--- title: 'No temáis manada pequeña' date: 2001-03-20 activity: 3 place: city: Buenos Aires state: country: AR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo. Para lo cual quiero leer en San Lucas, capítulo 12, versos 22 en adelante, donde dice: “*Dijo luego a sus discípulos* (o sea, Jesús)*...* *Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis.* *La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido.* *Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?* *¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo?* *Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?* *Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos.* *Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?* *Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud.* *Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas.* *Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.* *No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.”* Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla. Nuestro tema para esta ocasión es: **“NO TEMAIS MANADA PEQUEÑA.”** Estas Palabras de Cristo son dirigidas a la manada pequeña, y la manada pequeña son los creyentes en Cristo, son los miembros de Su Cuerpo Místico de creyentes, o sea, los miembros de Su Iglesia; por lo tanto, estas Palabras son dirigidas a la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico, y a cada miembro de la Iglesia de Jesucristo como individuo. Y ahora, esta manada pequeña es la que busca las cosas celestiales, las cosas de arriba; es la que busca el Reino de Dios y Su justicia. Esta manada pequeña está formada por los creyentes en Cristo nacidos de nuevo. Por medio del nuevo nacimiento se nace en esta manada pequeña, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. El Señor Jesucristo hablando de esa manada pequeña en San Juan, capítulo 10, versos 14 en adelante, dice: “*Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,* *así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.* *También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor.”* Esas otras ovejas que no son del redil hebreo, son los creyentes en Cristo de entre los gentiles, los cuales escucharían la Voz de Cristo y lo recibirían como su Salvador, lavarían sus pecados en la Sangre de Cristo, serían bautizados en Su Nombre en agua, y recibirían el Espíritu Santo, y así obtendrían el nuevo nacimiento, y así nacerían en el Redil del Señor, que es la manada pequeña. Por eso cuando en una ocasión en este mismo capítulo 10, le rodean los judíos... capítulo 10, verso 24, y le hacen cierta pregunta a Jesús, y le exigen que si El es el Cristo, el Mesías, se los diga ya abiertamente y no les turbe más el alma. Miren cómo todo sucedió, dice capítulo 10, verso 22 en adelante, de San Juan: “*Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno, y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.* *Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.* *Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis* (o sea, ‘ya eso ya yo se lo he dicho a ustedes, y ustedes no creen.’ Y ahora, querían que volviera a decirle a ellos si El era el Cristo)*; las obras que yo hago en nombre de mi Padre...”* Vean que las Obras que Cristo hacia: sanar a los enfermos, echar fuera demonios, predicar el Evangelio, (todas estas cosas), levantar los muertos, resucitar a los muertos, todas estas Obras que eran manifestadas por Cristo, eran las Obras de Dios a través de Su Hijo Jesucristo. Por eso El aquí dice: *“Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí.”* Ahora miren, Jesús para hacer las Obras del Padre en el Nombre del Padre, Jesús no decía: “Levántate tú que estás paralitico, levántate en el Nombre del Padre.” Tampoco decía: “Levántate (y decía cuál era el Nombre del Padre).” Pero el Nombre estaba en El. Por lo tanto cuando El ordenaba, allí estaba el Nombre; por lo tanto, todo lo que era hecho estaba siendo hecho en el Nombre de Su Padre Celestial. Cristo obraba en el Nombre de Su Padre, por eso El decía: “Yo he venido en el Nombre de mi Padre (y dijo a ellos), y ustedes no me han recibido.” Y ahora, todas las obras del enviado son hechas en el nombre del que lo envió, porque el enviado es el embajador de aquél que lo envía; por eso un embajador en una nación obra en el nombre del presidente de su nación, o del rey de su nación, es el representante de esa nación. Dice: “Y todo aquel que vive...” vamos a ver aquí, estoy en el verso 26 ahora, del capítulo 10 de San Juan: “*Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.”* Y esa es una palabra dura, pero era la verdad: no eran de las ovejas de Cristo, no eran de las ovejas que el Padre le dio a Cristo para darles Vida eterna. Y ahora, esas ovejas del Padre que le son dadas a Jesucristo, para que les dé Vida eterna, para que las salve, vean ustedes, están escritas en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, y son los Primogénitos de Dios escritos en el Libro de la Vida del Cordero, escritos en el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, y Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante. Y ahora, Cristo había dicho: “Mis ovejas me conocen:” Y El dijo: “Y Yo conozco mis ovejas.” Y El dice: “Yo las llamo por su nombre.” Y ahora, El dice: “También tengo otras ovejas que no son de este Redil, las cuales también debo traer, y oirán mi Voz, y habrá un Rebaño y un Pastor.” Y ahora, aquí le está diciendo a ellos, a estos judíos: “incrédulos,” incrédulos no a la Biblia escrita (sino que ellos decían que creían toda la Biblia, que creían a Moisés) sino incrédulos al cumplimiento de lo que la Biblia prometió para ese tiempo; y la Biblia prometió para ese tiempo la Venida del Mesías, y ahí estaba en medio de ellos. Ellos decían que creían, que creían, pero decían que creían a la letra, pero al cumplimiento de esa letra no creyeron; por lo tanto, tampoco creyeron a la letra en la forma que fue cumplida, no creyeron entonces a la letra en el sentido que tenía esa letra, sino que ellos creyeron a la interpretación que ellos le dieron a esa letra de la promesa de la Venida del Mesías. Ahora, Cristo les dice: “*Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen* (verso 27 de San Juan, capítulo 10)*,* *y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.