--- title: 'La Señal del Fin' date: 2004-07-27 activity: 1 place: city: Cárdenas state: Tabasco country: MX duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Para esta ocasión leemos en San Mateo, capítulo 24, verso 1 al 3, donde dice: “*Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo.* *Respondiendo él, les dijo: ¿veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.* *Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y que señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: **“LA SEÑAL DEL FIN.”** “LA SEÑAL DEL FIN DEL SIGLO.” Para esta ocasión, viendo a través de las Escrituras, donde están las profecías correspondientes al fin del siglo, al fin de la Dispensación de la Gracia, y también para el fin del reino de los gentiles, y también para el fin de las setenta semanas de Daniel, el fin de las setenta semanas de Daniel son los tres años y medio que le falta al pueblo hebreo, para Dios cumplir en medio del pueblo hebreo esa segunda parte de la semana mesiánica. Esa semana mesiánica, que es la semana número setenta, ya tuvo cumplimiento en los días de Jesús, pero solamente la mitad de esa semana, que son tres años y medio. Cada semana profética en esa profecía de Daniel consta de siete años. Por lo tanto, ya los primeros tres años y medio, la mitad de esa semana número setenta ya fue cumplida, y ahora, solamente falta la otra mitad; a la mitad de la semana número setenta el Mesías moriría, le sería quitada la vida al Mesías. Encontramos que para los días de Jesús, estaba la semana número setenta cumpliéndose en los días del ministerio de Jesús. Todo rabino inteligente y creyente en las profecías de Daniel, de las setenta semanas, las cuales fueron reveladas al profeta Daniel, por medio del Arcángel Gabriel, saben que en los días de Jesús, en los días del ministerio de Jesús, se estaba viviendo en la semana número setenta. Y a la mitad de esa semana número setenta, la vida al Mesías le fue quitada. Y no es hallado en la Escritura, o en la historia del pueblo hebreo, que hubo en esos días una persona que fuera proclamada por sus seguidores como el Mesías, y que cumpliera esas promesas mesiánicas, y que muriera a la mitad de la semana setenta, excepto uno solo: nuestro amado Señor Jesucristo. Si no hubo para algunas personas uno que cumpliera esa profecía y muriera a la mitad de esa semana número setenta, entonces la profecía de Daniel, de las setenta semanas, está equivocada, y por consiguiente no es verdadera. Pero todos sabemos que es verdadera, y que la dio Dios por medio del Arcángel Gabriel, que es el Arcángel Profeta de la Sexta Dimensión, enviado desde la presencia de Dios. Fue enviado al Profeta Daniel, fue enviado al sacerdote Zacarías y fue enviado a la virgen María también, y a otros hombres de Dios también, como a José y a otras personas y también a los pastores que estaban en Belén, en el día o noche del nacimiento de Jesucristo, nuestro Salvador. Por lo tanto, siendo que esas profecías dadas por Dios a través del Profeta Daniel, o dadas por Dios a través del Arcángel Gabriel al profeta Daniel, son verdaderas, se cumplió la promesa mesiánica, estuvo en medio del pueblo hebreo y murió a la mitad de la semana número setenta; murió como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo, murió como el sacrificio por el pecado en medio del pueblo hebreo. Y eso no lo tenían contemplado los grandes maestros de Israel, no sabían que el Mesías tenía que morir como el sacrificio por el pecado, para quitar el pecado del ser humano. Pero eso estaba en la Escritura, era Palabra profética para el pueblo hebreo; lo cual fue tipificado en el sacrificio del macho cabrío de la expiación, del día diez del mes séptimo de cada año, conforme a Levítico, capítulo 23, versos 26 en adelante (26 al 29); y también Levítico, capítulo 16, verso 1 en adelante. Ese día se efectuaba el sacrifico por el pecado del pueblo, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios, lo cual era tipo y figura del sacrifico que efectuaría el Mesías en Su Venida, como Cordero de Dios, para sufrir la muerte por nosotros, llevando Él nuestros pecados, y por consiguiente recibiendo Él la paga del pecado, que es la muerte. Todo eso sufrió Cristo por mí, ¿y por quién más? Por cada uno de ustedes también. Para que así, Él muriendo por nosotros, nosotros podamos vivir eternamente. Ahora vean, en Isaías capítulo 53, verso 4 en adelante, dice... hablando del Mesías que vendría, el Profeta Isaías está profetizando, diciendo: “*Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.* *Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.* *Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.”* ¿Ven? Hablando de la Venida del Mesías, nos está diciendo que Dios cargó en el Mesías el pecado de todos nosotros. Aquí está la profecía y con la muerte de Cristo está el cumplimiento de esa profecía. “*Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.* *Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido.* *Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.* *Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado,...”* ¿Ven? Él puso Su vida en la Cruz del Calvario por todos nosotros en Expiación, ¿por qué? Por el pecado. ¿Ven? Aquí estaba la profecía que anunciaba la Venida del Mesías, y anunciaba que Él llevaría nuestros pecados y que Su muerte, Su Sacrificio, sería en Expiación por nuestros pecados, lo cual fue tipificado en el sacrificio de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año, en donde se sacrificaba por el pecado el macho cabrío de la expiación. Y ahora, Cristo cumplió con Su muerte ese tipo y figura que tenían en el Antiguo Testamento, y por eso ya no se necesitan sacrificios de animalitos, porque ya el Sacrifico perfecto por el pecado, la Expiación por nuestros pecados fue efectuada, ¿por quién? Por Jesucristo en la Cruz del Calvario, a la mitad de la semana número setenta. Por lo tanto, todo buen estudiante, todo teólogo del cristianismo y también del judaísmo, puede ver que esta profecía mesiánica de Isaías, capítulo 53, fue cumplida en nuestro amado Señor Jesucristo. Ninguna otra persona en esos días pudo cumplir esa profecía, solamente una persona la cumplió y fue nuestro amado Señor Jesucristo. Y si Jesucristo no es reconocido como el Mesías, que vino y tuvo Su ministerio en la semana número setenta y a la mitad de la semana murió, entonces hay que mostrar otra persona que haya cumplido esa profecía, y no hay otra persona. Por lo tanto, toda persona está llamada a escuchar la predicación del Evangelio de Cristo que muestra esta verdad profética cumplida en nuestro amado Señor Jesucristo, y así nace la fe de Cristo en la persona, y la persona entonces cree en la Primera Venida de Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, que es el Sacrifico por nuestros pecados, es la Expiación por nuestros pecados, para así Dios por medio de Cristo perdonar nuestros pecados, y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado y reconciliarnos con Dios; porque Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo, a todo ser humano. Ahora, vean cómo se cumplió exactamente como estaba en la profecía mesiánica para la Primera Venida de Cristo, y también todo lo correspondiente a la Segunda Venida de Cristo se cumplirá exactamente como está prometido en la profecía bíblica. Ahora, en la semana número setenta, a la mitad de la semana en que murió el Mesías, Jesucristo en la Cruz del Calvario, ahí con la muerte de Cristo se detuvo la semana número setenta y se abrió una brecha para Dios llamar de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre. Se abrió una brecha en donde Dios se tornó a los gentiles y también a hebreos que creyeron en la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y el Día de Pentecostés nació la Iglesia del Señor Jesucristo. Y desde el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, encontramos que se abrió en el Cielo, en el Templo Celestial, el Día de la Expiación para la reconciliación de todo ser