--- title: 'El Día del Señor' date: 2004-02-18 activity: 1 place: city: Bogotá D.C. state: Cundinamarca country: CO duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Para esta ocasión leemos en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 1, versos 10 en adelante, donde nos dice la Escritura, nos dice el Apóstol San Juan, el cual estaba en la Isla de Patmos, dice... estaba allí como prisionero, dice: “*Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,* *que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.* *Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,* *y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.* *Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;* *y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.* *Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.* *Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;* *y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.* *Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.* *El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Tomamos las palabras del verso 10, de este capítulo 1 del Apocalipsis, que dice: “*Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta.”* Nuestro tema es: **“EL DÍA DEL SEÑOR.”** “**EL DÍA DEL SEÑOR.”** A través del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento encontramos las profecías que hablan acerca del Día del Señor. El Día del Señor está prometido para ser manifestado en este tiempo final. El Día del Señor es cuando el tiempo del reino de los gentiles ha llegado a su fin, es el tiempo cuando Cristo termina Su Obra de Intercesión en el Cielo, porque habrá redimido con Su Sangre hasta el último escogido de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Toda persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero es un escogido de Dios, y está escrito allí desde antes de la fundación del mundo, desde antes de la creación de este planeta Tierra, desde antes de la creación del Universo completo. Ese Libro contiene los nombres de todos los que serían redimidos por el Sacrificio y la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, “no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” Por consiguiente toda persona que recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizada en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y produce en la persona el nuevo nacimiento, esa persona ha nacido del Agua y del Espíritu. O sea, ha escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y ha creído, eso es nacer del Agua, y del Espíritu, pues ha recibido el Espíritu Santo y por consiguiente ha nacido del Agua y del Espíritu y ha entrado al Reino de Dios que es el Reino de Cristo, ha nacido a la Vida eterna. Pues cuando nosotros hemos nacido en esta Tierra a través de nuestros padres terrenales, nacimos a la vida, pero no a la Vida eterna, sino a una vida temporal, a una vida que a algunos le dura más de cien años, a Adán le duró 930 años, y a otros les duró 969 años como Matusalén. Pero ya en la actualidad podemos ver que el que llega a 100 años es un éxito para esa persona, pero llega ya que casi no puede caminar la mayor parte de las personas que llegan a 100 años. O sea, que la vida del ser humano se ha estado acortando cada día más. Ahora, no importa que la persona viva novecientos y algo de años o viva poquitos años, lo importante es que la persona reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo, sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha nacido de nuevo, ha nacido en el Reino de Jesucristo que es un Reino eterno con Vida eterna, ha nacido a la vida, pero no a la vida temporal sino a la Vida eterna, ya su alma tiene Vida eterna. Fue restaurado a la Vida eterna y por consiguiente fue reconciliado con Dios, y por consiguiente la ira de Dios no vendrá sobre la persona, en el juicio final la persona no estará en ese juicio final para ser juzgada y condenada y echada al lago de fuego, porque ya la persona fue limpiada con la Sangre de Cristo y fue justificada. O sea, como si nunca hubiese tenido pecado, quedó completamente limpia, y por consiguiente sobre esa persona no puede venir el juicio final para ser juzgado y condenado y echado al lago de fuego, donde serán echados todos aquellos que no recibieron a Cristo como su Salvador. Cuando podemos ver esta realidad, sabemos entonces que lo más importante para todo ser humano que nace en esta Tierra es recibir a Cristo como su Salvador; mientras vive aquí en la Tierra tiene esa oportunidad, es una oportunidad única mientras vive en la Tierra, si la deja pasar no habrá otra oportunidad para la persona, porque cuando terminen sus días aquí en la Tierra, pues terminó el tiempo en que podía recibir a Cristo como su Salvador. Ahora, podemos ver estonces que lo más importante para todo ser humano hacer mientras vive en la Tierra, es recibir a Cristo como su Salvador, entregar