--- title: 'Cristo murió por nosotros' date: 2004-09-07 activity: 1 place: city: Londrina state: Paraná country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Londrina, República del Brasil; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Para esta noche leemos en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 3 en adelante, donde dice San Pablo: “*Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras;* *y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;* *y que apareció a Cefas, y después a los doce.* *Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen.* *Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles;* *y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.* *Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS.”** Cristo murió por los pecadores. Sin Él tener pecado se hizo pecado por nosotros tomando nuestros pecados para morir por todos nosotros, y así darnos Vida eterna. Cristo murió por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también, porque Cristo murió por todos nosotros. Cristo dijo en San Lucas, capítulo 19, verso 10, el motivo de Su Venida a la Tierra: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” Cuando el ser humano pecó en el Huerto del Edén, la raza humana perdió la Vida eterna, y por consiguiente todos los descendientes de Adán y Eva han estado apareciendo en este planeta Tierra con vida temporera, pero sin Vida eterna, porque el ser humano pecó y perdió la vida. Eso fue lo que Dios le dijo a Adán: que no comiera del árbol de ciencia del bien y del mal, porque el día que comiera de él, ese día moriría. Algunas personas leen en la Biblia que Adán continuó viviendo; y verdaderamente continuó viviendo (Adán y Eva), luego de haber pecado. Adán vivió 930 años. ¿Y qué de lo que dijo Dios: “El día que comas del árbol de ciencia del bien y del mal, ese día morirás?” ¿No se cumplió entonces lo que Dios dijo? Sí se cumplió. El día que Adán y Eva pecaron, murieron a la Vida eterna, y solamente les quedó vida temporera, que le duró a Adán 930 años nada más. Y ahora, todo ser humano que nace en la Tierra, nace como un descendiente de Adán y Eva; y por cuanto todos los hombres pecaron, cuando Adán y Eva pecó, y estaban representados en Adán todos los seres humanos que iban a nacer en la Tierra, por consiguiente cada persona al nacer en la Tierra, nace como un pecador. Por eso es que todo ser humano es mortal. “Por cuanto todos pecaron, todos están destituidos de la gloria de Dios.” (Romanos, capítulo 3, verso 23) Y Romanos, capítulo 6, verso 23, dice: “*Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”* Y ahora, por cuanto el ser humano pecó, el resultado fue la muerte, murió a la Vida eterna, y solamente le quedó Vida temporera. Para el ser humano obtener la Vida eterna tiene que nacer de nuevo en un reino, no terrenal, en un Reino Celestial que tenga Vida eterna; y ese Reino es el Reino de Jesucristo el Hijo de Dios. Por lo tanto, las Palabras de Cristo a Nicodemo cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Así como para nosotros ver este reino terrenal en el cual vivimos, y el cual está controlado por el príncipe de las tinieblas, del cual Cristo dijo que es el príncipe de este mundo, y es el príncipe del aire también, y es el príncipe de las tinieblas. Ahora, para nosotros ver este mundo y caminar en él, y vivir en este mundo, tuvimos que nacer; y para ver el Reino de Dios tenemos que nacer en el Reino de Dios. Cristo dijo a Nicodemo, el cual pensaba que era un nacimiento físico, y preguntaba a Cristo: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer de nuevo?” Pero Cristo le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, en donde recibe la revelación divina del misterio de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, en donde Jesucristo tomó nuestros pecados y murió por nosotros en la Cruz del Calvario; y luego fue sepultado y resucitó al tercer día, para nuestra justificación. Ese misterio está contenido en el Evangelio de Jesucristo; alrededor del misterio de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario, gira el Evangelio de Jesucristo, el Evangelio de la Gracia, para darle así la revelación del misterio de la Primera Venida de Cristo, darle así la fe para creer en la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario; creer en Cristo y recibirlo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de los pecados, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Eso es nacer del Agua, nacer del Evangelio de Cristo, y nacer del Espíritu es nacer del Espíritu Santo, recibir el Espíritu Santo, luego de haber sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en un nuevo reino, en el Reino eterno de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador; y