--- title: 'Cristo sobre todas las cosas' date: 2003-10-15 activity: 1 place: city: Presidente Prudente state: São Paulo country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. En este recorrido me acompaña mi esposa Erica, la cual estará en San Pablo el próximo sábado y el próximo domingo en las actividades, allí saludará a todos los que estén presentes en esas actividades. También los niños reciban un saludo de mis niñas América y Yahannah Gabriela, y también todas las personas reciban un saludo de mi esposa Erica, y también de todos los hermanos en Puerto Rico. Para esta noche leemos en la carta de San Pablo a los Efesios, en el capítulo 1, verso 17 al 23, donde dice San Pablo: “*Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,* *alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,* *y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza,* *la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,* *sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero;* *y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,* *la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.”* Nuestro tema es: **“CRISTO SOBRE TODAS LAS COSAS.”** Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y nos permita entenderla. “**CRISTO SOBRE TODAS LAS COSAS.”** “CRISTO SOBRE TODAS LAS COSAS.” ¿Quién es Jesucristo entonces para estar sobre todas las cosas, no solamente las cosas terrenales, sino las cosas celestiales también? Dice que fue colocado sobre todas las cosas, sobre todo principado, sobre toda autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo sino también en el venidero. Cristo es el que está sobre todas las cosas, y Su Nombre sobre todo nombre, porque Dios le dio un Nombre que es sobre todo nombre, para que en el Nombre de Jesús se doble toda rodilla. Por lo tanto, no hay nadie más grande que Jesucristo. ¿Y qué de Dios? Dios está en Jesucristo, por eso Jesucristo es el más grande de todos, por eso a través de Jesucristo es que Dios obró, Dios obra y Dios obrará eternamente, porque en Jesucristo Dios está en toda Su plenitud. Veamos lo que nos dice San Pablo en Colosenses, capítulo 1, verso 15 en adelante: “*El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”* Cristo es la imagen del Dios invisible. ¿Y qué es la imagen del Dios invisible? La imagen del Dios invisible es Cristo en Su cuerpo angelical, llamado en el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová, el cual fue visto por los diferentes hombres de Dios como Adán, como Abel, como Set, como Enoc, como Noé, como Abraham, como Isaac, como Jacob. El Ángel con el cual luchó Jacob y no lo soltó hasta que ese Ángel lo bendijo, ése es Cristo en Su cuerpo angelical, el Ángel de Jehová, el Ángel que libertó a Jacob de todo mal, el Ángel que acompañó a Jacob. Ese mismo Ángel es el que le había aparecido a Abraham como Melquisedec, y le dio pan y vino a Abraham y Abraham pagó a Melquisedec los diezmos de todo. Encontramos que ese Melquisedec es Cristo en Su cuerpo angelical, Él es el Rey de Salem (o sea, de Jerusalén) y Rey de Paz y Rey de Justicia y Sacerdote del Dios Altísimo, el Sumo Sacerdote del Templo Celestial. Por eso Él vino a la Tierra en carne humana para morir en la Cruz del Calvario, y así luego resucitar y presentarse ante Dios con la Sangre de la expiación, la Sangre del Nuevo Pacto, para que toda persona tenga la oportunidad de recibir el perdón de sus pecados y ser lavado con la Sangre de Jesucristo, y así luego ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo bautizarlo con Espíritu Santo y Fuego y producir en la persona el nuevo nacimiento, para que así la persona nazca del Agua y del Espíritu, creyendo en la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario por nosotros, y reciba el Espíritu Santo y así obtenga el nuevo nacimiento, entre, nazca en el Reino de Jesucristo. Porque el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios, no puede entrar al Reino de Jesucristo. Pero todo el que nace del Agua y del Espíritu ha entrado al Reino de Dios, al Reino de Jesucristo, y forma parte de ese glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Cristo nos ha hecho Reyes y Sacerdotes en Su Reino, aunque no tengamos una posición importante en este planeta Tierra, todo creyente en Cristo nacido de nuevo del Agua y del Espíritu tiene una posición muy importante en el Reino de Jesucristo. Cristo con Su Sangre nos ha redimido y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos con Cristo literalmente por el Milenio y por toda la eternidad, y así tendremos la posición más importante que un ser humano puede alcanzar en el Reino de Jesucristo. Por lo tanto, lo más importante no es la posición importante que usted tenga en esta Tierra, sino lo que usted sea en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, que es un Reino eterno; por lo tanto lo que usted sea en el Reino de Jesucristo, lo será para toda la eternidad. Por eso es tan importante saber quién es Jesucristo: Él es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en el cual estaba, está y estará el Nombre de Dios. Por eso Cristo dijo: “Yo he venido en el Nombre de mi Padre.” ¿Pero qué pasó con el pueblo hebreo? No lo recibió, no recibió a Cristo. Ahora, veamos este Ángel de Jehová, el cual le apareció al Profeta Moisés y al cual el Profeta Moisés le preguntó por Su Nombre. En el capítulo 3, verso 13 al 14 del libro del Éxodo, dice: “*Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?