--- title: 'El Alimento del Alma' date: 2003-11-21 activity: 1 place: San Juan de Miraflores city: Lima state: Lima country: PE duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en Lima, Perú; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también los niños reciban saludos de América y Yahannah Gabriela. Para esta noche tomamos el libro del Apocalipsis y leemos en el capítulo 2, verso 17, donde nos dice Cristo: “*El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“EL ALIMENTO DEL ALMA.” “EL ALIMENTO DEL ALMA.”** Ese es nuestro tema para esta ocasión. Así como el ser humano siente hambre en su cuerpo físico y necesita comer físicamente, nuestra alma también siente hambre y sed, y necesita comer y beber. El salmista decía: “Mi alma tiene sed de ti,” de Dios, del Dios Vivo. ¿Ven? Porque así como nuestro físico siente hambre y sed, nuestra alma también. Para saciar el hambre y la sed de nuestro cuerpo físico, todos nosotros sabemos qué hacer: comprar alimento físico y prepararlo en la cocina, o lo compramos ya hecho, comemos y saciamos el hambre... el hambre de nuestro cuerpo físico, y tomamos agua o jugo, cualquier líquido y saciamos nuestra sed. Pero ahora, **¿cómo vamos a saciar nuestra alma? ¿Cómo vamos a saciar el hambre y la sed de nuestra alma?** Pues somos alma viviente. Lo más importante que usted y yo tenemos es nuestra alma. Por lo tanto es lo más que usted y yo tenemos que cuidar. Cristo dijo: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno según sus obras (conforme a sus obras).” Ahora, hemos visto que lo más importante del ser humano es su alma, y tenemos que conseguir el alimento y el agua para nuestra alma. El ser humano es alma viviente, y tiene un cuerpo espiritual que se llama el espíritu de la persona, y tiene un cuerpo físico que es este cuerpo de carne que nosotros tenemos. Ahora, necesitamos alimentar nuestra alma; y nosotros estamos viviendo en un tiempo en la actualidad en donde la profecía está cumpliéndose en cuanto a la escasez de ese Alimento para el alma. Dios por medio del Profeta Amós en el capítulo 8, verso 11, dijo: “*He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.”* Y ahora, el Alimento para el alma es la Palabra de Dios, la Palabra de Dios revelada para el tiempo en que la persona está viviendo. Y ahora, por cuanto Dios dijo que habrá escasez sobre la Tierra, habrá hambre entonces sobre la Tierra. Estamos viviendo un tiempo como el tiempo del Profeta Elías Tisbita allá en la tierra de Israel, en donde el juicio divino por causa del pecado del pueblo hebreo, vino sobre el pueblo hebreo y Dios le reveló al pueblo hebreo a través del Profeta Elías que no iba a venir lluvia sobre la Tierra ni aun rocío, sino por la Palabra del Profeta Elías; porque la Palabra del Profeta Elías era la Palabra de Dios para el pueblo; porque Dios coloca Su Palabra ¿dónde? En la boca de Sus Profetas. Por lo tanto, la Palabra de bendición para el pueblo ¿estaba dónde? En la boca del Profeta Elías. Vean en Deuteronomio, capítulo 18, versos 15 al 19 dice Dios al Profeta y por medio del Profeta Moisés al pueblo hebreo: “*Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis.”* **¿A quién dice el Profeta Elías que el pueblo está llamado a escuchar?** Al Profeta que Dios promete enviar; cuando lo envía, ahí está la Palabra de Dios para el alma de los seres humanos para ser alimentados. Cualquier persona que no escucha lo que ese Profeta habla, pues no está tomando el Alimento Espiritual para su alma. “*...conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.* *Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.* *Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca.”* **¿Dónde Dios coloca Su Palabra?** En la boca del Profeta que Él envía, y esa Palabra es el Alimento Espiritual para el alma de toda persona, que vive en ese tiempo en que Dios envía ese Profeta. Sin Profeta el pueblo perece, ¿por qué? Porque no hay Alimento Espiritual para el alma de las personas, y mueren de hambre y sed espiritual. “*...y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.”* **¿Qué es lo que habla un Profeta enviado de Dios?** Todo lo que Dios le manda a hablar, lo cual Dios lo pone en la boca de ese Profeta y en el corazón de ese Profeta. Y cuando ese Profeta habla esa Palabra de Dios, es Dios hablando a través de un hombre, es Dios por medio de Su Espíritu Santo en un hombre, hablándole al pueblo y dándole el Alimento Espiritual para el alma de las personas. “*Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.”