--- title: 'Los redimibles' date: 2003-08-17 activity: 1 place: city: Monterrey state: Nuevo León country: MX duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. En esta ocasión me acompañan mi esposa Erica y mis niñas América y Yahannah Gabriela, quienes están aquí, y a las cuales presentó también nuestro hermano Bermúdez; también me acompaña en este viaje, en este recorrido por la República Mexicana, la doctora Nelly Fuentes del Perú, de Lima Perú, y también mi copastor el Rvdo. José Benjamín Pérez, quien también les saludó hace algunos momentos; y también hay visitas de otros países, como de Norteamérica, los cuales están con nosotros también en esta actividad aquí en esta congregación. Que Dios les bendiga y les bendiga a todos ustedes también aquí presentes. Para esta ocasión hemos de leer en el capítulo 5 del Apocalipsis, versos 8 en adelante, aun podemos leer un poco antes para que tengamos el cuadro claro, vamos a leer en el capítulo 5 verso 1 en adelante, dice: “*Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.* *Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?* *Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.* *Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.* *Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.* *Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.* *Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.* *Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;* *y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;* *y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.* *Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,* *que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.* *Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.* *Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.”* ***Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra, y nos abra Su Palabra y nos abra el entendimiento para comprender Su Palabra. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Para nuestro tema: **“LOS REDIMIBLES.”** Tomamos el pasaje del verso 9 y 10, donde dice: “*Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;* *y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”* “Redimir,” significa volver o ser restaurado al lugar de origen. Una cosa que es redimida, una cosa que usted puede redimir es una cosa que era suya y por alguna causa o la vendió o la empeñó a alguien o en una casa de empeño; pero usted puede ir a aquél a quien se la vendió y comprársela de nuevo, pagar el precio del rescate o ir a la casa de empeño y pagar el precio del rescate, el precio acordado que usted pagaría cuando fuera a buscar la prenda que usted empeñó. Ahora, todo lo que es redimible estaba en aquél que lo va a redimir, pertenecía a aquél que lo va a redimir. Y ahora, los redimibles son aquellos que estaban en Dios, el Dueño original de toda la Creación. Y ahora, ¿cómo estábamos nosotros en Dios desde antes de la fundación del mundo?, para poder comprender este misterio de los redimibles, los cuales están señalados que estaban en Dios. En el Evangelio, según San Juan, Cristo nos habla algo muy importante, en el capítulo 14, verso 20 al 23, donde nos dice de la siguiente manera. En el capítulo 14, verso 20, dice: “*En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.”* Y ahora, ¿cómo Cristo estaba en el Padre y cómo nosotros estábamos en Cristo y Cristo en nosotros?, también en el verso 23 de ese mismo capítulo 14 de San Juan, dice: “*Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.”* Ahora, encontramos que así como Cristo estaba en el Padre, nosotros estábamos en Cristo. En el capítulo 16 ó 17 dice Cristo... comenzando en el verso 4: “*Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.* *Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.* *He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra.”* Estas personas que el Padre le ha dado a Cristo para que Cristo les dé salvación y Vida eterna, para que Cristo los redima, dice Cristo: “Tuyos eran (orando al Padre).” Por lo tanto, estas personas son de Dios, son almas de Dios que vienen cada uno en el tiempo que les toca aparecer en este planeta Tierra, y escuchan la predicación del Evangelio de Cristo, y reciben a Cristo como su Salvador personal, y Cristo perdona sus pecados, los limpia con Su Sangre preciosa de todo pecado, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen el nuevo nacimiento, nacen en el Reino de Cristo, nacen como hijos e hijas de Dios en el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios. Por eso fue que Cristo dijo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, verso 1 al 6: “*De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.* *Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?* *Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”* No puede entrar en el Reino de Dios. Nicodemo quedó muy sorprendido de estas palabras, y Cristo le dice: “*No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”* Y ninguna persona debe maravillarse de que es necesario nacer de nuevo, lo que debe hacer es desear nacer de nuevo. ¿Y cómo puede nacer la persona de nuevo? Cristo dijo: “Del Agua y del Espíritu.” Por lo tanto, necesita escuchar la predicación del Evangelio de Cristo para conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo. La Primera Venida de Cristo fue como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo. Juan el Bautista cuando presentó a Cristo dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Por lo tanto, Cristo vino para redimir a todos esos hijos e hijas de Dios, esas almas de Dios que estaban en Dios eternamente. Por lo tanto, estas personas que en el tiempo que les toca vivir en la Tierra reciben a Cristo como su Salvador, esas personas estaban eternamente en Dios y con Dios, son las almas de Dios, los hijos e hijas de Dios. Ahora, siendo que estaban en Dios eternamente son los redimibles, son las personas que Dios le dio a Jesucristo para que los redima, son las ovejas de las cuales Cristo habló diciendo que Sus ovejas oyen Su Voz y le siguen, Él también dijo que esas ovejas no perecerán jamás; eso está en San Juan, capítulo 10, luego continuamos con el capítulo 17, capítulo 10, verso 27, dice: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.* *Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.* *Yo y el Padre uno somos.”* Y ahora, en otra ocasión Cristo dijo: “Todo lo que tiene el Padre es mío.” Ahora, todas las ovejas del Padre, todas esas almas de Dios que estaban en Dios eternamente, ahora han sido entregadas a Cristo para que Cristo los redima, porque Cristo es el Redentor, el que toma esas almas de Dios, esas ovejas de Dios y las redime, las restaura al Redil de Dios, las restaura a la Vida eterna, las restaura a Dios, las reconcilia con Dios, porque la reconciliación del ser humano es a través de Jesucristo. Sin Cristo ninguna persona puede ser reconciliada con Dios. Ahora, los que serán reconciliados con Dios, serán los redimibles, todas esas personas que estaban en Dios desde antes de la fundación del mundo, estaban eternamente en Dios y con Dios; por lo tanto esas personas han venido de la eternidad a este planeta Tierra, y al venir a este planeta Tierra han nacido en medio y a través de una raza caída, de una raza que pecó en el Huerto del Edén y perdió la Vida eterna. Y al venir en medio de una raza que no tiene Vida eterna, aparecemos como mortales en este planeta Tierra, pero en nuestra alma somos inmortales; por lo tanto, Dios tiene un plan para que seamos redimidos. Vean lo que Dios habla acerca de Sus hijos, de esas almas de Dios, las cuales nunca comenzaron, estaban en Dios eternamente, son los atributos de Dios. Ahora, veamos aquí lo que nos dice Dios acerca de estas personas en el Salmo 82, verso 1 en adelante, dice: “*Dios está en la reunión de los dioses;* *En medio de los dioses juzga.”