por consiguiente la persona ha nacido a la Vida eterna, a una nueva vida; y por consiguiente la persona ahora ve el Reino de Dios, vive en el Reino de Dios, en ese Reino eterno donde tiene Vida eterna la persona. Para la persona obtener Vida eterna, tiene que entrar al Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo; y para eso es que la persona escucha la predicación del Evangelio de Cristo, donde se muestra que Cristo en Su Primera Venida tomó nuestros pecados y murió por nosotros en la Cruz del Calvario, para poder salvar nuestras almas. Somos almas vivientes en estos cuerpos terrestres, en estos cuerpos mortales. Pero Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Por lo tanto, Jesucristo murió en la Cruz del Calvario por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Ya todo esto estaba destinado, estaba programado en la mente de Dios; y luego se hizo realidad en este planeta Tierra. Pero ya era una realidad en la mente de Dios. Vean lo que nos dice Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante, donde nos muestra la forma en que nosotros hemos sido rescatados, hemos sido rescatados del reino de las tinieblas, y trasladados al Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Vean, Primera de Pedro, capítulo 1, verso 18 en adelante, dice: “*Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,* *sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación.”* Hemos sido rescatados, hemos sido comprados, pero no con oro ni con plata, sino con la Sangre de Jesucristo, como de un Cordero sin mancha y sin contaminación. Cristo nos compró. “*...ya destinado desde antes de la fundación del mundo* (Jesucristo fue destinado desde antes de la fundación del mundo para morir en la Cruz del Calvario como un Cordero sin mancha y sin contaminación. ¿Para morir por quién? Por cada uno de nosotros)*, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros...”* Fue manifestado en los postreros tiempos, que son los días postreros, los milenios postreros. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día,” dice en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90, verso 4, que es un Salmo del Profeta Moisés. Los días postreros son los milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Así como los tres días postreros de la semana son: el quinto día (que es el jueves), el sexto día (que es el viernes), y el séptimo día (que es el sábado), esos son los tres días postreros de la semana. Y los tres milenios postreros son: el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Cuando Cristo tenía de tres a siete años de edad, comenzó el quinto milenio; y por consiguiente comenzaron los días postreros delante de Dios. Por eso es que dice aquí que Cristo fue manifestado en los tiempos postreros, en los días postreros. San Pablo también, hablándonos de los días postreros, nos dice que esos días en que apareció Jesús eran los días postreros. Eso está en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice: “*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas* (¿cómo hablaba Dios? Por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas, porque los Profetas son la boca de Dios, a través de los cuales Dios habla en el idioma de los seres humanos)*,* *en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo* (¿en cuáles días? En los postreros días, porque el quinto milenio es el primero de los milenios postreros, que delante de Dios es el primero de los días postreros)... *en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”* El Heredero de toda la Creación tiene un Nombre, Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. ¿Y por medio de quién Dios creó el Universo completo, el mundo invisible y el mundo visible? Tiene un nombre, su nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Por medio de Jesucristo Dios creó toda la Creación. ¡Pero si Cristo nació en Belén de Judea! Pero eso fue Su cuerpo físico, pero Jesucristo en Su cuerpo angelical existía. Él dijo: “Antes que Abraham fuese, Yo Soy.” (San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58) ¿Cómo existía Cristo antes de Abraham? ¿Cómo existía antes de nacer Su cuerpo en Belén de Judea? En cuerpo angelical. El Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, es Jesucristo en Su cuerpo angelical, en quien moraba Dios, y por medio del cual Dios creó los Cielos y la Tierra. ¿Ven lo sencillo que es todo? ¿Ven cómo podemos entender la Biblia? Dice: “Por medio de quién hizo el Universo.” \[Hebreos 1:2\] Cristo, el Ángel del Pacto en Su cuerpo angelical, fue el instrumento en quien estaba Dios creando el Universo completo. “En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra.” \[Génesis 1:1\] ¿Cómo los creó? Por medio de Jesucristo. Vean también en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, lo que nos dice: “*En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.