--- title: 'La Heredad de Dios' date: 2002-02-05 activity: 1 place: city: Santiago de Cali state: Valle del Cauca country: CO duration: 02:00:18 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenos días, amigos y hermanos presentes aquí en Cali, Colombia; es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Reciban también saludos de mi esposa Erica y de mis niñas: América y Yahannah Gabriela. Para esta ocasión leemos en Deuteronomio, capítulo 32, verso 9 al 12, donde dice Dios: “*Porque la porción de Jehová es su pueblo;* *Jacob la heredad que le tocó.* *Le halló en tierra de desierto,* *Y en yermo de horrible soledad;* *Lo trajo alrededor, lo instruyó,* *Lo guardó como a la niña de su ojo.* *Como el águila que excita su nidada,* *Revolotea sobre sus pollos,* *Extiende sus alas, los toma,* *Los lleva sobre sus plumas,* *Jehová solo le guió,* *Y con él no hubo dios extraño.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema es: **“LA HEREDAD DE DIOS.”** Dios hizo promesa a Abraham que sería padre de naciones y de que lo haría también padre de una nación grande; esta promesa sería cumplida por Dios a Abraham, dándole Dios descendencia a Abraham, el cual no tenía hijo por medio de Sara su esposa, la cual ya estaba avanzada en edad, pero Dios le prometió darle un hijo a Abraham por medio de Sara y le dio ese hijo a Abraham; cuando ya Abraham tenía 100 años nació Isaac, el hijo de Abraham, y Sara tenía 90 años cuando nació Isaac. Era una cosa imposible humanamente pensar que una anciana podía tener un hijo a través de su esposo anciano también, ¿pero hay alguna cosa imposible para Dios? No la hay. Por lo tanto, Dios fue el que se lo prometió a Abraham, que le daría un hijo por medio de su esposa Sara, y le dio ese hijo. Luego ese hijo tuvo hijos también, tuvo a Esaú y a Jacob, y la bendición que Dios había prometido a Abraham de que sería padre de una nación grande y también padre de naciones se iban a cumplir; pero todo tiene en la vida un proceso. Para usted llegar a la edad que tiene en la actualidad, usted tuvo que comenzar ese cuerpo físico en el vientre de su madre, y allí multiplicarse célula sobre célula, hasta que se formó el cuerpecito que nació a través de su madre, y luego tuvo que pasar de esos 9 meses normalmente que toda persona pasa en el vientre de su madre, luego tuvo que pasar otra etapa como bebé, dándole usted todas las cosas; luego fue creciendo y llegó a ser un jovencito o una jovencita, estudió, fue a la escuela, estudió, y fue preparándose para enfrentarse a la vida solo o sola, porque ya no iba a estar más pegado a sus padres, porque cuando llega a cierta edad, llega el tiempo en que se enamora, se casan y después ya hacen una familia aparte. Ahora, vean por todas las etapas que ustedes han pasado y Dios ha estado cuidando de ustedes, para llegar a esta hora en la cual vivimos, y para estar aquí presentes en esta ocasión. Y ahora, Dios así también fue cuidando a Abraham, a Isaac, a Jacob, a los patriarcas y así por el estilo, hasta formar un pueblo para el Nombre de Dios, el cual, vean ustedes, se encontraba en Egipto esclavizado, pero todo esto ya Dios se lo había dicho a Abraham que iba a suceder. En Génesis, capítulo 15, verso 12 en adelante, dice Dios a Abraham... vean, esto fue cuando en el tiempo de la tarde: “*Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.* *Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.* *Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.* *Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.* *Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo maldad del amorreo hasta aquí.* *Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.* *En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eúfrates.”* Aquí tenemos la profecía de que la descendencia de Abraham va a ser moradora de una tierra ajena, o sea, va a morar en una tierra ajena y va a ser esclava allí en esa tierra ajena; por 400 años serán esclavos; o sea, cuando llegaron al principio no eran esclavos, porque allí estaba José en Egipto, y era el segundo en el reino del faraón; pero luego que murió José ya la cosa cambió para el pueblo hebreo, y los esclavizaron. Y ahora, el pueblo de Dios, la heredad de Dios, la descendencia de Abraham, vean ustedes, estaría esclavizada en una tierra ajena, Dios no le dijo que era Egipto, sino le dijo: ‘una tierra ajena.’ Hay cosas que Dios no especifica cuando da la profecía de cosas que van a suceder; en la primera ocasión que habla de eso algunas veces no dice el lugar, o no dice el nombre de las personas. Como pasó también con la promesa de la simiente de la mujer cuando le habló allá en Génesis a la serpiente, cuando le dijo que la simiente de la mujer la iba a herir a ella, a la serpiente, en la cabeza, o sea, un hijo que nacería por medio de una mujer. Pero no dijo que sería hebrea, no dijo que nacería en Belén de Judea, no dijo nada de esto, porque ahí fue la primera ocasión en que Dios habló acerca de la Venida del Mesías y la Obra de Redención que El llevaría a cabo. Pero luego por medio del Profeta Isaías en el capítulo 7, verso 14, ya ahí da un detalle claro acerca de la Venida de la simiente de la mujer. Dice capítulo 7, verso 14: “*Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”* Ya aquí está diciendo que la simiente de la mujer va a nacer a través de una mujer virgen, y ahora da hasta el nombre, dice: “Llamará Su Nombre Emanuel.” Ahora, Emanuel no fue el nombre que le pusieron al hijo de la virgen María, sino Jesús. Pero Emanuel, Jesús es Emanuel, porque Emanuel significa Dios con nosotros, y Dios estaba en Jesucristo en toda Su plenitud en medio de la raza humana. Ahora, encontramos luego... ya se sabe que esta mujer virgen va a ser una hebrea, luego nos dice la Escritura en Miqueas, dónde es que va a nacer este niño a través de una mujer virgen. Miqueas nos habla de este gran evento que va a llevarse a cabo, en Miqueas, capítulo 5, verso 2... vamos a leerlo aquí más rápido en San Mateo, capítulo 2, cuando los magos fueron buscando al Mesías, el Rey de Israel que había nacido en la tierra de Israel. Ellos fueron a Jerusalén, porque ellos pensaron que si el rey de Israel prometido como el Mesías iba a nacer en medio del pueblo hebreo, pues ellos pensaron: “Por cuanto el trono sobre el cual El se sentará es el Trono de David, y está en Jerusalén, pues tiene que haber nacido en Jerusalén.” Pero vamos a ver, porque Dios no obra, Dios no hace nada sino de acuerdo a como El lo prometió. Antes de Dios hacer algo, lo revela a Sus siervos, Sus Profetas, para que lo hablen, y eso es una profecía que tiene que ser cumplida. Y ahora, los magos sabían que iba a nacer el Rey de Israel en la tierra de Israel, pero se les había pasado por alto la profecía del lugar donde iba a nacer el Mesías, el Rey de Israel. Capítulo 2 de San Mateo, verso 1 en adelante, dice: “*Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,* *diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.* *Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.”* Es como si en este tiempo se dijese que hay profecías correspondientes a este tiempo que están cumplidas, y si se diesen a conocer las principales, algunas veces algunas personas se sorprenderían. Ahora, vamos a dejar eso quietecito ahí. Vamos a ver qué pasó allá, dice: “*Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo* (o sea, convocaron el concilio de la religión hebrea)*...* *Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.* *Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:* *Y tú, Belén, de la tierra de Judá,* *No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;* *Porque de ti saldrá un guiador,* *Que apacentará a mi pueblo Israel.”