* Por lo tanto toda persona está responsabilizada a escuchar la Voz de Dios por medio del Profeta que Dios envía, de otra forma la persona muere de hambre y sed espiritual *acá* en el alma. En Deuteronomio, capítulo 8 también nos habla de la Palabra como el Alimento, y dice capítulo 8 de Deuteronomio, verso 1 en adelante: “*Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres.* *Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.* *Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.”* Y todo lo que sale de la boca de Jehová es Su Palabra. Por lo tanto, el ser humano no vivirá solo de pan sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios. Por eso Cristo citó esta Palabra que Dios había hablado por medio del Profeta Moisés, cuando Cristo fue tentado por el diablo en el desierto. Dice la Escritura en el capítulo 4 de San Mateo, verso 1 en adelante, verso 1 al 4: “*Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.* *Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre.* *Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan.* *El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”* Y ahora, el ser humano para tener vida en su alma, lo cual es Vida eterna, necesita comer el Alimento Espiritual para el alma, que es la Palabra de Dios prometida para el tiempo en que la persona está viviendo. Y Cristo en una ocasión también hablándonos del Alimento para el alma del ser humano en el capítulo 6 de San Juan, versos 31 en adelante, dicen los judíos a Jesús. “*Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.* *Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo.* *Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo.”* O sea, da Vida eterna, así como el pan físico al los seres humanos comer el alimento físico, pues viven; si dejan de comer se mueren. Y ahora, para que el ser humano pueda vivir eternamente en el Reino de Dios, tiene que comer el Alimento Espiritual de la Palabra de Dios, la Palabra de Cristo, porque la Palabra es Cristo en forma de Palabra, porque Él es el Verbo, la Palabra que era con Dios y era Dios, y por medio del cual Dios creó todas las cosas. “*Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.* *Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.”* Y ahora vimos en Amós, capítulo 8, verso 11, que Dios enviaría hambre y sed sobre la Tierra; no hambre y sed de pan y agua, sino de oír la Palabra de Dios. Y ahora, Cristo es el Verbo, la Palabra y por eso Él dice: “*Yo Soy el pan de vida* (y dice)*; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.”* (Nota - San Juan 6:35) ¿Por qué? Porque está comiendo el pan de Vida eterna y está tomando del Agua de la Vida eterna; por lo tanto, la persona cree en el Evangelio de Cristo, recibe a Cristo como su Salvador y pide perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdona, Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, es bautizada la persona en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona así ha comido del pan de Vida eterna, que es Cristo, ha comido la Palabra, el Evangelio de Cristo, el Evangelio en donde se presenta Cristo en Su Primera Venida como el Cordero de Dios que ha quitado el pecado del mundo, y recibe a Cristo como nuestro Salvador. Y al recibir el Espíritu Santo, se recibe el Agua del Espíritu Santo, pues Cristo en una ocasión hablándonos del Espíritu Santo en el capítulo 4, dijo a la mujer samaritana algo muy importante, lo cual no podemos dejar pasar por alto. En el capítulo 4, verso 10 dice Jesús: “*Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.* *La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?* *¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?* *Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;* *mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.”* ¿Ven? Es el Agua que salta para Vida eterna la que Cristo le da a todos los que creen en Él. Y vamos a ver más claramente esta agua de Vida eterna. En el capítulo 7 de San Juan, verso 37 al 39, dice Cristo: “*En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.* *El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.