* Y luego más abajo en ese mismo Salmo 82, verso 6 en adelante, dice: “*Yo dije: Vosotros sois dioses,* *Y todos vosotros hijos del Altísimo.”* ¿De quién dice Dios: “Vosotros sois dioses”? De los hijos del Altísimo, de los hijos de Dios. Los hijos de Dios son eternos porque estaban en Dios eternamente. Cuando una persona es manifestado en la Tierra como un hijo o una hija de Dios, es cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador personal, y arrepentido de sus pecados pide perdón a Cristo, Cristo lo perdona y Cristo lo limpia con Su Sangre preciosa de todo pecado, y el ministro lo bautiza en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona ha obtenido el nuevo nacimiento, ha nacido en el Reino de Dios o Reino de Cristo como un hijo o una hija de Dios, ha sido manifestado como un hijo o una hija de Dios en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, ahí es donde nacen los hijos e hijas de Dios como hijos e hijas de Dios. Ahora, al venir a esta Tierra y nacer en medio de una raza mortal, nuestro cuerpo físico es mortal y obtenemos un espíritu del mundo y un cuerpo mortal, corruptible y temporal en la permisiva voluntad de Dios, pero la perfecta voluntad de Dios es que nosotros tengamos un espíritu eterno del Cielo y un cuerpo físico glorificado igual al cuerpo físico glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, ésa es la perfecta voluntad de Dios. Así está programado por Dios para cada hijo e hija de Dios. Un hijo o una hija de Dios es un descendiente de Dios, esos son los hijos e hijas de Dios. Así como nuestros hijos son nuestros descendientes; por eso aquí dice: “*Yo dije: Vosotros sois dioses,* *Y todos vosotros hijos del Altísimo;* *Pero como hombres moriréis,* *Y como cualquiera de los príncipes caeréis.”* Ahora, podemos ver que en la permisiva voluntad de Dios hemos pasado por esta dimensión terrenal como mortales en cuanto al cuerpo físico, pero con la promesa divina de que Dios enviaría un Redentor para redimir a todos esos hijos e hijas de Dios, a todas esas almas de Dios que aparecerían en esta Tierra con cuerpos mortales, para Cristo redimirlos y colocarlos Cristo en Su Reino con Vida eterna, y darles un espíritu del Cielo, un cuerpo angelical de la sexta dimensión; y luego, en el Día Postrero, en adición darle un cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. La Redención del cuerpo es nuestra transformación, donde obtendremos el cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado. De esto habló el Apóstol Pablo en Romanos, capítulo 8, cuando nos dice... capítulo 8, verso 14 en adelante: “*Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.* *Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!* (Abba significa Padre, Abba, Padre)*.* *El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.* *Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”* ¿Ven? Vamos a ser glorificados, vamos a tener un cuerpo glorificado igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, lo que sufrimos aquí en la Tierra no es comparable con la gloria venidera y las bendiciones venideras que hemos de tener cuando tengamos el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno. Por eso dice San Pablo: “*Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.* *Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.”* La manifestación de los hijos de Dios en cuerpos eternos, en cuerpos inmortales; y cuando tengamos el cuerpo nuevo, el cuerpo eterno, entonces estaremos libertados físicamente también, estaremos libres de las enfermedades, estaremos libres de la vejez, estaremos libres de las arrugas, estaremos libres de las canas, estaremos libres de la muerte, estaremos libres de todas esas cosas que corresponden al cuerpo mortal, porque ya entonces tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible, glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Ésa es la meta de Dios para cada uno de los redimibles que son los atributos de Dios, los hijos e hijas de Dios, las almas de Dios que estaban en Dios y con Dios eternamente. Sigue diciendo San Pablo: “*Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;* *porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.* *Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;* *y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”* La Adopción es la Redención del cuerpo, la Adopción es cuando obtengamos el cuerpo nuevo y eterno. Para los muertos en Cristo la Adopción física será la resurrección de ellos en un cuerpo nuevo, eterno y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y para nosotros la Adopción será cuando seamos transformados y obtengamos el cuerpo glorificado; pero si alguno se va antes, si alguno muere físicamente, no tienen ningún problema, va a vivir al Paraíso, y cuando Cristo resucite todos los santos, los muertos creyentes en Él que han partido, lo resucitará a cualquiera de los nuestros que también haya partido, y aparecerá nuevamente a nosotros, pero en un cuerpo joven y eterno, glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Por lo tanto, los que tienen familiares creyentes en Cristo que han partido, si eran ancianos cuando partieron, no estén esperado que regresen en la resurrección como un ancianito o una ancianita, esperen el regreso de ellos como unos jovencitos que representarán de 18 a 21 años de edad, así es el cuerpo glorificado que Cristo ha prometido para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Ése es el Programa de la Redención para los redimibles, que son todas esas almas de Dios que estaban eternamente en Dios. Para que tengan una idea de cómo estábamos en Dios, leemos en Hebreos, capítulo 6 y 7, vamos a ver cuál de los dos capítulos es el más adecuado... capítulo 7 de Hebreos, versos, versos 5 en adelante... 4 en adelante, dice: “*Considerad, pues, cuán grande era éste, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín.”* O sea, diezmó a Melquisedec, el cual es Rey de Salem, o sea, de Jerusalén, y es Rey de paz y es Rey de justicia, y es Sacerdote del Dios Altísimo, es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial. Y ese Melquisedec se hizo hombre y habitó en medio de la raza humana y fue conocido por el nombre de Jesús. Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial, por eso Cristo está en el Cielo, en el Templo Celestial, en el Lugar Santísimo haciendo intercesión con Su propia Sangre por toda persona que lo recibe como Su Salvador personal, y Cristo con Su Sangre lo limpia de todo pecado, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, la persona (por el ministro) y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona obtiene su Redención. Cristo llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario y ahora ha estado haciendo intercesión en el Cielo, para que se materialice en las personas esa Redención y sean redimidos por Cristo nuestro Salvador. Ésa es la Obra de Intercesión que Cristo está haciendo en el Templo Celestial, en el Lugar Santísimo del Templo Celestial, donde Él entró con Su propia Sangre. Como hacía el sumo sacerdote en el templo terrenal el día diez del mes séptimo de cada año, que era el día de la expiación, donde entraba con la sangre de la expiación, la sangre del macho cabrío que era sacrificado por Jehová y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio. El propiciatorio es el lugar más importante porque en el propiciatorio, que es de oro, que es la tapa del arca del pacto, están los dos querubines de oro y en medio de los dos querubines de oro está Dios en esa Luz, en la Luz de la *Shekinah,* en esa Luz llamada la Columna de Fuego o Pilar de Fuego. Y ahí era donde el sumo sacerdote llegaba y con su dedo esparcía siete veces de la sangre que él llevaba en una vasija que era la sangre del macho cabrío de la expiación que había sido sacrificado. Y Cristo entró no al templo terrenal sino al Templo Celestial, al Cielo y entró hasta el Lugar Santísimo y con Su propia Sangre Él ha estado haciendo intercesión por todos los redimibles, por todos los que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero que es el Libro de los Siete Sellos, que Cristo, el Cordero con siete cuernos toma y luego lo abre en el Cielo. Todos los hijos e hijas de Dios están escritos en ese Libro de Los Sellos que es el Libro de la Vida del Cordero, y ésas son las personas que serán redimidas, ésas son las personas llamadas: los escogidos de Dios, los predestinados de Dios desde antes de la fundación del mundo. Cristo dijo que esas personas eran las ovejas del Padre, las cuales el Padre le dio a Él, a Cristo, para que les dé Vida eterna, para que las redima y las restaure a la Vida eterna. Ahora, continuemos leyendo aquí: “*Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque éstos también hayan salido de los lomos de Abraham.* *Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas.* *Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor.* *Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive.* *Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos;* *porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.”* Ahora, Leví es el hijo, uno de los hijos de Jacob, y Jacob es hijo de Isaac, e Isaac es hijo de Abraham; por lo tanto Leví es el bisnieto de Abraham y estaba en los lomos de Abraham, en los lomos de su bisabuelo estaba Leví, por eso cuando pagó a Melquisedec los diezmos, ahí estaba Leví también pagando los diezmos. Y ahora, para que lo entiendan más claro, siendo que nuestro cuerpo físico ha venido por medio de la unión de nuestro padre con nuestra madre, nuestro cuerpo físico estaba en nuestro padre, y antes de estar nuestro padre, pues estaba en nuestro abuelo, y antes de estar en nuestro abuelo, estaba en nuestro bisabuelo. Ahora, lo vamos a entender más fácil. Cristo dijo en una ocasión, en el Evangelio según San Juan, capítulo 12, verso 24: “*Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”* El grano de trigo al ser sembrado en la tierra, nace en la forma de una planta de trigo, y luego crece y lleva mucho trigo, lleva muchos granos de trigo. Y ahora, Cristo siendo tipificado en el grano de trigo, Cristo siendo el Hijo de Dios es la semilla, la simiente de Dios; y por consiguiente usted y yo estábamos en Dios y de Dios pasamos a Cristo, porque Dios le dio, Dios el Padre le dio a Cristo todas Sus ovejas, Dios el Padre le dio a Cristo (el grano de trigo) todos los demás granos de trigo que vendrían a existencia, Dios le dio a Jesucristo, el Hijo de Dios, todos los demás hijos de Dios que vendrían a existencia. Ahora, usted toma un grano de trigo y si usted sabe de agricultura, usted dice: “Aquí yo tengo una planta de trigo con muchos granos de trigo.” Y cualquier persona que lo escuche a usted hablar, si no sabe nada de la agricultura, dice: “Ese hombre está loco, o esa mujer está loca,” pero usted no está loco, usted sabe que en ese grano de trigo potencialmente hay una planta de trigo con muchos granos de trigo, y la prueba de eso: de que usted no está loco cuando usted piensa o habla así, es que usted siembra ese grano de trigo si es un grano de trigo original, usted lo siembra y luego nace una planta de trigo, y luego sigue creciendo y nacen muchos granos de trigo. ¿Y dónde estaban esos granos de trigo? ¿Y dónde estaba esa planta de trigo? Estaba en el grano de trigo. Cristo es el Grano de trigo, la Planta de trigo es la Iglesia del Señor Jesucristo, y los granos de trigo son los creyentes en Cristo, los cuales lo han recibido como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego y han obtenido el nuevo nacimiento, y han nacido en la Planta de trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo. Ningún hijo o hija de Dios, ninguno puede nacer como un hijo de Dios o una hija de Dios, como un grano de trigo, a menos que sea en la Planta de trigo: la Iglesia del Señor Jesucristo, no puede nacer en otro lugar. Ahora, hemos visto que en un grano de trigo que usted tenga, ahí está una planta de trigo con muchos granos de trigo, aunque usted no pueda ver esa planta de trigo, y esos otros granos de trigo. Cuando Cristo hablaba estas cosas, nadie podía ver que en Cristo Dios había colocado todos los hijos e hijas de Dios. Ahora, encontramos que en Cristo todos nosotros estábamos como atributos divinos, como esas almas de Dios que vendrían a ser manifestadas en la Tierra en cuerpos mortales, corruptibles y temporales, para hacer contacto con Cristo y obtener la Redención, y ser restaurados a la Vida eterna. Y ahora, es con la Sangre de Cristo que Él nos ha redimido y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes. Y ahora, vean ustedes la posición tan importante que tienen todos los hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios: son Reyes, Sacerdotes y Jueces también. “Porque los Santos juzgarán al mundo y aun a los ángeles (eso está en Primera de Corintios, capítulo 6, verso 1 en adelante).” Por lo tanto, los santos de Dios juzgarán al mundo, por lo tanto la judicatura, el poder judicial, pertenece a Cristo y todos los atributos de Dios, que son los hijos e hijas de Dios, y la teocracia que tiene que ver con la judicatura, pertenece a Cristo y todos los hijos e hijas de Dios, los cuales son coherederos con Cristo nuestro Salvador. A todo lo que Jesucristo es heredero, también son coherederos con Cristo todos los hijos e hijas de Dios, todas las personas que son redimibles, los cuales reciben a Cristo como su Salvador en el tiempo que les toca vivir. Ésta es la identificación de un hijo o una hija de Dios: que oye la Voz de Cristo y lo recibe como su Salvador. Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” Y también Él dijo... eso es en el capítulo 10, versos 27 en adelante de San Juan, y el capítulo 8, verso 47, Cristo dijo: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” Porque el que es de Dios, es un hijo de Dios y escucha la Voz de su Padre Celestial. Ahora, encontramos que todos estos hijos e hijas de Dios, son los redimibles. Ahora, veamos algo más: les había dicho que cuando usted tiene un grano de trigo, usted ahí tiene una planta de trigo, y ahí están también todos los granos de trigo que fueron colocados en ese grano de trigo. Y el grano de trigo representa a Cristo, la planta representa la Iglesia, y los granos de trigo representan ¿a quiénes? A todos nosotros; dondequiera que fue llevado el grano de trigo, la semilla, allí estaban la planta de trigo y los demás granos de trigo. Y dondequiera que Cristo estuvo, allí estaba la Iglesia de Jesucristo y estaban todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo, todos esos atributos de Dios estaban en Jesucristo nuestro Salvador. ¿Dónde estaba usted cuando Jesucristo estaba aquí en la Tierra predicando? Usted y yo estábamos en Jesucristo y con Jesucristo. ¿Dónde estaba usted y dónde estaba yo cuando Dios, por medio de Jesucristo, estaba creando el Universo? Estábamos con Jesucristo en la Creación del Universo. Job, capítulo 38, verso 6 en adelante, dice... y ése es Dios hablándole a Job, dice capítulo 38, verso 3 en adelante dice, y eso es Dios hablándole a Job, dice, capítulo 38, verso 3 en adelante, dice Dios a Job: “*Ahora ciñe como varón tus lomos;* *Yo te preguntaré, y tú me contestarás.