humano con Dios, por medio del Sacrificio de la Expiación, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Ya no se requieren delante de Dios sacrificios de animalitos, ya el Sacrificio perfecto fue efectuado en la Cruz del Calvario, por nuestro amado Señor Jesucristo. Y ahora, toda persona, sea hebrea o gentil tiene la misma oportunidad para por medio del Sacrificio de Cristo, el Sacrificio de la Expiación, sus pecados ser expiados, creyendo en Cristo como su único y suficiente Salvador, y obtener la reconciliación con Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador. Vean, ya el pueblo hebreo no tiene el sacrificio por el pecado, pues no tiene el Templo, donde se tenía que llevar a cabo el sacrificio por el pecado, el sacrificio de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año, por lo tanto, no tienen el sacrificio para la reconciliación con Dios. Pero sí está a la disposición de todo ser humano, de hebreos y gentiles, el Sacrificio por el pecado para ser reconciliados con Dios, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, el cual al creerlo de todo corazón, creyendo en Cristo y Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, como el sacrificio por el pecado del ser humano, la persona obtiene el perdón de sus pecados, es limpia con la Sangre de Cristo de todo pecado, es perdonada, y es reconciliada con Dios, es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha quedado reconciliada con Dios y ha sido restaurada a la Vida eterna; ha nacido a una nueva vida, a la Vida eterna, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso Cristo le dijo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Nacer del Agua es nacer de la predicación del Evangelio de Cristo, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en Él de todo corazón, recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, y ser bautizado en agua en Su Nombre, la persona ha nacido del Agua. Y luego cuando Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, la persona ha nacido del Espíritu. ¿Ven? Nacer del Agua y del Espíritu. Y ahora, la persona que nace del Agua y del Espíritu, ha entrado al Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo, y viene a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo. Nadie puede decir: “Yo me voy a unir a la Iglesia del Señor Jesucristo.” A la Iglesia de Jesucristo nadie se une. La persona tiene que nacer de nuevo, nace en la Iglesia de Jesucristo al nacer de nuevo, al recibir el Espíritu Santo, al nacer del Agua y del Espíritu. Así como nadie se une a una familia para decir: “Yo soy de esta familia.” No, la persona tiene que nacer en esa familia, para poder decir que es un hijo o una hija de esos padres de familia. Y así es en el Reino de Dios: toda persona para poder decir que es un hijo o una hija de Dios, tiene que haber nacido de nuevo del Agua y del Espíritu. Eso es el nacimiento de una persona como un hijo o una hija de Dios, en el Reino de Dios. Por lo tanto, toda persona necesita nacer de nuevo y por consiguiente necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, el cual es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados, el cual fue sacrificado a la mitad de la semana número setenta, en medio del pueblo hebreo en Jerusalén. Ahora, aquella fue la señal grande de que habían llegado a la semana número setenta, y que habían llegado luego a la mitad de la semana donde el Mesías tenía que morir, y no por Sí mismo, sino que le quitarían la vida al Mesías. Pero ahora, luego que han transcurrido dos mil años, en donde Dios ha estado tratando con la Iglesia del Señor Jesucristo, encontramos que al final de la Dispensación de la Gracia tenemos la promesa de que habrá una señal: La señal del fin del siglo, la señal del fin de la Dispensación de la Gracia, y la señal del fin del reino de los gentiles, y la señal del fin de la semana setenta, o sea, la señal de los tres años y medio, que faltan por ser cumplidos a la semana número setenta, en donde Dios estará tratando con el pueblo hebreo. Primero corresponde el tiempo final o fin de la Dispensación de la Gracia, para el cual tenemos la promesa de Dios, y San Mateo, capítulo 13, versos 30 en adelante, dice (ésta es la parábola del trigo y de la cizaña)... vamos a leer un poquito antes, porque esta parábola contiene grandes revelaciones de todo el Programa Divino que se llevaría a cabo en la Iglesia del Señor Jesucristo, desde que Cristo produjo el nacimiento de Su Iglesia. Recuerden que Cristo en San Juan, capítulo 12, verso 24 dice: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Cristo se identifica como el grano de trigo que sería sembrado en tierra, para reproducirse en muchos granos de trigo, en muchos hijos e hijas de Dios, porque Cristo, el Grano de trigo, es el Hijo de Dios. Por lo tanto, Cristo mismo se identifica con la semilla que va a ser sembrada en tierra para reproducirse, nace una Planta de trigo, que es la Iglesia de Jesucristo, la cual nació el Día de Pentecostés; y en esa Planta de trigo, que es la Iglesia, tienen que nacer los granos de trigo, que son los hijos e hijas de Dios, a través de toda la historia de la Iglesia del Señor Jesucristo. ¿Y quiénes son esos granos de trigo? Yo soy un grano de trigo de esta Planta de trigo, producto de Cristo, el Grano de trigo. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Por eso el nuevo nacimiento se efectúa en la Iglesia del Señor Jesucristo; ahí es donde nacen de nuevo del Agua y del Espíritu, los creyentes en Cristo, porque es la Iglesia la que tiene el Mensaje del Evangelio de Cristo, el cual lleva por todos los lugares desde el Día de Pentecostés. Ahora, por cuanto Cristo es el Grano de trigo que fue sembrado en tierra, Cristo también identifica a todos los hijos e hijas de Dios, como el trigo, vean aquí en esta parábola de San Mateo, capítulo 13, versos 24 en adelante, dice: “*Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.* *Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.* *Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?* *El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres , pues, que vayamos y la arranquemos?* *El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.* *Dejad creced juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.”* El trigo son los hijos e hijas de Dios. Ahora, vamos a ver la explicación que Cristo dio de esta parábola, aquí mismo en el capítulo 13, versos 34 en adelante, dice: “*Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:* *Abriré en parábolas mi boca;* *Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.”* ¿Ven? En las parábolas que Cristo habló, Él está declarando cosas escondidas desde la fundación del mundo, pero están aquí en parábolas. Sigue diciendo: “*Entonces despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.* *Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.* *El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.* *El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.”* Y ahora vean, la siega es el fin del siglo, o sea, que la señal del fin del siglo es la cosecha, la siega; y para esa cosecha ¿quiénes estarán? Los segadores. ¿Y quiénes son los segadores? Los Ángeles. “*De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.* *Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles* (¿ven? Aquí está la promesa de nuevo)*...* *Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo y a los que hacen iniquidad,* *y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.* *Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre.”