* *Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”* Y ahora, el Agua de Vida eterna, el Agua que salta para Vida eterna que Cristo ofrece al ser humano, es el Agua de la Vida eterna, del Espíritu Santo que reciben aquellos que reciben a Cristo como su Salvador, y arrepentidos de sus pecados le piden perdón a Cristo por sus pecados, Cristo los perdona y Cristo con Su Sangre los limpia de todo pecado, y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego. Y así las personas han comido y han bebido de Cristo, han comido el pan de Vida eterna, o sea, que han escuchado la predicación del Evangelio de Cristo y han recibido a Cristo como su Salvador, y han sido limpiados con la Sangre de Cristo, y Cristo los... y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y así han tomado del Agua de la Vida eterna y han obtenido salvación y Vida eterna, y por consiguiente han nacido en el Reino de Dios. Cristo dijo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan: “*De cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”* Y Nicodemo siendo un gran maestro teológico o de teología en medio del pueblo hebreo, se sorprende de lo que Cristo le dice, “Nicodemo le dijo...” capítulo 3 de San Juan, verso 3 en adelante, dice: “*Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios* (o sea, no lo puede entender)*.* *Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?* *Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.* *Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.* *No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”* Por lo tanto, no se maravillen de las palabras de Jesús cuando dijo: “Os es necesario nacer de nuevo.” Más bien digan a Jesucristo: “Señor Jesucristo, yo quiero nacer de nuevo, quiero nacer del Agua y del Espíritu, quiero entrar a Tu Reino, el Reino eterno de Dios, y quiero vivir contigo por toda la eternidad. ¿Qué debo hacer, cómo puedo nacer de nuevo, cómo puedo nacer del Agua y del Espíritu?” Puede nacer del Agua y del Espíritu escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, recibiendo a Cristo como su Salvador, siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo le bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así obtendrá el nuevo nacimiento, y así habrá nacido de nuevo, habrá nacido en el Reino de Cristo, habrá nacido a una nueva vida, a la Vida eterna. Porque cuando nuestros padres terrenales nos han traído, nos trajeron aquí a la Tierra en estos cuerpos mortales, recibimos una vida, nacimos a la vida, pero no a la Vida eterna sino a una vida temporal que a la mayor parte de las personas se les acaba antes que los cien años, es una vida muy corta. Pero estando nosotros en estos cuerpos mortales y en esta vida terrenal temporal, nos da la oportunidad Dios, de que nosotros recibamos a Cristo como nuestro Salvador para obtener el nacimiento a y en la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, la única oportunidad que el ser humano tiene para nacer de nuevo, nacer a una nueva vida, es mientras vive en el cuerpo terrenal que Dios nos permite tener en esta Tierra. Por lo tanto, nuestra vida terrenal tiene un propósito, es que nosotros aprovechemos la oportunidad que tenemos en estos cuerpos mortales, para recibir a Cristo como nuestro Salvador y confirmar nuestro lugar en la Vida eterna. El que no nazca de nuevo del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios, y por consiguiente perdió la oportunidad de vivir eternamente. **¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?** De nada le habrá servido haber vivido en esta Tierra en un cuerpo físico de carne, porque no pudo comprender la persona que vivir en esta Tierra es un privilegio, oportunidad y bendición que Dios nos da para que tengamos la oportunidad de recibir a Cristo como nuestro Salvador y nacer de nuevo, y vivir eternamente con Cristo en Su Reino. La oportunidad para vivir eternamente la tenemos cuando estamos en estos cuerpos, ahí es donde tenemos la oportunidad para obtener el nuevo nacimiento, para obtener el nacimiento en la Vida eterna. Por eso Cristo cuando estuvo predicando, después que hubo resucitado, enseñó a Sus discípulos lo siguiente, o sea, les dio este mandato, en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16, les dice: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Tan simple como eso, es un asunto de escuchar la predicación del Evangelio de Cristo y creer y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtenemos la salvación de nuestra alma. Pero el que escucha y no cree ya es condenado, porque no ha creído en el Nombre del Unigénito Hijo de Dios, y por cuanto no ha creído, pues pierde la oportunidad de la Vida eterna. Vean, en San Juan, capítulo 3, verso 16 en adelante, dice: “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.