* *Este era en el principio con Dios.* *Todas las cosas por él fueron hechas* (¿por quién fueron hechas todas las cosas? Por el Verbo. Pero en el Verbo estaba Dios, y el Verbo era Dios, porque Dios estaba en el Verbo y el Verbo es Jesucristo en Su cuerpo angelical)... *Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.* *En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”* (Hasta San Juan, capítulo 1, verso 1 al 4 leímos). Y luego del verso 9 en adelante, dice (de este mismo capítulo 1 de San Juan): “*Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”* Aquella Luz verdadera, el Verbo que era con Dios y era Dios, por medio del cual Dios creó todas las cosas. “*Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo* (y vamos a ver cómo venía:)*.* *En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.* *A lo suyo vino* (o sea, al pueblo hebreo)*, y los suyos no le recibieron* (lo rechazaron y lo crucificaron, por mano o por medio de los romanos)*.* *Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;* *los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.* *Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”* El Verbo que era con Dios y era Dios a través del cual Dios creó todas las cosas, se hizo carne y habitó entre nosotros, y fue conocido por el nombre de JESÚS. El Verbo vino a este mundo, aquella Luz verdadera que alumbra a todo hombre vino a este mundo en carne humana y fue conocido por el nombre de JESÚS; y murió por nosotros en la Cruz del Calvario, tenía que ser un hombre de otra dimensión, de otro mundo que se hiciera carne en esta Tierra, pero no carne pecadora, sino carne sin pecado. Por lo tanto, Su cuerpo no podía venir por la unión de un hombre y de una mujer, tenía que venir por Creación Divina. Dios creó en el vientre de la virgen María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, y así fue creado el cuerpo de Jesús que nació en Belén de Judea, un cuerpo sin pecado; fue la Sangre de Dios la que corrió por las venas de aquel cuerpo, no era sangre humana pecadora, porque no podía redimir al ser humano, tenía que ser Sangre de un Hombre Celestial. Dios el Padre teniendo a Su Hijo, a Cristo, el Verbo, lo mandó a la Tierra en carne humana, en carne semejante a la carne de pecado de los demás seres humanos, para un propósito divino: para redimir a todos aquellos hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Ninguna otra persona podía morir por nosotros, porque la sangre de los demás seres humanos no podía redimir al ser humano, solamente la Sangre de un Hombre perfecto, de un Hombre Celestial, que se hizo carne, parecida a la carne nuestra, pero sin pecado. Ése era el único que podía morir por nosotros para salvarnos y darnos Vida eterna, restauranos a la Vida eterna. Él era el único que podía salvar a Su pueblo de sus pecados, y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado; tenía que ser un hombre inmortal el que podía salvar a todos los hijos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Cristo dijo: “Nadie me quita la Vida, Yo la pongo por mí mismo, para volverla a tomar.” \[San Juan 10:17\] Por lo tanto, Jesucristo era el único que podía morir por nosotros, para darnos Vida eterna, podía morir y resucitar para nunca más morir. Jesucristo nunca más morirá. Jesucristo es inmortal, Él murió por un propósito divino: murió por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también, para salvarnos, para darnos Vida eterna, para restauranos a la vida eterna en el Reino de Dios, sacarnos del reino de las tinieblas; como Dios sacó por medio del Profeta Moisés al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y los llevó a la Tierra prometida. Y ahora Cristo nos ha sacado del reino de las tinieblas y nos ha colocado en el Reino de Dios, que es el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, Reino eterno con Vida eterna para todos los que nacen en ese Reino. Nadie puede entrar al Reino de Dios, a menos que nazca de nuevo, a menos que nazca del Agua y del Espíritu. Por esa causa Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* (San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16) En la Escritura se nos habla del tiempo en que se tocaba la trompeta de liberación, y todos los esclavos podían salir libres al escuchar la trompeta y reclamar su liberación, quedar libres, ya no serían esclavos. Y así también es en lo espiritual: toda persona al escuchar la Trompeta del Evangelio de Cristo puede ser libre del reino de las tinieblas, y ser trasladado al Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Pero el que escucha la Trompeta del Evangelio de Cristo y no recibe a Cristo como su