--- title: 'El testimonio de la Escritura' date: 2003-06-08 activity: 1 place: city: Guatemala state: country: GT duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban todos saludos de mi esposa Erica, y también los niños reciban saludos de América y de Yahannah Gabriela. Leemos en San Juan, capítulo 5, verso 30 en adelante, donde Cristo hablando, dice (San Juan, capítulo 5, verso 30 en adelante): “*No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juico es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.* *Si yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio no es verdadero.* *Otro es el que da testimonio acerca de mí, y sé que el testimonio que da de mí es verdadero.* *Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él dio testimonio de la verdad.* *Pero yo no recibo testimonio de hombre alguno; mas digo esto, para que vosotros seáis salvos.* *El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz.* *Mas yo tengo mayor testimonio que el de Juan; porque las obras que el Padre me dio para que cumpliese, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado.* *También el Padre que me envió ha dado testimonio de mí. Nunca habéis oído su voz, ni habéis visto su aspecto,* *ni tenéis su palabra morando en vosotros; porque a quien él envió, vosotros no creéis.* *Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.”* Así habló Cristo a los judíos que no querían creer en Él, y les dijo que escudriñaran las Escrituras, porque las Escrituras daban testimonio de Él, de que Él era el enviado de Dios, porque ya Dios lo había anunciado en las Escrituras. Nuestro tema es: **“EL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS.”** A través de las Escrituras podemos ver que todo lo que Dios hará, siempre Él lo ha anunciado antes de hacerlo. Y el anuncio de lo que Dios va a ha hacer es la Palabra profética. En la profecía bíblica está todo lo que Dios llevaría a cabo. Por eso la Escritura, siendo la Palabra profética de Dios, es una antorcha y una luz que alumbra en lugar oscuro. Vean, en Segunda de Pedro, capítulo 1, dice, del verso 19 en adelante, dice: “*Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;* *entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,* *porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.”* Por eso la Escritura es tan importante para la raza humana: porque la Escritura contiene la Palabra profética; la Escritura fue dada por inspiración del Espíritu Santo para la raza humana. Por lo tanto, en la Escritura está el testimonio de Dios, del Padre, acerca de cada enviado que Él tiene para cada edad y para cada dispensación. Por ejemplo, veamos el testimonio de la Escritura acerca de Juan el Bautista: en el capítulo 40 del libro del Profeta Isaías, dice del verso 3 en adelante: “*Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.* *Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.* *Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado.”* Y ahora, antes de cumplirse la Venida del precursor de la Primera Venida de Cristo, que fue Juan el Bautista, y antes de cumplirse la Venida del Señor, Su Primera Venida ya estaba profetizada aquí en la Palabra profética, en la Escritura ya estaba profetizado lo que iba a suceder, lo que Dios iba a cumplir; y ése es el testimonio del Padre: Dios, el Padre, dando testimonio en la Escritura de lo que Él va a realizar, de lo que Él va a hacer. Y cuando apareció Juan el Bautista en la escena, vean, ya Dios había dado testimonio en el Antiguo Testamento acerca de que Él lo enviaría. También en Malaquías, capítulo 3, dice: “*He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”* Y ahora, aquí también en Malaquías, capítulo 3, verso 1 al 2 (verso 1), está el testimonio que el Padre da acerca del precursor de la Primera Venida de Cristo, y acerca del precursado, acerca de la Primera Venida de Cristo. Aquí habla del precursor y del precursado, del que viene preparándole el camino al Señor, y luego habla del Señor apareciéndole: el Señor, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que se haría hombre, se haría carne en medio de la raza humana, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Todo eso que estaría sucediendo estaba en la Escritura, en la Palabra profética, y eso era el testimonio del Padre acerca de Su Hijo, Jesucristo, el cual Dios envió para que llevara a cabo la Obra de Redención en favor de cada uno de nosotros. Por eso Jesús podía decir que el Padre daba testimonio acerca de Él. *Aquí* está el testimonio del Padre. También Dios da testimonio acerca de ustedes y acerca de mí también. Por lo tanto, aquí en la Escritura está el testimonio que Dios da acerca de todos nosotros. En una ocasión Cristo cuando envió a Sus discípulos a predicar y a sanar enfermos y a echar fuera demonios: ellos salieron, fueron predicando el Evangelio del Reino, y sanando enfermos y echando fuera demonios; y cuando regresaron, le dan la noticia a Cristo que tuvieron éxito en su viaje misionero o viaje evangelístico. Y Cristo dice a ellos: “No os gocéis...” Porque ellos vienen diciendo: “Mira, aun, hasta los demonios, hasta los espíritus malos se sujetan a nosotros en Tu Nombre, o sea, los sacamos en Tu Nombre, están dentro de las personas, y ellos salen.” Cristo les dice: “No os gocéis de que los espíritus se os sujeten, se sujeten a ustedes en mi Nombre; gozáos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.” Y ahora, ése es el testimonio que la Escritura da, acerca también de todos nosotros: que nuestros nombres están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por eso también la Escritura da testimonio de nosotros, diciendo (el mismo Cristo): “El que es de Dios, la Voz de Dios oye.” También Él dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen.” ¿Por qué seguimos a Cristo nosotros? Porque somos ovejas del Señor, tenemos nuestros nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y por eso escuchamos Su Voz y lo recibimos como nuestro Salvador, y lo seguimos. Él mismo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” Vean en San Juan, capítulo 10, nos dice el mismo Cristo, hablándonos, dice: “Yo...” Capítulo 10, verso 14 en adelante, dice: “*Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,* *así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas* (Él puso Su vida por nosotros)*.* *También tengo otras ovejas que no son de este redil* (o sea, que son personas de entre los gentiles)*; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* Eso es lo que Cristo dijo acerca de las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna: escucharán la Voz de Cristo, la Voz de Cristo en medio de Su Iglesia, de etapa en etapa, llamando y juntando Sus ovejas en el Redil del Buen Pastor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y el Buen Pastor es nuestro amado Señor Jesucristo; y la Voz de Cristo, el Buen Pastor, es la Voz del Espíritu Santo en medio de la Iglesia, de edad en edad, manifestándose a través de cada Mensajero que Él ha enviado en cada edad, a través del cual Cristo en Espíritu Santo ha llamado y juntado Sus ovejas de cada edad. Y para este tiempo final el testimonio de la Escritura es en San Mateo 24, verso 31, donde dice: “*Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”* Ése es el testimonio que la Escritura da acerca de ustedes y acerca de mí, y acerca de toda persona que en este tiempo final escucha la Voz del Espíritu Santo, la Voz de Cristo, llamándolo y juntándolo en el Redil del Señor, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa es la promesa divina para este tiempo final, para el llamado de todos los escogidos de Dios. Ahora, podemos ver que el testimonio de la Escritura es lo más importante, para que sea la base de la Obra que Dios lleva a cabo en cada tiempo; primero tiene que estar hablada en la Escritura. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos, Sus Profetas.” Amos, capítulo 3, verso 7. Por lo tanto, Dios tiene que haber hablado por medio de Sus Profetas, las cosas que Él va a hacer, las cosas que Él va a realizar, en este planeta Tierra. Ahora, encontramos en el libro del Profeta Isaías, otros lugares como el capítulo 45 de Isaías, verso 11 en adelante, donde dice: “*Así dice Jehová, el Santo de Israel, y su Formador: Preguntadme de las cosas por venir; mandadme acerca de mis hijos, y acerca de la obra de mis manos.* *Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre. Yo, mis manos, extendieron los cielos, y a todo su ejército mandé.”