* *Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.* *El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”* Tan simple como eso. Por lo tanto las palabras de Cristo es: “*Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Esa es la verdad de Cristo; por lo tanto, toda persona tiene que enfrentarse a esta verdad divina y decir, hablar positivamente, porque la fe viene por el oír, por el oír la Palabra de Dios, el Evangelio de Cristo, y decir: “Yo creo con toda mi alma en Jesucristo, creo que Jesucristo es el Hijo de Dios que ha venido al mundo y ha muerto en la Cruz del Calvario por mí, para así perdonar mis pecados con Su Sangre y limpiarme de todo pecado; por lo tanto, yo lo creo con toda mi alma y lo confieso con mi boca, porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se hace confesión para salvación; por lo tanto yo me levanto y confieso a Jesucristo como mi Salvador, lo recibo como mi Salvador.” Pedro dijo en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Por eso es que llamamos a Jesús SEÑOR JESUCRISTO, porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo por cuanto en Jesús moró la plenitud de la Divinidad, o sea: Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo estaba en Jesucristo, morando la plenitud de la Deidad, de la Divinidad en Jesucristo nuestro Salvador. Por eso también San Pedro, en el capítulo 4, verso 12 del libro de los Hechos predicando, hablándole a los sacerdotes, al concilio del sanedrín y a los sumos sacerdotes que allí estaban, dice hablando acerca de Cristo, capítulo 4, verso 11 al 12: “*Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.* *Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”* No hay otro nombre en que podamos ser salvos, por lo tanto reconocemos que solamente hay un Nombre, y ese Nombre es “Señor Jesucristo.” Por eso recibimos a Cristo como nuestro Salvador, porque no hay otro nombre en que podamos ser salvos. Luego continuamos aquí en el mismo capítulo 2, verso 37 en adelante: “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Como tres mil personas creyeron la predicación del Evangelio de Cristo que Pedro trajo en ese día, creyeron y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y obtuvieron el nuevo nacimiento, y así entraron al Reino de Dios, que es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, y así vinieron a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual había nacido allí el Día de Pentecostés, cuando vino el Espíritu Santo sobre ciento veinte creyentes en Cristo que estaban esperando la Venida del Espíritu Santo, y allí obtuvieron el nuevo nacimiento. Cuando se recibe el Espíritu Santo, la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu. Por lo tanto, toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador tiene Vida eterna, ha nacido en el Reino de Cristo a la Vida eterna. El Apóstol Juan en su primera carta nos habla de esto, y nos dice en su primera carta, Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante (al 13), dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* Por eso es que necesitamos recibir a Jesucristo, el Hijo de Dios, porque la Vida eterna está en Jesucristo. “*El que tiene al Hijo, tiene la vida* (o sea, el que tiene a Jesucristo, el Hijo de Dios, porque lo ha recibido como su Salvador)*, tiene la vida* (la Vida eterna)*; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”* O sea, no tiene la Vida eterna; aunque la persona tenga vida física, esa vida física es mortal, es temporal. Por lo tanto, no tiene Vida eterna, que es la más importante. “*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna. Hemos comido el Alimento del alma: Cristo, la Palabra, lo hemos recibido como nuestro Salvador, hemos pedido perdón a Cristo por nuestros pecados, Cristo nos ha perdonado y con Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado, y hemos sido bautizados en agua en Su Nombre y Él nos ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha producido en nosotros el nuevo nacimiento, hemos nacido en el Reino de Cristo, hemos nacido en este glorioso Reino que es eterno, y por consiguiente hemos nacido a la Vida eterna y en la Vida eterna. **¿Cuántos ya han recibido a Cristo como su Salvador?