* *Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros.”* Cuando vamos a los originales: “YO SOY,” son cuatro letras, cuatro consonantes, las cuales son: Y H W H, ahora, ese es el Nombre con el cual se identificó Dios manifestado en Su Ángel, el Ángel de Jehová, por eso encontramos al Ángel de Jehová hablándole a Moisés en primera persona, y le dice: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,” era Dios en Su Ángel, el Ángel de Jehová, y el Ángel de Jehová es Cristo en Su cuerpo angelical. El cuerpo angelical de Cristo es de otra dimensión, es un cuerpo como el de los Ángeles, por eso es llamado el Ángel de Jehová, esa es la clase de cuerpo espiritual que reciben todos los creyentes en Cristo que obtienen el nuevo nacimiento y nacen espiritualmente en el Reino de Cristo, y obtienen un cuerpo angelical igual al cuerpo angelical de Jesucristo nuestro Salvador, y luego obtendrán más adelante un cuerpo físico, eterno, inmortal y joven y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Cuando Cristo haya completado Su Iglesia, entonces se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a nosotros si permanecemos vivos nos transformará, y entonces todos tendremos un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, un cuerpo eterno. Hay tres clases de cuerpos: **cuerpo espiritual**, cuerpo angelical; y **cuerpo de carne**, el cual tenemos; y **cuerpo glorificado**, el cual tiene Jesucristo, y esa es la clase de cuerpo físico que Él nos va a dar, un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado para vivir con Él en Su Reino por toda la eternidad como Reyes y Sacerdotes en ese Reino glorioso. Ese Reino será establecido literalmente en este planeta Tierra, y Cristo se sentará sobre el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y nosotros reinaremos con Él como Reyes y Sacerdotes en Su glorioso Reino. Ahora, veamos al Ángel de Jehová en el libro del Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23, dice Dios: “*He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.* *Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”* ¿Dónde está el Nombre de Dios? En Su Ángel, el Ángel de Jehová: “*Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.* *Porque mi Angel irá delante de ti.”* Y ahora, el Ángel de Jehová es el Ángel más importante de todos, porque ese Ángel es nada menos que Cristo, el Ángel del Pacto en Su cuerpo angelical. Ahora, veamos lo importante que es este Ángel; en Malaquías, capítulo 3 nos habla del Ángel del Pacto, que es el Ángel de Jehová, donde está el Nombre de Dios. Capítulo 3 de Malaquías, verso 1, dice: “*He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”* Ese Mensajero fue Juan el Bautista, el cual vino precursando la Primera Venida de Cristo, y anunciando que después de él vendría uno mayor que él, el cual los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego: “*y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”* ¿A quién le prepararía el camino Juan el Bautista? Al Señor, al Ángel del Pacto, a ése era al cual él le estaba preparando el camino, y vendría ¿cómo? En carne humana, en la forma de un hombre, de un Profeta, y nacería a través de una virgen, y nació a través de la virgen María en Belén de Judea, nació como un descendiente del rey David, porque la virgen María es una descendiente del rey David, y su padre adoptivo: José, es un descendiente del rey David también, era María una princesa y José un príncipe aunque eran pobres. Pero la pobreza no le quita lo que la persona es delante de Dios, nosotros somos Reyes y Sacerdotes, somos príncipes que reinaremos con Cristo en el Reino Milenial, no importa que usted y yo seamos pobres, eso no importa; lo importante es que somos Reyes y Sacerdotes con Cristo en Su Reino. En la actualidad el Reino de Cristo está en la fase espiritual, y por consiguiente nosotros somos Reyes y Sacerdotes en la parte espiritual para ofrecer sacrificios a Dios por medio de Jesucristo. Y ahora, en Su Reino literal nosotros seremos Reyes literales y Sacerdotes literales con Cristo, porque Cristo es el Rey de reyes, el Rey mayor; y Jesucristo es el Sumo Sacerdote, el Sacerdote mayor; y Cristo es el Juez de los vivos y de los muertos, y nosotros somos Jueces con Cristo también. Dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 6: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles?” Ahora, podemos ver que el poder político, el poder religioso y el poder judicial le corresponde a Cristo y a Su Iglesia, a Cristo y a todos los creyentes en Cristo en ese Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Ahora, veamos a Cristo antes de aparecer en la Tierra, lo vimos que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová en quien Dios estaba manifestado hablándole a los Profetas del Antiguo Testamento; y a través de los Profetas del Antiguo Testamento se manifestaba porque Dios no tenía un cuerpo de carne propio, por eso usaba los cuerpos de los Profetas del Antiguo Testamento. Vean, en Zacarías, capítulo 7, dice en el verso 11 al 12, mostrando la forma en que Dios hablaba al pueblo, pero el pueblo no quería escuchar, dice: “*Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;* *y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos.”