* Vean, ya en el Antiguo Testamento estaba la profecía del territorio donde iba a nacer el Mesías. Y ahora, tenía que nacer en Belén de Judea, y tenía que ser descendiente del rey David, porque la promesa dada a David era que no faltaría lámpara a David para sentarse en el Trono de David, o sea, no faltaría un hijo rey para sentarse en el Trono de David, porque el Trono de David es para los descendientes de David, para príncipes. Y ahora, el Trono de David ha estado desocupado desde hace miles de años. En los días de Jesús, vean ustedes, encontramos que estaban todos conscientes de que aquel era el tiempo en que tenía que aparecer el Mesías, el Cristo, el Rey que se sentaría en el Trono de David. Ahora, toda persona está llamada a esperar cosas de parte de Dios, pero de acuerdo a como Dios las ha prometido. Usted no puede esperar, por ejemplo que Dios levante un hombre para sentarse en el Trono de David, que no sea conforme a como Dios lo ha prometido. Dios hace las cosas bien ordenadas, Dios tiene un Programa. Cuando comprendemos que Dios tiene un Programa, entonces podemos comprender algo muy importante, y es que a Dios lo podemos seguir en lo que El está haciendo, ¿cómo? Por la Escritura. “No hará nada el Señor Jehová sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus Profetas.” Amos, capítulo 3, verso 7. Lo que Dios hace tiene que estar aquí prometido en la Escritura. Y ahora, ya el rey Herodes sabe que en Belén de Judea es que tiene que nacer el Mesías, y ahora los magos saben que es en Belén de Judea también, lo cual ellos no sabían. Ahora van hacia Belén de Judea, porque el rey les dice: “Vayan allá y averigüen acerca del niño, y vayan y adoren y luego vienen acá y me dan a conocer dónde está el niño para yo ir a adorarlo (ir a adorarlo).” Pero el propósito de Herodes era ir a matarlo. Ahora, vean un rey pensando en matar un bebé, un niño que ha nacido; así de valiente era Herodes: le tenía miedo a un niño que había nacido; pero ese niño era nada menos que el Rey de Israel. Ahora, vean ustedes cómo un rey viejo: Herodes, le tenía miedo a un Rey bebé. Ese Rey bebé estaba en la profecía como heredero al Trono de David. Por eso cuando el Arcángel Gabriel, el Arcángel que se encarga de las revelaciones divinas, vean, este Arcángel en el Antiguo Testamento apareció a Profetas de Dios, para dar a ellos la revelación divina, a Daniel le apareció en diferentes ocasiones y le mostró lo que sería la historia de la raza humana y la historia del pueblo hebreo. Ahora, en San Lucas, capítulo 1, encontramos que le apareció al sacerdote Zacarías, para darle a conocer que iba a tener un hijo por medio de su esposa Elisabet, la cual ya también estaba avanzada en edad, y el sacerdote Zacarías también ya estaba anciano, y para colmo era estéril Elisabet. ¿Pero hay alguna cosa imposible para Dios? No la hay, sino no la hay lo que Dios ha prometido en Su Palabra El lo cumplirá. Dios prometió que enviaría un Mensajero precursando la Primera Venida de Cristo: “He aquí yo envío mi Mensajero delante de mí, el cual preparará el camino delante de mí, y vendrá a Su Templo el Señor.” Eso está en Malaquías, capítulo 3. Malaquías, capítulo 3, luego continuaremos con San Juan, capítulo 1. Luego dice: capítulo 3, verso 1... dice Malaquías, capítulo 3, verso 1: “*He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”* ¿Quién vendría? El Mensajero que le prepararía el camino, ¿a quién? Al Señor, al Angel del Pacto, al Angel de Jehová. Luego del precursor vendría el precursado que sería el Mesías, el Cristo, el Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob vestido de un cuerpo humano, de un cuerpo de carne humana. Ahora, para ese gran evento de la Venida del Mesías, del Rey de Israel, tiene que venir primero un Profeta preparándole el camino, y tiene que venir con el espíritu y virtud de Elías. El pueblo hebreo estaba esperando literalmente al Profeta Elías. Pero miren, cuando Dios promete un Profeta que ya vino en el pasado, cuando promete que lo va a enviar de nuevo, miren lo que sucede: envía ese ministerio profético en un hombre diferente, en otro hombre; y el que no conoce esta forma de Dios obrar, se queda esperando literalmente al Profeta que está anunciado y cree que es aquel que vino en el pasado, y sin embargo es el ministerio de aquel en otro hombre que El envía. Ahora, veamos lo que dice el Arcángel Gabriel al sacerdote Zacarías. Capítulo 1, verso 8 en adelante, dice: *“Aconteció...”* Vamos a ver verso 5 en adelante para que tengan la historia completa, dice: “*Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.* *Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.* *Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.* *Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,* *conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor.* *Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso.* *Y se le apareció un ángel del Señor puesto en pie a la derecha del altar del incienso.* *Y se turbó Zacarías al verle, y le sobrecogió temor.* *Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.* *Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;* *porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.* *Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.* *E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.* *Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.* *Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas.* *Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras* (‘por cuanto no creíste mis palabras,’ quedaría ¿qué? Mudo)*, las cuales se cumplirán a su tiempo.”* Luego en el... sigue diciendo: “*Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se extrañaba de que él se demorase en el santuario.* *Pero cuando salió, no les podía hablar; y comprendieron que había visto visión en el santuario. El les hablaba por señas, y permaneció mudo.”* Y ahora, vean cómo este Arcángel Gabriel es el Arcángel de las revelaciones divinas, porque tiene acceso al Libro de la Verdad que contiene todas las cosas que han de suceder, todas las cosas que han de suceder en medio de la heredad de Dios, y también las cosas que han de suceder en medio de la humanidad. Al Profeta Zacarías o al Profeta Daniel le mostró las cosas que iban a suceder al pueblo hebreo, y también le mostró las cosas que iban a suceder al reino de los gentiles. Este Arcángel es el Arcángel que tiene el conocimiento de las cosas que han de suceder y las da conocer en esa forma a los Profetas de Dios en esos tiempos pasados; apareció en el Antiguo Testamento y también aparece en el Nuevo Testamento. Ahora, en el capítulo 1, verso 26 en adelante de San Lucas, dice: “*Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,* *a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María* (la virgen María y José eran descendientes del rey David; aunque eran pobres eran príncipes, ella era princesa y él un príncipe, porque son descendientes del rey David. Y el Mesías siendo el heredero al Trono de David, tiene que venir por medio de una joven virgen descendiente del rey David)*... y el nombre de la virgen era María.* *Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.* *Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.* *Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.* *Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre* *Jesús.