--- title: 'La Iglesia de Dios' date: 2002-12-05 activity: 1 place: city: Barueri state: São Paulo country: BR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarlos y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes. ***Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también. En el Nombre del Señor Jesucristo. Amén.*** Reciban también saludos de mi esposa Erica, quien está aquí en esta foto y en esta otra foto, para que sepan quién es quien les envía saludos desde Puerto Rico. También América les envía saludos, y está por aquí, ya tiene nueve años de edad; y también América con Yahannah Gabriela, por aquí la tenemos; y también aquí la tenemos en una foto ampliada, ya tiene un año de edad, y ya comenzó a caminar y no hay quién la detenga. Así son los niños: ellos siempre desean caminar, y cuando comienzan a caminar no hay quién los detenga; como el creyente en Cristo: cuando comienza a caminar con Cristo, continúa caminando con Cristo y no hay quién lo detenga. Así es la naturaleza del cristiano: como la naturaleza de los niños también. Para esta noche leemos en Primera de Timoteo, capítulo 3, versos 14 al 16, y dice San Pablo a Timoteo: “*Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte,* *para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.* *E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:* *Dios fue manifestado en carne,* *Justificado en el Espíritu,* *Visto de los ángeles,* *Predicado a los gentiles,* *Creído en el mundo,* *Recibido arriba en gloria.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Dijo San Pablo acerca de la Iglesia, que es la Casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, la Casa de Dios es la Iglesia del Dios viviente. Nuestro tema es: **“LA IGLESIA DE DIOS.”** “La Iglesia:” los sacados fuera. En el Antiguo Testamento encontramos al pueblo hebreo, que fue sacado de Egipto, donde había estado esclavizado, y fue libertado por Dios a través del Profeta Moisés, y salieron libres rumbo a la tierra prometida. Por lo tanto, el pueblo hebreo libertado por Dios a través del Profeta Moisés fue la Iglesia de Dios del Antiguo Testamento, porque fueron los sacados fuera, sacados fuera ¿de dónde? De Egipto. Y ahora, en el Nuevo Testamento la Iglesia de Dios son los sacados fuera del mundo, los sacados fuera del reino de las tinieblas, del reino del maligno, del reino del diablo, donde estaban esclavizados por el faraón, el diablo. Por lo tanto, el faraón de Egipto que esclavizó al pueblo hebreo, representaba al diablo que ha esclavizado a la raza humana, y por consiguiente a los hijos de Dios que han venido en medio de la raza humana. El imperio del faraón representa el imperio del diablo, el imperio de las tinieblas, el imperio de la muerte. Y ahora, en el Nuevo Testamento el Éxodo lo ha hecho Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová que se hizo carne y habitó en medio de la raza humana. Y ese es el misterio de la divinidad: Dios fue manifestado en carne en la persona de Jesús de Nazaret. En Jesús estaba la plenitud de la Divinidad, por consiguiente en Jesús estaba toda la plenitud de la Divinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y por consiguiente en El estaba el Nombre de Dios. Ahora, podemos ver que el mismo que libertó al pueblo hebreo, el cual fue Dios por medio del Ángel, de Su Ángel, el Ángel de Jehová, donde estaba el Nombre de Dios, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, y el cual usó al Profeta Moisés, ahora en el Nuevo Testamento encontramos al Ángel de Jehová que se hizo carne para usar Su propio cuerpo, para llevar a cabo la liberación de todos los hijos e hijas de Dios, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y ahora, en este Segundo Éxodo todos los hijos e hijas de Dios son el Israel Celestial, y fueron representados en el Israel terrenal, el pueblo hebreo compuesto por los siervos de Dios. El Israel Celestial está compuesto por los hijos e hijas de Dios. Por eso es el Israel Celestial, y pertenece a la Jerusalén Celestial, donde tiene sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Ahora, podemos ver que esas personas pertenecientes al Israel Celestial son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y por consiguiente esa es la Iglesia de Dios en el Nuevo Testamento dentro del Nuevo Pacto, cubierta con la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Y ahora, así como muchas personas en el Antiguo Testamento que no eran hebreos querían pertenecer al pueblo hebreo, al pueblo de