Salvador, no quiere ser libre, no quiere recibir la Vida eterna, y por consiguiente se queda en el Reino de las tinieblas viviendo sin Vida eterna, y sin esperanzas de volver a vivir, porque la Vida eterna en cuerpos eternos será en el Reino de Jesucristo, cuando lo establezca en este planeta Tierra, para todos aquellos que lo han recibido como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, toda persona que quiere vivir eternamente, espiritualmente, y físicamente, tiene la oportunidad de escuchar la Trompeta del Evangelio de Cristo, y recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, y obtener así Su liberación, ser libertado del reino de las tinieblas y del poder del reino de las tinieblas, y ser trasladado al Reino de Jesucristo nuestro Salvador. De esto nos habló San Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, cuando dice: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.”* Los santos en Luz tienen una herencia: la Vida eterna, y todo lo que hay en la Vida eterna. Y Cristo es el Heredero de toda la Creación, del mundo invisible y del mundo visible. Y nosotros somos coherederos con Jesucristo. “*...el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”* Nos ha libertado de la potestad, del poder y gobierno del reino de las tinieblas, del reino del maligno, y nos ha trasladado al Reino de Su Hijo Jesucristo, el cual murió por mí. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también, para libertarnos del reino de las tinieblas y trasladarnos a Su Reino eterno y glorioso. En el Antiguo Testamento, el día diez del mes séptimo de cada año, el sumo sacerdote sacrificaba el macho cabrío de la expiación por Jehová; y ese día las personas confesaban sus pecados a Dios, arrepentidos de sus pecados, y obtenían el perdón de sus pecados, y eran cubiertos con la Sangre de la Expiación, y eran reconciliados con Dios. Y cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, estaba cumpliendo aquello que era tipo y figura en el Antiguo Testamento. Y ahora, no tenemos que sacrificar un animalito por nuestros pecados, porque el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados fue efectuado en la Cruz del Calvario, cuando Jesucristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario. Él murió por nosotros en la Cruz del Calvario, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, un Sacrificio para hebreos y para gentiles. Todo ser humano tiene la misma oportunidad recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, como el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, porque Cristo murió llevando nuestros pecados en la Cruz del Calvario; murió por nosotros, para así quitar nuestros pecados, para así salvarnos de nuestros pecados; y al ser quitado el pecado, entonces somos restaurados a la Vida eterna, y reconciliados con Dios, y colocados en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Ya tenemos entonces Vida eterna. Vida eterna tiene nuestra alma; y estamos espiritualmente en el Reino de Jesucristo. Hemos nacido del Agua del Evangelio de Cristo, y del Espíritu, del Espíritu Santo; y por consiguiente ya nuestra alma tiene Vida eterna, ya estamos en el Reino de Cristo. Pero nuestro cuerpo físico todavía no tiene Vida eterna. Por esa causa Cristo nos va a transformar, y entonces tendremos un cuerpo físico glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, con Vida eterna; y entonces seremos inmortales físicamente también, y jóvenes para toda la eternidad, representando de 18 a 21 años de edad, que es la flor de la juventud. Cristo tiene esa clase de cuerpo glorificado y joven; y ya han transcurrido dos mil años desde que Cristo ascendió al Cielo, y está tan joven como cuando ascendió al Cielo, porque el cuerpo glorificado no se pone viejo, es joven para toda la eternidad, porque tiene Vida eterna; y así será el cuerpo que Cristo me dará a mí. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también; porque para ese propósito Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario. Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, no tiene esa esperanza de volver a vivir, de vivir en un cuerpo eterno con Cristo en Su Reino eterno por toda la eternidad. Pero Cristo murió por mí, y murió por cada uno de ustedes, para darnos la Vida eterna; por consiguiente si usted no ha recibido a Cristo todavía como Salvador, no tiene Vida eterna. Pero usted quiere Vida eterna, usted quiere vivir eternamente. Por lo tanto, tiene la oportunidad en esta noche de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque ya usted ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo en esta noche, y ha nacido en su corazón, en su alma, la fe en Cristo. Por lo tanto, ya usted está creyendo en Cristo como su Salvador, usted está creyendo