* *Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;* *y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”* Ahora, aquí tenemos claramente más luz acerca de quién sería la mujer bienaventurada a través de la cual nacería el Mesías, el que se sentaría en el Trono de David, y el que heriría en la cabeza al diablo, a la serpiente antigua. Ahora vean, Dios va dando en forma progresiva la revelación de las cosas que han de suceder. Por medio de los diferentes Profetas de Dios ha venido la revelación divina de las cosas que han de suceder, pero ha quedado grabada, impresa en la Biblia, aunque no entendida plenamente por las personas, pero está ahí. Ahora, encontramos también que a Juan el Apóstol el Angel del Señor Jesucristo le dio la revelación de todas las cosas que iban a suceder, y se la dio en forma simbólica; ahí está grabado todo lo que va a suceder, está ahí profetizado en esos símbolos. Ahora, vean ustedes cómo todo lo que Dios va a hacer tiene que primero ser hablado, para luego materializarse. Es como cuando vamos a hacer alguna cosa, que nosotros decimos: “Voy a comprar tal cosa.” Y luego cuando en su casa ven que usted sale, los demás dicen... alguien pregunta: “¿Pero para dónde va tal persona, fulana?” El que oyó, dice: “Va a comprar tal cosa porque ya lo dijo.” Y ahora, cuando llega el tiempo para Dios cumplir lo que El prometió, Dios visita la raza humana para cumplir lo que El prometió, y envía también Angeles celestiales para estar presentes y estar ahí protegiendo a las personas que van a ser instrumentos de Dios, porque el enemigo de Dios siempre tratará de impedir que Dios cumpla lo que El prometió, pero Dios siempre ha cumplido y en nuestro tiempo está cumpliendo, y para el futuro cumplirá también, todo lo que El ha prometido; porque no hay ninguna cosa imposible para Dios, como El ha dicho así es que El hará. Y ahora, vamos a la Escritura de nuevo (del Antiguo Testamento), viendo que el pueblo hebreo es la heredad de Dios como pueblo terrenal, Dios los libertó conforme a lo que El le prometió a Abraham, ¿ven? Antes de libertar al pueblo hebreo, ya Dios se lo había prometido a Abraham, aun antes de nacer el pueblo hebreo, y aun antes de nacer Jacob y los patriarcas, y aun antes de nacer Isaac, ya Dios le dijo lo que sería de la descendencia de Abraham. Luego de estar esclavizados por unos 400 años, pero ya tenían más de 400 años, 430 años cuando apareció Moisés para libertarlos, ungido con el Espíritu de Dios, encontramos que Dios envió a Moisés para cumplir lo que El prometió para aquel tiempo. Y Moisés hizo todas las señales que Dios le ordenó hacer delante del pueblo, y también los juicios divinos que Dios le ordenó hablar que vendrían sobre Egipto. Lo que Dios pensó lo habló a Moisés y Moisés lo habló al faraón y se cumplió, porque era la Palabra creadora de Dios colocada en el corazón, la mente y la boca de Moisés. Y por eso cuando Moisés hablaba era Dios en Moisés, el Angel de Jehová hablando a través de un hombre. Por eso se cumplía lo que Moisés hablaba, en la boca de Moisés estaba la Palabra creadora de Dios, la misma Palabra creadora que creó los Cielos y la Tierra, y el mismo Angel de Jehová, el mismo cuerpo angelical de Dios a través del cual Dios habló y creó todas las cosas, el Verbo que era con Dios y era Dios. Ahora, encontramos que luego de Moisés realizar la labor que Dios le ordenó en medio del pueblo hebreo y en medio de los egipcios, y venir las plagas sobre el pueblo egipcio, luego Dios le dijo al pueblo que sacrificaran un cordero pascual, el cual ya desde antes El les había ordenado que lo tomaran y lo tuvieran desde el día diez para sacrificarlo el día 14, y tenía que ser un cordero de un año perfecto sin defecto, ¿por qué? Porque ese cordero pascual representaba a Jesucristo, el Cordero de Dios. Y ahora, para la Redención de Israel, la liberación de Israel, para sacarlos de la esclavitud en Egipto, Moisés les ordena sacrificar el día 14 un cordero pascual en la tarde, y prepararlo, asarlo, y la sangre de ese cordero colocarla en el dintel y los postes de las puertas de sus hogares, o sea, en el marco de las puertas de sus hogares. Y el cordero asado colocarlo dentro de sus hogares, y al llegar la tarde, a la hora que terminaba el día y comenzaba el otro día, todos entrar o estar dentro de sus hogares, y estar comiendo ahí ese cordero pascual; la sangre aplicada en el dintel y los postes de los hogares protegía esa familia, y protegía al primogénito de esa familia. Si en un hogar no colocaban la sangre del cordero, aunque el cordero estuviera dentro, la muerte entraba a ese hogar y moría el primogénito de esa familia. Esta revelación no la tenía el faraón, ni los sacerdotes, ni los ministros, ni la religión del faraón; por lo tanto esa noche iba a pasar la muerte por todo Egipto e iba a morir todo primogénito, desde el hijo del faraón hasta el hijo del que estaba en la cárcel, y también los primogénitos de los animales. ¿Cómo iba Egipto a impedir que murieran sus primogénitos si no tenían la revelación divina sus sacerdotes, sus ministros, de cómo impedirlo? Pero la heredad de Dios, el pueblo hebreo, tenía la revelación divina, esa revelación divina estaba en Moisés, Dios se la había dado, y ahora sabía cómo salvar la vida de los Primogénitos del pueblo hebreo. La salvación de la vida de los primogénitos del pueblo hebreo en esa noche en que pasaba la muerte, se efectuaría la salvación para ellos con la sangre aplicada en el dintel y los postes de las puertas de sus hogares; y donde fuera vista esa sangre, Dios no dejaría entrar a la muerte. Por lo tanto, todos los primogénitos del pueblo hebreo dentro de sus hogares con la puerta cerrada y la sangre aplicada en el dintel y los postes de esos hogares estaban a salvo, podían estar cantando, podían estar dándole gracias a Dios y no tener miedo de la muerte, porque habían hecho conforme a como Dios le había dicho a Moisés que hiciera. Ahora, eso es tipo y figura de Cristo, el Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario, para Su Sangre ser aplicada en el dintel y los postes de nuestra alma, de nuestro corazón, para que nuestra alma no muera. Y para la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la heredad de Dios del Nuevo Testamento, y Cristo es la Puerta de esa Casa, de la Iglesia, la Sangre de Cristo está en la Puerta, ahí está y toda persona que entra por medio del nuevo nacimiento a la Iglesia de Jesucristo queda dentro de la Casa que está protegida con la Sangre del Cordero de Dios; por lo tanto en esa Casa están seguros los Primogénitos de la heredad de Dios, los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Fuera de esa Casa no hay seguridad, sino muerte, fuera de la Casa, pero dentro de la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, en la heredad de Dios, hay salvación y Vida eterna, no hay miedo de que nuestra alma muera, no hay miedo de que al morir la persona físicamente vaya a ir al infierno, ¿por qué? Porque tiene la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios, por lo tanto el alma de esa persona cuando muere su cuerpo físico va al Paraíso, y no tendrá que ir al juicio final para ser condenada, sino que vivirá eternamente en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, ¿por qué? Porque tiene aplicada la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios en la puerta y el dintel del alma, del corazón, y está dentro de la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde está Cristo, la Puerta, con la Sangre aplicada en la Puerta, la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador. Ahora, vean cómo Dios reflejó allá con el pueblo hebreo y con el sacrificio del cordero pascual lo que él haría más adelante en la Primera Venida del Mesías. Ahora, el pueblo hebreo es un pueblo muy especial, dice que es la porción de Jehová el pueblo hebreo, como pueblo terrenal es la porción de Jehová, es el pueblo de Dios, es la heredad de Dios, y Dios lo ha cuidado como la niña de Sus ojos o de Su ojo. Y Dios extendió Sus alas como de gran Aguila y los llevó de Egipto a la tierra prometida. Y ahora, el plan de Dios con el pueblo hebreo es grande. Vean en Exodo, capítulo 19, versos 3 en adelante, dice: “*Y Moisés subió a Dios* (o sea, al monte Sinaí, allí subió a Dios, donde Dios estaba manifestado en esa nube de luz, esa nube de fuego)*...* *Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel:* *Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.* *Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.