a Cristo su vida para que Cristo le dé Vida eterna, y así asegure su futuro eterno en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, que es el único Reino eterno. Ahora, hemos visto porqué Cristo murió en la Cruz del Calvario y porqué se le otorga a los seres humanos la oportunidad y el privilegio de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y recibir a Cristo como su Salvador. La Escritura nos habla acerca del Día de Salvación. También nos habla del Día del Señor. Ahora vean, en Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 2, nos habla el Apóstol San Pablo acerca de este misterio, dice: “*Porque dice:* *En tiempo aceptable te he oído,* *Y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”* Desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario se abrió para la raza humana el Día de salvación, el Día aceptable delante de Dios, el Día en que Dios acepta a toda persona, todo pecador, y la persona es limpiada con la Sangre de Jesucristo y es reconciliada con Dios. Esto fue reflejado, mostrado en el Antiguo Testamento en el libro de Levítico, capítulo 23, versos 26 al 29, dice: “*También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.* *Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.* *Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* El día diez del mes séptimo de cada año se llevaba a cabo el sacrificio de la expiación para la reconciliación de cada hebreo con Dios, para lo cual cada hebreo tenía que reconocer que había pecado contra Dios, y afligido en su alma por haber pecado pedirle perdón a Dios, y Dios lo perdonaba y quedaba cubierto con la sangre de esa expiación, de ese macho cabrío que era sacrificado. O sea, que en lugar de morir la persona, moría ese animalito, y por consiguiente todo el pecado quedaba sobre el animalito, las consecuencias del pecado que es la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte.” ¿Ven? Por consiguiente las consecuencias del pecado, que es la muerte, caían sobre ese animalito, ese macho cabrío de la expiación, y la persona quedaba libre de sus pecados y por consiguiente no tenía que morir, quedaba reconciliado con Dios por un año más. ¿Por qué por un año y no para siempre? Porque los animales no tienen alma y por consiguiente esos sacrificios de animalitos no son perfectos, y la sangre de esos animales no es una sangre perfecta que pueda quitar el pecado, solamente lo cubría en lo que llegaba un Sacrificio perfecto, el cual fue el Sacrificio de Jesucristo, el Cordero de Dios, que vino para quitar el pecado del mundo. Juan lo presentó diciendo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Ahora, encontramos que las personas que no se arrepentían de sus pecados y no se afligían en su alma por haber pecado contra Dios, y no pedían perdón a Dios en ese día, por consiguiente no quedaban perdonados y no quedaban reconciliados con Dios, y perdían el privilegio y el derecho de continuar viviendo. Por lo tanto dice la Escritura: “*Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* O sea, que Dios lo cortaba, le cortaba la vida y dejaba de existir. ¿De qué le valió pensar que podía continuar viviendo sin pedir perdón a Dios por sus pecados? De nada le sirvió. Ahora, por cuanto este sacrificio del macho cabrío de la expiación, del día diez del mes séptimo de cada año es tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, ahora no se necesita sacrificar animalitos por el pecado, ya eso era en el Antiguo Testamento. Desde que Cristo fue sacrificado en la Cruz del Calvario y derramó Su Sangre allí, el Sacrificio de la expiación por el pecado del ser humano fue hecho por Jesucristo, y ya Dios no acepta sacrificios de animalitos, solamente hay un Sacrificio aceptado por Dios, y es el Sacrificio de Cristo. Por lo tanto, todo ser humano necesita recibir ese Sacrificio, recibir a Cristo como su Salvador, para que así sea perdonado de todo pecado, sea limpiado con la Sangre de Cristo, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, dice Primera de Juan, capítulo 1, verso 7. Y la persona queda reconciliada con Dios para vivir ¿cuánto? No un año más, sino para vivir eternamente, porque la persona obtiene el privilegio y derecho de continuar viviendo; después que termine su vida terrenal continuará viviendo por toda la eternidad en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Ahora, vean ustedes, Cristo en una ocasión dijo: “El que oye mi Palabra y cree al que me envió, tiene Vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” Y luego encontramos que todos los creyentes en Cristo les llegó un momento en que murieron. ¿Fallaría el Señor Jesucristo en decir esas palabras? No. Tiene Vida eterna todo creyente en Cristo aunque haya muerto físicamente, pero tiene Vida eterna, no perecerá jamás; si muere físicamente su cuerpo, pasa en el cuerpo angelical al Paraíso a vivir (que es la sexta dimensión). Y