--- title: 'Nacidos para Vivir Eternamente' date: 1995-12-22 activity: 1 place: city: Cayey state: country: PR duration: 00:00:00 public: false youtube: translations: files: --- Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes y televidentes, les deseo una feliz navidad y un próspero año 1996. Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y se materialicen en cada uno de ustedes y en mí también, toda bendición que El ha prometido para Sus hijos para el Día Postrero; y pronto todos seamos transformados. En esta noche quiero enviar un saludo a los ministros reunidos en Venezuela: Que las bendiciones de Dios sean sobre todos ustedes, y les ilumine Dios en toda labor que deban planificar para el próximo año y para lo que queda de este año, y los use Dios grandemente en Su Obra; y a todos los ministros de todas las naciones latinoamericanas y caribeñas también. En esta ocasión quiero leer en Efesios, capítulo 2, versos del 1 al 10, donde San Pablo nos dice: “*Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,* *en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,* *entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.* *Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,* *aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),* *y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús,* *para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.* *Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;* *no por obras, para que nadie se gloríe.* *Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.”* Nuestro tema para esta ocasión es: **“NACIDOS PARA VIVIR ETERNAMENTE.”** A través de las Escrituras podemos ver que en este planeta Tierra han nacido y en la actualidad también nacen personas para vida eterna, las cuales tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. El apóstol San Pablo, el apóstol más conocedor de este gran misterio del Reino de los Cielos, nos dice en el capítulo 1, versos 3 en adelante, de la carta a los Efesios: “*Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,* *según nos escogió en él antes de la fundación del mundo* (aquí nos muestra que fuimos escogidos en Cristo antes de la fundación del mundo)*, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,* *en amor habiéndonos predestinado* (también nos habla que hemos sido predestinados ¿para qué?) *para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad* (hemos sido predestinados desde antes de la fundación del mundo para ser adoptados hijos Suyos por medio de Jesucristo)*.”* Encontramos que es por medio de Jesucristo que toda persona puede obtener la vida eterna. Cristo nos dijo en una ocasión: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí.” No hay otra forma, ni otra persona por la cual el ser humano pueda ir al Padre; no hay otra forma ni otra persona por la cual el ser humano pueda obtener vida eterna. Por eso nos dice Dios por medio del evangelio según San Juan, en el capítulo 1, versos 9 en adelante, dice: “*Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo* (o sea, aquella Luz verdadera: El Verbo, el Logos, la Shekinah, venía a este mundo)*.* *En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.”* El mundo fue hecho por El, toda la Creación fue hecha por El. Dice (San Juan 1:1): “*En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.* *Este era en el principio con Dios.* *Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.* *En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”* San Juan, capítulo 1, verso del 1 al 4. Y esa Luz verdadera, el Verbo, venía a este mundo; estaría visitando la raza humana y estaría en medio de la raza humana en forma visible, manifestado en la forma de un hombre. Y ese hombre sería nada menos que el Verbo hecho carne, que es Dios, el cual aparecería entre los seres humanos. Dice: “*A lo suyo vino* (al pueblo hebreo)*, y los suyos no le recibieron* (el pueblo hebreo no le recibió)*.* *Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;* *los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”* Por medio del nuevo nacimiento del cual le habló Cristo a Nicodemo, cada hijo e hija de Dios, cada alma de Dios, que ha venido a este mundo para vivir eternamente, por medio de Cristo obtiene el nuevo nacimiento; nace del Agua y del Espíritu luego de haber creído en Jesucristo como su Salvador y como su Redentor, el cual llevó nuestros pecados allá en la Cruz del Calvario. Y El es nuestro Cordero Pascual y también El es nuestra expiación, la expiación por el pecado. Todos los tipos y figura de los sacrificios que el pueblo hebreo ofrecía a Dios por el pecado, por la reconciliación, por la paz; todos esos sacrificios representaban a Jesucristo, el Cordero de Dios; pues El es nuestra paz, El es nuestra expiación por el pecado, El es el Cordero de la expiación por el pecado, El es el Cordero Pascual también; y así por el estilo, El cumplió todos esos tipos y figuras que fueron representados en aquellos animalitos, y también en otras formas que fueron representados los tipos y figuras de Jesucristo como nuestro Salvador. Ahora, encontramos que el ser humano ha venido a esta Tierra para vivir una temporada en un cuerpo mortal, corruptible, temporal. Por causa de la caída en el Huerto del Edén, el ser humano nace ya con la sentencia de muerte, pues el primer nacimiento aquí en la Tierra es en un cuerpo temporal, con un espíritu del mundo; o sea, un cuerpo del mundo, con un espíritu del mundo. Pero encontramos que la Bendición de la Primogenitura, para todo hijo de Dios, estará manifestada en toda su plenitud en el nuevo cuerpo; en un nuevo cuerpo físico que hemos de recibir cuando los muertos en Cristo resuciten y los que estamos vivos seamos transformados. Pero ese Programa divino de la Bendición de la Primogenitura comienza con el nuevo nacimiento. Cuando la persona nace de nuevo al creer en Cristo, y nace de nuevo del Agua y del Espíritu, ha nacido en otra dimensión, ha nacido en la sexta dimensión, que es la dimensión del Paraíso, es la dimensión de la Palabra, es la dimensión del Verbo, en donde habita el Logos, el Verbo, que era con Dios, que era en el principio con Dios y que es Dios; el cual se hizo carne, y habitó entre los seres humanos, como dice San Juan capítulo 1 y verso 14, donde dice: “*Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de verdad.”* También en el capítulo 1 y verso 18 de San Juan, nos dice: “*A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”* Ahora, podemos ver que Jesucristo, el cual nació en Belén de Judea, no era cualquier persona, sino que era el Verbo hecho carne. Y el Verbo es Dios en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Ese Verbo es el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, de Dios, el cual Dios se creó; un cuerpo el cual es parecido al cuerpo que nosotros tenemos acá, pero de otra dimensión. O sea, que en el Programa divino de Creación de Dios, lo primero que fue creado fue un hombre de la sexta dimensión; y ese hombre de la sexta dimensión era el mismo Dios entrando en Su Programa de Creación y creándose un cuerpo en el cual vivió por millones de años (y todavía vive por millones o billones de años), y desde ese cuerpo El llevó a cabo toda la Creación. Por eso dice San Juan: “*En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.* *Este era en el principio con Dios.* *Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.”* Ahora, este hombre de la sexta dimensión, el cual es el Verbo, el cual es el mismo Dios en una forma de hombre, pero de otra dimensión, luego se hizo carne, el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros; el Verbo se hizo hombre de esta dimensión, y fue conocido por el nombre de Jesús de Nazaret. En el tiempo en que Jesús estuvo aquí en la Tierra en Su cuerpo físico, querían matarlo, y El preguntaba: “¿Por cuál de las buenas obras que yo he hecho ustedes me quieren apedrear?” Le dicen: “Por buena obra no queremos apedrearte, sino por la blasfemia de que tú siendo hombre te haces Dios.” Ellos no entendían que era lo contrario, que siendo Dios se había hecho hombre y habitaba entre los seres humanos como un hombre, como un profeta, en medio del pueblo hebreo. Si ellos hubieran entendido que siendo Dios se había hecho hombre, no hubieran rechazado a Jesús de Nazaret. Pero creyeron que siendo un hombre se estaba haciendo Dios, se estaba endiosando. Y era lo contrario: Dios se estaba humanizando. No endiosando, Jesús no se estaba endiosando, sino que se estaba humanizando el Dios Todopoderoso. Cuando el profeta Isaías habló de la Primera Venida del Mesías, él dijo en su libro, Isaías, capítulo 7, verso 14: “*Porque el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel* (que traducido es: Dios con nosotros)*.”* Nada menos que el Dios Todopoderoso haciéndose hombre entre los seres humanos, creó una célula de vida, de sangre, allá en el vientre de María, la cual se multiplicó célula sobre célula y formó el cuerpo de Jesús; el cual nació en Belén de Judea y vino a ser Emanuel, Dios con nosotros. Miren, el Programa divino de Creación es el Programa más hermoso que hay; el cual los seres humanos no han podido comprender completamente, y por esa causa hay personas que no siguen a Jesucristo; y se han hecho de un sinnúmero de religiones en este planeta Tierra. Pero la vida eterna, en donde único se encuentra es en Jesucristo; porque en El estaba la vida (en el Verbo), y la vida era la Luz de los hombres. Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros. Se hizo hombre, y fue conocido por el nombre de Jesús de Nazaret. El Verbo, la Vida, se hizo un hombre entre los seres humanos, y compartió con los seres humanos Su vida aquí en la Tierra. Y lo ofreció en sacrificio vivo por cada uno de ustedes y por mí también, para que cada uno de los seres humanos tenga la oportunidad de vivir eternamente; oportunidad que el que la desprecia, ha despreciado la vida eterna y pierde todo derecho a vivir eternamente, pierde todo derecho a tener un cuerpo eterno, y pierde todo derecho a la juventud eterna, a la felicidad eterna y al glorioso Reino eterno de nuestro Dios. Y por consiguiente tendrá que ser echado en el lago de fuego, que es la segunda muerte, para ser aniquilado allí, extinguido, en donde no le quedará ni raíz ni rama, en donde no le quedará ni cuerpo ni espíritu ni alma; porque será destruido completamente en cuerpo, espíritu y alma, allí en el lago de fuego. Cristo dijo: “No temáis a los hombres, a los que matan el cuerpo y luego no tienen potestad sobre el alma y el espíritu; no pueden hacer nada más. Temed a aquel que puede destruir el cuerpo en el infierno y también el espíritu y el alma.” O sea, temed a Dios. Ahora, toda persona ha tenido una oportunidad, de los días de Jesucristo hacia acá, para recibir vida eterna. El que la ha despreciado mientras ha vivido aquí en la Tierra, perdió su oportunidad de vida eterna, y no podrá obtener vida eterna. Cristo dijo que el que no cree, ya es condenado, porque no ha creído en el Unigénito Hijo de Dios; pero el que cree, tiene vida eterna. Ahí es donde la persona hace contacto con la vida eterna, porque hace contacto con Jesucristo, el Verbo, en donde está la vida eterna y el que es la vida eterna. Y por esa causa todo ser humano necesita hacer contacto con Jesucristo, mientras vive aquí en la Tierra; necesita creer en El como nuestro Salvador, y como su Salvador personal; creer que Cristo es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo, creer que El llevó nuestros pecados, y así recibirlo a El como nuestro sustituto, para que así ninguno de nosotros tengamos que pagar por nuestros pecados; porque ya Cristo tomó nuestros pecados y pagó por ellos el precio; y el precio es: la paga del pecado es muerte. Y por eso Cristo, al tomar nuestros pecados, se hizo mortal y entregó Su cuerpo para morir por cada uno de nosotros. Y ahora la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Es sencillo Su Programa de Salvación para vida eterna, en donde la persona no necesita dinero, y en donde la persona no depende de sus buenas obras, sino de la fe de Jesucristo y en Jesucristo, como nuestro Salvador. Y la fe es un don de Dios, otorgado a cada uno de nosotros, para creer en Jesucristo como nuestro Salvador. Ahora, toda persona que ha de vivir eternamente, tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida. Está la sección del Libro de la Vida del Cordero, que es la sección donde están escritos los nombres de los escogidos de Dios, de los Primogénitos de Dios, que vienen a ser los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo, o sea, de Su Iglesia, los cuales desde antes de la fundación del mundo están escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Cristo, el Cordero de Dios, nos enseña la Escritura que fue inmolado desde la fundación del mundo. Nos dice en Apocalipsis, capítulo 13, y también en Apocalipsis, capítulo 16. Capítulo 13, verso 8, dice, hablando acerca de los que adorarán a la bestia, nos dice de ellos que no tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, el cual fue inmolado desde el principio del mundo. Dice: “*Y la adoraron* (o sea, adoraron a la bestia) *todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.”* Y en el capítulo 16 de Apocalipsis, también nos habla del Cordero que fue inmolado desde la fundación del mundo, el cual encontramos, vamos a ver, en el capítulo 17, verso 8, vamos a leer ahí, ahí nos habla también. Dice: “*La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición...”* O sea, la bestia, que es el anticristo con su imperio, representado en los pies de hierro y de barro cocido, de lo cual habló el profeta Daniel en el capítulo 2, versos 34 al 35, y capítulo 2, verso 44 al 45, en donde mostró una imagen, la cual vio Nabucodonosor en sueño y la interpretó Daniel; la cual representa al reino de los gentiles que comenzó con el imperio babilónico, en donde el rey Nabucodonosor fue su rey, su emperador; y luego continuó con el pecho y los brazos de plata, que fue el imperio que siguió al imperio babilónico, o sea, fue el imperio medo-persa; y luego continuó el reino de los gentiles pasando a su tercera etapa en el vientre y los muslos de bronce, de esa estatua que vio Nabucodonosor, lo cual representó el imperio de Grecia; y luego pasó a su cuarta etapa el reino de los gentiles, en sus piernas de hierro, que fue el imperio romano, de los Césares; y luego, en el Día Postrero, en el tiempo final, el imperio de los gentiles está señalado para estar en los pies de hierro y de barro cocido: esa es la segunda parte del cuarto imperio de los gentiles, y corresponde al Día Postrero. El profeta Daniel recibió la revelación del arcángel Gabriel, en donde le mostró que esa piedra no cortada de manos que salió de la montaña e hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, luego creció y se convirtió en un gran monte; lo cual representa un gran Reino, en la interpretación que le dio el profeta Daniel al rey Nabucodonosor. Dice en el capítulo 2, verso 44 en adelante, de la siguiente manera, del profeta Daniel, dice: “*Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,* *de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.”* Para el Día Postrero es que el reino de los gentiles estará en los pies de hierro y de barro cocido, en donde, conforme a Apocalipsis, capítulo 17, verso 8 en adelante, nos muestra que diez reyes le darán su poder y su autoridad a la bestia, y reinarán con la bestia por una hora, y pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá; porque El es Rey de reyes y Señor de señores. Al ser Rey de reyes y Señor de señores, el Cordero estará convertido en el León de la tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores en Su Venida en el Día Postrero, como la piedra no cortada de manos que fue cortada de la montaña, del Monte de Dios, que es Su Iglesia. Y vino esa piedra no cortada de manos, vino e hirió a la imagen en los pies de hierro y de barro cocido; o sea, que la Segunda Venida de Cristo es la que hiere a los pies de hierro y de barro cocido, hiere a esa estatua en la etapa final, hiere al reino de la bestia con esos diez reyes, y será quitado el reino de los gentiles, conforme a Apocalipsis, capítulo 11, y verso 15 en adelante, donde dice: “*El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo* (o sea, y de Su Ungido)*; y él reinará por los siglos de los siglos.”* O sea, que el reino o los reinos del mundo vendrán a ser de nuestro amado Señor Jesucristo cuando El hiera la imagen en los pies de hierro y de barro cocido, y desmenuce esos pies de hierro y de barro cocido; y así desmenuzará todo el sistema del reino de este mundo, de los reinos de este mundo, y pasarán a ser de nuestro amado Señor Jesucristo. Cristo tomará el poder, la autoridad y el Reino, y reinará por mil años, y luego por toda la eternidad. Y el Reino, dice el profeta Daniel, en el capítulo 7 y verso 17 al 18, dice: “*Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.* *Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre.”* Ahora, aquí nos muestra que después de estas cuatro bestias viene el Reino de Dios; el Reino es dado a los santos del Altísimo, que son la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales son Reyes y Sacerdotes; pues Cristo nos ha hecho para nuestro Dios Reyes y Sacerdotes, y reinaremos sobre la Tierra por mil años y luego por toda la eternidad. De esto nos habla Apocalipsis, capítulo 5, versos 9 al 10, y también Apocalipsis, capítulo 20, versos 4 al 6, donde nos dice: “*Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar* (estos son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, o sea, Su Iglesia)*; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años* (estos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo)*.* *Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años* (o sea, los que no son parte del Cuerpo Místico de Cristo y han muerto, no resucitarán hasta que no sean cumplidos mil años)*.”* Todos los que han muerto de Cristo hacia acá, y no pertenecen a la Iglesia del Señor Jesucristo, no pueden resucitar hasta que no se cumpla el glorioso Reino Milenial. Dice: “*Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años.”* O sea, hasta que haya pasado el Reino Milenial de Cristo. Ahora, hablando de los que resucitan antes de comenzar el glorioso Reino Milenial de Cristo dice así: “*Esta es la primera resurrección.* *Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.”