* Aquí podemos ver que todo esto corresponde al fin de la Dispensación de la Gracia y también corresponde para el fin de la semana setenta, o sea, los últimos tres años y medio de la semana setenta, y los últimos tres años y medio del reino de los gentiles. Pero antes de llegar el fin del reino de los gentiles, durante esos tres años y medio, que será en la gran tribulación; en la semana número setenta, los tres años y medio de la semana número setenta, que será en el tiempo de la gran tribulación, antes de eso, corresponde el tiempo del fin de la Dispensación de la Gracia, que corresponde a un lapso de tiempo en donde estarán siendo llamados y juntados los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo del Día Postrero; y después serán llamados y juntados los escogidos del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. O sea, que hay una diferencia entre los escogidos de la Iglesia del Día Postrero, que serán llamados y juntados y los escogidos del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Aunque los escogidos de la Iglesia de Jesucristo serán, muchos de ellos, quizás más de la mitad, o más de dos terceras partes, o más de tres cuartas partes, o casi todos, descendientes de hebreos, pero pertenecen a la Iglesia del Señor Jesucristo y son hijos e hijas de Dios. Pero luego les tocará a los siervos de Dios, los escogidos de Dios, los siervos de Dios del pueblo hebreo, que son ciento cuarenta y cuatro mil hebreos. Esos no pertenecen a la Iglesia Novia del Señor Jesucristo, esos pasarán por la gran tribulación, esos no van a ser transformados para ser llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, ellos pasarán por la gran tribulación y resucitarán al final de la gran tribulación para estar en el Reino Milenial de Cristo. Por lo tanto, los más importantes son los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo, porque esos son hijos e hijas de Dios, y los ciento cuarenta y cuatro mil hebreos son siervos de Dios. ¿Qué es más grande, un siervo o un hijo? Un hijo es más grande que un siervo. Por lo tanto, los hijos e hijas de Dios son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y para el Día Postrero, Cristo estará llamando y juntando los escogidos de Su Iglesia, en Su Cuerpo Místico de creyentes en la Edad de la Piedra Angular. Por lo tanto, los escogidos del Día Postrero siendo llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta, bajo el ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre, será la señal de que hemos llegado al tiempo final de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde Cristo recogerá a todos los escogidos de Su Iglesia en el Día Postrero; y después nos transformará a los que vivimos, a los muertos en Cristo los resucitará en cuerpos glorificados, y así habrá completado Su Iglesia; y Cristo se habrá levantado del Trono del Padre, habrá tomado el Título de Propiedad , que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, y habrá hecho Su Obra de Reclamo, habrá reclamado a todos aquellos que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, habrá reclamado a todos los creyentes en Él que han muerto físicamente, los habrá reclamado y los habrá resucitado en cuerpos glorificados y eternos y jóvenes para toda la eternidad, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, y a nosotros nos transformará, los veremos a ellos, estarán con nosotros; aunque el mundo no los verá, pero nosotros los veremos. Y si el mundo los llega a ver, no sabrán ellos que esos son los muertos en Cristo que ya han resucitado. Ni siquiera a nosotros nos van a conocer, porque vamos a estar jovencitos, con cuerpos nuevos, eternos y glorificados, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Y cuando Cristo complete Su Iglesia, eso será la señal mayor de que ha llegado a su final el ciclo de la Dispensación de la Gracia, y ha llegado al final el Día de la Expiación, el Día de la Dispensación de la Gracia, donde Dios acepta a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador, ese Día de Redención, Día de la Dispensación de la Gracia, el Día aceptable delante del Señor, el Día de Salvación delante de Dios; así como el día diez del mes séptimo de cada año, era el día de salvación, de reconciliación delante de Dios, en medio del pueblo hebreo. Ahora, ese día ya no es aquí en la Tierra, en el templo del pueblo hebreo, sino en el Templo Celestial; y por cuanto un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día, vean, llevamos desde el día en que Cristo murió en la Cruz del Calvario, hasta nuestro tiempo, unos dos mil años, para los seres humanos, en donde Dios ha estado aceptando en Su Reino a toda persona que recibe a Cristo como su único y suficiente Salvador. Toda persona que reconoce y cree y recibe a Cristo como el Sacrificio de la Expiación por sus pecados. No hay otro sacrificio por nuestros pecados, sino el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. No hay otra sangre ni otra cosa con la cual usted pueda ser limpio de todo pecado, sino con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, todo ser humano para ser reconciliado con Dios y obtener la Salvación y Vida eterna, necesita a Jesucristo como su único y suficiente Salvador. Sin Cristo el ser humano está perdido, con Cristo el ser humano está a salvo, con Cristo el ser humano tiene Vida eterna. Por eso es que dice en Primera de San Juan, capítulo 5 de la siguiente manera, hablando acerca de Cristo, dice... capítulo 5, verso 10 en delante de Primera de Juan, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* Nadie puede recibir Vida eterna de parte de Dios, a menos que sea a través de Jesucristo. Por eso venimos a los pies de Cristo, lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador, para que Él nos dé Vida eterna. Es así como aseguramos nuestro futuro eterno en la Vida eterna, ¿con quién? Con Jesucristo nuestro Salvador. “El que tiene al Hijo, tiene la Vida.” ¿Qué vida tiene? La Vida eterna. Aunque todavía nos queda vida temporera en estos cuerpos físicos, pero por dentro tenemos Vida eterna. Por lo tanto, cuando se nos acabe la vida temporera, nos queda la Vida eterna, la cual nunca se acaba. Y para vivir eternamente, Él nos dará un cuerpo nuevo y eterno. Y si vivir la vida temporera en estos cuerpos mortales ha sido tan buena, ¿cómo será en un cuerpo eterno y glorificado y joven para toda la eternidad? Un cuerpo que no tendrá ninguna clase de problemas y un cuerpo que estará con todo lo que nosotros necesitamos. Vean, nosotros tenemos medios de transportación: bicicletas, tenemos automóviles, tenemos aviones, y tenemos también cohetes que llevan a los astronautas a otros lugares del espacio. Esos son medios de transportación. ¿Pero saben cuál es el medio de transportación más grande que el ser humano tiene? El cuerpo físico que Dios nos ha dado. Porque somos alma viviente, y vivimos en estos cuerpos mortales, que es nuestro medio de transportación. Cuando nosotros como almas vivientes queremos ir de una ciudad a otra, ¿ven? Nos vamos en y con nuestro cuerpo físico y lo montamos en un automóvil y pagamos porque nos lleven el cuerpo físico a otro lugar. Pero el cuerpo físico es el medio de transportación que Dios nos ha dado, para transportarnos en esta Tierra. Pero hemos construido otros medios de transportación para cargar el medio de transportación que Dios nos ha dado, porque para viajes muy largos este medio de transportación necesita una ayudita; porque este medio de transportación, el cuerpo físico, por cuanto no vino por creación divina sino por la unión de un hombre y de una mujer, desde la caída del ser humano en el Huerto del Edén, pues, encontramos que no es un cuerpo perfecto, no es un cuerpo con Vida eterna, y por consiguiente no tiene todo lo que nosotros necesitamos para transportarnos sin sentir cansancio y sin sentir las molestias de un viaje. Ahora, ¿quieren ver un cuerpo perfecto, con el cual fue transportado el que lo tenía a diferentes lugares? Jesucristo. Vean, aún en el cuerpo físico Él caminó sobre las aguas, pero luego cuando murió, resucitó glorificado, ahora las puertas cerradas en donde estaban los discípulos por miedo a los judíos viene Jesucristo y no tocó la puerta, sino que pasó a donde ellos estaban, y se asustaron, decían: “Este es un espíritu.” Cristo les dijo: “No, el espíritu no tiene carne, ni huesos como ustedes ven que yo tengo, tienen algo de comer?” Le dan de comer, y comió delante de ellos, porque