* *Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.* *Yo y el Padre uno somos.”* El Padre estaba en Jesús; por lo tanto las ovejas están seguras, Cristo le da Vida eterna a Sus ovejas, y por eso no pueden temer ni al infierno, no pueden temer ni al lago de fuego (que es la muerte segunda), no pueden temer tampoco a la muerte física, no pueden temer a nada en la vida, porque Jesucristo, el Príncipe de los pastores nos da Vida eterna, Vida en abundancia. Y ahora, El dice: “No temáis,” porque hay muchos peligros en esta dimensión terrenal, dimensión terrenal que es un valle de sombra y de muerte. Pero viajando en este valle de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque Jehová está conmigo, Dios está con nosotros, Jesucristo está con nosotros, el Buen Pastor y Príncipe de los pastores está con nosotros. Y ahora, las ovejas son animales indefensos, y solamente el pastor de las ovejas es su defensa, es su protección. Por lo tanto teniendo al Pastor de las ovejas, Jesucristo en Espíritu Santo en medio de Su Redil, obrando y guiando a Sus ovejas por medio de cada Angel Mensajero, no tienen porqué temer, no tienen porqué tener miedo. *“Jehová es mi pastor.”* Así dice el Salmo 23. Y al conocer estas cosas de Cristo y Sus ovejas, entonces este Salmo lo convierte Cristo en una realidad para todos nosotros: “*Jehová es mi pastor; nada me faltará.* *En lugares de delicados pastos me hará descansar;* *Junto a aguas de reposo me pastoreará.* *Confortará mi alma;* *Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.* *Aunque ande en valle de sombra de muerte,* *No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;* *Tu vara y tu cayado me infundirán aliento* (la vara y el cayado son Su Palabra)*.”* Hubo grandes pastores en el Antiguo Testamento, tales como Abraham, Isaac y Jacob, y también los patriarcas, y también tenemos a un gran pastor: Moisés, y también al rey David; grandes pastores, los cuales tipificaron a Cristo, el Buen Pastor, el que dio Su vida por Sus ovejas. Y el cayado de cada uno de esos pastores del Antiguo Testamento representaba la Palabra Creadora de Dios. Y ahora, la Palabra Creadora del Buen Pastor, de Jesucristo, es el cayado con el cual Cristo en Espíritu Santo, por medio de Sus Mensajeros, ha estado pastoreando a Sus ovejas, y le ha estado infundiendo aliento a Sus ovejas: “*Tu vara y tu cayado me infundirán aliento* (nos alienta con Su vara y Su cayado, con Su Palabra)*.”* Ahora, ese mismo cayado que tenía Moisés, luego cuando llegó el tiempo del juicio divino, vean ustedes, encontramos que Moisés con ese cayado, con esa vara levantada en alto habló la Palabra Creadora de Dios, y vinieron los juicios sobre Egipto, y luego vino la liberación para el pueblo hebreo; con ese mismo cayado, con esa misma vara extendida habló la Palabra Creadora y abrió el Mar Rojo para que pasará el pueblo hebreo en seco. Y vean ustedes cómo esa vara, ese cayado de Moisés, tipificando la Palabra Creadora de Dios, trajo bendición para el pueblo hebreo. En ese cayado estaba representada la Palabra de Dios. Por eso es que cuando en aquella batalla contra Amalec, Moisés subió a una montaña, a un monte o a una loma, y le dijo a Josué: “Tú vé con el ejército, pelea contra Amalec, y yo estaré en la cúspide de la montaña, y allí estaré con la Vara de Dios.” La Vara de Dios que representa la Palabra de Dios. Y llevó con él a su hermano Aarón, y también llevó con él a Ur; y estando allá en la cúspide o cima del monte, mirando hacia el pueblo que estaba en batalla, mirando hacia la batalla, Moisés con su mano en alto teniendo la Vara de Dios en su mano, ocasionaba eso: que Josué con su ejército estuviera ganando la batalla. Pero recuerden que cuando los brazos a una persona se le cansan al tenerlos en alto... miren, usted puede tener los brazos horas *así*, todo el tiempo los tiene *así*, excepto en los momentos que tiene que tomar algo que está en alto o que está frente a usted, o en algún lugar, pero después los vuelve a colocar abajo. Ahí no se cansan, pero cuando usted los coloca en alto, ¿qué sucede? Se cansan, porque la sangre no circula bien allá con los brazos en alto, y en esa posición, como se está haciendo un esfuerzo, se cansan. Y ahora, Moisés con sus brazos en alto y con la Vara de Dios en alto, Vara de Dios levantada para juicio sobre Amalec y para bendición sobre el pueblo hebreo, vean ustedes, al cansarse los brazos de Moisés, tenía que bajarlos para descansar un poquito —como hacemos nosotros algunas veces—, y después para subirlos de nuevo. Pero se dieron cuenta Aarón y Ur que cuando Moisés mantenía los brazos en alto, la batalla se colocaba en favor de Israel, pero cuando se le cansaban los brazos a Moisés y bajaba sus brazos, ahí bajaba la vara también; por cuanto representaba la Palabra de Dios; cuando la Palabra de Dios es bajada, entonces la batalla se pone en contra del pueblo de Dios y en favor del enemigo; cuando la Palabra se mantiene en alto, entonces la batalla se pone en favor de los hijos de Dios, del pueblo de Dios. Y ahora, se dan cuenta de ese secreto, descubren a ese secreto, y entonces dicen: “Pues, ya vamos a buscar la solución,” buscan una piedra (ya fuera que llevarán a Moisés a la piedra o que trajeran la piedra a donde Moisés), y sientan a Moisés en la piedra, y se coloca a cada lado de Moisés uno de ellos: Aarón a un lado y Ur al otro lado, y toman cada uno, toman un brazo de Moisés, el de la derecha tomó el brazo derecho de Moisés, y lo mantuvo en alto con la Vara de Dios, y el otro tomó el otro brazo de Moisés y mantuvo en alto ese brazo de Moisés. De seguro tenían la Vara de Dios en alto *así*, y ahí los brazos a Moisés no se le cansaban, porque miren, cuando usted tiene los brazos *así* y otro le aguanta (Nota - sostiene) el brazo, usted entonces suelta toda la presión del brazo y ahí mismo va descansando el brazo. Y la batalla entonces fue en favor del pueblo hebreo; y así el Poder de Dios se ha manifestado a través de Moisés, trajo la victoria para el pueblo hebreo. Recuerden que Amalec representa al diablo, y representa por consiguiente al anticristo, al hombre de pecado. Cristo al morir en la Cruz del Calvario con Sus brazos en alto, trajo la victoria para el pueblo de Dios; y manteniendo los brazos de Cristo en alto, a través de mantener la Palabra de Dios en alto, la victoria se pone a favor del pueblo de Dios, del Rebaño pequeño. El nos dio la victoria con Sus brazos en alto en la Cruz del Calvario, y nos sacó del reino de las tinieblas, del diablo; como libertó al pueblo hebreo nos ha libertado a nosotros del reino de las tinieblas, del faraón que es el diablo, y del reino del faraón que es el reino del diablo, el reino de las tinieblas; y nos ha trasladado a Su glorioso Reino, el Reino de Jesucristo, el Reino del Hijo de Dios. Y ahora, para el Día Postrero podemos mirar ese grupo de personas que ha sido trasladado al Reino de Jesucristo, y ver que es la manada pequeña de la cual Cristo habló y dijo: *“No temáis, manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el reino.”* Y ahora, el glorioso Reino Milenial es dado a Cristo y a Su Iglesia. Por lo tanto, los reinos de este mundo vendrán a ser de Jesucristo y Su Iglesia, porque el Dios del Cielo, dice el Profeta Daniel, en la interpretación que le dio al rey Nabucodonosor, en el capítulo 2 del libro de Daniel, dice... vamos a ver el capítulo 2, verso 34 al 35, dice: “*Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.* *Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra* (un gran Monte, o sea, un gran Reino; porque monte simboliza reino)*.”* Y ahora, esa Piedra es la Segunda Venida de Cristo, en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido del reino de los gentiles, la cual es la etapa del reino del anticristo, del reino del hombre de pecado, a quien los diez reyes que están en los pies en esos diez dedos, le darán su poder y su autoridad a la bestia. Y ahora, en el mismo capítulo 2, verso 44 al 45, el Profeta Daniel interpreta el sueño, esa parte de los pies de hierro y de barro cocido, y dice: “*Y en los días de estos reyes* (o sea, en los días de estos reyes de este imperio)*...* *Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,* *de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.”* Esta Piedra no cortada de manos es la Venida del Señor, y cuando hiera el reino de los gentiles en los pies de hierro y de barro cocido, y sean desmenuzados, entonces será establecido el glorioso Reino de Jesucristo, porque esa roca, esa piedra dice que creció y se hizo un gran monte, o sea, un gran reino. Y ahora, en el campo espiritual, encontramos que ese gran Reino ha estado siendo construido por Cristo. Es Su Iglesia, la cual ha estado recibiendo Su cuerpo teofánico (cada miembro de Su Iglesia), al recibir el Espíritu Santo. Y en el Día Postrero, en la Segunda Venida de Cristo, en la Venida de esa Piedra no cortada de manos en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido del reino de los gentiles, esa Piedra vendrá para reclamar todos Sus escogidos, y traerá el juicio divino sobre el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, que es el juicio del día de venganza del Dios nuestro, el juicio de la gran tribulación, porque Dios vengará la sangre de Sus siervos los hebreos, y la sangre de Sus santos del Nuevo Testamento, la sangre de Su manada pequeña que ha sido perseguida y ha sido maltratada, y ha sido martirizada en edades pasadas. La sangre de los santos del Altísimo será vengada por Cristo, porque Dios vengará la sangre de Sus siervos y de Su Iglesia; la sangre del pueblo hebreo y la sangre del Israel Celestial, Dios la vengará. Por eso El dijo: “No venguéis vosotros mismos.” El dijo: “Mía es la venganza, Yo pagaré.” Por lo tanto El se encargará de esa venganza que está señalada en la Escritura, y eso es de acuerdo a Deuteronomio, en donde nos dice Dios, en el capítulo 32 al capítulo 44, dice \[Nota - Deuteronomio 32:40\]: “*Porque yo alzaré a los cielos mi mano,* *Y diré:* *Vivo yo para siempre* (o sea, ese es Dios hablando, le reveló esto al Profeta Moisés, y Moisés lo reveló, lo habló al pueblo hebreo)*.* *Y no hay quien pueda librar de mi mano.* *Porque yo alzaré a los cielos mi mano,* *Y diré:* *Vivo* *yo para siempre,* *Si afilare mi reluciente espada,* *Y echare mano del juicio,* *Yo tomaré venganza de mis enemigos,* *Y daré la retribución a los que me aborrecen.* *Embriagaré de sangre mis saetas,* *Y mi espada devorará carne;* *En la sangre de los muertos y de los cautivos,* *En las cabezas de larga cabellera del enemigo.* *Alabad, naciones, a su pueblo,* *Porque él vengará la sangre de sus siervos,* *Y tomará venganza de sus enemigos,* *Y hará expiación por la tierra de su pueblo.* *Vino Moisés y recitó todas las palabras de este cántico a oídos del pueblo, él y Josué hijo de Nun.”