* Estos son los escogidos de Dios, éstos son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, que han creído en Jesucristo y han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu; los cuales tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Ahora, encontramos que también hay personas que no tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, de los cuales dice que adorarán a la bestia. Aquí en Apocalipsis, capítulo 17, verso 8 en adelante dice: “*La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo* (o sea, del infierno) *e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será.”* Aquí podemos ver que habrá personas que adorarán a la bestia, adorarán al anticristo, en ese imperio que él tendrá en el Día Postrero. Dice: “*Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer,* *y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo.* *La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición.”* ¿Y hacia dónde llevará a los que adorarán a la bestia, a los que la adorarán? A la perdición también. Al lago de fuego, donde será echada la bestia y todos los que sigan a la bestia, al anticristo con y en su imperio. Ahora miren cómo va a consolidar su imperio en el Día Postrero. Dice: “*Y los diez cuernos que has visto* (en la bestia)*, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.”* Estos diez reyes son diez grandes líderes políticos de diez grandes naciones, que le darán su autoridad y su poder a la bestia, para que reine por tres años y medio. Ahora, sigue diciendo: “*Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.* *Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.* *Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas.* *Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego* (con fuego atómico, porque estos diez grandes reyes y grandes líderes, en sus naciones tienen el poder atómico)*;* *porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios.* *Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.”* Ahora, podemos ver que ese cuarto imperio en su segunda parte... El cuarto imperio tiene dos partes: La primera ya se cumplió en el tiempo de Jesús de Nazaret, en el tiempo de los Césares se estaba cumpliendo la primera parte del cuarto imperio de los gentiles, del imperio romano; y en ese tiempo se cumplió la Primera Venida de Cristo, la Venida de la Piedra no cortada de manos; pero por cuanto vino como Cordero de Dios para morir y quitar el pecado del mundo, encontramos que el cuarto imperio, el imperio romano, el imperio de los gentiles, crucificó a Jesucristo. Allí, la piedra no cortada de manos, Cristo en Su Venida, en Su Primera Venida, como Cordero de Dios, no hirió a la imagen, sino que la imagen lo hirió a El, en el calcañar; y por esa causa podemos ver Sus heridas en Sus manos y en Sus pies, y en Su costado. Pero conforme a la profecía de Daniel, del capítulo 2, en donde le interpretó al rey Nabucodonosor esa estatua, esa imagen, que representa al reino de los gentiles desde el comienzo hasta el final, él vio la destrucción del reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido. Por eso en la Primera Venida de Cristo fue la imagen la que lo hirió a El; pero en la Segunda Venida de Cristo, así como sucedió allá, que lucharon en contra de Cristo, en contra del cumplimiento de la Primera Venida del Mesías y lo hirieron allí en la Cruz del Calvario; todo el tiempo estaban buscando Su muerte, hasta que por fin, conforme a la Escritura, a la profecía, se cumplió Su muerte allí. Pero para la Segunda Venida de Cristo, dice: “*Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes.”* El ha cambiado de Cordero de Dios a León de la tribu de Judá para Su Segunda Venida. Por eso en Apocalipsis, capítulo 5 y versos 1 en adelante, donde en el Cielo, sobre el Trono que está en el Cielo, allá en el Templo que está en el Cielo, estaba Uno, el cual es Dios, sentado sobre Su Trono con un Librito sellado, cerrado, en Su diestra. Dice así, capítulo 5 de Apocalipsis: “*Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.* *Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?* *Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.* *Y lloraba yo mucho* (dice Juan el apóstol)*, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.”* Ahora, había llegado el tiempo para ese Libro ser tomado de la mano derecha del que está sentado en el Trono y ser abierto en el Cielo; porque ese Libro es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra. Y sin ese Libro el ser humano continuaría naciendo en la Tierra, viviendo y muriendo. La única forma de parar ese ciclo de nacimiento, vida y muerte es tomando ese Libro de la diestra del que está sentado en el Trono, abriéndolo en el Cielo y haciendo el reclamo de toda la Creación y todos los derechos que contiene ese Título de Propiedad. Ese es el Libro de la Vida del Cordero. Y Cristo murió por todo lo que está en el original, en la Creación original, en el Programa de Creación original. Y ahí, en el Programa de Creación original, están escritos los nombres de todos los hijos e hijas de Dios que vendrían a vivir en este planeta Tierra. Pero por causa de la caída han venido en medio de una raza caída, sentenciados también a nacer, vivir y luego morir sus cuerpos físicos. Porque el Título de Propiedad que le había sido concedido a Adán, a causa de la caída allí en el Huerto del Edén, regresó al Dueño original, que es Dios, regresó a la diestra de Dios. Y por esa causa, de ahí en adelante, Adán vino a ser mortal, y toda la descendencia de la raza humana ha venido a ser mortal; todos los descendientes de Adán han venido a ser mortales en su cuerpo físico, aunque con la promesa de vida eterna, los que creen en Dios y guardan Su Palabra. Ahora, por medio del nuevo nacimiento que Cristo le enseñó a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, cuando le dijo Nicodemo: “Nosotros sabemos que Tú has venido de Dios por Maestro; porque nadie puede hacer las cosas que Tú haces, si Dios no es con El.” Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios.” Nicodemo pensó en un nacimiento natural, como el que había tenido por medio de su madre, y le preguntó a Jesús: “¿Cómo puede hacerse esto?” Porque Nicodemo creía en la Palabra de Dios, y estaba esperando la Venida del Reino de Dios, y estaba esperando la Venida del Mesías, y estaba muy interesado en el Reino de Dios. Vino de noche, cuidándose, por temor a los judíos y por temor a los miembros del Sanedrín, al cual él pertenecía; pues era uno de los setenta sabios que componían el Sanedrín; pues el concilio del Sanedrín era compuesto por setenta sabios, el concilio de la religión hebrea; y Nicodemo era uno de ellos. También José de Arimatea era uno de ellos, y también Gamaliel; personas que habían creído en Jesucristo, que estaban esperando el Reino de Dios y la Venida del Reino de Dios con el Mesías en Su Reino; los cuales, cuando vieron a Jesús de Nazaret se dieron cuenta que ese era el Mesías, aunque el resto del Sanedrín, aunque el resto del concilio de la religión hebrea, no creía que Jesucristo era el Mesías. Y los que podían ver que era el Mesías y no creían en El y no lo querían, era porque era Jesús un hombre sencillo, un joven carpintero de Nazaret, el cual no tenía atractivo para ser un rey, no tenía un doctorado, y no tenía una preparación militar tampoco, y no era un graduado de teología de la religión hebrea. La gente decía, y los mismos doctores de la Ley decían: “¿Cómo sabe éste letras sin haber estudiado?” Y se maravillaban de Su doctrina, de Su enseñanza y de las cosas que El hacía por el poder de Dios. ¿PERO PUEDE ACASO, O HAY NECESIDAD ACASO, DE QUE EL VERBO HECHO CARNE, DIOS HECHO CARNE, TENGA QUE IR A UN SEMINARIO, O A UN INSTITUTO, PARA ESTUDIAR Y GRADUARSE DE TEOLOGÍA, PARA LUEGO PREDICAR? ¿Quién fue primero: Dios o el hombre? ¿Y qué fue primero: la enseñanza de Dios o la enseñanza de los hombres? ¿Quién va a aprender de quién? ¿Acaso Cristo iba a aprender de los hombres, o los hombres estaban llamados a aprender de El? Ahora, se preguntaban: “¿Y de dónde tiene El esta doctrina, esta enseñanza, esta sabiduría, sin haber estudiado? ¿Y de dónde le vienen estos milagros?” Cristo decía: “Mi doctrina no es mía, sino del que me envió, del Padre. Yo no hablo nada de mí mismo, sino que como yo oigo al Padre hablar, así yo hablo.” Y en una ocasión orando al Padre, orando por Sus discípulos, dijo: “La Palabra que me diste les he dado, y ellos la recibieron.” El Mensaje, la Palabra que hablaba Cristo, era la Palabra del Padre, la Palabra de Dios, dada a Jesucristo; y Jesucristo la comunicaba a los seres humanos. Y por esa causa Cristo podía decir: “El que oye mi Palabra, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida.” No tendrá que ir al juicio final para ser juzgado allí, sino que ya pasó de muerte a vida; y entra por el proceso o programa de escuchar la Palabra de Dios, la Palabra de Cristo, creer en Jesucristo, luego nacer de nuevo del Agua del Espíritu; y así entra al Reino de Dios, entra al Cuerpo Místico de Jesucristo, a Su Iglesia, a la cual se entra solamente en una forma: por medio del Espíritu Santo, del Espíritu de Dios, el cual opera el nuevo nacimiento en cada persona. En la Iglesia del Señor Jesucristo se nace. Nadie se puede unir a la Iglesia del Señor Jesucristo, así como usted no se puede unir a una familia, y decir: “Yo soy de esa familia, soy descendiente de esa familia, de ese matrimonio.” No. Para eso usted tiene que nacer en esa familia, a través del padre y la madre de esa familia. Y así también es en lo espiritual: para usted ser parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, para ser un miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo, tiene usted que nacer de nuevo, nacer en la Iglesia del Señor Jesucristo del Agua y del Espíritu, como le enseñó Jesús a Nicodemo. Nicodemo pensó: “¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo, entrar al vientre de su madre y nacer?” Jesús le dice: “Lo que sabemos eso hablamos.” Y Nicodemo lo que sabía era eso, y de eso le habló. Pero Cristo le habló de algo superior, de un nuevo nacimiento, Cristo le dijo: “De cierto te digo, el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios.” Esa es la única forma para entrar al Cuerpo Místico de Jesucristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo: luego de creer en Cristo, nacer de nuevo; y así viene a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo, entra a ser parte de la Familia de Dios, como nos dice el apóstol San Pablo cuando dice en Efesios, capítulo 2, verso 19 al 22: “*Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios...”