Dios, a la Iglesia de Dios del Antiguo Testamento, y por consiguiente se convertían al judaísmo y eran circuncidados los varones y entraban al pacto del Antiguo Testamento, y formaban parte de la Iglesia de Dios del Antiguo Testamento, formaban parte del Israel terrenal compuesto por los siervos de Dios. Y ahora, ya Dios no está tratando con el pueblo hebreo bajo el Antiguo Pacto, porque ya un Nuevo Pacto ha sido establecido por Cristo, y El colocó la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo, que por muchos fue derramada en la Cruz del Calvario. En la última cena El dijo a Sus discípulos tomando la copa: “Tomad, esta es mi Sangre que por vosotros es derramada, esta es la Sangre del Nuevo Pacto que por vosotros es derramada.” La Sangre del Señor Jesucristo es la Sangre del Pacto eterno, como dice San Pablo en Hebreos, capítulo 13, verso 20 al 21, y leemos ese pasaje, dice: “*Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno.”* **¿Cuál es la Sangre del Nuevo Pacto?** La Sangre de Jesucristo, y ese es el Pacto eterno, el Pacto de Paz donde la persona recibe la paz de Cristo. “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como el mundo la da, yo os la doy,” dijo Cristo nuestro Salvador en el Evangelio según San Juan. Y ahora, en el Nuevo Pacto son colocados todos los miembros de la Iglesia del Dios viviente. Y ahora, esta Iglesia del Dios viviente está compuesta por los hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Esta Iglesia del Señor Jesucristo es la Casa de Dios del Nuevo Testamento, es el Templo Espiritual de Jesucristo, para Dios morar en Espíritu Santo en ella. Sobre esta Casa Dios colocó a Jesucristo, así como había colocado a Moisés sobre su casa. En Hebreos, capítulo 3, verso 5 al 6, dice San Pablo: “*Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;* *pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza.”* **¿Y ahora en el Nuevo Testamento cuál es la Casa de Dios?** La Iglesia del Señor Jesucristo, sobre la cual Dios ha colocado a Jesucristo sobre Su Casa, sobre la Casa de Dios, que es la Iglesia de Dios, compuesta por los que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre del Señor Jesucristo, arrepentidos de sus pecados, y han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y Fuego. Esas personas componen la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, esas personas han nacido de nuevo y por consiguiente han entrado al Reino de Dios, porque ninguna persona puede entrar al Reino de Dios, si no nace del agua y del Espíritu, como dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios.” Se requiere que el ser humano nazca de nuevo, para poder entrar a formar parte de la Iglesia de Dios, del Cuerpo Místico de Jesucristo, de la Casa del Dios viviente, que es la Iglesia de Dios. **¿Y cómo puede la persona entrar a la Casa de Dios?** Naciendo de nuevo del agua y del Espíritu. ¿Y qué tiene que hacer? A Pedro le dijeron el Día de Pentecostés, las personas, luego de escuchar a Pedro predicar en el capítulo 2 del libro de los Hechos, veamos lo que allí Pedro habló al final de su Mensaje. Capítulo 2, verso 34 en adelante, dice del libro de los Hechos: “*Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:* *Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,* *Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.* *Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.* *Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”* Ninguna persona puede recibir el perdón de sus pecados y ser limpio de todo pecado y ser bautizado con el Espíritu Santo, a menos que reciba a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona nace de nuevo, nace del agua y del Espíritu, y viene a formar parte de la Iglesia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo; y así viene a ser una persona con Vida eterna, ha sido restaurado a la Vida eterna, su alma ha sido salvada. Lo más importante para el ser humano es la Vida eterna. No hay otra cosa más importante que la Vida eterna. Por lo tanto, toda persona necesita la salvación de su alma para obtener Vida eterna, y solamente Jesucristo puede salvar el alma del ser humano, perdonar sus pecados, libertarlo de sus pecados y darle Vida eterna, y así colocarlo en la Iglesia de Dios compuesta por los creyentes en Cristo, por los redimidos por nuestro amado Señor Jesucristo. Como en el Antiguo Testamento hubo un día en que las personas, arrepentidas de sus pecados, pedían a Dios el perdón por haber pecado contra Dios, y en ese día