* Ahora, veamos en San Juan y en el libro de los Hebreos lo que nos dice. Veamos en el libro de los Hebreos primeramente lo que San Pablo dice en el capítulo 1, verso 1 al 3: “*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas.”* Ahora vean ustedes, Dios habló por medio de Su Espíritu Santo a través de los Profetas, Dios habló por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, a través de los Profetas del Antiguo Testamento. Fue Dios por medio de Su Ángel que libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, fue Dios por medio de Su Ángel, el Espíritu Santo, Jesucristo en Su cuerpo angelical, que le dio las leyes en el Monte Sinaí. Por eso la Escritura dice que la ley fue dada por comisión de Ángeles, fue el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, Jesucristo, el que dio las leyes al pueblo hebreo, Dios a través de Cristo en Su cuerpo angelical: “*En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”* Y ahora, Dios en los días de Jesucristo en carne humana le habló al pueblo hebreo, Dios por medio de Jesucristo en carne humana le habló al pueblo hebreo, pero ellos no quisieron escuchar tampoco. Y ahora, Dios hablando a través de Su Ángel, el Ángel de Jehová hecho hombre, hecho carne en medio del pueblo hebreo, tampoco quisieron escuchar. Dice: “*a quien constituyó heredero de todo.”* ¿Quién es el heredero de toda la creación? Jesucristo: “*y por quien asimismo hizo el universo.”* Aquí nos enseña San Pablo que Dios hizo el Universo a través de Jesucristo. ¿Y cómo lo hizo? Vamos a ver, continuamos leyendo: “*el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”* Y ahora, Jesucristo es: *“el resplandor de Su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las con la palabra de su poder,”* Jesucristo es la imagen de Dios en Su cuerpo angelical, y Jesucristo es la semejanza física de Dios en Su cuerpo de carne, el cual ya está glorificado. Dios está en Jesucristo en toda Su plenitud: Padre, Hijo y Espíritu Santo, eso es la plenitud de Dios en Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice San Juan: “*En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.* *Este era en el principio con Dios.”* Y ahora, vamos a ver quién es el Verbo que era con Dios y que era Dios: “*Todas las cosas por él fueron hechas* (o sea, por medio del Verbo)*, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.* *En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”* Y en el mismo capítulo 1, verso 9 al 10, dice: “*Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”* ¿Cómo iba a venir a este mundo? En carne humana, pero dentro estaría el Verbo que era con Dios y era Dios, o sea, Dios con Su cuerpo angelical, el cuerpo angelical es el Verbo que era con Dios y era Dios, porque Dios estaba dentro de ese cuerpo angelical: “*En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”* Y ahora, el mundo fue hecho por el Verbo, porque a través del Verbo, que es el cuerpo angelical de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, a través de Cristo en Su cuerpo angelical Dios creó los Cielos y la Tierra: *“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”* Génesis, capítulo 1, verso 1. Continúo leyendo en el verso 11: “*A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.”* ¿Cómo vino a los suyos, al pueblo hebreo? En carne humana: “*Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;* *los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”* Esas personas que creen en Su Nombre son los que lo reciben como su Salvador y Cristo produce en ellos el nuevo nacimiento, nacen no por voluntad humana sino de Dios, obtienen el nuevo nacimiento, nacen del Agua y del Espíritu y nacen como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Sigue diciendo el verso 14: “*Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”* Y el Verbo que era con Dios y era Dios, se hizo carne, se hizo hombre, y le conocimos por el Nombre de Jesús. Jesucristo es el Verbo hecho hombre, hecho carne, en quien moró Dios en toda Su plenitud y a través del cual Dios creó los Cielos y la Tierra. Dios todo el tiempo ha obrado a través de Jesucristo, creó los Cielos y la Tierra a través de Jesucristo. Veamos algo más en Colosenses, capítulo 1, verso 15 en adelante, dice: “*El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”* El primero, y Él es la imagen del Dios invisible, Él es el cuerpo angelical del Dios invisible. Por eso es que en las diferentes ocasiones que en el Antiguo Testamento aparecía el Ángel de Jehová, las personas decían: “Vi a Dios cara a cara.” Pero nadie jamás ha visto a Dios, lo que han visto es el cuerpo angelical de Dios en el Antiguo Testamento, nadie jamás ha visto a Dios. Dios dijo a Moisés: “No podrás ver mi rostro, porque no me verá hombre y vivirá.” Pero los que dieron testimonio que habían visto a Dios, vieron a Dios velado en Su Ángel, el Ángel de Jehová, y revelado a través de Su Ángel, porque Dios estaba dentro de Su Ángel, el Ángel de Jehová, o sea, dentro de ese cuerpo angelical, y ese cuerpo angelical es Jesucristo en Su cuerpo angelical. Vean, antes de continuar este pasaje, lo que Cristo dijo en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58: “*Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.* *Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?