--- title: 'Clamando por salvación' date: 2004-06-08 activity: 1 place: city: Tegucigalpa state: Francisco Morazán country: HN duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y Yahannah Gabriela. Para esta noche leemos en San Mateo, capítulo 14, versos 22 al 32, donde dice... aquí narra el momento en que los Apóstoles estaban en la barca y hubo una grande tempestad, luego... fue luego de Cristo multiplicar los panes y los peces y ser alimentados cinco mil personas sin contar los niños y las mujeres: “*En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud.* *Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo.* *Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario.* *Mas a la cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar.* *Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo.* *Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!* *Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.* *Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.* *Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame!* *Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?* *Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.* *Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“CLAMANDO POR SALVACIÓN.”** Pedro con los otros Apóstoles en la barca que era azotada por un viento contrario, y estaba a punto de perecer no solamente la barca sino los discípulos que iban en la barca, Pedro clamó por salvación: “Sálvame que perezco.” Y Cristo extendió Su mano y lo tomó de la mano y lo salvó. Luego entraron a la barca y se calmó la tempestad, y todos reconocieron que era Jesucristo, el Hijo de Dios: “Verdaderamente eres Hijo de Dios.” Ahora, esa misma condición en el campo espiritual ha existido sobre los seres humanos. Aguas tipifica pueblos, naciones y lenguas, y todo ser humano que nace en este planeta Tierra, nace en las aguas de pueblos, naciones y lenguas, y en su alma está en una situación de temor, porque el ser humano tiene una ansiedad en su alma y no la comprende: es que en su alma él no sabe de dónde vino, dónde está y porqué está aquí y a dónde va después que terminen sus días en esta vida terrenal. Eso es la ansiedad existencial, pero todo ser humano que viene a esta Tierra, viene sin Vida eterna, y por consiguiente todo ser humano que viene a esta Tierra necesita extender su mano a Cristo y decirle: “Señor, sálvame que perezco.” Para que Cristo extienda Su mano de Amor y Misericordia y lo salve, porque de otra manera perecerá la persona *acá* en su alma. El ser humano es alma viviente, y Dios le ha permitido tener un cuerpo espiritual llamado el espíritu de la persona, y le ha permitido tener un cuerpo físico de carne; pero lo más importante que hay en la persona es su alma, eso es lo que en realidad lo que es la persona. Y así como Pedro tenía la necesidad de salvación de su cuerpo físico, todo ser humano tiene necesidad de salvación para su alma. Cristo preguntó en San Mateo, capítulo 16, versos 26 en adelante: “*Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?* *Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”* Por lo tanto, todo ser humano está en la situación en que estaba Pedro; Pedro en lo literal, en lo físico, pero todo ser humano en lo espiritual *acá* en su alma. Por lo tanto todo ser humano necesita clamar a Cristo por salvación. El Profeta Amós en el capítulo 8, verso 11 dijo que iba a venir un tiempo en que iba a haber hambre y sed, no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Dios, la Palabra de Jehová. Pues la fe viene por el oír la Palabra de Dios; por lo tanto la humanidad estaría en tal condición que estaría sin fe. Ahora, Cristo preguntó en San Lucas, capítulo 18, verso 8: “*Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”* Para que haya fe en la Tierra y haya fe en el alma, en el corazón de la persona, necesita la persona escuchar la predicación del Evangelio de Cristo para que nazca esa fe en Cristo, y extienda su mano a Cristo, la levante y le diga a Cristo: “Señor, sálvame que perezco.” Y Cristo extiende Su mano de Amor y Misericordia, lo tome de la mano y lo salve, y así obtenga la persona la salvación y Vida eterna. Si Cristo en aquella ocasión no extendía Su mano y tomaba a Pedro de la mano y lo sacaba, Pedro moría ahogado; pero Cristo estuvo allí presente para salvar a Pedro. Y está presente Cristo para salvar a cada ser humano que clama a Cristo por la salvación de su alma. Cristo dijo: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” Y Él está para salvar a todo aquel que clama a Él por la salvación de su alma. Siendo que el ser humano tiene necesidad de salvación, todo ser humano entonces al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, obtiene esa fe para creer y para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Pero ahora, ¿de qué tiene la persona necesidad para que Cristo lo salve? Vean, en San Mateo, capítulo 1, versos 18 al 21 de San Mateo, dice de la siguiente manera: “*El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.