* Miembros de la Familia de Dios, a causa del nuevo nacimiento. Al nacer de nuevo del Agua y del Espíritu la persona ha nacido en la Familia de Dios, en la Casa de Dios, por medio de Jesucristo. “*...edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,* *en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;* *en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”* Este Edificio, esta Casa, esta Familia de Dios, es la Iglesia del Señor Jesucristo. No hay una Familia más grande ni más importante en este planeta Tierra que la Familia de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Son los descendientes de Dios que vienen por medio de Jesucristo a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo. San Pablo también nos habló en Hebreos, capítulo 3, verso 1 al 3, y nos dice así: “*Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;* *el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.* *Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno éste, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo.* *Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios.* *Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios* (o sea, fue fiel en el pueblo hebreo, que como nación es la Casa de Dios)*, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir* (Moisés como siervo sobre esa casa y en esa casa, que es el pueblo hebreo)*;* *pero Cristo como hijo sobre su casa* (ahora, Cristo no como siervo, sino como Hijo sobre Su Casa)*, la cual casa somos nosotros* (la cual casa es la Iglesia ¿de quién? Esa es la Casa de Dios, esa es la Familia de Dios)*.”* Cuando se dice *casa* aquí se está hablando de la Familia, de la descendencia de Dios, que son los hijos e hijas de Dios, los cuales han venido a ser reconocidos como la Iglesia del Señor Jesucristo. Esa es la Casa de Dios, esa es la Familia de Dios, esos son los descendientes de Dios; hijos e hijas de Dios, que son miembros de la Familia de Dios. Ahora, “Cristo como hijo sobre su casa,” o sea, como Hijo sobre esa Familia de Dios, sobre esa descendencia de Dios; o sea, que es un Hijo de esa Casa el que está sobre esa Casa. Es el Primogénito de Dios, nuestro amado Señor Jesucristo, el que ha sido colocado sobre Su Casa. Y El ha enviado a Su Casa diferentes profetas, diferentes mensajeros, de edad en edad, los cuales fueron representados en los siete ministros, siete ángeles mensajeros de las siete iglesias que estaban en Asia Menor. Esas iglesias representan a la Iglesia del Señor Jesucristo pasando por siete etapas, en donde para cada etapa Dios tuvo un mensajero, Jesucristo tuvo un mensajero, en cada etapa de Su Iglesia gentil; y a través de ese mensajero Jesucristo estuvo ministrando en Su Casa. El colocó un mensajero, representado en esos siete mensajeros de las siete iglesias de Asia Menor. Y ahora Cristo es el que ha estado sobre Su Casa llevando a cabo la construcción de esa Casa, de esa Familia, de esa descendencia de Dios, que por medio de creer en Jesucristo y nacer de nuevo, cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, entra a esa casa, a esa familia, a esa descendencia de Dios; y viene así a ser un miembro activo de la Iglesia del Señor Jesucristo, nacido de nuevo en la Casa de Dios, en la Familia de Dios, que es Su Iglesia. Ahora, hemos visto que en el Libro de la Vida del Cordero están escritos los nombres de todas las personas que vendrían a formar parte de esa Casa, de esa Familia, de esa descendencia de Dios. Y por eso el evangelio ha estado siendo predicado por dos mil años aproximadamente, y todavía se está predicando; para así hacer posible que las personas escuchen el evangelio de Cristo y crean en El, porque con el corazón se cree para justicia, más con la boca se hace confesión para salvación. Ahora, por medio de creer en Jesucristo como nuestro Salvador y nacer de nuevo del Espíritu Santo, o sea, del Agua y del Espíritu, que es el nuevo nacimiento del cual le habló Cristo a Nicodemo, se nace en el Reino de Dios, se nace en la Iglesia del Señor Jesucristo, y la persona obtiene un espíritu teofánico de la sexta dimensión, un espíritu que no pudo obtener cuando nació aquí en la Tierra a través de sus padres terrenales; pues para esa ocasión recibió un espíritu del mundo, que tiene la inclinación siempre hacia el mal, y luego obtuvo un cuerpo del mundo también, que vino por medio de la unión de papá y mamá, y por eso es temporal, corruptible, se pone viejo, se enferma y se muere. Pero Cristo en Su Programa de Creación, en donde El está construyendo una Casa, una Familia, la Familia de Dios y la descendencia de Dios, ha traído a cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, lo ha traído a este planeta Tierra, ha nacido en este planeta Tierra en la permisiva voluntad de Dios en un cuerpo mortal, con un espíritu mortal también, un espíritu en la permisiva voluntad de Dios, un espíritu del mundo; pero con la promesa de que recibirán un nuevo nacimiento, en donde esa alma que está dentro de ese cuerpo, recibe un nuevo nacimiento en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, ese nuevo nacimiento del Agua y del Espíritu que recibe; y luego recibirá un nacimiento físico, un nacimiento literal, pero no por medio de papá y mamá, sino que será en un nuevo cuerpo, un cuerpo eterno que Jesucristo creará para cada hijo e hija de Dios que nació de nuevo del Agua y del Espíritu en la Familia de Dios. Por eso Cristo en San Juan, capítulo 5, nos dice de la siguiente manera, verso 24 en adelante, dice: “*De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”* Ahora vean ustedes, la persona que oye la Palabra de Cristo y cree al que lo envió, recibe el nuevo nacimiento del Agua y del Espíritu; y ya esa persona tiene vida eterna, porque ha recibido el Espíritu de vida eterna: ese Espíritu Santo, ese espíritu teofánico enviado de parte de Dios, llamado también el bautismo del Espíritu Santo, y llamado por San Pablo en Efesios capítulo 1 y verso 13 en adelante, como las arras del Espíritu. Nos dice San Pablo, hablando de Cristo: “*En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa* (primero se cree en Jesucristo por medio del evangelio de Cristo, y luego se opera el nuevo nacimiento en la persona; recibe el Espíritu Santo, es sellado con el Espíritu Santo de la promesa)*,* *que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.”* Recibimos las arras de nuestra Herencia hasta la redención de la posesión adquirida, o sea, hasta que seamos transformados y tengamos el nuevo cuerpo que El ha prometido para todos nosotros. También nos habló en el capítulo 4 de Efesios, verso 30, diciendo: “*Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.”* Sellados con ese Espíritu Santo al nacer de nuevo, para el Día de la Redención, para el Día en que todos los hijos de Dios, en que la Familia de Dios, la descendencia de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, recibirá Su cuerpo eterno; o sea, los miembros de esa Familia, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero, en el Día de la Redención, recibirán, los que murieron ya pero creyeron en Cristo y nacieron de nuevo del Agua del Espíritu, serán resucitados en cuerpos incorruptibles, o sea, en el cuerpo eterno que Cristo ha prometido; y nosotros los que vivimos, seremos transformados. Y entonces estaremos viviendo como almas vivientes con un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, de la dimensión de la Palabra, de la dimensión del Paraíso; un cuerpo teofánico parecido a nuestros cuerpos, pero de otra dimensión, y con un cuerpo físico celestial, para nunca morir, y nunca envejecer, y nunca enfermar, y nunca entristecer. Todo será paz, alegría, amor, felicidad, juventud y vida eterna con nuestro amado Señor Jesucristo. Ahora, Cristo sigue diciendo aquí en el capítulo 5 de San Juan, en el verso 25 que sigue a continuación de este capítulo 5. Sigue diciendo: “*De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.* *Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;* *y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre* (por cuanto es un profeta, le dio autoridad de tener – la autoridad y el poder de hacer juicio. Sigue diciendo)*.* *No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz;* *y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida* (a resurrección de vida eterna)*.”