--- title: 'Perseverando hasta vencer' date: 2003-09-11 activity: 1 place: city: Panamá state: Panamá country: PA duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes aquí en Panamá unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica y los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Para esta noche, leemos en Génesis, capítulo 32, verso 24 en adelante, esta parte de la historia de Jacob, la cual es muy importante, en donde él se encontró con el Ángel de Jehová. Capítulo 32 del Génesis, verso 24 en adelante, dice: “*Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.* *Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.* *Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.* *Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.* *Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.* *Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.* *Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.* *Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“PERSEVERANDO HASTA VENCER.”** Jacob fue una persona que perseveró, persistió, siguió adelante siempre buscando la bendición de Dios; él luchó, perseveró, luchó y perseveró por la Bendición de la Primogenitura, y obtuvo la Bendición de la Primogenitura. Es muy importante que toda persona persevere en el camino de Dios hasta obtener toda la bendición de Dios, no debe nunca apartarse del camino de Dios, porque el que se aparta no agradará el alma de Dios, el que se aparta no obtendrá la meta, que es la Vida eterna. Cristo mismo dijo en San Mateo, capítulo 24, verso 13, dice: “*Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.”* Por lo tanto, hay que poner la mano en el arado y seguir adelante sin mirar hacia atrás, porque el que mira hacia atrás no es apto para el Reino de Dios; por lo tanto, no es apto para vivir eternamente, porque si en lo poco no es fiel, en lo mucho, que es la Vida eterna, no será colocada la persona. Tenemos que entender que estamos en este planeta Tierra con y por un y para un propósito divino, para que cada persona reciba a Cristo como su Salvador, pida perdón a Cristo por sus pecados, Cristo lo perdona y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y el ministro lo bautiza en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido del Agua y del Espíritu, ha creído el Evangelio y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y ha obtenido así el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios, el Reino Eterno de Jesucristo nuestro Salvador. Y ahí persevera hasta el fin de su vida terrenal para luego pasar al Paraíso, si se terminan sus días aquí en la Tierra en el cuerpo físico y espera en el Paraíso en el cuerpo angelical hasta que Cristo complete Su Iglesia y luego Cristo los resucitará en cuerpos nuevos y eternos y a nosotros nos transformará si permanecemos vivos, y entonces todos tendremos cuerpos eternos y glorificados igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y todos entonces seremos iguales a Jesucristo, a Su imagen y a Su semejanza, con cuerpos angelicales y cuerpos físicos glorificados, y habremos llegado a la meta, que es la Vida eterna con Cristo en Su Reino. Por eso es tan importante perseverar hasta el fin. Vean el ejemplo más hermoso en el Antiguo Testamento lo tenemos en Jacob, el cual luchó en el vientre de su madre, luchó con Esaú por la primogenitura. Ante Dios, ante Dios Jacob era el que tenía la bendición, porque en Jacob fue que Dios pensó y a Jacob amó, pero en la lucha que tuvieron en el vientre de su madre por mucho tiempo, luego nació primero Esaú, pero Jacob no se dio por vencido, continuó luchando, y como decimos nosotros, él pensaba: “Esta Bendición de la Primogenitura es mía, por lo tanto lucharé por ella y perseveraré, voy a persistir luchando hasta obtener esa Bendición de la Primogenitura.” Vemos que tenía cuatro partes: la primera parte que era en el vientre de su madre, ahí fue difícil; luego la segunda parte naciendo, también para Jacob fue difícil, pues nació Esaú primero; luego ya estando nacidos aparecía que Esaú era el primogénito porque había nacido primero; luego Jacob luchó y un día en que Esaú tenía hambre y Jacob había cocinado un buen guiso de lentejas, Esaú vino hambriento, le pidió comida, y ahí Jacob hizo el mejor negocio de su vida, ése fue el mejor negocio de Jacob. Ése es el ejemplo clásico para los comerciantes, el mejor negocio fue ése, no hay otro negocio mejor que ése que se haya visto en el Antiguo Testamento, el peor negocio lo hizo Adán y Eva, pero el mejor lo hizo Jacob. En negocios malos se pierde, Adán y Eva perdieron el derecho a vivir eternamente en el cuerpo físico que tenían y perdieron el derecho para su descendencia de que vivieran en cuerpos eternos, que al nacer luego continuaran viviendo sin ver muerte. Pero ahora Jacob al hacer ese buen negocio le dice a su hermano: “Si me