el espíritu no puede comer como nuestro cuerpo físico. Hay tres clases de cuerpos: cuerpo angelical, en ese cuerpo angelical, vean, las personas no comen. Los que estaban en el Paraíso, cuando el Rvdo. William Branham los visitó, ellos le dijeron, ellos estaban en sus cuerpos angelicales, le dijeron: “Aquí ni comemos, ni dormimos, ni nos cansamos, pero vamos a regresar a la Tierra contigo, y entonces vamos allá a comer.” Por lo tanto, ya nos dijeron que cuando regresen, pueden comer, en el cuerpo glorificado que van a tener. Por lo tanto, están invitados para estar con nosotros y comer de todo lo que nosotros comemos, así como cuando Cristo resucitó, seguida le dieron de comer, y comió delante de ellos. Por lo tanto, vieron que no era un espíritu, sino era nuestro amado Señor Jesucristo. ¿Pero por qué no conocían a Cristo, cuando ellos anduvieron con Cristo por tres años y medio, y lo conocieron bien mientras Él estaba predicando en la Tierra? Porque ahora Su cuerpo estaba glorificado. Y un cuerpo glorificado representa de 18 a 21 años de edad, y no tiene limitaciones. Vean, entró con las puertas cerradas, y les apareció a ellos, comió con ellos, y después desapareció. También con los caminantes de Emaús: caminó con ellos hablándoles acerca de las profecías bíblicas correspondientes a aquel tiempo, y cómo se cumplieron, y luego entró donde ellos estaban (porque lo invitaron para que se quedara con ellos), y cuando les tocó comer el pan, Él partió el pan en la forma en que siempre lo hacía, y conocieron que era Jesús; y cuando conocieron que era Jesús, se desapareció. Es que en el cuerpo glorificado tenemos todo lo que necesitamos para transportarnos, no solamente en esta Tierra de un lugar a otro, sino para transportarnos de una dimensión a otra dimensión. Vean, Cristo también dijo que... y aún los Ángeles dijeron a las mujeres, a las cuales le aparecieron allá en la tumba, que fueran a dónde Él les había dicho, al lugar correspondiente, y allí Él los iba a ver. Y ahora, no se iba en un burrito, ni se iba en un caballo, ni se iba en un camello, y mucho menos en los medios que tenemos de transportación, pero Él pasaba de una dimensión a otra, y no tenía limitaciones. Y, vean ustedes, en diferentes ocasiones apareció a Sus discípulos y luego desaparecía; y luego cuando tuvo que ascender a la Casa de nuestro Padre Celestial, para permanecer en el Cielo en el Lugar Santísimo del Templo Celestial, no se fue ni en un avión, ni en un cohete, dice la Escritura que ascendió al Cielo viéndolo ellos, y una nube le tomó y desapareció; y así pasó de una dimensión a otra, y llegó hasta la Séptima Dimensión; porque en ese cuerpo no hay limitaciones. Es el medio de transportación más perfecto, con el cual podemos ser transportados de una dimensión a otra, y de un país a otro, y de un lugar a otro. Ahora, les dije que hay tres clases de cuerpos: **El cuerpo de los Ángeles,** que es la clase de cuerpo llamado el Ángel del Señor Jesucristo, o el Ángel de Dios o Ángel de Jehová del Antiguo Testamento, ese es el tipo de cuerpo de los Ángeles de Dios; es un cuerpo espiritual de otra dimensión, se parece a nuestro cuerpo pero de otra dimensión. Es la clase de cuerpo en la cual aparecen los Arcángeles Gabriel y Miguel también, y aparecía Cristo en el Antiguo Testamento como el Ángel de Jehová. Luego está el segundo cuerpo, que es **el cuerpo de carne**, el cual tenemos. Y luego está el tercer cuerpo, que es **el cuerpo glorificado**. Ese es el que nosotros queremos, porque con ese nos vamos a quedar, ese es inmortal, ese es glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, y ese es joven para toda la eternidad. Jesucristo está tan joven como cuando ascendió al Cielo; y nosotros vamos a estar tan jóvenes, cuando recibamos el nuevo cuerpo, vamos a estar tan jóvenes por toda la eternidad; pasaremos por el Milenio, nos miraremos al espejo, y estaremos tan jóvenes como cuando comenzamos el Milenio; y aún como cuando comenzamos en el cuerpo glorificado, cuando Cristo nos transforme. Y luego pasarán millones de años, nos miraremos en el espejo, y diremos: “Está tan joven mi cuerpo físico, como cuando Cristo me lo dio.” Por lo tanto, esa es la clase de cuerpo que yo necesito. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Esa es la clase de cuerpo que pronto Cristo nos va a dar: un cuerpo igual a Su cuerpo glorificado; para que así todos seamos a Su imagen: el cuerpo angelical, y a Su semejanza: cuerpo físico glorificado. Y eso es para el final de Dispensación de la Gracia. Y la señal del fin del tiempo o fin del siglo, o fin de la Dispensación de la Gracia, es la presencia de los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre. Esos ministerios son los que estarán como señal de que hemos llegado al tiempo profético del fin de la Dispensación de la Gracia, el fin del siglo para la Iglesia del Señor Jesucristo. Ahora, en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, dice: “*Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.* *Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”* Y ahora, la presencia de los Ángeles del Hijo del Hombre con la Gran Voz de Trompeta, la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino. Los Ángeles son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías. Y la Gran Voz de Trompeta es la predicación del Evangelio del Reino que gira alrededor del Séptimo Sello, alrededor de la Segunda Venida de Cristo, como León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Y los escogidos son primeramente los escogidos de la Iglesia de Jesucristo, los últimos hijos e hijas de Dios que estarán viviendo en la Tierra y que serán llamados y juntados en el Día Postrero, y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y luego Cristo se levantará del Trono del Padre, resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a nosotros nos transformará, y luego habrá una manifestación plena de Dios que durará de 30 a 40 días, será un tiempo de apretura, pero no tendremos problemas, Cristo nos dará el medio de transportación perfecto, el cuerpo nuevo y glorificado, y ahí no tendremos ningún problema. Y durante ese tiempo, el mundo verá esa manifestación de Dios y también las vírgenes insensatas, que es el cristianismo, que no recibió el Espíritu Santo, o sea, los creyentes en Cristo que no recibieron el Espíritu Santo, esos tendrán que pasar por la gran tribulación, pero van a ver esa manifestación de Dios, de Cristo, en Su Iglesia. Y durante esa manifestación van a creer, y el pueblo hebreo verá esa manifestación plena de Cristo en Su Iglesia, y dirá: “¡Esto es lo que nosotros estamos esperando!” Y entonces creerán y ahí serán llamados ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, pero en esos días nos iremos. Recuerden que el Ángel cuando luchó con Jacob y Jacob con Él, Jacob no lo quería soltar, y el Ángel le decía: “Suéltame, que tengo que irme, ya raya el alba.” Tenía un compromiso con Dios, tenía que irse, tenía que reportarse ante Dios. Y Jacob le dice: “No te voy a dejar ir, no te voy a soltar, hasta que me bendigas.” Y nosotros tenemos que agarrarnos de Dios para recibir la bendición de Dios, y no podemos soltar a Dios, hasta que Él nos bendiga. Ahora, Jacob se mantuvo bien agarrado de Dios y el Ángel le dijo: “¿Cuál es tu nombre?” Jacob le dijo: “Jacob.” Y el Ángel le dice: “No se dirá más tu nombre Jacob sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres y has vencido.” Hay que luchar hasta obtener la victoria, hay que luchar por la bendición de Dios. Y el Ángel lo bendijo y luego Jacob lo soltó, y el Ángel se fue. Eso es tipo y figura de lo que Israel, ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, van a hacer cuando vean la manifestación de Dios en el Día Postrero, bajo los ministerios de los Dos Olivos, de Moisés y Elías; y se van a agarrar hasta recibir la bendición de Dios, hasta ser llamados, juntados y sellados ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, doce mil de cada tribu. Por lo