* *Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.* *Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado.”* Ahora vean porqué pueblo, nación, continente o persona, que se levante en contra del pueblo hebreo tendrá problemas con Dios. Dios le había dicho a Abraham y después también a Jacob, y luego esa bendición pasó al pueblo hebreo completo. “El que te bendijere será bendito, pero el que te maldijere será maldito.” Así que mejor es bendecir al que Dios ha bendecido, y entonces viene bendición de parte de Dios. **¡Bendita la heredad de Dios, bendito el pueblo hebreo terrenal y bendito el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo, la heredad Celestial de Dios!** Y ahora, hemos visto que el pueblo hebreo como nación terrenal es el especial tesoro de Dios, El es un pueblo que ha sido escogido para ser cuidado por Dios, y para Dios tener Su Trono en medio del pueblo hebreo, y para Dios gobernar sobre el pueblo hebreo a través del Instrumento que El tenga en cada ocasión, para hacer como hizo a través del Profeta Moisés, como hizo a través de Josué, como hizo a través de los jueces, como hizo a través de los diferentes reyes como David y Salomón. Dios es el Rey de Israel, El usa a un hombre siempre como hemos visto, para reinar sobre el pueblo hebreo. Cuando rechazaron al Profeta Samuel, que fue el último de los jueces del pueblo hebreo, Samuel lloró delante de Dios, y Dios le dijo: “No te han rechazado a ti, me han rechazado a mí para que no reine sobre ellos.” Porque Dios estaba reinando sobre el pueblo hebreo a través del Profeta Samuel. Ahora, el pueblo hebreo es el pueblo elegido por Dios como nación terrenal, por eso Dios los libertó de la esclavitud en Egipto. Un pueblo insignificante pero es el elegido de Dios. Es mejor que los pueblos tengan amistad con Israel y no guerra con el pueblo hebreo, porque levantarse en contra del pueblo hebreo es levantarse en contra del mismo Dios. Ahora, siendo que el pueblo hebreo es la heredad terrenal de Dios como pueblo, el pueblo hebreo para el glorioso Reino Milenial de Jesucristo será el territorio de Israel, él, la capital del mundo entero, y todo el territorio de Israel... vean, Jerusalén será la capital del mundo y todo el territorio de Israel será el distrito federal, así será en el Reino Milenial de Cristo, y de ahí saldrán las bendiciones de Dios para todas las naciones que estarán viviendo en ese reino terrenal después de la gran tribulación. Allí estará el Mesías, Cristo, sentado sobre el Trono de David, al cual El es heredero, como lo dijo aquí el Arcángel Gabriel, el Arcángel Profeta de esa dimensión celestial o espiritual. Y ahora, encontramos que en Israel hay una bendición muy grande que Dios va a cumplir plenamente, eso es el glorioso Reino Milenial de Jesucristo nuestro Salvador. Jerusalén, la ciudad de paz, lo que ha tenido son guerras, pero va a tener paz, va a tener paz en el Reino Milenial con Cristo; al rechazar ellos a Cristo rechazaron la paz, por eso han tenido tantas guerras y tienen todavía guerras. Y Tito, el general romano, destruyó a Jerusalén y destruyó el templo también, ¿por qué? Porque rechazaron a Cristo, la Paz del ser humano y la Paz de toda nación; y cuando se rechaza la paz ¿qué viene? La guerra. Pero para el Reino Milenial habrán recibido a Cristo, la Paz del mundo, y la Paz de todo ser humano, y entonces habrá paz en Israel y habrá paz en el planeta Tierra completo, y Cristo gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y así pues habrá paz en el planeta Tierra, y las armas de guerra serán convertidas en herramientas de trabajo. Ahora, podemos ver la bendición tan grande que está prometida para la raza humana, pero antes de eso habrá ciertos problemas y juicios divinos durante la gran tribulación. Ahora, Dios libertó al pueblo hebreo para llevarlos a la tierra prometida, establecerlos allí como una nación libre y soberana con sus leyes, las cuales Dios le dio al pueblo hebreo a través del Profeta Moisés, y les prometió que les enviaría el Mesías. El pueblo hebreo nació como una nación en ese primer Exodo, pero ellos tenían que esperar luego la Venida del Mesías, para en la Venida del Mesías aquel sacrificio del cordero pascual materializarse en el Mesías, para recibir una liberación espiritual, ser libertados del reino de las tinieblas, del reino del diablo, en el Segundo Exodo, para la Adopción espiritual de cada persona. Y con esa Adopción espiritual es que el pueblo hebreo tendría las bendiciones celestiales y el Reino de Dios permanecería en medio del pueblo hebreo; y cada persona del pueblo hebreo que recibiría al Mesías, y el pueblo hebreo como nación recibiendo al Mesías, recibirían la bendición del Cielo, y cada persona recibiría un cuerpo angelical teofánico, recibirían el nuevo nacimiento, y entonces la bendición celestial vendría al pueblo hebreo, y todas las personas que pertenecerían al Israel Celestial, a la Iglesia de Jesucristo, serían hebreas; pero al rechazar a Cristo, ¿qué pasó? Vean lo que sucedió: San Mateo, capítulo 21, versos 42 en adelante, dice: “*Jesús les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:* *La piedra que desecharon los edificadores,* *Ha venido a ser cabeza del ángulo.* *El Señor ha hecho esto,* *Y es cosa maravillosa a nuestros ojos?* *Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que produzca los frutos de él.* *Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.”* Ahora, por cuanto rechazaron a Cristo, la Piedra del Angulo, el Reino de Dios sería quitado del pueblo hebreo; y sobre quien, y el que cayere sobre esta Piedra, Cristo, será quebrantado; pero sobre quien cayere la Piedra lo desmenuzará. O sea, el que caiga sobre la Piedra recibe una bendición, pero sobre aquel que caiga la Piedra lo destruye. ¿Cómo podemos entender esto? Sencillo. Toda persona que escucha la predicación del Evangelio y escucha que Jesucristo murió por nosotros como Cordero de Dios, y con Su Sangre El nos limpia de todo pecado, El pagó el precio de nuestra Redención, El llevó nuestros pecados, El es nuestro Salvador, para que nosotros, nuestra alma no tenga que morir eternamente, sino que viva eternamente en el Reino de Dios. Cuando la persona escucha la predicación del Evangelio de la Gracia dice: “Yo quiero a Jesucristo como mi Salvador, yo lo recibo, y quiero que Su Sangre sea aplicada a mi alma, a mi corazón, la quiero tener en la puerta y en el dintel y los postes de mi corazón, como la tuvieron los hebreos en sus hogares para que los primogénitos no murieran allá.” Y ahora, para que usted como un Primogénito o una Primogénita de Dios no muera eternamente, necesita la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios, lo cual fue tipificado allá en Egipto, cuando sacrificaron el cordero pascual. Y ahora, cuando la persona dice: “Yo recibo a Cristo como mi único y exclusivo Salvador,” la persona ha caído, ha caído rendida sobre esta Piedra, sobre Cristo, su corazón ha quedado conmovido y arrepentido de sus pecados. Vean, esto está también en Levítico, tipificado en el día de la expiación, dice capítulo 23, verso 26 en adelante, dice: “*También habló Jehová a Moisés, diciendo:* *A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.* *Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.”