* *José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.* *Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.* *Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús porque él salvará a su pueblo de sus pecados.”* Todo ser humano necesita que Cristo lo salve de sus pecados, que Cristo lo perdone, con Su Sangre lo limpie de todo pecado y queda la persona justificada, quede como si nunca en la vida hubiese pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en la persona el nuevo nacimiento, y así la persona nazca del Agua y del Espíritu. O sea, nazca de la predicación del Evangelio de Cristo y del bautismo del Espíritu Santo, y obtenga así el nuevo nacimiento, nazca como un bebé en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, nazca a una nueva vida: a la Vida eterna, y así obtenga la salvación de su alma, y obtenga la Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. En medio del pueblo hebreo se llevaba a cabo la fiesta de la expiación el día diez del mes séptimo de cada año, y en ese día toda persona tenía que arrepentida de sus pecados clamar a Dios por Misericordia y perdón, para que así Dios perdonara sus pecados y la persona fuera reconciliada con Dios, y tuviera el derecho a vivir, a vivir un año más, pues el otro año tenía que hacer lo mismo. Pero vean, extendía sus manos a Dios pidiendo perdón, Misericordia y salvación. Vean, en Levítico, capítulo 23, versos 26 en adelante, dice. “*También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.* *Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.* *Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* Toda persona tenía que estar afligida, arrepentida de haber pecado contra Dios y pedirle perdón a Dios por sus pecados, y Dios lo perdonaba y quedaba cubierta con la sangre de la expiación de este macho cabrío, que era la expiación por los pecados de las personas para ser reconciliados con Dios. Y este sacrificio del día diez del mes séptimo de cada año de ese macho cabrío, tipificaba el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; ya el pueblo hebreo no lleva a cabo ese sacrifico por el pecado, no tiene templo tampoco; pero hay un Sacrificio por el pecado, y es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, para que toda persona que arrepentida de sus pecados venga a Cristo y le pida perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdone y con Su Sangre lo limpie de todo pecado, y queda justificada la persona ante Dios como si nunca en la vida hubiese pecado. La persona es limpiada con la Sangre de Cristo nuestro Salvador y es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino eterno de Cristo a la Vida eterna, para vivir no por un año más, sino por toda la eternidad con Cristo en Su Reino eterno. Si muere su cuerpo físico, pasa al Paraíso a vivir la persona en alma y espíritu, donde están los santos de otras edades de la Iglesia de Jesucristo, donde están los Apóstoles y demás santos de Dios. Al pasar allá al Paraíso, pasa en el cuerpo angelical que es parecido a nuestro cuerpo, pero es joven y es un cuerpo que nunca morirá, y espera en esa dimensión (que es la sexta dimensión) hasta que Cristo complete Su Iglesia, Su rebaño, y luego Cristo resucitará a todos los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, eternos, jóvenes, inmortales, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo, y aparecerán a nosotros, y luego nos transformará a nosotros los que vivimos y nos dará un cuerpo glorificado y eterno como Su cuerpo glorificado, y entonces todos seremos físicamente inmortales también como Jesucristo nuestro Salvador, porque hemos extendido nuestras manos a Cristo diciéndole: “Señor, sálvame que perezco.” Por esa causa Él ha salvado nuestra alma, y colocará nuestra alma en un cuerpo nuevo y eterno, como Su cuerpo eterno y glorificado. Esas son bendiciones para todos los que claman a Cristo y le dicen: “Señor, sálvame que perezco.” Cristo le salva de sus pecados, le perdona y con Su Sangre le limpia de todo pecado, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Cristo, entra al Reino de Dios y por consiguiente entra a la Vida eterna. Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Esa es la realidad a la cual todo ser humano tiene que enfrentarse mientras vive en esta Tierra, escucha la predicación del Evangelio de Cristo, y cree y será salvo, o no cree y es condenado, y será juzgado en el juicio final y será echado en el lago de fuego que es la segunda muerte, donde dejará de existir en alma, espíritu y cuerpo. Pero nadie quiere dejar de existir, todos queremos existir por toda la eternidad en una condición mejor que la que tenemos en la actualidad, y Cristo tiene un futuro glorioso para todos los que le dicen: “Señor, sálvame que perezco.” Cristo tiene nuestro futuro en Sus manos; por lo tanto queremos que Él nos dé la salvación y Vida eterna. Dios ha puesto delante de todo ser humano la vida y la muerte, la bendición y la maldición, y recomienda a todo ser humano que escoja la vida para que viva, para que viva eternamente Él y su familia en el Reino de Dios, y viva feliz, viva en armonía con Dios y con su familia, y viva en paz en ese Reino de amor, de paz, de felicidad y de prosperidad. Ese es el Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Toda persona desea vivir eternamente, y el único Reino que tiene Vida eterna es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador; por lo tanto hay que recibir al Rey de ese Reino, Él es el Rey de reyes y Señor de señores, Él es el Rey de ese Reino: Jesucristo. Por lo tanto, hay que recibir al Rey de ese Reino eterno, para que Él nos coloque en Su Reino eterno con Vida eterna para vivir con Él por toda la eternidad, jóvenes y con cuerpos glorificados como Su cuerpo glorificado. Eso es lo que tiene Cristo para mí. ¿Y para quién más? Para cada uno de ustedes también. ¿Por qué Él tiene esas bendiciones para mí y para cada uno de ustedes? Porque hemos levantado nuestras manos a Cristo y le hemos dicho: “Señor, sálvame que perezco.” Y Él ha extendido Su mano de Amor y Misericordia y Él nos ha tomado de la mano y nos ha salvado, nos ha salvado de nuestros pecados, nos ha perdonado y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado. Porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, y Él nos reconcilia con Dios y hace la paz entre Dios y nosotros y entre nosotros y Dios, y nos coloca dentro del Pacto de Paz y nos cubre con la Sangre del Nuevo Pacto, que es Su Sangre, la cual derramó en la Cruz del Calvario. Y ahora, toda persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador no tiene Vida eterna, no tiene entonces futuro, no tiene futuro en el Reino de Dios, por lo tanto no tienen la fe ni la esperanza de una nueva vida en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, porque no ha levantado sus manos al Cielo para decirle a Cristo: “Señor, sálvame que perezco.” Vean lo que nos dice San Juan en Su Primera Carta, Primera de Juan, capítulo 5, versos 10 en adelante, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.* *El que tiene al Hijo, tiene la vida.”* El que tiene a Jesucristo, el Hijo de Dios, en quien está la Vida eterna, tiene la Vida eterna, el que tiene a Cristo en su alma porque lo ha recibido como su único y suficiente Salvador, tiene la Vida eterna. Pero vamos a ver aquellos que no han recibido a Cristo: “*El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”* Aunque la persona diga: “Sí, yo tengo vida, estoy vivo,” pero esa vida que tiene es temporera, es una vida en un cuerpo mortal, por lo tanto no sabe cuántos días, meses o años vivirá en ese cuerpo físico que tiene, porque hasta los niños, hasta los recién nacidos, han muerto, por lo tanto nadie sabe cuántos años va a vivir en el cuerpo físico. Pero mientras vivimos en el cuerpo físico tenemos el privilegio, bendición y oportunidad de hacer contacto con Cristo para que Él perdone nuestros pecados, con Su Sangre nos limpie de todo pecado y nos dé la salvación y Vida eterna, y así Él nos asegure nuestro futuro eterno en Su Reino eterno con Vida eterna. Y si nuestra vida terrenal termina, no hay ningún problema, ya hemos asegurado nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno para vivir con Él por toda la eternidad; por lo tanto volveremos a vivir en cuerpos físicos pero eternos y glorificados, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Así viviremos en el glorioso Reino de Cristo que será establecido en este planeta Tierra. Así que el creyente en Cristo tiene la fe y la esperanza de volver a vivir una vida, pero eterna, inmortal y en un cuerpo glorificado. El que no tiene a Cristo el Hijo de Dios no tiene la vida, y por consiguiente no hay esperanzas para esa persona de una nueva vida, de una Vida eterna en el Reino eterno de Jesucristo. Pero, ¿qué puede hacer la persona para tener la esperanza de volver a vivir, vivir una vida nueva, eterna, inmortal, incorruptible? Recibir a Jesucristo como su único y suficiente Salvador, levantando sus manos y diciéndole: “Señor Jesucristo, sálvame que perezco.” Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y ha recibido Su Espíritu Santo, ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino eterno de Cristo en y a la Vida eterna, porque en el Reino de Cristo la Vida es eterna. El que no ha recibido a Cristo no tiene la Vida eterna, pero en esta noche puede tener la Vida eterna recibiendo a Cristo como su único y suficiente Salvador levantando su mano y diciéndole a Cristo: “Señor Jesucristo, sálvame que perezco.” Puede levantar su mano en esta noche toda persona que todavía no ha recibido a Cristo, pero ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha creído en su alma, porque Dios ha creado fe en su alma, en su corazón, para creer en Cristo como su único y suficiente Salvador. “Porque no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos.” Solamente hay uno, y ese Nombre es: SEÑOR JESUCRISTO, Él es el único Salvador, “no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos.” Eso está en el libro de los Hechos, capítulo 4, verso 12, y lo dijo el Apóstol San Pedro. Por lo tanto, en esta noche toda persona que aún no ha recibido a Cristo como Salvador, ya ha creído en su alma al escuchar la predicación del Evangelio, ha creído que Cristo es el único y suficiente Salvador de su alma, y la Sangre de Cristo es la única que puede limpiar la persona de todo pecado. Por lo tanto, usted lo ha creído al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo en esta noche, y con la Palabra creadora que ha escuchado, ha sido creada esa fe en usted, porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios; y con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Por lo tanto, ha llegado el momento en que cada uno de ustedes que todavía no han recibido a Cristo como Salvador, y han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, han creído ya en sus almas, y ahora les corresponde dar testimonio público de vuestra fe en Cristo, dar testimonio público de que reciben a Jesucristo como su único y suficiente Salvador, dar testimonio público de que levantan sus manos a Cristo y le dicen: “Señor Jesucristo, sálvame que perezco.” Y Él extiende Su mano, le toma de Su mano y le salva. Por lo tanto, pueden levantar su mano los que en esta noche quieren decir como Pedro: “Señor, sálvame que perezco.” Y yo oraré por ustedes para que Cristo les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan en el Reino de Jesucristo a la Vida eterna, y así aseguren su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Vi manos levantadas en *esta* sección, pueden pasar al frente y estaré orando por ustedes en esta noche. Cristo es el Sacrificio por el pecado para todo ser humano, Cristo es la expiación por nuestros pecados, no hay otro Salvador, es Jesucristo. Pueden pasar al frente y estaré orando por ustedes en esta noche. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre y de Sus Ángeles; mas el que me negare delante de los hombres, yo le negaré delante de mi Padre.” El que le da la espalda a Cristo, Cristo le dará la espalda delante de nuestro Padre Celestial y por consiguiente no podrá vivir eternamente con Cristo en Su Reino, pero el que extiende sus manos a Cristo y le dice: “Señor Jesucristo, sálvame que perezco.” Cristo extiende Su mano y lo salva, lo saca del reino de las tinieblas y lo coloca en Su Reino eterno con Vida eterna, para que pueda vivir con Cristo por toda la eternidad. Es un asunto de Vida eterna el recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. La decisión más grande que una persona hace es recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, no hay decisión más grande que esa, porque esa es la decisión que lo coloca a usted en la Vida eterna con Jesucristo en Su Reino eterno. Por lo tanto esa es la decisión más grande de su vida. Todo ser humano tiene libre albedrío, y por consiguiente le toca a la persona hacer la decisión de recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Cristo dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Nadie quiere ser condenado, sino que todos queremos ser salvos y vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Pueden continuar pasando para orar por ustedes en esta noche para que Cristo salve vuestra alma y así ustedes aseguren su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” ¿Para qué buscamos el Reino de Dios? Para entrar al Reino de Dios y obtener la salvación y Vida eterna. Siempre cuando se llega el momento de hacer la decisión más importante de la vida que es recibir a Cristo como Salvador, siempre hay una lucha en el alma de algunas personas; pero la persona lo que tiene que decir es: “Yo he creído; al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo yo he creído en Cristo como mi Salvador, por lo tanto me levanto y recibo a Cristo como mi único y suficiente Salvador.” Pueden continuar pasando para orar por ustedes en esta noche, para que Cristo les reciba en Su Reino, perdone vuestros pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado, y así aseguren su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Recuerden que recibir a Cristo como Salvador es un asunto de Vida eterna, es la Vida eterna la que obtenemos al recibir a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, para eso es que recibimos a Cristo como nuestro Salvador, para que Él nos dé la salvación y Vida eterna. Todos queremos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno, con cuerpos eternos y