* Y ahora, encontramos que Dios muestra aquí que Él dará a conocer las cosas que Él va a hacer con Su pueblo; antes de hacerlas, ya Él ha dicho las cosas que Él va a hacer. Ahora, es necesario escudriñar las Escrituras, porque ahí está contenido todo el Programa que Dios llevará a cabo. Encontramos a través de la historia de la raza humana, que todo lo que Dios ha realizado, ya había sido hablado por Dios de antemano. Por lo tanto, la Escritura, la Palabra profética, es como una antorcha que alumbra en lugar oscuro, es una Luz para la raza humana, que les muestra las cosas que Dios va a hacer. Por eso pueden levantarse personas diciendo cosas y diciendo que Dios está haciendo ciertas cosas; pero llévelos al testimonio de la Escritura; tiene que estar *aquí* cualquier cosa que Dios haga en este tiempo, como estaba en la Escritura lo que Dios hizo en el tiempo de Moisés. Vean, la liberación del pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, no fue algo que Dios se inventó en los días de Moisés, ya eso estaba en la Escritura, en la Palabra profética. Vean, aquí en el capítulo 15 del Génesis, verso 12 en adelante, cuando Dios le reveló a Abraham el patriarca, lo que iba a suceder con su descendencia (aunque todavía Abraham no tenía hijos a través de Sara, pero ya Dios le está dando de antemano la Palabra profética de lo que sucederá con la descendencia de Abraham, que vendrá a través de Sara, la esposa de Abraham). Dice el capítulo 15 del Génesis, verso 12 en adelante: “*Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.* *Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.* *Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.* *Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.”* Abraham duró, vivió, 175 años. ¿Será eso una buena vejez? Ya quisieran todos ustedes, y yo también, en este cuerpo de carne, vivir 175 años. Sigue diciendo: “*Y en la cuarta generación volverán acá...”* Vean cómo ya Dios tiene ordenado todo lo que va a hacer con Su pueblo Israel. “*Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.”* Ahora, vean cómo Dios le habla de la descendencia de Abraham, cuando Abraham todavía no tenía hijos, y Abraham ya estaba avanzado en edad; pero ya Dios le había prometido que tendría un hijo a través de su esposa Sara. Y lo que Dios ha dicho, nada lo puede estorbar. De ahí, la edad de Abraham, de ahí la edad de Abraham y Sara eran un estorbo para Dios cumplir lo que Él le había prometido a Abraham. Ya cuando Abraham tiene 100 años, y Sara tiene 90 años, llega el hijo prometido, nace Isaac a un matrimonio que ya tenían, uno 100 años y el otro 90 años. Dios rejuveneció a Abraham y rejuveneció a Sara, para que tuvieran el hijo prometido; pues el año anterior de Sara tener el hijo, fue el tiempo donde Elohim, donde Dios, le apareció a Abraham, con dos varones más, que son los Arcángeles Gabriel y Miguel. Eso está allá en el capítulo 18 del Génesis. Y Abraham reconoció que ahí estaba Dios, Elohim, el mismo que le había hablado en otras ocasiones, y ahora se había materializado delante de Él. Dios había tomado del polvo de la tierra y había formado, creado, para él un cuerpo, para el Arcángel Miguel otro cuerpo, y para el Arcángel Gabriel otro cuerpo; y aparecieron como dos seres humanos, como tres seres humanos, como tres personas, a Abraham. Y Abraham los invita a un almuerzo y les dice: “Les voy a preparar un becerro tierno y panes, al rescoldo, y también leche del rebaño,” y así por el estilo; todo lo que va con una buena comida para un buen invitado. Y Elohim, Dios, aceptó la invitación, y Abraham tuvo el privilegio de tener los tres invitados más importantes: eran seres celestiales que se habían materializado en la Tierra, por eso podían comer. Si estuvieran en el cuerpo angelical no podían comer. Y ahora, encontramos que comen con Abraham la ternera que les había preparado, y luego Elohim le confirma a Abraham la promesa del hijo que en otras ocasiones Dios le había prometido. Así que no era la primera ocasión en que Dios le dio la promesa a Abraham de que le daría un hijo y que su nombre sería Isaac. En las otras ocasiones que le habla de ese hijo prometido, y le dice que él va a tener (Abraham) un hijo, eso es confirmándole la promesa que le dio originalmente. Y ahora, ese hijo sería tipo y figura de Cristo. Y ahora, encontramos que el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra, fue que Abraham tuvo la visita de Elohim con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel. Y luego pasaron a Sodoma y Gomorra en la tarde, y ya en la mañana vino la destrucción para Sodoma y Gomorra, una destrucción de fuego, tipo y figura de la destrucción del reino de los gentiles que vendrá en este tiempo final, que será de fuego, fuego atómico. Una tercera guerra mundial va a llevarse a cabo en este tiempo final; y eso va a producir ese día ardiente como un horno; los volcanes también van a entrar en erupción (todos); y van a venir también las diferentes plagas, juicios divinos, que están en el libro del Apocalipsis, como vinieron las plagas sobre el reino o imperio del faraón, cuando Dios fue a libertar al pueblo hebreo. Para este tiempo final Dios estará libertando al pueblo hebreo, a ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, y por consiguiente vendrán las plagas bajo el ministerio de los Dos Olivos, que es el ministerio de Moisés y de Elías. Ahora, encontramos que para ese tiempo ya Cristo habrá salido del Trono de Intercesión en el Cielo, y por consiguiente ya se habrá convertido en el León de la Tribu de Judá, ya no será el Cordero de Dios y Sumo Sacerdote, para interceder por las personas que quieran recibir la Misericordia de Dios, sino que será el León de la Tribu de Judá, el Juez de toda la Tierra, para juzgar la raza humana. Para ese tiempo ya no habrá Misericordia para la raza humana. El tiempo de Misericordia es mientras Cristo está en el Trono de Intercesión en el Cielo, mientras Él está allí desde que ascendió al Cielo. Él está como Sumo Sacerdote en el Cielo, haciendo intercesión delante del Padre por cada persona que lo recibe como su Salvador, Él perdona los pecados de la persona y con Su Sangre lo limpia de todo pecado (al que lo recibe como su Salvador), y la persona es bautizada en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, pues Cristo dijo: “Id por todo el mundo, y predicad el Evangelio a toda criatura, el que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Ese es el testimonio de la Escritura: San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16. Por lo tanto, ninguna persona podrá decir: “Es que yo no le hago mal a nadie, por lo tanto, si soy bueno voy al Cielo.” No, si no ha recibido a Cristo como su Salvador, y no ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y no ha sido bautizado en agua en el Nombre de Jesucristo y no ha recibido el Espíritu Santo, no ha obtenido el nuevo nacimiento y no ha entrado al Reino de Dios, por lo tanto está perdida la persona. No es por buenas obras, es por Gracia que somos salvos, por la fe en Jesucristo nuestro Salvador, recibiéndolo como nuestro Salvador. Por lo tanto, viendo que éste es el testimonio de la Escritura, entonces toda persona tiene que enfrentarse al testimonio de la Escritura, y lo que está escrito en la Biblia, porque eso es la Palabra de Dios, lo que Dios dice para ustedes y para mí también. Nuestra fe no puede estar basada en sentimientos o sentimentalismos humanos, tampoco puede ser basada en ideas humanas, no puede ser basada en conjeturas humanas, sino que tiene que estar basada en el testimonio de la Escritura, porque el testimonio de la Escritura es lo que Dios ha dicho. Eso es ASÍ DICE DIOS. Por lo tanto, como Él ha dicho, así es. No podemos ni añadirle ni quitarle. No es esto un tal vez, sino esto es un ASÍ DICE EL SEÑOR. Por lo tanto, tenemos que quedarnos con el testimonio de la Escritura. Las personas del tiempo de Juan el Bautista y de Jesús, tenían sus propias interpretaciones acerca de lo que la Palabra de Dios decía con relación a la Venida del Mensajero que le prepararía el camino al Señor, y con relación a la Venida del Señor. Y esas interpretaciones humanas le hicieron tanto daño a la gente de aquel tiempo, que apareció Juan el Bautista, el precursor de la Primera Venida de Cristo, y no lo pudieron reconocer. ¿Por qué no pudieron reconocer al Mesías y al precursor, Juan el Bautista? Porque estaban ciegos espiritualmente. Cristo les decía: “Ciegos, guías de ciegos. Si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo, en el hueco.” Y toda persona que no está basado en el testimonio de la Escritura, está ciego espiritualmente. Por eso Cristo les decía: “Escudriñad las Escrituras, porque ellas son las que dan testimonio de mí.” O sea, que las Escrituras decían que Dios enviaría un Mensajero preparándole el camino al Señor, y luego vendría el Señor, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová. Ése era el testimonio de la Escritura para la Primera Venida de Cristo y su precursor, Juan el Bautista. ¿Pero qué pasó? No quisieron creer en el testimonio de la Escritura, y allí estaba Juan el Bautista. Y ellos podían decir: “Nosotros estamos esperando al Profeta Elías, él se fue en un carro de fuego y tiene que venir en un carro de fuego; porque la Escritura dice que Dios enviará a Elías.” Pero la interpretación que ellos le dieron estaba mal, ellos tenían que quedarse con el testimonio de la Escritura y esperar un hombre en el cual y a través del cual Dios cumpliera la promesa de la preparación del pueblo para la Venida del Señor. Vean aquí en Malaquías, capítulo 5, verso 5 en adelante, dice: “*He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible* *El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición.”