* La reconciliación del ser humano con Dios viene por medio del Sacrificio de Cristo tipificado en el sacrificio del macho cabrío. Y ahora, el día de la expiación es el día para afligir el alma todo ser humano en medio del pueblo hebreo, tipo y figura de todo este tiempo desde la crucifixión de Cristo hacia acá, para todo ser humano afligir su alma por haber pecado ante Dios y arrepentido de sus pecados recibir a Cristo como su Salvador, y así nuestros pecados ser transferidos a Cristo y ser borrados por la Sangre de Cristo, y ser salvos por Jesucristo nuestro Salvador. Ya El realizó la obra allá y se materializa en usted y en mí cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, y así queda usted seguro o segura con Vida eterna, la muerte espiritual no puede matar su alma, porque usted tiene la Sangre de Cristo nuestro Salvador, el Cordero de Dios, aplicada en su corazón, en su alma. Juan el Bautista dijo cuando vio a Jesús: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” El es el único que puede quitar el pecado del ser humano con Su Sangre preciosa, no hay otra cosa con la cual puedan quitar el pecado del ser humano, solamente con la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y no hay otra persona que pueda reconciliar al ser humano con Dios, sino Jesucristo nuestro Salvador. Para eso El vino y murió en la Cruz del Calvario: para reconciliarnos con Dios. Y ahora, siendo que el día de la expiación es el día de la reconciliación con Dios, encontramos que toda persona está llamada a afligir su alma por haber pecado ante Dios, para obtener el perdón de sus pecados, y ser reconciliado con Dios; esto se practicaba en medio del pueblo hebreo una vez al año (este día de la expiación), lo cual es tipo y figura del Sacrificio de Cristo, el Sacrificio de Expiación de Jesucristo para reconciliarnos con Dios. Por eso se llama por medio de la predicación del Evangelio a toda persona a que arrepienta de sus pecados de todo su corazón, con toda su alma, afligida la persona en su alma, arrepentida en su alma de haber pecado contra Dios. ¿Y cómo lo hace? Rindiéndose a Jesucristo nuestro Salvador, eso es caer sobre la Roca, la Piedra que los edificadores desecharon. El que cayere sobre esta Roca, sobre esta Piedra, será quebrantado, quebrantado de corazón, afligido en su alma por haber pecado contra Dios. Pero sobre quien esa Piedra caiga lo desmenuzará, va a desmenuzar el reino de los gentiles, el reino del anticristo conforme a Daniel, capítulo 2, verso 34 al 45, y va a desmenuzar a toda persona que no haya aprovechado el tiempo para arrepentirse de sus pecados y recibir a Cristo como su Salvador. “*Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”* Pierde el derecho a pertenecer al pueblo de Dios, a la heredad de Dios. Pero el que se arrepiente de sus pecados rendido a Cristo, y lo recibe como su Salvador, su nombre es confirmado como parte de la heredad de Dios, confirma así su lugar en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la heredad de Dios en el Nuevo Testamento, porque la Iglesia del Señor Jesucristo es el Israel Celestial, espiritual, y el pueblo hebreo el Israel terrenal. Por eso así como el pueblo hebreo tuvo un cordero pascual para su liberación allá en Egipto, el Israel Celestial, la Iglesia de Jesucristo tiene un Cordero Pascual, Jesucristo nuestro Salvador, para la liberación de todos los hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, para salir en el Segundo Exodo, en donde salen libertados del reino del maligno, del diablo, del reino de las tinieblas, y somos trasladados al Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Vean, en Colosenses, el Apóstol San Pablo nos dice en el capítulo 1 de Colosenses, verso 12 en adelante: “*Con gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz;* *el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.”* Nos libertó de la potestad de las tinieblas, nos libertó del poder del reino del diablo, nos libertó del diablo y su reino y nos llevó ¿a dónde? Al Reino de Jesucristo. Eso es lo que ha hecho Cristo en este Segundo Exodo, libertando Su heredad, Su heredad Celestial; así como libertó Su heredad terrenal, que es el pueblo hebreo. En el pueblo hebreo está reflejado, simbolizado, tipificado, el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la heredad Celestial de Dios. Por eso nuestra ciudadanía es celestial. Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice San Pablo: “*Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra* (va a transformar estos cuerpos terrenales, nos va a dar un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador)*...* *el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.”* Con ese poder con el cual creó los Cielos y la Tierra y los mantiene existiendo, con ese poder nos va a transformar, nos va a dar un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual a Su cuerpo glorificado, será un cuerpo jovencito que representará siempre de 18 a 21 años de edad. Esa es la edad en que todos queremos quedarnos: en la edad de la juventud, la edad de la flor de la juventud. Pero en este cuerpo que tenemos mortal, no nos podemos detener en esa edad de 18 a 21 años de edad, sigue contando el tiempo y se sigue envejeciendo el cuerpo físico, porque no es un cuerpo eterno, es un cuerpo temporal, mortal y corruptible; pero mientras estamos en este cuerpo hacemos contacto con Cristo nuestro Salvador, rendidos a El, recibiéndolo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en agua en Su Nombre, y El nos da Su Espíritu Santo y produce en nosotros el nuevo nacimiento, y así nacemos en la heredad de Dios, la heredad celestial de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. ¿Vieron la forma sencilla en que se nace en la heredad de Dios? Pues toda persona quiere ser parte de la heredad de Dios, toda persona quiere ser un hijo o una hija de Dios, miembro de la heredad de Dios. ¿Y vieron lo sencillo que es todo? Como para ser un miembro del Israel terrenal la persona tiene que ser un descendiente de Abraham y tiene que nacer como un hebreo. También toda persona que nace en medio del pueblo hebreo es perteneciente al pueblo de Israel conforme al nacimiento terrenal, aunque no sea descendiente de Abraham, pero es un Israelita. Ahora, para pertenecer al Israel Celestial, la heredad Celestial de Dios, la Iglesia de Jesucristo, tenemos que nacer en el Reino de Jesucristo. “El que no nazca de nuevo (dijo Cristo) no puede ver el Reino de Dios.” Le dijo a Nicodemo, ese gran maestro de Israel; y este gran maestro de Israel sabiendo que la forma en que todos nacemos en la Tierra es a través de una mujer, y él había nacido así a través de una mujer (Nicodemo), y ya estaba él avanzado en edad, y no se sabe cómo estaría su madre: si ancianita o ya había muerto. Cuando Cristo le habla acerca de ver el Reino de Dios y de entrar al Reino de Dios, Nicodemo pues estaba interesado, y ahora tiene un problema: cómo nacer de nuevo, ya que Cristo le dice que hay que nacer de nuevo. Veamos San Juan, capítulo 3, verso 1en adelante, dice: “*Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.* *Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él* (reconoció que las señales y milagros que Jesús hacía eran de Dios y que Dios estaba con El)*.* *Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.* *Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?* *Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.* *Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.* *No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.”