* Estos son los que en sus días de peregrinaje aquí en la Tierra, escucharon el Evangelio, creyeron en él, creyeron en Jesucristo como su Salvador, y nacieron de nuevo del Agua y del Espíritu, y así nacieron en la Familia de Dios, en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, como Hijos e Hijas de Dios; pues la promesa divina de San Juan, capítulo 1 y versos 12 al 13 es: “*Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;* *los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”* Son engendrados por el Espíritu de Dios. El mismo Espíritu que estuvo en Jesús de Nazaret. Ese es el que produce el nuevo nacimiento, pues ese Espíritu fue el que creó en el vientre de María el cuerpo que luego nació. Célula sobre célula fue multiplicándose hasta que fue formado el cuerpo de Jesús; y nació en Belén de Judea, como un infante allí, un recién nacido; luego creció, y vino a ser el Mesías prometido para el pueblo hebreo. Ya lo era desde que nació, y aún desde antes de nacer. Ahora, ese mismo Espíritu de Dios que creó ese cuerpo, esa vida en el vientre de María, es el que crea el nuevo nacimiento en cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero; y esa persona cree en el evangelio, cree en Jesucristo, cree el Mensaje del Evangelio, luego nace de nuevo del Agua y del Espíritu, y así ha recibido por creación divina el nuevo nacimiento, en la parte espiritual; y ahora solamente le falta el nuevo cuerpo físico, el cual recibirá en el Día Postrero. Pues todos los que están en el sepulcro y escucharon la Voz de Cristo en el tiempo en que vivieron, resucitarán en el Día Postrero en cuerpos eternos que Cristo creará, que el Espíritu de Dios creará para cada uno de ellos; cuerpos jovencitos, de 18 a 21 años en apariencia. Los que eran niños estarán en cuerpos así; los que eran jóvenes, también estarán en cuerpos así; y los que eran ancianos, también estarán en cuerpos así, jovencitos; y los que eran adultos, también estarán así. Todos en cuerpos con apariencia de 18 a 21 años, que es la flor de la juventud, para vivir por toda la eternidad. Ahora, nos dice Jesucristo en San Juan, capítulo 6, verso 38 en adelante: “*Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.* *Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”* El Padre le da todos los que están escritos en el Libro de la Vida, el cual está en la mano del que está sentado en el Trono, en la mano de Dios. Dice: “*Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna...”* ¿Ven, que se necesita creer en Jesucristo para tener vida eterna? Ninguna persona puede por sus propios méritos obtener vida eterna. Es por los méritos de nuestro amado Señor Jesucristo. El es el que tiene méritos y no nosotros como seres humanos. Ahora, dice: *“...y yo le resucitaré en el día postrero.”* O sea, dice que será para el Día Postrero que El los resucitará, a todos los que han creído en El y han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu, y han muerto, El los resucitará en el Día Postrero. “*Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo.* *Y decían: ¿No es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice éste: Del cielo he descendido?”* Ellos no entendían que aunque el cuerpo físico había nacido aquí en la Tierra por medio de María, el Espíritu que estaba dentro de ese cuerpo, era el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo. Ellos no sabían que el que estaba dentro de ese cuerpo era el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios creador de los Cielos y de la Tierra en carne humana. Y por esa causa ellos no entendían que el Dios Todopoderoso que es Jehová, y también es conocido como el Angel de Jehová, había descendido a la Tierra con Su cuerpo teofánico y había habitado en el cuerpo de carne que nació de la virgen María; el que había descendido del Cielo era el que estaba dentro de aquel cuerpo de carne. Pero estos judíos pensaban que Jesús estaba hablando que Su cuerpo físico, que ese cuerpo físico que ellos veían de unos 30 a 33 años de edad había venido del cielo, había descendido del cielo, y que no había nacido aquí en la Tierra. Pero eso no fue lo que Jesús les dijo en Sus palabras, cuando dijo: “Del cielo he descendido, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.” Todo hijo de Dios desciende del cielo, lo único que tiene de aquí de la Tierra es el cuerpo físico, y por esa causa, cuando muere, lo echan a la tierra el cuerpo; pero la persona, el hijo de Dios, sigue viviendo, se va al Paraíso, y allí vive en su cuerpo teofánico, que es el cuerpo de la sexta dimensión, de la dimensión del Paraíso, hasta que Cristo lo llame en el Día Postrero con Su Mensaje de Gran Voz de Trompeta, y ahí resucitará en el Día Postrero en un nuevo cuerpo para vivir eternamente. “*Y yo le resucitaré en el Día Postrero.”* Ahora: *“Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros.* *Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.”* O sea, que no es un asunto de la persona decir: “Yo no quiero ir o yo quiero ir.” Sino que es un asunto del Padre celestial, el cual lo trae a Cristo para que lo reciba como su Salvador, porque esa persona tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero allá en el Cielo. Y esa persona, en cuanto a su alma, ha descendido del Cielo, ha venido del Cielo, ha venido de Dios, de la dimensión de Dios, a vivir en esta Tierra en un cuerpo mortal y con un espíritu del mundo; pero con la promesa de entrar en el Programa de Redención, el cual Cristo ha preparado para todos nosotros, para ser colocados en vida eterna y con vida eterna, con un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, eterno; un cuerpo parecido al cuerpo que uno tiene aquí en la Tierra, pero de otra dimensión; un cuerpo como el cuerpo que Dios se formó en el principio para El, ese cuerpo teofánico llamado el Verbo, la Palabra; así también cada hijo de Dios recibe un cuerpo teofánico. Y así como Dios luego se creó un cuerpo de carne, en el vientre de María; en el Día Postrero El creará del polvo de la tierra un cuerpo eterno para cada hijo e hija de Dios. Y entrarán a ese cuerpo los que han muerto en el pasado, los cuales resucitarán en un cuerpo eterno; y nosotros, los que vivimos, seremos transformados, y viviremos en un cuerpo eterno; y todos seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, que es la Persona que Dios puso sobre Su Casa, o sea, sobre Su Familia, Su descendencia, el cual ha enviado diferentes mensajeros en las diferentes edades, a través de los cuales Cristo ha estado manifestándose, ha estado revelándose, en Su Iglesia gentil, o sea, en Su Casa, en Su Familia. Y por medio de cada mensajero El ha estado alimentando a Su Familia con Su Palabra, con Su Mensaje correspondiente a cada etapa, a cada edad; “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios.” Y nuestro espíritu es alimentado con la Palabra de Dios, para crecer espiritualmente y obtener el conocimiento de la Palabra de Dios; y nuestra alma es alimentada, no con trigo literal, sino con el Pan de vida. Pedro dijo a Jesús: “Tú tienes palabras de vida eterna.” Esa Palabra de vida eterna es el alimento espiritual para nuestra alma, la cual Cristo de edad en edad ha estado dándole a Su Iglesia, por medio de cada mensajero que El ha enviado. Y en el Día Postrero El nos da alimento espiritual también: el Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual es alimentada nuestra alma, para pronto ser transformados y raptados, y los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos eternos, antes de nuestra transformación. Ahora, Cristo sigue diciendo: *“Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”* ¿Cuándo dice Jesucristo que va a resucitar a todos los que el Padre le ha dado, los cuales han creído en El, los cuales han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu? En el Día Postrero, cuando ya todos los que tienen que nacer de nuevo han nacido. Porque antes del Cuerpo Místico de Jesucristo que partió, ser resucitado y estar en esta Tierra, se requiere que los que están vivos y son parte de ese Cuerpo Místico de creyentes, escritos en el Libro de la Vida del Cordero, sean manifestados en la Tierra, crean en Jesucristo como su Salvador y entren al Programa de Salvación, nazcan de nuevo; y así estén ya en la Familia de Dios, estén manifestados en la Casa de Dios, nacidos en la Casa de Dios, miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo, para luego venir el nacimiento en un nuevo cuerpo físico y eterno, el cual Dios creará, al cual entrarán los muertos en Cristo, y nosotros los que vivimos seremos transformados. O sea que ya, miren, Dios tomará del polvo de la tierra para formar el cuerpo eterno, para los que han partido, para los que han muerto en el pasado; pero para nosotros los que vivimos, ya el polvo de la tierra que Dios usará, ya está aquí, ya lo tenemos; porque son nuestros cuerpos del polvo de la tierra. Ya el polvo de la tierra que Dios usará para producir el cuerpo nuevo que El le dará a los que estarán vivos en el Día Postrero, ya está. Es ese cuerpo que cada uno de ustedes tiene, y es este cuerpo que yo tengo, el cual es del polvo de la tierra. El tomará ese polvo de la tierra que está en forma de un cuerpo, y con ese polvo de la tierra creará un nuevo cuerpo; esa es la transformación de