* También en Números nos habla Dios de este tiempo o día de venganza del Dios nuestro, y dice que Dios va a vengar la sangre de Sus santos. Ahora, siendo que es Dios el que vengará la sangre de Su pueblo, lo cual cumplirá, vean, dice en el capítulo 35, verso 33 de Números, dice: “*Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó.”* Y ahora, con la venganza del Dios nuestro en contra de naciones, pueblos y lenguas que han derramado la sangre de Sus siervos, los hebreos, y de Su Iglesia (Sus santos que es Su Iglesia), Dios hará venganza en el día de venganza del Dios nuestro. Por eso en Isaías, capítulo 61, nos habla del día de venganza del Dios nuestro. Y ahora, en la Primera Venida de Cristo, encontramos que El leyó Isaías 61, y se detuvo un poquito antes de terminar ese verso número 2. Dice: “*El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;* *a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová.”* Y ahí en San Lucas, capítulo 4, Cristo se detuvo. Capítulo 4, verso 17 al 21. ¿Por qué no continua leyendo? Porque la otra porción de ese verso número 2, dice: *“Y el día de venganza del Dios nuestro.”* Y el día de venganza del Dios nuestro no sería predicado, no sería proclamado para ser cumplido en aquel tiempo, en la Primera Venida de Cristo. Porque con la Primera Venida de Cristo se abriría el año de la buena voluntad de Jehová, se abriría la Dispensación de la Gracia para obtener Misericordia y perdón de los pecados, las personas que recibieran a Cristo como su Salvador, lavaran sus pecados en la Sangre de Cristo y fueran bautizados en Su Nombre, los cuales recibirían el Don del Espíritu Santo y así recibirían el nuevo nacimiento y por consiguiente recibirían un cuerpo teofánico, angelical de la sexta dimensión; y así vendrían a formar parte de la manada pequeña del Señor Jesucristo, de esa manada pequeña de las ovejas de Jesucristo, el Buen Pastor y Príncipe de los pastores de ese Rebaño pequeño. El Rebaño pequeño o Manada pequeña de Cristo, siendo los que han recibido a Cristo como su Salvador, es pequeño en cada siglo comparado con el número de seres humanos que viven en el planeta Tierra. Y ahora, encontramos que Dios le ha dado a la raza humana unos dos mil años de gracia, en donde ha estado llamando y juntando a Sus ovejas en Su Redil, y se ha estado produciendo en el Redil del Señor (que es la Iglesia de Jesucristo), se ha estado produciendo el nacimiento de las ovejas del Señor, se ha estado produciendo el nuevo nacimiento y así se ha estado formando la Manada pequeña del Señor, que son los creyentes en Cristo; y así por consiguiente se ha estado formando el Reino de Jesucristo nuestro Salvador. Y así ha estado creciendo esa Piedra no cortada de manos, así como cuando se siembra un grano de trigo: el grano de trigo si usted lo tiene en su casa no crece, pero la única forma para que el grano de trigo crezca es sembrándolo en tierra, crece en la forma de una planta de trigo, y sigue creciendo a tal grado que se multiplica. Y esa multiplicación de ese grano de trigo en muchos granos de trigo es Cristo reproducido en muchos hijos e hijas de Dios, porque Cristo es el Hijo de Dios, el Grano de trigo que fue sembrado en tierra, reproduciéndose en millones de granos de trigo, millones de hijos e hijas de Dios de edad en edad. Pero ahora, hemos llegado al tiempo final, donde el Espíritu de Cristo, que es la Vida de la planta de trigo, está en la parte alta de la planta de trigo, donde el fruto de la planta de trigo, que son los hijos e hijas de Dios, la Manada pequeña de Cristo, Su Iglesia, madurará hasta llegar a la perfección, hasta llegar a la estatura de un Varón perfecto, hasta llegar a ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y ahora, la Manada pequeña de Cristo, la Iglesia de Jesucristo, se encuentra en la etapa de la Edad de la Piedra Angular para llegar a la perfección. Por eso el Mensaje que llama y junta a los escogidos del Día Postrero siendo el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor del Séptimo Sello, o sea, alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la Tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, nos llama y nos junta en Su Redil, Su Iglesia, en la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Por eso dice Apocalipsis, capítulo 4, verso 1: “*Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”* Para poder subir tiene que ser algo aquí en la Tierra que Cristo haga, para subir a un lugar espiritual, que es la Edad de la Piedra Angular, para escuchar la Voz de Cristo en medio de Su Redil, como fue escuchada por la manada pequeña de edad en edad, a través del Mensajero de cada edad. Por eso dice Apocalipsis, capítulo 2 y capítulo 3, en cada ocasión dice: “El que tiene oídos para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.” Es la Voz de Cristo, del Espíritu Santo, hablándole a Su manada pequeña a través de cada Angel Mensajero que El ha enviado para cada una de las edades, de las etapas de Su Iglesia. Miren, cómo Cristo ha estado moviéndose en medio de Su Iglesia de edad en edad: de este a oeste. Encontramos que también Dios movió a Moisés, para moverse de la casa de su suegro con las ovejas que él pastoreaba, lo movió también de ese territorio, de la parte este lo movió hacia el oeste, hacia el Monte Sinaí, para encontrarse con Dios, Moisés y las ovejas que él pastoreaba; porque las ovejas que él pastoreaba estando en el monte, ahí estaban también viendo la manifestación de Dios en ese árbol, ese árbol donde estaba Dios en la Columna de Fuego apareciéndole al Profeta Moisés, esa zarza en donde se manifestó. Vean, las ovejas tuvieron el privilegio de ver allí a Dios descendiendo para dar la comisión a Moisés, para la liberación del pueblo hebreo. Y las ovejas de Cristo, vean ustedes, han venido del