glorificados, como el cuerpo glorificado y eterno de nuestro amado Salvador Jesucristo, y Él ha prometido darnos un cuerpo glorificado como el Suyo. Todavía hay más personas que han creído de todo corazón y vienen de camino, y por eso estamos dando unos segundos en lo que llegan, porque así como ustedes quieren recibir salvación y Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad, ellos también quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por lo tanto, daremos unos segundos en lo que pasan todas las personas que vienen de camino y que ya han creído en sus corazones al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo en esta ocasión. Dios tiene mucho pueblo aquí en Tegucigalpa, Honduras, y en toda la República de Honduras. Por eso Él está llamando y juntando Su pueblo, Sus ovejas, Sus escogidos por medio de la predicación del Evangelio de Jesucristo. La predicación del Evangelio de Cristo, es la Voz de Cristo por medio de Su Espíritu Santo llamando a todas las ovejas que el Padre le dio para que les dé salvación y Vida eterna. “Porque el Hijo del Hombre vino para buscar y salvar lo que se había perdido.” San Lucas, capítulo 19, verso 10. Por lo tanto, Cristo está llamando directamente al corazón, al alma de todas las personas que todavía no lo han recibido como su Salvador, para que en esta noche le reciban como su Salvador, y obtengan el perdón de sus pecados y sean limpios con la Sangre de Cristo de todo pecado, y sean bautizados en agua en Su nombre, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan en el Reino eterno de Cristo a la Vida eterna, y así aseguren su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno. Esta vida que tenemos en este cuerpo físico es temporera, pero nos da la oportunidad de confirmar nuestro lugar en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno, para eso es que usted y yo hemos venido a este planeta Tierra: para hacer contacto con la Vida eterna recibiendo a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador. No nos conformamos con solamente esta vida temporera, queremos la Vida eterna y Cristo la tiene para todos los que le reciben como su único y suficiente Salvador. Por eso Cristo vino a este planeta Tierra y murió en la Cruz del Calvario: para darnos salvación y Vida eterna, para que así podamos nosotros vivir eternamente, y ese es el deseo de nuestra alma. Nuestra alma tiene hambre y sed de la Vida eterna. Por lo tanto, el que tiene hambre y sed del Agua de la Vida eterna, venga y tome del Agua de la Vida eterna, venga y tome de la Fuente del Agua de la Vida eterna, para que viva eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Todavía estamos dando la oportunidad a los que faltan por pasar, para que pasen para así estar orando por ustedes también los que vienen de camino, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone sus pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado y puedan ser bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo les reciba en Su Reino, produzca en ustedes el nuevo nacimiento, y así aseguren ustedes su futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Todavía pueden continuar pasando los que faltan por pasar, para que Cristo les reciba en Su Reino. Estamos dando unos segundos para así puedan pasar los que faltan por pasar, pues ya al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, ya han creído en su corazón, en su alma, han creído en Cristo como su único y suficiente Salvador. Fue dicho: “Con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se hace confesión para salvación.” Por lo tanto, en esta noche es el momento de confesar a Cristo públicamente como único y suficiente Salvador; como San Pedro cuando se estaba hundiendo en las aguas, reconoció que Cristo era el único y suficiente Salvador y clamó: “Señor, sálvame que perezco.” Y Cristo extendió Su mano y lo salvó, fue una salvación física, a la vida física. Y todo ser humano que recibe a Cristo como su Salvador ha extendido sus manos a Cristo para que lo salve, que salve su alma que es lo más importante que hay en la persona: el alma de la persona, porque somos almas vivientes. Todavía hay oportunidad para pasar, los niños también de 10 años en adelante pueden pasar para recibir a Cristo como Salvador, y estaré también orando por los niños juntamente con los jóvenes y los adultos, los mayores. Todavía hay más personas que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo, y ha nacido esa fe en Cristo y de Cristo en sus almas, en sus corazones, y por consiguiente necesitan confesar públicamente que han creído en Cristo, necesitan recibir públicamente a Cristo como su único y suficiente Salvador. “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre y delante de Sus Ángeles.” Todavía siguen pasando más personas porque Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad. Así que en el Reino eterno de