* Es necesario nacer de nuevo para entrar al Reino de Dios; porque cuando nacimos en esta Tierra, hemos nacido en una raza caída que está bajo el dominio del maligno, del diablo, el cual le quitó a Adán su heredad; por lo tanto el diablo ha estado gobernando la humanidad. Y al nacer en esta Tierra la persona nace en un cuerpo mortal, corruptible y temporal, porque el reino del maligno no es eterno, y no tiene Vida eterna, es temporal, y al nacer la persona en un cuerpo de carne mortal, recibe un espíritu del mundo, de la quinta dimensión, de esa dimensión del reino de las tinieblas. Por lo tanto, nace sin Vida eterna, pero por medio del nuevo nacimiento obtiene Vida eterna; al recibir a Cristo como su Salvador, arrepentido de sus pecados y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y ser bautizado en Su Nombre, Cristo le da el Espíritu Santo, lo bautiza con el Espíritu Santo y la persona obtiene así el nuevo nacimiento, eso es el nuevo nacimiento, nace en el Reino de Cristo, nace en la Iglesia de Jesucristo como un miembro de la Iglesia de Jesucristo, que es la Familia de Dios, la heredad de Dios, y obtiene un cuerpo angelical, teofánico de la sexta dimensión. Ya la persona tiene Vida eterna, y si muere físicamente su cuerpo la persona sigue viviendo en ese cuerpo angelical, un espíritu del Paraíso, del Reino de Cristo, de la sexta dimensión; y si permanece vivo hasta que Cristo se levante del Trono del Padre y resucite a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, entonces seremos transformados; pero si la persona murió físicamente, no tiene ningún problema, será resucitada en un nuevo cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, y jovencito para toda la eternidad, un cuerpo igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador. Vean, Cristo resucitó glorificado y todavía está viviendo en ese cuerpo, y seguirá viviendo por toda la eternidad. Esa es la clase de cuerpo que todos necesitamos para vivir con Cristo por toda la eternidad, y ese es el cuerpo que El ha prometido para ustedes y para mí también. Ahora, esa es una bendición para la heredad de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo. Cuando el pueblo hebreo rechazó a Cristo, el Reino de Dios pasó a otro pueblo. Y encontramos que Dios ha estado llamando un pueblo para Su Nombre, de entre los gentiles, y de vez en cuando entran también hebreos, comenzó con hebreos, pero luego se tornó a los gentiles, y la mayoría de los miembros de la Iglesia de Jesucristo son gentiles de edad en edad, a través de toda la trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo. Ahora, sabiendo que Dios está llamando un pueblo para Su Nombre de en medio de los gentiles, de en medio del pueblo del cual Dios dijo que no era Su pueblo, pero ahora en medio de ese pueblo ahora Dios dice que El llama hijos e hijas de Dios. Ahora vean cómo es esto, aquí en la Escritura nos habla de este gran misterio del pueblo de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, pueblo que está siendo formado porque van naciendo en ese pueblo, en esa heredad de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento. En Romanos, capítulo 9, verso 25 al 26, dice San Pablo: “*Como también en Oseas dice:* *Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo,* *Y a la no amada, amada.* *Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío,* *Allí serán llamados hijos del Dios viviente.”* Por eso de entre los gentiles Dios ha estado llamando seres humanos para ser parte del pueblo de Dios, de la heredad de Dios, para ser parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en Su Nombre y Cristo les da Su Espíritu Santo y obtienen el nuevo nacimiento y así nacen en la heredad de Dios. El nuevo nacimiento produce nacer en la heredad de Dios, nace como un hijo o una hija de Dios en la heredad de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo. San Pablo dijo que no todo el que es nacido en Israel, no todo el que es nacido allá es hebreo o judío, sino el que es nacido de corazón, o sea, el que recibe a Cristo como su Salvador; esos son hijos de Abraham por la fe, son de la fe de Abraham. Y ahora, el Israel, la heredad de Dios, ha pasado a una segunda etapa, en donde obtiene un nuevo nacimiento espiritual, y obtiene un cuerpo angelical teofánico, para así estar dentro del Reino de Dios, del Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Y en este tiempo final cuando se complete el número de la heredad de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo, entonces Cristo nos dará un cuerpo nuevo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como está prometido en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante, donde nos dice San Pablo: “*Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.* *Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción* (no podemos vivir eternamente con este cuerpo de carne y sangre, porque es mortal, corruptible y temporal, tiene que morir en algún momento)*.* *He aquí, os digo un misterio* (recuerden que es un misterio del Reino de Dios)*: No todos dormiremos* (o sea, no todos vamos a morir, habrá un grupo de personas de la heredad de Dios que no verán muerte sino que se serán transformados)*; pero todos seremos transformados,* *en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”* Esa es una promesa para la heredad de Dios, para la Iglesia del Señor Jesucristo con todos los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. ¿Ven? No puede venir una transformación para nosotros y recibir un cuerpo nuevo, si Dios no lo ha prometido. Pero aquí podemos ver que El lo prometió, ¡y si El lo prometió El lo cumplirá para todos nosotros! “*Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.* *Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.”* De ahí en adelante no habrá más muerte para los hijos e hijas de Dios, no habrá más muerte para la heredad de Dios, no habrá más muerte para la Iglesia y los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. ¿Y para cuándo se llevará a cabo la resurrección de los muertos y la transformación de nosotros los que vivimos? Por lo menos hay tres lugares donde Cristo habla del tiempo. En San Juan, capítulo 6, verso 39 en adelante, dice: “*Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”* Para el Día Postrero Cristo ha prometido la resurrección de los muertos creyentes en El, y por consiguiente la transformación de los que están vivos en ese tiempo y sean creyentes en Cristo nacidos de nuevo. “*Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”* Ya tenemos aquí dos lugares, si continuamos leyendo este capítulo 6, encontraremos dos lugares más y ya serían 4. Vamos a ver en el mismo capítulo 6 de San Juan, verso 54, dice: “*El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna...”* ¿Ven? Así como se comían el cordero pascual allá en Egipto el día de la pascua y la sangre era aplicada en la puerta, ahora el que come la Carne y bebe la Sangre de Jesucristo tiene Vida eterna; cuando la persona recibe el Espíritu Santo ahí llegó a la persona, al alma de la persona, la Vida de la Sangre, y tiene aplicada la Sangre en el alma la persona. “*...tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”* Ya tenemos tres lugares donde El dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero.” Esto es para las personas que lo han recibido como su Salvador, los cuales han recibido Vida eterna. Y pasamos a otro pasaje donde nos habla de la resurrección; vamos a pasar al capítulo 11... capítulo 11 de San Juan, versos 23 en adelante, esto fue cuando Lázaro (hermano de Marta y María y amigo él y ellas de Jesús), cuando Lázaro murió Jesús no estaba en ese lugar, y le mandaron aviso de que estaba enfermo, antes de morir, y Jesús se detuvo y quizás pensaron: “No atiende nuestro llamado siendo nuestro amigo, ¿pero qué le pasará?” Ellos sabían que si Jesús llegaba sanaba a Lázaro, pero Jesús dejó que muriera Lázaro, se detuvo en donde estaba y no fue al pedido de Marta y María. Luego cuando pasa el tiempo Lázaro murió y Jesús le dice a Sus discípulos: “Lázaro nuestro amigo duerme.” Y los discípulos pensaban que era el dormir normal que uno se acuesta a descansar y duerme hasta el otro día. Y ellos dijeron: “Si duerme está bien.” Pero Jesús les hablaba de la muerte, porque cuando aquí la Escritura dice: “Los que duermen en Cristo,” se refiere a los que han muerto físicamente pero que son creyentes en Cristo. Y Lázaro era un creyente en Cristo que había dormido, o sea, había muerto su cuerpo físico. Y ahora, cuando ya van cuatro días, al cuarto día Jesús se presenta, ¿ven? No se presentó ni siquiera para estar en el funeral. Cuando Jesús se presentaba a los funerales, ¿qué sucedía? Interrumpía el funeral y ya no había funeral, ¿por qué? Porque resucitaba al muerto, y ya los que estaban en el funeral pues decían: “Bueno, ya no hay nada más que hacer aquí, sino vamos a seguir escuchando a Jesús porque ya el muerto está con nosotros resucitado.” Ahora, Jesús llega, no estando en el funeral, llega después de cuatro días, y no llega a darle el pésame a Marta y María. Y ahora, vean lo que dice capítulo 11, verso 21 en adelante: “*Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.