tengamos la inmortalidad, la cual Dios nos da a través de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso es que toda persona necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, para así llegar a la meta de la inmortalidad, llegar a la meta de la Vida eterna en cuerpos eternos, y ser iguales a nuestro amado Señor Jesucristo; y luego cuando tengamos el cuerpo nuevo, nos miraremos en el espejo, y diremos: “Este era el cuerpo que yo necesitaba y que yo anhelaba, y Dios me ha dado ese cuerpo.” Después podrá mirarse en el espejo mil años después, y verse igual, tan joven como se vio cuando se miró al principio que recibió el cuerpo. Y usted dirá: “Está tan joven como cuando Cristo me dio ese cuerpo.” Y se podrá mirar un millón de años después de eso, y verse y decir: “Está tan joven como cuando lo recibí un millón de años atrás.” ¿Por qué? Porque ese es un cuerpo inmortal e incorruptible y glorificado que Jesucristo tiene prometido para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Así es como recibiremos la inmortalidad física que Él ha prometido para todos nosotros. Jesucristo está tan joven como cuando subió al Cielo, dos mil años atrás, porque Su cuerpo está glorificado. Por esa causa Sus discípulos no le conocían cuando resucitó; porque un cuerpo glorificado representa de 18 a 21 años de edad. Y cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, tenía 33 años. Y cuando resucitó glorificado, ahora representa mucho menos: de 18 a 21 años de edad; o sea, que es una diferencia de 12 años como poco; o sea, de 9 a 12 años o de (más bien) de 12 a 15 años de diferencia. Y usted coloca una persona de 18 a 21 años de edad al lado de uno que tenga 33 años, y usted nota la diferencia. Por lo tanto, los discípulos no le conocían. Cuando venga resucitado algún familiar suyo, y haya tenido más de 40 años, cuando usted lo vea de nuevo, no lo va a conocer, porque vendrá jovencito, y le podrá decir a usted: “¿Cómo estás sobrino?” O si es su papá, le podrá decir: “Hijo, ¿cómo estás?” Y usted le dirá: “Tú no puedes ser mi papá, te ves más joven que yo.” Pero él le dirá: “Esto es lo que enseña la Escritura: que Cristo nos daría un cuerpo glorificado y eterno, y ese cuerpo es joven para toda la eternidad.” Cuando veamos a nuestros familiares resucitados, entonces nosotros seremos transformados y seremos jóvenes también, para toda la eternidad, y ahí obtendremos la inmortalidad física que Cristo ha prometido. Y los niños vendrán a ser jóvenes en el cuerpo nuevo que recibirán ellos también. Por lo tanto, es un cuerpo eterno y glorificado y joven para todos los creyentes en Cristo que han seguido el ejemplo de Jesucristo nuestro Maestro. Nuestro amado Señor Jesucristo fue bautizado en agua por Juan el Bautista, y recibió el Espíritu Santo, el Espíritu Santo vino sobre Él. Y Dios dijo: “Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.” Todos queremos también que Dios se complazca en nosotros. Y para eso tenemos que seguir el ejemplo, las pisadas de Jesucristo nuestro Maestro. Dios se complacía en morar en Jesucristo, y Dios se complace en morar en mí. ¿Y en quién más? En cada uno de ustedes también. Dios mora en nosotros en Espíritu Santo. San Pablo dijo: “¿No saben ustedes que ustedes son templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” También en otra ocasión dijo: “Vosotros sois templo del Espíritu Santo.” Y ahora, así como Cristo es el Templo humano donde mora Dios, nosotros somos Templo de Dios donde Dios mora en Espíritu Santo, y Él se complace morar en mí y en cada uno de ustedes también, porque estamos siguiendo el ejemplo de nuestro Maestro Jesucristo, estamos siguiendo las pisadas de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, amaos los unos a los otros, con Amor Divino, viviendo vidas agradables a Dios, y sirviendo a Cristo todos los días de vuestras vidas. Toda persona que ha recibido a Cristo como su único y suficiente Salvador, y ha confesado a Cristo sus pecados y ha pedido perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo ha perdonado y con Su Sangre lo ha limpiado de todo pecado, y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo por un ministro, y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha obtenido el nuevo nacimiento para seguir el ejemplo de Jesucristo nuestro Maestro, para seguir las pisadas de Jesucristo nuestro Salvador, hasta que todos lleguemos a la perfección, hasta que todos lleguemos a la Adopción, que será nuestra transformación, en donde obtendremos el cuerpo eterno y glorificado. Vean lo que San Pablo dice en Filipenses, capítulo 3, versos 10 al 14: “*A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte,* *si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos.* *No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.* *Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,* *prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”* Hay una meta, la meta de ser a imagen y semejanza de Jesucristo, la meta de ser eternos físicamente, la meta de recibir un cuerpo nuevo y eterno. Esa es la meta. La meta es entonces la Adopción de nuestros cuerpos, la Redención de nuestros cuerpos. Ya hemos recibido la Adopción espiritual, acá adentro, y nos falta la Adopción física: la transformación de nuestro cuerpo. Tenemos que proseguir la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Hay un premio, Dios nos ha llamado para darnos un premio. Y ese llamamiento que Él nos ha hecho para darnos ese premio es el llamamiento de Dios en Cristo Jesús. A través de Cristo Él nos ha llamado, y por medio de Cristo Él ha preparado todo para darnos el premio de la Vida eterna, de la inmortalidad, para darnos el premio de la Vida eterna, de la inmortalidad; ya nos ha dado la Vida eterna espiritual para nuestra alma, y nos dará la Vida eterna física dándonos un cuerpo eterno y glorificado. Por lo tanto, proseguimos el ejemplo del Maestro, proseguimos las pisadas caminando las pisadas de Jesucristo nuestro Salvador, perseverando en Cristo todos los días de nuestra vida, hasta que seamos transformados, y recibamos el premio de la inmortalidad, la Vida eterna física que Él ha prometido para todos nosotros. Por esa causa fue que Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Nadie quiere ser condenado, todos queremos ser salvos, y para eso se predica el Evangelio de Cristo: para que toda persona pueda creer en Jesucristo como su único y suficiente Salvador, y pueda ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y pueda obtener el perdón de sus pecados, y pueda ser bautizado con el Espíritu Santo y Fuego, y pueda obtener el nuevo nacimiento, pueda nacer en el Reino eterno de Jesucristo, y por consiguiente nacer a una nueva vida, a la Vida eterna. No hay nada más importante que la Vida eterna, la Vida eterna es lo más importante para el ser humano, y esa Vida eterna la da Dios a través de Jesucristo a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador. Por eso San Pedro el Día de Pentecostés predicando en el capítulo 2 del libro de los Hechos, versos 34 en adelante, dijo: “*Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,* *Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.* *Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Dios ha hecho a Jesús SEÑOR y CRISTO. Por eso llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO: porque en Jesucristo moró la plenitud de la divinidad corporalmente. Esto es: en Jesucristo moró Padre, Hijo y Espíritu Santo, esa es la plenitud de la divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y por consiguiente Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo. Sigue diciendo la Escritura: “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”* Pedro ordenó que fueran bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo, porque el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es SEÑOR JESUCRISTO, porque en Jesús moró la plenitud de la divinidad, la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo; y la plenitud de Dios morando en un cuerpo de carne humana tenía un nombre, que es SEÑOR JESUCRISTO. Sigue diciendo: “*Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Luego en el verso 47, dice (de este mismo capítulo 2 del libro de los Hechos) 46 y 47, dice: “*Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,* *alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”* Los que han de ser salvos son añadidos a la Iglesia del Señor Jesucristo, porque es la Iglesia y en la Iglesia del Señor Jesucristo, que se predica el Evangelio de Cristo, para que todo aquel que crea en Jesucristo sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, arrepentido de sus pecados, y Cristo le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca el nuevo nacimiento en la persona, y así la persona nazca a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Y así la persona obtenga la Vida eterna, para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad, perseverando