** Pues la buena noticia es que tenemos Vida eterna, hemos entrado al Reino eterno de nuestro amado Señor Jesucristo. “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” **¿Cuántos han creído y han sido bautizados?** Pues hemos recibido la salvación de nuestra alma, hemos comido y continuamos comiendo el Alimento para el alma. Pero toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador no tiene Vida eterna, y no está alimentando su alma con el Alimento que es para el alma: la Palabra de Dios, la Palabra de Cristo, y por consiguiente no ha recibido a Cristo como su Salvador. Pero en esta noche puede comer el Alimento para el alma creyendo en Cristo con toda su alma y recibiéndolo como su Salvador, Cristo perdonará sus pecados y Cristo con Su Sangre lo limpiará de todo pecado, y podrá ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así obtendrá el nuevo nacimiento, nacerá del Agua y del Espíritu y así entrará al Reino de Dios que es eterno, y así obtendrá la salvación y Vida eterna. Por lo tanto, en esta noche toda persona que desea vivir eternamente y que todavía no ha recibido a Cristo como su Salvador, lo puede hacer levantando su mano y yo estaré orando por usted en esta noche. Toda persona que desea vivir eternamente con Cristo, que desea comer el Alimento para el alma. Veo manos levantadas, veo manos levantadas en *esta* sección, en *esta* también, en *esta* otra sección también veo manos levantadas. Pueden pasar *acá* al frente y estaré orando por ustedes para que Cristo les reciba, les perdone sus pecados, y Cristo les limpie con Su Sangre de todo pecado y puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Cristo les bautizará con Espíritu Santo y Fuego y así obtendrán el nuevo nacimiento, nacerán en el Reino de Cristo en y a la Vida eterna, y así habrán asegurado su futuro eterno con Cristo en Su Reino. Lo más importante es la Vida eterna para todo ser humano, y la Vida eterna está en Jesucristo. El que tiene a Jesucristo, el Hijo de Dios, tiene la Vida eterna, el que no tiene a Cristo, no tiene la Vida eterna; por lo tanto todo ser humano necesita a Cristo, todos necesitamos a Jesucristo para que nos dé Vida eterna, esta Vida eterna está en Jesucristo. Todavía continúan pasando más personas que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, personas que en esta noche han recibido el Alimento para el alma: la Palabra, y han alimentado su alma y han sido fortalecidos para recibir a Cristo como su Salvador personal. Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, Yo le confesaré delante de mi Padre.” Por lo tanto, todos queremos que Cristo diga al Padre Celestial: “Padre, estas personas me han creído, han creído que Yo Soy Tu Hijo y me han recibido como su Salvador, yo he perdonado sus pecados y Yo con mi Sangre les he limpiado de todo pecado. Padre, recíbeles en Tu Reino, Padre llénalos del Espíritu Santo y que entren a Tu Reino.” Y el Padre dice: “Que entren a mi Reino eterno todos estos que han creído en mi Hijo Jesucristo.” Por lo tanto, en el Cielo están sucediendo cosas muy importantes en estos momentos. Cristo dijo: “Cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo.” ¿Ven? ¿Qué es lo que está sucediendo en el Cielo en estos momentos? Un gran gozo porque ustedes han pasado *acá* al frente para recibir a Cristo como vuestro Salvador. Y si por uno que se arrepiente y recibe a Cristo como su Salvador hay gozo en el Cielo, ¿cuánto más por todos ustedes que están aquí presentes? Por lo tanto, el gozo es muy grande en el Cielo en esta noche. ¿Y dónde más? *Acá* en nuestras almas, *acá* en el alma de ustedes y en el ama mía, en el alma de todos los que estamos aquí presentes, hay gozo en el Cielo y hay gozo entre nosotros también, *acá* en lo profundo de nuestra alma. Todavía estamos esperando los que faltan por llegar porque Dios tiene mucho pueblo aquí en la Ciudad de Lima, Perú, Dios tiene mucho pueblo en la República del Perú, Dios tiene muchos hijos e hijas en esta República del Perú, muchos