nosotros los que vivimos. Así como El tomará del polvo de la tierra, para los muertos en Cristo, tomará del polvo de la tierra y transformará ese polvo de la tierra en un cuerpo eterno. Ahora, tomará del polvo de la tierra para los vivos en Cristo, tomará del polvo de la tierra que ya tienen ellos, y creará un nuevo cuerpo. Y así estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo para vivir con El como Reyes y Sacerdotes, pues El también es Rey y Sacerdote según el orden de Melquisedec. Y de esa Familia, de esa descendencia del Rey Melquisedec, que es Jesucristo, somos todos nosotros; no solamente los ministros, sino todo hijo e hija de Dios que ha creído en Jesucristo y ha nacido de nuevo del Agua y del Espíritu. No importa en qué grupo religioso haya creído en Cristo; es para todos los hijos de Dios, para todos los que han creído en Jesucristo y han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu, y así han venido a formar parte de la Familia de Dios, de la Casa de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es un Templo santo al Señor, para morada de Dios en Espíritu en cada uno de esos miembros de ese Cuerpo Místico de creyentes; para morada de Dios en Espíritu en cada uno de Sus hijos y de Sus hijas; porque han nacido para vida eterna los hijos e hijas de Dios. Nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero. No importa en qué grupo religioso del cristianismo usted se encuentre, su nombre está escrito en el Libro de la Vida del Cordero si usted ha creído en Jesucristo como su Salvador y ha nacido de nuevo del Agua y del Espíritu; pues no es la agrupación religiosa la que produce el nuevo nacimiento, es el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, sin importar en qué grupo religioso del cristianismo la persona se encuentre. Así que estas son buenas noticias para todos los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo que viven en este Día Postrero. Conscientes de que hemos nacido para vivir eternamente, y por esa causa, “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna.” Es por medio de Jesucristo que todos los que han nacido para vida eterna entran en el Programa de Salvación y vida eterna, pues tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Estén conscientes de esto, para que así, amigos y hermanos que me escuchan, no importa a qué agrupación religiosa cristiana ustedes asistan, sepan que sus nombres están escritos en el Libro de la Vida, allá en el Cielo, y que ustedes han nacido para vivir eternamente. No se desanimen en la vida por nada absolutamente, sigan adelante creyendo en Jesucristo y sirviéndole a Jesucristo, y escuchando Su Palabra, perseverando; porque el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. Caminen siempre hacia adelante para que sus nombres permanezcan escritos en el Libro de la Vida, si están en la sección en que pueden ser borrados. Y si están en el Libro de la Vida del Cordero, en esa sección, de ahí nunca puede ser borrado un nombre, porque esos son los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo que han sido ordenados y nacidos para vida eterna; son los Primogénitos de Dios. Pero está la otra sección en el mismo Libro de la Vida, en donde están escritos millones de nombres que son manifestados en esta Tierra y tienen la oportunidad de recibir a Cristo como su Salvador, creer en Su Palabra y entrar en el Programa de Salvación; y aunque no van a resucitar en la primera resurrección, resucitarán al final del Reino Milenial, pero entrarán a la vida eterna. Están señalados como las vírgenes durmientes, o vírgenes fatuas. Al ser vírgenes, muestran que eran cristianos y que tenían un nivel alto de moral y de espiritualidad; eran creyentes en Jesucristo, pero no tenían aceite en sus lámparas. Ahora, encontramos que hay oportunidad de vida eterna, no solamente para los Primogénitos de Dios, sino para todos los que tengan sus nombres escritos en la otra sección del Libro de la Vida también. Pero si las personas se descuidan y no siguen a Cristo, sus nombres son borrados del Libro de la Vida, de esa sección del Libro de la Vida, porque no siguieron a Jesucristo, y porque no estuvieron trabajando en favor del Programa divino, al lado de los escogidos de Dios: los pequeños del Señor, a los cuales cualquier cosa que se haga en favor le será contada como si se la hicieran a nuestro amado Señor Jesucristo; pero también cualquier cosa que hagan en contra de esos pequeñitos, que son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, será contado como hecho al Señor Jesucristo. Por eso unos entrarán a la vida eterna, y otros a la condenación, al lago de fuego. Unos dirán: “¿Cuándo te vimos necesitado y no te servimos?” El dirá: “Por cuanto no lo hicisteis a uno de estos mis pequeñitos, a mí tampoco lo hicisteis.” Y les dirá: “Al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles.” O sea, que los mandará al infierno, a donde se merecen estar los que no sigan a nuestro amado Señor Jesucristo, y que no estén sirviendo a Cristo y a Su Iglesia en el tiempo en que viven. Pero a los de Su derecha El dirá: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo; porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; estuve enfermo y me visitasteis; en la cárcel y me fuisteis a ver; y desnudo y me cubristeis.” Ellos dirán: “¿Y cuándo te vimos así? ¿Cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer; con sed y te dimos de beber; enfermo y te visitamos; en la cárcel y te fuimos a ver; y desnudo y te cubrimos?” El dirá: “Por cuanto lo hicisteis a uno de estos mis pequeñitos, a mí lo hicisteis.” Cristo había dicho: “El que diere un vaso de agua fría a uno de estos pequeñitos, a mí...” Dice: “No perderá su recompensa.” ¿Por qué? Porque lo han hecho a Cristo. Porque Su Iglesia son los miembros de Su Cuerpo Místico, son Su carne y Sus huesos; son hueso de Sus huesos y carne de Su carne, y Espíritu de Su Espíritu. Así que podemos ver que no solamente para los escogidos hay oportunidad de vida eterna, sino para muchas personas más. Hay millones de seres humanos que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida, ya sea en una sección o en otra sección; y por eso se requiere que la persona crea en Jesucristo como su Salvador, entre en el Programa de Salvación, y trabaje en ese Programa también, y persevere hasta el fin de sus días aquí en la Tierra. Porque “el que pone su mano en el arado y mira hacia atrás, no es apto para el Reino,” pierde todos sus derechos, y su nombre es borrado del Libro de la Vida. Así que, amigos y hermanos creyentes en Jesucristo, cristianos de todas las agrupaciones del cristianismo: perseveren todos los días de su vida, nunca se aparten de Cristo, no importa los problemas que tengan; más tuvo Jesucristo, y no se apartó del Programa de Dios correspondiente a Su tiempo, y fue más dura Su prueba que las pruebas que nosotros podamos tener. Así que recuerden: el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. No dejen nunca al Señor Jesucristo, no importan los problemas que ustedes puedan tener. Si fallan a Cristo, si cometen algún error o pecado, confiesen a Cristo sus errores y sus pecados, porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado. Cuando confesamos nuestros pecados a Cristo, lo que estamos haciendo es lo que normalmente hace la ama de casa con la ropa que se mancha con tinta: la hecha en cloro, y la tinta desaparece. Y cuando la persona confiesa su pecado a Cristo, arrepentido de su pecado, ha echado su pecado en la Sangre de Jesucristo, y Jesucristo lo desaparece. La Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado, y nunca más estará en usted. Esa es la garantía que nos da la Palabra de Dios, el Evangelio, para cuando nosotros cometemos faltas o pecados; para que así nunca nos desanimemos en la vida y pensemos: “Ya todo está perdido, porque ya falté a Dios, ya pequé ante Dios.” Si alguno ha pecado, abogados tenemos delante del Padre: a Jesucristo, nuestro abogado, a Jesucristo, el Cordero de Dios; y Su Sangre nos limpia de todo pecado. ¡Nunca se desanimen, hermanos queridos, cristianos, creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo! Ya estamos al final de nuestra carrera, para pronto ser transformados y raptados. Permanezcan firmes creyendo en Jesucristo, sirviéndole con amor, de corazón, amor ágape, que es amor divino, derramado en vuestros corazones y en el mío también. No sirviendo a Dios en una forma intelectual, sino espiritual, con amor divino; trabajando en Su Reino, sabiendo que nuestro trabajo en el Señor no es en vano, será recompensado con grandes galardones de parte de nuestro amado Señor Jesucristo. Adelante sirviendo a Jesucristo, porque hemos nacido para vida eterna, para vivir eternamente con nuestro amado Señor Jesucristo. “**NACIDOS PARA VIVIR ETERNAMENTE.”** Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión. Y el anhelo de mi corazón es que al entender que hemos nacido para vida eterna, nos mantengamos unidos siempre a Cristo, nuestro hermano mayor, nuestro Salvador, nuestro Redentor; conscientes de que pertenecemos a una Familia celestial, a la Familia de Dios, a la descendencia de Dios, y somos hermanos los unos de los otros, y nuestro hermano mayor es Jesucristo, nuestro Salvador, el cual nos amó y se entregó por nosotros en la Cruz del Calvario para así salvar a toda la Familia de Dios. Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, y también estar con ustedes, amigos y hermanos televidentes de Galaxy VII, canal 11, y de PanAmSat, y también de Cable BuenaVisión, y demás canales de cable y demás canales de televisión, y también las radioemisoras amigas de diferentes países y de aquí de Puerto Rico, y los canales de televisión también de otros países. Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión. Les deseo una feliz navidad y un próspero año nuevo 1996. Y de parte también de mi esposa y de mi hija América, de mi esposa Erica y de mi hija América, y también de parte de la congregación de La Carpa en Cayey, Puerto Rico. Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes en estas navidades, y por toda la eternidad. Pasen todos unas navidades felices con la bendición de Jesucristo. Muchas gracias por vuestra amable atención y pasen todos muy buenas noches. Que Dios les continúe bendiciendo a todos. “**NACIDOS PARA VIVIR ETERNAMENTE.”** (El hermano William sigue hablando fuera del aire:) Ya estamos fuera de la transmisión vía satélite. Para el domingo estaremos, como de costumbre, en las actividades normales que siempre tenemos los domingos; y dejaremos la noche libre, no tendremos actividad, para que compartan con su familia. Ya es el... ¿A cómo estaremos el domingo? 24 de diciembre. No sé qué programa tendrían acá, vamos a ver primero. ¿Para el domingo en la noche, Félix, tenían algo preparado? Entonces para el domingo en la noche vamos a dejar para que compartan con su familia, estén tranquilitos con su familia. Y los que tengan antena parabólica o cable, si se transmite a través de cable (veremos a ver, ya se lo anunciaremos el mismo domingo); y podrán ver la transmisión, y así estarán tranquilitos en sus hogares. Pero recuerden: Cualquier cambio, el domingo en la mañana se lo diremos, si en algún momento se prepara alguna actividad para la noche; hasta el momento no la hay. Recuerden: El domingo, amanecer lunes, recuerden que es la fecha de la partida de nuestro hermano Branham. El 24 de diciembre es la víspera de navidad. Y nuestro hermano Branham partió en la madrugada de la víspera de la Pascua, o sea, diríamos el domingo a las 5 y algo de la mañana, 5:49, más o menos, partió nuestro hermano Branham, un 24 de diciembre. Recuerden que es un día muy importante; no porque es el día de nochebuena, porque el día del nacimiento de Cristo fue en otra fecha, fue en primavera, fue por ahí por el mes de abril, pero lo movieron para el mes de diciembre. Pero en el mes de diciembre lo que se celebraba para ese tiempo era el nacimiento del sol, o del dios sol; era la fecha de una adoración pagana. Y cuando el cristianismo se mezcló con el paganismo, y el paganismo con el cristianismo, al paganismo y las cosas del paganismo, le pusieron nombres cristianos; y el cristianismo ahí obtuvo fiestas y cosas y dioses paganos, y le cambió el nombre, y le dio nombres cristianos. Y por eso es que encontramos todas esas cosas, todas cambiadas, y colocan el nacimiento de Cristo para la fecha que no es. Pero si ustedes cuentan la fecha en que todo eso sucedió, mire, aquí está en San Lucas. Ya hemos terminado la transmisión. San Lucas, capítulo 1, verso 26 en adelante, dice: “*Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,* *a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.”* ¿En qué mes fue enviado? En el sexto mes. Y seis meses más, sería el mes 12; pero Cristo no nació de seis meses. Solamente cuando el parto no es normal es que se menciona que nació de siete meses o de ocho meses; pero cuando el parto es normal, pues se dice que nació. Y Cristo al ser por el Espíritu Santo creado, creada una célula de vida en el vientre de María, en el mes sexto; nueve meses después, sería el mes tercero del próximo año; y el mes tercero del próximo año, entonces uno lo tiene que buscar en la Escritura. Así que podemos ver todas estas cosas, y podemos ver que conforme a la Escritura, el Mesías nació en primavera. Y no había nieve en ese tiempo: los pastores estaban en el campo. Ahora, en el mes de diciembre está en los campos de allá de Judea haciendo mucho frío, y las ovejas están guardadas en los apriscos, y los pastores calentándose en sus casas o en los lugares cerca de los apriscos, si tienen alguna casita ahí para llevarle el alimento a las ovejas, al lugar donde ellas están en el corral, en el aprisco. Bueno, pero por eso no vamos a discutir ni vamos a formar un problema, sino que esto lo sabemos para nuestro entendimiento acerca del nacimiento de nuestro amado Señor Jesucristo. Ahora, una cosa sobresaliente es que para la fecha que celebraba el pueblo hebreo la Pascua, y el día antes de la Pascua mataban al cordero pascual. Cristo murió el día antes de la Pascua, o sea, la víspera de la Pascua. Y ahora, la partida de nuestro amado hermano Branham vino a ser en la víspera de navidad; el día de nochebuena en la mañana, que es la víspera de navidad, todo el día 24, desde la mañana y por la noche, según los gentiles. Y encontramos que eso fue un hecho muy sobresaliente, para el cual en algún momento habrá una explicación del porqué partió un día tan importante para los gentiles como es la víspera de navidad y luego la navidad. Cuando tenga la información sobre eso, se las daré; cuando la reciba de parte de Dios. Así que la vamos a dejar quietecita ahí. No me arriesgo yo por mi propia cuenta decir nada, sino que la dejo ahí quietecita, hasta que Dios me diga lo que eso significa; porque ese es el día que celebran también como el día del sol. Así que vamos a dejar eso quietecito ahí para ver más adelante en algún momento, qué es lo que eso significa en el Programa de Dios. Porque Cristo es nuestro Sol, Cristo es el Sol de Justicia. Y Cristo se levantaría en el Día Postrero como el Sol de Justicia en un nuevo Día dispensacional. Y allá, el día de la resurrección, el que había muerto en la víspera de la Pascua, pasada la Pascua, se levantó el domingo de Resurrección; se levantó victorioso en la mañana de ese domingo, a la salida del sol, salió Jesucristo, el Sol de Justicia. Bueno, yo creo que Dios nos va a dar en algún momento algo; y no sé si ya parte se ha cumplido y alguna parte falta por ser cumplida. Porque hemos entrado a una nueva dispensación. Con la partida de nuestro hermano Branham finalizó la séptima edad, Dios finalizó un sinnúmero de cosas: La luz de la séptima edad, la última luz, se apagó; y encontramos que volvería a salir la luz, que es Cristo, nuevamente; Su ministerio sería visto nuevamente; y también el ministerio de Elías; y el ministerio que solamente se había visto una sola vez, el de Moisés, se vería también en un nuevo Día dispensacional. Así que estamos viviendo nosotros en un tiempo en que en una nueva dispensación ha surgido, ha resucitado, el ministerio de Cristo, el ministerio de Moisés por segunda vez, y el ministerio de Elías por quinta vez. Y eso es el nacimiento del Sol trayendo salud en Sus alas, para los escogidos de Dios. Vamos a dejar eso quietecito, porque ya veo que está muy ligado todo lo que sucedió con la partida de nuestro hermano Branham, con lo que estaría sucediendo, y luego cómo surgiría nuevamente el ministerio de Elías, el ministerio de Cristo, y luego el ministerio de Moisés. Así que yo creo que ya esta noche podré yo obtener un poco más de información. La que vino, se la di a ustedes ya, para que El me dé más, porque hay mucho ahí para todos nosotros. Bueno, estamos nosotros viviendo en un tiempo muy importante, y tenemos que estar a la expectativa. La partida de Jesús tomó a todo el mundo de sorpresa, aunque El les había dicho que tenía que irse, que lo iban a matar. La partida de nuestro Branham tomó también a todo el mundo de sorpresa. La resurrección de Cristo tomó también a todo el mundo de sorpresa. La resurrección espiritual del ministerio de Elías, del ministerio de Moisés y del ministerio de Cristo, también ha estado tomando de sorpresa a todas las personas. Pero El nos ha estado abriendo los ojos para ver y entender lo que está sucediendo en Su Programa. Nos ha llamado, nos ha despertado, para que veamos en un nuevo Día dispensacional, en la cuarta vigilia de ese nuevo Día, lo que está sucediendo: una resurrección ministerial del ministerio de Elías, del de Moisés y el de Cristo, en el Día Postrero, en el Día del Señor. Y Su Voz, la Trompeta final, la Gran Voz de Trompeta, sonando en este Día Postrero. Bueno, todas esas cosas están ligadas, se entrelazan unas con otras. Ahora, estén con sus corazones conectados a Dios, con sus almas bien unidas a Dios. Cuídense en estos días mucho. Recuerden que esas fiestas son fiestas paganas, que fueron introducidas al cristianismo. Cuídense bien, y que su corazón no esté contaminado, creyendo algo equivocado. No quiero decir que si nos traen un pastel por ahí, no nos lo vamos a comer (comida típica puertorriqueña - Ed); porque los ídolos son nada, y todas esas cosas son tonterías. Y oramos a Dios, damos gracias a Dios, y comemos con acciones de gracias. Si hay pasteles, nos los comemos, si hay arroz, nos lo comemos. Ahora, si hay un hermano que tropieza por eso, ya entonces nos cuidamos, como dice San Pablo: “no haciendo tropezar a nuestros hermanos.” Pero nosotros tenemos una conciencia libre; y cuando comemos, no lo hacemos celebrando alguna cosa, así