* Y ahora, ellos sabían que estaba en la Escritura, la profecía de que Dios enviaría a Elías. Pero ellos interpretaron que tenía que ser literalmente el Profeta Elías. Y cuando Dios promete que enviará un Profeta que ya Él había enviado en el pasado, lo que Dios hace es que envía el Espíritu Santo en un hombre nuevo, en otro hombre, y opera el mismo ministerio que estaba en aquel profeta, lo opera en otro hombre, y ése otro hombre en cuanto a su ministerio es el Elías que tenía que venir. Ahora, veamos la interpretación humana de los teólogos de aquel tiempo estaba equivocada; no sería Elías literalmente, sería un hombre con el espíritu y virtud de Elías que aparecería en la Tierra, y no tenía que llamarse Elías literalmente, podía tener otro hombre. Vean, en el libro o Evangelio según San Lucas, capítulo 1, verso 11 en adelante, dice, hablando del sacerdote Zacarías cuando le estaba ofreciendo el incienso, a la hora del incienso en el templo, dice capítulo 1, verso 11 en adelante de San Lucas: “*Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.* *Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.* *Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída...”* Y la oración de todos ustedes y las mías, también son escuchadas cuando las dedicamos y dirigimos a Dios. Este Arcángel tiene que ver con las oraciones de los santos, es el mismo Arcángel que le apareció al Profeta Daniel, y le dijo que Daniel era muy amado en el Cielo, y que desde que Él hizo la oración, fue oída su oración, y por esa causa Él (el Arcángel Gabriel) había venido a Daniel: para darle la respuesta de su oración, y también para hacerle saber todo lo que estaba escrito en el Libro de la Verdad; porque el Arcángel Gabriel es el Arcángel Profeta de la sexta dimensión, que conoce el contenido del Libro de la Verdad, el contenido de todas las cosas que han de suceder. Y es el Arcángel que es enviado en diferentes tiempos, para dar a conocer a los Profetas de Dios lo que va a suceder. Sigue diciendo: *“...porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.”* Todo eso está contenido en el Libro de la Verdad en el Cielo, y por consiguiente tiene que cumplirse aquí en la Tierra, como está en el Cielo ya establecido; porque todo lo que Dios hace en la Tierra, Él ya lo pensó y lo determinó desde antes de la fundación del mundo. Así como cuando un ingeniero construye un edificio, ya eso estaba determinado, ya todo eso estaba en un plano, ya todo eso había sido pensado y había sido colocado en un plano, todo había sido ya planificado de antemano. Y Dios, el Arquitecto y constructor, creador del Universo completo, ¿no va a pensar primero y a planificar todo lo que Él va a crear? Claro que sí. Él no hace nada si primero no ha pensado, Dios no hace nada si primero no lo ha pensado, lo ha determinado. Por lo tanto, ya eso queda establecido por Dios, ya eso queda como un Programa que Dios va a llevar a cabo en el tiempo que Él ha determinado. No puede llevarlo a cabo fuera del tiempo que ya él lo determinó, como un constructor (un constructor) no puede construir el último piso del edificio, no lo puede construir en la planta baja, tiene que construirlo cuando llega el tiempo para construirlo, y tiene que construirlo en la parte más alta, porque es la parte señalada en el plano para ser construido. Y así es Dios: ya Dios planificó todo. Dios tiene Su plano de todo lo que Él va a crear, y todo está en el Libro de la Verdad, todo está escrito en el Libro de la Vida del Cordero, todo está en el Libro sellado con Siete Sellos, todo está allí, todo el Programa de Creación. Por eso el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, y capítulo 10, verso 1 en adelante de Apocalipsis, es un Libro abstracto, un Título abstracto, un Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, de toda la creación. Pero lo abstracto tiene que concretarse al materializarse, al cumplirse lo que está ahí. Por lo tanto, Dios lo que ha estado haciendo es concretando todo lo que está en el Título de Propiedad abstracto, que es el Libro sellado con los Siete Sellos. Y ahí están los nombres escritos, de todos los hijos e hijas de Dios, que serían manifestados en este planeta Tierra. Esos hijos e hijas de Dios, recibirían a Cristo como su Salvador en el tiempo que les tocaría vivir en este planeta Tierra, y esos son las ovejas que el Padre le ha dado a Cristo, para que les dé Vida eterna, esas son las ovejas que Cristo ha venido a buscar y a salvar. Están escritos en el Cielo los nombres de esas personas. Por eso Cristo dijo: “No os gocéis de que los espíritus se os sujetan en mi Nombre, gozaos de que vuestros nombres están escritos en el Cielo.” Por lo tanto, usted se encuentra en este planeta Tierra, porque antes de la fundación del mundo, Dios lo determinó así. ¿O es que acaso usted dijo antes de aparecer en la Tierra: “Yo quiero aparecer en este tiempo final, yo quiero aparecer en el fin del siglo XX y comienzos del siglo XXI, quiero vivir en ese tiempo.”? No. ¿Y entonces por qué usted apareció aquí? Porque Dios, que es Soberano, dijo que usted viniera a esta Tierra. Y cuando Dios diga: “Tu tiempo ha terminado en la Tierra. Así que tienes que dejar el cuerpo terrenal.” Y usted no podrá decir: “No, todavía yo no me quiero ir.” Usted se tiene que ir, porque Dios es Soberano, y Él es el que ordena cuándo usted tenía que aparecer en la Tierra, y cuándo usted tiene que irse de este planeta Tierra. Ahora, lo importante es que nosotros comprendamos que estamos aquí en la Tierra por un propósito divino y para un propósito divino. No estamos aquí con el propósito que comúnmente las personas piensan, de nacer, comer, dormir, estudiar, trabajar, ponerse uno viejo y después morir. Estamos aquí en la Tierra para el propósito que Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y las demás cosas serán añadidas.” Por lo tanto, estamos aquí para buscar el Reino de Dios y Su justicia. ¿Y cómo vamos a buscar y entrar al Reino de Dios? Cristo dijo a Nicodemo en una ocasión en que Nicodemo fue a Jesús de noche para hablar con Él. En el capítulo 3 de San Juan, verso 1 en adelante, dice: “*Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.* *Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.* *Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios* (o sea, no lo puede entender)*.* *Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?* *Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.”