hijos e hijas que recibirán Vida eterna a través de Jesucristo nuestro Salvador. Todavía continúan pasando más personas, ¿por qué? Porque Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad, como le dijo a San Pablo en una ocasión: “Habla, predica, no tengas miedo, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad.” Y Dios tiene mucho pueblo en esta ciudad también. Todavía continúan pasando más personas... estamos esperando que pasen ya las últimas personas para orar. Vamos a dar unos segundos y oraremos por los que estarán aquí presentes. “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de mi Padre.” Y eso es lo que queremos: que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial y diga: “Esta persona ha creído en mí, me ha recibido como su Salvador.” Por lo tanto, Cristo así hace por cuanto nosotros lo confesamos públicamente, es una confesión pública de nuestra fe en Cristo la que hacemos cuando pasamos al frente y recibimos a Cristo como nuestro Salvador, y es una confesión pública del Cielo a Dios delante de todos los Ángeles la que Cristo hace de nosotros: nos confiesa como hijos e hijas de Dios. Todavía continúan pasando más personas, por lo cual todavía estaremos dando unos segundos más en lo que pasan los que faltan todavía, para luego orar por todos los que están aquí. Todavía veo pasar, viniendo más personas, por eso estamos esperando unos momentitos, porque así como ustedes desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, hay más personas que también desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y están viniendo para recibir a Cristo como su Salvador. Unos segunditos más y ya estaremos orando por todos los que han pasado. Siempre hay una lucha en el alma, en el corazón de la persona cuando llega el momento de recibir a Cristo como su Salvador, para unos es cosa de unos segundos, porque la persona dice: “Yo he escuchado la Palabra y creo con toda mi alma y recibo a Cristo como mi Salvador.” Y se levanta y pasa al frente. Pero para otros, la lucha es un poquito más larga, pero la persona tiene que decir: “Yo quiero vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino, por lo tanto yo me levanto y paso al frente para recibir a Cristo públicamente como mi Salvador.” Es un asunto de Vida eterna, es un asunto de asegurar nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino eterno. Todavía vienen más personas porque todos deseamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Estamos conscientes de que existimos, que somos seres humanos y que tenemos alma, y que si en estos cuerpos físicos es tan bueno vivir aun con todos los problemas que tenemos, ¿cómo será en un cuerpo eterno que Cristo ha prometido para los creyentes en Él? Por lo tanto, queremos vivir eternamente, no deseamos dejar de existir, queremos continuar viviendo y vivir en un cuerpo mejor con una Vida eterna y con una juventud eterna, en ese cuerpo eterno estaremos representando eternamente de 18 a 21 años de edad. Y ustedes me dirán: “Pues esa es la clase de cuerpo que yo he deseado tener.” Pues esa es la clase de cuerpo que Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él, es un cuerpo con Vida eterna, es un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado que Cristo tiene para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Todavía estamos dando unos segundos en lo que vienen los últimos que faltan por pasar en esta noche y estaremos ya orando por todos en esta noche. Todos queremos vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino, y en esta noche ustedes han hecho la decisión más importante de sus vidas, la decisión que los coloca en la Vida eterna y los coloca en el Reino eterno de Jesucristo nuestro Salvador, la decisión que coloca en vuestras almas la esperanza de vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino. Veo todavía personas que vienen pasando, es que Dios tiene mucho pueblo en esta Ciudad de Lima y ciudades cercanas. Si falta alguna otra persona (ya vamos a orar) puede pasar inmediatamente y ya estaremos orando, veo que vienen personas por *este* lado. Así como en la ocasión en que Pedro predicó el primer mensaje el Día de Pentecostés, como tres mil personas vinieron a Cristo, así en esta noche ustedes han venido a Cristo para recibirlo como vuestro Salvador. Vamos ya a estar orando por todas las personas que han pasado. Inclinemos nuestros rostros y vamos a orar, y repitan conmigo por favor lo que estaré diciendo a Cristo, pueden inclinar vuestros rostros. ***Señor Jesucristo, en esta noche yo he creído la predicación de Tu Evangelio, yo he creído que Tú has venido al mundo y has muerto en la Cruz del Calvario llevando mis pecados para poder salvar mi alma, para darme Vida eterna.