Jesucristo vamos a ver muchas personas que fueron ciudadanos de la República de Honduras; y cuando estemos allá conversando, ustedes dirán: “Yo estuve en la actividad de aquel martes 8 de junio del 2004, y pasé al frente para recibir a Cristo como mi único y suficiente Salvador, y ahora me encuentro en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno porque le recibí como mi único y suficiente Salvador.” Así conversaremos cuando estemos en el Reino de Jesucristo, porque el Reino de Jesucristo será literalmente establecido en este planeta Tierra, ese será el Reino que gobernará sobre todas las naciones en esta planeta Tierra, y allí estaremos nosotros con cuerpos eternos y glorificados reinando con Cristo como Reyes y como Sacerdotes, teniendo la bendición más grande que ser humano puede obtener en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Es para bendecirnos que Cristo murió en la Cruz del Calvario y que Cristo nos llama por medio de Su Evangelio, y es para recibir bendiciones que recibimos a Jesucristo como nuestro único y suficiente Salvador. Las bendiciones de Dios, las bendiciones del Cielo no se pueden recibir, a menos que sea a través de nuestro amado Señor Jesucristo. Todavía siguen pasando más personas porque quieren recibir las bendiciones del Cielo, las bendiciones de Dios a través de nuestro amado Señor Jesucristo. La bendición más grande es la Vida eterna, y esa es la bendición que Él nos da, y juntamente con esa bendición de Vida eterna nos da la Herencia de Dios, la Herencia correspondiente a todos los hijos e hijas de Dios, la Herencia nuestra en el Cielo. Todavía vienen más personas de camino, estamos dando unos segundos porque todavía vienen más personas que desean vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino eterno. Todavía pueden continuar pasando los que faltan por pasar para orar por ustedes en esta noche, para que Cristo les reciba en Su Reino, les perdone y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Todavía hay lugar en el Reino de Cristo para todos los que faltan por pasar, y hay lugar también para los niños, porque Cristo dijo: “Dejad los niños venir a mi, y no se lo impidáis, porque de los tales es el Reino de los Cielos.” Por lo tanto, hay lugar para los niños, para los jóvenes y para los adultos también, y para los ancianos también; mientras estamos vivos en esta Tierra hay lugar y hay oportunidad en el Reino de Cristo para entrar a la Vida eterna. Todavía hay lugar para los que faltan por pasar, en esta noche ustedes están aquí, porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo en el Libro de la Vida, y por esa causa el Espíritu de Dios les ha traído hasta este lugar para escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer en sus almas, en sus corazones en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Por lo tanto, Dios les ha traído hasta aquí para que ustedes reciban a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, para que así reciban la salvación y la Vida eterna y así aseguren su futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno y glorioso, pues todos queremos vivir con Cristo en Su Reino eterno, para lo cual lo recibimos como nuestro único y suficiente Salvador. Pueden continuar pasando los que faltan por pasar, pues ya cuando escucharon la predicación del Evangelio de Cristo, creyeron en sus corazones en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, ya ustedes han creído y por consiguiente pasan al frente para confesar públicamente a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador. Todavía hay más personas que han creído en Cristo como su único y suficiente Salvador mientras escuchaban la predicación del Evangelio de Cristo. Por lo tanto, pueden pasar para públicamente hacer confesión de vuestra fe en Cristo, recibiéndolo como vuestro único y suficiente Salvador, para que así Cristo les dé la salvación de vuestra alma y la Vida eterna. Es para recibir Vida eterna que recibimos a Cristo como nuestro único y suficiente Salvador, es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como Salvador. Todavía siguen pasando más personas porque Dios tiene mucho pueblo en la República de Honduras. Todavía vienen más personas, vamos a esperar unos segundos en lo que llegan los que faltan por pasar, pues Dios tiene mucho pueblo en la República de Honduras, y eso es una bendición para esta República de Honduras, que Dios tenga muchos hijos e hijas en esta República. Todavía continúan viniendo más personas, por lo tanto estamos dando unos segundos en lo que llegan los que vienen de camino, los que faltan por pasar en esta noche. Vamos a estar puestos en pie para orar por las personas que han pasado, esperaremos por los que faltan por llegar, ya vienen de camino también. Vamos a esperar unos segundos y oraremos ya por todos los que han pasado al frente. Todavía hay lugar y tiempo