* Y ahora, Cristo dijo: “Buscad primeramente el Reino de Dios.” Y ahora, para entrar al Reino de Dios, Nicodemo le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto?” Y Cristo le dice que tiene que nacer de nuevo, tiene que nacer del Agua y del Espíritu, tiene que escuchar la predicación del Evangelio de la Gracia, en donde es presentado Cristo, es presentada la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, muriendo por todos nosotros, para que así cada persona crea en la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y recibe a Cristo como su Salvador personal. Eso es nacer del agua, y nacer del espíritu, eso es recibir el Espíritu Santo. Por lo tanto, toda persona que escucha la predicación del Evangelio, y cree, luego es bautizada y Cristo la bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona ha nacido de nuevo, ha nacido del Agua y del Espíritu, y así la persona ha entrado al Reino de Dios por medio del nuevo nacimiento. Así como usted entró a esta dimensión terrenal entre los seres humanos, por el nacimiento que tuvo a través de sus padres terrenales. Fue por medio del nacimiento que obtuvo el cuerpo de carne, de otra forma usted no podría estar aquí en un cuerpo de carne entre nosotros. Y para entrar al Reino de Dios hay que nacer de nuevo, es un nacimiento del Cielo. Así como para entrar a esta dimensión terrenal, nacimos de aquí de la Tierra y obtuvimos un cuerpo de carne, para nacer en el Cielo, para nacer en el Reino de Dios y entrar al Reino de Dios, hay que tener un nuevo nacimiento, ese nuevo nacimiento lo obtenemos cuando creemos en Cristo como nuestro Salvador, al escuchar la predicación del Evangelio de Cristo, y recibirlo como nuestro Salvador. “El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Dijo Cristo en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16. Por lo tanto, toda persona está interesada en entrar en el Reino de Dios, toda persona quiere vivir eternamente con Cristo en Su Reino, pues nadie quiere ser echado al lago de fuego, que es la segunda muerte, donde van a ser quemados todas las personas que sean echadas allí. ¿Y quiénes van a ser echados allí? Todos los que no han creído en Jesucristo, y eso hay que tenerlo claro, porque ése es el testimonio de la Escritura. “El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” ¿Ven que ése es el testimonio de la Escritura? Por lo tanto, toda persona tiene que basar su fe y su esperanza en el testimonio de la Escritura. No podrán entrar al Reino de Cristo los que no hayan recibido al Rey de ese Reino, que es Cristo. No pueden hacerse ilusiones las personas que no han recibido a Cristo, y que Cristo después los vaya a poner en Su Reino. Toda persona tiene que ser realista, tiene que basar su fe y su esperanza en el testimonio de la Escritura, lo que dice la Escritura. Así es como Dios estará haciendo. Y el testimonio que da la Escritura del futuro suyo y del mío, es el que usted tiene que creer. Si no es un creyente en Cristo, el testimonio que la Escritura da es que la persona será echada en el lago de fuego, luego que sea juzgada. Pero si es un creyente en Cristo, el testimonio que la Escritura da, es que esa persona ha sido salvada, sus pecados han sido perdonados, ha sido limpiado con la Sangre de Cristo, y ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego, y esa persona ha obtenido el nuevo nacimiento, esa persona ha entrado al Reino de Dios, ha nacido en el Reino de Dios, y ése es un nacimiento del Cielo, en donde la persona obtiene el cuerpo angelical. Y luego en el Día Postrero en adición, recibirá el cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y joven, y glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, para que así vivamos físicamente por toda la eternidad con Jesucristo en Su Reino. Estos cuerpos físicos que nosotros tenemos en la actualidad es temporal, este cuerpo físico no es eterno, no tiene vida permaneciente en sí, lo que tiene es una vida temporal, tiene cuatro rayos de Luz, los cuales se van agotando, como sucede con las pilas o baterías de las linternas o flash light, o los automóviles: que se van agotando cada cierta cantidad de años. De los 25 a los 35 años se agota el primer rayo de luz, y se queda la persona con tres rayos de luz; y luego cuando la persona ya llega de los 40 a los 55 se le agota el otro rayo de luz; y luego de ahí en adelante, después de los 65 años se le agota el tercer rayo de luz, y se queda con un rayito de luz. Por eso usted ve las personas ya ancianas que ya no tienen la agilidad que tenían antes, y ya no tienen la lucidez mental que tenían antes; no tienen la rapidez para caminar y para hacer las cosas, y así por el estilo, ¿por qué? Porque ya han perdido tres rayos de Luz, y solamente están sobreviviendo con el último rayito de Luz, que tiene que cuidarlo bien para que no se les vaya a agotar, no vayan a tener un corto circuito y vaya a agotársele el rayo de luz que le queda, y se vayan a ir de esta dimensión terrenal. Por lo tanto, así está el cuerpo físico, ¿por qué? Porque es un cuerpo temporal. Pero el nuevo cuerpo que Cristo nos va a dar es un cuerpo como Su cuerpo glorificado, al cual no se le van a agotar ninguno de los rayos de luz, es un cuerpo glorificado, eterno, inmortal, incorruptible, es interdimensional, con el cual usted, no solamente puede estar en esa dimensión terrenal sino que puede pasar a otras dimensiones también. Ésa es la clase de cuerpo que nuestra alma siempre ha deseado, porque hemos deseado viajar por el Universo, pero no tenemos el equipo con el cual viajar. Y si un viaje de un país a otro es caro, ¿cómo sería un viaje a otro planeta (si estuviera disponible para las personas)? Sería carísimo. Pero con el nuevo cuerpo que hemos de tener no tendremos ningún problema. Miren, cuando Cristo resucitó, encontramos que Él fue a buscar a los discípulos reunidos con las puertas cerradas, y ellos pensaban que era un espíritu. Cristo les dijo: “No, el espíritu no tiene carne, como yo tengo, ni tiene huesos, como yo tengo; toquen y vean, que esto es real.” Pero era el cuerpo glorificado, que puede pasar de una dimensión a otra, y puede también comer. Hay tres clases de cuerpo: hay cuerpo espiritual angelical, hay cuerpo también de carne y hay cuerpo glorificado. El cuerpo glorificado es el cuerpo superior a todos los demás cuerpos. Y en ese cuerpo glorificado es colocado un cuerpo angelical, el cuerpo angelical que la persona recibe cuando recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona tiene el nuevo nacimiento, la persona obtiene un cuerpo angelical de la sexta dimensión; y la sexta dimensión es el Paraíso. Por eso cuando un creyente en Cristo nacido de nuevo muere físicamente, esa persona por cuanto había recibido a Cristo como su Salvador y había nacido de nuevo, esa persona es inmortal, su alma es inmortal, y tiene un cuerpo angelical, inmortal también; lo único que nos queda es el cuerpo físico mortal. Y por consiguiente al morir físicamente la persona, el cuerpo físico de la persona, la persona sigue viviendo en el cuerpo angelical, sigue viviendo en otra dimensión llamada: “el Paraíso,” que es la sexta dimensión; y allí están todos los santos de las diferentes edades, los Apóstoles, y los diferentes Ángeles Mensajeros de las diferentes edades, con los creyentes de cada una de esas edades, muy felices en cuerpos jóvenes, en cuerpos de jóvenes pero en cuerpos angelicales; cuerpos como los cuerpos de los Ángeles. Y ellos esperan que Cristo complete Su Iglesia, y luego Cristo se levantará del Trono del Padre y habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo, y tomará el Título de Propiedad, el Libro Sellado con Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5; y luego en Apocalipsis, capítulo 6 lo abre en el Cielo; y luego en Apocalipsis, capítulo 10, lo trae a la Tierra abierto, para traer la bendición de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Así que el que ha recibido a Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, ha sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y recibido el Espíritu Santo, ha obtenido el nuevo nacimiento, esa persona ha nacido en el Reino de Cristo, es una nueva criatura, una nueva creación, pertenece a una nueva raza celestial, a una raza con Vida eterna; aunque todavía le quede el carapazo (diríamos), el cuerpo físico, que es mortal todavía, el cual, por cuanto es mortal, algunas veces nos da un poquito de problema, nos da problemas de salud en algunas ocasiones, y también por la edad, a medida que le va pasando la edad, pues da problemas por la edad también, y hasta nos salen algunas canas. Pero todo eso son problemas terrenales, a causa de que el cuerpo físico que tenemos es mortal. Todavía en el cuerpo físico tenemos problemas, pero en el cuerpo angelical no tenemos ningún problema. Ese cuerpo angelical que hemos recibido es joven, representa de 18 a 21 años de edad; y si usted en el cuerpo físico se le ha caído el cabello, en el cuerpo angelical no se le ha caído ni uno de los cabellos, tiene todo su cabello; y si en el cuerpo físico su cabello ya está blanco, en el cuerpo angelical no está blanco; y si en el cuerpo físico usted tiene algunas arrugas a causa de los años, en el cuerpo angelical no tiene ninguna; porque el cuerpo angelical es joven, representa de 18 a 21 años de edad. Y el cuerpo físico que Cristo nos va a dar, también es un cuerpo joven, un cuerpo que representará de 18 a 21 años de edad, no tendrá canas, no tendrá arrugas, no tendrá problemas de salud, de enfermedades de ninguna clase; no se pondrá viejo y nunca morirá, es un cuerpo inmortal, es un cuerpo glorificado, en donde estará la plenitud del poder de Dios, así como está en Jesucristo nuestro Salvador, y entonces todos seremos iguales a Jesucristo, el Hijo de Dios, todos seremos a Su imagen y a Su semejanza, todos seremos iguales a nuestro hermano mayor, pues porque nuestro hermano mayor es Jesucristo nuestro Salvador. Por eso en Hebreos, capítulo 2, dice: *“Anunciaré a mis hermanos tu nombre.”