este hacia el oeste, y se encuentran en el oeste en el Monte de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, donde también verán la comisión que Dios le dará a Moisés en su segunda manifestación, para la liberación del pueblo hebreo, la liberación de ciento cuarenta y cuatro mil hebreos, de los cuales dice el Arcángel Gabriel a Daniel, en el capítulo 12, que “en ese tiempo se levantará Miguel, el gran Príncipe que está de parte de los hijos de Israel, y será tiempo de angustia, cual nunca fue, pero en ese tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el Libro,” o sea, en el Libro de la Vida; y del pueblo hebreo serán ciento cuarenta y cuatro mil hebreos (doce mil de cada tribu). Ahora, podemos ver que Moisés llegó al Monte de Dios caminando de este a oeste. Y ahora, encontramos que el ministerio de Moisés caminando de este a oeste, estará en el Día Postrero en el Monte de Dios, la Iglesia de Jesucristo, en la cima del Monte de Dios. Vean, Moisés subió a la cima del Monte de Dios para recibir la Palabra de Dios para el pueblo hebreo; y Moisés sube en este tiempo final (el ministerio de Moisés), al Monte de Dios, la Iglesia de Jesucristo, a la cúspide o cima del Monte de Dios, para recibir el Mensaje de Dios para el pueblo hebreo, y también para los escogidos de Dios de entre los gentiles; por eso ahí también estará Elías. ¿Pero Elías subió al Monte de Dios? Claro que sí. ¿Cuándo? Recuerdan cuando Jezabel lo estaba buscando. ¿No se fue Elías caminando por el desierto rumbo al Monte de Dios (o sea, al Monte Sinaí)? Y el Angel que le apareció a Elías, el cual estaba cansado, con sueño y con hambre, y se acostó a dormir, y vino el Angel y lo despertó, y cuando despierta ve a la cabecera una torta de pan y también un vaso de agua que el Angel le trajo. Comió y se acostó a dormir de nuevo. Luego lo despierta de nuevo el Angel a cierta hora (luego de descansar), y hay más alimento para Elías, y agua también que el Angel le trajo, y come de nuevo y luego camina por cuarenta días hacia el Monte de Dios, el Monte Sinaí. Vean ustedes, el pueblo hebreo caminó cuarenta años por el desierto para llegar a la tierra prometida. Encontramos que Moisés estuvo sin comer ni beber cuarenta días en el Monte Sinaí. Y ahora, vean ustedes estos Profetas dispensacionales tienen algo muy importante: sus vidas las ponen en peligro pero Dios es con ellos, porque esos son Mensajeros dispensacionales, a través de los cuales Jesucristo, el Buen Pastor, el Angel del Pacto, pastorea Sus ovejas en la dispensación en que Dios los envía. También Elías (aunque no era un Profeta dispensacional), vean ustedes, también ayunó por cuarenta días y cuarenta noches; y nuestro amado Señor Jesucristo también. Ahora, podemos ver que Elías llegó al Monte Sinaí, subió, se metió en una cueva para dormir, pero la Voz de Dios le dice: “Elías, ¿qué haces aquí?” Vean ustedes, Elías sabía dónde ir: fue al Monte de Dios. Y ahora, Elías encontramos que ha venido viajando del este al oeste, el último lugar que lo vimos en medio del pueblo hebreo fue allá predicando y anunciando que después de él vendría el Mesías. Encontramos a Elías en su tercera manifestación en Juan el Bautista, el ministerio de Elías en Juan el Bautista; luego desaparece el ministerio de Elías de en medio del pueblo hebreo, pero ¿lo encontramos dónde? Lo encontramos en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en la séptima edad de la Iglesia, precursando la Segunda Venida de Cristo. Y luego tiene que aparecer en la Edad de la Piedra Angular con el ministerio de Moisés en el Monte de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, para luego de estar con el ministerio de Moisés, el ministerio de Elías, sonando la Gran Voz de Trompeta, y llamando y juntando a los escogidos de Dios, como dice Cristo: “Y enviará Sus Angeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos.” Recuerden que cuando Cristo habló (eso es San Mateo 24, verso 31)... cuando Cristo habló en San Mateo 16, versos 26 al 28, en donde dijo Cristo: “¿De qué le vale al hombre si ganaré todo el mundo y perdiere su alma?” Dice: “*Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?* *Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.”* ¿Cómo viene al Hijo del Hombre en Su Segunda Venida? ¿Cómo viene el Hijo del Hombre? Viene con Sus Angeles: “*De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.”* Y luego, en el capítulo 17, verso 1 en adelante, dice: “*Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto;* *y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.* *Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él.”* Encontramos aquí que Cristo en esta visión mostró a Pedro, Jacobo y Juan la Venida del Hijo del Hombre con Sus Angeles, le mostró la Venida del Reino de Dios. Y el orden de la Venida del Hijo del Hombre es con Sus Angeles, por eso aparecieron Moisés y Elías, uno a cada lado de nuestro amado Señor Jesucristo. Y ahora, podemos ver que en la Venida del Hijo del Hombre estarán presentes en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, los ministerios de Moisés y de Elías; porque esos son los ministerios de los Angeles del Hijo del Hombre. Por eso es que en Apocalipsis, capítulo 10 y capítulo 11, luego que el Libro de los Siete Sellos es traído a la Tierra por Cristo, el Angel Fuerte que desciende del Cielo, lo trae abierto, luego lo entrega a un hombre, el cual allá fue Juan el Apóstol (tipo y figura de la Iglesia de Jesucristo y Sus Angeles), el cual a través de toda la trayectoria en el libro del Apocalipsis, está representado a la Iglesia de Jesucristo y a Sus Angeles Mensajeros. Y cuando él ve a Cristo descendiendo del Cielo con el Librito abierto en Su mano, está representado a la Iglesia del Señor Jesucristo del Día Postrero, de este tiempo final, y al Angel Mensajero del Señor Jesucristo del Día Postrero y de la Edad de la Piedra Angular. Por eso escucha la Voz del Cielo nuevamente que le dice: “Vé al Angel que está parado sobre el mar y sobre la Tierra, y que tiene el Librito abierto en Su mano, vé y pídele el Librito.” Y vamos a leerlo para que así tengan el cuadro claro de lo que allí sucedió. Dice, capítulo 10, verso 8 en adelante, del Apocalipsis: “*La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Vé y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.