* *¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia.* *¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes?* *¿O quién extendió sobre ella cordel?* *¿Sobre qué están fundadas sus bases?* *¿O quién puso su piedra angular,* *Cuando alababan todas las estrellas del alba,* *Y se regocijaban todos los hijos de Dios?”* ¿Dónde estábamos nosotros? En Cristo y con Cristo. Así como la planta de trigo con todos los granos de trigo ¿dónde estaba antes de aparecer? En el grano de trigo, en la semilla. Ahora, hemos visto lo sencillo que es todo esto. Ahora, leemos en Colosenses, donde San Pablo, el cual es un conocedor de estos grandes misterios de Dios, dice en el capítulo 1 de Colosenses, verso 12 en adelante: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.”* Vean, los santos en luz tienen una herencia: toda la Creación, es una herencia de y para los hijos de Dios, incluyendo también la Vida eterna. Pero por cuanto todo estaba en Cristo y por medio de Cristo todo fue creado, Dios creó toda la Creación, todo el Universo por medio de Jesucristo nuestro Salvador, el cual estaba en Su cuerpo angelical, y nosotros estábamos en Él y con Él. Por lo tanto, si Él es heredero a toda la Creación, nosotros somos coherederos con Él. Es como en la familia: en la familia encontramos que la esposa con los hijos son coherederos de todo lo que tiene el esposo, son coherederos de toda esa herencia. Ahora, continuamos leyendo: “*El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas.”* O sea, nos ha librado del poder, de la potestad y gobierno del maligno y del reino del maligno, como Dios libertó al pueblo hebreo a través del Profeta Moisés de la esclavitud en Egipto, los libró del poder del faraón, del poder de ese reino del farón. El faraón representa al diablo, y el reino del faraón representa al reino del diablo, al reino de las tinieblas, y Dios reflejó en esa liberación que realizó con el pueblo hebreo, reflejó la liberación que Él realizaría con todas esas almas de Dios, todas esas almas redimibles que Dios, por medio de Cristo, libertaría del reino del maligno, del reino de las tinieblas. “*El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”* Y ahora, nos ha libertado del reino de las tinieblas y nos ha colocado en el Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos ha colocado en la Iglesia del Señor Jesucristo: “*En quien tenemos redención por su sangre...”* ¿Ven? La Redención es por medio de la Sangre de Cristo, y los redimibles obtienen esa Redención por medio de la Sangre de Cristo, creen en Jesucristo y Su Sangre. “*En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”* El perdón de pecados no se puede obtener, a menos que sea a través de Jesucristo. La Redención no se puede obtener a menos que sea a través de Jesucristo y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario. Por lo tanto, el arrepentimiento y el perdón de los pecados se predica en el Nombre del Señor Jesucristo, para que las personas reciban a Cristo como su Salvador, arrepentidos de sus pecados, y obtengan el perdón de sus pecados: “*Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”* ¿Y qué es la imagen del Dios invisible? Es el cuerpo angelical llamado en el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová, y llamado en el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová, y llamado en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante: “El Verbo que era con Dios y era Dios, el cual creó todas las cosas, por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” O sea, que sin el Verbo, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, sin Él nada de lo que ha sido fue hecho, o sea, que toda la Creación divina la llevó a cabo Dios por medio de Jesucristo, estando Jesucristo en Su cuerpo angelical. ¿Que Cristo antes de venir a la Tierra existía? Claro que si, vean aquí lo que a continuación vamos a leer, dice... ahora, el Verbo luego se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo (eso está en San Juan, capítulo 1, verso 14). Ahora, en San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante dice Cristo: “*Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.* *Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?* *Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy.”* ¿Cómo era Jesucristo antes de Abraham? Él era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el que libertó al pueblo hebreo, aquél que le había hablado a Abraham, que la simiente de Abraham sería peregrina, que viviría en una tierra ajena y que estarían esclavos por cuatrocientos años, pero Dios los libertaría y castigaría a la nación que los esclavizaría, y saldrían en la cuarta generación, en la cuarta generación Dios los regresaría a la tierra prometida, a la tierra donde estaba viviendo Abraham. De eso es que habla el capítulo 15 del Génesis, y luego en el Éxodo, capítulo 3 ya Dios cumple lo que le prometió enviando al Profeta Moisés, para la liberación del pueblo hebreo. Dios por medio de Su Ángel, el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, libertaría al pueblo hebreo, pero usaría un velo de carne llamado Moisés. “Porque Dios no hará nada sin que antes revele sus secretos a sus siervos, sus Profetas.” Por eso Dios ha estado obrando en el Antiguo Testamento a través de hombres llamados Profetas, los cuales tienen las dos conciencias juntas y pueden ver y escuchar en otra dimensión, y pueden escuchar la Voz de Dios y tener visiones divinas, y ver a Dios y ver a los Ángeles, ver a Dios en Su cuerpo angelical, el cuerpo angelical de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, llamado el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento. Ahora, podemos ver que Jesucristo es nada menos que un ser eterno que apareció en la Tierra para llevar a cabo la Obra de Redención, para redimir a todas las personas redimibles, a todos los que estaban en Dios eternamente, los cuales entrarían al Programa de la Creación original. Sigue diciendo: “*El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.”* O sea, que antes de Cristo no existía la Creación, no existía el Universo: “*Porque en él fueron creadas todas las cosas.”* Y ahora, en Jesucristo fueron creadas todas las cosas. Dios en Cristo colocó todo lo que Él iba a crear, así como en cada semilla Dios colocó lo que iba a producir esa semilla; encontramos que una semilla de aguacate, tiene en sí el potencial, potencialmente tiene un árbol de aguacate con muchos aguacates (potencialmente). Pero para que aparezcan, aparezca ese árbol de aguacate con muchos aguacates, tiene que ser sembrada esa semilla para que nazca, crezca el árbol y lleve los aguacates. Así también es con un grano o una semilla de trigo: tiene que ser sembrado para que nazca en forma de una planta de trigo para que lleve mucho trigo. Y ahora, en Cristo, en Él fueron creadas todas las cosas. O sea, que todo el Programa de la Creación divina Dios lo colocó en Cristo, Cristo es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, Cristo es el cuerpo angelical de Dios. Y por consiguiente, a través de Cristo Dios habló a existencia toda la Creación, cada cosa en su debido lugar, porque todo el Programa de Creación Dios lo colocó en Cristo y a través de Cristo lo trajo a existencia, el mundo invisible y luego el mundo visible. “Porque lo que se ve, fue hecho de lo que no se veía.” Dice Hebreos, capítulo 11, versos 1 al 3. Ahora vean: “*Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.”