cuando Cristo haya completado en Su Iglesia todos Sus escogidos, entonces se levantará del Trono del Padre, porque Él está allá como Sumo Sacerdote haciendo intercesión con Su propia Sangre, como lo hacía el sumo sacerdote el día diez del mes séptimo de cada año en el templo terrenal. Pero ahora la cosa está en el Templo Celestial, por eso es que ya el pueblo hebreo no tiene templo ni lo necesita, ni sacrificio por el pecado, porque el sacrificio tenía que ser hecho allí en el templo. Ahora, el Sacrificio está en el Cielo, pues Cristo está en el Cielo y Él es el Sacrificio por el pecado para la reconciliación del ser humano con Dios, y el Sumo Sacerdote que hace intercesión está en el Cielo y es Cristo, Él es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, del Orden Celestial del Templo Celestial. Y ahora, el Orden Sacerdotal cambió del terrenal al celestial, por lo tanto no necesitamos un sacerdote, sumo sacerdote terrenal, que haga un sacrificio de un macho cabrío de la expiación por el pecado, porque ya ese orden terminó y terminó ese sacrificio de un animalito; ya en el Templo Celestial el único Sacrificio es el Sacrificio de Cristo nuestro Salvador, y la única Sangre que limpia de todo pecado es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Y Él está como Sumo Sacerdote haciendo intercesión por todos los escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero que vienen a vivir a este planeta Tierra, cada uno en el tiempo que Dios le asignó. Usted y yo no escogimos el vivir en este tiempo, pero por la gracia de Dios nos tocó vivir en el tiempo mejor de todos los tiempos, aunque es el tiempo de más problemas, pero es el tiempo de más bendición también, y es el tiempo donde Él ha prometido abrir las Escrituras y abrirnos el libro del Apocalipsis, y así conocer todos estos misterios del Reino de Dios. Ahora, estamos en el Día aceptable delante de Dios, tipificado en el día de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año. Para el Templo Celestial desde que Cristo fue sacrificado en la Cruz del Calvario comenzó ese día en el Cielo, y se le otorga perdón de pecados y limpieza de todos los pecados con la Sangre de Cristo, a toda persona que recibe a Cristo como su Salvador, afligido en su alma por haber pecado contra Dios, pidiéndole perdón a Cristo, y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Cristo, nace a una nueva vida: a la Vida eterna, y entonces tiene la vida terrenal que es temporal, pero tiene la Vida eterna, aseguró la Vida eterna. Por lo tanto, esta terrenal se nos acaba porque es temporal, la vida en este cuerpo de carne se tiene que acabar en algún momento; pero tenemos la promesa que Él nos dará un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual a Su cuerpo glorificado, y esta bendición es para el Día del Señor. Vean, en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos.”* Es que todo nacido de nuevo ha nacido del Cielo porque el nuevo nacimiento es del Cielo, y tienen su ciudadanía celestial aunque también todavía tienen la terrenal, la terrenal por la parte del cuerpo físico que nació en esta Tierra: “*...de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”* En estos cuerpos mortales es que hemos estado pasando por un tiempo de humillación: “*Para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya*...” O sea, para que sea un cuerpo glorificado como Su cuerpo glorificado, esa es la promesa para todos los creyentes en Cristo que han aprovechado el Día de salvación, este Tiempo tipificado en el día de la expiación del día diez del mes séptimo de cada año de Levítico, capitulo 23, versos 26 en adelante. Así que estamos viviendo nosotros todavía en el Día aceptable delante del Señor. Todavía hay esperanza de Vida eterna para toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y recibe a Cristo como su Salvador. Pero vendrá el Día del Señor, en donde Cristo terminará Su Obra de Intercesión, resucitará los muertos creyentes en Él, y a nosotros si permanecemos vivos hasta ese momento nos transformará, y entonces todos tendremos cuerpos eternos y glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Pero para la humanidad el Día aceptable delante del Señor habrá terminado, ya Cristo estará como Juez de toda la Tierra para juzgar a todo ser humano, para juzgar las naciones también durante el tiempo de la gran tribulación, que son tres años y medio. Durante ese tiempo el juicio divino caerá sobre la raza humana, Dios juzgará y vengará la sangre de Sus siervos y de Sus santos, o sea, la sangre de los hebreos que ha sido derramada en tierra en todas las diferentes persecuciones por las cuales ellos han pasado, y también vengará la sangre de los miembros de la Iglesia de Jesucristo que han sido martirizados en diferentes tiempos, y Él vengará la sangre de los que moran en la Tierra. Por lo tanto, viene un día llamado el Día del Señor, al cual