el sumo sacerdote sacrificaba el macho cabrío de la expiación en el atrio, y luego llevaba la sangre en una vasija hasta el lugar santísimo, y esparcía con su dedo siete veces sobre el propiciatorio. Eso lo hacía en el templo del Antiguo Testamento, el día diez del mes séptimo. Y cuando ya el sumo sacerdote terminaba sus labores, ya en la tarde, salía del lugar santísimo, se lavaba al quitarse sus ropas que había usado para entrar al lugar santísimo, se lavaba su cuerpo y se colocaba otras ropas doradas, y era ahí el novio de Israel. Cuando ya él había salido del lugar santísimo era un momento de victoria, porque los pecados de todas las personas que se habían arrepentido y habían pedido perdón a Dios, habían sido perdonados los pecados, y habían sido cubiertos con la sangre de la expiación, y por consiguiente habían alcanzado la Misericordia de Dios, y habían sido reconciliados por un año más, para vivir un año más. Por lo tanto, cada año tenían que hacer lo mismo para continuar viviendo, se renovaba cada año, porque los animales y la sangre de los animales no es perfecta, porque los animales no tienen alma, aquello era solamente el tipo y figura de Cristo y el Sacrificio que El llevaría a cabo. Y así como las personas quedaban reconciliadas con Dios en ese día, todos los que reciben a Cristo como su Salvador, el cual es la Expiación por nuestros pecados, toda persona que lo recibe como su Salvador arrepentido de sus pecados, es perdonado y es reconciliado con Dios, sus pecados son limpiados con la Sangre de Cristo y la persona entra al Nuevo Pacto (al Nuevo Pacto), y queda cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto. Cristo lo recibe como hijo y lo coloca en Su Reino, que es la Iglesia de Dios, la Iglesia del Dios vivo, la cual es valuarte de la verdad. Ahora, Cristo nos dijo, cuando ya había resucitado en el capítulo 24 de San Lucas, algo muy importante, para que todas las personas sepan quién es el que puede perdonar nuestros pecados. Por lo tanto, El dijo en San Lucas, capítulo 24, versos 46 al 48: “*Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día;* *y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.”* Por lo tanto, arrepentirse de sus pecados es en el Nombre del Señor Jesucristo, y el perdón de los pecados viene en el Nombre del Señor Jesucristo. El Profeta Joel en el capítulo 2 y también en el libro de los Hechos, capítulo 2, dice que el que invocare el Nombre del Señor será salvo, el que invocare el Nombre del Señor antes que venga el día grande y terrible de Jehová; o sea, antes que venga la gran tribulación, donde los juicios divinos caerán sobre la raza humana, sobre todos aquellos que no recibieron a Cristo como su Salvador, y por consiguiente, han perdido el derecho a vivir eternamente, y por consiguiente el juicio divino caerá sobre ellos durante el tiempo de la gran tribulación. Y el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, en la cual se encuentra en la actualidad, será desmenuzado por la piedra no cortada de manos que vio el Profeta Daniel y el Rey Nabucodonosor en el capítulo 2 del libro de Daniel. Por lo tanto, la Segunda Venida de Cristo será y marcará el fin del reino de los gentiles, y marcará también el comienzo del Reino de Dios en la Tierra, que es el Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo, para todos aquellos que son parte de la Iglesia de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahora, se requiere que toda persona reconozca, crea con toda su alma en el perdón de los pecados a través de Jesucristo nuestro Salvador, El es el único que puede perdonar vuestros pecados y mis pecados. No busque otra persona porque no la hay, no busque otra cosa porque no la hay. Y la única cosa que puede limpiar a la persona de todo pecado es la Sangre del Señor Jesucristo, no busque otra cosa, solamente hay una, y esa es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Ya ni siquiera se efectúa el sacrificio por el pecado en el Antiguo Testamento y del Antiguo Testamento, o sea, el sacrificio del macho cabrío de la expiación. Ya no hay un lugar santísimo en el templo terrenal de Salomón, pues ya no está el templo, fue destruido, y en ese lugar lo que está es la mezquita de Omar. Por lo tanto, aunque tengan algún sacerdote, no hay lugar dónde llevar la sangre de la expiación del macho cabrío, pero tampoco se necesita, porque Dios dijo que ya El no quería sacrificios. Hay solamente uno, y es el de Jesucristo, ese es el único que Dios acepta; pero sacrificios