pensando que estamos celebrando el nacimiento de Cristo, cuando en realidad no nació en esa fecha; sino que estamos celebrando que hay comida para comer en este tiempo. Y sabiendo que viene un tiempo en que no habrá comida, pues celebramos de que tenemos comida en abundancia en este tiempo; y celebramos que tenemos la familia, nos juntamos con la familia, comemos, disfrutamos unos momentitos de ese compañerismo familiar, en el cual también le podemos dar alguna literatura y los podemos invitar para estar en las actividades; para que así escuchen la Palabra de Dios y puedan entrar a la vida eterna también. Porque hemos orado por nuestros familiares, y de alguna forma Dios los colocará en Su Programa. No importa que no estén en la sección del Libro de la Vida del Cordero, donde están ahí los Primogénitos de Dios, que son los elegidos de Dios, que son los únicos que tienen ese privilegio; pero también es un privilegio estar escrito en la otra sección, que es esa sección llamada del Libro de la Vida, porque tienen oportunidad y derecho para vivir eternamente, si conectan su alma, su vida, con Cristo, en el tiempo en que viven. Bueno, continuaremos trabajando para beneficio también de todas las demás personas, estén o no estén en la sección del Libro de la Vida del Cordero. Nosotros los amamos a todos y nuestra satisfacción es ver que más personas entrarán a la vida eterna con el trabajo que nosotros llevemos a cabo en la Obra de Cristo. ¡Mientras menos se pierdan, mucho mejor! No somos de los que pensamos: “¡Qué me importa allá fulano de tal!” No. A nosotros sí nos importa, los amamos, y queremos la vida eterna para ellos también; para toda persona o todo ser humano que vive en esta Tierra. Y por eso trabajamos sin cesar en la Obra de nuestro amado Señor Jesucristo, en nuestra edad, la Edad del Amor Divino; y con amor divino trabajamos en Su Obra. Se nos abrieron las puertas para trabajar por televisión, por la radio, por los satélites; y hay miles o millones de personas viendo y escuchando esas transmisiones, los cuales están recibiendo una oportunidad de vida eterna. Y esa labor la están llevando a cabo ustedes, aquí en Puerto Rico, y todos nuestros amados hermanos de los diferentes países de la América Latina y del Caribe, sosteniendo todo este trabajo. Algunos de ustedes no pueden ir personalmente, pero con lo que ustedes hacen en la Obra y con lo que ayudan, se lleva a cabo la labor; y los que tienen que ir personalmente, van. Y así se lleva a cabo toda la labor y todos participan, y todos recibirán sus galardones, aunque no hayan ido personalmente, pero han estado sosteniendo esa labor. Ahora nos ha tocado a nosotros en Puerto Rico el privilegio, no una carga, sino es un privilegio. Nos ha tocado el privilegio de los gastos del satélite, para tenerlos ya listos para este mes de diciembre, porque ya a principios del próximo año, en uno de los meses, nos toca a nosotros el pago; y queremos tener ya para este mes todo listo, para que Miguel lo tenga ya listo y esté tranquilito. Y no le pase como le pasó el mes pasado, que estaba muy preocupado y tuvo que viajar de Brasil sin todavía terminar el recorrido. Yo continué el recorrido solo; pero él tuvo que venir a Puerto Rico y a otros lugares, porque no estaba todo completo. Y nunca hemos quedado mal, y él no quiere quedar mal en este compromiso. Y solamente cada día que se atrase el pago, significan $700 dólares que hay que pagar adicional; o sea, como una multa. Y con una multa así, pues... En una semana que se atrase, son como $5,000 dólares más o menos; o sea, que uno no se puede atrasar en esos pagos; y nunca nos hemos atrasado, y tenemos un buen *récord* en la compañía. Así que habíamos quedado con Miguel, que íbamos a tener todo listo ya para el mes de diciembre. Y tenemos el privilegio de hacerlo, y tenemos el privilegio así de almacenar tesoros ¿dónde? en el Cielo. Ese es el lugar perfecto para almacenar nuestro tesoro. Cualquier otro lugar es peligroso. En el Cielo es de donde Cristo dijo: “Haceos tesoros en el cielo, donde no minan ladrones que le pueden llevar el dinero, quitándoselo a la fuerza o en una forma astuta, y en donde no hay orín, ni hay polilla que se lo dañen.” En donde no se devalúa, sino que cada día aumenta más el valor de lo que usted coloca allí. Porque todo lo que usted coloca en el Reino de Dios, tanto su labor personal como también en lo económico, entra en el Programa divino que se está llevando a cabo en Su Obra aquí en la Tierra; y todo lo que produce ese Programa, esa labor, encontramos que algo usted hizo para que fuera posible todo ese trabajo. Así que toda la labor que es llevada a cabo, luego será contada a favor de todos los que trabajaron en la Obra de Dios. Yo les he dicho que nosotros tenemos en el Día Postrero el privilegio más grande de ser las personas que obtengan los galardones más grandes que han de ser obtenidos allá en la Cena de las Bodas del Cordero, donde Cristo los estará repartiendo. Y aunque no trabajamos esperando o pidiéndole a Dios que nos dé un galardón, Cristo en Su Palabra, Dios en Su Palabra, nos dice que nuestro trabajo no es en vano; y que el que siega, o sea, que el que cosecha, recibe su paga. Así que es Cristo el que ha dicho que ha de pagar a cada uno conforme a como sea su obra; y por eso su obra debe ser hecha de todo corazón, con amor divino. No sintiéndose obligado o porque alguien lo obligue, sino porque desea hacerlo de todo corazón; y así está sirviendo a Dios con todo su corazón, con toda su mente, con todo su espíritu y con todas sus fuerzas, aquí en la Tierra, en este Día Postrero. Así que podemos continuar en estos días entregándole a Oscar Cardona la parte que deseamos para ser colocada en esa obra del satélite; y si no, pues, pueden también hacerlo echando el sobrecito en el lugar donde se echa, y especificando para lo que es. Y así será apartado para esa labor. Si hay sobrecitos que digan para el satélite, entonces tomen uno de esos sobrecitos y ahí lo colocan, y marcan bien claro que es para la obra del satélite, y así pues, entrará en esa labor del Reino de Dios. Lo que ya colocamos en la Obra del Reino de Dios, ya eso queda ya dentro del Reino de Dios para toda la eternidad; porque el beneficio de eso después lo recibiremos cuando ya estemos transformados. Bueno, esto se los digo para que ahora, cuando venga Miguel, el cual viene durante esta semana ahora próxima, llega del 26 al 28, ya le tengamos todo a Miguel, para que él esté tranquilito y pueda continuar trabajando. Y nosotros, pues, luego de eso, podremos también estar trabajando en otras labores, y tener entonces más facilidades económicas para trabajar en todas las demás labores de la Obra de Dios. Bueno, eso era todo en cuanto al anuncio del satélite, ya que Miguel, pues, no estaba para hacerlo; entonces ya le hice el anuncio por Miguel, para que así, pues, tomemos en cuenta esta partecita en estos días. Bueno, para el sábado no hay actividades, ¿verdad? Vamos a dejarlo así. Y ya el domingo en la mañana, si hay algún cambio, o si hay alguna actividad adicional que tengamos que hacer en la noche para algún grupo o para todos, se lo estaremos diciendo el domingo. Mientras tanto, solamente tendremos la de la mañana y la de la tarde. Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención, y por favor oren por mí, porque ya con lo que estuve viendo de la partida de nuestro hermano Branham el 24 de diciembre, la víspera de navidad, lo que estuve hablando, ya veo que hay bastante ahí para nosotros. Y si Dios me da en esta noche sobre todas esas cosas, ya entonces el domingo estaré incluyendo en la conferencia lo que El me dé con relación a eso, lo que nosotros necesitemos saber acerca de porqué partió en víspera de navidad. Bueno, recuerden que es un día en el cual recordamos la partida de nuestro hermano Branham; y es un día y una noche en que tenemos que cuidarnos, y evitar también cualquier bebida alcohólica y cosas, ya que eso más bien le hace daño al cuerpo y a la mente también; y hace que la persona se salga de su lugar. El Angel le dijo a nuestro hermano Branham: “ni fumes, ni bebas, ni tomes bebida alcohólica, ni contamines tu cuerpo con mujeres.” Así que cuídense de esas cosas que el Angel le dijo a nuestro hermano Branham; también se lo dijo a Zacarías, padre del profeta Juan el Bautista; y así por el estilo podemos ver que San Pablo también nos enseña que nos cuidemos de esas cosas, y nuestro hermano Branham también. Y yo les recomiendo lo mismo: no me puedo salir de la Escritura. Bueno, que Dios les bendiga, que Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención, y por vuestra paciencia. Ya habíamos terminado la transmisión, pero estas cositas, pues, son más bien para nosotros acá, la Familia de Dios que está aquí en Puerto Rico, para así cuidarnos en estos días, y pasar unos días bonitos sirviéndole a Dios. Que Dios les bendiga, que Dios les guarde, y buenas noches para todos. (Ah! Mis suegros, los padres de Erica... Ellos están por aquí. Si levantan la mano, para los que no les habían visto en el principio. Son bienvenidos aquí a Puerto Rico, y principalmente aquí a Cayey, Puerto Rico. También está la hermana de Erica con su niñita Oralia puede levantar su mano. Y les deseo que pasen unos días felices, llenos de las bendiciones de Dios, aquí en Puerto Rico.)