Juan el Apóstol fue transportado; de un momento a otro terminará Cristo de hacer intercesión en el Cielo por el último escogido, el cual recibirá a Cristo como su Salvador y entrará el Reino de Cristo. También puede ser que sea un bebé que nazca y lo presenten al Señor y entre al Pacto Eterno, al Nuevo Pacto. Por lo tanto, tenemos que estar preparados y estar esperando nuestra transformación, la cual está prometida por Cristo en Su Palabra. Por lo tanto, eso no fallará, muchas personas en diferentes tiempos han dicho: “Pero llevan años los creyentes en Cristo diciendo que viene el juicio divino sobre la Tierra y no ha venido.” Y gracias a Dios que no ha venido todavía. En vez de decir: “Gracias a Dios que no ha venido.” Dicen: “Es que eso no es cierto, que no va haber nada de eso.” ¿Saben por qué no ha venido todavía? Porque Cristo no puede juzgar a la humanidad hasta que haya entrado hasta el último escogido de Dios al Cuerpo Místico de Cristo, hasta que Cristo haya hecho intercesión con Su Sangre por el último escogido de Dios, no se puede levantar del Trono de Padre para tomar el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos y abrirlo en el Cielo y hacer Su Obra de Reclamo. Su Obra de Reclamo Él la hace no como Sumo Sacerdote sino como Juez de toda la Tierra, por lo tanto resucitará a los muertos creyentes en Él y luego nos transformará a nosotros, y ya Él estará como Juez, y luego juzgará todos los que no le han recibido como su Salvador. Esa es la razón por la cual todavía estamos en el Día aceptable delante del Señor, el Día de salvación. Pero luego vendrá el Día del juicio divino sobre la raza humana. Vean, en el Apocalipsis también, capítulo 14, dice... verso 6 al 7, dice: “*Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,* *diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”* También ahí nos muestra el Día de la ira de Dios que ha de venir sobre la humanidad, el Día o la Hora de Su juicio. Ahora, aquí en el capítulo 6 del Apocalipsis, versos 12 en adelante nos habla de ese tiempo, y dice, capítulo 6, verso 12 al 16, dice: “*Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;* *y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.* *Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.* *Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;* *y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero.* *porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”* Nadie podrá sostenerse en pie cuando llegue ese momento, por lo tanto es bien importante estar en pie delante del Hijo del Hombre dentro del Nuevo Pacto (cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto: la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador), para cuando llegue el momento en que Cristo termine Su labor de Intercesión en el Cielo, que será cuando entre al Cuerpo Místico de Cristo hasta el último escogido, entonces Cristo se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, que es el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo como Juez y Rey, y resucitará a los muertos creyentes en Él y a nosotros nos transformará. Por lo tanto, estemos preparados para ese momento que ha de llegar en el Día del Señor. “**EL DÍA DEL SEÑOR.”** Comienza con el lapso de tiempo en que Cristo se levanta del Trono de Padre, toma el Título de Propiedad, lo abre en el Cielo y haga Su Obra de Reclamo, resucite a los muertos en Cristo, a nosotros nos transforme y luego continúa ese Día del Señor, es el Día de la Venida del Señor. Y de ahí en adelante se seguirá en el Día del Señor; el glorioso Reino Milenial corresponde también al Día del Señor. Por lo tanto, no falta mucho tiempo para que termine el Día aceptable del Señor, donde Dios recibe a toda persona que recibe a Cristo como Salvador; ya pronto terminará esa etapa para comenzar el Día del Señor, y traer la bendición de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Pero para la humanidad luego vendrá el juicio divino correspondiente a la gran tribulación, en donde caerán las plagas divinas, que fueron tipificadas también en las plagas que cayeron sobre Egipto en el tiempo de Moisés cuando Dios fue a libertar al pueblo hebreo. Pero para los escogidos hay una bendición grande: la bendición de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, lo cual es para el Día del Señor. Ha sido para mí una privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: **“EL DÍA DEL SEÑOR.”