vendes la primogenitura en este momento, yo te doy de este guiso de lentejas (o sea), vamos a hacer un trueque.” Y Esaú dice: “¿Para qué me sirve a mí la primogenitura, si yo estoy muerto de hambre, si yo voy a morir y cuando yo muera, de qué me habrá servido?” Porque no pensaba en lo que es la vida después de la muerte, y él pensó que la vida era solamente lo que uno ve aquí en la Tierra, y en un momento como ése en que tuvo tanta hambre, solamente pensó en su barriga y le vendió la primogenitura allí mismo y Jacob le dio toda la comida, le podía decir él ahora: “Todo es tuyo, todo es tuyo, ya hemos hecho un pacto, un negocio delante de Dios y ahora, la Bendición de la Primogenitura me pertenece.” Por lo tanto, le tocaba una doble porción de todo lo que tenía Isaac, y no solamente era la parte física, la parte más importante era la parte espiritual, porque era la bendición del Cielo, y en esa bendición de Dios estaban las bendiciones Celestiales y las bendiciones terrenales también. En esa bendición estaba el territorio de Israel completo, estaba también la bendición de ser Jacob y su descendencia la que traería al Mesías; por medio de la descendencia de Jacob vendría el Mesías. Pero si Esaú no le vende la primogenitura a Jacob, el Mesías tenía que ser un descendiente de Esaú, no podía ser un descendiente de Jacob. Vean todo lo que estaba en la Bendición de la Primogenitura, lo cual Esaú no veía, y no pensó en su descendencia. Ahora, estaba también, vean, el Trono de Dios terrenal, el Trono de Dios terrenal estaba en esa Bendición de la Primogenitura, porque Dios establecería Su Trono terrenal y colocaría sobre ese Trono terrenal a un hombre. Y ahora, al Jacob obtener la Bendición de la Primogenitura ese hombre tiene que ser un hebreo, un descendiente de Jacob; sino la compraba, entonces (no compraba esa primogenitura) - entonces el que se sentaría en el Trono terrenal de Dios, tenía que ser un descendiente de Esaú. Miren todas las cosas que estaban en la Bendición de la Primogenitura, por lo tanto la lucha de Jacob y la perseverancia de Jacob fue buena. Es un ejemplo de un hombre luchador por la Bendición de Dios, no desmayó, cada día tenía más ánimo para luchar y perseveraba pensando y creyendo en esa Bendición de la Primogenitura. Luego, cuando llega el tiempo para su padre Isaac (el cual ya estaba ciego), echar la Bendición de la Primogenitura sobre el primogénito - porque antes de morir los patriarcas bendecían a sus hijos, y la bendición que estaba en ellos pasaba a sus hijos. Y tocó el día, el tiempo, para bendecir con la Bendición de la Primogenitura, para bendecir al primero, y encontramos la historia en donde Jacob fue con un cabrito guisado, como le había dicho Isaac que le preparara Esaú. Pero ahora la madre de Jacob, Rebeca, había escuchado y sabía cómo preparar ese cabrito, lo preparó con Jacob y Jacob se lo llevó; e Isaac bendijo a Jacob, no sabía que era Jacob, lo bendijo con la Bendición de la Primogenitura. Ya ahí vean, fueron, **la primera:** en el vientre de su madre, **la segunda:** ya nacidos, **la tercera:** comprándole la Bendición de la Primogenitura, **la cuarta:** ahora recibiendo la bendición de Isaac; o sea, que le ganó al comprar la Bendición de la Primogenitura, ahora le gana la segunda recibiendo la bendición de parte de Isaac. Y luego se tiene que ir a Padan-aram ,allá se casó, tuvo once hijos allá, y luego por el camino nació el número doce, el cual ya venía en el vientre de su esposa Raquel, y nació en Belén, ahí en esa... Efrata, por ahí, Belén y murió allí, por eso le llamó cierto nombre, pero Jacob le llamó “Benjamín,” que es ¿el hijo de la diestra es? El hijo de la diestra significa “Benjamín.” Ella le llamó ¿cómo? “Benoni,” porque fue hijo de dolor. Y ahora, Jacob encontramos que tiene doce hijos, doce patriarcas; de ahí se van a multiplicar ellos y va a formar la nación hebrea. Ahora, encontramos que antes de nacer Jacob, por ahí, vamos... antes de nacer Benjamín, vamos a ver este pasaje, Miguel, ¿dónde ubicamos el nacimiento de Benjamín? Encontramos que Jacob se encontró, antes de enfrentarse a su hermano Esaú, se encontró con el Ángel de Jehová, ¿en qué?... así que Benjamín nació después de ese encuentro con el Ángel. Aquí lo tengo: 35:16 en adelante. Así que, vean ustedes, Benjamín, que representa a los ciento cuarenta y cuatro mil, nació después que Jacob se encontró con el Ángel de Jehová. Para nacer el grupo de ciento cuarenta y cuatro mil tiene que Israel, Jacob, encontrarse con el Ángel de Dios, y se va a encontrar. El Rvdo. William Branham dijo que cuando los hebreos vean a Cristo viniendo por Su Iglesia, ellos dirán: “Éste es el que nosotros estamos esperando.” Estarán viendo a Cristo, el Ángel del Pacto y estarán diciendo: “Éste es el que nosotros estamos esperando.” Ahora, encontramos que Jacob en el capítulo 32 del Génesis, luchó