* *Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.* *Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.* *Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”* En la misma forma en que Cristo en el Cielo se acerca al que tiene el Librito en Su diestra (pero sellado), en Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 en adelante, dice: “*Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.* *Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?* *Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.* *Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.* *Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.* *Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.* *Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.”* Y ahora, encontramos que en el Cielo apareció Uno digno para tomar el Libro y abrir sus Sellos: fue nuestro amado Señor Jesucristo, el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo, el cual cuando termina Su Obra de Intercesión en el Cielo, se levanta del Trono del Padre y se convierte en el León de la Tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores, para tomar el Libro y desatar, abrir esos Sellos, y reclamar todo lo El ha redimido con Su Sangre preciosa. Luego, en el Cielo hay gran regocijo, dice: “*Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;* *y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;* *y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.”* Así proclaman los redimidos con la Sangre de Cristo, así proclama la Manada pequeña del Señor Jesucristo, así proclama la Iglesia redimida por la Sangre del Señor Jesucristo. Cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión en el Cielo, entonces se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo y reclamará a todos los que El ha redimido con Su Sangre preciosa; y todos los redimidos que ya han partido proclamarán que Cristo es digno de tomar el Libro y abrir sus Sellos. Y todos proclamaremos que El es el único digno de tomar el Libro de la diestra del que está sentado en el Trono, luego lo abrirá en el Cielo, pues ya se habrá completado el número de los escogidos de Dios, y entonces lo trae a la Tierra y lo entrega a un hombre para que se lo coma. Miren el propósito de Cristo traerlo a la Tierra: para que un hombre se lo coma y luego profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas. Vamos a seguir leyendo en Apocalipsis, capítulo 10: “*Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce* (capítulo 10, verso 10 al 11)*... y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.* *Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.”* La profecía final sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, corresponde al Profeta Mensajero que se comerá el Librito de los Siete Sellos abierto, y no puede ser otra persona sino aquél que está pre-ordenado por Dios para ese propósito. Por eso luego en Apocalipsis, capítulo 11, comienza en ministerio de los Dos Olivos, profetizando sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes. Y ahora, podemos ver que son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Dos Olivos y de los Dos Ungidos que están delante de la Presencia de Dios en el Cielo, para profetizar sobre muchos pueblos, naciones y lenguas. Por lo tanto, tiene que estar delante de la Presencia de Cristo en Su Templo Espiritual, en el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual, esos ministerios. Y ahora, podemos ver que el ministerio profético del Día Postrero, de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular y del Séptimo Milenio, corresponde al que se estará comiendo ese Título de Propiedad. ¿Para qué lo trae Cristo y lo entrega a un Hombre para que se lo coma? Para que esa Palabra se haga carne en ese Hombre, en ese Profeta, y tenga el ministerio del Día Postrero, y para que así ese Título de Propiedad, esa Palabra entre al Templo Espiritual de Cristo, al Lugar Santísimo y permanezca ahí; y se pueda llevar a cabo todo el Programa correspondiente al Lugar Santísimo del Templo Espiritual de Cristo, y Cristo en Espíritu Santo pueda hablar por medio de ése que se come ese Librito, pueda hablar todo el Mensaje correspondiente al Día Postrero, hablarlo a Su manada pequeña, hablarlo al reino de los gentiles y hablarlo también al pueblo hebreo. Por lo tanto, será un Mensaje profético que cubrirá a la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Manada pequeña, cubrirá al reino de los gentiles, a naciones, pueblos y lenguas, y cubrirá también al pueblo hebreo, es un Mensaje para todo ser humano que vive en este planeta Tierra; y es el último Mensaje dispensacional, porque es el Mensaje de la última dispensación, que es la Dispensación del Reino. Ese Mensaje primero viene a la manada pequeña y le son habladas todas las bendiciones que Cristo tiene para Su manada pequeña, para la Dispensación del Reino y para la etapa de la Edad de la Piedra Angular. También le es revelada a la Iglesia del Señor Jesucristo los juicios divinos que van a venir sobre la raza humana durante el tiempo de la gran tribulación. Pero Cristo dijo: “Velad y orad que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre;” porque Cristo, el Hijo del Hombre vendrá con Sus Angeles a Su Iglesia en el Día Postrero, para revelarnos todas estas cosas que deben suceder pronto, como dice en Apocalipsis, capítulo 4, cuando dice: “*Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas* (las cosas que han de suceder después de las siete edades durante la Dispensación de la Gracia)*.”