tanto, esa parte corresponde al pueblo hebreo. Por lo tanto, lo más importante para nosotros, es lo que corresponde a nosotros, como miembros de la Iglesia de Jesucristo y la señal para la Iglesia de que se ha llegado al fin de la Dispensación de la Gracia, o sea, a los últimos años de la Dispensación de la Gracia, es la que vimos aquí en la Escritura. Cristo dice: “Así será, así será en el fin de este siglo.” Ahora, dice: “La siega es el fin del siglo y los segadores son los Ángeles.” Por lo tanto, la presencia de los ángeles del Hijo del Hombre, la presencia de los ministerios de Moisés y Elías en medio de la Iglesia, y el ministerio de Cristo, el Hijo del Hombre en medio de la Iglesia; y el llamado de la Gran Voz de Trompeta, y el recogimiento de los escogidos, será la señal del fin de la Dispensación de la Gracia, será la señal de que la Iglesia del Señor Jesucristo está viviendo los últimos años, en donde están siendo llamados y juntados los últimos escogidos de Dios en la Iglesia del Señor Jesucristo, y que de un momento a otro se completará la Iglesia del Señor Jesucristo, los que están escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Ahí hemos visto cuál es la señal del fin para la Iglesia del Señor Jesucristo, la señal del fin de la Dispensación de la Gracia. La presencia del ministerio del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, enviando Sus Ángeles, los ministerios de Moisés y Elías, y operándolos en el Día Postrero, Cristo por medio de Su Espíritu Santo en medio de Su Iglesia. Y cuando la Iglesia del Señor Jesucristo esté viendo al Espíritu Santo operando en medio de la Iglesia, y esté viendo y oyendo el Mensaje del Evangelio del Reino, la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, siendo predicado ese Mensaje, que es la Gran Voz de Trompeta, con el cual o con la cual son llamados y juntados todos los escogidos, y cuando vea a la gente recibiendo a Cristo, y siendo bautizados en agua en Su Nombre, y siendo juntados en el Cuerpo Místico de Cristo, estará viendo la Iglesia, la señal del fin de la Dispensación de la Gracia, la señal establecida por Dios que identifica que la Iglesia está viviendo en sus últimos años, y que de un momento a otro, y vivirá el último año, y vivirá el último mes, y vivirá la última semana, y vivirá el último día, en estos cuerpos mortales, y luego seremos transformados, y comenzaremos a vivir en cuerpos glorificados inmortales, y entonces obtendremos la inmortalidad física, la cual Cristo ha prometido para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Por lo tanto, la señal del fin para la Iglesia es la Venida y presencia del Hijo del Hombre, Jesucristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, operando los ministerios de los Dos Olivos, de Moisés y Elías, llamando por medio de esos ministerios con la Gran Voz de Trompeta, a todos los escogidos de Dios del Día Postrero, en el Cuerpo Místico de Cristo. Luego, para el pueblo hebreo esa misma señal se manifestará y serán llamados ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, para así comenzar la última parte de la semana número setenta de la profecía de Daniel; y comenzarán también los últimos tres años y medio, esa mitad de la semana setenta, que serán también los últimos días del reino de los gentiles; porque durante esos tres años y medio de la semana número setenta, de la segunda parte de la semana número setenta de la profecía de Daniel, el reino de los gentiles será castigado por Dios con los juicios divinos, y vendrán las plagas sobre la raza humana, las plagas apocalípticas señaladas para la gran tribulación, y el reino de los gentiles será quitado, y los reinos de este mundo pasarán a ser de nuestro amado Señor Jesucristo. Vean, aquí está en Apocalipsis capítulo 11, versos 15 en adelante, donde nos habla acerca de este Gran Evento que todavía está por suceder más adelante. Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante, dice: “*El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos de este mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.”* Ahora vean, los reinos del mundo ¿pasarán a ser de quién? Pasarán a ser de nuestro Señor y de Su Cristo, de Su ungido, de Su Mesías, Él heredará los reinos de este mundo. De esto también el Salmo 2 nos habla claramente, y vamos a leer esa partecita ahí del Salmo 2, para que tengamos el cuadro claro. Salmo 2, dice (todo el Salmo habla del Mesías, habla de la Primera Venida de Cristo y de la Segunda Venida de Cristo)... dice: “*¿Por qué se amotinan las gentes,* *Y los pueblos piensan cosas vanas?* *Se levantarán los reyes de la tierra,* *Y príncipes consultarán unidos* *Contra Jehová y contra su ungido, diciendo:* *Rompamos sus ligaduras,* *Y echemos de nosotros sus cuerdas.* *El que mora en los cielos se reirá;* *El Señor se burlará de ellos.* *Luego hablará a ellos en su furor,* *Y los turbará con su ira.”* ¿Ven? La ira de Dios, el juicio divino, durante la gran tribulación. Ahora, así como se juntaron contra Cristo dos mil años atrás, contra la Primera Venida de Cristo, y condenaron a Cristo, y por medio de los gentiles pidieron la muerte de Cristo, y fue efectuada la muerte de Cristo, la efectuaron los gentiles a petición de los líderes hebreos de la religión hebrea. Ahora, para el tiempo final vean lo que dice aquí, luego continuaremos con el pasaje que teníamos de Apocalipsis 11. Veamos aquí Apocalipsis, capítulo 17, verso 11 en adelante, dice: “*La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será.”* O sea, que los que se admirarán y seguirán a la bestia son los que no tienen sus nombres escritos, ¿dónde? En el Libro de la Vida del Cordero. “*Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,* *y son siete reyes. Cincos de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.* *La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.* *Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.* *Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.”* Los que están con Él, con Cristo, son los escogidos, redimidos con la Sangre de Jesucristo, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Ahora, vean que la bestia y esos diez reyes, pelearán contra Cristo, contra el Cordero, pero serán derrotados. También en el capítulo 19 del Apocalipsis, verso 19 también, capítulo 19, verso 19, dice: “*Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército.”* El que monta el caballo es Cristo, el Rey de reyes y Señor de señores, y van a pelear contra Cristo, contra la Segunda Venida de Cristo, y contra el Ejército de Cristo, que son todos los miembros de Su Iglesia de edades pasadas y los de este tiempo también. Pero ellos van a venir en cuerpos glorificados, y nosotros vamos a ser transformados. Por lo tanto, esa batalla va a estar de parte, ¿de quién? De Cristo y Su Iglesia, de Cristo y Sus redimidos, de Cristo y nosotros. Vean: “*Y la bestia fue apresada y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre.* *Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.”* ¿Ven? El que monta el Caballo Blanco de Apocalipsis 19, es Cristo en Su Segunda Venida. Vamos a leerlo para que lo veamos aquí en el capítulo 19, verso 11 al 16, donde dice: “*Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.* *Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.”* Si es un nombre que ninguno conocía. Todo el mundo conoce el nombre Jesús, pero ahora, siendo que es un nombre que nadie conoce, es el Nombre nuevo del Señor Jesucristo, del cual nos habla en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, donde dice: “*Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios y nunca más saldrá de allí* (nunca más saldrá fuera)*; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios y mi nombre nuevo.”* (Apocalipsis, capítulo 3, verso 12). Y en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, también nos habla de un Nombre nuevo en la piedrecita blanca. La piedrecita blanca es Cristo, Él es la piedra no cortada de manos y tiene un Nombre nuevo, Él es el que dice que tiene un Nombre nuevo, y nosotros, pues lo creemos. Ese es el Nombre que Él tiene escrito y que ninguno entiende sino Él mismo. Dice: “*...y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.