* *Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”* ¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Jesucristo era el Ángel de Jehová, Jesucristo era en Su cuerpo angelical ese Ángel que le apareció a Abraham como Melquisedec, y en otra ocasión como Elohim cuando apareció con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra en el capítulo 18 del Génesis y capítulo 19. También encontramos que el Ángel que le apareció a Jacob en el capítulo 32, verso 24 al 32 del Génesis, con el cual Jacob luchó, era nada menos que el Ángel de Jehová, Cristo en Su cuerpo angelical en el cual estaba Dios, por eso Jacob luego que recibió la bendición del Ángel de Jehová, dijo: “Vi a Dios cara a cara y fue librada mi alma.” Pero ahora, encontramos que ese Ángel de Jehová tenía que venir en carne humana, y por consiguiente Dios estaría dentro de ese velo de carne el cual es Jesús, Dios en toda Su plenitud. Por eso el Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, el cual creó los Cielos y la Tierra a través de Cristo, el Verbo, el Ángel de Jehová, ahora cuando viene en carne humana es Emanuel, “Dios con nosotros.” Y por eso podía hablarle a los vientos y al mar, a la tempestad y decirle: “Enmudece.” Y se calmaban los vientos. Podía hablarle a la higuera y decirle: “No nazca más fruto de ti, nadie más coma fruto de ti.” Y la higuera se secó. También podía multiplicar los panes y los peces. ¿Qué estaba haciendo? Multiplicando lo que Él había creado, también podía crear peces para Pedro con los demás discípulos, tomarlos en las nasas, pescarlos, y llenar la embarcación. Cristo podía hablar a existencia porque en Él estaba el Creador, el Dios Todopoderoso manifestado en toda Su plenitud; por lo tanto las palabras que Jesús hablaba, no las hablaba de Sí mismo, era Dios en Él hablando a través de Su boca. Por eso Cristo decía: “Yo no hablo nada de Mí Mismo, como el Padre me muestra, así yo hablo.” Y también Él decía: “Yo no hago nada de mí mismo, lo que el Padre me muestra, eso es lo que yo hago.” Era Dios a través del velo de carne llamado Jesús hablando y llevando a cabo los milagros. Por lo tanto, la gloria es para Dios manifestado en Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, continuamos leyendo en Colosenses, capítulo 1, vamos a repetir el verso 15 donde nos detuvimos: “*El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”* Ya hemos visto que la imagen del Dios invisible es el cuerpo angelical de Jesucristo nuestro Salvador, llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová. Ahora, continuamos leyendo: “*Porque en él fueron creadas todas las cosas.”* En Cristo, en Su cuerpo angelical fueron creadas todas las cosas, Él es el principio de la creación de Dios, Él es el primogénito, Él es el primero. Por lo tanto, en Él fueron creadas todas las cosas. ¿Y cómo podemos entender que en Él fueron creadas todas las cosas? Eso es muy sencillo, Cristo en una ocasión dijo: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva.” Así como un grano de trigo es sembrado en tierra, nace en la forma de una planta de trigo, y luego crece y lleva muchos granos de trigo. ¿Dónde estaba esa planta de trigo? ¿Y dónde estaban esos granos de trigo? En la semilla de trigo que fue sembrada en tierra, estaba todo en esa semilla de trigo creado potencialmente, todo estaba en esa semilla de trigo. Y Cristo dijo que “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda.” O sea, sin un grano de trigo no es sembrado y usted lo coloque en un pote de cristal lo puede ver todos los días, pero no se puede reproducir, él solo queda; pero si usted quiere ver el potencial que hay en ese grano de trigo, ver que en ese grano de trigo hay una planta de trigo con muchos granos de trigo, aunque usted no lo puede ver así porque es potencialmente que está ahí, tiene el potencial para reproducirse en una planta de trigo con muchos granos de trigo, y luego para esos granos de trigo que nazcan reproducirse en más plantas de trigo con más granos de trigo. Y ahora, Cristo es el Grano de trigo, Él se tipificó en el grano de trigo; por eso es que en la parábola del trigo y de la cizaña Él dice que el trigo son los hijos de Reino, y el que sembró el trigo es el Hijo del Hombre: Jesucristo. Ahora, así como en el grano de trigo está una planta de trigo con muchos granos de trigo, así también en Jesucristo estaba la Iglesia que es tipificada en la planta de trigo, y estaban todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo que son todos los creyentes en Cristo. Por eso somos tipificados en granos de trigo pertenecientes a la planta de trigo, a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la planta de trigo. ¿Dónde nacen los granos de trigo? En la planta de trigo. ¿Y dónde nacen los hijos e hijas de Dios? Nacen en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la planta de trigo; porque la vida de Jesucristo, el Grano de trigo ¿dónde está? Está en Su Iglesia. El Día de Pentecostés vino la vida de Cristo, el Espíritu Santo, y allí nació la planta de trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo para llevar granos de trigo, hijos e hijas de Dios, para así Cristo por medio de Su Iglesia reproducirse en muchos hijos e hijas de Dios. Y ahora, podemos ver que estábamos en Cristo. ¿Vieron lo sencillo que es? “*Porque en él fueron creadas todas las cosas.”