*** ***Reconozco que Tu Sangre es la única que limpia de todo pecado al ser humano, por lo tanto en esta noche Señor Jesucristo, yo Te recibo públicamente como mi Salvador.*** ***Señor Jesucristo, salva mi alma, perdona mis pecados, pues reconozco que soy pecador, límpiame con Tu Sangre de todo pecado, y Señor Jesucristo, bautízame con Espíritu Santo y Fuego, luego que yo sea bautizado en agua en el Nombre Tuyo Señor Jesucristo, y Señor Jesucristo, Te ruego produzcas en mí el nuevo nacimiento, quiero nacer en Tu Reino a la Vida eterna para vivir contigo por toda la eternidad, en Tus manos encomiendo mi alma, Señor Jesucristo salva mi alma. Te lo ruego en Tu Nombre Señor Jesucristo.*** Y ahora, repitan conmigo: **La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** Cristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Inclinemos nuestros rostros y oraré por ustedes a nuestro Padre Celestial. ***Padre nuestro que estás en el Cielo, bendito Tu Nombre, Santificado sea Tu Nombre, venga Tu Reino, hagase Tu voluntad como en el Cielo aquí en la Tierra, el pan nuestro espiritual y físico dánoslo hoy en tiempo presente, y Señor Jesucristo, Dios Eterno, perdona nuestros pecados.*** ***Señor, Dios Eterno, Padre Celestial, ante Ti traigo todas estas personas que han recibido a Jesucristo Tu Hijo amado como su Salvador, Te ruego les recibas en Tu Reino eterno, y Te ruego les bautices con Espíritu Santo y Fuego cuando ellos sean bautizados en agua en Su Nombre, y Te ruego produzcas en ellos el nuevo nacimiento y entren así a Tu Reino, nazcan en Tu Reino eterno y glorioso.*** ***Padre Celestial, Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo y encomiendo a todas estas personas en Tus manos, guía sus vidas todos los días que les faltan por vivir en estos cuerpos mortales.*** ***Y a sus familiares traelos a los pies de Jesucristo para que también reciban salvación y Vida eterna, y vivan eternamente junto a ellos en Tu Reino eterno. Padre Celestial Te lo ruego todo en el Nombre de Tu Hijo amado, Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo.” Ya ustedes han creído con toda vuestra alma, han recibido a Cristo públicamente como vuestro Salvador, por lo tanto han dado testimonio de vuestra fe en Cristo, un testimonio público delante de todos estos testigos que están presentes. Y ustedes me dirán: “Pero todavía me falta una cosa: ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. ¿Cuándo me pueden bautizar? Quiero cumplir completamente el mandato de Jesucristo nuestro Salvador porque Él dijo: ‘El que creyere y fuere bautizado será salvo.’ Y yo quiero vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino.” Por cuanto vosotros habéis creído con toda vuestra alma en Jesucristo y le habéis recibido como vuestro Salvador, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche si hay agua, si hay bautisterios aquí y sí hay ropas bautismales. Vamos a pedirle aquí al ministro que se acerque para hacerle algunas preguntas. ¿Hay agua y bautisterios aquí? Hay agua en los bautisterios. ¿Hay ropas bautismales también? Hay ropas bautismales también. ¿Y hay lugar dónde cambiarse de ropa? Hay también lugar donde cambiarse de ropa. Por lo tanto, voy a dejar el ministro aquí para que él les indique hacia qué lado pueden ir las damas para cambiarse de ropa y ser bautizadas, y los caballeros hacia qué lado pueden ir para cambiarse de ropa y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de nuestro tema: **“EL ALIMENTO DEL ALMA.”** Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y guíe vuestras vidas todos los días de vuestra vida terrenal, y llame también a sus familiares y los coloque Cristo en Su Reino también, para que vivan con ustedes en el Reino de Cristo por toda la eternidad. Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dejo con nosotros al ministro, el Rvdo. Bartolo Hurtado Toribio. Que Dios les bendiga a todos. “**EL ALIMENTO DEL ALMA.”**