** Si hay alguna persona que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, ha visto que toda persona necesita recibir a Cristo como su Salvador para poder obtener el privilegio, el derecho de vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Si hay alguna persona en esta noche que no ha recibido todavía a Cristo y quiere recibirlo, puede levantar su mano y yo estaré orando por usted en esta noche. Por *aquí* tenemos una mano levantada, ¿hay alguno más o alguna más? Por *acá* también vemos más manos levantadas, pueden pasar al frente para orar por ustedes en esta noche, para que Cristo les reciba, les perdone, con Su Sangre les limpie de todo pecado y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Lo más importante es la Vida eterna. No hay otra cosa más importante que la vida, pero la Vida eterna; la terrenal es temporal, la que Cristo nos da es eterna. Pueden continuar pasando. Mientras estamos vivos en estos cuerpos mortales, en esta vida temporal, hay que aprovechar el tiempo, la oportunidad para asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino eterno; para eso es que Él nos ha enviado a la Tierra: para que recibamos a Cristo como nuestro Salvador y así aseguremos nuestro futuro eterno en la Vida eterna con Cristo en Su Reino eterno. Porque, ¿de qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? De nada la habrá servido convertirse en una persona rica en esta Tierra y después perder su alma, no tener derecho a vivir eternamente. Por lo tanto, todo lo que obtuvo cuando muere se queda para otro, y no se puede llevar nada cuando muere; como le pasó al hombre rico que murió y fue al infierno, y allí no tenía ni para comprar un vaso de agua fresca, y pedía que el padre Abraham enviara desde el Paraíso a Lázaro (que estaba en el Paraíso) con su dedo mojado en agua para que lo colocara en su lengua. Vean, ese es el futuro de los ricos que no reciben a Cristo, pero el futuro de los ricos que reciben a Cristo es con Cristo en Su Reino. O sea, que no es malo ser rico, lo malo es no recibir a Cristo como su Salvador; ya sea rico o pobre si no lo recibe, van para el mismo sitio. Pero el que lo recibe sea pobre o rico, va con Cristo a Su Reino para vivir por toda la eternidad. Ya vamos a orar, pueden acercarse más *acá* por favor para que estén más cómodos todos. Vean que toda persona tiene la misma oportunidad, el mismo privilegio, el mismo derecho: pobres, ricos, grandes, pequeños, hombres o mujeres, jovencitos también, de doce años en adelante pueden recibir a Cristo y pasar al frente. Vamos a inclinar nuestros rostros, vamos a orar; y repitan conmigo esta oración los que han pasado: ***Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador, y reconozco que no tengo Vida eterna, lo que tengo es una vida temporal.*** ***Señor Jesucristo, Te ruego me perdones y me limpies con Tu Sangre de todo pecado. Señor Jesucristo, salva mi alma, Señor Jesucristo bautízame con Espíritu Santo y Fuego, deseo que produzcas en mi el nuevo nacimiento, deseo nacer en Tu Reino a la Vida eterna.*** ***En Tus manos me encomiendo, públicamente doy testimonio de mi fe en Ti, testifico que Te recibo como mi Salvador, Te he recibido como mi Salvador, salva mi alma por favor, quiero vivir eternamente contigo en Tu Reino. Te lo ruego en Tu Nombre Señor Jesucristo. Amén.*** Repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** La Sangre del Señor Jesucristo les ha limpiado de todo pecado, Cristo les ha perdonado y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Luego les falta lo que Cristo mismo dijo, Él dijo: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Ustedes me dirán: “Pues ya he creído.” Ahora les falta ser bautizados en agua en Su Nombre para completar el mandato de Jesucristo nuestro Salvador, y deben ser bautizados en agua lo más pronto posible. No sé si tengan bautisterio aquí. ¿Agua y ropas bautismales? Si la tienen esta misma noche pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo en obediencia al mandato divino. Él es el que ordena y nosotros los que obedecemos para vivir con Él por toda la eternidad. Vamos a inclinar nuestros rostros: ***Señor Jesucristo, Dios Eterno, Padre Celestial, vengo a Ti trayendo estas personas que han recibido a Jesucristo Tu Hijo amado como su Salvador, Te ruego les recibas en Tu Reino, les bendigas, les acompañes todos los días de sus vidas, les cuides y les guíes en Tu camino todos los días de su vida.*** ***Y a sus familiares Te ruego también los traigas a Tu camino, a los pies de Cristo para que también estén en la eternidad viviendo junto a ellos. Padre, en el Nombre de Tu Hijo amado: Señor Jesucristo Te lo Ruego, para quien sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén y amén.*** Que Dios les continúe bendiciendo a todos, ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche. Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Y si no nos volvemos a ver en estos cuerpos terrenales, pues nos veremos en el nuevo cuerpo, vamos a estar viéndonos por toda la eternidad. Esta noche ha sido la decisión más importante de vuestra vida: recibir a Cristo como vuestro Salvador; esa es la decisión más grande que hace un ser humano: recibir a Cristo como su Salvador. Dejo nuevamente al Rvdo. Camilo Montoya para continuar. Que Dios les bendiga a todos, y pasen muy buenas noches. “**EL DÍA DEL SEÑOR.”**