* O sea, que Él es el dueño, el heredero de toda la Creación, y Él es también el Creador, Dios por medio de Cristo en Su cuerpo angelical creó los Cielos y la Tierra, como dice Génesis, capítulo 1, verso 1: “*En el principio creó Dios los cielos y la tierra.”* Y ahora, encontramos que fue por medio de Jesucristo, el cual estaba en Su cuerpo angelical y el cual es la imagen del Dios invisible. Dice: “*Todo fue creado por medio de él y para él.* *Y él es antes de todas las cosas.”* ¿Ven? Jesucristo es antes de todas las cosas, Jesucristo es antes del planeta Tierra, Jesucristo es antes que el sol, Jesucristo es antes que la luna, Jesucristo es antes que el sistema solar en el cual está el planeta Tierra, Jesucristo es antes de la galaxia, la vía láctea, donde está y a la cual pertenece nuestro sistema solar. Por lo tanto, Cristo es antes de la vía láctea, y Jesucristo es antes que todas las galaxias, Jesucristo es antes que todas las estrellas, Jesucristo es antes que el Universo, porque Jesucristo estaba en Dios y salió de Dios, Él es el cuerpo angelical de Dios y por medio de Jesucristo Dios creó los Cielos y la Tierra. Ahora, podemos ver que Jesucristo es más grande de lo que los seres humanos se imaginaban cuando Él estuvo en la Tierra, y lo que se imaginan muchas personas. Jesucristo es nada menos que la imagen del Dios Viviente, y también Él es la semejanza física del Dios Viviente. En Su cuerpo físico, el cual ya fue glorificado, Él es la imagen o la semejanza física del Dios Viviente, y en Su cuerpo espiritual, cuerpo angelical Él es la imagen del Dios Viviente. Dios en Cristo está en toda Su plenitud, en Jesucristo moró, mora y morará eternamente la plenitud de la Divinidad, en Jesucristo está la plenitud de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por eso Él decía: “El Padre que mora en mí, Él hace las obras.” Él decía que Él no hacía nada de Sí mismo, sino que era el Padre el que hacía las obras, era el Padre el que sanaba los enfermos, era el Padre el que resucitaba los muertos, era el Padre también el que hablaba través de Él. Él decía: “Yo no hablo nada de mí mismo, sino que como yo oigo al Padre hablar, así es como yo obro, así es como yo hablo.” Las palabras que Jesús hablaba, no eran palabras humanas, eran las palabras divinas, era Dios hablando a través de un velo de carne llamado Jesús. Así como las palabras que usted habla no las habla su cuerpo físico de sí mismo, su cuerpo físico de sí mismo no puede hablar nada. ¿Cómo que no puede hablar nada mi cuerpo físico o el cuerpo físico suyo? Claro que no, cuando sale el alma y el espíritu del cuerpo suyo, el cuerpo queda sin vida, porque el cuerpo sin espíritu está muerto, y luego cualquier persona le habla a ese cuerpo y no puede hablar nada, porque no puede hablar nada de sí mismo. Es la persona, el alma que mora en el cuerpo físico, el alma de la persona es la que habla a través de Su cuerpo espiritual usando el cuerpo de carne. Por eso es que Dios juzgará a los seres humanos conforme a las intenciones del corazón, conforme a las intenciones del alma, porque usted y yo somos alma viviente, eso es lo que es en realidad el ser humano: **alma**, pero tiene un cuerpo espiritual llamado **espíritu**, y tiene un **cuerpo físico** de carne para manifestarse y vivir en esta Tierra y así llevar a cabo ese término de vida que Dios le da, para que haga contacto con Cristo la Vida eterna, y confirme su lugar en la Vida eterna, y obtenga la Redención de su alma, y obtenga así la salvación y Vida eterna. Si la persona pierde la oportunidad de recibir a Cristo como su Salvador, la cual todo ser humano tiene, si la deja pasar, después no tendrá otra oportunidad. “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y pierde su alma?” preguntó Cristo en San Mateo, capítulo 16, verso 26 en adelante: “*Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”* Así que cada persona que vive en esta Tierra debe comprender que no apareció en esta Tierra por mera casualidad, sino que Dios le ha enviado a vivir en esta Tierra, no para que se convierta en una persona multimillonaria, sino para que reciba a Cristo como su Salvador, para que obtenga la Redención de su alma. Ése es el propósito por el cual vivimos en esta Tierra, y para que así obtengamos el nuevo nacimiento y nazcamos de nuevo, para que cada persona nazca en el Reino de Jesucristo, nazca en la planta de trigo, la Iglesia del Señor Jesucristo: ése es el propósito divino por el cual usted y yo vivimos en este planeta Tierra. Por eso Cristo también dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia.” El Reino de Dios es lo primero que todo ser humano está llamado a buscar, y algunas personas eso es lo último que buscan, y algunas veces ni lo buscan, y terminan sus días aquí en la Tierra sin buscar y entrar al Reino de Dios, por lo tanto, esas personas perdieron su tiempo aquí en la Tierra. Pero darán cuenta a Dios, porque Dios les dio la oportunidad de recibir a Cristo como su Salvador personal. Ahora, lo más importante para todo ser humano es la Vida eterna, esta vida terrenal es tan corta, que no es comparable ni siquiera con el Reino Milenial de Cristo que serán mil años, y mucho menos, y mucho menos es comparable con la eternidad. Por lo tanto, el que es fiel en lo poco, en este lapso de tiempo temporal que Dios nos da, será colocado en lo mucho: en la Vida eterna con Cristo en Su Reino. Por lo tanto, toda persona está llamada a buscar el Reino de Dios, ¿y cómo lo hace? Escuchando la predicación del Evangelio de Cristo, y recibiendo a Cristo como su Salvador, siendo bautizado en agua en Su Nombre, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y la persona recibe así el nuevo nacimiento, nace como un hijo o como una hija de Dios en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la planta de trigo producto de Cristo el grano de trigo. Ahora, continuemos aquí con las palabras de San Pablo en Colosenses, capítulo 1 que estábamos leyendo aquí, donde estamos leyendo, donde sigue diciendo, el verso 17, vamos a continuar ahí en el verso 17, dice: “*Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;* *y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;* *por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.”* ¿En quién habitó toda plenitud? En Jesucristo nuestro Salvador. ¿Y qué es habitar toda plenitud en Cristo? Padre, Hijo y Espíritu Santo, todo habitó en Jesucristo nuestro Salvador. Cuando Juan bautizó a Jesús dijo que vio el Espíritu Santo descender sobre Jesús, y cuando Cristo predicó o habló en el capítulo 4 de San Lucas, Él dijo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido.” Y siguió enumerando las cosas para las cuales había sido ungido. ¿Dónde estaba el Espíritu de Dios? En Jesús. ¿Dónde estaba Dios el Padre? En Jesús, la plenitud de Dios estaba en Jesucristo el Hijo de Dios, la plenitud de la Divinidad, y por consiguiente todo el Programa de la Creación también, y todo el Programa de la Redención también. Por lo tanto, Dios, que es el Redentor de Israel, el cual es el Redentor para todo ser humano, estaba en Cristo para llevar a cabo la Obra de Redención. Sigue diciendo: “*Y por medio de él* (o sea, por medio de Cristo) *reconciliar consigo todas las cosas.”