con ese Ángel (ésta fue la lectura que tuvimos al principio) y no soltaba al Ángel, y el Ángel le decía: “Suéltame que ya raya el alba y tengo que irme.” Jacob le decía: “No te voy a soltar hasta que me bendigas.” Vean, un hombre que lucha y persevera, persiste por la bendición de Dios; y vean... ya todo lo que está dentro de esa bendición de Dios. Ahora, Jacob aunque había comprado la primogenitura a su hermano y luego había recibido la bendición de su padre, aun con todo y eso le faltaba algo: el encuentro de Jacob con el Ángel, la bendición de Dios hablada por el Ángel de Jehová, para así que estuviera completa toda esa bendición siendo hablada para Jacob ser adoptado y confirmado como el primogénito. Su nombre fue cambiado, el Ángel le dice: “¿Cómo te llamas?” Jacob le dice: “Me llamo Jacob.” Y Jacob significa “Suplantador.” Había suplantado a su hermano cuando Isaac fue a bendecirlo, apareció en lugar de su hermano. Y vean, en lugar de su hermano luego aparece frente al Ángel de Jehová para recibir la Bendición de la Primogenitura, el Ángel le había dicho: “Yo no te voy a dejar, hasta que cumplas todo lo que yo te he dicho.” Y ahora, Jacob escucha al Ángel, el cual está en un cuerpo angelical hablándole. Recuerden que luchó con ese Ángel y no lo soltó, el Ángel hirió su muslo, su cadera, y ahí el tendón se le encogió; pero es mejor un cojo con la bendición de Dios que una persona bien sin la bendición de Dios. Cristo dice: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma? De nada le sirve.” Pero un hombre cojo, pero con la bendición de Dios no tiene precio, es un hombre más que multimillonario. Ahora, Jacob cuando escucha al Ángel hablándole, cambiándole el nombre de Jacob a “Israel,” a “Príncipe con Dios,” ahora vean, Jacob se pone muy contento y suelta al Ángel, pero él había luchado con el Ángel, había luchado, había llorado, le había rogado; eso es lo que dice Oseas, cuando nos habla de ese momento tan importante que Jacob tuvo con el Ángel. Vean aquí en el capítulo 12 de Oseas, verso 2 en adelante, dice: “*Pleito tiene Jehová con Judá para castigar a Jacob conforme a sus caminos; le pagará conforme a sus obras.* *En el seno materno tomó por el calcañar a su hermano, y con su poder venció al ángel.* *Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó; en Bet-el le halló, y allí habló con nosotros.”* Ahora, vean cómo Jacob lloró, suplicó al Ángel por la bendición del Cielo. Ahora, ¿ese Ángel saben quién es? El Señor Jesucristo en Su cuerpo angelical, en el cual estaba Dios manifestado, porque el cuerpo angelical de Jesucristo es el cuerpo angelical de Dios, es la imagen del Dios invisible, el cual se hace visible a través de Su cuerpo angelical. Y ahora, Jacob recibió esa bendición tan grande. Para Jacob ahora en este tiempo final, el pueblo hebreo, ser restaurado en el Reino de Dios y el Reino de Dios ser restaurado en medio del pueblo hebreo tiene que encontrarse con ese Ángel, con el Ángel de Dios. Ahora, encontramos que Él vino en carne humana pero no lo conocieron, ése era Jesucristo, pero en Su Segunda Venida ellos lo reconocerán, y la Segunda Venida está prometida para la Iglesia del Señor Jesucristo y lo van a ver en medio de la Iglesia de Jesucristo y van a decir: “Éste es el que nosotros estamos esperando.” Sin la bendición de ese Ángel el reino de Israel o Reino de Dios en medio del pueblo hebreo no puede ser restaurado; y el Trono de Dios en medio del pueblo hebreo, que es el Trono de David, no puede ser restaurado. Por lo tanto, necesita encontrarse con ese Ángel y recibir la bendición de Dios a través de ese Ángel, lo cual va a suceder muy pronto, ellos lo están esperando. Ahora, Jacob por cuanto él se encontró con el Ángel y recibió la bendición de parte del Ángel, eso muestra que el pueblo hebreo se va a encontrar con el Ángel y va a recibir la bendición de Dios a través de ese Ángel. Ahora, Jacob perseveró, persistió, siguió adelante siempre buscando la bendición de Dios y la recibió. Y cada creyente en Cristo está llamado a perseverar, a continuar hacia adelante siempre, a persistir siguiendo a Cristo todos los días de su vida; y el que perseverare hasta el fin, ése será salvo, ése recibirá toda la bendición de Dios y llegará a la meta de obtener un cuerpo físico, eterno, inmortal, glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, tenemos que ser como Jacob: personas persistentes, personas que continuamos hacia adelante, que perseveramos hasta llegar a la meta. “El que pone su mano en el arado y mira hacia atrás no es apto para el reino.” Ése no llega a donde él pensaba que podía llegar, el que llega es el que lo cree y persevera y dice: “No, yo quiero vivir eternamente, quiero vivir en el Reino de Cristo con Cristo y yo voy a seguir adelante sin importar los problemas que tenga en el camino.” Jacob fue un hombre que tuvo muchos problemas, pero siempre continuó hacia adelante. Ahora, el pueblo hebreo ustedes ven que es un pueblo, que es de los pueblos, el pueblo que más problemas ha tenido en su existencia, pero ha seguido hacia adelante. Ahora, lo importante es perseverar hasta vencer, hasta obtener la victoria. Por eso es que la Escritura dice: “El que venciere heredará,” y dice lo que va a heredar. “El que venciere (dice) se sentará conmigo en mi trono.” Eso está Apocalipsis, capítulo 3, verso 21. También dice en el capítulo 2, verso 7: “*Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida.”