en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Porque la fe viene por el oír, el oír la Palabra de Dios, el oír la predicación del Evangelio de Cristo. Y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Con la boca la persona da testimonio público de su fe en Cristo, recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador. Y Cristo le recibe, le perdona y con Su Sangre le limpia de todo pecado; porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento; nace del Agua y del Espíritu; y por consiguiente ha nacido en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, ha sido reconciliado con Dios, ha sido restaurado a la Vida eterna, ha recibido la Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador; porque para eso Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario: para llevar nuestros pecados y darnos Vida eterna. Por lo tanto, puede levantar su mano y yo oraré por usted, para que Cristo le reciba, le perdone, y con Su Sangre le limpie de todo pecado. Hay manos levantadas por este lado, pueden pasar al frente. Veo manos levantadas en la parte de atrás, pueden pasar al frente y estaré orando por ustedes; pueden continuar pasando los de *este* lado también; pueden pasar al frente todos los que han escuchado y han creído, y quieren confesar a Cristo como su único y suficiente Salvador, quieren dar testimonio público de su fe en Cristo, para que Cristo les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, porque ustedes quieren vivir eternamente, ustedes quieren la Vida eterna. Y Dios nos ha dado Vida eterna, y esta vida está en Jesucristo, el Hijo de Dios, el Hombre más grande que ha pisado este planeta Tierra. Él es el Camino, la Verdad y la Vida; y nadie viene al Padre sino por mí, dijo Jesucristo \[San Juan 14:6\]. Por lo tanto, para llegar a Dios hay que recibir a Cristo, porque nadie puede llegar a Dios sin Jesucristo. Él es el Camino al Padre, Él es la Vida eterna; y toda persona que quiere vivir eternamente necesita a Jesucristo, el que murió por nosotros en la Cruz del Calvario. Él podía continuar viviendo en el cuerpo físico que tenía, pero entonces ninguna otra persona podía vivir eternamente. Pero Él murió para que nosotros podamos vivir eternamente, Él murió por nosotros en la Cruz del Calvario para darnos la Salvación y Vida eterna. “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” \[San Lucas 19:10\] Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” \[San Lucas 12:8-9\] El que le da la espalda a Cristo, Cristo le dará la espalda delante de nuestro Padre Celestial. Pero el que confiesa a Cristo como su único y suficiente Salvador, Cristo lo confiesa delante del Padre Celestial, como un creyente en Cristo, como una persona que lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, y Cristo lo ha recibido, lo ha perdonado y con Su Sangre lo ha limpiado de todo pecado. Todos queremos vivir eternamente, todos queremos la salvación y Vida eterna. Si vivir en estos cuerpos físicos es tan bueno, y luchamos por vivir lo máximo. ¿Cómo será en un cuerpo nuevo, eterno, joven, inmortal, incorruptible? No hay palabras para expresar lo hermoso y maravilloso que va a ser vivir en cuerpos eternos, en cuerpos inmortales, cuerpos glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Pero lo vamos a experimentar cuando Él nos transforme y nos dé así el nuevo cuerpo eterno y glorificado; y en ese cuerpo seremos inmortales; ni siquiera una gripe nos dará, porque es un cuerpo perfecto, inmortal, celestial, con el cual viviremos y en el cual viviremos por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Todos los que quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino, lo reciben como su único y suficiente Salvador, sabiendo que Jesucristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario. Pueden continuar pasando las personas que faltan. Y los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador; porque Jesucristo tiene lugar en Su Reino para los niños también. Cristo dijo: “Dejad venir a mí a los niños, dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el Reino de los Cielos.” \[San Mateo 19:14\] Por lo tanto, hay lugar para los niños también. Los niños de diez años en adelante pueden recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque ya tienen consciencia del bien y del mal, y tienen la oportunidad de arrepentirse de sus pecados, como los adultos, para recibir el perdón de sus pecados por medio de Cristo, y obtener la Salvación y Vida eterna. Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad de Londrina, aquí en la República del Brasil, y los está llamando en esta noche. “Si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón,” dice San Pablo en Hebreos, capítulo 3, verso 7; y Hebreos, capítulo 4, verso 7. Es la Voz de Cristo, por medio de Su Espíritu Santo, llamando a Sus escogidos en este tiempo final, llamando Sus ovejas y colocándolas en Su Redil, en Su Reino, en Su Iglesia. Es la Trompeta del Evangelio de Cristo llamando y juntando a Sus escogidos de este tiempo final. Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar, pues ya ustedes han escuchado la Voz de Cristo; y Cristo por Su Espíritu y por Su Palabra creadora ha creado en vuestro corazón la fe para creer en Cristo como su único y suficiente Salvador. Ya usted está creyendo, porque con el corazón se cree para justicia; pero necesita confesar con su boca su fe en Cristo, dar testimonio público de su fe en Cristo, confesar a Cristo públicamente como su único y suficiente Salvador. “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.” \[San Lucas 12:8\] Y eso es lo que queremos: que Jesucristo nos confiese delante del Padre Celestial como creyentes en Él, como personas que hemos recibido a Jesucristo el Hijo de Dios, como nuestro único y suficiente Salvador. Pueden continuar pasando las personas que faltan por pasar, porque ya Dios les ha hablado a vuestra alma, a vuestro corazón, y ustedes lo saben. Cada uno de ustedes sabe que Cristo les ha hablado directamente a vuestro corazón, y ustedes saben que ha nacido en sus corazones la fe en Cristo, para creer en Cristo como su Salvador, y dar testimonio público de su fe en Cristo, recibiéndolo públicamente como vuestro único y suficiente Salvador, sin avergonzarse de Cristo, sino diciendo: “Yo recibo a Jesucristo como mi único y suficiente Salvador.” No nos podemos avergonzar de Jesucristo, sino dar testimonio público de nuestra fe en Cristo, creyendo en Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Todos queremos vivir con Cristo en Su Reino eterno, todos queremos recibir la Vida eterna. Nadie quiere dejar de existir. Si existiendo en estos cuerpos mortales es tan bueno vivir, ¡cómo será existir en un cuerpo eterno, un cuerpo perfecto, un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador! Eso es lo que tiene Cristo para usted, también para mí. Por eso es que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé la Vida eterna. Eso es lo que Él ha prometido para todos los que lo reciben como su único y suficiente Salvador. Por consiguiente es Vida eterna lo que desean las personas que reciben a Cristo como su Salvador. Significa Vida eterna recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. No hay otra persona que nos pueda dar Vida eterna, solamente hay uno, y Su Nombre es Señor Jesucristo. Él es el único que puede darle Vida eterna al ser humano, Él es el único que puede asegurarle el futuro eterno a todo ser humano. Para eso le da la oportunidad de que cada persona lo reciba como su único y suficiente Salvador; y Cristo le da la salvación y Vida eterna. Es para recibir Vida eterna que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Pueden acercarse más. Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad, que desea vivir eternamente con Cristo en Su Reino, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida. Por eso es que ustedes están aquí en esta actividad, escuchando la predicación del Evangelio de Cristo. Ha sido el Espíritu de Dios el que los ha traído a esta actividad para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y Cristo darle la fe para creer en Él como su único y suficiente Salvador, para que así públicamente confiese a Cristo como su único y suficiente Salvador, y Cristo le recibe en Su Reino, lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, sea bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, nazca en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre; mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” \[San Lucas 12:8-9\] Tan simple como eso: le niegas delante de los hombres - si le niegas delante de los hombres, Cristo te negará delante del Padre Celestial; si lo confiesas delante de los hombres como tu único y suficiente Salvador, Cristo te confiesa delante del Padre Celestial, como un creyente en Él, te perdona y con Su Sangre te limpia de todo pecado, eres bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo te bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en ti el nuevo nacimiento, naces en el Reino eterno de Jesucristo, naces a una nueva vida, a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Para eso es que Cristo murió por nosotros en la Cruz del Calvario, Cristo murió por mí en la Cruz del Calvario, para darme la salvación y Vida eterna. ¿Y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Por lo tanto, si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón, es Vida eterna lo que Jesucristo quiere darte para que vivas eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Todos