* *Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.”* Miren la fe de Marta, era una mujer de fe; pero, ahora, hay momentos en que si nuestra fe no la mantenemos firme y la aplicamos correctamente para el momento presente y la colocamos para el futuro, pues perdemos la bendición de recibir bendiciones que Dios ha prometido para el presente. “*Jesús le dijo: Tu hermano resucitará* (pero Jesús le está hablando del presente: ‘Va a resucitar ya.’ Pero Marta sabía que iba a venir una resurrección –ya lo leímos en el capítulo 6– para el Día Postrero, para todos los creyentes en Cristo)*.* *Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”* Y ahora, coloca la resurrección de Lázaro para el Día Postrero, lo cual está bien, pero Cristo va a hacer la resurrección de Lázaro en ese momento, para que sea tipo y figura de la resurrección de todos los creyentes en El, que El va a levantar, a resucitar en el Día Postrero. Para Su amigo Lázaro va a dar una bendición especial; y para los amigos de Cristo, los creyentes en El, va a dar una bendición especial para los que ya han partido una resurrección en cuerpos eternos y glorificados, y para los que vivimos una transformación, para todos ser iguales a Jesucristo nuestro Salvador. “*Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección* (y si El es la resurrección, si El quiere resucitar a alguien antes del Día Postrero pues lo puede hacer)*... Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá* (aunque haya muerto físicamente continúa viviendo en el cuerpo angelical y luego en el Día Postrero resucitará y vivirá nuevamente en un cuerpo eterno)*.* *Y todo aquel que vive y cree en mí* (ahora vean para quién es esta promesa: para todo aquel que vive y cree en Jesucristo)*, no morirá eternamente.”* O sea, que la muerte física para el creyente en Cristo es algo temporal, muere su cuerpo físico, mortal, corruptible y temporal, pero resucitará en un cuerpo eterno y glorificado como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. “*Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?* *Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”* Ella estaba firme en Cristo, su fe estaba en Jesucristo nuestro Salvador. Y así tenemos que estar nosotros para ver la bendición tan grande que El tiene para cada uno de ustedes y para mí también. Ahora, Cristo en este mismo capítulo pregunta dónde le han colocado, lo llevan frente a una cueva donde lo habían sepultado, y Cristo dice: “Muevan la piedra.” Marta dice: “Señor hiede ya, ya es de cuatro días.” Quizás pensó: “Quizás Jesús no sepa que él ya lleva cuatro días.” Aunque ella sabía que Jesús sabía todas las cosas. Pero vean, ¿qué significa Jesús resucitando a una persona que ya su cuerpo ha entrado en corrupción? Significa que El va a resucitar a todos los creyentes en El aunque hayan vivido cuatro días atrás, un mes atrás, un año atrás, cien años atrás, mil años atrás, o cerca de dos mil años atrás; todos los creyentes, hasta los Apóstoles y todos los creyentes de aquel tiempo, El los resucitará, aunque el cuerpo de ellos ya esté hecho polvo. El nos va a dar un nuevo cuerpo, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, igual al Su cuerpo glorificado, y esto es para el Día Postrero. ¿Y cuál es el Día Postrero delante de Dios? La Escritura dice en el Salmo 90, verso 4, y también en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8: “Porque un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día.” Por lo tanto, cuando Jesucristo habla del Día Postrero, es el Día Postrero delante de Dios y para los seres humanos es el milenio postrero. Y cuando la Escritura habla de los Días Postreros, habla de los Días Postreros delante de Dios, que son los milenios postreros para la raza humana. Cuando Cristo estuvo predicando en la Tierra, eran ya, habían comenzado ya los Días Postreros; o sea, que los Días Postreros no son tres días de veinticuatro horas sino que son tres milenios de mil años cada uno. Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2, dice: “*Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,* *en estos postreros días* (¿ven? ¿cuándo dice? ‘En estos postreros días.’) *nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”* ¿Cuándo habló Dios a la raza humana por medio de Jesucristo? En los postreros días, por lo tanto, los postreros días comenzaron desde el tiempo de Jesucristo, o sea, los postreros milenios, que son quinto milenio, el cual comenzó en el tiempo de Jesús. Cuando Jesús tenía de tres a diez años de edad comenzó el quinto milenio y por consiguiente comenzó o comenzaron los Días Postreros. El primero de los Días Postreros delante de Dios es el quinto milenio, el segundo de los días postreros delante de Dios es el sexto milenio, y el tercero y último de los Días Postreros delante de Dios es el Séptimo Milenio, Séptimo Milenio de Adán hacia acá. Y ahora, el Día Postrero delante de Dios es el Séptimo Milenio de Adán hacia acá, que es también el Tercer Milenio, Tercer Milenio de Cristo hacia acá. Por eso se dice que hemos entrado al Tercer Milenio pero de Cristo hacia acá, pero de Adán hacia acá hemos entrado al Séptimo Milenio; conforme al calendario gregoriano ya hemos entrado al Tercer Milenio de Cristo hacia acá, que es también el Séptimo Milenio de Adán hacía acá, por consiguiente hemos entrado al Día Postrero delante de Dios, pero El no nos ha dicho en que año del Día Postrero será que El resucitará a los muertos creyentes en El y nos transformará a nosotros los que vivimos. El Séptimo Milenio es el tiempo también donde Cristo cumplirá Su Segunda Venida, y donde se cumplirá también la resurrección de los muertos en Cristo, la transformación de nosotros los que vivimos, el Rapto o arrebatamiento de la Iglesia de Jesucristo, y también vendrá la gran tribulación sobre la raza humana, y luego... eso durará tres años y medio, la gran tribulación, pero no sabemos en qué año comenzará, será después que estemos transformados y Cristo nos lleve con El a la Casa de nuestro Padre Celestial. Y luego vendrá la gran tribulación de tres años y medio, pero nosotros estaremos en el Cielo con Cristo en la Casa de nuestro Padre Celestial, en la gran Cena de las Bodas del Cordero, recibiendo allí los galardones por todas las labores que hemos realizado en la Iglesia de Jesucristo, en la heredad de Dios. Y luego que pasen esos tres años y medio de fiesta, de las Bodas del Cordero en el Cielo, habrá pasado también el tiempo de la gran tribulación, y regresaremos con Cristo a la Tierra para comenzar el glorioso Reino Milenial de Jesucristo nuestro Salvador, donde ya no estaremos como estamos aquí en la Tierra en la actualidad: unos trabajando en construcción, otros en tiendas, otros en tiendas o almacenes, otros en oficinas, otros en hospitales en diferentes cosas, y otras personas en diferentes trabajos. En ese Reino Milenial de Cristo estaremos como Reyes, como Sacerdotes y como Jueces con Cristo, reinado por mil años y luego por toda la eternidad. Pero, vean ustedes, nos ha tocado pasar por esta etapa terrenal, para confirmar nuestro lugar en la Vida eterna, creyendo en Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo, siendo bautizados en agua en Su Nombre y recibiendo Su Espíritu Santo y así naciendo de nuevo, naciendo en la heredad de Dios, que en el Nuevo Testamento es la Iglesia del Señor Jesucristo, lo cual se reflejó en el pueblo hebreo, que es la heredad de Dios terrenal. Por eso podemos ver que el