de animalitos, eso fue para el Antiguo Testamento; pero ya estamos en el Nuevo Testamento desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario. Ya un Nuevo Pacto ha sido establecido, como Dios lo prometió por medio de los Profetas: Isaías, Jeremías y Ezequiel, y ese Nuevo Pacto es el Pacto de paz que tiene la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Cristo, el Ángel del Pacto, ha establecido un Nuevo Pacto, para que todo ser humano pueda entrar a ese Nuevo Pacto, recibiendo a Cristo como su Salvador y lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, arrepentido de sus pecados, y siendo bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así la persona obtiene el nuevo nacimiento, así nace la persona del agua y del Espíritu, y así la persona entra a la Iglesia de Dios, entra a la Iglesia de Jesucristo, al Templo Espiritual de Jesucristo, que es la Casa de Dios; y así la persona queda reconciliada con Dios para vivir, no por un año más, sino por toda la eternidad con Cristo en Su Reino. Si muere físicamente, Cristo lo resucitará en un cuerpo nuevo y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo; y a los que están vivos y permanezcan vivos hasta ese momento los transformará y entonces todos tendremos un cuerpo nuevo, glorificado, eterno, inmortal, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Eso es para todos los que están dentro del Nuevo Pacto, cubiertos con la Sangre de Cristo; y por consiguiente son los que forman la Iglesia de Dios, los sacados del mundo, los sacados del Reino de las tinieblas y colocados en el Reino de Dios; esos son los que han entrado al Reino de Dios, al nacer de nuevo del agua y del Espíritu; porque con el nacimiento físico que obtuvimos a través de nuestros padres terrenales, nacimos en el reino de las tinieblas. Pero Cristo nos liberta y nos coloca en Su Reino, el Reino de Dios. Y ahora, toda persona desea entrar al Reino de Dios, y toda persona desea vivir eternamente en el Reino de Dios con nuestro amado Señor Jesucristo. Ninguna persona quiere ser condenada, ninguna persona quiere ser juzgada y condenada y echada al lago de fuego, donde estará el diablo y todos los ángeles del diablo caídos, y todos los que han seguido al diablo. Ahora, nadie quiere ir allá a ese lugar, al lago de fuego, que es la segunda muerte. **¿Pero qué puede hacer la persona para no ser condenado y echado al lago de fuego donde el diablo también será echado?** Haga lo que Cristo dice. En San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16, dice Jesucristo cuando ya había resucitado: “*Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.* *El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”* **¿Qué puede hacer la persona para ser salvo?** Creer: crea en nuestro amado Señor Jesucristo, arrepentido de sus pecados, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así será salvo y entrará al Reino de Dios, que es la Iglesia de Dios, la Iglesia del Dios viviente. Desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario, se abrió en el Cielo el ciclo divino de la Expiación, y por consiguiente de la reconciliación del ser humano con Dios. Así como el día diez del mes séptimo de cada año, en medio del pueblo hebreo se llevaba a cabo el día de la expiación. Y ahora, eso era tipo y figura del tiempo de la expiación, y tiempo para todo ser humano ser reconciliado con Dios. Ya llevamos cerca de dos mil años desde que Cristo murió en la Cruz del Calvario, y por consiguiente llevamos cerca de dos mil años de tiempo de reconciliación para el ser humano que viene a vivir en este planeta Tierra. El ser humano tiene una sola oportunidad: la oportunidad que Dios le da estando en esta Tierra en el cuerpo terrenal; después que terminen sus días en el cuerpo terrenal ya no hay más oportunidades. Por consiguiente, es importante que todo ser humano reconozca que estar viviendo en la Tierra es una oportunidad que Dios le ha dado para que reciba a Cristo como su Salvador, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y así sea salva su alma y pueda vivir con Cristo en Su Reino por toda la eternidad en un cuerpo nuevo que Cristo le dará, un cuerpo inmortal, un cuerpo glorificado y joven para toda la eternidad. Por lo tanto, todo ser humano que viene a la Tierra debe comprender que el propósito de la vida aquí en la Tierra es recibir a Cristo como nuestro Salvador, para así confirmar nuestro lugar en la Vida eterna con Cristo nuestro Salvador. Ese es el propósito de la vida del ser humano