y siguiendo el ejemplo del Maestro, Jesucristo. Toda persona que ya ha recibido a Cristo como Salvador, y arrepentido de sus pecados ha pedido perdón a Cristo, Cristo lo ha perdonado, ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y ha producido en usted el nuevo nacimiento, ya usted tiene Vida eterna, usted nació en la Vida eterna, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, usted ha asegurado su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno, y yo también. Si hay alguna persona que todavía no ha asegurado su futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador, para seguir las pisadas de Cristo, para seguir el ejemplo del Maestro, puede en esta ocasión pasar al frente y yo estaré orando por usted para que Cristo les reciba en Su Reino, le perdone sus pecados y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, nazca en el Reino eterno de Jesucristo, y así sea añadido a la Iglesia del Señor Jesucristo. Vamos a dar unos segundos en lo que pasan las personas que han escuchado y han creído y no habían recibido a Cristo como Salvador, para que en esta ocasión pasen al frente dando testimonio público de su fe en Jesucristo, para que Cristo les reciba en Su Reino. Dice la Escritura en Romanos, capítulo 10: “Con el corazón se cree para justicia, mas con la boca se confiesa para salvación.” Luego de la predicación del Evangelio de Cristo la fe ha nacido en el corazón de las personas, y por esa causa la persona se da cuenta que está creyendo en Cristo como su único y suficiente Salvador, nació la fe de Cristo en su alma para creer en Cristo como su único y suficiente Salvador, y sabe que tiene esa fe, cree ya en Cristo. “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Por lo tanto, le corresponde dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo como su único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” \[San Lucas 12:8-9\]. Todos queremos que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial como creyentes en Él. Nadie quiere que Cristo lo niegue delante del Padre Celestial. Todos los que sean negados por Cristo, no entrarán a la Vida eterna; pero todos los que sean confesados por Cristo al Padre, entran a la Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Y todos queremos vivir eternamente, por lo tanto todos necesitamos confesar a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Él es el único Salvador y Él es el único que puede perdonar nuestros pecados, y Él es el único que con Su Sangre nos limpia de todo pecado. No hay otra persona que pueda hacer eso. Usted no puede ir a la farmacia o al supermercado a comprar un detergente para lavarse sus pecados y ser quitados de usted sus pecados; solamente la Sangre de Cristo es la que hace ese milagro. La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, para lo cual necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él perdone nuestros pecados y con Su Sangre nos limpie de todo pecado, y seamos bautizado en agua en Su Nombre, y Él nos bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en nosotros el nuevo nacimiento. Pueden continuar pasando las personas que han escuchado y han creído de todo corazón en Cristo, y no habían recibido a Cristo como su Salvador. Pueden pasar al frente para dar testimonio público de su fe en Cristo y yo estaré orando por usted en esta ocasión, para que Cristo le reciba, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y le bautice con Espíritu Santo y Fuego. Vamos a dar unos segundos en lo que pasan las personas que faltan por pasar, los niños de diez años en adelante también pueden pasar, porque Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Él dijo: “Dejad venir a mí a los niños, dejad a los niños venir a mí y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Por lo tanto, Cristo tiene lugar en Su Reino para los niños también, y para los jóvenes también, y para los adultos también, y para los ancianos también. Cristo tiene lugar para toda persona que escucha la predicación de Su Evangelio y cree en Cristo de todo corazón y lo recibe como su único y suficiente Salvador. Cristo está llamando a todas las ovejas que el Padre le dio. El Padre le dio esas ovejas, esos seres humanos, para que les dé Vida eterna. Por eso San Pablo dice en Hebreos, capítulo 3, verso 7, y capítulo 4, verso 7: “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcáis vuestros corazones, no endurezcáis vuestro corazón.” Por lo tanto, no endurezca usted su corazón, porque Cristo lo está llamando para darle Vida eterna, para que usted tenga la Vida eterna y tenga su futuro eterno asegurado en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. **¿Qué otra persona le puede asegurar a usted su futuro eterno?