* Todos los hijos de Dios ¿dónde estaban? En Cristo, Dios los colocó en Cristo. ¿Y toda la creación dónde estaba? En Cristo, todo fue creado en Cristo; por lo tanto todo viene a través de Cristo a existencia, Dios a través de Cristo trajo a existencia toda la creación. A través de Jesucristo en Su cuerpo angelical Dios habló a existencia el mundo invisible y el mundo visible, y por consiguiente todo lo eterno estaba en Cristo, y por consiguiente todo lo que estaba en Cristo tiene que ser manifestado en este planeta Tierra, ser traído a existencia. Estábamos en Cristo. Por eso hemos venido de Dios a través de Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, en la Obra de Redención Cristo vino a buscar y a salvar lo que se había perdido, para regresarlo a Dios; por lo tanto es a través de Jesucristo que regresamos a Dios, somos redimidos. Redimir es ‘volver al lugar de origen, volver a Dios,’ y por consiguiente volver a la eternidad, y estar reconciliados con Dios para toda la eternidad. Y ahora, continuamos: “*Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”* ¿Ven? todo fue creado por medio de Jesucristo, Dios por medio de Jesucristo creó todas las cosas, por medio de Jesucristo en Su cuerpo angelical. Antes de tener Su cuerpo de carne Dios creó todas las cosas: el mundo invisible y luego el mundo visible, porque lo que se ve (el mundo visible) fue hecho de lo que no se ve (o sea, del mundo invisible). Y dice: “*Todo fue creado por medio de él* (¿y para quién? Para Él) *y para él.”* Todo le pertenece a Jesucristo nuestro Salvador, Él es el heredero de toda la Creación. Ninguna otra persona tiene algo, todo lo tiene Jesucristo, por eso Él es el Rey de reyes y Señor de señores, Él es el Rey-Dios, Rey-Teofanía y Rey-Jesús; Rey en la séptima dimensión, Rey en la sexta dimensión, y Rey en la dimensión terrenal, para reinar en el Milenio y por toda la eternidad sobre el planeta Tierra, sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, porque Él es el heredero de toda la creación, del mundo invisible y del mundo visible. ¿Y nosotros qué somos? Coherederos con Jesucristo nuestro Salvador, para reinar con Él por el Milenio y por toda la eternidad: “*Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.”* Jesucristo es antes de la creación del Universo, Él es antes de la creación invisible y de la creación visible, por medio de Él fue que Dios creó el mundo invisible y creó el mundo visible: “*...y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;* *por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,* *y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.* *Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado.* *en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él.”* Y ahora, por medio de Su muerte en la Cruz del Calvario, Él nos ha reconciliado con Dios, Él ha llevado nuestros pecados, murió por nuestros pecados, se hizo pecado por nosotros, para que nosotros podamos ser reconciliados con Dios y vivir eternamente con Cristo en Su Reino. En Romanos, capítulo 5, verso 8 en adelante (8 al 11), dice San Pablo: “*Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.* *Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.* *Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.* *Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”* Y ahora, hemos recibido la reconciliación con Dios por medio de Jesucristo nuestro Salvador, porque Cristo está sobre todas las cosas, todo lo que Dios hizo en el pasado, todo lo que Dios está haciendo en el presente, y todo lo que Dios hará en el futuro, lo hizo, lo hace y lo hará a través de Jesucristo nuestro Salvador, porque Cristo es sobre todas las cosas. Toda las cosas por Él fueron hechas y para Él, Dios las hizo a través de Jesucristo nuestro Salvador, el cual es la imagen y semejanza de Dios. Dios por medio de Jesucristo se ha revelado al mundo, a la humanidad, por lo tanto Cristo sobre todas las cosas está, Él es el Rey de reyes y Señor de señores, Él es el Juez de los vivos y de los muertos. “Y no hay otro nombre dado a los hombres en que podamos ser salvos.” Toda persona desea vivir eternamente, por consiguiente toda persona necesita reconocer la forma en que puede vivir eternamente; y hay una sola forma, veamos lo que Cristo dice en San Juan, capítulo 14, verso 6, dice Cristo ahí: “*Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”* Toda persona para ser reconciliado con Dios y regresar a Dios, al Padre Celestial, tiene que hacerlo a través de Jesucristo. No hay otra forma de regresar a Dios para vivir eternamente con Dios en Su Reino, solamente hay un camino. Cristo dijo: “*Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.”* Y hay solamente una Puerta, Cristo en San Juan, capítulo 10, verso 9, dice: “*Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.”