* También dice en el capítulo 2, verso 17: “*Al que venciere, daré a comer del maná escondido.”* Eso es la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo que viene en la predicación del Evangelio del Reino. “*...y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.”* Todas esa bendiciones son para el vencedor, el que persevera hasta obtener la victoria. También dice: “El que venciere,” dice, “El que perseverare,” vamos a ver, porque para vencer hay que perseverar, la victoria no se obtiene sin una lucha en donde hay que perseverar luchando hasta obtener la victoria. En el capítulo 2, verso 26 al 28, dice del Apocalipsis: “*Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,* *y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre.”* Vean, en la misma forma en que Cristo recibió autoridad y poder sobre los Cielos y la Tierra, ahora Cristo dará al Vencedor este poder y autoridad. A un hombre como Mensajero y a un pueblo como pueblo de Dios. “*...y le daré la estrella de la mañana.”* Vean, hasta la estrella de la mañana está prometida para el Vencedor. ¿Y qué es la estrella de la mañana?, porque la estrella de la mañana literalmente es ¿cuál? Venus, es Venus. Pero vamos a ver quién es la estrella de la mañana, que tiene esta promesa aquí guardada para el Vencedor. Apocalipsis, 22, verso 16, dice: “*Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”* Cristo es la Estrella resplandeciente de la mañana, o sea, que va a recibir a Cristo, la Estrella resplandeciente de la mañana en Su Segunda Venida, va a estar aquí en la Tierra en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo y lo va a recibir; y esa Estrella de la mañana que es la piedrecita blanca con un Nombre Nuevo escrito viene con un Nombre Nuevo, va a recibir a Cristo la Estrella de la mañana; por lo tanto, lo va a recibir acá, va a tenerlo dentro, va a tener el Sello del Dios Vivo, al Espíritu Santo en Él. Ése es el Ángel que viene con el Sello del Dios Vivo, el cual estará perseverando hasta obtener la victoria, hasta obtener toda bendición que Cristo ha prometido para el Vencedor. Todo esto fue tipificado en los siete Ángeles Mensajeros, pero ahora se hará realidad total en el Mensajero del Señor Jesucristo, el Ángel del Señor Jesucristo. Ahora, hay una bendición grande para todos los creyentes en Cristo de este tiempo final. Recuerden que Cristo ha dicho que somos Reyes y Sacerdotes en Su Reino; también el Apóstol Pedro habló de esto en Primera de Pedro, capítulo 2, versos 4 al 10, y en el libro del Apocalipsis, nos dice Cristo por medio de Su Ángel en la revelación que le dio a Juan Dios por medio de Su Ángel, dice en el capítulo 1, verso 5 al 6: “*Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,* *y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”* Y ahora, Dios vean nos ha hecho Reyes y Sacerdotes, pero Reyes y Sacerdotes ¿de qué país? Del Reino de Cristo, de ese Reino que será establecido en la Tierra es que somos Reyes y Sacerdotes. En Apocalipsis, capítulo 5 también nos dice, del verso 8 en adelante, de la siguiente manera, dice: “*Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;* *y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;* *y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”* En el Reino de Cristo es que tenemos la bendición grande; en esta Tierra nos conformamos con lo que somos, y si queremos ser un poquito más, estudiamos un poquito más y subimos un poquito de nivel, o buscamos un trabajo mejor y subimos un poquito de nivel económico, y así por el estilo. Pero en el Reino de Cristo ya somos Reyes y Sacerdotes y Jueces, ese Reino está en la esfera espiritual en la Iglesia de Jesucristo, pero va a estar en la esfera literal política y religiosa y judicial, pronto en el Reino Milenial de Cristo, en donde nuestra posición no va a ser como la posición que tenemos aquí en la Tierra en la actualidad, aquí en la Tierra en la actualidad unos son albañiles, otros son carpinteros, otros trabajan en fábricas, otros trabajan en oficinas y así por el estilo, pero en el Reino de Cristo nuestra posición será Reyes, Sacerdotes y Jueces. Por lo tanto, no vamos a estar trabajando como trabajamos en la actualidad, este trabajo de la actualidad es a causa del cuerpo físico que tenemos, que es mortal, corruptible y temporal, por lo tanto los trabajos que tenemos son temporales, pero en el Reino de Cristo tendremos una posición bien importante; por eso en el Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 en adelante también nos dice algo muy importante, dice: “*Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.”