* Ahora, las cosas que han de suceder después de las siete edades, las cosas que han de suceder en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino, van a ser dadas a conocer por Cristo a Su manada pequeña. Por lo tanto, la Manada pequeña de Cristo sube a la Edad de la Piedra Angular, esa parte del Redil del Señor, en donde Cristo en Espíritu Santo nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. ¿Y cómo las da a conocer? En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice la forma en que El las dará conocer. Dice: “*Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”* Es por medio de Su Angel Mensajero enviado por Cristo, el Dios de los espíritus de los Profetas, que son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, porque Cristo en Espíritu Santo estará en Su Angel Mensajero revelándonos todas estas cosas que deben suceder pronto. Es ese Angel Mensajero de Jesucristo el que recibe y se come el Librito de los Siete Sellos abierto, para profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes, y para darle las buenas nuevas, las buenas noticias a la manada pequeña: de que nuestra Redención, la Redención del cuerpo, la transformación nuestra está muy cerca, pero para el mundo los juicios de la gran tribulación también están muy cerca. Y por consiguiente en el Mensaje de este Angel Mensajero, dando a conocer todas las cosas que deben suceder pronto, está la revelación del día de venganza del Dios nuestro, en donde los juicios divinos caerán sobre la raza humana, y así Dios vengará la sangre de Sus siervos los hebreos, y de Sus santos del Nuevo Testamento, los santos de Su Iglesia. El día de venganza está en el corazón de Dios para ser cumplido, por lo tanto nadie podrá impedir que venga ese día de venganza del Dios nuestro. Pero por amor a Su Nombre y a Su manada pequeña, Cristo ha hecho algo en favor de nosotros: ha aguantado (Nota -retardado) ese día de venganza del Dios nuestro ha aguantado, ha demorado esa venganza que ha de venir sobre la raza humana, porque han tratado mal al pueblo hebreo y a la Manada pequeña del Señor Jesucristo; han tratado mal a la Iglesia del Señor Jesucristo a través de la existencia de la Iglesia de Jesucristo, y a través de la existencia del pueblo hebreo. Ahora vean, en Isaías, capítulo 63, lo cual en el Nuevo Testamento es el equivalente a Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 al 21. Dice: “*¿Quién es éste que viene de Edom, de Bosra, con vestidos rojos? ¿éste hermoso en su vestido, que marcha en la grandeza de su poder? Yo, el que hablo en justicia, grande para salvar.* *¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado en lagar?* *He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo; los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos, y manché todas mis ropas.* *Porque el día de la venganza está en mi corazón, y el año de mis redimidos ha llegado* (¿ven que el día de venganza está en el corazón de Dios, de Cristo?)*.* *Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira.* *Y con mi ira hollé los pueblos, y los embriagué en mi furor, y derramé en tierra su sangre.”* Esa es la forma en que Dios vengará la sangre de Sus siervos (los hebreos), y de Sus santos (Su Iglesia). Por eso Cristo dijo: “No venguéis vosotros mismos, mía es la venganza, Yo pagaré.” Y el pago será la gran tribulación, los juicios de la gran tribulación en el día de venganza del Dios nuestro. Pero no hay que temer, no hay que tener miedo a esos juicios del día de venganza del Dios nuestro, porque la manada pequeña es tenida por digna de evitar todas estas cosas que vendrán, todos estos juicios que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular. Esa es la edad para estar en pie delante del Hijo del Hombre en el Día Postrero. Y ahora, Manada pequeña, Iglesia del Señor Jesucristo en este Día Postrero: No temáis, no teman a lo que les pueda hacer el hombre, no teman a lo que les puedan hacer las naciones, no teman a lo que les puedan hacer el anticristo, el hombre de pecado y los diez reyes que le darán su autoridad y poder a la bestia, no teman a nada; solamente temed a aquél que puede matar, destruir el alma y el cuerpo en el infierno o lago de fuego. A ése es al que la Manada pequeña le teme, es un temor reverencial en donde está incluido el amor hacia nuestro Dios. Sabiendo que no tenemos que tener miedo a esos juicios divinos que vendrán durante la gran tribulación, porque antes que lleguen Cristo resucitará a los creyentes en El que han partido y a nosotros nos transformará. Por lo tanto, no nos harán daño esos juicios divinos, porque estaremos transformados y seremos llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. Mientras pasan los juicios divinos sobre la Tierra durante la gran tribulación, que durarán tres años y medio, nosotros estaremos en el Cielo, en la séptima dimensión, la dimensión de Dios, en la Casa de nuestro Padre Celestial, en la gran Cena de las Bodas del Cordero, disfrutando esa gran Fiesta y recibiendo los galardones por nuestras labores llevadas a cabo en el Reino del Señor Jesucristo, que es la Manada pequeña. Vuestro trabajo en el Señor no es en vano. Todo trabajo que usted realiza en medio de la Manada pequeña y en favor de la Manada pequeña, ese trabajo no es en vano, recibirá la recompensa correspondiente de parte de Jesucristo, nuestro Salvador. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 12, dice: “*He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.”* Por lo tanto, trabajemos en la Obra de Cristo, en medio de la Manada pequeña, porque vuestro galardón es grande en los Cielos, vuestra recompensa es grande, y Cristo es el que la dará a cada uno de ustedes y a mí también. Así que, Manada pequeña perteneciente al Reino de Jesucristo: no temáis, Jesucristo en Espíritu Santo está con nosotros, El es el Buen Pastor y es el Príncipe de los pastores. Aunque no tengamos defensa humana contra el anticristo, el hombre de pecado y sus ejércitos, y los reyes que le darán su poder y su autoridad, recuerden: tenemos a Jesucristo, el Príncipe de los pastores que nos defenderá. El socorro, la ayuda y protección de las ovejas siempre es el pastor. Y nosotros tenemos el Buen Pastor, el cual dio Su vida por nosotros, y el cual nos defenderá todos los días de nuestra vida, y nos llevará con El a la Casa de nuestro Padre Celestial. Por lo tanto: *“No temáis, manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el reino.”* Al Padre le ha placido darnos ese glorioso Reino que Cristo tendrá en este planeta Tierra. Y reinaremos con Cristo por mil años, por el Milenio, y luego por toda la eternidad, como Reyes y Sacerdotes en Su Reino, porque el Reino será dado al pueblo de los santos. Capítulo 7, verso 18 de Daniel, dice: “*Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.”* Así que, el reino luego será de Cristo y Su manada pequeña, para gobernar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y estará establecido Cristo, sentado en el Trono de David en Jerusalén; y con El estaremos nosotros. Ahora, vean ustedes, cómo Cristo hace: en la misma forma en que le es concedido por el Padre hacer en el Cielo, Cristo hace en la Tierra. Dice: “Al que venciere Yo le daré que se siente conmigo en mi Trono.” También dice: “*Al que venciere yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero, así como yo he recibido de mi padre.”* Y luego en Apocalipsis, capítulo 5, cuando se pide que alguien tome el Libro de los Siete Sellos y lo abra en el Cielo, y nadie es hallado digno, luego aparece Cristo, el Cordero de Dios, toma el Libro y lo abre en el Cielo, luego lo trae a la Tierra; ¿y qué hace? Lo entrega a un hombre, le es dicho a un hombre: “Vé y toma el Librito.” Así como Cristo lo toma en el Cielo, luego lo toma un hombre en la Tierra de la mano de Cristo, para comérselo y que se haga carne en él; y así es como nosotros luego obtenemos la revelación de las cosas que han de suceder sobre pueblos, naciones, lenguas y reyes. Así es como obtenemos la profecía del Día Postrero, del Séptimo Milenio y de la Dispensación del Reino; así es como recibimos el Mensaje profético del Evangelio del Reino. Por lo tanto: *“No temáis, manada pequeña, porque al Padre le ha placido daros el reino* (o darles el Reino)*.”* “**NO TEMAIS MANADA PEQUEÑA.”** Hemos visto cuál es la Manada pequeña. ¿Cuál es la Manada pequeña? Nosotros en este tiempo final y los que vivieron en edades pasadas en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Todos los nacidos de nuevo en el Cuerpo Místico de Cristo de edades pasadas y de nuestro tiempo, son la Manada pequeña de nuestro amado Señor Jesucristo, son los pertenecientes al glorioso Reino de Jesucristo, el Hijo de Dios. Hemos sido colocados en el Reino de Jesucristo nuestro Salvador, ese Reino está tipificado en el Redil del Señor compuesto por las ovejas del Señor, que es la Manada pequeña. *Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, el Buen Pastor, el Príncipe de los pastores, sean sobre Su Manada pequeña, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto se complete esa Manada pequeña en este tiempo final, y nazca en la manada pequeña hasta el último de los escogidos de Dios, nazca, obtenga el nuevo nacimiento, y se complete así la manada pequeña del Señor, y Cristo se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad, lo abra en el Cielo, y resucite a los muertos en Cristo y nos transforme a nosotros los que vivimos, y tenga una manifestación plena en esta Tierra por treinta a cuarenta días, y luego nos lleve con El a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.* Muchas gracias por vuestra amable atención Manada pequeña. Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes: la Manada pequeña del Señor Jesucristo, dándoles testimonio de la Manada pequeña a quienes les es dado el reino, le es dado el heredar el Reino de Dios en esta Tierra, para reinar con Cristo por toda la eternidad, primero mil años como prueba y después por toda la eternidad. Estaremos viéndonos mañana —Dios mediante— nuevamente, en la próxima actividad, para continuar hablando sobre la Iglesia del Señor Jesucristo y la Obra de Cristo en Su Iglesia. Mañana estaremos hablando del Rebaño del Señor Jesucristo, o sea, que yo estaré hablando de ustedes y también de mí, y de todos los escogidos de Dios de edades pasadas, y estaré hablando de Jesucristo, el Buen Pastor de esa Manada, de ese Redil del Señor Jesucristo. O sea, que estaremos hablando principalmente de Cristo, Su Iglesia, de Cristo y Su Iglesia, porque Cristo y Su Iglesia es el Rebaño del Señor con Cristo como el Buen Pastor. Así que, estaremos hablando de Cristo y nosotros, mañana Dios mediante. Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, y sigan pasando una noche llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo. Dejo nuevamente con ustedes al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión. Que Dios les bendiga y les guarde a todos ustedes, Manada pequeña de nuestro amado Señor Jesucristo. “**NO TEMAIS MANADA PEQUEÑA.”**