* Dios por medio de Cristo reconciliar consigo todas las cosas. “*Así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.* *Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado.”* Y ahora, Dios por medio de Jesucristo nos ha reconciliado, ¿por qué? Porque somos redimibles. Siendo redimibles, siendo almas de Dios, ovejas del Padre Celestial dadas a Cristo para que nos dé Vida eterna, Él nos ha redimido y nos ha dado Vida eterna. De eso también habló San Juan, en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* ¿Dónde está la Vida eterna? En el Hijo de Dios: Jesucristo nuestro Salvador. La ciencia está buscando el origen de la vida, y el origen de la vida está en Cristo, la ciencia está buscando la forma de alargar los años a los seres humanos, y todo ese misterio está en Jesucristo. Cristo nos alarga los años a tal grado, que los alarga para que nunca terminen, nos da Vida eterna, eso es lo que Cristo hace, o Dios hace por medio de Cristo para todos aquellos que lo reciben como su Salvador personal: “*El que tiene al Hijo, tiene la vida.”* O sea, el que tiene a Cristo *acá* en el alma, tiene la Vida eterna. ¿Y quiénes son los que tienen al Hijo? Los que lo han recibido como su Salvador. “*El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida.”* Aunque cree que tiene la vida, lo que tiene es una vida temporal que no sabe ni siquiera cuántos años le va a durar, porque la persona puede decir: “Yo estoy joven todavía, y hay muchas personas que tienen 80 años y están vivas.” Pero eso es esa persona, pero usted no sabe cuántos años usted va a vivir en el cuerpo de carne, hoy está vivo, pero dentro de un minuto puede ser que no esté vivo, por lo tanto le conviene asegurar su futuro eterno con Jesucristo para que obtenga la salvación y Vida eterna, y tenga la esperanza de que cuando terminen sus días en este cuerpo de carne usted viva eternamente con Cristo en Su Reino. Él nos dará un nuevo cuerpo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y en ese cuerpo nuevo no habrá muerte, no habrá enfermedad, no habrá vejez, todo será juventud, felicidad y Vida eterna. “*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”* La buena noticia para los creyentes en Cristo es que tenemos Vida eterna, aunque nuestro cuerpo físico se ponga viejo y muera, eso no es ningún problema, Cristo tiene para nosotros un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y aun cuando un creyente en Cristo muere, sigue viviendo en su cuerpo angelical, va al Paraíso a vivir, y allí espera con todos los santos que han partido, hasta que Cristo termine de completar Su Iglesia. ¿En dónde? En Su Cuerpo Místico de creyentes, en la planta de trigo, ahí es donde Él completa todo el fruto de la planta de trigo producto de Cristo el grano de trigo; y cuando entre hasta el último escogido de Dios, cuando entre al Cuerpo Místico de Cristo hasta el último redimible, se habrá completado el fruto en la planta de trigo, se habrá completado la Iglesia de Jesucristo, Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo, y se levantará del Trono de Padre y tomará el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos y lo abrirá en el Cielo y hará Su Obra de Reclamo. En ese Libro está todo el Programa de la Creación original, por eso ahí están los nombres suyos y el nombre mío escrito ahí desde antes de la fundación del mundo. Es un Libro abstracto que contiene todo lo que Dios crearía, es un Libro que contiene los nombres de todos los hijos e hijas de Dios que serían manifestados y que serían redimidos, y obtendrían la restauración a la Vida eterna. Por lo tanto, estando escritos nuestros nombres en el Libro de la Vida del Cordero, así como los de edades pasadas escritos en el Libro de la Vida del Cordero, escucharon la predicación del Evangelio cuando Cristo envió un Mensajero en cada edad, y le reveló a ese Mensajero Su Palabra, ese Mensajero proclamó la Palabra de Dios, y los que son de Dios escucharon la Voz de Dios en ese tiempo, recibieron a Cristo como su Salvador, lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo, fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego y obtuvieron el nuevo nacimiento, nacieron en la Iglesia del Señor Jesucristo, nacieron en el Reino de Cristo como hijos e hijas de Dios, y obtuvieron un cuerpo angelical de la sexta dimensión. Y para este tiempo final en algunos de los años de este nuevo milenio que ha comenzado, Cristo completará Su Iglesia, y luego se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, hará Su Obra de Reclamo, resucitará a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados y a nosotros nos transformará, y entonces todos tendremos un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. De esto fue que habló San Pablo en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, cuando dijo: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos.”* ¿Cómo hemos venido a obtener la ciudadanía celestial? Así como obtuvimos la ciudadanía terrenal en la nación donde nacimos por causa del nacimiento natural que obtuvimos a través de nuestros padres terrenales. Al obtener el nuevo nacimiento hemos obtenido la ciudadanía celestial. “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”* ¿Ven? La Segunda Venida de Cristo es para Él en Su Obra de Reclamo transformar nuestros cuerpos físicos, para que nuestro cuerpo físico sea igual al cuerpo físico glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Dice: “*El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya.”* ¿Ven? Para que sea semejante al cuerpo de Cristo, para así tener la semejanza física de Cristo. “*Por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Con ese poder con el cual Él sujeta a Sí mismo todas las cosas y le da a toda la Creación continuidad de vida, con ese poder Él transformará nuestros cuerpos físicos si permanecemos vivos hasta que Cristo complete Su Iglesia y se levante del Trono del Padre y tome el Título de Propiedad. Pero si usted parte antes, no se preocupe, regresará en un cuerpo nuevo y eterno; pero siendo que los creyentes en Cristo reciben un cuerpo angelical cuando obtienen el nuevo nacimiento, y cuando mueren físicamente se van a vivir al Paraíso en ese mismo cuerpo angelical, pues algunas personas pensarán y dirán: “Pues yo quiero ya partir de aquí.” Pablo decía: “Me gustaría partir del cuerpo para estar presente ante Dios, pero me conviene más estar aquí en la Tierra por causa de vosotros. Por lo tanto, prefiero y desearía no ser desvestido.” Recuerden que el cuerpo físico es una vestidura de carne donde habita usted como alma viviente, y Pablo decía: “No quisiera ser desvestido, sino revestido.” O sea, ser revestido con el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno, el cuerpo glorificado que Cristo ha prometido para mí, ¿y para quién más? Para cada uno de ustedes también. Y Pablo, pues deseaba ser revestido, o sea, ser transformado, pero él aunque murió va a ser resucitado en el cuerpo nuevo, en el cuerpo glorificado que Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él, y nosotros los que vivimos y permanecemos vivos hasta ese momento seremos