* Eso es para comenzar: mil años, mil años como Reyes y Sacerdotes y Jueces físicamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, porque todos los creyentes en Cristo son coherederos con Jesucristo, a todo lo que Cristo es heredero nosotros somos coherederos, Cristo es el Juez de los vivos y de los muertos y nosotros somos Jueces con Él, pertenecemos al Poder Judicial del Reino de Dios. Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores y nosotros somos Reyes con Él, Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial y nosotros somos Sacerdotes con Él. ¿Ven? A todo lo que Cristo es heredero también nosotros somos coherederos con Él. Por lo tanto, la bendición en el Reino de Cristo para los que perseveran hasta el fin, es la bendición más grande que hay en el Cielo y que estará materializada en este planeta Tierra en el Reino Milenial de Cristo. Cuando ya Cristo nos dé el cuerpo nuevo y eterno y glorificado como el cuerpo glorificado que Él tiene, ya de ahí en adelante las cosas cambiarán totalmente para todos nosotros. Si somos personas de 50, 60, 70, 80, 90 años o cien años, cuando seamos transformados, ya no seremos personas de una edad así, seremos personas que representaremos de 18 a 21 años de edad, o sea, jóvenes, y los niños ya no serán niños sino que serán jóvenes también en el cuerpo nuevo, el cuerpo glorificado. Y los que están de mediana edad no estarán de mediana edad, estarán en apariencia de 18 a 21 años de edad, y los jóvenes en el nuevo cuerpo serán jóvenes que representarán de 18 a 21 años de edad para toda la eternidad, o sea, una juventud que no se acabará, ése es el cuerpo que todo ser humano ha deseado tener. Por eso es que el cuerpo físico que tenemos lo cuidamos, si se enferma vamos al médico, si tiene hambre, le damos comida, porque sino el cuerpo se debilita, se enferma y se muere. Hay personas que dicen que no les interesa la vida ¿y entonces por qué le dan comida al cuerpo? Es más, dicen que quieren morirse, lo único que tienen que hacer es dejar de respirar, pero sigue respirando y si les falta aire, busca enseguida aire porque no quieren morir. ¿Ven? Nadie quiere morir. Toda persona quiere vivir eternamente, pero nuestro cuerpo físico nos impide vivir eternamente aquí en la tierra, pero Cristo tiene un nuevo cuerpo prometido para darnos, el cual será igual al cuerpo glorificado que Él tiene, eso es para todos los que perseveran sirviendo a Cristo todos los días de su vida. Éstas son las personas que escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y reconocen que Cristo vino a la Tierra para morir por nosotros en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados, murió en lugar nuestro para que nosotros podamos tener Vida eterna. Y ahora, al reconocer Su Primera Venida y Su muerte en la Cruz del Calvario, y reconocer que Su Sangre nos limpia de todo pecado, lo recibimos como nuestro Salvador, a Cristo le pedimos perdón por nuestros pecados, Cristo nos perdona y con Su Sangre nos limpia de todo pecado, y somos bautizados en agua en Su Nombre y Cristo nos bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así se efectúa en nosotros el nuevo nacimiento, nacemos en el Reino de Cristo. Ahora, hay personas que ven que cuando se hace el llamamiento, las personas vienen a Cristo, lo reciben como su Salvador, y confiesan a Cristo sus pecados, Cristo los perdona, los limpia con Su Sangre preciosa, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, pero las personas no ven, no ven que nació, ¿y dónde está el nacimiento? porque el que no nazca de nuevo, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios. Es que ese nuevo nacimiento se efectúa en otra dimensión y nadie ve que nació de nuevo la persona, pero sí nació, nació en el Reino de Cristo, el cual está en una esfera espiritual. Cuando Dios creó al ser humano a Su imagen y semejanza, lo primero fue a Su imagen, que es en una dimensión invisible, espiritual, la sexta dimensión, le dio un cuerpo angelical, ésa es la dimensión de los Ángeles en donde existen y usted no ve los Ángeles, pero existen, es una realidad, en esa dimensión es donde se nace de nuevo, y siempre que hay un nacimiento un cuerpo la persona ha obtenido. Cuando nació la persona aquí en la Tierra, obtuvo un cuerpo físico de carne inmortal, corruptible y temporal y un espíritu del mundo; cuando se nace en el Reino de Cristo, se nace en esa sexta dimensión y se obtiene un cuerpo angelical. Ahora, encontramos que cuando nacimos en esta Tierra a través de nuestros padres terrenales, nacimos ¿a qué? A la vida, se