* ¿Ve? Porque Él es nuestro hermano mayor. También en San Mateo nos habla acerca de estos hermanos que Él tiene, que son más pequeños que Él. Y vean, toda persona que haya ayudado a todos estos hijos e hijas de Dios, Cristo dice: “No perderá su recompensa. Cualquiera que diere un vaso de agua fría a uno de éstos mis pequeñitos, no perderá su recompensa.” Vemos aquí en San Mateo, capítulo 25, dice verso 40: “*Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.”* Y ahora, ¿de cuáles hermanos más pequeños habla Cristo aquí? De todos los creyentes en Cristo. Todos los creyentes en Cristo son los hermanos más pequeños de Cristo, o sea, menores de Cristo. “*Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”* ¿Ven? Cristo va a juzgar. “*Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;* *fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.* *Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?* *Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.* *E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”* ¿Ven? El final para toda persona, su final es el infierno, el lago de fuego, o la Vida eterna con Cristo en Su Reino; y todos queremos la Vida eterna con Cristo en Su Reino. Por lo tanto, tenemos que entonces creer y tener nuestra fe puesta en el testimonio de las Escrituras, no podemos estar con imaginaciones propias, tenemos que estar pensando de acuerdo al testimonio de la Escritura. Por lo tanto, basados en el testimonio de la Escritura es que se predica el Evangelio de la Gracia, el Evangelio de Cristo, para que todo aquél que escucha y cree en el Señor Jesucristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, reciba a Cristo como su Salvador; se le da la oportunidad que reciba a Cristo como su Salvador, se ora por la persona, para que Cristo extienda Su Misericordia hacia la persona, y para que Cristo lo perdone y lo limpie con Su Sangre preciosa y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Porque Cristo dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Y Cristo bautiza a la persona en Espíritu Santo y Fuego, y la persona obtiene el nuevo nacimiento, y así nace del Cielo, nace en el Reino de Cristo, en el Reino de Dios, y viene a ser un miembro del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia del Señor Jesucristo, viene a ser una oveja del Redil del Señor Jesucristo. El Redil del Señor Jesucristo es Su Iglesia. ¿Y cuáles son y quiénes son las ovejas del Redil del Señor Jesucristo? Todos nosotros, porque somos creyentes en Cristo nuestro Salvador. Vean, no es la voluntad que se pierdan esas ovejas del Padre. La voluntad de Dios es que todas reciban salvación y Vida eterna. Por eso fue que Dios envió a Su Hijo: para que buscara y salvara esas ovejas. Eso está en el pasaje del capítulo 18 de San Mateo, versos 11 al 14, donde dice: “*Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.* *¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?* *Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron.* *Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.”* No es la voluntad de Dios que usted se vaya a perder; la voluntad de Dios es que usted sea salvo por Jesucristo nuestro Salvador, porque para eso fue que vino Jesucristo. En San Lucas también, capítulo 19, verso 10, dice: “*Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”* Esas ovejas del Padre se habían perdido, y ahora Cristo, el Buen Pastor, recibe la comisión de venir a buscar y a salvar esas ovejas; por eso Cristo conoce el nombre de cada una de esas ovejas; Cristo ha sido enviado a la Tierra para ese propósito, por eso fue que Él tuvo que morir en la Cruz del Calvario. Los discípulos del Señor Jesucristo no comprendían porqué Él les hablaba acerca de que el Hijo del Hombre sería levantado, sería crucificado, moriría; pues todo el pueblo hebreo, los doctores en teología del pueblo hebreo de la religión hebrea, creían que el Cristo nunca moriría. No sabían que el Cristo tenía que morir en cuanto a la carne física, no Su Espíritu, ni Su alma, sino en cuanto a la carne física, tenía que morir para poder quitar el pecado del mundo. Y para poder morir tenía que tomar nuestros pecados; porque Él no tenía pecado, por lo tanto Él no podía morir; pero al tomar nuestros pecados, sí se hizo mortal, ¿por qué? Porque la paga del pecado es muerte. Si Él no tenía pecado, no podía morir; pero si tomó nuestros pecados, entonces murió, no por sus pecados, sino por nuestros pecados; nuestros pecados lo hicieron mortal, lo hicieron morir. Por lo tanto, nosotros fuimos culpables de la muerte de Cristo, nuestros pecados lo hicieron morir. Pero todo fue para bien, para bien de nosotros, para que así nuestros pecados fueran quitados de nosotros y nosotros podamos vivir eternamente. Así que todo obró para bien. Ahora, muchos de los discípulos del Señor Jesucristo no comprendían este misterio de la Primera Venida de Cristo y que Él tenía que morir; ellos esperaban que Jesús estableciera el Reino de Dios en la Tierra en aquellos días. Por eso en algunas ocasiones, por ejemplo, luego del milagro de los panes y los peces, algunas personas de las que allí estaban, luego querían tomarlo y proclamarlo rey y coronarlo; pero Él se fue de entre ellos y se fue al monte a orar; porque todavía no era el tiempo para Él ser coronado como Rey sobre el pueblo hebreo; aunque Él tenía la promesa de que Él heredaría el Trono de David. Ahora vean, Él tenía que llevar a cabo la Obra de Redención. En San Juan, capítulo 3, verso 14 en adelante dice: “*Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,* *para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”* ¿Para qué es que creemos en Jesucristo? Para obtener el perdón de nuestros pecados, ser lavados con Su Sangre preciosa de todo pecado, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir Su Espíritu Santo y obtener Vida eterna. Por eso es que creímos en Cristo para recibir Vida eterna. No creemos en Cristo para ser un religioso o un miembro de alguna secta religiosa; recibimos y creemos en Cristo para recibir Vida eterna, para poder vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad. Y ahora, en el tiempo de Moisés allá en el desierto, cuando ellos iban rumbo a la tierra Prometida, se revelaron en contra de Moisés y por consiguiente en contra de Dios, y vino el juicio divino sobre el pueblo, y comenzaron las serpientes venenosas a morder a las personas del pueblo hebreo. Y una persona mordida por una serpiente venenosa está condenada a muerte, y lo único que le queda son pocos minutos. Pero Dios le dijo a Moisés: “Levanta una serpiente de bronce en una vara, en un asta, y toda persona mordida por una serpiente venenosa, que mire a esa serpiente de bronce y vivirá.” ¿Pero qué medicina tenía aquella serpiente de bronce?, que la persona, no importaba dónde estuviera la persona, miraba hacia esa serpiente de bronce aunque estuviera lejos, y no moría, sino que continuaba viviendo, quedaba anulado el veneno y el efecto del veneno, que era la muerte. Es que la serpiente de bronce representaba el pecado ya juzgado; y cuando la persona miraba la serpiente de bronce, su pecado ya estaba juzgado en la serpiente de bronce y era quitado de la persona, quedaba sin pecado la persona, y por consiguiente al no tener ya el pecado la persona no tenía el efecto del pecado, que es la muerte, y entonces seguía viviendo. Pero la persona no tenía que ir a tocar la serpiente de bronce, ni la serpiente de bronce tenía que darle alguna medicina. Es que esa serpiente de bronce tipificaba a Cristo crucificado; y en Cristo nuestro pecado fue juzgado, porque Él tomó nuestros pecados, y Él fue juzgado y fue reo de muerte por nuestros pecados, para que nosotros al dar una mirada de fe a Cristo y creer en Cristo como nuestro Salvador, creer en Su Redención en la Cruz del Calvario, nuestro pecado quede perdonado, desaparezca de nosotros, sea lavado con la Sangre de Cristo y quedemos justificados como si nunca en la vida hubiésemos pecado, y entonces la muerte espiritual no puede venir a nosotros; y la