* *Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.”* Por lo tanto, el Verbo que era con Dios y era Dios y se hizo carne, vuelve otra vez en el tiempo final, eso es la Segunda Venida de Cristo. “*Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio le seguían en caballos blancos.”* Pertenecemos al Ejército Celestial de Cristo. Él es el Capitán o General, Él es el que está a cargo de las Huestes Celestiales, y nosotros somos parte de ese Ejército Celestial. Y vamos a ser transformados, y entonces en toda su plenitud se estará cumpliendo esta profecía apocalíptica. “*De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones...”* La Espada es la Palabra que sale de Su boca; porque la Palabra es como una Espada aguda de dos filos. “Y Él las regirá con vara de hierro, las gobernará (a todas las naciones) con vara de hierro.” O sea, que no será un Reino débil, sino de mano dura. Cristo establecerá en la Tierra todas las leyes divinas, para que así se haga la voluntad de Dios, como en el Cielo, así también en la Tierra. Cristo recibirá el Reino para sentarse sobre el Trono de David como Rey y gobernar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Sigue diciendo: “*...y él las regirá con vara de hierro y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso...”* Cristo es el que se encargará de la ira del Dios todopoderoso, para caer esa ira sobre todas las naciones durante el reino o durante la gran tribulación. “*Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.”* Por lo tanto, Él es el Rey de reyes y Señor de señores. No hay otra persona más grande que nuestro amado Señor Jesucristo. Vamos a seguir leyendo el Salmo 2, vamos aquí a pasar al... leemos aquí el verso 5, que fue la última parte que leímos del Salmo número 2: “*Luego hablará a ellos en su furor...”* O sea, hablará un Mensaje de juicio divino, dando a conocer los juicios divinos que van a caer sobre la raza humana durante la gran tribulación. Esa es la predicación del Día de Venganza del Dios nuestro, de Isaías, capítulo 61, verso 2. “*Y los turbará con su ira,* *Pero yo he puesto mi rey* *Sobre Sion, mi santo monte.* *Yo publicaré el decreto:* *Jehová me ha dicho:* *Mi hijo eres tú;* *Yo te engendré hoy.* *Pídeme, y te daré por herencia las naciones.”* ¿Ven? Cristo va a heredar todas las naciones, porque Él es el heredero de toda la Creación, y eso incluye todas las naciones también, el planeta Tierra con todo lo que tiene, como también todas las galaxias con todo lo que tiene, el mundo invisible y el mundo visible también. Todo le pertenece a Jesucristo nuestro Salvador. “*Pídeme y te daré por herencia todas las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra.* *Los quebrantarás con vara de hierro.”* “*Como vasija de alfarero los desmenuzará.* ¿Ven? Lo mismo que dice en Apocalipsis, ya aquí estaba profetizado también. *Ahora, pues, oh reyes, sed prudentes;* *Admitid amonestación, jueces de la tierra.* *Servid a Jehová con temor,* *Y alegraos con temblor,* *honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino;* *pues se inflama de pronto su ira.* *Bienaventurados todos los que en él confían.”* Por lo tanto, de un momento a otro, de pronto, se va a inflamar Su ira, luego que Él complete Su Iglesia durante este tiempo final, últimos años de la Dispensación de la Gracia, donde Él extiende Su Amor y Misericordia a todo ser humano, para que conozca el misterio de Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, como el Sacrifico de la Expiación por nuestros pecados. Las personas que no aprovechan este tiempo de la Dispensación de la Gracia, y estos últimos años que nos quedan, luego de eso, luego que Cristo complete Su Iglesia, se habrá terminado el tiempo de la Misericordia para los gentiles, y entonces se inflamará la ira divina a través de Cristo, y entonces se proclamará el Día de Venganza del Dios nuestro, se dará a conocer el juicio divino que ha de venir sobre la raza humana durante la gran tribulación, y no habrá Misericordia para la humanidad. Por lo tanto, tenemos que aprovechar este tiempo en el cual vivimos, en donde estamos viendo que Cristo está llamando y juntando Sus escogidos de este tiempo final. Toda persona que escucha la Palabra de Cristo, el Evangelio de Cristo, y lo recibe como su Salvador, tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero. Por lo tanto, ustedes están aquí presentes porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida, y el mío también y por esa causa es que hemos escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, hemos creído en Cristo como nuestro Salvador, lo hemos recibido como nuestro Salvador, y hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento, hemos nacido a la Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Ahí es donde yo he nacido, he nacido a la Vida eterna. ¿Y quién más? Cada uno de ustedes también. Pero los que no han recibido a Cristo como Salvador todavía, no han nacido a la Vida eterna, no tienen Vida eterna, pero quieren vivir eternamente; y para eso Dios nos ha dado Vida eterna y esa Vida eterna está en Jesucristo. Por eso es que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, porque la Vida eterna está en Jesucristo, y para recibir esa Vida eterna de Dios, hay que recibir a Cristo, donde está la Vida eterna, y quien otorga la Vida eterna a todo ser humano que lo recibe como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, toda persona que aún no ha recibido a Cristo como Salvador, pero quiere vivir eternamente, puede recibirlo ahora, en estos momentos, y yo estaré orando por usted, para que Cristo le reciba, le perdone, y con Su Sangre le limpie de todo pecado y sea bautizado en agua en Su Nombre y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así usted nazca a la Vida eterna, en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Usted está aquí en esta ocasión escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, porque el nombre suyo está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y por eso Dios por medio de Su Espíritu le ha enviado y le ha traído a este lugar para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, para así producir, crear en el corazón suyo la fe en Cristo, para que usted crea en Cristo como su único y suficiente Salvador. Por lo tanto, puede levantar su mano y yo estaré orando por usted en esta ocasión para que Cristo le reciba en Su Reino, le perdone y con Su Sangre le limpie de todo pecado, y sea bautizado en agua en Su Nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en usted el nuevo nacimiento, y así nazca en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, y así asegure su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. También ustedes que a través de esta conferencia grabada en video la están escuchando a través de la televisión o en algún lugar público, en alguna pantalla donde está siendo proyectada, también ustedes pueden recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Pueden pasar al frente también ustedes que están viendo a través de la televisión o a través de una proyección en una pantalla en algún lugar público, pueden pasar al frente para que Cristo les reciba, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, porque Él es el Sacrificio de la Expiación por nuestros pecados. También los que leen esta conferencia en algún folleto o algún tomo, o algún libro, también pueden recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Cristo les recibe, les perdona y les limpia con Su Sangre preciosa y pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y producirá en ustedes el nuevo nacimiento. Nacerán, obtendrán el nuevo nacimiento, y así nacerán en el Reino eterno de Cristo a la Vida eterna. Pueden continuar pasando las personas que han escuchado y ya al escuchar creyeron de todo corazón en Cristo como su único y suficiente Salvador; porque la fe viene por el oír, ¿el oír qué? La Palabra de Dios. Y la fe, la fe, con la fe usted cree en Cristo, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se hace confesión para Salvación. Por eso luego de la predicación del Evangelio de Cristo, las personas pueden decir sentadas en los lugares donde están: “He escuchado y he creído lo que ha sido predicado, lo he creído de todo corazón, he creído en la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario muriendo por mí.” Y luego la persona tiene la oportunidad de confesar públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador, tiene la oportunidad de dar testimonio público, de su fe en Cristo pasando al frente, y así recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador, y así da testimonio público de su fe en Cristo. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.” Y eso es lo que todos queremos: que Cristo nos confiese delante del Padre Celestial, como creyentes en Él, como personas que hemos escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y hemos creído en Él de todo corazón, y lo hemos recibido como nuestro único y suficiente Salvador, y hemos sido bautizados en agua en Su Nombre, y Él pide al Padre que nos bautice con Espíritu Santo y Fuego, y el Padre nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en nosotros el nuevo nacimiento; y así nacemos en el Reino eterno de Cristo, nacemos a una nueva vida, a la Vida eterna, y así tenemos asegurada la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Así hemos asegurado nuestro futuro eterno, con Jesucristo en Su Reino eterno; y eso es lo que todos deseamos. Para los que no reciben a Cristo, Cristo dijo: “Mas el que me negare delante de los hombres, Yo le negaré delante de mi Padre.” Pero nadie quiere que Cristo lo niegue delante del Padre Celestial, porque todos queremos que Cristo nos confiese como creyentes en Él, para que el Padre nos dé la entrada en Su Reino y nos dé la Vida eterna. Todos queremos vivir eternamente con Cristo en el Reino eterno de Dios. Por lo tanto, todos necesitamos recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Pueden continuar pasando los que faltan por pasar, para orar por todos los que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Vamos a dar unos segundos en lo que pasan las personas que faltan por pasar, pues Dios tiene mucho pueblo en este lugar, en esta ciudad y en sus alrededores, los cuales Él está llamando con Su Evangelio, que es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino. Por lo tanto, si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón, Él quiere darte Vida eterna, Él quiere colocarte en Su Reino eterno para que vivas con Él por toda la eternidad. Recibimos a Cristo como nuestro Salvador, para recibir la Vida eterna. Eso es lo que recibimos de parte de Cristo: La Vida eterna. Pueden continuar pasando los que faltan por pasar. Así como ustedes desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, hay más personas que vienen de camino, los cuales también desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino; y por consiguiente tenemos que asegurar nuestro futuro mientras estamos viviendo en esta Tierra, lo aseguramos con Cristo en Su Reino eterno. Todavía vienen más personas que desean asegurar su futuro eterno, con el único que nos puede asegurar nuestro futuro eterno: con Jesucristo nuestro Salvador. Vamos a estar puestos en pie y los que faltan por pasar pueden pasar. En algunas ocasiones hay personas que ya al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo creyeron, pero cuando les toca pasar al frente, sienten que algo los aguanta, no los deja pasar, pero la persona lo que tiene que decir es: “Yo he escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y he creído en Cristo como mi único y suficiente Salvador, por lo tanto, yo quiero vivir eternamente con Cristo en Su Reino.” Y se levanta, y pasa al frente, y se acabó la lucha, y así ha obtenido la victoria, y Cristo le recibe, le perdona y con Su Sangre le limpia de todo pecado. Vamos a dar unos segundos, todavía estamos en esos segundos, porque todavía vienen más personas que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino eterno. Y hemos visto la forma establecida por Dios en Su Palabra, para recibir la Vida eterna, y vivir eternamente en el Reino de Dios con Jesucristo nuestro Salvador. Si vivir en estos cuerpos mortales, temporeros, es tan hermoso, ¿cómo será en el cuerpo eterno? No hay palabras para expresar el beneficio y la bendición que hemos de recibir, cuando Cristo nos de el cuerpo eterno y glorificado, como Su cuerpo glorificado. Por eso es que hay que recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, mientras vivimos en estos cuerpos mortales, para así asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, y asegurar que vamos a tener un nuevo cuerpo eterno, para vivir con Cristo por toda la eternidad. Y vamos a ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador, y jóvenes para toda la eternidad. En ese cuerpo glorificado la persona representa de 18 a 21 años de edad. Y esa es la clase de cuerpo que nosotros queremos, y que nosotros necesitamos para poder vivir eternamente. Y ése es el cuerpo que Jesucristo ha prometido para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Todavía vienen más personas que desean asegurar su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Dios nos ha dado un lapso de tiempo de vida aquí en la Tierra, para que nosotros aseguremos nuestro futuro eterno recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Por eso Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” Eso es lo primero que el ser humano tiene que buscar para asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. El motivo de nuestra existencia aquí en la Tierra, es que nosotros recibamos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, y así aseguremos nuestro futuro eterno con Cristo en la Vida eterna y en Su Reino eterno. Ese es el propósito de nuestra existencia aquí en la Tierra. Por eso es que nuestros días en estos cuerpos físicos mortales es corto, porque no necesitamos muchos años para nosotros asegurar nuestro futuro eterno, ¿cómo? Recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Todavía estamos dando unos segundos porque todavía vienen más personas que quieren asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. La decisión más grande que un ser humano puede hacer es recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, porque esa es la decisión que coloca a la persona en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Cualquier otra decisión es terrenal, temporera, pero la decisión de recibir a Cristo nos coloca en la Vida eterna, y por consiguiente obtiene resultados eternos. De esa decisión es que depende el futuro eterno de cada ser humano. Es que Dios le ha dado al ser humano libre albedrío, y por eso llega el momento luego de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, llega el momento en que la persona al tener esa fe, porque la fe le ha venido por el oír la predicación del Evangelio de Cristo, al tener esa fe y decir en su alma, saber en su alma que cree en Cristo y Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, se ha dado cuenta que ha nacido en su alma la fe, Dios la ha creado por medio de la predicación del Evangelio. Por lo tanto, la persona tiene la oportunidad de levantarse y confesar públicamente a Cristo como su Salvador, o sea, dar testimonio público de su fe en Cristo, para Cristo recibirlo, perdonarlo y con Su Sangre limpiarlo de todo pecado, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizarlo con Espíritu Santo y Fuego, y producir en usted el nuevo nacimiento, nacer en Su Reino eterno a la Vida eterna. Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura,* *el que creyere y fuere bautizado será salvo, más el que no creyere será condenado.”