Antiguo Testamento muestra lo que será el Nuevo Testamento y lo que habrá en el Nuevo Testamento. Y así como el pueblo hebreo estuvo bajo el pacto correspondiente al Antiguo Testamento, ahora los miembros de la heredad de Dios, los miembros del pueblo de Dios, los miembros de la Iglesia de Jesucristo están bajo el Nuevo Pacto, bajo el Pacto establecido por Cristo, el Angel del Pacto, y están cubiertos con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, oyendo Su Voz y obedeciendo Su Voz, y sirviéndole con toda nuestra alma todos los días de nuestra vida. Esto es así con cada uno de ustedes y conmigo también, porque somos la heredad de Dios, miembros de la heredad de Dios. Los santos de las edades pasadas son también miembros de la heredad de Dios, los Apóstoles con los creyentes de aquellos tiempos, los Angeles Mensajeros de las siete edades, y los escogidos de este tiempo final con el Angel del Señor Jesucristo, son los miembros de la heredad de Dios, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y ése es el Reino de Cristo, es la heredad de Dios. Y así como Dios habló que guardó como la niña de Sus ojos a Israel, la heredad de Dios, ahora todo eso tipifica a la Iglesia del Señor Jesucristo que es la niña de los ojos de Dios. Y ahora, El cuida Su heredad, Su Iglesia, porque es la niña de Sus ojos; por la niña de los ojos de cada persona entra la luz para que pueda ser llevada la imagen de lo que está mirando, pueda ser llevada al cerebro. Y por la Iglesia del Señor Jesucristo entra la luz de Cristo para que llegue el Mensaje al alma de todo ser humano, para que llegue el Mensaje a todo el Cuerpo Místico de Cristo. Ahora, hemos visto quiénes somos al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo, somos la heredad de Dios, hemos nacido en la heredad de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo. Por lo tanto, sabiendo que somos la heredad de Dios, y como individuos miembros de la heredad de Dios, miembros de la Iglesia de Jesucristo, vivamos agradecidos a Cristo por ese privilegio tan grande que El nos ha dado de ser los miembros de la heredad de Dios, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. Y si alguno de los que están presentes todavía no ha nacido en la heredad de Dios, no ha recibido a Cristo como su Salvador, no ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y no ha sido bautizado en agua en Su Nombre y no ha recibido el Espíritu Santo, esta es una buena oportunidad para decir: “Yo recibo a Jesucristo como mi Salvador, yo quiero nacer de nuevo, yo quiero nacer en la heredad de Dios.” Dé su corazón a Cristo con sinceridad, El lo aceptará, perdonará sus pecados, usted estará rendido a Cristo y compungido de corazón, y Cristo borrará sus pecados con Su Sangre y Cristo lo recibirá, usted será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo como bautizaban los Apóstoles, y Cristo le dará Su Espíritu Santo y usted nacerá en la heredad de Dios. Esta fue la oportunidad que comenzó el Día de Pentecostés para todo ser humano, y San Pedro fue el que hizo la primera invitación para que las personas recibieran a Cristo como su Salvador, y pudieran recibir el Espíritu Santo y nacer en la heredad de Dios. Dice San Pedro en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 32 en adelante: “*A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.* *Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.* *Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:* *Dijo el Señor a mi Señor:* *Siéntate a mi diestra,* *Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.* *Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.* *Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?* *Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.* *Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.* *Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.* *Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”* Un Mensaje donde el resultado fue como tres mil personas convertidas a Cristo y siendo bautizadas en agua en el Nombre del Señor Jesucristo para recibir el Don del Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento y nacer en la heredad de Dios. Si una persona no recibe a Cristo como su Salvador, no lava sus pecados en la Sangre de Cristo y es bautizada en agua en Su Nombre, no puede recibir el Espíritu Santo y no puede nacer de nuevo, y por consiguiente no puede haber nacido en la heredad de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo. Usted no se une o usted no nace en la Iglesia uniéndose a una religión o secta religiosa; usted nace en la Iglesia obteniendo el nuevo nacimiento luego de haber creído en Cristo como su Salvador, haber lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y haber sido bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y entonces recibe el Espíritu Santo y nace de nuevo, nace en la heredad de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa es la heredad que tiene las grandes promesas de las grandes bendiciones para este tiempo presente y para toda la eternidad, y esos son los hijos e hijas de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Ya están escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo, lo que Cristo en Espíritu Santo ha estado haciendo es llamando esas personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. El dijo: “El que es de Dios la Voz de Dios oye.” Tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Por eso el llamado es para las ovejas del Señor que El les da Vida eterna; para darles Vida eterna es que El llama a Sus ovejas por sus nombres. El tiene allá el Libro de la Vida, en donde están escritos en una sección del Libro de la Vida del Cordero los nombres de todos los que le recibirían como su Salvador. Y por eso dice: “Si oyes hoy Su Voz no endurezcas tu corazón,” como hizo el pueblo hebreo allá en el desierto cuando iban de Egipto a la tierra de Israel. Abre tu corazón y recibe a Cristo en tu corazón como tu Salvador, El perdonará tus pecados, El te limpiará con Su Sangre y El te bautizará con Su Espíritu Santo y producirá en ti el nuevo nacimiento, y así nacerás en el Reino de Cristo, en la heredad de Dios. Por lo tanto, todos los que no han recibido a Cristo todavía como su Salvador, hoy es la oportunidad para ustedes de parte de Dios. Usted no sabe cuántos días le quedan aquí en la Tierra para vivir en el cuerpo de carne que tiene, porque las personas mueren, unos siendo ancianos, pero otros mueren siendo de edad media, otros mueren siendo jóvenes y otro mueren siendo niños y otros siendo bebés. Por tanto, por cuanto nadie sabe cuándo es el día en que tiene que partir de esta Tierra, necesita recibir a Cristo como su Salvador cuando siente ese llamado allá en su alma; cuando escucha la predicación del Evangelio y escucha el llamado, ése es el momento para usted recibir a Cristo como su Salvador. Por lo tanto, en esta ocasión usted tendrá la oportunidad de recibir a Cristo como su Salvador, para nacer en la heredad de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Mientras pasa el Rvdo. Mauricio Vivas para continuar, todos los que han sentido la Voz de Dios en sus almas, en sus corazones, pueden glorificar a Dios y darle gracias a Dios porque les habló a sus corazones, y los que no lo han recibido todavía como su Salvador pueden hacerlo en esta ocasión. Se orará por ustedes para que Cristo perdone sus pecados, les limpie con Su Sangre preciosa y produzca en ustedes el nuevo nacimiento; y se comunicarán con el ministro para que les bautice en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, para que Cristo les dé Su Espíritu Santo y nazcan de nuevo, nazcan en el Reino de Cristo, en la heredad de Dios. Mientras el Rvdo. Mauricio Vivas pasa, muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes, y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. “**LA HEREDAD DE DIOS.”**