* La Puerta a la salvación y Vida eterna, la Puerta al Cielo es Jesucristo; entrar por esa Puerta es creer en Jesucristo como nuestro Salvador y ser bautizados en agua en Su Nombre, y recibir el Espíritu Santo y así obtener el nuevo nacimiento, nacer en el Reino de Cristo, nacer del Cielo, porque el nacimiento físico que obtuvimos a través de nuestros padres no fue un nacimiento del Cielo, fue un nacimiento terrenal. Pero el nuevo nacimiento que Cristo opera en nosotros es del Cielo, y nacemos a una vida: a la Vida eterna. El nacimiento terrenal que obtuvimos por nuestros padres, es un nacimiento a la vida temporal, a una vida que se nos acaba a los cincuenta, o setenta, u ochenta o cien años, y son pocos los que llegan a cien años. ¿Por qué? Porque nacimos en esta Tierra a la vida temporal, pero el que obtiene el nuevo nacimiento nace a la Vida eterna en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso Cristo dijo: “El que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios,” no puede entrar a ese Reino eterno con Vida eterna para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Y ahora, veamos lo que Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Toda persona que no crea en Jesucristo como su Salvador y no confiese a Cristo sus pecados, Cristo no lo puede limpiar con Su Sangre de todo pecado, y por consiguiente no puede ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y por consiguiente no puede entrar al Reino de Cristo, no puede recibir el Espíritu Santo para obtener el nuevo nacimiento y nacer en el Reino de Cristo a la Vida eterna. Ahora, “el que creyere y fuere bautizado, será salvo,” obtendrá la Vida eterna, será restaurado a Dios y Su Reino, y vivirá con Cristo por toda la eternidad. En el libro de los Hechos también San Pedro nos dice en el capítulo 2 el Día de Pentecostés, verso 36 en adelante: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Por eso es que a Jesús lo llamamos SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo: “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”* Eso es lo que toda persona está llamada a hacer: arrepentirse de sus pecados y recibir a Cristo como su Salvador, confesando sus pecados a Cristo, Cristo lo perdonará, Cristo con Su Sangre lo limpiará de todo pecado, y un ministro lo bautizará en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego y la persona obtendrá el nuevo nacimiento, nacerá en el Reino de Cristo a la Vida eterna. El nuevo nacimiento es del Cielo, por lo tanto nace en el Cielo, el Reino de Cristo a una nueva vida: a la Vida eterna, y se identifica con Cristo al ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así se identifica con la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Por lo tanto, no hay otra cosa que hacer para el ser humano, que recibir a Cristo como su Salvador: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo,” Cristo dijo en Su Palabra que aquél que le confiese delante de los hombres, Él también le confesará delante de nuestro Padre Celestial, y también dice que el que no lo confiese delante de los hombres, Él tampoco le confesará delante de nuestro Padre Celestial. Por lo tanto, no hay otra cosa que hacer, sino recibir a Cristo como nuestro Salvador, confesando públicamente que creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios que ha venido al mundo para morir por nosotros en la Cruz del Calvario, y perdonar así nuestros pecados, y con Su Sangre limpiarnos de todo pecado y reconciliarnos con Dios y darnos salvación y Vida eterna, para poder vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. El alma de cada ser humano desea vivir eternamente, y desea vivir eternamente en un cuerpo que no tenga los problemas que tiene este cuerpo físico, porque este cuerpo físico se va poniendo viejo y después muere. Pero Cristo ha prometido a aquellos que le reciben como su Salvador, un cuerpo físico, eterno, inmortal, joven y glorificado como Su cuerpo glorificado, eso es lo que Cristo tiene para ustedes y para mí también: Vida eterna espiritual y Vida eterna física también. Cuando Él complete Su Iglesia, entonces Él resucitará a todos los creyentes en Él que han muerto físicamente, los resucitará en un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y joven para toda la eternidad; y a nosotros nos transformará, y entonces tendremos un cuerpo igual al cuerpo físico y eterno y glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y seremos jóvenes para toda la eternidad, nunca nos pondremos viejos, representaremos siempre de 18 a 21 años de edad. Y ahora, usted dice: “Esa es la clase de cuerpo que yo deseo tener, porque este que tengo se me está poniendo viejo.” Pues Cristo tiene un cuerpo nuevo, eterno y glorificado para todos aquellos que lo reciben como su Salvador, y Él lo dará a todos aquellos que lo han recibido como su Salvador, porque Cristo está sobre todas las cosas. Por lo tanto, lo que Él ha prometido Él lo cumplirá para todos aquellos que creen en Él, para todos aquellos que lo han recibido como su Salvador y han sido bautizados en agua en Su Nombre, y han recibido el Espíritu Santo y han obtenido el nuevo nacimiento, y han nacido en el Reino de Cristo, por lo tanto han nacido a una nueva vida, a la Vida eterna. “**CRISTO SOBRE TODAS LAS COSAS.”** No hay otro mayor que Jesucristo. ¿Y qué de Dios? Pues Dios está en Jesucristo. Por lo tanto, Dios en Cristo está sobre todas las cosas. “**CRISTO SOBRE TODAS LAS COSAS.”