queremos vivir eternamente, y solamente hay un Reino en el cual se puede vivir eternamente, ese es el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. No hay otro reino en el cual se viva eternamente. Por esa causa todos queremos entrar al Reino eterno de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Unos segundos y oraremos por las personas que han pasado. Vamos a estar puestos en pie. Si falta alguna persona por pasar. Algunas veces luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, ha nacido la fe en el corazón de la persona y solamente le falta confesar públicamente a Cristo como su Salvador. Pero hay algo que les aguanta \[detiene\], pero la persona lo que tiene que hacer es ponerse en pie y decir: “Yo creo en Jesucristo como mi único y suficiente Salvador. Y yo quiero vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino; por lo tanto, paso al frente y doy testimonio público de mi fe en Cristo en Cristo recibiéndolo como mi único y suficiente Salvador.” Y así usted obtiene la victoria. Vamos ya a orar por las personas que han pasado, vamos a cerrar nuestros ojos, vamos a levantar nuestras manos al Cielo. Si falta todavía alguna otra persona, puede pasar inmediatamente para que quede incluida en esta oración. Con nuestras manos levantadas al Cielo y nuestros corazones puestos en Jesucristo, repitan conmigo esta oración (nuestros ojos cerrados): ***Señor Jesucristo, vengo a Ti reconociéndote como mi único y suficiente Salvador; creo en Tu Primera Venida, creo en Tu muerte en la Cruz del Calvario como el Sacrificio de la Expiación por mis pecados, para reconciliarme con Dios.*** ***Señor Jesucristo, creo en Ti de todo corazón. Señor Jesucristo, doy testimonio público de mi fe en Ti, y Te recibo como mi único y suficiente Salvador; salva mi alma, Señor Jesucristo. En Tus manos encomiendo mi alma. Te ruego perdones mis pecados, y Te ruego me limpies de todo pecado con Tu Sangre preciosa; y Te ruego me bautices con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre. Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno, quiero nacer en la Vida eterna, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino.*** ***Señor Jesucristo, salva mi alma, Te lo ruego. En Tus manos encomiendo mi alma. Te he recibido como mi único y suficiente Salvador. Salva mi alma, Te lo ruego Señor Jesucristo. En Tu Nombre eterno y glorioso Señor Jesucristo, Te lo ruego. Amén y amén.*** Repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** Cristo les ha recibido en Su Reino, les ha perdonado y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”* \[San Marcos 16:15-16\] Ya ustedes han creído de todo corazón en Jesucristo como vuestro único y suficiente Salvador. Y me dirán ustedes: “Pero todavía me falta ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.” Y me preguntarán ustedes: “¿Y cuándo me pueden bautizar en el Nombre del Señor Jesucristo?” Por cuanto ustedes han creído en Jesucristo de todo corazón, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche en el Nombre del Señor Jesucristo. Pregunto al Reverendo Cándido si: ¿Hay agua? Hay agua, hay bautisterios. ¿Hay ropas bautismales? ¿Hay ropas bautismales también, hay lugar donde pueden cambiarse de ropa, vestidores? Hay también vestidores donde se pueden cambiar de ropa, para colocarse las ropas bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Hay personas también que les ayudarán, y también cuidarán sus ropas; y luego ustedes regresarán y se cambiarán de nuevo de ropa, se colocarán la ropa de ustedes y regresarán a sus hogares gozosos y agradecidos a Cristo por la salvación de vuestra alma. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, aquí en Londrina, República del Brasil, dándoles testimonio de nuestro tema: **“CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS.”** ***Que las bendiciones de Jesucristo, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes, y que Jesucristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y entren así al Reino eterno de Jesucristo el Hijo de Dios; y a los familiares de ustedes Cristo los llame y les dé salvación y Vida eterna también, para que estén con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo viviendo por toda la eternidad también con todos ustedes. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Muchas gracias por vuestra amable atención amables amigos y hermanos presentes, y los que están viendo y oyendo esta conferencia en dondequiera que se encuentren. Que Dios les bendiga y les guarde a todos, y pasen todos muy buenas noches. Con nosotros el Reverendo Cándido para continuar e indicarles dónde están los vestidores y los bautisterios. Dios les bendiga y les guarde a todos. “**CRISTO MURIÓ POR NOSOTROS.”**