para que lleguen los que faltan por venir. Pedro dijo: “Señor, sálvame que perezco.” Y cada persona dice lo mismo: “Sálvame Señor que perezco, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino, quiero ser salvo.” Y Él le da la salvación y Vida eterna a todo el que lo recibe como su único y suficiente Salvador. Todavía vienen más personas para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Unos segundos y ya oraremos por todos los que han pasado para recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador. Nuestro amado Señor Jesucristo por medio de Su Espíritu Santo, está llamando y juntando con Gran Voz de Trompeta a todos Sus escogidos de este tiempo final. La Gran Voz de Trompeta del Evangelio de Cristo llamando y juntando a todos los escogidos que viven en este planeta Tierra, y esta noche le ha tocado a la República de Honduras. Pueden continuar pasando los que faltan por pasar para ya orar por los que han pasado. Vamos todos a estar puestos en pie para orar por todos los que han pasado. Vamos a inclinar nuestros rostros para orar. Repitan conmigo esta oración que estaré haciendo. Inclinemos nuestros rostros y nuestros ojos cerrados y oremos. ***Señor Jesucristo, he escuchado la predicación de Tu Evangelio, y ha nacido en mi corazón la fe en Ti, he creído en Ti con todo mi corazón, con toda mi alma, Señor Jesucristo, he creído que Tú eres mi único y suficiente Salvador, y extiendo mis manos a Ti y Te pido Señor Jesucristo me salves, salva mi alma Señor Jesucristo.*** ***Reconozco que soy pecador, perdona Señor mis pecados, límpiame con Tu Sangre de todo pecado, y Señor Jesucristo bautízame con Espíritu Santo y Fuego luego que yo sea bautizado en agua en Tu Nombre.*** ***Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma Señor Jesucristo, Te lo ruego, quiero vivir contigo en Tu Reino por toda la eternidad. Señor Jesucristo, en Tus manos encomiendo mi alma, salva mi alma por favor Señor Jesucristo. En Tu Nombre glorioso Señor Jesucristo Te lo ruego. Amén y amén.*** Y ahora, repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** Cristo les ha recibido, ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Me dirán ustedes: “Cristo dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado, será salvo.’ Ya he creído con toda mi alma en Jesucristo como mi único y suficiente Salvador, pero me falta ser bautizado en agua en Su Nombre. ¿Cuándo me pueden bautizar en agua en Su Nombre?” Por cuanto han creído de todo corazón en Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, bien pueden ser bautizados en agua hoy mismo. Pregunto aquí al ministro: ¿Hay agua? Hay agua. ¿Hay bautisterios? Hay cuatro bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también para que se cambien de ropa, sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y produzca en ustedes el nuevo nacimiento. Luego se volverán a cambiar de ropa, se colocarán la ropa seca que ustedes tienen, y regresarán a sus hogares gozosos y agradecidos a Jesucristo por la salvación de vuestra alma. Así que voy a dejar al ministro aquí, al Rvdo. Santo Pablo, para que les indique dónde están los cambiadores de ropa y los bautisterios. Dejo al Rvdo. Barralaga con nosotros para que les indique cómo hacer para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Pero vamos a inclinar nuestros rostros para orar al Padre por ustedes (no tienen que repetir esta oración): ***Padre nuestro que estás en el Cielo, Santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino y hágase Tu voluntad en la Tierra como en el Cielo.*** ***Padre Celestial, traigo ante Tu presencia estas personas que han recibido a Cristo Tu Hijo amado como su Salvador, recíbeles en Tu Reino, bendíceles, bautízales con Espíritu Santo y Fuego, Te ruego produzcas en ellos el nuevo nacimiento. Y a sus familiares Señor, tráelos también a los pies de Jesucristo para que reciban la salvación y Vida eterna, para que estén con ellos en Tu Reino eterno viviendo con Cristo por toda la eternidad.*** ***Padre Celestial, en Tus manos los encomiendo. En el Nombre de Tu Hijo amado, Jesucristo nuestro Salvador. Amén y amén.*** Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: **“CLAMANDO POR SALVACIÓN,”** lo cual ustedes han estado haciendo en estos momentos en que han pasado al frente para recibir a Cristo como vuestro único y suficiente Salvador, clamando a Cristo por la Salvación de vuestra alma. Muchas gracias por vuestra amable atención amables amigos y hermanos presentes, ***y que las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador sean sobre ustedes desde ahora y para siempre, y sobre mí también. Amén.*** Pasen todos muy buenas noches, con nosotros aquí el Rvdo. a cargo: el Rvdo. Santo Pablo Barralaga para indicarles hacia dónde caminar para ser bautizados en agua en el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**CLAMANDO POR SALVACIÓN.”**