** Por lo tanto, la Vida eterna pertenece a Jesucristo, y Él la otorga a todos aquellos que lo reciben como su Salvador. El Padre le ha dado a Cristo autoridad sobre todas las cosas, y le ha dado autoridad para dar Vida eterna a todos aquellos que lo reciben como su Salvador, y todos queremos Vida eterna, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Si vivir en estos cuerpos temporales, mortales es maravilloso, ¿cómo será en un cuerpo eterno y glorificado? Todos queremos recibir de Cristo ese cuerpo eterno y glorificado, por eso lo hemos recibido como nuestro Salvador; queremos continuar existiendo eternamente y en un cuerpo mejor que este que tenemos, en un cuerpo eterno y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Yo recibiré un cuerpo nuevo muy pronto, un cuerpo eterno y joven para vivir en él por toda la eternidad, y reinar con Cristo en el Reino Milenial de Cristo y por toda la eternidad. ¿Y quién más recibirá un cuerpo eterno? Cada uno de ustedes también. Pero si hay alguno que no ha recibido a Cristo como su Salvador, no podrá recibir un cuerpo eterno; pero usted desea recibir un cuerpo eterno para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, usted no desea dejar de existir. Todos los que no reciben a Cristo como su Salvador dejarán de existir, serán echados en el lago de fuego, que es la segunda muerte; pero todos aquellos que reciben a Cristo como su Salvador tienen Vida eterna, vivirán eternamente con Cristo en Su Reino. Y ahora, los que todavía no han recibido a Cristo como su Salvador no tienen Vida eterna, pero en esta noche pueden recibir Vida eterna recibiendo a Cristo como su Salvador, porque Jesucristo es la Vida eterna. Todos los que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, estaré orando por ustedes en esta noche. Pueden levantar su mano en señal de que reciben a Cristo como su Salvador en esta noche, para que Cristo perdone sus pecados y con Su Sangre les limpie de todo pecado. Pueden también pasar al frente y estaré orando por ustedes en esta noche. Esta es una noche muy importante para ustedes, esta es la noche de la decisión más importante de ustedes: la decisión de recibir a Cristo como Salvador personal, la decisión de recibir a Cristo para que Cristo opere en ustedes el nuevo nacimiento, el nacimiento a la Vida eterna, el nacimiento en el Reino de Cristo nuestro Salvador. “No te maravilles de que te dije, os es necesario nacer de nuevo,” dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan. El que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios, no puede entrar a ese Reino eterno y no puede recibir la Vida eterna. Pero el que nace de nuevo del Agua y del Espíritu entra al Reino de Cristo, al Reino de Dios, entra a la Vida eterna para vivir con Cristo eternamente en Su Reino eterno. Es un asunto de Vida eterna recibir a Cristo como nuestro Salvador, por lo tanto esta noche es la noche de la decisión más importante de la vida de toda persona que recibe a Cristo como su Salvador. Pero también puede ser la noche más terrible para los que no reciben a Cristo como su Salvador, porque pueden perder la oportunidad de vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Ahora, podemos ver que es un asunto de vida o muerte, y es Vida eterna o muerte eterna, recibir a Cristo es un asunto de Vida eterna para vivir con Cristo por toda la eternidad. Hemos visto lo sencillo que Cristo ha hecho todo Su Programa de salvación y Vida eterna, todo es tan sencillo que hasta los niños lo pueden entender, y hasta las personas que nunca han estudiado en la escuela también lo pueden entender; es un asunto de creer en Jesucristo como nuestro Salvador, y ser bautizados en agua en Su Nombre para Cristo bautizarnos con Espíritu Santo y Fuego, y obtener la salvación de nuestra alma y la Vida eterna para vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Todavía estamos dando unos minutos en lo que pasan todas las personas que en esta noche quieren recibir a Cristo como su Salvador, todas las personas que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino. El único Reino eterno es el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, no hay otro reino eterno, solamente el de Jesucristo. Por eso hay que nacer de nuevo, nacer en el Reino de Jesucristo, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, pidiéndole perdón a Cristo por nuestros pecados, y Él nos perdona, con Su Sangre nos limpia de todo pecado, somos bautizados en agua en Su Nombre, y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así obtenemos el nuevo nacimiento, nacemos de nuevo, nacemos en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador con Vida eterna y a la Vida eterna, para así tener nuestro futuro eterno asegurado con Cristo en la Vida eterna. Ninguna otra persona le puede asegurar a usted su futuro eterno con Vida eterna, solamente Jesucristo nuestro Salvador, porque Él es el camino, la verdad, y la vida (la Vida eterna). “Y nadie viene al Padre, sino por mí.” Dijo Jesucristo nuestro Salvador. Toda persona que quiere vivir eternamente necesita recibir a Cristo como su Salvador, toda persona que quiere entrar al Reino de Dios tiene que recibir a Cristo como su Salvador, porque Él es el Rey de ese Reino de Dios. Toda persona que no recibe a Cristo como su Salvador, pues no quiere vivir eternamente, y no vivirá eternamente porque no recibió a Cristo para que Cristo produjera el nuevo nacimiento en el Reino Suyo; por lo tanto, hay que nacer en el Reino de Cristo que es un Reino eterno, para tener Vida eterna y tener el futuro nuestro asegurado con Cristo en Su Reino, para vivir con Cristo por toda la eternidad. ¿Vieron lo sencillo que es todo? Tan sencillo que hasta los niños lo pueden entender, y también las personas que nunca han ido a la escuela, también lo pueden entender, es un asunto de fe en Jesucristo nuestro Salvador, es un asunto de creer en Jesucristo como nuestro Salvador, Él es el único Salvador, Él es el único que salva el alma de los