* Nadie quiere ser condenado, sino que todos queremos ser salvos y vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por lo tanto, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, el próximo paso es creer, y recibir a Cristo como nuestro Salvador, y ser bautizados en agua en Su Nombre, y Él nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en nosotros el nuevo nacimiento. Así nacemos del Agua y del Espíritu y entramos al Reino de Dios; y así obtenemos la Salvación y Vida eterna, y así aseguramos nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Hemos visto cuál es el propósito de nuestra existencia aquí en la Tierra: es un propósito divino, es el propósito de que nosotros recibamos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. Esa es la parte más importante de nuestra vida aquí en la Tierra. Cristo dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.” (San Mateo, capítulo 16, versos 26 al 28). Por lo tanto, de nada le sirve al ser humano vivir en esta Tierra y convertirse en un multimillonario, si pierde su alma de nada le sirvió. Pero si recibe a Cristo gana la Salvación de su alma a través de Cristo, y aunque sea pobre le sirvió el vivir en esta Tierra, porque recibió la Salvación y Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Y luego cuando Cristo establezca Su Reino en la Tierra, ahí seremos Reyes y Sacerdotes y Jueces, y seremos multi-multi-millonarios. El más pobre en el Reino de Cristo cuando esté establecido este Reino en la Tierra, será más rico que el hombre más rico que vive, o que viva en este planeta Tierra. Por lo tanto, las grandes riquezas para los hijos de Dios están en el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Todavía estamos dando unos segundos para los que faltan por pasar. Y ya vamos a orar por los que ya han pasado. Si falta alguno, puede pasar inmediatamente para que quede incluido en esta oración que haré por todos los que han creído y han pasado dando testimonio de su fe en Cristo. Si falta alguno puede pasar. Recuerde que es Vida eterna el recibir a Cristo como único y suficiente Salvador. Es un asunto de Vida eterna. Y tenemos que asegurar la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Ninguna otra persona le puede asegurar a usted la Vida eterna, ninguna otra persona le puede asegurar a usted el futuro eterno. Solamente hay una persona que lo puede hacer y Su Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Ese me aseguró a mí la Vida eterna en Su Reino eterno. ¿Y a quién más? A cada uno de ustedes también. Los niños de diez años en adelante también pueden pasar para recibir a Cristo como Salvador, para que también sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego, y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Inclinemos nuestros rostros para orar. Si falta alguno puede pasar. Recuerde que es un asunto de Vida eterna, y usted tiene que asegurar su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno, porque después que terminen sus días en esta Tierra ya no hay oportunidad para decir: “Cristo, ahora yo quiero recibirte como Salvador.” Ya no hay tiempo, es mientras estamos en estos cuerpos mortales. Vamos ya a orar por las personas que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros para orar, y repitan conmigo esta oración las personas que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros, vamos a levantar nuestras manos al Cielo, a Cristo. Repitan conmigo: ***Señor Jesucristo, ante Tu presencia vengo reconociendo que Tú has venido a la Tierra y has muerto en la Cruz del Calvario, dos mil años atrás, como el Sacrificio por mis pecados. Señor Jesucristo, he escuchado la predicación del Evangelio Tuyo, y he creído en Ti con todo mi corazón, por lo tanto, doy testimonio público de mi fe en Ti, creo en Ti como mi único y suficiente Salvador y Te recibo como mi único y suficiente Salvador, públicamente en estos momentos.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo, Te lo ruego, perdona mis pecados, y con Tu Sangre límpiame de todo pecado.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma, Te lo ruego Señor Jesucristo, bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre; Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino eterno para vivir contigo por toda la eternidad. Señor Jesucristo, Te lo ruego en Tu Nombre eterno y glorioso, Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Y ahora repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** Cristo les ha recibido en Su Reino, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Ustedes me dirán: “Ya he creído en Jesucristo como mi único y suficiente Salvador, como Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado será salvo.’ Todavía me falta ser bautizado en agua en Su Nombre, porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado será salvo.” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche en el Nombre del Señor Jesucristo. Pregunto aquí al ministro José Cruz, Rvdo. José Cruz, si hay agua y hay ropas bautismales: Hay un bautisterio *aquí*, hay otro bautisterio *allá*, y otro bautisterio *acá*; y ropas bautismales también; y lugar dónde cambiarse de ropa también, hay vestidores donde pueden cambiarse de ropa, colocarse las ropas bautismales, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y luego ponerse nuevamente las ropas de ustedes que estarán secas, y regresarán a sus hogares, gozosos y agradecidos a Cristo por la Salvación de vuestra alma, con la paz de Cristo en vuestros corazones, bajo el Nuevo Pacto, el Pacto de Paz, y cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. En el bautismo en agua la persona se identifica con Cristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Cuando la persona recibe a Cristo, ha muerto al mundo y cuando el ministro lo bautiza, está sepultando espiritualmente a la persona que ya murió, porque una persona que muere hay que sepultarla. Y luego, cuando la levanta de las aguas, eso representa que esa persona está resucitando a una nueva vida, ¿a qué vida? A la Vida eterna, con Cristo en Su Reino eterno; y luego Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y produce en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona nace en el Reino de Cristo, nace a la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, y no perecerá jamás, vivirá eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Si muere su cuerpo físico, no tiene ningún problema, va al Paraíso a vivir en un cuerpo angelical, y luego en el Día Postrero cuando Cristo resucite a los muertos creyentes en Él, lo resucitará en un cuerpo glorificado; pero si permanece vivo, Cristo lo transformará cuando Él resucite a los muertos creyentes en Él y nos transforme a todos nosotros los que vivimos, y entonces todos obtendremos la inmortalidad física, al recibir el cuerpo físico glorificado. Por lo tanto, por cuanto ustedes han creído en Cristo de todo corazón, han dado testimonio de vuestra fe en Cristo, y han recibido públicamente a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche en el Nombre del Señor Jesucristo. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de nuestro tema: **“LA SEÑAL DEL FIN.”** Lo que estamos viendo, todo esto que estamos viendo está dentro de la señal del fin, los escogidos siendo llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta, y siendo recogidos así en el Cuerpo Místico de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, todos ustedes y yo también somos parte de esa señal del fin del tiempo o fin del siglo o fin de la Dispensación de la Gracia. ***Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y Cristo traiga a vuestros familiares a Sus pies, para que les dé Salvación y Vida eterna y ustedes los tengan a ellos también viviendo con ustedes en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén. Y que les bautice con Espíritu Santo y Fuego, luego que sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Amén y Amén.*** Con nosotros tenemos al Rvdo. José Cruz para continuar. Dios les bendiga y Dios les guarde a todos. “**LA SEÑAL DEL FIN.”**