en este planeta Tierra; las demás cosas son las añadiduras de la vida. Por eso Cristo dijo en San Mateo 16, versos 26 en adelante: “¿De qué le vale al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en el Reino de Su Padre, con Sus Ángeles, y pagará a cada uno según sus obras.” Por lo tanto, lo más importante es la salvación del alma, ¿porque de qué le sirve al ser humano, a una persona, convertirse en una persona multimillonaria y no haber recibido a Cristo como su Salvador? No le ha servido de nada porque no fue salva su alma, porque no recibió a Cristo como su Salvador. Por lo tanto, la persona perdió su tiempo aquí en la Tierra, aunque creía que lo estaba aprovechando bien convirtiéndose en una persona rica. Ahora, no es malo ser rico, pero rico sin Cristo, no sirve para nada. Cuando el hombre rico murió fue al infierno, y allí era tan pobre que no tenía ni para un vaso de agua. Es que las riquezas es pura vanidad, es algo que la persona tiene y luego no lo tiene más; y cuando se muere quedó pobre otra vez, quedó sin nada. Ahora, los que buscaron el Reino de Dios y entraron al Reino de Dios e hicieron tesoros en el Reino de Dios en los Cielos, aunque hayan sido pobres en la Tierra, son ricos en la otra vida, son ricos después que terminan su vida terrenal; y en el Reino de Cristo serán ricos y serán inmortales. Ahora, podemos ver la importancia de recibir a Cristo como nuestro Salvador. Vean, el mendigo Lázaro cuando murió fue llevado por los ángeles. Lázaro era un creyente fiel a Dios, pertenecía al pueblo del Antiguo Testamento en la parábola; y cuando murió fue llevado por los ángeles de Dios al Seno de Abraham donde era consolado, donde disfrutaba las bendiciones de Dios. Pero el hombre rico estaba al otro lado en el infierno siendo atormentado. Así es la vida después de esta vida terrenal: unos van al infierno y otros van al Paraíso. Los que no buscaron a Dios, los que no recibieron a Cristo como su Salvador, no pueden esperar que Cristo les diga: “Vengan al Cielo.” Porque Cristo les había hecho la invitación cuando estaban vivos en la Tierra, para que pudieran entrar al Reino de Dios y no quisieron. Por lo tanto, les espera el infierno. Pero los que recibieron a Cristo como su Salvador, son llevados por los ángeles de Dios al Paraíso, y allí son consolados y disfrutan las bendiciones de Dios en el Paraíso, y esperan allí hasta la resurrección de los muertos en Cristo, que Cristo realizará, los resucitará en cuerpos glorificados, y a los que vivimos y permanezcamos vivos creyentes en Cristo nos transformará; y luego estaremos en la Tierra de 30 a 40 días con el nuevo cuerpo, y después iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre Celestial, como fueron resucitados los santos del Antiguo Testamento cuando Cristo resucitó, y luego Cristo estuvo unos cuarenta días con Sus discípulos apareciéndole en diferentes ocasiones, y luego ascendió al Cielo con todos los santos que habían resucitado con Cristo. Así será para los santos del Nuevo Testamento que forman la Iglesia de Dios. Ahora, podemos ver por qué es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador, arrepentidos de nuestros pecados, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo le bautizará a la persona con Espíritu Santo y fuego, y así la persona habrá obtenido el nuevo nacimiento, habrá nacido en el Reino de Dios un bebé, un niño habrá nacido en el Reino de Dios, o una niña (hablando en términos espirituales); así como cuando usted nació en la Tierra, nació un niñito o una niñita, y hubo gozo en la familia; y cuando un pecador se arrepiente hay gozo en el Cielo. ¿Ven? Porque la persona recibe a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados, y es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y fuego, y así la persona ha nacido en el Reino de Dios, ha nacido en el Cielo, ha sido un nacimiento espiritual, es un niño espiritual o una niña espiritual la que ha nacido en el Reino de Cristo, en la Iglesia del Dios viviente. Ahora, hemos visto: “EL MISTERIO DE LA IGLESIA DEL DIOS VIVIENTE.” Es el misterio de una Nueva Raza que Jesucristo está creando con Vida eterna. Primero nos da Vida eterna espiritual, y cuando resucite a los muertos en Cristo y nos transforme, entonces nos habrá dado vida física eterna también, Vida eterna física, al darnos un cuerpo físico nuevo y eterno, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo. Esa bendición de esos cuerpos glorificados y eternos como el de Jesucristo, es para todos los miembros de la Iglesia de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es Su Cuerpo Místico de creyentes. Por lo tanto, todas las personas que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los ha bautizado con Espíritu Santo y fuego, han nacido de nuevo, han nacido en el Reino de Dios, han nacido en la Iglesia del Señor Jesucristo, y tienen Vida eterna, y no vendrán a condenación, mas han pasado de muerte a Vida eterna. **¿Dónde están esas personas que pertenecen a la Iglesia del Dios vivo?