** No lo hay, solamente hay uno, y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Vamos a estar puestos en pie mientras pasan las personas que faltan por pasar, y ya estaremos orando por las personas que han pasado. Si falta alguno todavía puede pasar. Ya Dios les ha hablado a vuestro corazón, y Dios dice: “Si oyes hoy Su Voz (o sea, la Voz de Dios, la Voz de Cristo, la Voz del Espíritu Santo), no endurezcáis vuestro corazón.” No podemos poner duro nuestro corazón, sino abrir nuestro corazón para que Cristo entre a nuestra alma, a nuestro corazón, y nos dé la salvación y Vida eterna, y así nos asegure nuestro futuro eterno en Su Reino eterno. Todos queremos vivir eternamente, y ya hemos visto la forma establecida por Dios para que vivamos eternamente. Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Su Hijo, en Jesucristo nuestro Salvador. Recibimos a Cristo para que Él nos dé la Vida eterna. No hay otra persona que nos pueda dar la Vida eterna, solamente hay uno y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Y no hay otro. Por lo tanto, toda persona está llamada a mirar a Jesucristo para ser salvo y vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Pueden continuar pasando las personas que ya han escuchado y han creído de todo corazón. Unos segundos más y estaremos orando por todas las personas que han pasado. Todavía vienen más personas de camino. Los niños también pueden venir para que queden incluidos en esta oración que haré por todos. Vamos orar por los que han pasado. Si falta todavía alguno, pase para que quede incluido en esta oración. Recuerde que es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. La Vida eterna la aseguramos con Jesucristo nuestro Salvador. La persona no sabe cuántos días le toca vivir en esta Tierra, y por lo tanto, necesita asegurar su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Después que la persona muere físicamente ya no tiene tiempo para decir: “Ahora yo quiero recibir a Cristo, ahora yo creo en Cristo.” Ya se le habrá terminado el tiempo. El tiempo para recibir a Cristo es mientras la persona está viviendo en este planeta Tierra. Es una oportunidad única, no se repite de nuevo, después que la persona termina sus días en esta Tierra. Dios ha tenido Misericordia de todos nosotros, y nos ha dado la oportunidad de Vida eterna, a través de Jesucristo, para que todos podamos vivir eternamente. Si en un país surgiera una persona, un médico o alguna otra persona que descubriera un producto que le extendiera los años al ser humano por cien años, que al tomar ese medicamento, esa medicina, la persona pudiera vivir cien años más, ¿cómo estaría la oficina de ese médico? Llena, llena de todo tipo de persona; y pagarían lo que él pidiera, porque quieren vivir cien años más. Y si la persona ya tiene ochenta ó noventa años, más rápido va al médico que ha descubierto ese producto, para darle cien años más de vida. Y cualquier persona rica de ochenta ó noventa años, le diría a ese médico: “Aquí está todo lo que yo tengo, todas mis riquezas, aquí las tienes; y dame el producto que tú tienes, para vivir cien años más.” Y para que no se le vaya a perder el producto, o alguna persona se lo vaya a robar, ¿qué hace? Lo recibe de parte del médico y se lo toma allí mismo. Y ahora, Dios, el Médico Divino, nos ha dado el producto, el medicamento, para que nosotros vivamos eternamente, no cien años más, sino toda una eternidad. Y ese medicamento tiene un nombre, ese nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Jesucristo. Para vivir eternamente tenemos que tomar el medicamento, tenemos que tomar a Cristo, tenemos que recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y entonces viviremos eternamente como nuestro amado Señor Jesucristo. Vean, ya lleva dos mil años que Él se fue de la Tierra, pero todavía está vivo y joven como cuando se fue. Por lo tanto, Él sabe, Él conoce el secreto de la Vida eterna. Dios dijo que le mostraría el camino de la Vida. Y ahora a nosotros nos muestra el Camino de la Vida eterna, que es Jesucristo nuestro Salvador. Dios nos ha dado Vida eterna, y esta Vida está en Su Hijo, en Jesucristo, conforme a Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 al 13. Y Dios nos ha dado Vida eterna, esa es la buena noticia para todos los creyentes en Cristo. Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, lo recibimos para que nos dé Vida eterna, y Él nos da Vida eterna, Él nos ha dado Vida eterna y viviremos con Él por toda la eternidad en Su glorioso Reino eterno. Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Si todavía queda alguna persona por pasar, puede pasar. Si queda alguna persona que quiera asegurar su futuro eterno con Cristo, puede pasar para que asegure su futuro eterno, su vida después de esta vida terrenal; porque después de esta vida terrenal hay Vida eterna para todos los creyentes en Cristo. Vamos ya a orar por las personas que han pasado, vamos a levantar nuestras manos al Cielo, y repitan conmigo esta oración las personas que han pasado. Con nuestros ojos cerrados repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio y he creído de todo corazón en Tu Primera Venida y en Tu muerte en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados.*** ***Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, Te ruego perdones mis pecados y Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado.*** ***Señor Jesucristo, Te ruego salves mi alma, Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero nacer a la Vida eterna, quiero vivir eternamente contigo. En Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Señor Jesucristo, Te lo ruego. En Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Cristo les ha recibido, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado, por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, y lo han recibido como vuestro único y suficiente Salvador. Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Y ustedes han creído. Y ahora, me dirán: “Pero todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me bautizarán?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados hoy mismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, donde se identificarán con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador, la persona muere al mundo; y cuando el ministro lo sumerge en las aguas bautismales, la persona está siendo sepultada, el viejo hombre está siendo sepultado; y cuando lo levanta de las aguas bautismales está naciendo, resucitando a una nueva vida, a la Vida eterna, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, para seguir el ejemplo del Maestro, seguir las pisadas del Jesucristo nuestro Salvador, hasta que recibamos nuestra transformación e inmortalidad; porque para eso es que somos llamados: para recibir la Vida eterna. Pregunto al ministro si hay agua aquí: Hay agua, hay bautisterio, hay dos bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay también ropas bautismales. ¿Hay lugar dónde cambiarse de ropas para colocarse las ropas bautismales? Hay también lugar. ¿Y personas para cuidar las ropas? También hay. Por lo tanto, bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo hoy mismo, en esta misma tarde, y en estos mismos momentos, para así seguir el ejemplo de nuestro amado Señor Jesucristo, el cual también fue bautizado en agua por Juan el Bautista. ***Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y les bautice con Espíritu Santo y Fuego nuestro amado Señor Jesucristo, luego que ustedes sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y también a vuestros familiares, Cristo los traiga a Sus pies, y les dé salvación y Vida eterna, para que estén también con ustedes en el Reino de Cristo viviendo por toda la eternidad. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: **“SIGUIENDO EL EJEMPLO DEL MAESTRO,”** siguiendo el ejemplo de Jesucristo, esto es: siguiendo las pisadas de Jesucristo nuestro Salvador. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo inmediatamente al ministro Leví para que les indique hacia dónde caminar para cambiarse de ropas y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. Vamos a pedirle al ministro pase acá para que les indique hacia dónde pueden caminar para ser bautizados. Vamos a esperar un momentito en lo que el ministro Leví pasa para indicarles hacia dónde caminar. Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y nos veremos en el Reino eterno de Jesucristo viviendo por toda la eternidad, y en cuerpos jóvenes, glorificados e inmortales. Esa es la promesa de Cristo nuestro Salvador, para todos los creyentes en Él. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**SIGUIENDO EL EJEMPLO DEL MAESTRO.”**