transformados, y entonces todos seremos jóvenes representando de 18 a 21 años de edad. Los niños serán transformados también, y luego irán a los mayores, y los mayores lo que van a tener será de 18 a 21 años, mirarán y dirán: “Mira, ya no soy un niñito ni un bebé, ya soy un jovencito o una jovencita.” Y el ancianito dirá: “Y ahora ya yo no soy un viejito, o una viejita, soy un jovencito.” Y los jóvenes dirán: “Y yo soy un joven, o una joven, pero en un nuevo cuerpo, el cual no se pondrá viejo. Por lo tanto, ya yo no llegaré a esa etapa donde tú llegaste en el cuerpo físico, que llegaste a ser un anciano o una anciana.” Y los niños podrán decir: “Tampoco nosotros, tampoco vamos a llegar a ser viejos, permaneceremos jóvenes para toda la eternidad.” Esto es porque somos redimibles, hemos sido redimidos por Jesucristo con Su Sangre preciosa derramada en la Cruz del Calvario, y lo hemos recibido como nuestro Salvador personal y Él nos ha limpiado con Su Sangre de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos sobre la Tierra con Cristo por el milenio y por toda la eternidad. Y por cuanto somos coherederos con Cristo, Cristo es el heredero al Reino de Dios en la Tierra, Él es el heredero al Trono de Dios, y nosotros somos coherederos también con Él. Por lo tanto, estaremos con Él en ese Reino Milenial como Reyes. Él es también el Melquisedec, Sumo Sacerdote del Templo Celestial, y Él nos ha hecho a nosotros Sacerdotes también. Por lo tanto, somos Sacerdotes del Orden Celestial, el cual será establecido en esta Tierra físicamente. Está establecido pero espiritualmente, porque la Iglesia está en esa etapa espiritual, pero pronto será establecido ese Orden Sacerdotal en este planeta Tierra en el Reino Milenial de Cristo, para así toda cosa espiritual religiosa que se lleve a cabo en el Reino Milenial de Cristo, sea ministrada por Cristo y Sus escogidos, por Cristo, el Sumo Sacerdote, y Sus escogidos que son Sacerdotes con Él. Por lo tanto, para el Reino Milenial el orden sacerdotal levítico no existirá, ya delante de Dios no existe, ese orden sacerdotal ya terminó hace unos dos mil años aproximadamente, y todavía el pueblo hebreo no lo sabe; pero ya ese orden sacerdotal terminó hace tiempo. El Orden Sacerdotal que ha estado funcionando con Dios, es el Orden Sacerdotal de Melquisedec, del cual Jesucristo es el Sumo Sacerdote, y el cual ha estado con Su Sangre haciendo intercesión por cada persona redimible. Vean, en este mismo pasaje que estábamos leyendo de Hebreos, capítulo 7, sigue diciendo en el verso 11: “*Si, pues, la perfección fuera por el sacerdocio levítico (porque bajo él recibió el pueblo* (hebreo) *la ley), ¿qué necesidad habría aún de que se levantase otro sacerdote, según el orden de Melquisedec, y que no fuese llamado según el orden de Aarón?”* Vean, Cristo, el Sumo Sacerdote Celestial, no es del orden de Leví, no es descendiente de Leví, y no es del orden de Aarón, porque de Aarón es que salían todos los sumos sacerdotes, de la descendencia de Aarón. Y ahora, si Cristo estuviera en la Tierra no podría ser sacerdote del orden levítico, porque no nació por medio de la descendencia de Aarón. Pero Cristo es Sacerdote, Sumo Sacerdote de un Orden Celestial; ese Orden Celestial de Melquisedec se reflejó en el orden levítico, se reflejó el Sumo Sacerdocio Celestial, se reflejó en el sumo sacerdocio de Aarón y los descendientes de Aarón que serían sumos sacerdotes. Sigue diciendo: “*Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley.”* Y ya el sacerdocio levítico fue cambiado por el Sacerdocio Celestial, el Sacerdocio de Melquisedec. Por eso ya el pueblo hebreo no tiene templo, fue destruido el templo por el General romano Tito, y donde estaba el templo fue construido otro templo: la Mezquita de Omar, que no tiene nada que ver con la religión hebrea. Y ya no tienen dónde ir a sacrificar los sacrificios que realizaban durante el año, no tienen dónde ir a sacrificar el macho cabrío de la expiación para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios. Pero sí hay un Templo que tiene un Sumo Sacerdocio, un Sumo Sacerdote, y tiene la Sangre de la Expiación: es el Templo Celestial de Dios, y tiene como Sumo Sacerdote a Jesucristo nuestro Salvador, haciendo intercesión con Su propia Sangre. Ya el orden sacerdotal terrenal del pueblo hebreo, bajo la descendencia de Aarón, ya no existe delante de Dios; por medio de ese sumo sacerdocio terrenal, ya las personas no pueden recibir los beneficios de Dios, las bendiciones de Dios, tiene que ser por medio del Orden Sacerdotal Celestial de Melquisedec. Y Melquisedec, el Sumo Sacerdote del Templo Celestial es Jesucristo nuestro Salvador, y Su Sangre es la Sangre del Nuevo Pacto, del pacto eterno. Ya el pacto antiguo terminó, y hay un Nuevo Pacto conforme a como Dios había prometido por medio del Profeta Jeremías en el capítulo 31, verso 31 en adelante. Hay un Nuevo Pacto al cual entran todos aquellos que reciben a Cristo como su Salvador personal. Ya toda persona tiene la oportunidad de entrar al Nuevo Pacto por medio de Jesucristo nuestro Salvador, no necesita ser un hebreo físicamente, pues ya el pacto que Dios había establecido con los hebreos, ya ese pacto terminó, y esa Dispensación de la Ley terminó. Pero ahora hay un Nuevo Pacto y hay una nueva Sangre, la cual había sido reflejada en la sangre de los animalitos del sacrificio, pero ahora esa sangre es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. En el capítulo 21, verso 31 en adelante de Jeremías, dice: “*He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.* *No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.* *Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”* Y ahora, tenemos un Nuevo Pacto, y la Sangre del Nuevo Pacto es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. En la última cena Cristo tomando el pan dijo... partió dando gracias a Dios, partió y dijo: “Comed, éste es mi cuerpo que por muchos es partido.” Y luego tomó la copa de vino y dijo, bendiciendo, dijo: “Tomad, esto es la Sangre, ésta es la copa del Nuevo Pacto en mi Sangre, que por muchos es derramada.” La Sangre de Cristo fue derramada en la Cruz del Calvario por muchos: por los redimibles, por todas esas almas de Dios que estaban en Dios eternamente, y el que es de Dios es un alma de Dios, y el que es de Dios, la Voz de Dios oye. “Y toda planta que no sembró mi Padre Celestial (dice Cristo), será desarraigada” (Capítulo 15, verso 13 de San Mateo). Y toda planta que el Padre Celestial no sembró son seres humanos, representados en la cizaña, en la parábola del trigo y de la cizaña, la planta que el Padre Celestial no sembró es la cizaña, de la cual Cristo dice que el que sembró la cizaña es el diablo, y la cizaña son los hijos del diablo, los hijos del malo, y del trigo Cristo dice que es el Hijo del Hombre el que siembra la buena semilla, y la buena semilla son los hijos del Reino, los hijos de Dios, los redimibles. Ahora, podemos ver este misterio de los redimibles. Hay personas que no son redimibles: la cizaña no es redimible; el trigo sí es redimible, porque el trigo estaba en el grano de trigo que fue sembrado en tierra. En Jesucristo nuestro Salvador estaban todos los granos de trigo de la Planta de Trigo, estaban todos los hijos e hijas de Dios de la Iglesia del Señor Jesucristo. Ésas son las personas redimibles que cuando vienen a este planeta Tierra, escuchan la predicación del Evangelio de Cristo y reciben a Cristo como su Salvador