segunda muerte, que es el lago de fuego, tampoco podrá tener poder sobre nosotros, ¿por qué? Porque ya nuestro pecado fue juzgado cuando Cristo fue crucificado, para que nosotros podamos vivir eternamente con Cristo en Su Reino. Por lo tanto, así como daban una mirada de fe las personas mordidas por serpientes venenosas y quedaban libres, sanadas del veneno y de la maldición de la muerte que venía contra ellos (la maldición del pecado, que es la muerte), entonces ya todo eso quedaba cancelado y la persona seguía viviendo. Pero cualquier persona podía decir: “¿Pero qué poder puede tener una serpiente de bronce por allá levantada? ¿Qué poder puede tener contra el veneno de esa serpiente venenosa que me ha mordido?” Y si no creía y miraba la serpiente de bronce, ¿qué pasaba con esa persona? Moría, en los últimos minutos de vida de las personas que eran mordidas por serpientes venenosas, porque cuando son mordidos por una serpiente venenosa, lo que le quedan son minutos de vida, y cuando la serpiente es tan venenosa su... lo que él inyecta, el veneno, entonces a algunos le quedan solamente segundos. Pero es el momento de dar una mirada de fe, creer lo que Dios dijo, creer el testimonio de la Escritura, el testimonio de la Escritura que Dios habló al Profeta Moisés; y vean, los que creían, quedaban libres, no morían; los que no creían se morían. La diferencia entre aquellos que habían sido mordidos por serpientes venenosas, la diferencia que hubo entre los que morían y los que no morían, era que los que morían no habían dado una mirada fe a la serpiente de bronce, y los que no morían era que habían dado una mirada de fe a la serpiente de bronce y sus pecados habían sido perdonados y había sido cancelado el juicio, la maldición de la muerte sobre ellos. Y ahora, por cuanto aquella serpiente de bronce tipifica a Cristo crucificado, ahora toda persona que no da una mirada de fe a Cristo, para recibirlo como su Salvador y pedirle perdón a Cristo por sus pecados y ser bautizado en agua en el Nombre de Jesucristo, pues esa persona que no recibe a Cristo, pues continúa con sus pecados; y por consiguiente la paga del pecado es muerte, y no solamente muerte física, sino la muerte espiritual, la muerte en espíritu y la muerte del alma también. Y, por consiguiente, la persona si muere luego ya no tiene remedio, tiene que esperar el juicio final, la persona va al infierno (en palabras de español claro), al infierno, que es la quinta dimensión, donde espera hasta que transcurra el Reino Milenial de Cristo, y luego Cristo resucite a todas esas personas, y así verán aquí; y el infierno, el Hades, dará los muertos que hay en él, y todos los que han muerto serán resucitados; eso es la segunda resurrección; en la primera entran los creyentes en Cristo y los santos del Antiguo Testamento que ya resucitaron. Ahora, veamos aquí para que tengamos el cuadro claro del testimonio de la Escritura que da acerca del juicio final. Dice capítulo 20, verso 7 en adelante (Nota- Libro del Apocalipsis): “*Cuando los mil años se cumplan* (o sea, va ser cuando se cumplan los mil años del Reino Milenial de Cristo)... *Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión.”* Es que durante el Reino Milenial Satanás estará en el abismo aprisionado; no podrá engañar a las naciones; por eso habrá un Reino de Paz, de Amor, de Armonía y de Prosperidad: es el Reino de Cristo por mil años en la Tierra. “*Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión,* *y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar.”* Para ese tiempo, después del Reino Milenial, se llevará a cabo la segunda resurrección, la resurrección de aquellas personas que están en el infierno (porque no fueron creyentes en Cristo); y serán millones o billones de personas que resucitarán, hasta los que murieron antes de... en el tiempo del diluvio, y antes del diluvio también. Y el diablo, que los había engañado cuando habían estado en la Tierra, los volverá a engañar. Vean, el diablo siempre seguirá siendo diablo, siempre seguirá siendo Satanás, adversario, enemigo de Dios. “*Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió...”* Trataron de dar un golpe de estado a Cristo y Su Reino, pero vean, del Cielo descendió fuego y los quemó, los destruyó. “*Y el diablo que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.”* Ahora, veamos algo más: “*Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos.* *Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras* (esto es el juicio final). *Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras.* *Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda.* *Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”* Ése es el testimonio que Dios da, ése es el testimonio de la Escritura, acerca de los que no han creído en Cristo y de lo que será el juicio final, en donde estarán presentes y serán juzgados y luego echados al lago de fuego. Y toda persona que no se hallaba escrita en el Libro de la Vida, fue echada también al lago de fuego, donde estará la bestia, el falso profeta, y el diablo también; o sea, que serán echados en el lago de fuego, que es la segunda muerte, donde estará el diablo. Porque todo el que no quiera seguir a Cristo, no podrá estar con Cristo en Su Reino, no podrá vivir donde Cristo estará viviendo por toda la eternidad. Por lo tanto, todo el que no sigue a Cristo, automáticamente estará donde estará el diablo, el falso profeta y la bestia. No hay nada más que dos lugares: el Reino de Dios con Cristo, y el lago de fuego con el diablo, y nadie quiere ir con el diablo al lago de fuego. Mas bien lo que decimos es: “El diablo se buscó ese lugar, el lago de fuego, en donde será destruido, ¡que lo disfrute él solo! Nosotros queremos estar con Cristo en Su Reino.” Así que viendo el testimonio de la Escritura, nuestra alma dice: “Yo quiero estar con Cristo en Su Reino viviendo por toda la eternidad.” Y para eso es que se predica el Evangelio de Cristo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo.” El que creyere y fuere bautizado, será salvo, Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y nacerá en el Reino de Dios, entrará al Reino de Dios, y así asegurará su futuro eterno, así asegurará la Vida eterna con Cristo nuestro Salvador; porque Él es el único que tiene Vida eterna. En el Reino de Cristo, en el Reino de Dios, es donde único hay Vida eterna. Por lo tanto, aseguramos nuestro futuro eterno con Cristo en Su Reino, recibiéndolo como nuestro Salvador. Él perdona nuestros pecados, Él nos limpia con Su Sangre preciosa de todo pecado, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado (Primera de Juan, capítulo 1, verso 7). No hay otra cosa con la cual usted pueda ser limpio de todo pecado, solamente la Sangre de Jesucristo, y la Sangre de Jesucristo limpia de todo pecado cuando usted lo recibe como su Salvador; y así usted ha dado una mirada de fe a Cristo, el cual fue representado en la serpiente de bronce que levantó el Profeta Moisés allá en el desierto. Y ahora, con esa mirada de fe que usted da a Cristo, recibiéndolo como su Salvador, usted obtiene el perdón de sus pecados y es anulado el juicio, la maldición de la segunda muerte es anulada por usted y para usted, y si es anulada, entonces usted lo que tiene es Vida eterna; porque sus pecados fueron perdonados por Cristo, Cristo le ha limpiado con Su Sangre preciosa, y ahora usted ha recibido Vida eterna, y usted podrá continuar viviendo eternamente con Cristo, aunque su cuerpo físico muera, no tiene ningún problema, usted sigue viviendo en el cuerpo angelical en el Paraíso. Y en el Día Postrero cuando Cristo complete Su Iglesia, Cristo resucitará a los creyentes que han partido, los resucitará en un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Y a nosotros los que vivimos, si permanecemos vivos en esta Tierra, hasta que eso ocurra, entonces nos transformará; y todos entonces tendremos un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y joven para toda la eternidad. Y cuando tengamos el nuevo cuerpo, nos veremos y nos miraremos los unos con los otros y nos diremos: “¡Éste era el cuerpo que Cristo había prometido para todos nosotros, y ya lo tenemos!” Y nos diremos el uno al otro: “¡Qué bien te ves en ese cuerpo, te ves jovencito, no representas la edad que tú tuviste cuando estuviste en la Tierra en el otro cuerpo; esos parecían ancianitos, en aquel cuerpo que tenías primero ya estabas ancianitos, ahora estas jovencito, y permanecerás joven para toda la eternidad; y allá en el otro cuerpo te faltaba cabello, y ahora en el nuevo cuerpo tienes todo el cabello. Eres joven para toda la eternidad! ¡Pareces un Ángel!” Así será en el nuevo cuerpo, y ése es el testimonio que da la Escritura. Veamos en Primera de Corintios, capítulo 15, y también Filipenses. Vamos a ver Filipenses primero, capítulo 3, versos 20 al 21, donde dice: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos.”