** Aquí estamos con Vida eterna en nuestras almas, esperando nuestra transformación física, esperando el nuevo cuerpo para ser totalmente iguales a Jesucristo (físicamente también). El lo ha prometido y El lo cumplirá; lo cumplirá ¿para quiénes? Para todos nosotros, lo cumplirá para todos los miembros de la Iglesia de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo nuestro Salvador. Pero los que no han recibido a Cristo como su Salvador no tienen Vida eterna. “El que no cree ya es condenado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo de Dios.” Dice San Juan, capítulo 3, verso 12 al 19: “Pero Dios ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree no se pierda, más tenga Vida eterna,” pueda vivir eternamente con Cristo en Su Reino; y eso es lo que todos queremos: vivir eternamente con Jesucristo en Su Reino. **¿Qué pueden hacer las personas que todavía no han recibido a Cristo y por consiguiente no tienen Vida eterna?** Pues recibir a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados, y ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo los bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así obtendrán el nuevo nacimiento y entrarán al Reino de Dios, a la Iglesia del Dios viviente, a la Iglesia de nuestro amado Señor Jesucristo, de la cual Cristo es la Cabeza. Ahora, podemos ver que esa Iglesia del Señor Jesucristo está compuesta por los creyentes en Cristo, esa es la Nueva Raza que Cristo está creando con Vida eterna. Primero hemos visto que nos da Vida eterna espiritual, y luego nos dará Vida eterna física, y entonces seremos inmortales físicamente, y eso es lo que nosotros queremos, eso es lo que anhela todo ser humano. Pero todo ser humano que anhela ser inmortal físicamente, que anhela un cuerpo inmortal, glorificado como el de Jesucristo, tiene que someterse a lo que Cristo ha establecido en Su Palabra: creer con toda su alma en el Evangelio de Cristo, por consiguiente creer en Cristo, arrepentido de sus pecados, y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y fuego, y así habrá obtenido el nuevo nacimiento, y así habrá entrado al Reino de Dios, a la Iglesia de Dios, la Iglesia del Dios viviente. Nuestro tema ha sido: **“LA IGLESIA DE DIOS.”** Hemos visto cuál es la Iglesia de Dios, la Iglesia de Dios es aquella compuesta por los creyentes en Cristo, arrepentidos de sus pecados y bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y bautizada por Cristo (bautizado por Cristo), cada persona, bautizada por Cristo con el Espíritu Santo, y esos son los que han nacido de nuevo, que componen la Iglesia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ahora, toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador puede hacerlo en esta noche, para que Cristo perdone sus pecados, lo limpie con su Sangre preciosa de todo pecado, y sea bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautice con Espíritu Santo y fuego, y así obtenga el nuevo nacimiento y nazca en el Reino de Dios, en la Iglesia de Dios. Todos los que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador, tendrán al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín aquí, para orar por ustedes, para que Cristo extienda Su Misericordia sobre ustedes, perdone sus pecados, les limpie con Su Sangre de todo pecado, sean bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo en agua, y Cristo los bautice con Espíritu Santo y fuego, y así nazcan en el Reino de Dios, en la Iglesia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo. Para lo cual dejo al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín en estos momentos: para que ore por todas las personas que recibirán a Cristo como su Salvador. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de: **“LA IGLESIA DE DIOS.”** Muchas gracias por vuestra amable atención y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Que Dios les bendiga y les guarde a todos. Con nosotros el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín. “**LA IGLESIA DE DIOS.”**