personal, son lavados por la Sangre de Cristo, limpiados de todo pecado y son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego y obtienen el nuevo nacimiento, y así obtienen la redención, son redimidos por Cristo. Dice Cristo en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16 (ya resucitado y glorificado), dice: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* Tan simple como eso: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Será condenado por incrédulo, por no creer en Jesucristo el Hijo de Dios. Toda persona que quiere vivir eternamente en el Reino de Cristo, pues tiene que recibir al Rey de ese Reino, que es Jesucristo nuestro Salvador. San Pedro, el Día de Pentecostés en el capítulo 2, verso 36 en adelante, predicando dijo: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Por eso es que a Jesús lo llamamos Señor JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo. “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Como tres mil personas recibieron a Cristo como su Salvador y fueron perdonados y lavados por la Sangre de Cristo y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y fueron añadidos a la Iglesia como tres mil personas. Ahora, podemos ver el Programa de Redención para los redimibles, para los que pueden ser redimidos. “*El que creyere y fuere bautizado, será salvo.”* Ésas son las personas que arrepentidos de sus pecados reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo los bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y obtienen el nuevo nacimiento, y obtienen la Redención de su alma, obtienen la salvación y Vida eterna, y así aseguran su futuro eterno. Ése es el futuro que todos tienen que asegurar: su futuro eterno, y solamente hay uno que les puede asegurar el futuro: Jesucristo nuestro Salvador. Ninguna otra persona les puede asegurar su futuro eterno, solamente hay uno y se llama Señor Jesucristo. Por lo tanto, asegure su futuro eterno con Jesucristo nuestro Salvador, creyendo al Evangelio de Cristo, recibiéndolo como su Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, siendo bautizado en Agua en Su Nombre y recibiendo el Espíritu Santo, y así obteniendo el nuevo nacimiento, y así entra al Reino de Dios y tiene ahí Vida eterna, y vivirá eternamente con Cristo en Su Reino en un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo, el Hijo de Dios, el cual es nuestro Hermano mayor. “**LOS REDIMIBLES.”** Esos son los que en cada tiempo han recibido a Cristo como su Salvador personal. ¿Y quiénes son los redimibles de este tiempo final? Nosotros que hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador personal, y los que faltan por recibir a Cristo como su Salvador, lo recibirán si son redimibles. Por lo tanto, los que en esta tarde todavía no han recibido a Cristo como su Salvador, necesitan recibirlo para que obtengan la Redención de su alma, obtengan el perdón de sus pecados, sean limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y Fuego y obtengan el nuevo nacimiento, y así entren al Reino de Cristo con Vida eterna. Y tengan la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino en un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y puedan decir: “Cristo con Su Sangre nos ha redimido para nuestro Dios de todo linaje, pueblo, nación y lengua y nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos con Él, con Cristo, reinaremos con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad.” “**LOS REDIMIBLES.”** Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con los redimibles en esta tarde dándoles testimonio de nuestro tema: **“LOS REDIMIBLES.”** Que las bendiciones de Jesucristo, nuestro Salvador sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y que los que en esta tarde todavía no han recibido a Cristo como su Salvador y están aquí presentes o escuchan esta conferencia a través de este video, sepan que si están escuchando esta conferencia, si están aquí presentes o a través de este video en algún país o a través de esta conferencia impresa en un folleto, están leyendo, sepan que ustedes están leyendo o escuchando y viendo esta conferencia porque ustedes son redimibles también. Por lo tanto, necesitan aprovechar la oportunidad que Cristo les da para obtener la Redención del alma, para obtener el perdón de sus pecados, ser limpiados con la Sangre de Cristo, ser perdonados y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y obtener así la Redención del alma, y obtener así salvación y Vida eterna, para vivir eternamente con Cristo en Su Reino, y así usted tendrá asegurado su futuro eterno, porque no hay otra cosa más importante que la Vida eterna, eso es lo más importante, por eso fue que Cristo vino: para darnos Vida eterna, para redimirnos, para reconciliarnos con Dios y restaurarnos a la Vida eterna. Para todos los que en esta tarde desean que Cristo tenga Misericordia de ustedes, para todos los que todavía no han recibido a Cristo y desean que Cristo tenga Misericordia de ustedes, y desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino, dejaré al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para que ore por ustedes, podrán levantar sus manos y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín entenderá que ustedes desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino y desean que Cristo les perdone y les limpie con Su Sangre preciosa y les dé Vida eterna. Dejaré al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para que ore por ustedes, pueden levantar sus manos y también pueden pasar al frente para que el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ore por todos ustedes, porque ustedes son redimibles, ustedes son personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de los Siete Sellos, en el Libro de la Vida del Cordero. Por lo tanto, ustedes son personas redimibles, pueden ser redimidos por Jesucristo nuestro Salvador, pueden ser perdonados, pueden ser limpiados con la Sangre de Cristo de todo pecado y pueden ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y pueden recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y entrar así al Reino de Dios, al Reino de Cristo nuestro Salvador, y obtener así salvación y Vida eterna. Ya tenemos al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para orar por todas las personas que levantarán sus manos y luego pasarán al frente para que Cristo tenga Misericordia de ustedes y obre la Redención de sus almas, o sea, la materialice en ustedes. Ya Él la realizó en la Cruz del Calvario pero ahora las personas cuando reciben a Cristo en ellos se hace realidad esa Obra de Redención que Él llevó cabo en la Cruz del Calvario. Ya tenemos al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín aquí para orar por las personas que pasarán al frente. Mañana estaré en Topochico para los hermanos que están allá en Topochico, en la actividad correspondiente al día de mañana que será ¿a qué hora Miguel? A eso de las 6:00 de la tarde Dios mediante. Oren mucho por esa actividad, para que Dios derrame Sus bendiciones sobre todos los que estarán presentes y sobre todos los que luego escucharán esa conferencia. Ya tenemos al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para orar por todas las personas que desean que Cristo tenga Misericordia de ustedes y que desean vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Que Dios les bendiga y les guarde, y muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, de Jesucristo nuestro Redentor. “**LOS REDIMIBLES.”**