* ¿Por qué nuestra ciudadanía está en los Cielos? Porque el nuevo nacimiento es celestial, hemos nacido del Cielo, al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, hemos obtenido el nuevo nacimiento y hemos entrado al Reino de Dios, hemos nacido del Rey, tenemos una ciudadanía celestial. “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”* ¿Ven? *“El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra.”* Transformará este cuerpo de carne en donde hemos tenido problemas, porque en el nuevo cuerpo no vamos a tener ningún problema. En estos cuerpo mortales tenemos problemas de salud, tenemos problemas de la edad, tenemos problemas genéticos también, que los arrastramos de generaciones nuestras anteriores, y tenemos problemas también económicos, tenemos problemas diferentes; pero en el nuevo cuerpo no tendremos ningún problema. Así es como Cristo nos va a solucionar todos los problemas de todos los hijos de Dios: dándonos un cuerpo nuevo y eterno. Y ahora, el testimonio de la Escritura es: *“El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra...”* ¿Ven? Ése es el testimonio que da la Escritura: que Él va a transformar nuestro cuerpo físico. *“...para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya* (o sea, para que sea igual a Su cuerpo glorificado)*, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas* (o sea, que Él tiene el poder. Con el mismo poder que Él sujeta toda la creación, así mismo con ese poder Él nos va a transformar)*.”* Y ahora, en Primera de Corintios, capítulo 15, veamos el testimonio de la Escritura que da aquí a través del Apóstol San Pablo. Primera de Corintios, capítulo 15, verso 45 en adelante, dice: “*Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante* (el postrer Adán es Jesucristo nuestro Salvador)*.* *Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.”* Nosotros tenemos un cuerpo físico mortal, corruptible y temporal, un cuerpo animal; pero vamos a tener un cuerpo espiritual, un cuerpo celestial, que es el nuevo cuerpo que Él nos va a dar, un cuerpo igual a Su cuerpo glorificado. “*El primer hombre...”* Dice: “*Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.* *El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.* *Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.* *Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial* (o sea, que la promesa es que vamos a ser a Su imagen y a Su semejanza: iguales a Jesucristo nuestro Salvador)*.* *Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción* (o sea, que un cuerpo corruptible no puede vivir eternamente, no hereda la incorrupción, un cuerpo corruptible no puede vivir sin ver muerte)*.* *He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos* (o sea, no todos vamos a morir)*; pero todos seremos transformados...”* Aquí tenemos el testimonio de la Escritura: Todos vamos a ser transformados, transformados de mortales a inmortales, de cuerpos físicos mortales a cuerpos inmortales, cuerpos glorificados, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. “*...en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta.”* Y aquí señala que será a la final Trompeta. Ya los siete ojos del Cordero cada uno apareció en su tiempo, cada uno fue abierto en su tiempo cuando apareció el Mensajero de cada edad, eso era un ojo de los siete ojos del Cordero. Ojos tipifica videntes. Apareció uno, fue abierto un ojo del Cordero; murió, fue cerrado. Apareció otro Mensajero, fue abierto otro ojo, otro Profeta de Cristo; murió, fue cerrado. ¿Ven? En un abrir y cerrar de ojos. También eso indica lo rápido que va a ser; o sea, en un pestañar (de rápido que va a suceder), a la final Trompeta, a la final Trompeta. ¿Qué es la Trompeta? La Voz de Cristo, y Cristo ha estado hablando de edad en edad por medio de Sus diferentes Mensajeros, por lo tanto, de edad en edad la Voz de Cristo ha sido escuchada como una Trompeta en cada tiempo. Pero acá nos habla de la final Trompeta; o sea, de la ocasión final en que Cristo habla a Su Iglesia. De edad en edad ha tenido un instrumento, a través del cual Cristo en Espíritu Santo hablarle a Su Iglesia. Y para este tiempo final también tendrá un instrumento a través del cual estará hablándole a Su Iglesia, y ése será el último Mensajero de Jesucristo, y por consiguiente será la Trompeta final, la Voz de Cristo sonando por última vez en medio de Su Iglesia con el Mensaje final. “*A la final Trompeta* (o sea, al Mensaje final de Cristo)*; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”* Antes de la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, suena la Trompeta final, que es el Mensaje final de Cristo siendo hablado por el Espíritu Santo, a través del último Ángel Mensajero de Jesucristo. Y luego que con ese Mensaje, al ser escuchado, recibirán los últimos escogidos de Dios a Cristo como su Salvador, y serán bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y se completará la Iglesia de Jesucristo, luego Cristo se levantará del Trono del Padre y resucitará los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a nosotros los que vivimos nos transformará. ¿Ven? Es a la final Trompeta. Sigue diciendo San Pablo en este pasaje que estamos leyendo aquí: “*Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción* (o sea, que es necesario que nosotros, que nuestro cuerpo mortal sea vestido de inmortalidad, y así tendremos un cuerpo inmortal)*...* *Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.* *Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”* Y de ahí en adelante la muerte no podrá hacer nada contra el cuerpo suyo, porque ya será un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. También San Pablo dice en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 14 en adelante: “*Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.* *Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.* *Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.* *Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.* *Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”* Voz de aliento es con estas palabras, que son el testimonio de las Escrituras. Y aquí hemos estado leyendo el testimonio de las Escrituras, y el testimonio que Dios da acerca de ustedes y a cerca de mí, y el testimonio que Dios ha dado acerca de Jesucristo nuestro Salvador. Por eso es que Cristo dijo: “Escudriñad las Escrituras, porque en ellas os parece que tenéis la Vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí.” Las Escrituras dan testimonio de Jesucristo, y el testimonio que dan de Jesucristo es: que Él vino para salvar lo que se había perdido, que Él vino para que todo aquél que en Él cree no se pierda, mas tenga Vida eterna. Y aquí San Juan también, el capítulo 3, que nos habíamos detenido, leyendo, dice el verso 16, del capítulo 3: “*Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.* *Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.* *El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”* Así como los que eran mordidos por serpientes venenosas estaban condenados a la muerte, así también todo el que no cree está condenado a la muerte, a la muerte en el lago de fuego, que es la segunda muerte; y no puede quitarse esa condenación, a menos que dé una mirada de fe a Cristo, como se daba una mirada de fe allá en medio del pueblo hebreo a la serpiente de bronce y quedaba perdonada la persona, quedaba anulado el veneno y el efecto del veneno, y por consiguiente la persona continuaba viviendo. Y para poder nosotros vivir eternamente, tenemos que dar esa mirada de fe a Jesucristo nuestro Salvador, para obtener el perdón de nuestros pecados y para que Él con Su Sangre nos limpie de todo pecado, y para que nos dé Vida eterna, nos dé continuidad de vida, y eso es Vida eterna, Vida en abundancia. Ahora, hemos visto que el testimonio de la Escritura habla claro y habla hermosamente acerca de los creyentes en Cristo, los cuales han recibido Vida eterna. Ya tenemos Vida eterna, ya estamos dentro del Reino de Cristo, del Reino de Dios. Vean, en Colosenses, aquí nos dice que hemos sido colocados en el Reino de Cristo. Colosenses, capítulo 1, verso 12 en adelante, dice: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”* ¿Ven? Hemos sido libertados del reino de las tinieblas, del reino del maligno, y hemos sido trasladados al Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios. Así como Dios libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto, Dios nos ha libertado del reino de las tinieblas, del reino del maligno. Y en Primera de Juan, capítulo 5, verso 10 en adelante, dice: “*El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.