nace a la vida para vivir en esta dimensión terrenal, pero ese nacimiento no fue a la Vida eterna, fue a la vida temporal; por eso va pasando el tiempo y la persona se va poniendo vieja y después se muere porque nació, sí, pero fue a la vida temporal. Pero en el Reino de Cristo los que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y son bautizados en agua en Su Nombre, Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento, nacen a la vida, ¿pero a qué vida? A la Vida eterna, y ya tienen Vida eterna y solamente les falta la transformación del cuerpo físico, en donde obtendremos Vida eterna física, un cuerpo eterno como el cuerpo eterno y glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Ésa es la promesa para todos los que reciben a Cristo como su Salvador. Dice San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Toda persona quiere ser salva, no quiere ser condenada y echada al lago de fuego que es la muerte segunda donde dejarán de existir las personas en cuerpo, espíritu y alma. Cristo dijo: “No temáis a los que matan el cuerpo y después no tienen potestad, autoridad, poder para matar el espíritu, teman a aquél que puede matar el cuerpo y el espíritu o el alma en el infierno.” A ése es al que hay que temer: a Dios. Ahora, en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice San Pablo: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos...”* O sea, que somos ciudadanos celestiales, toda persona creyente en Cristo nacida de nuevo es un ciudadano celestial. Así como usted es un ciudadano terrenal porque nació en esta Tierra físicamente y es un ciudadano de un país porque nació en un país por el nacimiento que usted obtuvo aquí en la Tierra por sus padres terrenales, usted es un ciudadano terrenal, pero por medio del nuevo nacimiento, ahora usted es también un ciudadano celestial; y mientras todavía tenemos este cuerpo de carne tenemos una ciudadanía terrenal de la nación en la cual hemos nacido, pero por medio del nuevo nacimiento tenemos una ciudadanía celestial, somos nacidos del Cielo porque el nuevo nacimiento es del Cielo. Y ahora, solamente nos falta el nuevo cuerpo, el nuevo cuerpo físico y eterno y glorificado, y cuando lo tengamos seremos ciudadanos celestiales totalmente. “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”* Nos va a transformar para que sea nuestro cuerpo físico semejante al cuerpo glorificado que Él tiene, y así obtendremos la semejanza física del Señor Jesucristo, un cuerpo glorificado y eterno como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. “*Por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Con ese poder que Él tiene Él va a transformar a todos los creyentes en Él, a todos los que perseverando continúan, persisten y siguen hacia adelante hasta obtener la victoria. Por lo tanto, continuamos perseverando hasta vencer, hasta obtener nuestra transformación, hasta obtener la inmortalidad física que Él ha prometido para todos los creyentes en Él. Y ahora, ¿cuántos han puesto su mano en el arado y han continuado perseverando, persistiendo, siguiendo hacia adelante? Todos nosotros, y vamos a tener un cuerpo físico, glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Toda persona que lo ha recibido como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en Su Nombre y ha recibido Su Espíritu Santo, ha obtenido el nuevo nacimiento y permanece perseverando hasta vencer, hasta obtener la victoria final y obtener el cuerpo eterno y glorificado. Ya al recibir a Cristo tenemos Vida eterna. Ahora, toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador no tiene Vida eterna y por consiguiente no tiene esperanza de volver a vivir y vivir eternamente, no tiene esa esperanza, porque no sabe que hay una Vida eterna la cual es impartida por Dios a través de Jesucristo para todos los que lo reciben como su Salvador personal y suficiente. San Pedro predicando el Día de Pentecostés estuvo hablando acerca de estas cosas, y también en el capítulo 4 del libro de los Hechos, versos 11 al 12, dice: “*Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo.* *Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”* No hay otro nombre en el cual el ser humano pueda obtener la salvación de su alma, no hay otro nombre en el cual el ser humano pueda obtener la Vida eterna, solamente hay uno y ese Nombre es SEÑOR JESUCRISTO. Ahora vean, en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 36 en adelante, el Día de Pentecostés el Apóstol Pedro predicando dice: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Por eso es que llamamos a Jesús Señor Jesucristo, porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo, porque en Jesús habitó la plenitud de Dios, la plenitud de la divinidad, o sea, Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo estaba en Jesucristo; por eso Él decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Y también Él dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido.” Y ahora, continuamos leyendo: “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Como tres mil personas creyeron la predicación del evangelio que Pedro tuvo aquel día, y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y obtuvieron el nuevo nacimiento, y fueron añadidos a la Iglesia de Jesucristo como tres mil personas. Ahora, en San Juan, capítulo 5, versos 10 al 13, dice... en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 al 13, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.