que lo reciben como su Salvador para que podamos vivir eternamente con Él en Su Reino. Aun el ladrón en la cruz que le dijo a Cristo: “Acuérdate de mi cuando vengas en Tu Reino.” Cristo le dijo: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso.” Por lo tanto, hay que asegurar nuestro futuro eterno con Jesucristo en Su Reino, que es el único Reino eterno que existe. Vamos a dar unos segundos en lo que pasan las últimas personas que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino y luego oraremos por todos los que estarán aquí presentes. Hoy es el momento más importante de la vida de las personas que reciben a Cristo como su Salvador, porque marca el momento en donde la persona recibe a Cristo para recibir Vida eterna y ser sellado en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. El propósito de nuestra vida en este planeta Tierra es para que recibamos a Cristo como nuestro Salvador, y así seamos sellados en el Reino de Cristo con Vida eterna, y así es como confirmamos nuestro lugar en la Vida eterna. Así como nacimos en esta Tierra a una vida temporal, nacemos en el Reino de Cristo a una Vida eterna. Vamos a esperar por las últimas personas que pasarán y estaremos orando por todos en esta noche. Siempre hay una lucha en el alma de las personas para recibir a Cristo como su Salvador, porque el enemigo no quiere que las personas reciban a Cristo, porque el enemigo de Dios no quiere que las personas vivan eternamente con Cristo en Su Reino. Pero Cristo les ayuda para tomar esa decisión tan importante, porque Cristo les ha traído hasta aquí en esta noche para que puedan obtener la salvación y Vida eterna. Ustedes están aquí porque el nombre de ustedes está escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida. Por lo tanto, esta es la noche de la gran decisión en las personas que necesitan la salvación y la Vida eterna, la cual pueden obtener a través de Jesucristo recibiéndolo como su Salvador personal. Daré unos segundos y estaré orando luego por todas las personas que ya han pasado. Si hay alguno más, puede pasar inmediatamente y ya estaremos orando por todos. Vamos a estar puestos en pie. Vamos a inclinar nuestros rostros y cerrar nuestros ojos, y todos los que han pasado al frente repitan conmigo esta oración: ***Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y no tengo Vida eterna, pero yo Te reconozco a Ti como el Hijo de Dios, yo reconozco Tu Sacrificio en la Cruz del Calvario, y reconozco que Tú llevaste mis pecados al morir en la Cruz del Calvario, y reconozco que Tu Sangre derramada en la Cruz del Calvario me limpia de todo pecado, y reconozco que Tú eres el único que puedes perdonar mis pecados.*** ***Señor Jesucristo, yo confieso públicamente en esta noche, que creo en Ti como mi Salvador, Te recibo como mi Salvador, Señor Jesucristo Te ruego perdones mis pecados y Te ruego me limpies con Tu Sangre de todo pecado.*** ***Y Te ruego Señor Jesucristo, que luego que sea bautizado en agua en Tu Nombre Tú me bautices con Espíritu Santo y Fuego, y produzcas en mi el nuevo nacimiento. Te lo ruego ¡Oh Señor Jesucristo! en Tu Nombre Señor Jesucristo.*** **La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me limpió de todo pecado.** ***Señor Jesucristo, gracias por recibir a todas estas personas, por perdonar sus pecados, y por limpiarlos con Tu Sangre de todo pecado.*** ***Dios Eterno, en Tus manos encomiendo todas estas personas que han confesado públicamente que creen en Jesucristo como Tu Hijo, el Hijo de Dios, y lo han recibido como su Salvador.*** ***Señor, recíbeles a todos en Tu Reino, sé con ellos, bendíceles; y cuando sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Tú les bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en ellos el nuevo nacimiento.*** ***Dios Eterno, Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo, para quien sea la gloria y la honra por los siglos de los siglos. Amén.*** Cristo les ha recibido, ha perdonado vuestros pecados, y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Por lo tanto, me dirán ustedes: “Ya yo he creído y he recibido a Cristo como mi Salvador, ¿cuándo puedo ser bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo?” Felipe dijo al eunuco cuando el eunuco dijo: “He aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dice: “Si crees de todo corazón, bien puedes.” Y el eunuco dijo: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” Y bajaron del carro y Felipe lo bautizó en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Y ahora, ustedes preguntan: “¿Qué impide que yo sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón en nuestro amado Señor Jesucristo, bien pueden ser bautizados en agua esta misma noche. ¿Hay agua? Hay agua. ¿Hay ropas bautismales? Hay ropas bautismales dice el Rvdo. José Cándido, por lo tanto bien pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así cumplir el mandato divino de Jesucristo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” Dejo al Rvdo. José Cándido para que les indique dónde están las ropas bautismales y dónde está el bautisterio, para que puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Fue para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: **“CRISTO SOBRE TODAS LAS COSAS.”** Muchas gracias por vuestra amable atención, y dejo nuevamente con nosotros al Rvdo. José Cándido. “**CRISTO SOBRE TODAS LAS COSAS.”**