* *Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.”* La Vida eterna está en Jesucristo, el Hijo de Dios. “*El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida...”* O sea, el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la Vida eterna. El que tiene al Hijo de Dios, a Jesucristo *acá* en su alma, porque lo ha recibido como su Salvador, tiene la Vida eterna. “*Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna.”* Esa es la buena noticia para todos los creyentes en Cristo: que tenemos Vida eterna y no pereceremos jamás. Eso fue lo que Cristo dijo acerca de las ovejas que el Padre le dio. Él dijo en San Juan, capítulo 10, verso 27 en adelante: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.* *Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.* *Yo y el Padre uno somos.”* Porque el Padre estaba en Jesús; por lo tanto, las ovejas que el Padre le dio para que les dé Vida eterna, nadie las puede arrebatar de la Mano de Cristo, y no perecerán jamás, sino que vivirán eternamente con Cristo en Su Reino. ¿Y dónde están y cuáles son esas ovejas que el Padre le dio a Cristo, para que les dé Vida eterna, las cuales no perecerán jamás, sino que tienen Vida eterna? Pues aquí estamos reunidos es esta ocasión, glorificando a Dios y escuchando el testimonio de la Escritura. Hemos escuchado todo lo que la Escritura dice acerca de Cristo y acerca de ustedes y acerca de mí, hemos escuchado el testimonio de la Escritura que dice lo que es y lo que será nuestro futuro con Cristo en Su Reino, en donde seremos Reyes y Sacerdotes y reinaremos con Cristo por el Milenio y por toda la eternidad. Ése es el testimonio de las Escrituras. Por eso escudriñen las Escrituras y vean en las Escrituras todo lo que Dios ha dicho, y ahí entenderán las bendiciones tan grandes que Cristo tiene para ustedes y para mí; porque lo que dice aquí en la Biblia, eso es el testimonio de las Escrituras; y ahí, en el testimonio de las Escrituras, Dios habla de ustedes y también de mí; y habla de Cristo y habla de todos los creyentes del pasado también, y habla de lo que será nuestro futuro con Cristo en Su Reino. Y por cuanto todos queremos estar con Cristo en Su Reino por el Milenio y por toda la eternidad, entonces se requiere que toda persona haya recibido a Cristo como su Salvador personal, para que así sus pecados sean perdonados y sean limpiados en la Sangre de Cristo de todo pecado, y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtenga así el nuevo nacimiento, y así nazca en el Reino de Dios, entre al Reino de Dios, nazca en el Reino de Dios como un bebé con Vida eterna. Por eso Pedro el Día de Pentecostés lleno del Espíritu Santo, dice en el capítulo 2, verso 36 en adelante del libro de los Hechos: “*Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”* Por eso llamamos a Jesús, SEÑOR JESUCRISTO: porque Dios lo ha hecho Señor y Cristo. “*Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Como tres mil personas que escucharon la predicación del Evangelio de Cristo a través de San \*Pablo y fueron compungidos de corazón; o sea, el Mensaje les llegó al alma, el Espíritu Santo les habló directamente al alma, y ellos recibieron a Cristo como su Salvador, y fueron perdonados sus pecados y fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizó con Espíritu Santo y Fuego, y así nacieron en el Reino de Dios, el Reino de Cristo, y se añadieron a la Iglesia de Jesucristo como tres mil personas. Ése fue el resultado de la predicación de San Pedro lleno del Espíritu Santo. Ése fue el testimonio de la Escritura para todas aquellas personas que estaban escuchando a San Pedro; porque San Pedro les mostró el testimonio de las Escrituras, el testimonio que Dios daba acerca de Jesucristo como el Hijo de Dios y como el Salvador de todo ser humano. Y ahora, habiendo escuchado el testimonio de las escrituras, toda persona que ya ha recibido a Cristo como su Salvador, tiene la buena noticia que tiene Vida eterna. ¿Y quiénes son esas personas? Todos nosotros. Esa es la buena noticia para todos nosotros: Tenemos Vida eterna. Ése es el testimonio que da la Escritura acerca de nosotros: que tenemos Vida eterna. Y para todos los que no han creído en Cristo, no lo han recibido como su Salvador y no han sido bautizados en agua en Su Nombre, el testimonio de la Escritura es que no tienen Vida eterna, y que están bajo condenación de muerte. ¿Y cómo pueden salir de esa situación, para tener la esperanza de vivir eternamente con Cristo en Su Reino? Haciendo lo mismo que nosotros hemos hecho: recibiendo a Cristo como su Salvador personal, arrepentido de sus pecados y pedirle perdón a Cristo por haber pecado contra Dios, y Cristo lo perdonará y Cristo lo limpiará con Su Sangre preciosa y será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona obtendrá el nuevo nacimiento, así la persona nacerá del Agua y del Espíritu, y así la persona obtendrá la salvación y Vida eterna, y así la persona habrá asegurado su futuro eterno, lo habrá asegurado con Jesucristo nuestro Salvador. Él es el único que le puede asegurar su futuro a usted y a mí. Él es el único que nos puede asegurar un futuro con Vida eterna en Su Reino. Y no queremos ir a otra persona, sino a Jesucristo nuestro Salvador, para que salve nuestra alma y nos asegure en Su Reino, para así vivir con Cristo por toda la eternidad. Por lo tanto, toda persona que en esta tarde no ha recibido todavía a Cristo como su Salvador, puede hacerlo para que tenga su futuro eterno asegurado con Cristo en Su Reino, y quede dentro del Nuevo Pacto y quede cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y tenga la Paz del Nuevo Pacto *acá* en el alma. Para lo cual ahora les pediré que pasen al frente y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín orará por ustedes. Así que toda persona que no ha recibido a Cristo todavía como su Salvador, pero que en esta ocasión han escuchado el testimonio de la Escritura de la Palabra de Dios, y Cristo por medio de Su Espíritu le ha hablado a Su alma, para que así reconozcan el testimonio de la Escritura y reciban a Cristo como su Salvador, pueden pasar al frente y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes, para que Cristo tenga Misericordia de ustedes, les perdone y los lave con Su Sangre preciosa y sean bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo les bautice con Espíritu Santo y Fuego, y obtengan el nuevo nacimiento, nazcan del Agua y del Espíritu, y entren así al Reino de Dios. Porque el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios; pero el que nace del Agua y del Espíritu, ha entrado al Reino de Dios. Así que dejaré al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para que ore por las personas que recibirán a Cristo como su Salvador personal. Nuestro tema ha sido: “EL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS.” Por eso fue que Cristo dijo: “Escudriñad las Escrituras, porque en ellas parece que tenéis la Vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí.” Hemos visto el testimonio que han dado las Escrituras acerca de Cristo, por lo cual hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador personal, por medio del testimonio que dan las Escrituras acerca de Cristo. ***Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, y pronto Cristo se levante del Trono del Padre y resucite los muertos creyentes en Él, y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre Celestial. En el Nombre eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.*** Hemos visto: **“EL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS.”** Y ahora, luego de ver el testimonio de las Escrituras, ¿cuántos han recibido el testimonio de las Escrituras, el testimonio que el Padre ha dado acerca de Jesucristo, el Hijo de Dios? Todos nosotros. Dejo al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por las personas que ya han comenzado a pasar al frente para recibir a Cristo como su Salvador personal. Muchas gracias por vuestra amable atención, y con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín. “**EL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS.”**