* *El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.* *Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna* (tenemos Vida eterna por ser creyentes en el Nombre del Hijo de Dios, en Jesucristo) *y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”* ¿Cuántos han creído en el Hijo de Dios, Jesucristo y en Su Nombre? Todos nosotros, por lo tanto tenemos Vida eterna, esa es la buena noticia para todos los creyentes en Cristo, que tenemos Vida eterna, pero el que no cree no tiene Vida eterna, y por consiguiente no tiene la esperanza de volver a vivir en el Reino de Dios con Vida eterna. ¿Pero qué pueden hacer esas personas? Pues recibir a Cristo como su Salvador para que obtengan salvación y Vida eterna. Por lo tanto, en esta noche tienen la oportunidad de levantar sus manos y estaré orando por ustedes, para que Cristo les perdone, les reciba y les dé Vida eterna. Pueden levantar sus manos las personas que desean recibir a Cristo y estaré orando por ustedes en esta noche. Ya tenemos por aquí una persona, pueden ir pasando al frente y estaré orando por ustedes en esta noche. Todos los que en esta noche desean recibir a Cristo para que Cristo les perdone y les dé salvación y Vida eterna. Lo más importante es la Vida eterna, y esa vida está en Jesucristo nuestro Salvador. Cristo dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por mí.” O sea, que nadie puede obtener Vida eterna, a menos que sea a través de Jesucristo nuestro Salvador. Pueden continuar pasando y estaré orando por ustedes en esta noche, para que Cristo extienda Su Amor y Misericordia hacia ustedes y les dé salvación y Vida eterna, y así aseguren el futuro eterno de ustedes con Jesucristo en Su Reino, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Pueden continuar pasando y estaré orando inmediatamente, enseguida que pasen los últimos estaré orando por todos para que Cristo les reciba en Su Reino. Todavía siguen pasando más personas, por eso estamos esperando a que lleguen las que faltan porque también desean Vida eterna. Nadie quiere ser condenado, todos queremos vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y para vivir con Cristo en Su Reino hay que recibir al Rey de ese Reino, que es Jesucristo nuestro Salvador, ése es el único Reino que tiene Vida eterna, es el único Reino eterno, por lo tanto todos necesitamos estar dentro de ese Reino, el Reino de Dios, el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. ¿Y cómo entramos a él, a ese Reino? Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador personal y suficiente, y Él produce en nosotros el nuevo nacimiento y nacemos en Su Reino. Todavía siguen pasando más personas porque quieren vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Si vivir en esta Tierra, en estos cuerpos mortales es bueno, ¿cómo será vivir eternamente en un cuerpo eterno como el cuerpo eterno de Jesucristo nuestro Salvador? Será millones y millones y millones de veces más glorioso de lo que es vivir en este cuerpo mortal; el cuerpo eterno nunca se pone viejo, el cuerpo eterno nunca tiene necesidades, en el cuerpo eterno tenemos todo lo que nosotros deseamos, ésa es la clase de cuerpo que Él tiene para todos los que lo reciben y perseveran hasta obtener la victoria, hasta vencer. Vamos a dar unos segundos para que pasen los últimos que faltan de pasar y estaremos orando ya por todos ustedes. Los que desean entrar al Reino de Cristo y vivir eternamente, y que todavía no han pasado y que no han recibido a Cristo como su Salvador todavía, pueden pasar para ser incluidos en esta oración, en donde estarán dando testimonio de que han recibido a Cristo como su Salvador. Es un testimonio público, Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre Celestial.” Por lo tanto, para que Cristo nos confiese delante de nuestro Padre Celestial, tenemos que confesarlo nosotros a Él públicamente recibiéndolo como nuestro Salvador personal. Todavía veo personas moviéndose, que vienen de camino, por eso todavía no hemos comenzado a orar por ustedes, porque así como ustedes desean Vida eterna, vivir eternamente con Cristo en Su Reino, hay más personas que también desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Y estando viviendo aquí en la Tierra es que tenemos la oportunidad de recibir a Cristo como nuestro Salvador, después que la persona muere, ya no hay oportunidad de recibir a Cristo como Salvador. Todavía hay más personas que están por pasar y estamos esperando que lleguen para orar por todos los que ya han llegado. Si falta alguno, vamos a dar unos segunditos en lo que llegan... si mientras estamos orando alguno llega, se coloca junto a los demás que están ya aquí al frente y será también incluido en esta oración de profesión o confesión de nuestra fe en Jesucristo. Todavía veo más personas caminando, si falta alguno más puede pasar para que sea incluido en esta oración de confesión de fe en Cristo. Vamos a inclinar nuestros rostros para orar, y repitan conmigo lo que voy a decir: ***La Sangre del Señor Jesucristo me limpia de todo pecado, creo en el Sacrificio de Jesucristo en la Cruz del Calvario, creo que Él llevó mis pecados en la Cruz del Calvario, y creo que Su Sangre me limpia de todo pecado.*** ***En esta noche, Señor Jesucristo yo Te recibo como mi Salvador personal y suficiente, y Te ruego perdone mis pecados, y Te ruego me limpies con Tu Sangre preciosa de todo pecado; en Tus manos me encomiendo Señor Jesucristo, Te recibo públicamente en esta noche, Te confieso públicamente y deseo que Tú me confieses delante de Tu Padre Celestial y delante de los Ángeles del Cielo. En Tus manos me encomiendo en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Repitan conmigo: ***La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado. La Sangre del Señor Jesucristo me ha limpiado de todo pecado.*** Jesucristo ha perdonado vuestros pecados y con Su Sangre les ha limpiado de todo pecado. Y ahora, no tienen que repetir esta oración, inclinemos nuestros rostros. ***Padre nuestro que estás en el Cielo, ante Tu presencia vengo en el Nombre del Señor Jesucristo y traigo a Ti todas estas personas que han recibido a Cristo como su Salvador personal, Te ruego Padre Celestial les recibas en Tu Reino y Te ruego Señor, Dios Eterno que cuando sean bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo Tú les bautices con Espíritu Santo y Fuego y produzcas en ellos el nuevo nacimiento, y nazcan a la Vida eterna en Tu Reino glorioso. Padre Celestial, Te lo ruego en el Nombre del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Así como todos los que creyeron el Día de Pentecostés luego fueron bautizados, porque el segundo paso después de recibir a Cristo, el segundo paso es ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por eso Pedro les dijo: “*Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo.”* Y también el eunuco que escuchó a Felipe enseñándole, predicándole el Evangelio, luego le pregunta a Felipe cuando vio agua, le dice: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” Felipe le dice: “Si crees de todo corazón, bien puedes.” Y el eunuco le dice: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” Y bajaron del carro y Felipe lo bautizó en agua enseguida que creyó, porque luego de creer el otro paso es ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo donde la persona se identifica con Jesucristo en Su muerte, sepultura y resurrección. Por eso cuando la persona es bautizada, la persona ha muerto al mundo y ha nacido a Cristo y a esa vida nueva, la persona es sumergida representando que está siendo sepultado y luego cuando es levantado de las aguas, eso representa que ha resucitado con Cristo a una nueva vida, a una Vida eterna. Por lo tanto, ustedes se preguntarán: “Ya nosotros hemos creído de todo corazón en Jesucristo como nuestro Salvador, y ahora ¿cuándo puedo ser bautizado?” Por cuanto ustedes han creído de todo corazón, bien pueden ser bautizados esta misma noche. Vamos a preguntarle al Rvdo aquí, Carlos Elizondo, si hay agua, él dice que hay agua, ustedes también ven que hay agua, y se preguntarán: “¿Qué impide que yo sea bautizado?” No hay nada que impida, bien pueden ser bautizados esta misma noche, y hay vestiduras bautismales para que no mojen la ropa que tienen, también hay vestiduras bautismales, hay vestidores también, un lugar donde cambiarse de ropa, o sea, tienen todo lo que necesiten para luego de haber creído ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Por lo tanto, dejaré al Rvdo. Carlos Elizondo para que les indique hacia dónde caminar para conseguir las vestiduras bautismales y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, porque Él dijo: “El que creyere y fuere bautizado será salvo.” Por lo tanto, dejo al Rvdo. Carlos Elizondo para que les indique hacia dónde ir y ser cambiados de ropa para ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Que Dios les bendiga y les guarde, y nos veremos nuevamente, ya sea en estos cuerpos mortales, o en el nuevo cuerpo, y adelante perseverando, como dice nuestro tema: **“PERSEVERANDO HASTA VENCER.”** Que Dios les bendiga y les guarde a todos. “**PERSEVERANDO HASTA VENCER.”**